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AMAS VIAJAR 1

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COMPLETO TROPICAL-_Maquetación 1 18/11/15 04:12 p.m. Página 14<br />

14<br />

Descubriendo<br />

Las cavernas<br />

son los atractivos,<br />

11 han sido exploradas<br />

por varios<br />

investigadores,<br />

sin embargo<br />

existen 35 más.<br />

En la caverna<br />

Si querés vivir una aventura con sus hijos<br />

mayores de 10 años, internate en la gran<br />

caverna de Toro-Toro, cuyo recorrido, como<br />

indica este testimonio, será inolvidable.<br />

Entré a la caverna con la intención<br />

de llegar tan solo<br />

hasta cierto punto, y retornar<br />

desde ahí. El guía me había<br />

dicho que era posible. Aunque<br />

no soy claustrofóbico, lo que me<br />

hubiera inhabilitado para intentar<br />

esta excursión, tampoco nadie<br />

me describiría como un aventurero.<br />

No me gusta hacer ejercicios<br />

y nunca he practicado deportes<br />

extremos. Quería cubrir el<br />

primer tramo de la gran caverna<br />

de Toro Toro, la parte donde esta<br />

todavía es amplia, mostrarle a mi<br />

hijo de 12 años lo que pudiéramos<br />

ver, y luego volver al punto<br />

por el que habíamos entrado,<br />

mientras los amigos con los que<br />

estábamos viajando, más jóvenes<br />

y más osados, seguirían el<br />

recorrido completo, que los llevaría<br />

a conocer toda la cueva y,<br />

después, a salir por un orificio<br />

diferente, aunque no lejano del<br />

que servía de ingreso.<br />

Uno debe saber que en estos<br />

casos lo mejor es no hacerse<br />

demasiadas ilusiones de control.<br />

A los pocos metros la caverna<br />

se tornó completamente<br />

oscura y tuvimos que encender<br />

las lámparas adheridas a los<br />

cascos que es obligatorio portar<br />

dentro. Mi hijo estaba muy<br />

emocionado. Por instrucción<br />

del guía, dirigimos el haz de luz<br />

de nuestras lámparas hacia el<br />

techo. Pudimos ver las formaciones<br />

de piedra erosionada<br />

que caían: algunas, como estacas,<br />

y otras, como columnas<br />

delgadas con bajos-relieves barrocos.<br />

Mientras las mirábamos,<br />

mi hijo decía cosas como:<br />

“wow” e “increíble, papá”.<br />

Avanzamos. La cueva se fue<br />

estrechando. Si antes parecía<br />

que estábamos en el lobby de<br />

un hotel, ahora era como si hubiéramos<br />

llegado a un jardín techado.<br />

En medio de ese jardín<br />

se levantaba la formación “árbol”,<br />

que a diferencia de las otras<br />

que ya habíamos visto, arrancaba<br />

del piso; se llamaba así por su similitud<br />

con un pino pequeño. Allí<br />

nos hicimos una foto y, pese a<br />

que no veíamos nada, el flash logró<br />

que la foto quedara bien.<br />

(Desgraciadamente, por razones<br />

de calidad de la impresión, es<br />

imposible publicarla aquí). En<br />

ella queda un testimonio mis ojos<br />

preocupados y la felicidad<br />

plena de los<br />

ojos de Joaquín.<br />

Como si fuera Alicia<br />

y creciera, la caverna<br />

se fue estrechando.<br />

Decidí que<br />

era hora de volver.<br />

Se lo dije al guía, que<br />

me respondió tranquilamente:<br />

“No se lo aconsejo. En el grupo<br />

su hijo estará más seguro”. A lo<br />

que Joaquín terció: “Por favor,<br />

papi, sigamos”. Así que me decidí<br />

a continuar. Alguien me dijo<br />

que la persona de más edad que<br />

había recorrido la caverna completa<br />

había sido una norteamericana<br />

de 80 años. Entonces, ¿iba<br />

yo a desanimarme?<br />

Como si fuera Alicia y<br />

creciera, la caverna se<br />

fue estrechando. Decidí<br />

