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Revista digital - Simone

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Año 1 – Vol. 1<br />

REVISTA DIGITAL


Año 1 – Vol. 1<br />

REVISTA DIGITAL<br />

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Abg. Yamileth Molina<br />

Abg. Carmen Díaz<br />

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Abg. Niurkys Castañeda<br />

Abg. Maryelin Medina<br />

Abg. Jhonney Vargas<br />

Abg. Yesika Méndez<br />

Abg. Jorge González


SIMONE DE BEAUVOIR<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir (París,<br />

9 de enero de 1908-<br />

ibidem, 14 de abril de<br />

1986) fue una escritora,<br />

profesora y filósofa<br />

francesa defensora de los<br />

derechos humanos y<br />

feminista. Escribió novelas,<br />

ensayos, biografías y<br />

monográficos sobre temas<br />

SU JUVENTUD<br />

FOTOGRAFIA<br />

TOMADA EN 1913<br />

políticos, sociales y filosóficos. Su<br />

pensamiento se enmarca en la corriente<br />

filosófica del existencialismo​ y su obra “El<br />

segundo sexo”, se considera fundamental en la<br />

historia del feminismo.​ Fue pareja del también<br />

filósofo Jean Paul Sartre.<br />

Nació en el piso familiar, situado en el parisino<br />

bulevar Raspail de París en el marco de una<br />

familia burguesa con moral cristiana muy<br />

estricta. Era hija de Georges Bertrand de<br />

Beauvoir, que trabajó un tiempo como abogado<br />

y era un actor aficionado, y de Françoise<br />

Brasseur, una mujer profundamente religiosa.<br />

Ella y su hermana pequeña Poupette, con quien<br />

mantuvo siempre una estrecha relación, fueron<br />

educadas en colegios católicos.​ Fue<br />

escolarizada desde sus cinco años en el Cours<br />

Désir, donde solía enviarse a las hijas de<br />

familias burguesas. Su hermana menor, Hélène<br />

(conocida con el apodo de Poupette), la siguió<br />

dos años más tarde.<br />

Desde su niñez, De Beauvoir destacó por sus<br />

habilidades intelectuales, que hicieron que<br />

acabase cada año primera de su clase.<br />

Compartía brillantez escolar con Elizabeth<br />

Lacoin (llamada Zaza en la autobiografía de De<br />

Beauvoir), que se convirtió rápidamente en su<br />

mejor amiga.<br />

Desde adolescente, por otro lado, se rebelaría<br />

contra la fe familiar declarándose atea y<br />

considerando que la religión era una manera<br />

de subyugar al ser humano.​<br />

Después de la Primera Guerra Mundial, su<br />

abuelo materno, Gustave Brasseur, entonces<br />

presidente del Banco de la Meuse, presentó la<br />

quiebra, lo que precipitó a toda la familia en el<br />

deshonor y la vergüenza. Como consecuencia<br />

de esta ruina familiar, los padres de <strong>Simone</strong> se<br />

vieron obligados a abandonar la residencia<br />

señorial del bulevar Raspail y a trasladarse a<br />

un apartamento oscuro, situado en un quinto<br />

piso sin ascensor en la calle de Rennes.<br />

Georges de Beauvoir, que había planeado vivir<br />

con el dinero de su esposa y de su familia, vio<br />

sus planes defraudados. La culpa que sintió<br />

entonces Françoise no la abandonó nunca a lo<br />

largo de su vida y la dote desaparecida se<br />

convirtió en una vergüenza familiar.<br />

La pequeña <strong>Simone</strong> sufrió de la situación, y vio<br />

cómo las relaciones entre sus padres se<br />

deterioraban poco a poco. Hecho importante<br />

en el nacimiento de las ideas políticas<br />

feministas de <strong>Simone</strong>, toda su infancia será<br />

marcada por el hecho de haber nacido mujer:<br />

su padre no le escondió el hecho de que<br />

hubiese deseado un hijo, con el sueño de que<br />

hubiese cursado estudios en la prestigiosa<br />

Escuela Politécnica de París. Muchas veces le<br />

comentó a <strong>Simone</strong>: «Tienes un cerebro de<br />

hombre» de Beauvoir, <strong>Simone</strong> (1959). Silvina<br />

Bullrich, ed. Memorias de una joven formal<br />

(1967 edición). Apasionado por el teatro, que<br />

practicaba como aficionado, compartía este<br />

gusto con su esposa y sus hijas, junto con su<br />

amor por la literatura. Georges de Beauvoir le


indicó a menudo a <strong>Simone</strong> que, para él «el<br />

oficio más bonito es el de escritor»[cita<br />

requerida]. Con su esposa, compartía la<br />

convicción de que, dada la mediocre condición<br />

económica en la que se hallaba la familia, la<br />

única esperanza de mejora social para sus dos<br />

hijas eran los estudios.<br />

Los De Beauvoir veranearon a menudo en<br />

Saint-Ybard, en la propiedad de Mayrignac<br />

situada en Correze. El parque, fundado<br />

alrededor de 1880 por su abuelo, Ernest<br />

Bertrand de Beauvoir, fue adquirido a principios<br />

de siglo XIX por el bisabuelo, Narcisse Bertrand<br />

de Beauvoir. De Beauvoir narró estos tiempos<br />

felices en sus Memorias de una joven formal. El<br />

contacto con la naturaleza y los largos paseos<br />

solitarios por el campo hicieron surgir en el<br />

espíritu de la joven <strong>Simone</strong> la ambición de un<br />

destino fuera de lo común.<br />

Con solamente quince años, ya estaba decidida<br />

sobre la forma de este destino: quería ser<br />

escritora. Tras haber aprobado el bachillerato<br />

en 1925, De Beauvoir empezó sus estudios<br />

superiores en el Instituto Católico de París,<br />

institución religiosa privada a la que solían<br />

asistir las muchachas de buena familia. Allí<br />

completó su formación matemática, mientras<br />

que ampliaba su formación literaria en el<br />

Instituto Sainte-Marie de Neuilly. Tras su primer<br />

año universitario en París, logró obtener<br />

certificados de matemáticas generales,<br />

literatura y latín. En 1926, se dedicó a estudiar<br />

filosofía y obtuvo en junio de 1927 su<br />

certificado de filosofía general. Tras estas<br />

certificaciones, acabó licenciándose en letras,<br />

con especialización en filosofía, en la primavera<br />

de 1928, tras haber aprobado también unas<br />

certificaciones de ética y de psicología. Sus<br />

estudios universitarios concluyeron en 1929<br />

con la redacción de una tesina sobre Leibniz,<br />

culminación de sus estudios superiores<br />

LA PROFESORA<br />

Tras haber sido profesora agregada de filosofía<br />

en 1929, De Beauvoir, o Castor, apodo que le<br />

dio su amigo Herbaud y que Sartre siguió<br />

usando, en un juego de palabras entre<br />

«Beauvoir» y beaver, en inglés,5​ se preparó<br />

para ser profesora titular. Su primer destino fue<br />

Marsella. Sartre obtuvo a su vez un puesto en<br />

Le Havre en marzo de 1931 y la perspectiva de<br />

separarse de él destrozó a De Beauvoir. Para<br />

que pudiesen ser nombrados en el mismo<br />

instituto, Sartre le propuso que se casasen a lo<br />

que ella se negó. En La fuerza de las Cosas,<br />

explicó el por qué:<br />

Tengo que decir que no pensé en aceptar<br />

aquella propuesta ni un segundo. El<br />

matrimonio multiplica por dos las obligaciones<br />

familiares y todas las faenas sociales. Al<br />

modificar nuestras relaciones con los demás,<br />

habría alterado fatalmente las que existían<br />

entre nosotros dos. El afán de preservar mi<br />

propia independencia no pesó mucho en mi<br />

decisión; me habría parecido artificial buscar<br />

en la ausencia una libertad que, con toda<br />

sinceridad, solamente podía encontrar en mi<br />

cabeza y en mi corazón.<br />

De la misma forma, Beauvoir decidió no tener<br />

hijos. El año siguiente, logró acercarse a Sartre<br />

al ser trasladada a Ruán, donde conoció a<br />

Colette Audry, que ejercía también de<br />

profesora en el mismo liceo. Mantuvo<br />

relaciones amorosas con algunas de sus<br />

alumnas, entre ellas, Olga Kosakiewitcz y<br />

Bianca Bienenfeld: el pacto que la unió a Sartre<br />

le permitía conocer estos “amores<br />

contingentes”. También mantuvo una breve<br />

relación con un alumno de Sartre, apodado “el<br />

pequeño Bost,​ futuro marido de Olga. Sartre<br />

también cortejó a la muchacha, sin conseguir<br />

conquistarla.<br />

Este grupo de amigos, que se llamaban entre<br />

ellos «la pequeña familia», permaneció unido<br />

hasta la muerte de sus miembros, pese a las<br />

tensiones ligeras o a los conflictos más serios<br />

que atravesaron. Poco antes de la Segunda<br />

Guerra Mundial, la pareja Sartre-De Beauvoir<br />

fue destinada a París. De 1936 a 1938,


De Beauvoir enseñó en el liceo Molière, del<br />

que fue despedida tras haber entablado una<br />

relación amorosa con Bianca Bienenfeld, una<br />

de sus alumnas[cita requerida].<br />

Las editoriales Gallimard y Grasset rechazaron<br />

su primera novela, Primaldad de lo espiritual,<br />

escrita entre 1935 y 1937, que se publicó<br />

tardíamente en 1979 con el título Cuando<br />

predomina lo espiritual. La Invitada se publicó<br />

en 1943; en esta novela, la escritora describía,<br />

mediante personajes ficticios, la relación entre<br />

Sartre, Olga y ella misma, a la vez que<br />

elaboraba una reflexión filosófica sobre la lucha<br />

entre las consciencias y las posibilidades de la<br />

reciprocidad. Fue un éxito editorial inmediato<br />

que la llevó a ser suspendida en junio de 1943<br />

de la Educación Nacional, tras la presentación<br />

de una denuncia por incitación a la perversión<br />

de personas menores en diciembre de 1941<br />

por la madre de Nathalie Sorokine, una de sus<br />

alumnas. Se la reintegró como profesora tras la<br />

Liberación; durante la Ocupación trabajó para<br />

la radio libre francesa («Radio Vichy»), donde<br />

organizó programas dedicados a la música.<br />

LA ESCRITORA COMPROMETIDA<br />

Con Sartre, Raymond Aron, Michel<br />

Leiris, Maurice Merleau-Ponty, Boris Vian y<br />

otros intelectuales franceses de izquierda, fue<br />

la fundadora de una revista, Les Temps<br />

Modernes, que pretendía difundir la corriente<br />

existencialista a través de la literatura<br />

contemporánea. De forma paralela, continuó<br />

sus producciones personales: tras la<br />

publicación de varios ensayos y novelas donde<br />

hablaba de su compromiso con el comunismo,<br />

el ateísmo y el existencialismo, consiguió<br />

independizarse económicamente y se dedicó<br />

plenamente a ser escritora. Viajó por<br />

numerosos países (EE.<br />

UU., China, Rusia, Cuba...) donde conoció a<br />

otras personalidades comunistas como Fidel<br />

Castro, Che Guevara, Mao Zedong o Richard<br />

Wright. En los Estados Unidos, entabló una<br />

relación pasional con el escritor americano<br />

Nelson Algren con quien mantuvo una intensa<br />

relación epistolar, llegando a intercambiar unas<br />

