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El baobab africano es un árbol de<br />

tronco masivo, con forma de botella<br />

o irregular y lleno de nudos.<br />

muertos. Dicen que si se entierra un<br />

Dogón en el suelo, la tumba explota.<br />

Quizá es por eso que los muertos, en<br />

el País Dogón, se colocan en esas<br />

cuevas excavadas por los Telem en la<br />

pared del acantilado. Colgados de<br />

cuerdas hechas con corteza de baobab,<br />

los Dogón se encaraman en la<br />

roca para situar a sus muertos en<br />

las alturas.<br />

EL MISTERIO DE LOS DOGÓN<br />

El Pueblo Dogón ha sido tan estudiado por los antropólogos<br />

(especialmente franceses) que se cuenta hasta un chiste sobre ello:<br />

¿Cuánta gente vive en una casa Dogón? La respuesta es cinco personas:<br />

el padre, la madre, los dos hijos y el antropólogo francés. El primero de<br />

ellos, y el que marcó en mayor medida el interés europeo en el Pueblo<br />

Dogón fue Marcel Griaule, que en la década de 1930 pasó largas<br />

temporadas estudiando los Dogón y escribió dos libros que explicaban<br />

el simbolismo y cosmología de este pueblo: Dios de Agua y El Zorro<br />

Pálido. Relataba en él el conocimiento extraordinario de los Dogón<br />

acerca del Sistema Solar y especialmente de la naturaleza doble de Sirio<br />

(formada por dos estrellas, Sirio A y Sirio B, esta última en órbita<br />

alrededor de la primera e invisible desde la Tierra sin instrumental<br />

técnico adecuado). Lo sorprendente es que el periodo de sesenta años<br />

que tarda Sirio B en dar la vuelta a Sirio A es el mismo tiempo que pasa<br />

entre dos celebraciones de la fiesta más importante de la cultura Dogón,<br />

el Sigui. La última vez que se celebró la fiesta fue en 1967, y la próxima<br />

ocasión será en 2027. Para cada Sigui se crea la Gran Máscara, una<br />

máscara especial excavada a partir de un solo tronco y que puede llegar<br />

a los diez metros de altura.<br />

Con el tiempo se ha visto que la compleja cosmología transmitida a<br />

Griaule por unos cuantos hogones, respondía más a las ganas de éstos<br />

de colmar el ansia de conocimientos del francés y a un excesivo<br />

entusiasmo del antropólogo. Es decir, los hogones se inventaron lo que<br />

Griaule quería escuchar: inventaron símbolos, improvisaron mitos y<br />

crearon relatos a cambio de prestigio y dinero.<br />

Sin embargo, eso no fue impedimento para que algunos autores, en<br />

especial el americano Robert Temple (El Misterio de Sirio, 1978),<br />

hipotetizaran sobre las causas del grado de conocimiento astronómico<br />

de los Dogón. Temple sugirió en su libro que una civilización de<br />

extraterrestres proveniente de Sirio había descendido en sus naves<br />

espaciales hacía más de 5.000 años para transferir a los Dogón una<br />

sabiduría estelar que ninguna otra tribu de África conocía. Carl Sagan,<br />

Isaac Asimov y muchos otros divulgadores científicos enseguida<br />

tacharon la idea como insostenible y sin fundamento, pero aún hoy en<br />

día hay quien viaja al País Dogón buscando una cierta conexión cósmica<br />

totalmente inexistente.<br />

A cuatro kilómetros de Kani Kombolé<br />

se encuentra Téli, donde hay el campamento<br />

para pasar la primera noche.<br />

Justo al pie del acantilado se ven<br />

las antiguas casas de los Telem: altas,<br />

estrechas y abandonadas. Desde que<br />

los leones y hienas o los agresores<br />

humanos ya no son un problema, los<br />

habitantes de Téli prefieren vivir en<br />

la llanura, a pocos centenares de metros<br />

del acantilado pero más cerca de<br />

sus cosechas. En Téli hay una mezquita,<br />

una iglesia y unas cuantas familias<br />

que todavía mantienen el<br />

animismo como religión. Por el campamento<br />

donde se pernocta a veces<br />

aparece uno de estos animistas con<br />

un puñado de conchas de caurí. Por<br />

una pequeña propina el viejo hechicero<br />

lee la fortuna del viajero a través<br />

de la posición de estas conchas lanzadas<br />

sobre la mesa. El pronóstico es<br />

tanto más favorable cuanto mayor sea<br />

la propina.<br />

El canto de unos cuantos gallos repartidos<br />

por el pueblo suelen despertar<br />

