CONDENADO POR DESCONFIADO - TIRSO DE MOLINA

TIRSO DE MOLINA
CONDENADO POR DESCONFIADO
Alcaide:
Enrico:
Alcaide:
Enrico:
Alcaide:
Este prodigio me asombra.
¿Estaba ciego yo, o vi
en la pared un portillo?
Pero yo me maravillo
del gran temor que hay en mí.
¿No puedo salirme yo?
Sí; bien me puedo salir.
Pues, ¿cómo? ¡Que he de morir!
La voz me atemorizó.
Algún gran daño se infiere
de lo turbado que estoy.
No importa, ya estoy aquí
para el mal que me viniere.
(Sale el alcaide con la sentencia)
Yo solo tengo de entrar;
los demás pueden quedarse.
Enrico.
¿Qué me mandáis?
En los rigurosos trances
se echa de ver el valor:
agora podréis mostrarle.
Estad atento.
Decid.
(Aparte)
Aun no ha mudado el semblante.
“En el pleito que es entre partes, de la una,
el promotor fiscal de Su Majestad, ausente,
y de la otra, reo acusado, Enrico, por los
Enrico:
Alcaide:
Enrico:
Alcaide:
Enrico:
Alcaide:
delitos que tiene en el proceso por ser matador,
facineroso, incorregible y otras cosas.
-Vista, etc.- Fallamos que le debemos
de condenar y condenamos a que sea sacado
de la cárcel donde está, con soga a la
garganta y pregoneros delante que digan su
delito, y sea llevado a la plaza pública, donde
estará una horca de tres palos, alta del
suelo, en la cual será ahorcado naturalmente.
Y ninguna persona sea osada a quitalle
de ella sin nuestra licencia y mandado. Y
por esta sentencia definitiva juzgando, ansí
lo pronunciamos y mandamos, etc.”
¡Que aquesto escuchando estoy!
¿Qué dices?
Mira ignorante,
que eres opuesto muy flaco
a mis brazos arrogantes;
que si no, yo te hiciera...
Nada puede remediarse
con arrogancia, Enrico;
lo que aquí es más importante
es poneros bien con Dios.
¿Y vienes a predicarme
con leerme la sentencia?
Vive Dios, canalla, infame,
que he de dar fin con vosotros.
El demonio que te aguarde. (Vase)
© Pehuén Editores, 2001
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