Jorge Cazulo tiempo, y vas perdiendo capacidad física pero aumenta la capacidad mental, descifrás mejor el juego, sabés por dónde viene el peligro, por dónde iniciar la jugada. Paradójicamente encuentro disfrute en una posición sufrida, cerca del arco, donde no podés equivocarte”. SÍ, LA VERDAD QUE SÍ túnel NOV-DIC 2016 “El que es mejor sobresale, pero es tan sabio el fútbol, que necesitás a otros, por más bueno que seas, necesitás a los demás para lograr lo principal, el objetivo máximo: ser campeón”. (Foto: Daniel Apuy) “El vínculo que tengo con los libros es de mi casa, siempre hubo libros, mi madre siempre me orientó en esa dirección: leer. No me acuerdo del primer día que fui a entrenar a algún club, pero no me olvido de Jorgito el futbolista, me lo regaló ella, yo tendría unos cinco años”. Cazulo, ultimo de la derecha agachado. (Foto cedida por Jorge Cazulo) cosas de las que después te arrepentís y que al quedar escritas te dejan preso y pueden volver años después cuando de repente ya no pensás lo mismo. “De Defensor pasé a Nacional, jugaba de volante, pero alternaba, no fui titular, fue un momento dulce para el equipo, salimos campeones y llegamos a las semifinales de la Libertadores. En esa época descubrí a Saramago”. Cambiando de tema, ¿qué te dejó el fútbol, qué te deja? Todo, como dijo Albert Camus. Aprendí que lo de ayer no sirve para hoy, a superar las frustraciones, a ser solidario, a que te importe lo que le pasa al otro, a que necesitás a los demás, a ser disciplinado. El que es mejor sobresale, pero es tan sabio el fútbol, que necesitás a otros, por más bueno que seas, necesitás a los demás para lograr lo principal, el objetivo máximo: ser campeón. “Después de pasar por el César Vallejo llegué en 2012 a Cristal, no sé por qué pero caí bien, la gente me agarró un cariño especial. Empecé de volante y ahora juego de central, es distinto pero me adapté bien, pasa el Nunca jugaste en una selección uruguaya, ¿cómo te sentís respecto a eso? No miro para atrás, no tengo cuentas pendientes, todo lo que me ha pasado pasó para dibujarme el camino y sólo guardo lo bueno. No se dio y ta. ¿Te planteás el retiro? Creo que me da para jugar hasta los 37 o 38 años y espero terminar en Perú, ojalá en Cristal, este país me ha dado mucho, y tal vez lo más grande: me dio una hija. Después espero seguir trabajando como técnico, si surge algo acá me quedo, si no regreso a Maldonado, a mis afectos, a la plaza Padre Domingo donde nos reuníamos con los pibes del barrio, cada uno con sus sueños. Salí de allí a los dieciséis años, y si entonces alguien me hubiera dicho que a los treinta y cuatro iba a andar en la vuelta sin haber vivido desde entonces un año completo allá, no lo hubiera creído, pero así fue. ¿Qué podés decirme de lo que has vivido? Veintiocho años después de haberme ido a probar a Peñarol en Maldonado, no puedo sentirme otra cosa que contento por poder vivir de lo que me gusta. Soy un privilegiado. Debe de ser terrible levantarte cada día a hacer algo que no te gusta. Nunca dudé que estaba hecho para esto y siempre viví cada momento como único, las cosas hay que hacerlas por amor, es la única manera de tener éxito, tengo una compañera que me apoyó cuando la mano venía brava y tuve a mi madre. Lo que soy es lo que ella me inculcó, y lo que yo le inculco ciegamente a mi hija, la sensibilidad. No solamente que me importe lo que me pasa a mí: mirar al costado, tratar de mirar a los demás, no pasar por la vida de largo, comprometerse… mi señora, mi hija, mi madre, son las personas más importantes de mi vida. Tres recuerdos de fútbol atesora Cazulo, el Piqui, en su memoria: Su primer campeonato con Cristal dando la vuelta olímpica con Isabela en brazos, su debut en la selección de baby fútbol de Maldonado y el gol de chilena que le hizo a los poderosos del Barrio Norte cuando tenía ocho años jugando por el débil barrio Tassano y ganar el partido. Entonces, Jorgito no sabía que iba a ser futbolista. _Sengo Pérez, Lima CAMBIA, TODO Incluso para un club de mitad de tabla, cuatro derrotas consecutivas fueron demasiadas. Había que cambiar un fusible para salir de la oscuridad y, como suele ocurrir en estos casos, el director técnico tuvo que pagar los platos rotos (pese a que varios testigos afirmaban que quien había arrojado al suelo todos aquellos platos, enfurecido por perder <strong>contra</strong> el cuadro que iba último, había sido el presidente del club). Así que luego de un sencillo mensaje de WhatsApp se concretó su desvinculación y llegó un nuevo trabajador a dar un volantazo y regresar a la senda del triunfo, algo que no sucedió. La comisión directiva, reunida en asamblea permanente comenzó una serie de manotazos de ahogado en busca del maldito fusible que lo estaba arruinando todo, si me permiten la combinación de metáforas. Despidieron a todo el plantel principal y le dieron lugar a los pibes, con la intención de que su sed de gloria fuera suficiente, pero aquellas jóvenes promesas estuvieron muy lejos de cumplirse. Cambiaron al preparador físico, al entrenador de arqueros y hasta al pobre diablo que llevaba la bolsa gigante con las pelotas para practicar y que cobraba en cocoa y galletitas, y la victoria les seguía siendo esquiva. Se fueron a practicar a otra cancha, encargaron camisetas de un color diferente, conversaron con la hinchada para que redujera aquellos cánticos que amenazaban con hacerles un daño físico si no rescataban al menos un punto. Hasta accedieron a retirar las banderas en las que estaban escritos los domicilios de los futbolistas. Ni siquiera así volvieron a la senda del triunfo. Las goleadas en <strong>contra</strong> se sucedían a un ejercicio de autocrítica (o de supervivencia) los directivos dejaron su lugar a otros directivos, que poco pudieron Historias de fútbol, historias de vida. En librerías. hacer salvo continuar la política de modificaciones extremas, deshaciéndose del tradicional escudo del club, pintando las baldosas y adelantando los horarios de la gimnasia para la tercera edad, sin el menor éxito. Ni siquiera lograron empatar con el penúltimo de la tabla al poner papel higiénico doble hoja en los baños del estadio. Con poco (prácticamente nada) para perder, continuaron los cambios, cada vez más radicales. Hoy son una panadería atendida por el marcador de punta derecho y la delegada de divisiones formativas. El nombre del local no remite en absoluto al de la institución deportiva y el local está a kilómetros de la antigua sede. No hay elemento alguno que permita unirlo con aquel club de fútbol, excepto que se les acaban de quemar todos los bizcochos. _Ignacio Alcuri 6 7