revista la salle

D E P O R T E S
de la cancha y fuera de ella
pasan a ser parte de un grupo
de amigos que se necesitan y
se apoyan. Resulta gratificante
cuando nuestros alumnos se van
moldeando en actividades como
éstas, donde no hay cabida para
los excesos y la auto disciplina es
factor en sus desempeños, creo
que por sobre los típicos clichés,
cabe decir que hoy los niños más
pequeños crecieron un poco
más.
Los más grandes y con otros
campeonatos en el cuerpo,
demostraron que nuestro
Colegio tiene muy bien ganada su
imagen como uno de los mejores.
Jugadores competitivos en el
buen sentido de la palabra, con
ganas de superarse partido
a partido y sobre todo con la
importante y bonita carga de
ser Lasallanos.
Como siempre que juega
La Salle tenemos la
emoción de presenciar
partidos de alto vuelo
en lo técnico, con una
entrega increíble y
resultados que rayan en
lo sorprendente.
Una experiencia para
todos ellos inolvidable,
con enseñanzas que van
más allá de lo deportivo,
donde los más grandes
son ejemplos para los
pequeños y donde han
aprendido un par de cosas que
en sus casas no podrán.
Un párrafo aparte para las
profesoras (es), que durante
varios pasajes del campeonato
deben desdoblarse para
dirigir partidos que van en
paralelo, estar atentos a los
requerimientos de los niños,
las comidas y los horarios,
preocuparse del rendimiento
de los jugadores, pero también
los valores que reciben sus
dirigidos, los que dicho sea de
paso, les retribuyen con un
inmenso cariño, respeto y apego
a sus directrices.
Un afiatamiento total con sus
jugadores y un cariño recíproco
que deja la sensación de
estar en buenas manos y que
eso responde a lo que todos
esperamos de estas actividades.
Más allá de que la participación
de los apoderados puede, a
veces, ser un poco invasiva
para los entrenadores, pienso
que es la tercera y necesaria
parte de estas competencias.
La barra hace que los jugadores
sientan la energía extra para
enfrentar los momentos duros y
muchas de las veces en que los
profesores deben dirigir hasta
tarde aportan con un grano de
arena en ayudar a los niños.
Me quedo con un momento que
grafica tanto el espíritu como el
aprendizaje.
Final Cadetes Varones:
El gimnasio lleno, las pulsaciones
a mil dentro y fuera de la cancha,
goles que se hacen y se pierden
y cientos de bocas gritando por
uno y otro equipo, el tiempo que
no acaba y un gol que marca la
diferencia entre ganar y perder,
contra ataque, el corazón que
se para, el delantero
dispara y el arquero
tapa con su cuerpo el
gol que era seguro…
pitazo final y el resultado
fuera cual fuera pasa a
segundo plano, porque
en ese instante, de
alguna manera, todos,
por un momento, somos
ganadores.
CECILIA MARÍN
MARIO REYES
Enviados especiales