La sábila (aloe vera) petróleo verde cristalino de Venezuela

Como enunciábamos anteriormente, son muchos los años de investigación
con la sábila, logrando hasta el momento elaborar cientos de productos a partir
de ella como materia prima, material de enseñanza y de elaboración artesanal,
dictando los primeros talleres en nuestro país, y estamos seguros de que en estos
tiempos de sufrimiento y de crisis por el alto costo de la vida, las medicinas, los
cosméticos –que se nos han puesto inalcanzables a nuestro bolsillo– la solución
es retornar a la naturaleza, a curarnos con plantas y hierbas. Olvidemos definitivamente
gran parte del progreso, ya que nos ha convertido en seres plásticos y
amantes de lo industrializado, falsamente etiquetado de progreso. ¡Retornemos a
la esencia de la relación humano-naturaleza!
Lo que nos llama la atención son los mercados internacionales: cómo han
sabido aprovechar nuestra planta de sábila, preparando bebidas, cosméticos,
medicamentos; y nosotros, que la tenemos en nuestras manos, no sabemos qué
hacer con ella y luego compramos una cantidad de productos importados que
nos cuestan un dineral. Me viene a la memoria un verso de Nory: “Compremos
cremas importadas, que nos cuestan un dineral, no sabiendo, por ignorancia, que
es nuestra planta tan querida la sábila, que viene de un largo viaje y disfrazada
para que la podamos aceptar”.
Doy gracias a Dios por permitirme tener como compañera de vida a Nory y le
doy gracias a ella por aceptarme y permitirme ayudarla en este proyecto, hacer
esta introducción; ayudarla a organizar este libro donde están sus maravillosas
ideas, en donde está plasmada la búsqueda que hicimos juntos en distintas partes
del país con muchas personas; en organizar nuestras ideas y experiencias, nuestras
recetas, para poder ofrecer este fruto, que también es de ustedes.
Hablar de Nory es para mí un orgullo. Nory es el nombre de la perseverancia,
la constancia, la abnegación; un ser que da tanto sin esperar; su ser y su mente
están guiadas siempre por la omnipotencia de nuestro Creador, permitiéndole
cada día ser mejor para poder ayudar a los demás. Espero que en estas cortas
líneas puedan ustedes conocer a mi compañera de vida.
Le doy las gracias a mi madre, Sofía Gutiérrez; a mi bisabuela, Agustina
Narváez; a mis abuelas, María Nicomedes Gutiérrez y Ángela Campo de
Narváez; a mi abuelo, Lorenzo Narváez “Pichita”, quien forjó gran parte de mi
Introducción
15