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-¡Que soilita se hai de sentir!<br />
- No seais tan curioso muchacho… ¡es peligroso!, acordate qu’el Morro esta<br />
encantau.<br />
-Voy a iegarme aia’ariba… ¡quiero verla!<br />
-Ni se te ocurra! Se va’desatar la juria ‘el cerro ¡No quere indios maloneros<br />
ni gente estraña!<br />
-¡Yo no soy indio! Contestaba, descontrolado, Juanchu.<br />
-¡Es lo mesmo! , tu mama vivio eios y vos…<br />
No los dejaba terminar . Escapaba en las sombras hacia el amparo del<br />
rancho.<br />
Juanchu no podía dormir… Juanchu soñaba…<br />
“¡Cabellos di oro como la mama… ¡Y gùena como eia ai de ser!”<br />
Los sentimientos se mezclaban en sus sueños tranquilos con fuerza de<br />
obsecion:<br />
“¡ La madre ‘e la laguna!... lindia como la d’el… ¡El agua!... ¡El agua ‘e la<br />
laguna se la tragaba!... ¿Qui hago io con este peine di oro?... ¡ Es d’eia ‘e esta<br />
solita!... ¡Con el peine di oro la hei de salvar!”<br />
Se despertaba bañado en sudor. Desde la ventanuca fijaba la mirada en<br />
el cerro donde moraba la niña que se había apoderado de su alma. “¿Lo había<br />
hechizau? ¿Y si se atreviera?... Capaz qu’el cerro no me desconozca…<br />
¡Pueda ser qu’eia me quera!”.<br />
“¡Juanchu, ¿no diste de comer a la caballada? ¿Qué te pasa que andas<br />
como atontau? ¡ Te has puesto flojaso!... ¡A trabajar!<br />
El indiecito juntaba coraje para la aventura… ¡Tenia que conocerla!... ¡ver<br />
su pelo de oro!<br />
La madre dormía aun. El muchacho se acerco y sin despertarla le dijo muy<br />
quedo:<br />
-Perdoname mama, me vua dir p’al cerro… quiero verla , mama, y si eia<br />
me quere, me vua quedar aia’ riba… ¡ A uste no la hei de olvidar nunca!<br />
Baqueanos y rastreadores buscaron a Juanchu, en jornadas incansables.<br />
Toda huella se perdia en el pedregal que rodeaba la laguna.<br />
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