a aquellos que la luz temprana<br />

todavía no ha hecho levantar por la<br />

mañana. Las callejuelas polvorientas<br />

se llenan de vida con el ir y venir de<br />

las mujeres trajinando agua encima<br />

de sus cabezas y no tarda mucho a<br />

empezar a sonar el golpeteo rítmico<br />

del mazo de madera para desgranar<br />

el mijo delante de cada choza. Algunas<br />

cabras y asnos añaden su voz a la<br />

cacofonía matutina.<br />

Endé es el siguiente pueblo de la ruta,<br />

y sus habitantes están especializados<br />

en la creación del bogolán,<br />

telas rústicas teñidas con colores naturales<br />

procedentes de tierras y<br />

plantas y pintados con escenas domésticas<br />

de la vida de los Dogón o<br />

con dibujos geométricos. También<br />

aquí se tiñen algunas prendas con<br />

azul de índigo, otro colorante cuyo<br />

proceso queda bien explicado por<br />

sus artesanos en los talleres que se<br />

pueden visitar.<br />

Cerca de Endé se encuentra Endé<br />

Touserelé, una formación rocosa de<br />

silueta perfectamente distinguible, como<br />

un cilindro sustentado por una<br />

estrecha base. Su nombre significa la<br />

Roca de Serelé. Cuenta la leyenda que<br />

Serelé, una niña de doce años que vivió<br />

en la región hace tres siglos, regresaba<br />

a su casa cuando se sintió<br />

fatigada. Descansó a la sombra de un<br />

Tradicionales rituales funerarios conocidos como los ritos de máscaras,<br />

en el que cada dogon debe de esculpir su propia máscara a partir de<br />

unos modelos muy concretos y en función de sus cualidades y su función<br />

durante el rito. Las máscaras antílopes simbolizan la creación del<br />

mundo; las hienas, la brutalidad; la liebre, la inteligencia. La máscara de<br />

la vaca afirma la relación entre los Dogon y los animistas. El búfalo encarna<br />

la fuerza. Las gacelas representan el combate en el bosque.<br />

baobab y cuando despertó ése baobab<br />

se había convertido en lo que es<br />

hoy la gran roca que domina el paisaje<br />

de esta región.<br />

En Yabatoulu, donde se pasa la segunda<br />

noche, el camino puede regresar<br />

hacia la parte alta del acantilado<br />

o seguir por la llanura a sus pies. Se<br />

escoge la primera opción para remontar<br />

las rocas y obtener, al final de la<br />

tarde, una visión única de la planicie<br />

que se extiende hasta Burkina Fasso.<br />

Es zona de sabana, seca<br />

y de color anaranjado<br />

salpicada de verde donde<br />

los baobabs y las acacias<br />

encuentran agua bajo sus<br />

raíces. Desde aquí se observa<br />

también la longitud<br />

del acantilado, que se<br />

prolonga hasta el horizonte<br />

como un escalón<br />

de roca.<br />

El pueblo de Indelou, encaramado<br />

en un promontorio<br />

de la zona alta del<br />

acantilado proporciona<br />

unas bellas vistas de su<br />

arquitectura tradicional<br />

muy bien conservada. En<br />

Indelou sobrevive la mayor<br />

comunidad animista<br />

Las esculturas Dogón no están<br />

hechas para ser visto en público,<br />

y por lo general se ocultan<br />

de la vista del público en las casas<br />

de familias,santuarios...<br />

del País Dogón, y gran parte de sus<br />

edificios son sagrados. Son aquí muy<br />

comunes las danzas, recreadas con<br />

coloridos vestidos hechos con corteza<br />

de baobab y máscaras delineadas con<br />

conchas de caurí. También es donde<br />

aún quedan viejos cazadores armados<br />

con escopetas de pedernal que<br />

suelen cazar protegidos con amuletos<br />

corporales para atraer la suerte.<br />

Un camino rocoso por lo alto del<br />

acantilado lleva al pueblo de Begnimato,<br />

preparado para el turismo (con<br />

baños y duchas, aunque rústicas) y<br />

una excelente cocina para poder reponer<br />

las fuerzas durante la cena.<br />

Aquí se pasa la tercera noche, y suele<br />

ofrecérsele al viajero una bebida especial:<br />

algunas de las familias del lugar<br />

producen el dolo, la cerveza<br />

tradicional de mijo, que se sirve siempre<br />

en un cuenco de calabaza. Su sabor<br />

es bastante agrio pero<br />

refrescante. Antes de beber del cuen-<br />

50 NOVIEMBRE 2016<br />

NOVIEMBRE 51

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