trescientas cartas.<br />

Su consagración literaria tuvo lugar el año<br />

1949: la publicación de El segundo sexo, del<br />

que se vendieron más de veintidós mil<br />

ejemplares en la primera semana, causó<br />

escándalo y fue objeto de animados debates<br />

literarios y filosóficos. La Santa Sede, por<br />

ejemplo, se mostró contraria al ensayo.<br />

François Mauriac, que siempre tuvo<br />

animosidad hacia la pareja, publicó en Les<br />

Temps Modernes un editorial que creó<br />

polémica al afirmar: «ahora, lo sé todo sobre la<br />

vagina de vuestra jefa». El segundo sexo se<br />

tradujo a varios idiomas: en los Estados Unidos,<br />

se vendieron un millón de ejemplares, y se<br />

convirtió en el marco teórico esencial para las<br />

reflexiones de las fundadoras del movimiento<br />

de liberación la mujer. De Beauvoir se convirtió<br />

en precursora del movimiento feminista al<br />

describir a una sociedad en la que se relega a la<br />

mujer a una situación de inferioridad. Su<br />

análisis de la condición femenina, en ruptura<br />

con las creencias existencialistas, se apoya en<br />

los mitos, las civilizaciones, las religiones, la<br />

anatomía y las tradiciones. Este análisis desató<br />

un escándalo, en particular el capítulo dedicado<br />

a la maternidad y al aborto, entonces<br />

equiparado al homicidio. Describía el<br />

matrimonio como una institución burguesa<br />

repugnante, similar a la prostitución en la que<br />

la mujer depende económicamente de su<br />

marido y no tiene posibilidad de<br />

independizarse.


Los Mandarines, publicado el 1954, marcó el<br />

reconocimiento de su talento literario por la<br />

comunidad intelectual: se le otorgó por esta<br />

novela el prestigioso Premio Goncourt. De<br />

Beauvoir era por entonces una de las escritoras<br />

con más lectores a nivel mundial. En esta<br />

novela, que trata de la posguerra, expuso su<br />

relación con Nelson Algren, aunque siempre a<br />

través de personajes ficticios. Algren, celoso, ya<br />

no aguantaba más la relación que unía a De<br />

Beauvoir y Sartre: la ruptura entre ella y Algren<br />

demostró la fuerza del lazo que unía a los dos<br />

filósofos, y la de su pacto. Posteriormente, de<br />

julio de 1952 a 1959, De Beauvoir vivió con<br />

Claude Lanzmann.<br />

A partir de 1958, emprendió la escritura de su<br />

autobiografía, en la que describe el mundo<br />

burgués en el que creció, sus prejuicios, sus<br />

tradiciones degradantes y los esfuerzos que<br />

llevó a cabo para deshacerse de ellos pese a su<br />

condición de mujer. También relata su relación<br />

con Sartre, que calificó de éxito total. Pese a<br />

todo y a la fuerza del lazo pasional que aún los<br />

unía, ya no eran una pareja en el sentido<br />

sexual, aunque De Beauvoir se lo hiciese creer<br />

a sus lectores.<br />

fue adoptada oficialmente como hija por la<br />

escritora, y se la nombró heredera de su obra<br />

literaria y de sus bienes.<br />

MUERTE DE SARTRE Y FINAL DE LA VIDA DE<br />

BEAUVOIR<br />

Tras la muerte de Sartre en 1980, publicó en<br />

1981 La ceremonia del adiós, donde relató los<br />

diez últimos años de vida de su compañero<br />

sentimental: los detalles médicos e íntimos de<br />

la vida del filósofo fueron mal recibidos por<br />

muchos de sus seguidores. Este texto se<br />

completó con la publicación de sus<br />

conversaciones con Sartre grabadas en Roma<br />

entre agosto y septiembre de 1974. En estos<br />

diálogos, Sartre reflexionaba sobre su vida y<br />

expresaba algunas dudas sobre su producción<br />

intelectual. Al publicar estas conversaciones<br />

íntimas, De Beauvoir pretendió demostrar<br />

cómo su difunta pareja había sido manipulada<br />

por el filósofo y escritor francés Benny Lévy:<br />

éste hizo que Sartre reconociera una cierta<br />

En 1964, publicó Una muerte muy dulce, que<br />

relata la muerte de su madre: Sartre consideró<br />

siempre que éste fue el mejor escrito de De<br />

Beauvoir. La eutanasia o el luto forman el<br />

núcleo de este relato cargado de emoción. A lo<br />

largo de su luto, a la escritora le acompaña una<br />

muchacha que conoció entonces: Sylvie Le Bon,


«inclinación religiosa» en el existencialismo,<br />

pese a que Sartre y los demás existencialistas<br />

hubiesen proclamado siempre que el ateísmo<br />

era uno de sus pilares. Para De Beauvoir, Sartre<br />

ya no disponía de la plenitud de sus<br />

capacidades intelectuales cuando había<br />

sostenido este debate con Lévy y no estaba en<br />

situación de enfrentarse a éste filosóficamente.<br />

En estos textos que desvelan la vida de Sartre,<br />

también dejó ver lo mala que fue su relación<br />

con la hija adoptiva de Sartre, Arlette Elkaïm-<br />

Sartre. Concluye La Ceremonia del adiós con la<br />

frase siguiente: «Su muerte nos separa. Mi<br />

muerte no nos reunirá. Así es; ya es demasiado<br />

bello que nuestras vidas hayan podido juntarse<br />

durante tanto tiempo».<br />

De 1955 a 1986, residió en el número 11bis de<br />

la calle Victor-Schœlcher de París, donde murió<br />

acompañada de su hija adoptiva y de Claude<br />

Lanzmann. Se la enterró en el cementerio de<br />

Montparnasse de la capital francesa, en la<br />

división 20, al lado de Sartre. <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir fue enterrada llevando en su mano el<br />

anillo de plata que le regaló su amante Nelson<br />

Algren al despertar de su primera noche de<br />

amor.<br />

RELACIONES PERSONALES<br />

A lo largo de su período universitario en París,<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir conoció a otros jóvenes<br />

intelectuales, entre ellos Jean-Paul Sartre, que<br />

calificó con admiración de genio. Una relación<br />

mítica nació entre los dos filósofos, que sólo<br />

acabó con la muerte de Sartre. <strong>Simone</strong> será su<br />

«amor necesario», en oposición a los «amores<br />

contingentes» que los dos conocerán de forma<br />

paralela: un pacto de polifidelidad, que<br />

renovaban cada dos años, se estableció entre<br />

ellos a partir de 1929, más o menos un año tras<br />

su encuentro. Ambos cumplieron este pacto<br />

filosófico: él tuvo muchos amores<br />

contingentes, ella no tantos. El clímax de la<br />

carrera universitaria de la pareja sucedió en<br />

1929, cuando Sartre y De Beauvoir se<br />

presentaron al concurso de la agregación de<br />

filosofía, que ganó él mientras ella quedaba en<br />

segundo puesto.<br />

Pese a este éxito, la muerte repentina de su<br />

amiga Zaza el mismo año causó un gran<br />

sufrimiento a la filósofa. De Beauvoir, criada<br />

por una madre religiosa, perdió su fe cristiana<br />

con catorce años, tal como relató en<br />

sus Memorias de una joven formal: 7 ​ años antes<br />

de sus estudios filosóficos, la joven se había<br />

emancipado de su familia y de sus valores<br />

burgueses.<br />

El encuentro con Sartre supone para De<br />

Beauvoir el comienzo de una vida de<br />

permanente diálogo intelectual con un<br />

interlocutor privilegiado de un nivel que ella<br />

definía como mayor al suyo, al menos al inicio<br />

de la relación. Sartre y De Beauvoir no se<br />

separaron desde que se conocieron, ni durante<br />

la separación de ésta de su familia. Su relación<br />

perduró hasta la muerte de Sartre. Sin<br />

embargo, nunca se casaron ni vivieron bajo el


mismo techo. Ambos vivieron en completa<br />

libertad, practicando el poliamor y sintiéndose<br />

felices con el lazo que habían creado entre<br />

ellos. Este esquema relacional novedoso se<br />

cimentaba en el rechazo profundo y visceral del<br />

modo de vida burgués.<br />

invitada (1943), donde exploró los dilemas<br />

existencialistas de la libertad, la acción y la<br />

responsabilidad individual, temas que abordó<br />

igualmente en novelas posteriores como La<br />

sangre de los otros (1944) y Los<br />

mandarines (1954), novela por la que recibió<br />

el Premio Goncourt. 1 ​<br />

En 1945 junto a Jean Paul Sartre y otros<br />

eruditos del momento fundaron la<br />

revista Tiempos Modernos.<br />

<strong>Simone</strong> se creía única, pero ante Sartre tuvo<br />

que reconocer: «Era la primera vez en mi vida<br />

que yo me sentía intelectualmente dominada<br />

por alguno». Decidieron unir sus vidas, pero en<br />

un amor libre porque ni De Beauvoir ni Sartre<br />

aceptaban el matrimonio:<br />

Sartre no tenía la vocación de la monogamia; le<br />

gustaba estar en compañía de las mujeres, a las<br />

que encontraba menos cómicas que los<br />

hombres; no comprendía, a los veintitrés años,<br />

el renunciar para siempre a su seductora<br />

diversidad.<br />

De todos modos ella lo amó y lo aceptó tal<br />

como era. Sartre propuso la fórmula de su<br />

relación: «Entre nosotros se trata de un amor<br />

necesario, pero conviene que también<br />

conozcamos amores contingentes»<br />

[cita requerida]<br />

En La Habana, Cuba, cuando visitan<br />

a Fidel Castro y se reúnen con Che Guevara,<br />

este último les manifiesta a ambos que su<br />

amor es un amor revolucionario.<br />

Las tesis existencialistas, según las cuales cada<br />

uno es responsable de sí mismo, se introducen<br />

también en una serie de obras autobiográficas,<br />

cuatro en total, entre las que<br />

destacan Memorias de una joven de buena<br />

familia (también conocida como Memorias de<br />

una joven formal) (1958) y Final de<br />

cuentas (1972). Sus obras ofrecen una visión<br />

sumamente reveladora de su vida y su tiempo.<br />

Entre sus ensayos destaca El segundo<br />

sexo (1949), un análisis sobre el papel de las<br />

mujeres en la sociedad y la construcción del rol<br />

y la figura de la mujer; La vejez (1970),<br />

centrada en la situación de la ancianidad en el<br />

imaginario occidental y en donde criticó su<br />

marginación y ocultamiento, y La ceremonia del<br />

adiós (1981), polémica obra que evoca la figura<br />

de su compañero de vida, Jean Paul Sartre.<br />

Además de sus aportaciones en el feminismo<br />

cabe destacar sus reflexiones sobre la creación<br />

literaria, sobre el desarrollo de la izquierda<br />

antes y después de la Segunda Guerra Mundial,<br />

sobre el dolor y la percepción del yo, sobre los<br />

linderos del psicoanálisis y sobre las premisas<br />

profundas del existencialismo<br />

OBRA LITERARIA<br />

Durante la Segunda Guerra Mundial y la<br />

ocupación alemana de París, vivió en la ciudad<br />

tomada escribiendo su primera novela, La


FEMINISMO<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir definió el feminismo en<br />

