Alsius

La alianza con los nordos y el fin de las Guerras de Cristal:
Y cuando ya no había salida, cuando las chances de vivir se esfumaron, cuando el ejército
de los enanos se redujo a tan solo un puñado de guerreros cansados y hambrientos, la
ayuda bajó de la montaña.
Los uthgars, quienes se habían expandido ya por todo el continente, decidieron tomar parte
en la batalla y auxiliar a sus antiguos aliados, los enanos.
De aspecto casi animal, enormes y brutos en fuerza, estos hombres cabras mostraron gran
destreza en batalla. Sus guerreros, de tronco y brazos extremadamente potentes
atravesaron las líneas sirtyenses con una facilidad casi ridícula. Además, los enanos
descubrieron que la magia de los uthgars era tan fuerte que podía rivalizar con la de los
mismísimos elfos.
Los enanos también pactaron con los nordos, quienes a cambio de su servicio como
mercenarios recibieron títulos de nobleza y grandes sumas de oro.
En una jugada política sin precedentes, Gash Gu'rrent ofreció tierras a cada hombre que
pudiera blandir una espada en nombre de Alsius. Sorprendentemente, no solo los nordos
sino también muchos alturianos acudieron a pelear del lado del emperador, seducidos por la
idea de una vida más tranquila en tierras ajenas al conflicto entre elfos.
En poco tiempo el ejército alsirio pasó de un puñado de cientos a varios miles. Las armas y
armaduras que los enanos fabricaban le dieron la ventaja en batalla, y antes de que Sirtys
pudiera responder al ataque, los elfos fueron barridos, perseguidos y aniquilados durante
todo el largo trayecto de su retirada por el continente.
Los elfos lograron repeler a los enanos una vez entrado en sus tierras, y cuando estos
regresaron a las frías montañas construyeron una muralla enorme de roca y acero sólido
para proteger el borde sur de su reino. La inexpugnable muralla alsiria se extendía por miles
de kilómetros, desde el mar del Oeste hasta las montañas de Pinos, desafiando a la
naturaleza como a cualquier enemigo que intentara cruzar a tierras alsirias.
Años después, comenzarían a circular historias y leyendas sobre la bravura y ferocidad de
los guerreros del Norte. Los elfos decían que en las batallas los alsirios se lanzaban desde
las colinas y despeñaderos a gran velocidad, dando saltos tan largos que parecían volar, y
que embestían a los elfos con la fiereza con que lo haría un lobo.
Otros aseguraban que entre las filas alsirias se encontraba una feroz bestia alada que con
sus fauces lobunas sembraba el terror y el caos en los elfos. Nuevamente, la historia de