TAMAYO - TRADICIÓN:VANGUARDIA

LA OBRA GRÁFICA DE RUFINO TAMAYO 19
y 69 técnicas mixtas, durante seis temporadas entre
1973 y 1984. De ese amplio grupo de obras se
debe destacar la audacia de la inextinguible inventiva
del artista, su gran capacidad de experimentación
con la que alcanzó resultados de gran belleza
y complejas soluciones técnicas. Los resultados
alcanzados por Tamayo, en esos talleres, muestran
una evolución sorprendente que lo mismo
se expresa en logros técnicos como en la inventiva
de formas y colores. Aquí, como en otros talleres,
exigió una liberta irrestricta que le permitiera establecer
sus propios protocolos, para lograr novedades
originales, e instituyó una manera inédita de
concebir y producir esa antigua expresión plástica
múltiple.
La litografía —una técnica clásica— por ejemplo,
se benefició con las innovaciones, que incluyen
texturas visuales de una densidad que no se
conoció antes en esta rama del arte impreso. Por su
parte, en el aguafuerte encontró un medio de experimentación
más amplio, pues su insatisfacción lo
motivó a probar con las texturas reales —impresas
en el papel—, gracias al uso de materiales nuevos
como el carborundo, una pasta maleable en el primer
momento y de dureza resistente ya fraguada,
con la que realizó texturas de considerable volumen.
Ese material, derivado de minerales pulverizados,
posee una maleabilidad que fue conveniente
a los fines estéticos de Tamayo. Las opulentas y
variadas intensidades de las tintas y la amplitud de
colores, ayudaron a lograr vitales contrastes y delicados
medios tonos, al grado de que el color pudo
ser otro ingrediente en la creación de un cúmulo
de gráficas que dieron prestigio al propio medio
impreso, a los talleres y al artista.
Un paso más en las exigencias que el artista
había establecido para con su trabajo, fue logrado
con su incursión en el Taller de Gráfica Mexicana.
Situado en la Ciudad de México, donde trabajó a
partir de 1974, Tamayo estableció una fructífera
Gráfica Mexicana workshop, Ediciones Gráficas
Limitadas, and the Kyron workshop in Mexico
City, that produced limited graphic mixed media
editions.
In his workshops at Ediciones Polígrafa in
Barcelona, Tamayo created eighty-four editions:
fifteen lithographs and sixty-nine mixed technique
pieces over six periods between 1973 and
1984. This large group of work clearly conveys the
artist’s enormous experimental ability. He used
this to achieve effects of incredible beauty and
also to solve complex technical problems. Tamayo’s
output from these workshops shows a surprising
evolution that is expressed through technical
achievements such as inventive shapes and colors.
Here, as at other workshops, he demanded unlimited
freedom to establish his own protocols,
to achieve innovative results and to establish an
unprecedented way of conceiving of and producing
his ancient multilayer visual expression.
Classic lithographical techniques, for example,
benefitted from his innovations, which
included dense visual textures previously unknown
in this branch of printed art. In etching,
Tamayo found a more comprehensive experimental
medium. His dissatisfaction motivated
him to experiment with textures printed on
paper, thanks to the use of new materials such
as carborundum, a malleable paste that later
hardens into a solid, and that he used to create
surface compositions of considerable volume.
This material, derived from crushed minerals,
has a malleability that suited Tamayo’s esthetic
purposes. The opulent and varied intensities of
inks and the wide range of colors helped him to
achieve vital contrasts and delicate halftones.
As a result, color became another ingredient in
the collective creation of visual art that brought
prestige to the printed medium, to the workshops,
and to the artist.