1963 como una manera de vivir<br />

individualmente y una manera de luchar<br />

colectivamente, explica la doctora en filosofía,<br />

Teresa López Pardina, una de las principales<br />

especialistas en la figura de la escritora y<br />

filósofa francesa.<br />

No se nace mujer, se llega a serlo<br />

Artículo principal: El Segundo Sexo<br />

UNA VOZ SOLITARIA DENUNCIANDO LA<br />

SITUACIÓN DE LAS MUJERES<br />

En 1949 cuando publicó El Segundo Sexo era<br />

una voz solitaria en la sociedad occidental en la<br />

que tras el movimiento sufragista y la<br />

obtención del derecho al voto femenino se<br />

había vuelto a recluir a las mujeres en el hogar.<br />

El libro que en su momento fue un escándalo y<br />

que con el tiempo se está considerado un<br />

"clásico" que permite hacer balance del<br />

recorrido hacia la igualdad de los sexos señala<br />

la filósofa Alicia Puleo. Las teóricas de las<br />

distintas y contrapuestas corrientes del<br />

feminismo (liberal, radical y socialista) que<br />

resurgiría en los años sesenta después de un<br />

largo paréntesis de silencio -señala Puleoreconocer<br />

ser "hijas de Beauvoir".<br />

Beauvoir sostiene que "la mujer" o lo que<br />

entendemos por mujer es un producto cultural<br />

que se ha construido socialmente. Denuncia<br />

que la mujer se ha definido a lo largo de la<br />

historia siempre respecto a algo (como madre,<br />

esposa, hija, hermana) y reivindica que la<br />

principal tarea de la mujer es reconquistar su<br />

propia identidad específica y desde sus propios<br />

criterios. Las características que se identifica en<br />

las mujeres no les vienen dadas de su genética,<br />

sino por cómo han sido educadas y<br />

socializadas. Como resumen de este<br />

pensamiento escribió una de sus frases más<br />

célebres: "No se nace mujer, se llega a serlo"<br />

REFERENCIA EN LAS POLÍTICAS DE IGUALDAD<br />

Y LOS ESTUDIOS FEMINISTAS<br />

El ser humano considera Beauvoir no es una<br />

"esencia" fija sino una "existencia": "proyecto",<br />

"trascendencia", "autonomía", "libertad" que<br />

no puede escamotearse a un individuo por el<br />

hecho de pertenecer al "segundo sexo". La idea<br />

fundamental de El Segundo Sexo —destaca<br />

Puleo— es hoy asumida por millones de<br />

personas que no han leído esta obra ni han<br />

oído hablar de ella y sus principios han sido<br />

incorporados a las políticas de igualdad<br />

europeas y han dado lugar a los estudios<br />

feministas y de género de centros universitarios<br />

de vanguardia.<br />

Beauvoir expresó en los términos de la filosofía<br />

existencialista todo un ciclo de reivindicaciones<br />

de igualdad de las mujeres que comienza con la


ilustración y lleva a la obtención del voto y al acceso a la enseñanza superior en primer tercio del siglo<br />

XX destaca la filósofa Celia Amorós.<br />

LUCHA POR EL DERECHO AL ABORTO<br />

Beauvoir tuvo también un papel determinante en la legalización del aborto en Francia. Con Halimi<br />

fundó el movimiento Choisir y fue una de las redactoras del Manifiesto de las 343 -firmado por<br />

mujeres de la política, la cultura y distintas áreas de la sociedad francesa como la escritora<br />

Marguerite Duras, la abogada Gisèle Halimi o las cineastas Françoise Sagan, Jeanne Moreau y Agnes<br />

Vardà reconociendo haber abortado- publicado el 5 de abril de 1971 por la revista Le Nouvel<br />

Observateur.<br />

Sobre el aborto señaló:<br />

"El aborto es parte integral de la evolución en la naturaleza y la historia humana. Esto no es un<br />

argumento ni a favor o en contra, sino un hecho innegable. No hay pueblo, ni época donde el aborto<br />

no fuera practicado legal o ilegalmente. El aborto está completamente ligado a la existencia<br />

humana…".13​<br />

La actividad de <strong>Simone</strong> de Beauvoir fue, junto con la Gisèle Halimi y Elisabeth Badinter, clave para<br />

lograr el reconocimiento de los malos tratos sufridos por las mujeres durante la guerra de Argelia.<br />

PREMIO SIMONE DE BEAUVOIR<br />

En 2008, con motivo del centenario del aniversario de su nacimiento, se creó en su honor el Premio<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir por la Libertad de las Mujeres a iniciativa de Julia Kristeva financiado por la<br />

Universidad Diderot de París con un montante de 20.000 euros para destacar a las personas<br />

comprometidas por su obra artística y su acción a promover la libertad de las mujeres en el mundo.


CONTROVERSIAS<br />

La relación entre la escritora y Jean-Paul Sartre y su posición en relación al poliamor han generado<br />

numerosas controversias sobre el tipo de relación que mantenían.15​ También la firma en 1977 de<br />

<strong>Simone</strong> De Beauvoir junto a Jean Paul Sartre y otros intelectuales de izquierda contemporáneos de<br />

una petición solicitando la liberación de dos hombres arrestados por haber mantenido relaciones<br />

sexuales con menores de edad publicada en Le Monde en 1977.<br />

OBRAS<br />

Películas<br />

Violette<br />

Les Amants du flore<br />

Novelas<br />

La invitada. (1943)<br />

La sangre de los otros (1945)<br />

Todos los hombres son mortales (1946)<br />

Los mandarines (1954, ganadora del Premio Goncourt).<br />

Las bellas imágenes (1966)<br />

La mujer rota (1968)<br />

Cuando predomina lo espiritual (1979)<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir y Jean-Paul Sartre entrevistan al Che Guevara en 1960. Foto de Alberto Korda<br />

publicada en la revista Verde Oliva. Museo Che Guevara (Centro de Estudios Che Guevara en La<br />

Habana, Cuba).<br />

ENSAYOS<br />

Para qué la acción (1944)<br />

Para una moral de la ambigüedad (1947)<br />

El existencialismo y la sabiduría de los pueblos (1948)<br />

América al día (1948)<br />

El segundo sexo (1949)<br />

El pensamiento político de la derecha (1955)<br />

La larga marcha (Ensayo sobre China) (1957)<br />

La vejez (año 1970)


MEMORIAS Y DIARIOS<br />

Norteamérica al desnudo (1948)<br />

Memorias de una joven formal (1958)<br />

La plenitud de la vida (1960)<br />

La fuerza de las cosas (1963)<br />

Una muerte muy dulce (1964)<br />

Final de cuentas (1972)<br />

La ceremonia del adiós (1981)<br />

Diario de guerra: septiembre de 1939-enero de 1941 (edición póstuma a cargo de Sylvie Le Bon de<br />

Beauvoir) (1990)<br />

Cahiers de jeunesse, 1926-1930. Edición a cargo de Sylvie Le Bon de Beauvoir. Gallimard, 2008.<br />

(Inédito en español)<br />

TEATRO<br />

Las bocas inútiles (1945)<br />

Correspondencia<br />

Cartas a Sartre (1990)<br />

Cartas a Nelson Algren: un amor transatlántico (1998)<br />

Correspondance croisée avec Jacques-Laurent Bost (1937-1940). Edición, presentación y notas de<br />

Sylvie Le Bon de Beauvoir. Gallimard, 2004. (Inédito en español)


MEMORIAS Y DIARIOS<br />

Norteamérica al desnudo (1948)<br />

Memorias de una joven formal (1958)<br />

La plenitud de la vida (1960)<br />

La fuerza de las cosas (1963)<br />

Una muerte muy dulce (1964)<br />

Final de cuentas (1972)<br />

La ceremonia del adiós (1981)<br />

Diario de guerra: septiembre de 1939-enero de 1941 (edición póstuma a cargo de Sylvie Le Bon de<br />

Beauvoir) (1990)<br />

Cahiers de jeunesse, 1926-1930. Edición a cargo de Sylvie Le Bon de Beauvoir. Gallimard, 2008.<br />

(Inédito en español)<br />

TEATRO<br />

Las bocas inútiles (1945)<br />

Correspondencia<br />

Cartas a Sartre (1990)<br />

Cartas a Nelson Algren: un amor transatlántico (1998)<br />

Correspondance croisée avec Jacques-Laurent Bost (1937-1940). Edición, presentación y notas de<br />

Sylvie Le Bon de Beauvoir. Gallimard, 2004. (Inédito en español)