que era hora de volver.<br />

Se lo dije al guía, que<br />

me respondió: “No se<br />

lo aconsejo”.<br />

con mi hijo<br />

Alicia creció cada vez más.<br />

Pronto me vi agachándome y,<br />

luego, arrastrándome a gatas e<br />

incluso cuerpo a tierra, en la parte<br />

más estrecha de la caverna:<br />

por un breve momento sentí que<br />

estaba en un “hoyo de gusano”.<br />

Por suerte, un hoyo hecho todo<br />

de roca, de modo que no había<br />

riesgos de derrumbes. Me aseguré<br />

de que mi hijo fuera delante<br />

de mí. Luego de superar<br />

esta área, el<br />

resto nos pareció mejor,<br />

aunque la caverna<br />

nunca dejara de<br />

ser incómoda, comparable<br />

a un departamento<br />

con el techo<br />

bajo o incluso, de<br />

tanto en tanto, a una despensa<br />

debajo de las escaleras. Joaquín<br />

se sentía un explorador de verdad<br />

y al mismo tiempo no dejaba<br />

de hablar, para esconder su nerviosismo.<br />

Cada vez que pasábamos<br />

por un lugar peligroso yo lo<br />

sostenía, y él se dejaba ayudar.<br />

Luego de cruzar o trepar me esperaba<br />

y me miraba aprobatoriamente<br />

cuando yo también superaba<br />

el obstáculo. Parecíamos<br />

dos camaradas, y como verdaderos<br />

camaradas nos abrazamos y<br />

gritamos al terminar y salir, aliviados.<br />

Sin saberlo, sin planearlo,<br />

habíamos construido un recuerdo<br />

inolvidable y maravilloso.<br />

Recordé entonces algo que había<br />

escuchado alguna vez. Un<br />

padre y su hijo fueron a las montañas<br />

y allí el segundo descubrió<br />

por primera vez el eco. Gritó:<br />

“¡Cuidado!” y el eco le respondió<br />

“¡Cuidado!”. Entonces gritó “¿Qué<br />

es eso? ¡Me da miedo!”, y el eco<br />

le respondió “Miedo”. Asustado,<br />

le pidió a su padre que silenciara<br />

esa voz que no le gustaba. Su<br />

padre le pidió que gritara otras<br />

palabras, como “Bien”, “Valiente”,<br />

y “Lindo”, y el niño lo hizo,<br />

encantado de que esas expresiones<br />

retumbaran en las montañas.<br />

“¿Qué es eso, papá?”, inquirió. Y<br />

este le respondió: “La vida, hijo,<br />

la vida, que te dice a ti lo que tú<br />

le dices a ella”.<br />

Un viaje no solo es una ocasión<br />

de aprender, sino de enseñar. No<br />

perdamos la oportunidad de hacerlo<br />

cuando nuestros hijos están<br />

en la edad en que nada les importa<br />

más que nuestra presencia<br />

y nuestra opinión. Luego crecen<br />

y, ay, ya es muy difícil compartir<br />

este tipo de experiencias con<br />

ellos. ¡Al menos hasta que ellos<br />

mismos tengan sus hijos! (FM)<br />

CÓMO LLEGAR<br />

A Toro Toro se llega por vía<br />

terrestre desde Cochabamba.<br />

Se puede contratar<br />

transporte del hotel. Este<br />

segundo caso, una 4x4 recoge<br />

a los pasajeros de<br />

donde quieran en Cochabamba<br />

y los lleva a uno de<br />

los hoteles de Toro Toro,<br />

que son bastante confortables.<br />

Estos hoteles –por<br />

ejemplo Villa Etelvina--<br />

proveen de servicios de<br />

alimentación, ya que el<br />

pueblo es pequeño y está<br />

poco preparado para el turismo.<br />

Al cabo de un par<br />

de días, durante los cuales<br />

el 4x4 permanece en Toro<br />

Toro y puede aproximarlos<br />

a algunos sitios, los turistas<br />

vuelven a Cochabamba<br />

en el mismo vehículo.<br />

También se puede tomar<br />

buses desde Santa Cruz y<br />

Cochabamba, pero es necesario<br />

adecuarse a sus<br />

horarios, ya que no transitan<br />

la carretera a Toro Toro,<br />

que se halla en bastante<br />

buen estado, todos los<br />

días.

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