EL-PRELUDIO-DE-UNA-NUEVA-HISTORIA-INTERMINABLE-pdf

eaccionaban en consecuencia... El Rostro De La Locura, más atrás, parecía mirarme
muy quieto con las manos una sobre otra ante sí, como esperando paciente. Elmer
Ruddenskjrik, al recibir mi atención, bajó la cabeza hasta ocultar con el sombrero su
rostro escamoso en un gesto que se me antojó de impotencia.
Me giré de nuevo cuando sentí que Jones se ponía en cuclillas, casi hasta quedar su
cabeza a la altura de sus altísimas rodillas. Aun así era un poco más alto que yo. Sus
pupilas elípticas se movían como estudiándome, siguiendo el más ligero movimiento
muscular bajo mi piel. Su boca sin labios era tan grande que parecía poder masticarme
toda la cara, si quisiera...
—Jamás haría eso —defendió Jones.
—Ya lo sé —le dije yo, como disculpándome.
— ¿Vienes, entonces? —preguntó.
—Claro, tío —contesté.