EMILIO BARRANTES REVOREDO<br />

EN TORNO A LA NATURALEZA, LA SOCIEDAD<br />

Y LA CULTURA<br />

SIMONE DE BEAUVOIR Y LA MUJER<br />

El libro de <strong>Simone</strong> de Beauvoir El Segundo<br />

Sexo, merece un capítulo especial, tanto por<br />

su formidable erudición, la solidez de algunos<br />

de sus argumentos y su fama como escritora,<br />

cuanto porque, al asumir la defensa de la<br />

mujer y acumular dicterios contra el macho,<br />

vocablo que la autora prefiere para designar<br />

al hombre, entran en juego la Naturaleza y la<br />

Sociedad que corresponden a nuestro tema.<br />

¿Por qué contra el macho? Porque él es,<br />

según la autora, el culpable de la situación de<br />

inferioridad y dependencia en que se<br />

encuentra la mujer: él ha organizado la<br />

sociedad con sus altibajos, ha relegado a la<br />

mujer a una situación subalterna y, lo que es<br />

intolerable, ha multiplicado los denuestos<br />

contra ella y son numerosos los insultos<br />

proferidos por personajes notables que<br />

registra la Historia.<br />

Empecemos por una afirmación de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir: «Todo el organismo de la mujer<br />

está adaptado a la servidumbre de la<br />

maternidad y es, por tanto, la presa de la<br />

Especie»(28).<br />

Para la autora, la maternidad no es una gracia<br />

sino una servidumbre. El advenimiento de<br />

nuevos seres, el amor de la madre a los hijos<br />

y de los hijos a la madre, la hermandad que<br />

florece en el seno del hogar y el flujo<br />

incesante de la vida universal, constituyen<br />

una ¡maldición!<br />

La realización de la mujer –realización<br />

suprema– no es, por tanto, la maternidad sino<br />

la frustración y la soledad. Por extraño que<br />

parezca, la autora se rebela contra la<br />

Naturaleza. La maternidad no debe existir,<br />

aunque la Especie, tan maltratada en esta<br />

obra, desaparezca de la faz de la tierra.<br />

Si la mujer es «la presa de la Especie», ¿no lo<br />

es también el hombre? ¿Y los animales y las<br />

plantas, no son también «presas» de la<br />

naturaleza? ¿Y los astros y las galaxias?<br />

La maternidad no es una servidumbre sino<br />

para quienes han caído en el seno de una<br />

sociedad deshumanizada, a fuerza de<br />

intelectualismo, decadencia y frivolidad.<br />

Para muchas mujeres, que no hembras, es<br />

una gracia.<br />

Para quienes ven en un hijo una versión<br />

nueva y fresca de sí mismas, es un don que se<br />

expresa en el amor compartido.<br />

«Ya desde su nacimiento –dice la autora– la<br />

especie se ha apoderado de ella. En el<br />

momento de la pubertad la especie reafirma<br />

sus derechos».<br />

Hombres y mujeres o, si se quiere, mujeres y<br />

hombres, somos hechuras de la Especie y, por<br />

ello, de la Naturaleza. A cada uno de nosotros<br />

se nos ha asignado un papel y debemos<br />

cumplirlo sin protestas ni quejas.<br />

Como hombres o mujeres podemos disfrutar<br />

de esta maravillosa riqueza que se nos ofrece<br />

a manos llenas en una planta, en una hoja, en<br />

un grano de arena, en un poema, en una<br />

sonata, en un cuadro, en una estatua, en un<br />

diálogo. La vida es un milagro. ¿Acaso hemos<br />

perdido la capacidad de asombrarnos, de<br />

admirar, de permanecer absortos ante un


prodigio de la Naturaleza o del genio<br />

humano?<br />

Como una muestra más de esta rebelión<br />

contra la Naturaleza, la autora enumera los<br />

males que aquejan a la mujer: «Las crisis de la<br />

pubertad y de la menopausia, la ‘maldición’<br />

mensual, el embarazo largo y a menudo<br />

difícil, los partos dolorosos y a veces<br />

peligrosos y las enfermedades y accidentes<br />

son las características de la hembra humana».<br />

por la otra, sostiene que «la Naturaleza no<br />

define a la mujer». Esta contradicción va<br />

acompañada de un aserto insostenible:<br />

«Definiendo el cuerpo a partir de la<br />

existencia, la biología se convierte en una<br />

ciencia abstracta».<br />

El cuerpo sólo se puede definir a partir de sí<br />

mismo y no de la existencia, asunto muy<br />

importante para los filósofos existencialistas,<br />

pero no para nosotros, pobres seres humanos<br />

que debemos alimentarnos, caminar, no<br />

incurrir en excesos, cuidar el normal<br />

funcionamiento de nuestros órganos y acudir<br />

al médico cuando sea necesario, porque los<br />

filósofos, por eminentes que sean, no podrán<br />

curar nuestros males.<br />

Además, si hay algo concreto, es una ciencia,<br />

todas las ciencias, entre ellas la Biología,<br />

sólidamente asentada en el conocimiento<br />

científico.<br />

La pubertad es el pórtico de la adolescencia.<br />

¿Quién que haya sido generosamente dotado<br />

no añorará este deslumbrante momento de<br />

vida interior, de impulso cierto y de ensueños<br />

vagos, de revelaciones infinitas, de<br />

sentimientos profundos y de anhelos sin<br />

medida?<br />

Los males que enumera la autora, ¿no son el<br />

precio que es preciso pagar por el<br />

advenimiento y el amor de los hijos, la<br />

creación de un pequeño mundo humano en el<br />

que la llama del amor prodigue la luz y<br />

mantenga el abrigo para paliar el frío de las<br />

noches invernales?<br />

La autora dice: «La historia de la mujer –por<br />

el hecho de que aún se encuentra encerrada<br />

en sus funciones de hembra– depende mucho<br />

más que el hombre de su destino fisiológico».<br />

Nuevamente nos encontramos con el<br />

reconocimiento de que nuestro destino es, en<br />

gran parte, fisiológico, y para redondear el<br />

término, natural. Cuando se afirma que la<br />

mujer se encuentra «aún (subrayamos)<br />

encerrada en sus funciones de hembra», se<br />

insinúa que ¡llegará el día en que ella alcance<br />

la liberación de ese destino fisiológico!<br />

La contradicción en que incurre <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir es evidente. Por una parte, afirma<br />

que «la vitalidad de las mujeres tiene sus<br />

raíces en el ovario»; enumera los males que la<br />

Especie ha acumulado sobre ella y habla de<br />

una servidumbre que le ha sido impuesta; y


La autora quisiera que la mujer abandone su cuerpo (pues no hay otra manera de escapar a su<br />

destino natural), mientras máquinas inventadas para sustituirla se dediquen a fabricar robots en<br />

serie para sustituir a los seres de carne y hueso.<br />

Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, escrito como una sátira contra el totalitarismo y la utilización<br />

bélica de la bomba atómica (pues no se podía prever entonces la Perestroika y el término de la<br />

guerra fría), podría sustituir a nuestro mundo natural, hecho de madres y de niños, de amor y<br />

ternura.<br />

El Capítulo I se inicia con este párrafo: «Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas.<br />

Encima de la entrada principal las palabras: Centro de incubación y Condicionamiento de la central<br />

de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad.<br />

–Y ésta –dijo el director, abriendo la puerta– es la sala de la Fecundación.<br />

Inclinados sobre sus instrumentos, trescientos Fecundadores se hallaban entregados a su trabajo».<br />

Aunque este mundo feliz no es muy agradable, sigamos espigando en él.<br />

«Un óvulo, un embrión, un adulto: la normalidad. Una producción de noventa y seis seres humanos<br />

donde antes sólo se conseguía uno, Progreso.<br />

– ¡Noventa y seis mellizos trabajando en noventa y seis máquinas idénticas! –La voz del director<br />

temblaba de entusiasmo.<br />

Guardería infantil. Sala de condicionamiento Neo-Pavlotiano, enunciaba el rótulo de la entrada.<br />

– Hasta que, al fin, la mente del niño se transforma en esas sugestiones, y la suma de estas<br />

sugestiones es la mente del niño. Y no sólo la mente del niño, sino también la del adulto, a lo largo<br />

de toda la vida. ¡Y estas sugestiones son nuestras sugestiones!


El espectáculo de dos mujeres jóvenes que amamantaban a sus hijos en su pecho la sonrojó (a<br />

Lenina, del Centro Incubación) y la obligó a apartar el rostro. En toda su vida no había visto<br />

jamás indecencia como aquella. [Tememos que lo mismo le habría ocurrido a la autora de El<br />

segundo sexo]. Lo peor era que, en lugar de ignorarlo delicadamente, Bernard no cesaba de<br />

formular comentarios sobre aquella repugnante escena vivípara.<br />

Los manecillas de los cuatro mil relojes eléctricos de las cuatro mil salas del Centro de<br />

Blomsbury señalan las dos y veinte minutos. La ‘industriosa colmena’, como el director se<br />

complacía en llamarlo, se hallaba en plena fiebre de trabajo. Bajo los microscopios, agitando<br />

furiosamente sus largas colas, los espermatozoos penetraban de cabeza dentro de los óvulos, y<br />

fertilizados, los óvulos crecían, se dividían, o bien, bokanovskivicados, echaban brotes y<br />

constituían poblaciones enteras de embriones».


Para ella, la familia y la propiedad privada son culpables de la situación de la mujer. «Cuando la<br />

familia y el patrimonio privado –dice– son las bases de la sociedad, sin oposición, la mujer<br />

permanece totalmente enajenada».<br />

Insiste la autora: «Desde el feudalismo hasta nuestros días, la mujer casada ha sido sacrificada<br />

deliberadamente a la propiedad privada». Y algo más: «La mujer ha sido destronada por el<br />

advenimiento de la propiedad privada». Ergo: la familia y la propiedad privada deben desaparecer<br />

para que la liberación de la mujer sea un hecho.<br />

«Todo socialismo arranca a la mujer de la familia y favorece su liberación –prosigue la autora–. Con<br />

la inseminación artificial termina la evolución que permitirá a la humanidad dominar la función<br />

reproductora. En el siglo XIX la mujer se ha liberado de la naturaleza y conquistado el dominio de su<br />

cuerpo».<br />

Ortega y Gasset creía advertir signos de la deshumanización del Arte. No hemos encontrado en<br />

ninguna otra parte nada semejante al deseo, reiterado en esta obra, de que se alcance como una<br />

culminación en la Historia, algo monstruoso: «La deshumanización de la Humanidad»(30).<br />

El comunismo integral sería, entonces, la condición sine qua non para la liberación de la mujer.<br />

Imaginemos un mundo en el que haya sido abolida, la propiedad privada y no exista la familia, bajo<br />

un poder absoluto; la mujer «liberada» de la maternidad y del hogar, convertida en un ser anónimo,<br />

como una oveja más en el rebaño. No dependería de nadie, en particular, sino del Estado, como el<br />

rebaño depende del pastor.<br />

La alegría del amor compartido, de los hijos, del pequeño mundo propio, no existiría para ella. La<br />

maquinaria como en el «mundo feliz» de Huxley funcionaría, no, desde luego, para la mujer, sino<br />

para el Estado. Reducida a la soledad, sin marido y sin hijos, sin familiares, sin afecto, rumiando su<br />

«liberación», le quedaría el recurso de anhelar la muerte.


