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<strong>PRAGA</strong> vs <strong>PRAGA</strong><br />

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<strong>PRAGA</strong> vs<br />

<strong>PRAGA</strong><br />

<strong>PRAGA</strong> (1 de 2) José Ramón da Cruz. Diciembre 2016<br />

LOS tiempos de Praga seguían siendo tremendos. Eran unos ochenta que ya entraban en<br />

fase de disolución, pero todavía la vida tenía días de mil horas punta. Algunas de esas<br />

horas sabían a rayos, y otras sabían. Había recibido la llamada de Enrique Miñano unos<br />

meses antes. Miñano era el responsable de la sección audiovisual de Rompeolas, un organismo<br />

de promoción cultural de la Comunidad de Madrid, y quería hablar sobre la posibilidad<br />

de producir un videoarte, cosa inaudita en mí vida, antes y prácticamente<br />

después. No el videoarte, sino que alguien me lo produjera, a mí y al resto de la humanidad.<br />

Miñano venía del vídeo social de barrio y a día de hoy es una de las grandes memorias<br />

del videoarte de esos tiempos. Nos reunimos en los altos del Bud-Pachá durante<br />

un concierto de Silvio creo recordar, y acordamos hacer Praga, un “roadvideo de los<br />

continentes-vida en una baldosa” que era una forma de explicar que lo que iba a hacer<br />

estaba “pensándose”.<br />

Acababa de terminar o estábamos terminando Las hijas heroicas, personalmente mi vídeo<br />

más fallido, que de todas formas había ido bastante bien y ganó la Biennal de Barcelona.<br />

Eran los tiempos en los que “cenábamos de exposiciones” que era acudir a dos o<br />

tres presentaciones en las cuales había piscolabis suficientes como para darte por cenado<br />

-tras dura batalla con la brigada de las viejas del canapé- y luego tragarse la noche intentando<br />

pagar lo menos posible y si fuese posible nada, que normalmente era todo lo<br />

que teníamos. El recorrido podía empezar en la curva del Theos de la plaza Vázquez de<br />

Mella -hoy felizmente Zerolo-, el McDonalds de Montera, la Fábrica de Pan, el tabernako<br />

Escudero o en el Gris, que en aquel entonces era uno de los cuarteles generales del<br />

afterpunk patrio. Luego seguía por el Mac, la Ola, el Kruella, el Salón España -desde<br />

donde Javier Bellot controlaba la publikmekanik de la noche-, la discoteca que estuviera<br />

de moda en ese momento y que cambiaba de nombre cada dos meses para seguir siendo<br />

lo último, y terminar en el inclasificable El Baile. Malasaña era entre más pop-rockero y<br />

nu-hippy y Chueca entre postmoderno, siniestro y mondogay. Ese Chueca limitaba por la<br />

zona de Pelayo con el ambiente hardcore gay de los leather que poco a poco se fue<br />

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apoderando de esa zona. La sala de exposiciones del Banco Exterior que llevaba Boyer en esos momentos, los cócteles<br />

del hotel Suecia o del mismo Círculo, Buades… eran los cenáculos por donde deambular antes de pasar a la noche. Yo<br />

había dejado mi década de cartero y vivía del paro que contribuía al mantenimiento de la oficina que teníamos en<br />

pleno Cibeles, y en la que básicamente convocábamos fiestas en las que metíamos hasta 200 personas en 30 metros<br />

cuadrados, de 8 de la tarde a 6 de la mañana en la que la fiesta terminaba con alguna descacharrante (esta es la palabra)<br />

representación de Emilio el Moro a cargo de Buda X. El Rock-Ola ya había cerrado, el Alcalá-20 ya había ardido…<br />

De los intentos posteriores como Autopista, Astoria… sólo se mantenía la sala Universal… pero florecían<br />

videobares, lugares alternativos como Los Lunes de Vídeo del Círculo y lugares emblemáticos y multiarte como el Espacio<br />

P de Pedro Garhel y Karín Ohlensläger. Había estallado la ciclogénesis de las terrazas con el Teide como irruptor y<br />

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las terrazas del Mac o del España como modernidades de distinto standing. Éramos felices, y puede que no tanto, por la<br />

pulsión pura de la edad, los tiempos, los desencantos tan trillados y esas caídas en picado tipo Shyamalan que nos empezaban<br />

a rodear.<br />

En medio del desenfreno lúdico-creativo había conocido a Lola Sordo, modelo de referencia de talentos como Alvarado,<br />

Piña… Y actriz de películas de ese cine turbio que iba desde Iquino a Gonzalo García-Pelayo pasando por gente<br />

que nunca firmó con su nombre. Íntima amiga de los Zulueta, Will More, Poncela… era algo así como la musa lisérgico-intelectual<br />

del destape. Lola Sordo iba ya en caída libre, era el desconcierto existencial y la materialización de los<br />

rumbos que tomaba la fiesta infinita. Maltratada, con hijos sin custodia, pero de una generosidad vasca, no tan foral.<br />

En alguno de esos saraos nocturnos hablamos de La noche del cazador y de hacer Praga, que no tenía nada que ver La<br />

noche del cazador, y de que estaba buscando a la protagonista. Al momento ella se encargaba del estilismo mientras<br />

. . .


