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de la Gironda, que por este motivo eran llamados girondinos; todos ellos<br />
eran republicanos y se oponían claramente al régimen monárquico. La<br />
izquierda también contaba con representantes que, frente al sistema<br />
censitario establecido en la Constitución, defendían el sufragio universal y<br />
gozaban de gran influencia sobre las clases bajas, privadas del derecho a<br />
voto.<br />
La nueva etapa supuso un paso adelante en el proceso de radicalización<br />
revolucionaria que vivía Francia desde 1787. La crisis económica, que<br />
había hecho prohibitivo el precio de muchos productos básicos para la<br />
subsistencia, así como la desacertada política de los anteriores ministerios<br />
en esta cuestión, pusieron de nuevo a las capas populares a punto de<br />
estallar en cualquier momento.<br />
Pero esas medidas no sirvieron para tranquilizar a los grupos exaltados que<br />
pugnaban abiertamente por la instauración de la República; la izquierda<br />
más radical acusaba al rey de traicionar la revolución y de mantener<br />
compromisos secretos con sus enemigos (los emigrados y los monarcas<br />
extranjeros).<br />
El 20 de abril de 1792, Luis XVI, a instancias de la mayoría de la Asamblea<br />
Legislativa, declaraba la guerra a Austria en medio de un clima de euforia<br />
popular, truncado a poco de iniciarse las hostilidades. El ejército, sin<br />
dirección y falto de preparación, se hundía en todos los frentes, provocando<br />
con ello un agravamiento de la crisis interna y el fortalecimiento de las<br />
actitudes antimonárquicas. A finales de junio los jacobinos, bajo el liderazgo<br />
de Robespierre, redoblaron sus acusaciones de traición contra Luis XVI y<br />
exigieron la disolución de la Asamblea Legislativa y la elección -por sufragio<br />
universal- de una Convención Nacional que instaurase la República.