Naturaleza, lo que no impide que sea dueño de su cuerpo.<br />

Afortunadamente, el socialismo está<br />

rectificando muchos de sus errores,<br />

advertidos por la experiencia, y no pretende<br />

«arrancar a la mujer de la familia», porque, al<br />

hacerlo, la arrancaría de sí misma.<br />

La inseminación artificial es un recurso<br />

desesperado, pues el camino natural es la<br />

unión íntima de hombre y mujer y el<br />

advenimiento del hijo, producto del amor y<br />

de la integridad de ambos.<br />

«Liberarse de la naturaleza» es un absurdo,<br />

pues cada ser humano es parte de la<br />

Para la autora, «la participación en la producción y la liberación de la esclavitud de la reproducción,<br />

explica la evolución de la condición de la mujer».<br />

La participación de la mujer en la producción (téngase en cuenta el poder devorador de la industria,<br />

el ritmo agobiante del trabajo, la organización y la disciplina férreas, la conversión de la mujer y del<br />

hombre en un obrero o empleado o gerente) y se podrá comprender entonces, cuál es la<br />

«independencia» que la autora anhela para la mujer. Como una contradicción más, ella admite que<br />

«las trabajadoras eran [es verdad que habla en pasado] más esclavas aún que los trabajadores<br />

machos»<br />

.<br />

¿La esclavitud de la reproducción? ¿Liberarse del hogar para caer en la fábrica? ¿Pasar de lo<br />

personal a lo colectivo? ¿Cambiar el pequeño mundo humano por la acumulación del artificio?<br />

¿Renunciar a la maternidad para caer en la producción industrial?<br />

¿La esclavitud de la reproducción? Y, por qué no, ¿la dulce esclavitud del amor fecundo? ¿La<br />

reproducción artificial? ¿La esterilidad, la soledad, la frustración, la amargura? ¿La existencia de<br />

solteronas deshumanizadas a las que se ha pretendido «liberar», arrojándolas a un mundo sin amor<br />

y sin ilusiones?<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir deja, por un momento, su paradójica defensa de la mujer a la que pretende<br />

arrebatarle la probabilidad de ser feliz en nombre de una absurda liberación, al decir «que en el<br />

cielo de la dueña de casa la utilidad reina a mucho mayor altura que la verdad, la belleza y la<br />

libertad. Por eso adopta la moral aristotélica del justo medio, de la mediocridad». Y admite también<br />

que «sólo en el amor la mujer puede conciliar su erotismo con su narcisismo».


La «utilidad» en el hogar es la satisfacción de las necesidades elementales (Primun vivere, deinde<br />

philosophari).<br />

¿Es que alguien, por elevada que sea su posición intelectual puede vivir sin alimentarse, sin<br />

protegerse de la intemperie, sin reposar? Esa «utilidad», por tanto, no debe ser lo primero?<br />

Retornamos al hogar después de las diligencias inevitables.<br />

Columbramos el muro querido, la plantas que florecen sobre la puerta, hurgamos en el bolsillo en<br />

pos de la llave. ¡Oh prodigio! Henos aquí. El jardín, ¿no es un portento? Subimos la escalera. ¿A<br />

quién debo agradecer este milagro? Cinco mil libros al alcance de la mano. Me basta tomar uno de<br />

ellos y ¿con quién me encuentro? Con genios portentosos, con maravillas humanas. Pero tengo<br />

apetito y encuentro lo que mi cuerpo me pide. Esta es la «utilidad». Me quedo con ella.<br />

¿La verdad? Está aquí, en este suelo donde afirmo los pies, en la sonrisa de mi mujer, en el abrazo<br />

de mis hijos.<br />

La verdad es que vivo y viven los míos. Que al pasear me he encontrado con hermanos<br />

desconocidos. La verdad es que pertenezco a un pueblo al que amo profundamente y al que me he<br />

esforzado en servir.<br />

¿Y la belleza? ¿Hay alguna mayor que los juegos de los niños, que la silueta móvil de una mujer, que<br />

esa flor que abre sus pétalos, esa mariposa que surca el aire, esa avecilla que canta, ese cielo azul,<br />

esa armonía lejana?<br />

¿Y la libertad? Salí en el momento que quise. Retorno al hogar cuando me place. Leo, escribo,<br />

medito, a mi albedrío.<br />

Trabajo, ciertamente, trabajo. ¿No debemos trabajar todos?<br />

También son libres mi mujer y mis hijos, pero todos debemos cumplir ciertas normas. No hay<br />

libertad total.<br />

El anarquismo ya está pasado de moda.


Así, pues, la belleza, la verdad y la libertad no<br />

son aquí palabras, abstracciones ni entelequias<br />

para elucubraciones de intelectuales, sino<br />

categorías que se viven día a día.<br />

La verdad –diríamos quienes hemos podido<br />

crear y mantener un verdadero hogar– es que<br />

nos amamos; la belleza alienta y se expresa en<br />

nuestro ritmo de vida, en nuestro afecto y<br />

nuestro comportamiento; la libertad, en la<br />

conciliación del carácter y de los intereses de<br />

cada uno con los caracteres y los intereses de<br />

quienes alternan con nosotros.<br />

Después de haber arremetido contra la Naturaleza, o sea, contra la Totalidad a la que pertenecemos y<br />

de la que dependemos, hasta el punto de que la llevamos dentro de nosotros mismos; y de haberse<br />

enfrentado a la sociedad con menos vigor, <strong>Simone</strong> de Beauvoir se refiere a la Mujer en sí.<br />

Al principio, lo hace en el aspecto somático. «Tiene [la mujer] menos capacidad respiratoria; los<br />

pulmones, la traquea y la laringe son también menores; la diferencia de la laringe entraña también la<br />

de la voz. El peso específico de la sangre es menor en las mujeres; hay menor fijación de<br />

hemoglobina; por lo tanto, son menos robustas y están más dispuestas para la anemia; se ruborizan<br />

fácilmente. La inestabilidad es un rasgo asombroso de su organismo en general».<br />

A pesar de esta descripción, la autora afirma, como ya lo hicimos notar y para asombro nuestro: «La<br />

naturaleza no define a la mujer». ¿Quién, entonces? ¿La sociedad? ¿Ella misma? ¿Los infortunados<br />

machos?<br />

«Biológicamente –continúa– los dos rasgos esenciales que categorizan a la Mujer son los siguientes:<br />

su aprehensión del mundo es menos amplia que la del hombre; la mujer está sujeta más<br />

estrechamente a la especie».<br />

¿Por qué, biológicamente? ¿No habíamos quedado en que la biología era una ciencia abstracta,<br />

mirada desde el punto de vista de la existencia? ¿Admite Ud., que esas dos características le han sido<br />

dadas a la Mujer por la Naturaleza? ¿Y que, mientras sea mujer, ella nacerá y morirá con ellas como<br />

cualidades de su ser?<br />

Cuando la autora afirma que «el destino de ella [la mujer] es ser sometida, poseída y explotada como<br />

lo es también la Naturaleza, cuya mágica fertilidad encarna», las reflexiones que suscita son<br />

numerosas.<br />

En primer lugar, la referencia al Destino, que<br />

podría fijar la situación general de la Mujer y<br />

de cada una de las mujeres, y, por qué no, de<br />

cada uno de los hombres también; el Destino<br />

fatal e irrenunciable, la Moira griega;<br />

entonces, las palabras sobran y los hechos no<br />

pueden escapar a esa Ley inexorable.


ella? ¿Debilidad del sexo masculino, en general,<br />

ante el sexo femenino?<br />

¿La Naturaleza, explotada? Si ella es la Totalidad<br />

y nosotros somos parte y hechura suya, ¿cómo<br />

podremos poseerla y, aún más, someterla?<br />

¿Explotarla? ¿Podrían los granos de arena<br />

transformar al desierto o a las gotas de agua<br />

influir sobre el mar?<br />

Por otra parte, esas mujeres que van y vienen,<br />

que salen y entran a su antojo por doquiera, que<br />

hablan y deciden y trabajan o estudian o se<br />

dedican a su hogar, son, ciertamente, sometidas,<br />

poseídas y explotadas?<br />

En verdad que las diferencias entre los pueblos<br />

son muchas y muy grandes y no podemos<br />

olvidar las regiones en que aquellas son víctimas<br />

de un sistema político opresor o de una secta<br />

religiosa o de un cúmulo de supersticiones y<br />

prejuicios.<br />

Debemos estar en guardia para no asombrarnos<br />

durante la lectura de esta obra porque, por<br />

ejemplo, en ella se asegura que «la<br />

desvalorización de la mujer representa una<br />

etapa necesaria en la historia de la humanidad,<br />

porque su prestigio no provenía de su valor<br />

positivo, sino de la debilidad del hombre».<br />

Si se trata de una etapa «necesaria», no hay que<br />

echarle la culpa a nadie de lo que ha ocurrido. Si<br />

el prestigio de la mujer no provenía de ella<br />

misma, la conclusión es lamentable porque la<br />

mujer no ha cambiado ni puede cambiar en lo<br />

fundamental, puesto que es hechura de la<br />

Naturaleza. Si su prestigio provenía de la<br />

debilidad del hombre, la conclusión es la misma,<br />

porque esa debilidad no ha desaparecido,<br />

aunque caben las preguntas: ¿Debilidad ante la<br />

atracción de la mujer? ¿Debilidad en el trato con<br />

Si se habla de la desvalorización de la mujer es<br />

porque antes fue valorada. ¿En general?<br />

Imposible, los pueblos son muchos y muy<br />

diferentes entre sí. ¿Dónde? ¿En Egipto? ¿En<br />

Esparta? ¿En Roma? En el mejor de los casos<br />

fueron hechos aislados que no comprometieron<br />

a la humanidad en general.<br />

Una afirmación más que llama al asombro: «La<br />

mujer se vuelve impura desde que es capaz de<br />

engendrar».<br />

Así, pues, ¿todas son impuras porque son<br />

capaces de engendrar? ¿Y el hombre? ¿No le<br />

toca a él también esta impureza puesto que es<br />

capaz de engendrar? Esta tesis, ¿no se parece<br />

mucho al «pecado original» del cristianismo?<br />

Hombres y mujeres hemos sido hechos, entre<br />

otras cosas, para engendrar. ¿Somos culpables,<br />

por eso? ¿Cumplir una función, seguramente la<br />

primera dictada por la Naturaleza, es un acto<br />

impuro? ¿Estamos manchados por unirnos<br />

hombres y mujeres y tener hijos? Para salvarnos<br />

de la impureza ¿habrá que renunciar al amor, a la<br />

unión íntima y a la perduración de la Especie?<br />

Y, en todo caso ¿por qué culpar sólo a la mujer<br />

de un acto que no podría realizarse sin la<br />

participación del hombre?


