Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Lentamente, Farkas, aqu<strong>el</strong> que surgiera por <strong>la</strong> puerta, comenzó<br />
a ascender por <strong>la</strong>s escaleras que desembocaban justo a los pies d<strong>el</strong><br />
altar. Sin perder <strong>el</strong> paso. En sus fuertes brazos, <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> muchacho<br />
dormido.<br />
Oodak miró por encima de su hombro hacia una enorme caverna<br />
detrás d<strong>el</strong> altar. Regresó <strong>la</strong> mirada al frente. La congregación<br />
enmudeció. Un horrible monstruo surgía de <strong>la</strong> boca de <strong>la</strong> grieta.<br />
Farkas miró hacia arriba y se detuvo por unos instantes; en seguida<br />
recuperó <strong>el</strong> paso. A <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas, se mostró en su pavorosa<br />
estampa un macho cabrío descomunal, erguido en sus patas traseras.<br />
Debajo de su exuberante cornamenta se apreciaban aglutinados<br />
varios ojos, cada uno con una mirada independiente. En<br />
<strong>el</strong> morro, apresadas entre sus dientes, decenas de almas perdidas<br />
que sollozaban y suplicaban misericordia, hombres y mujeres cuyos<br />
gritos, de ser escuchados, harían detenerse a cualquier corazón humano.<br />
Levantaba <strong>el</strong> demonio sus seis brazos de garras afi<strong>la</strong>das para<br />
mostrarse magnífico, por d<strong>el</strong>ante de un par de a<strong>la</strong>s de murcié<strong>la</strong>go<br />
que ya había desplegado también, majestuosas. En una de sus garras,<br />
un cetro. Y en <strong>el</strong> cetro, <strong>el</strong> nombre b<strong>la</strong>sfemo de aquél a quien ha<br />
servido desde <strong>el</strong> principio de los tiempos.<br />
El silencio fue total. Se escuchaba sólo <strong>el</strong> crepitar de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas<br />
y los pasos d<strong>el</strong> licántropo ascendiendo hacia <strong>el</strong> altar con su preciada<br />
carga.<br />
Cuando al fin consiguió llegar al punto cumbre, depositó al<br />
muchacho sobre <strong>la</strong> fría piedra, ante <strong>la</strong> mirada de Oodak y su señor.<br />
Un grito comenzó a surgir desde <strong>el</strong> fondo de <strong>la</strong> tierra. Un aullido<br />
espantoso.<br />
—Es nuestro deseo… —dijo <strong>el</strong> Señor de los demonios, quien<br />
ahora tenía los ojos completamente negros.<br />
El grito comenzó a ascender más y más. Trataba de sobreponerse<br />
a todo.<br />
—… que esté alerta…<br />
Farkas asintió.<br />
El grito subía y subía pero no conseguía hacerse oír.<br />
20