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Patriarcas y Profetas escrito por Elena Gould Harmon White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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yo en toda la tierra . . . y a la verdad yo te he puesto para declarar en ti mi potencia." No era que<br />

Dios le hubiese dado vida para este fin, sino que su providencia había dirigido los acontecimientos<br />

para colocarlo en el trono en el tiempo mismo de la liberación de Israel. Aunque <strong>por</strong> sus crímenes,<br />

este arrogante tirano había perdido todo derecho a la misericordia de Dios, se le había preservado<br />

la vida para que mediante su terquedad el Señor manifestara sus maravillas en la tierra de Egipto.<br />

La disposición de los acontecimientos depende de la providencia de Dios.<br />

El pudo haber colocado en el trono a un rey más misericordioso, que no hubiera osado<br />

resistir las poderosas manifestaciones del poder divino. Pero en ese caso los propósitos del Señor<br />

no se hubieran cumplido. Permitió que su pueblo experimentara la terrible crueldad de los egipcios,<br />

para que no fuesen engañados <strong>por</strong> la degradante influencia de la idolatría. En su trato con Faraón,<br />

el Señor manifestó su odio <strong>por</strong> la idolatría, y su firme decisión de castigar la crueldad y la opresión.<br />

Dios había declarado tocante a Faraón: "Yo empero endureceré su corazón, de modo que no dejará<br />

ir al pueblo." (Exo. 4: 21.) No fue ejercido un poder sobrenatural para endurecer el corazón del<br />

rey. Dios dio a Faraón las evidencias más notables de su divino poder; pero el monarca se negó<br />

obstinadamente a aceptar la luz. Toda manifestación de poder infinito que él rechazara le empecinó<br />

más en su rebelión.<br />

El principio de rebelión que el rey sembró cuando rechazó el primer milagro, produjo su<br />

cosecha. Al mantener su terquedad y alimentarla gradualmente, su corazón se endureció más y<br />

más, hasta que fue llamado a contemplar el rostro frío de su primogénito muerto. Dios habla a los<br />

hombres <strong>por</strong> medio de sus siervos, dándoles amonestaciones y advertencias y censurando el<br />

pecado. Da a cada uno o<strong>por</strong>tunidad de corregir sus errores antes de que se arraiguen en el carácter;<br />

pero si uno se niega a corregirse, el poder divino no se interpone para contrarrestar la tendencia de<br />

su propia acción. La persona encuentra que le es más fácil repetirla. Va endureciendo su corazón<br />

contra la influencia del Espíritu Santo. Al rechazar después la luz se coloca en una posición en la<br />

cual aún una influencia mucho más fuerte será ineficaz para producir una impresión permanente.<br />

El que cedió una vez a la tentación cederá con más facilidad la segunda vez. Toda repetición del<br />

pecado aminora la fuerza para resistir, ciega los ojos y ahoga la convicción. Toda simiente de<br />

complacencia propia que se siembre dará fruto. Dios no obra milagros para impedir la cosecha.<br />

"Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará." (Gál. 6: 7.)<br />

El que manifiesta una temeridad incrédula e indiferencia hacia la verdad divina, no cosecha<br />

sino lo que sembró. Es así como las multitudes escuchan con obstinada indiferencia las verdades<br />

que una vez conmovieron sus almas. Sembraron descuido y resistencia a la verdad, y eso es lo que<br />

recogen. Los que están tratando de tranquilizar una conciencia culpable con la idea de que pueden<br />

cambiar su mala conducta cuando quieran, de que pueden jugar con las invitaciones de la<br />

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