La autora incluye muchas citas de diatribas contra la mujer, de las que tomamos algunas:<br />

De Aristóteles: «El esclavo carece totalmente de la libertad de deliberar; la mujer la tiene, pero de<br />

manera débil e ineficaz».<br />

Un aserto parcial que parte de la esclavitud, inconcebible en nuestra época, y que ignora la riqueza<br />

afectiva de la mujer que limita, quizá, la capacidad de deliberar.<br />

De Simónides de Amorga: «Las mujeres son el mayor mal que Dios ha creado».<br />

De Menandro: «La mujer es un dolor que no nos deja».<br />

De Tertuliano: «Mujer, eres la puerta del diablo».<br />

Y, sin embargo, sin la mujer ellos no habrían existido. ¿Y la mujer, convertida en madre? ¿No los llevó<br />

en su seno, no los amamantó, no los defendió de los males del mundo?.<br />

La mujer, según <strong>Simone</strong> de Beauvoir «es un falso Infinito, un Ideal sin verdad, se descubre como finitud<br />

y mediocridad, y al mismo tiempo como mentira. En verdad, ella representa lo cotidiano de la vida, y<br />

es tontería, prudencia, mezquindad y fastidio».<br />

El Ideal es una edificación aérea y el Infinito, un anhelo imposible, pero muchas veces la mujer es la<br />

fuente de inspiración, la Musa por antomasia. Ciertamente, hay un círculo tendido a sus pies, tocado<br />

por el hogar, pero no es encierro.<br />

La visión despiadada no tiene reposo: (la mujer) «está siempre ocupada, pero nunca hace nada. Esa<br />

dependencia respecto de las cosas, consecuencia de la que soporta respecto de las cosas,explica su<br />

prudente economía y su avaricia. Su vida no se dirige hacia finalidades, sino que produce o mantiene<br />

cosas que nunca son más que medios: alimentación, vestido, intermediarios inesenciales entre la vida<br />

animal y la libre existencia».<br />

Por más aéreos o impalpables que sean el Ideal y el anhelo de Infinito, necesitan un punto de apoyo<br />

que nos lo pueda ofrecer una bella mujer silenciosa.<br />

Es imposible evitarlo: nosotros, hijos de la Tierra, vivimos de ambas cosas: una expresión de la<br />

dualidad humana en la unidad de carne y espíritu.<br />

Por otra parte, si la mujer toma a su cargo un conjunto de cosas sin el que nadie puede vivir, habrá que<br />

agradecérselo.<br />

«La mujer se ha consagrado por entero a su propia familia; –continúa la autora– por tanto, no se puede<br />

esperar de ella que trascienda hacia el interés general».<br />

En el Perú, agobiado por las Siete Plagas, la Mujer cumple una labor de salvavidas. En los barrios<br />

marginales, llamados Pueblos Jóvenes, los Clubes de Madres, las Asociaciones del Vaso de Leche, las<br />

Cocinas Familiares, la Defensa común tienen como protagonistas a la Madres. «Ellas trascienden» hacia<br />

el interés general, no con ideas ni especulaciones filosóficas, sino con una acción cotidiana y abnegada<br />

que vale más que todos los libros de filosofía.


Además, ¿puede haber una ocupación más noble que mantener ese pequeño mundo humano que<br />

es el hogar? ¿Hay algo que supere en importancia y trascendencia a la crianza, la alimentación, la<br />

educación y la protección y defensa de los hijos? ¿Vivir por ellos y para ellos no excede a toda obra<br />

humana? La abnegación sin reposo y sin medida, no es una virtud maternal más valiosa que una<br />

obra escrita, aunque su fama sea mundial?<br />

Hay mujeres que trascienden hacia el interés común y que son capaces de cumplir, a la vez, su papel<br />

de madres.<br />

Las hay que sacrifican su destino esencial por el servicio a los demás.<br />

La autora nos dice que «la mujer no encarna ningún concepto fijo; a través de ella que cumple sin<br />

tregua el pasaje de la esperanza al fracaso, del odio al amor, del bien al mal, del mal al bien».<br />

Al parecer, no es pertinente hablar de «conceptos», en este caso, sino de vivencias. Y, al mismo<br />

tiempo de un predominio afectivo, de totalidad cambiante por su propia naturaleza, sobre la elativa<br />

estabilidad natural.<br />

«La mujer –continúa la autora– piensa que ‘toda la culpa’ la tienen los judíos o los masones o los<br />

bolcheviques o el gobierno. Siempre está contra alguien o contra algo. Busca un responsable contra<br />

quien pueda indignarse concretamente: la víctima elegida es el marido. Cuando vuelve, por la<br />

noche, se queja a él de los hijos, de los proveedores, del costo de la vida, de su reumatismo y del<br />

tiempo que hace, y quiere que él se sienta culpable de ser hombre».<br />

«A la mujer –continúa la autora– le han asignado un papel parásito y todo parásito es un<br />

explotador. La mujer miente para retener al hombre».<br />

Lo cierto es que hay mujeres y mujeres, pueblos y pueblos, realidades múltiples y diversas.<br />

Hay un abismo entre la mujer aristocrática y adinerada, que vive en el seno de una capa social<br />

decadente y frívola, y la mujer del nivel medio que multiplica sus actividades para seguir viviendo<br />

en compañía de los suyos y, aún más, la mujer innumerable de las zonas pauperizadas que cubren<br />

la mayor extensión de la Tierra y que, en muchos casos, mantiene viva la llama del amor, ausente<br />

en gran parte de las mansiones deshumanizadas.


«La mujer –son palabras de la autora– no tiene el sentido de LO UNIVERSAL. El mundo se le presenta<br />

como un conjunto de casos singulares y por eso cree más fácilmente en los chismes de una vecina<br />

que en una exposición científica. Respeta el libro impreso sin aferrar su contenido.<br />

Tiene el gusto de la gracia acordada: el comerciante le hará una rebaja y el agente de la policía la<br />

dejará pasar de contramano».<br />

El círculo en que actúa la mujer coincide con el hogar, en que viven y alientan los seres queridos. Ese<br />

círculo se traslada con ella, por decirlo así, a una u otra parte, y las relaciones de carácter familiar<br />

superan a las normas establecidas por el Estado, un ente impalpable, inventado por los hombres.<br />

«Ella –dice la autora– se precipita con tanto gusto hacia la religión porque así colma una profunda<br />

necesidad».<br />

Si la necesidad es profunda, hay que satisfacerla.<br />

¿Cuál es esa necesidad? ¿Metafísica? Muchos de nosotros sentimos que este mundo tangible en el<br />

que afirmamos nuestros pies, está animado por el Espíritu. El poder que hace circular a los astros a la<br />

par que nuestra sangre, se expresa, para muchos, en figuras concretas, desde que el mundo es<br />

mundo. Con ellas se establece una relación familiar. A ellas se recurre cuando las dificultades superan<br />

la capacidad de dominarlas. En este caso, el hogar se dilata y los seres queridos se multiplican.<br />

Las «damas» son tratadas con dureza: «Su vana arrogancia, su radical incapacidad y su ignorancia<br />

obstinada hacen de ellas los seres más inútiles y nulos que haya producido la especie humana».<br />

Sin comentarios.<br />

Quizá, como una continuación de la diatriba anterior, la autora dice: «Mientras la mujer siga siendo<br />

un parásito, no puede participar en la formación de un mundo mejor».<br />

La mujer que no aporta nada a la comunidad, que aun en su hogar se limita a dar órdenes o satisfacer<br />

caprichos; que consume su tiempo en visitar y recibir visitas; en asistir a cocteles y reuniones frívolas;<br />

en llevar y traer chismes; en fingir y agradar, es, ciertamente, un parásito.<br />

«Si es charlatana o escritorzuela –dice la autora– es para engañar a su ociosidad, pues sustituye con<br />

palabras los actos imposibles. Es cierto que, por lo general, carece de verdadero orgullo».


Cuando la autora se refiere a la adolescencia, lo<br />

hace también con su habitual actitud de<br />

rebeldía ante la Naturaleza y, por supuesto,<br />

incurre en un error. «Durante toda su infancia –<br />

dice– la niña ha sido mutilada».<br />

¿Mutilada? ¿Por qué? Ella nos da la respuesta:<br />

«por la falta de pene».<br />

Esta afirmación, ¿tiene un sustento científico?<br />

En una conferencia de Wilhelm Stekel sobre el<br />

Psicoanálisis (París, 1932) hubo una referencia<br />

a este tema: «Se supuso pronto –dijo– que la<br />

mujer cree que originariamente era hombre,<br />

castrado por su madre y por su padre, y<br />

privado de su virilidad durante el primer<br />

período de existencia».<br />

Stekel añade lo siguiente: «Se han escrito<br />

muchos libros sobre la construcción del<br />

carácter femenino por la influencia de ese<br />

famoso ‘complejo de la castración’, al que se da<br />

una importancia ridícula en los análisis<br />

freudianos. La verdad es que se le encuentra<br />

muy raramente si se le quiere encontrar, y si no<br />

se sugiere ese pensamiento al paciente,<br />

dispuesto fácilmente a extraviarse por una falsa<br />

pista».<br />

Encontramos un alivio en otras páginas<br />

referentes a la mujer: «Lo más valioso de la<br />

mujer es que algo de ella escapa a todo abrazo.<br />

El vientre femenino es el símbolo de la<br />

inmanencia, de la profundidad. Transporta al<br />

hogar el calor y la intimidad de la matriz. Ella es<br />

el alma de la casa, de la familia y del hogar. Ella<br />

es la Gracia, que conduce al Cristianismo hacia<br />

Dios; ella es Beatriz que guía a Dante; es Laura<br />

que llama a Petrarca. Se presenta como la<br />

Armonía , la Razón, la Verdad: Entonces la<br />

mujer ya no es carne sino cuerpo glorioso».<br />

«La mujer es fisis y antífisis al mismo tiempo;<br />

encarna a la Naturaleza tanto como a la<br />

Sociedad. Ella es la Vida y la Muerte, la<br />

Naturaleza y el Artificio, la Luz y la Noche».<br />

Si la Mujer es todo eso –y lo es– ¿por qué<br />

arrebatarla del hogar, que desaparecería con<br />

ella? Si el hogar es, en cierto modo, una<br />

prolongación de la matriz, ¿por qué pretender<br />

su eliminación en nombre de una absurda<br />

independencia, concebida en una estancia<br />

cerrada a la luz y el aire? ¿Por qué arrebatarles a<br />

todos, mujeres y hombres, el amor y, con él, la<br />

felicidad? ¿Se ignora que la etapa de la vida<br />

infantil es decisiva en el curso de la vida<br />

humana? ¿Hay algo más tierno y profundo que<br />

el amor maternal?<br />

El hogar es un pequeño mundo, es nuestro<br />

Mundo. En medio de la multitud anónima que<br />

se desborda por las calles, de los ruidos<br />

incesantes, de los conflictos cotidianos, de la<br />

delincuencia, del narcotráfico, de los negocios<br />

de la buena o mala ley, del tráfico de mercancías<br />

y de conciencias, existe un refugio al que nos es<br />

posible acogernos después de la lucha diaria.<br />

El hogar es la llama sagrada: el amor de la<br />

Madre. «La mujer equilibrada, sana y consciente<br />

de sus responsabilidades –continúa la autora–<br />

es la única capaz de llegar a ser una ‘buena<br />

madre’».<br />

Precisamente, la «responsabilidad» de la mujer,<br />

sin grados y sin atenuantes, es ser buena madre.<br />

De ella, de su estatura moral, de su capacidad<br />

de amor y de ternura, de su abnegación y su<br />

coraje dependen la tónica del hogar, el respeto y<br />

la colaboración del compañero, la felicidad y el<br />

desarrollo normal de los hijos.<br />

Aún más:<br />

«Hacia los 35 años la mujer alcanza su pleno<br />

desarrollo erótico.<br />

En la mujer que envejece es un sentimiento de<br />

despersonalización que le hace perder toda<br />

señal objetiva.