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buscábamos a la enigmática Praga.<br />

La noche anterior al inicio de la grabación estábamos sin<br />

actriz. Nitzia, una camarera mulata que iba ser la actriz,<br />

había desaparecido tal y como apareció: entre gin-tonics.<br />

Entre suspender o no, Lola Sordo me dijo que tenía a la<br />

persona ideal. Había una fiesta en el Círculo y allí me presentó<br />

a Heidi Kilpelainen, quedamos para el día siguiente<br />

y empezamos a grabar.<br />

Heidi era una finlandesa muy guapa que tenía un finísimo<br />

equilibrio videogénico entre niña y femme fatal afrancesada,<br />

pero sin paso por la pastosa post-adolescencia.<br />

Tenía un metrónomo gestual magnífico. Mi método de dirección<br />

de actores estaba en su cenit de cosificación del<br />

actor, aunque no era exactamente eso, más bien era una<br />

forma de coreodramaturgia “wilsoniana” si enredamos un<br />

poco más.<br />

Mi idea era, y de alguna forma sigue siéndolo, provocar<br />

situaciones que hacían que algo prodigioso pudiese aparecer<br />

delante de la cámara según los elementos que íbamos<br />

colocando. Colocar elementos e inducir una<br />

acción/situación que sólo la cámara y yo entendíamos y<br />

que solo descifraría el montaje final. Era control de tempos<br />

y encaje de microestructuras que iban desde una mirada<br />

hasta cualquier cambio de tensión. Eso -en la baseera<br />

lo que hacía crecer un universo argumental propio y<br />

giroscopiaba una narrativa que -por fuerza y deduccióntenía<br />

que ser más “complicándose” que complicada. Todo<br />

eso era muy difícil de comunicar, los actores creían que to-<br />

. . .


Lola Sordo en los años 70.<br />

Paco Valdés, Buda X, Lola Sordo y José Ramón da Cruz en el Espacio P (foto de Suárez Cabeza)<br />

davía no estaban actuando cuando ya tenía lo que necesitaba de ellos, una forma de naturalidad muy difícil<br />

de conseguir de otra forma en actores que todavía no lo eran o no lo serían nunca. Era una forma de<br />

ponerle alma a un mueble… es feo, pero era un método. De ahí que normalmente seguían pautas de movimiento<br />

en cámara, no textos. Heidi tenía una enorme capacidad de expresión, una expresividad volcánica -<br />

muy poco escandinava según el estereotipo- y videogénicamente abarcaba todo, cualquier secuencia-viñeta<br />

era muy fácil con ella. Tenía un inmenso talento natural. Y luego estaban los demás, casi todos amigos del<br />

amplísimo grupo de nocturnidades. Estaba Din Matamoro, uno de los grandes genios de la pintura de nuestro<br />

tiempo, que hacía de estatua-padre. Paco Valdés y Buda Equis actuaban según un método que llamábamos<br />

“interpretación comparada o excomparada”, no se busque traducción ni explicación. El método hacía<br />

que pudiera conseguir registros dramáticos de una tubería.<br />

El rodaje -la grabación- fue extenuante más por la falta de presupuesto que por el esfuerzo, que no era<br />

poco. No recuerdo bien la duración, serían unos diez días en los que nuestro cosmos aproximado se convertía<br />

en una fuente de colores-continente y de objetos que tomaban video-vida mientras en la calle el<br />

mundial de fútbol avanzaba sin España que para variar no pasaba de cuartos de final (creo que Eloy falló<br />

<strong>PRAGA</strong> vs <strong>PRAGA</strong><br />

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Din Matamoro Padre-Praga<br />

José Ramón da Cruz durante la grabación de Praga (1986)<br />

Enrique Miñano, productor de Praga en la presentación del Palacio de Cristal (1986)<br />

un penalti crucial). Un día llegó un taxista con un reloj de pulsera. Se lo<br />

había dejado en prenda una señora que no tenía para pagar el viaje. Por<br />

detrás del taxista, el portero del inmueble donde rodábamos recogía una<br />

vomitona que malcampaba por el hall. Eran los flecos del modelo existencial<br />

disolvente de Lola Sordo que, en cualquier caso, no falló en su función,<br />

en ningún momento. Nadie falló y todos aportaban: los mismos Paco<br />

Valdés y Buda Equis que eran mis socios en la productora y junto a Miñano<br />

llevaban la producción, el fotógrafo Manuel Xineiro del que me<br />

gustaría saber hoy en día, el segundo operador Vladimir Da Col del que<br />

quisiera recordar cómo nos conocimos, actores como Joaquín Bors y Harri<br />

<strong>PRAGA</strong> <strong>PRAGA</strong><br />

Garmen -que eran mis amigos Joaquín y Harri-, Amaranta Ariño, Goyo<br />

vs Esteban, Patricia Mas, Mar García de la Vega, Carlos Ata, Eugenia Esteban,<br />

Ana Girón, Narciso Rodríguez, Susana Menéndez, Miguel Raposo,<br />

Cesar Gozalo, Eugenio Matas (socio también, al igual que Raúl Montalbán),<br />

Martina Villar… Los recuerdo mientras leo el inclasificable flyer<br />

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del<br />

. . .


