<strong>TIRSO</strong> <strong>DE</strong> <strong>MOLINA</strong> <strong>CON<strong>DE</strong>NADO</strong> <strong>POR</strong> <strong><strong>DE</strong>SCONFIADO</strong> Comedia del maestro Tirso de Molina Hablan en ella las personas siguientes: Paulo, de ermitaño Pedrisco, gracioso El Demonio Octavio y Lisandro Celia y Lidora, su criada Enrico Galván y Escalante Roldán Cherinos Anareto, padre de Enrico Albano, viejo Un Pastor Un Gobernador Un Alcalde Un Portero Un Juez Un Músico Algunos Villanos © Pehuén Editores, 2001 ) 2 (
<strong>TIRSO</strong> <strong>DE</strong> <strong>MOLINA</strong> <strong>CON<strong>DE</strong>NADO</strong> <strong>POR</strong> <strong><strong>DE</strong>SCONFIADO</strong> Paulo: Jornada Primera (Sale Paulo de ermitaño) ¡Dichoso albergue mío! Soledad apacible y deleitosa, que en el calor y el frío me dais posada en esta selva umbrosa donde el huésped se llama o verde yerba o pálida retama! Agora, cuando el alba cubre las esmeraldas de cristales, haciendo al sol la salva, que de su coche sale por jarales, con manos de luz pura quitando sombras de la noche oscura, salgo de aquesta cueva que en pirámides altos de estas peñas naturaleza eleva, y a las errantes nubes hace señas para que noche y día, ya que no hay otra, le haga compañía. Salgo a ver este cielo, alfombra azul de aquellos pies hermosos. ¿Quién, ¡oh celestes cielos!, aquestos tafetanes luminosos rasgar pudiera un poco para ver...? ¡Ay de mí! Vuélvome loco. Mas ya que es imposible, y sé cierto, Señor, que me estáis viendo desde ese inaccesible trono de luz hermosos, a quien sirviendo están ángeles bellos, más que la luz del sol hermosos ellos, mil glorias quiero daros por las mercedes que me estáis haciendo sin saber obligaros. ¿Cuándo yo merecí que del estruendo me sacárais del mundo, que es umbral de las puertas del profundo? ¿Cuándo, Señor divino, podrá mi indignidad agradeceros el volverme al camino que, si yo lo conozco, es fuera el veros, y tras esa victoria, darme en aquestas selvas tanta gloria? Aquí los pajarillos, amorosas canciones repitiendo por juncos y tomillos, de voz me acuerden, y yo estoy diciendo: “Si esta gloria da el suelo? ¿qué gloria será aquella que da el cielo?” Aquí estos arroyuelos, jirones de cristal en campo verde, me quitan mis desvelos, y son causa a que de vos me acuerde. ¡Tal es gran contento que infunde al alma su sonoro acento! Aquí silvestres flores el fugitivo tiempo aromatizan, y de varios colores aquesta vega humilde fertilizan. Su belleza me asombra: calle el tapete y berberisca alfombra. Pues con estos regalos, con aquestos contentos y alegrías, ¡bendito seas mil veces, © Pehuén Editores, 2001 ) 3 (