la mujer.<br />

La primera afirmación que encontramos al<br />

respecto, es discutible: «El gran Pan empieza a<br />

marchitarse cuando repercute el primer<br />

martillazo y se inicia el reinado del hombre, que<br />

se entera de su poder».<br />

De cada diez erotómanos nueve son mujeres y<br />

casi todas tienen entre 40 y 50 años.<br />

La coqueta, la enamorada o la disipada se<br />

vuelven devotas en el momento de la<br />

menopausia.<br />

En el hijo [la madre] busca un dios, pero en su<br />

hija encuentra un doble.<br />

La lamentable tragedia de la mujer de edad: se<br />

sabe inútil. De coqueta se transforma en<br />

comadre.<br />

Por lo general, la mujer vieja encuentra la<br />

serenidad total hacia el final de la vida».<br />

La enumeración de estas variantes, manifiestas<br />

en un buen número de casos, constituye una<br />

prueba más, por si hiciera falta, del imperio que<br />

la Naturaleza ejerce sobre nosotros.<br />

No es por la propia voluntad que la mujer<br />

alcanza su pleno desarrollo erótico a<br />

determinada edad, ni el cambio de la coqueta<br />

por lo devota, ni la serenidad antes del punto<br />

final.<br />

Es por un imperativo al que estamos sometidos<br />

y que se cumple en todos los seres. Sólo<br />

cambian las formas, los grados y los plazos, pero<br />

es inevitable seguir la curva impuesta por la<br />

Totalidad.<br />

La autora se refiere al hombre, o al «macho»,<br />

como ella se complace en llamarlo, y lo hace<br />

brevemente, puesto que la obra está dedicada a<br />

Si con Pan se quiere referir a la edad agraria, sin<br />

componentes mecánicos, en la cual se pretende<br />

sugerir que hubo el predominio de la mujer, la<br />

objeción es que esa afirmación no tiene<br />

sustento histórico, si, por otra parte, con el<br />

«primer martillazo» comienza el uso de los más<br />

variados instrumentos, antecedentes<br />

inmediatos de la artesanía y, más adelante, de<br />

la industria, y el formidable desarrollo que se<br />

manifiesta en la electrónica, la robotería y los<br />

mil inventos que están transformando al<br />

mundo, habrá que admitir que se trata de un<br />

proceso histórico que favorece a todos, siempre<br />

que se mantenga permanente al servicio de la<br />

especie humana.<br />

«La vida del hombre –dice la autora– no es<br />

nunca ni plenitud ni reposo, sino carencia y<br />

movimiento, lucha. El hombre encuentra a la<br />

Naturaleza enfrente de sí; tiene poder sobre<br />

ella e intenta apropiársela. Pero a él no le<br />

gustan las dificultades, y tiene miedo al peligro.<br />

Aspira, contradictoriamente, a la vida y al<br />

reposo».<br />

La primera parte de esta afirmación es<br />

comprensible.<br />

Lo que viene en seguida es discutible. Lo<br />

importante es aquí la idea que se tiene de la<br />

Naturaleza. Si ella es la Totalidad, como lo<br />

venimos repitiendo; si somos parte de la misma<br />

y la tenemos dentro, es aventurado hablar de<br />

un enfrentamiento y, mucho menos de un<br />

poder que no existe y de un intento que sería<br />

absurdo.<br />

Cuando la autora afirma que al hombre no le<br />

gusta las dificultades y aspira al reposo, incurre


en una contradicción, pues al principio dice que<br />

la vida del hombre no es plenitud ni reposo, y,<br />

además, cae en un error que la historia y la más<br />

ligera observación lo demuestran con una<br />

sucesión de casos innumerables.<br />

Nos encontramos, en este punto, con una<br />

diferencia notable entre el hombre y la mujer,<br />

considerados ambos a plenitud, verdaderos y<br />

representativos.<br />

La Mujer aspira, fundamentalmente, a la<br />

maternidad y el hogar. El Hombre aspira,<br />

fundamentalmente también, a la realización de<br />

su obra.<br />

He aquí un párrafo inquietante:<br />

«Él [el macho] es un niño, un cuerpo<br />

contingente y vulnerable, un cándido, un<br />

aberrojo importuno, un mezquino tirano, un<br />

egoísta y un vanidoso, pero es también el héroe<br />

liberador, la divinidad que dispensa los valores.<br />

Su deseo es un apetito grosero y sus abrazos un<br />

yugo degradante. Cuando una mujer dice en<br />

éxtasis: ¡Es un hombre!, evoca a la vez el vigor<br />

sexual y la eficacia social del macho a quien<br />

admira».<br />

Todos somos vulnerables, unos más que otros.<br />

No todos somos cándidos ni mezquinos, ni<br />

tiranos ni egoístas ni vanidosos.<br />

Nuestro deseo no es apetito grosero, puesto<br />

que fluye de nuestro ser, y nuestros abrazos no<br />

son un yugo degradante sino una comunión de<br />

dos seres nacidos para amarse y estrecharse,<br />

pues no sólo abraza el hombre a la mujer sino<br />

la mujer al hombre. En suma: se abrazan los<br />

dos.<br />

¿El abrazo, un yugo degradante? El abrazo, el<br />

amor, el hogar, como yugos degradantes, tiene<br />

un antecedente en Les Femmes Savantes de<br />

Molière.<br />

Armanda reprocha a Enriqueta su inclinación al<br />

matrimonio: «¡Dios mío, de qué baja condición<br />

es vuestro espíritu! ¡Qué personaje más inferior<br />

representáis en el mundo, reduciéndolos a los<br />

usos del hogar, no vislumbrando más placeres<br />

conmovedores que los de idolatrar a un marido<br />

y a unos rorros! Dejad a la gente ordinaria y a<br />

las personas vulgares las groseras diversiones<br />

de esa clase de asuntos. Llevad vuestros deseos<br />

a más altos objetos, pensad en gozar de<br />

placeres más nobles, y tratando con desprecio<br />

a los sentidos y a la materia, entregaos, como<br />

yo, por entero, al espíritu».<br />

Naturalmente, esto es ridículo. Molière escribió<br />

su obra para anonadar con ella a las sabiondas.<br />

Que hoy tome alguien en serio este tema, es<br />

doblemente ridículo.<br />

«También para el hombre –dice la autora– el<br />

matrimonio es una servidumbre, y es entonces<br />

cuando cae en la trampa tendida por la<br />

Naturaleza por haber deseado a una joven<br />

fresca durante toda su vida, el macho ha de<br />

nutrir a una matrona gorda, a una vieja reseca;<br />

la delicada joya destinada a embellecer su<br />

existencia se convierte en un fardo odioso».<br />

Nuestro destino es ése: El mundo maravilloso<br />

de la infancia deja el paso a la inseguridad y la<br />

vida interior del adolescente, al despertar del<br />

amor, a la unión íntima con otro ser, a la<br />

conjunción de caracteres, a la embriaguez<br />

romántica, a la aventura del matrimonio, a la<br />

edificación del hogar, al advenimiento de los<br />

hijos, que vienen, literalmente, a reemplazar a<br />

sus progenitores; a la belleza que se esfuma y –<br />

debería ocurrir– a la admisión de un cambio<br />

inexorable, porque hemos nacido para crecer y<br />

decrecer, para amar y desamar, para nacer y<br />

morir, pues para todo hay un momento, como<br />

lo dice el Eclesiastés.<br />

La autora dedica pocas líneas a las relaciones<br />

entre hombres y mujeres. «Los machos y las<br />

hembras –dice– son dos tipos de individuos<br />

que se diferencian en el seno de la especie con<br />

vistas a la reproducción, no es posible definirlos


sino correlativamente». Si hemos nacido para reproducirnos –y algo más–; si permanecemos en el<br />

seno de la Especie, a la cual pertenecemos, por tanto, cualquier conato de «independencia», frente a la<br />

totalidad de la que somos parte, es ridículo, otra vez.<br />

Hombre y mujer o mujer y hombre, somos inseparables. No se trata, en consecuencia, de la mujer<br />

independiente del hombre y del hombre independiente de la mujer. Somos interdependientes. Somos<br />

miembros de la Naturaleza y del mundo creado por nuestros antecesores y mantenido y disfrutado por<br />

nosotros mismos. En un amplio espacio o en nuestro pequeño reducto, vivimos y continuamos tejiendo<br />

la interminable tela de la Historia.<br />

«Tiene razón Hegel –continúa la autora– cuando ve en el macho elementos subjetivos, en tanto que la<br />

hembra es la presa de la especie».<br />

Los términos son discutibles, pero la verdad, repetida aquí numerosas veces, implica el reconocimiento<br />

que la Naturaleza es el principio y la razón suprema de todas las cosas. Constituye, por tanto, una<br />

actitud errónea y aun ridícula, la rebelión contra ella, partiendo de una sociedad y una cultura<br />

determinada, menos de una gota de agua en el mar insondable del Universo.<br />

«Si se la compara con el macho (a la mujer) –son sus palabras– éste se presenta como infinitamente<br />

priviligiado. Término medio, las mujeres también viven más que él, pero se enferman mucho más a<br />

menudo».<br />

Hay una cita de Lévi-Strauss: «La autoridad pública o simplemente social pertenece siempre a los<br />

hombres».<br />

Continúa la autora: «El hombre busca en la mujer al Otro como Naturaleza y como su semejante. Ella<br />

es la tierra y el hombre la simiente».<br />

Y algo más:<br />

«Un hijo es una riqueza y un tesoro, pero también es una carga y un tirano».<br />

«Por lo general, la maternidad es un extraño compromiso de narcisismo, altruismo, sueños, sinceridad,<br />

mala fe, devoción y cinismo».<br />

El deslumbramiento del primer amor, la sorpresa del primer goce carnal, el arrebato de las uniones<br />

íntimas, ocurren porque uno entra en el Reino de la Naturaleza, atractivo, misterioso y dominante, ante<br />

el cual sólo cabe el abandono de sí mismo y la entrega total.<br />

En la maternidad ocurre algo semejante. La concepción, el desarrollo del nuevo ser en el vientre de la<br />

madre, el nacimiento, la lactancia, exceden los límites de la individualidad porque pertenecen al Reino<br />

del que hablábamos antes.<br />

Al término de este capítulo dedicado a <strong>Simone</strong> de Beauvoir y sus opiniones sobre la mujer, es preciso<br />

hacer notar que, aparte de los errores ya señalados, hay otros, manifiestos, como cuando ella afirma:<br />

«No hay madres ‘desnaturalizadas’ porque el amor maternal no tiene nada de natural, pero,<br />

precisamente por eso hay madres desnaturalizadas».


