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La noche sin fin y otros relatos

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Relatos Increíbles<br />

Demoniaca coincidencia, ya que ambos tenían un parecido físico muy inquietante, que daría<br />

a pensar que se trataba de gemelos. Además de correr la leyenda de que ambos eran hijos de una<br />

mujer moldava que los entregó en adopción llamada Tatiana Foden Aseyev. Descansen en paz.<br />

Aquella noticia devolvió a Jota a la realidad. Por pura lógica tenía que pensar que al fondo<br />

de la piscina no le pasaba nada por muy oscuras que estuviesen sus aguas… y que el neumático<br />

se posicionase siempre en su centro. Tenía que tener una lógica que explicase aquello en vez de<br />

dejarse llevar por supersticiones. Empezó a sonar por la radio una canción de un casi olvidado grupo<br />

de heavy metal de los setenta: “Pentagram”, pioneros de lo <strong>sin</strong>iestro e inspiradores de “Black<br />

Sabbath”, “Judas Priest”, “Iron Maiden” o ”Fear Factory”.<br />

Contagiándose de coraje, se levantó y agarró la pértiga para irse acercando el neumático<br />

hasta la orilla de su piscina, hasta tenerlo al alcance de la mano. Miró el agua oscura y haciendo<br />

un profundo respiro para darse valentía, se dejó caer a cuatro patas sobre sus manos y rodillas a<br />

<strong>fin</strong> de tener un punto de apoyo que le permitiera mantener el equilibrio <strong>sin</strong> necesidad de mojarse,<br />

simulando las cuatro patas de un perrito. Se <strong>sin</strong>tió ridículo en aquella postura, pero al menos no se<br />

caería al agua, navegando suavemente sobre aquel neumático de camión a modo de donut gigante.<br />

El agujero del centro le permitía ver subir y bajar el nivel del agua <strong>sin</strong> que esta jamás le alcanzara.<br />

No tenía nada que temer y de hecho <strong>sin</strong>tió la tentación de zambullirse hasta el fondo y desde<br />

allí volver a saltar para propulsarse hasta la superficie. Pero no se movió, y se limitó a dejarse mecer<br />

por la brisa… hasta que se dio cuenta que el neumático había vuelto a posicionarse en el centro<br />

mismo de la piscina y que su posición volvía a ser fija e inmóvil.<br />

Pensó que el agua oscura siempre le había inquietado por lo que podía esconderse debajo<br />

de ella, y que por eso siempre había preferido la piscina al agua del mar. Se oían historias que en<br />

Australia los caimanes habían invadido piscinas privadas sofocados por el calor y habían atacado<br />

por sorpresa a sus propietarios. Pero lo máximo que podía meterse allí era una culebra de campo, y<br />

no había oído leyendas urbanas al respecto. Hasta el agua de los ríos le daba cosa por qué se llenaba<br />

de peces y animales de toda clase, y el agua de las playas le asustaba por las medusas. Pero intentó<br />

controlarse y miró fijamente el agua oscura.<br />

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