Todos bien de espaldas: Harri Garmen, Manuel<br />

Palacio, Enrique Miñano, J. R. da cruz<br />

Paco Valdés, productor junto a Buda X y Enrique<br />

Miñano<br />

Buda X (+) El Palacio de Cristal de El Retiro, invierno puro. J. R. da Cruz y Manuel Xineiro (director de fotografía)<br />

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Amaranta Ariño y J. R. da Cruz<br />

86. Y luego en el montaje y la postproducción Juan Cesar<br />

de la Heras y la desaparecida Ana López… Seguramente<br />

se me olvida alguien. Si ese alguien leyese esto que lo dé<br />

por hecho, los quiero igual.<br />

La grabación terminó el mismo día que Argentina ganó su<br />

segundo mundial contra Alemania y después de que la<br />

zarpa de Dios regatease a once patos ingleses. Nos lo iba<br />

retransmitiendo Miñano en dinámicas idas y venidas al<br />

bar.<br />

La presentación en el Palacio de Cristal de El Retiro fue:<br />

por la noche (para que a pesar del cristal se pudiera ver<br />

algo en la pantalla) del 5 de diciembre (para pasar muchísimo<br />

frío). Todo gran idea mía, aunque Rompeolas contribuyó<br />

con un catering que llegó cuando la gente estaba<br />

desayunando en su casa.<br />

Con todo, la sensación fue buena, pero había un ligero<br />

punto decadente, de fin de ciclo. Luego llegó el premio del<br />

festival de Madrid (a pesar de la Comunidad de Madrid)<br />

y lo celebramos con una fiesta de combat-fondú en el Maravillas.<br />

Y fin.<br />

. . .


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Praga funcionó muy bien, ganó varios premios y tuvo un gran recorrido<br />

internacional durante algunos años. Luego, con una parte de ese mismo<br />

equipo, grabamos Suicidio del Arcángel San Gabriel en un Reina Sofía al<br />

que todavía no había llegado la pompa corraliana. El equipo se fue disolviendo,<br />

Heidi ya se había ido a Londres, Vladimir se largaría a Colombia…<br />

Y nosotros cerramos La Turka y creamos La Confusión Española<br />

con la idea de profesionalizarnos algo más o algo. A Lola Sordo la volví<br />

a ver bastantes veces, quedábamos en el Círculo. El eje Malasaña-Chueca<br />

languidecía y se abría una línea Amnesia-Ática que vendría a ser una<br />

falla de San Andrés entre la heroína y la cocaína.<br />

Todo se fue apagando un poco y luego un poco más. Lola Sordo desapareció.<br />

En el Nairobi, uno de los bares que dibujaban la marca caduta de<br />

aquel tiempo, Pedro Garhel me dio la noticia que publicaban algunos periódicos<br />

locales por el levante patrio: en un hotel de Benidorm habían<br />

aparecido muertos una mujer por sobredosis y un hombre ahorcado. La<br />

mujer era Lola Sordo y el hombre no sé. Hasta ahí lo esperable, lo misterioso<br />

vino después, años después: en una peluquería de viejo, en la que<br />

tienes en la espera el obligado placer que escoger entre el Interviú, el<br />

Hola, algún Superolé o el Marca… No podría explicar y tampoco es interesante<br />

por qué entre toda esa jugosa oferta cogí el Diez Minutos, y<br />

menos explicable por qué directamente me fui a las cartas al director, que<br />

es por donde nunca nadie acabaría ni empezaría, pero ahí estaba una<br />

carta que decía: Soy Lola Sordo y no estoy muerta.<br />

(… of course, seguirá)<br />

. . .


Presentación de Praga en el Palacio de Cristal de El Retiro (5 de diciembre de 1986)<br />

Equipo (según el flyer de 1986)<br />

Guion, dirección y realización: José Ramón da Cruz. Producción: Enrique<br />

Miñano, Paco Valdés y Buda Equis. Fotografía: Manuel Xineiro. Cámara:<br />

Vladimir Da Col. Fotofija: Miguel Raposo: Actores: Heidi<br />

Kilpelainen, Din Matamoro, Lola Sordo, Joaquín Bors, Harri Garmen,<br />

Amaranta Ariño, Goyo Esteban, Patricia Mas. Voces: Mar García de la<br />

Vega, Carlos Ata. Coreografía: Eugenia Esteban. Maquillaje: Ana<br />

Girón. Vestuario: Lola Sordo. Sonido: Narciso Rodríguez, Susana Menéndez.<br />

Auxiliares: Cesar Gozalo, Eugenio Matas, Martina Villar. Edición:<br />

Ana López. Postproducción: Juan Cesar de la Heras.<br />

Una producción de… Comunidad de Madrid - Rompeolas con la colaboración<br />

del Ente Público RTVE Madrid, La Turkía del Vídeo y Atanor<br />

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