Máximo Gorki contempla a Tolstoi y dice:<br />

«Parece un dios, ni hebreo ni griego, pero sí, un<br />

dios ruso ‘sentado sobre un trono de arce bajo<br />

un tilo dorado’ sin gran majestad pero más sutil<br />

que todos los otros dioses».<br />

SIMONE DE BEAUVOIR: UN SÍMBOLO DE<br />

MUJER<br />

¿Que el amor maternal no es natural? ¿Podrá<br />

afirmarlo así un hombre de ciencia? Para<br />

empezar, ¿no somos nosotros naturales,<br />

hombres y mujeres? Naturales siempre, aunque<br />

la sociedad y la cultura nos vayan revistiendo<br />

incesantemente.<br />

Los animales y nosotros lo somos,<br />

fundamentalmente– protegen a sus crías, hasta<br />

el sacrificio, si es necesario.<br />

Las mujeres enteras y verdaderas (los adjetivos<br />

son de Unamuno) también lo hacen y muchas<br />

de ellas sólo viven ya para sus hijos. También<br />

hay animales hembras desnaturalizadas, pero<br />

constituyen la excepción que confirma la regla.<br />

Cuando la autora afirma: «A decir verdad, no se<br />

nace genio: llega uno a serlo», su error es<br />

mayúsculo. Por tanto, Platón, Leonardo, Goethe,<br />

«se hicieron» genios? ¿Por qué no, los demás?<br />

¿Qué es un genio? Es una revelación de la<br />

divinidad.<br />

14 de abril. La mujer del día es hoy <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir, una mujer excepcional de imposible<br />

descripción. Podemos decir que era filósofa,<br />

escritora, activista, feminista,<br />

existencialista...pero no hay palabras para<br />

plasmar el significado del legado de esta mujer<br />

que cambió la vida de todas las mujeres. No le<br />

debemos a <strong>Simone</strong> de Beauvoir el feminismo,<br />

sino la visibilidad de la mujer en el mundo<br />

contemporáneo.<br />

El segundo sexo<br />

En los años 50 una voz femenina se alzó para<br />

pedir, alto y claro, la igualdad entre hombres y<br />

mujeres. Con un título de lo más elocuente, "El<br />

segundo sexo", <strong>Simone</strong> de Beauvoir tejió una<br />

serie de teorías que escandalizaron a unos y<br />

encandilaron a otras. Que la mujer vive atrapada<br />

en estereotipos socio culturales es algo que hoy<br />

podemos reconocer sin mayores problemas,<br />

pero en aquel entonces supuso toda una<br />

revolución y un aliento para todas aquellas<br />

mujeres que no querían quedarse en el segundo<br />

plano.<br />

Cuando, a la muerte de Hugo, ocurre una<br />

apoteosis multitudinaria, Barrés ve que «el<br />

inmenso oleaje humano avanza delirando de<br />

asombro por haber hecho un dios» y Romain<br />

Rolland dice que «el dios dormía vencedor sobre<br />

el campo de gloria».


El segundo sexo, el sexo débil, la mujer relegada<br />

al hogar...eran conceptos que poco a poco<br />

<strong>Simone</strong> iba desmontando. Si <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir es un mito del feminismo, un icono de<br />

la igualdad y una heroína en la lucha de la mujer<br />

es porque sus teorías calaron hondo en una<br />

sociedad que estaba preparándose para el<br />

cambio, para la revolución firmada con nombre<br />

de mujer. El cambio social cuajó, las teorías de<br />

<strong>Simone</strong> respecto a la mujer son hoy aceptadas,<br />

incluso se tomaron medidas legislativas para<br />

equilibrar géneros, o sexos, pero<br />

lamentablemente no son puestas en práctica.<br />

Decía <strong>Simone</strong> que "la mujer no nace, se hace",<br />

porque no hay una esencia femenina que nos<br />

conduzca irremediablemente a situarnos en<br />

la posición social en la que nos encontramos.<br />

Otros dicen que "detrás de un gran hombre, hay<br />

una gran mujer", en una clara evidencia de que<br />

los presupuestos de <strong>Simone</strong> de Beauvoir deben<br />

luchar contra todo un tejido milenario de<br />

ideología patriarcal.<br />

La contradicción de <strong>Simone</strong> de Beauvoir<br />

Para ser una persona que luchó por la igualdad y<br />

la independencia de la mujer, el destino le jugó<br />

una mala pasada al mantener su<br />

imagen eternamente ligada a su pareja<br />

sentimental, el filósofo existencialista Jean Paul<br />

Sartre. Parece como si las crónicas quisieran<br />

reforzar la personalidad de esta mujer<br />

excepcional al lado de la ese hombre, también<br />

excepcional, que fue Sartre.<br />

Una contradicción que vamos a pasar por alto<br />

centrándonos en el legado de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir como teórica y como practicante de<br />

una nueva forma de vida. Y seguiremos<br />

luchando por su pensamiento que es el<br />

pensamiento de todas las mujeres que<br />

deseamos ser libres de una vez por todas, que<br />

deseamos desarrollarnos sin los obstáculos que<br />

impone el machismo, que queremos que se nos<br />

escuche y que pedimos el respeto a nuestra<br />

individualidad.<br />

POR QUÉ SOY FEMINISTA?: SIMONE DE<br />

BEAUVOIR EN EXCLUSIVA ENTREVISTA PARA LA<br />

TV<br />

En el 30 aniversario de su muerte, rescatamos<br />

una de las escasas entrevistas televisivas<br />

concedida por la autora de 'El segundo sexo'<br />

Texto originalmente publicado en CTXT<br />

El pasado 14 de abril se cumplió el trigésimo<br />

aniversario de la muerte de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir. La novelista y filósofa francesa,<br />

conocida por su compromiso izquierdista y<br />

feminista, revolucionó el mundo intelectual y<br />

militante con la publicación en 1949 de su<br />

obra Le deuxième sexe (El segundo sexo). Este<br />

ensayo, una de las obras fundacionales de la<br />

segunda ola del feminismo, no sólo denunciaba<br />

la opresión de las mujeres. Iba incluso más allá<br />

al demostrar que tanto ésta como los roles<br />

asignados a los hombres y a las mujeres no<br />

estaban basados en diferencias biológicas, sino<br />

que eran construcciones sociales: "No se nace<br />

mujer, se llega a serlo".<br />

CTXT ofrece la transcripción y traducción de una<br />

de las escasas entrevistas televisivas concedida<br />

por la escritora. El 6 de abril de 1975 el<br />

periodista Jean Louis Servan Schreiber mantenía<br />

esta larga conversación con Beauvoir.<br />

BUENAS NOCHES.<br />

Probablemente es la primera vez que veis a<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir. Como Jean-Paul Sartre, su<br />

compañero de vida, hasta este año se negaba a<br />

aparecer en televisión.<br />

El público la conoce por sus obras y novelas<br />

como Les Mandarins (Los Mandarines), premio<br />

Goncourt 1954, o Les mémoires d'une fille<br />

rangée (Memorias de una joven formal), ya que<br />

Beauvoir se cuenta entre los grandes escritores<br />

actuales. Pero es por un ensayo, Le deuxième<br />

sexe (El segundo sexo), publicado hace más de<br />

25 años, por el que ha jugado un papel histórico<br />

en la evolución de las ideas de nuestra época.


Estos dos densos volúmenes, difíciles, describían<br />

y explicaban, por primera vez, el papel<br />

secundario que ocupan las mujeres en la<br />

humanidad. Si El Capital de Marx sirve de<br />

referencia ideológica para los comunistas, las<br />

feministas del mundo entero tienen este libro.<br />

Algunos encontrarán que esta comparación es<br />

desproporcionada, puesto que todavía no son<br />

capaces de medir el alcance de las<br />

transformaciones que el éxito del feminismo<br />

producirá en el mundo en el que vivimos. Es esta<br />

fuerza naciente, portadora de un cambio profundo, lo que <strong>Simone</strong> de Beauvoir nos explicará esta<br />

noche.<br />

Si tuviéramos que hacer un resumen del El segundo sexo, lo que evidentemente es muy complicado,<br />

éste podría quizás girar alrededor de una idea, que ha sido a menudo recuperada desde entonces, pero<br />

que me gustaría que me explicara: no se nace mujer, se hace.<br />

Sí, esa es la fórmula que resume la totalidad de mis tesis. Lo que significa es muy simple, quiere decir<br />

que ser mujer no es un hecho natural, es el resultado de una historia. No existe ningún instinto<br />

biológico o psicológico que defina a la mujer como tal. Es la historia la que la construye. Primero, la<br />

historia de una civilización que determina su situación actual. Y, por otra parte, para cada mujer<br />

particular, es la historia de su vida, de su infancia la que que la determina como mujer, la que crea en<br />

ella algo que no es dado desde el nacimiento, el "eterno femenino", la "feminidad". En los estudios<br />

psicológicos realizados con niños se muestra cómo se profundiza más en la cuestión de la sensibilidad<br />

en los bebés femeninos, como la bebé es construida para convertirse en una mujer. Hay un excelente<br />

libro que acaba de escribir la escritora italiana Elena Belotti, Del lado de las niñas, donde se muestra<br />

cómo desde antes de que el niño nazca o sea incluso consciente, se inscribe esto en su cuerpo, en la<br />

manera de mamar, de acunar, etcétera. Se inscribe en su cuerpo lo que más tarde aparecerá como un<br />

destino.<br />

Usted considera que las diferencias biológicas, evidentes, no juegan un papel en el comportamiento<br />

posterior del individuo.<br />

Creo que ciertamente pueden jugar un papel, pero la importancia que se les da, viene del contexto<br />

social en el que se sitúan. Es muy importante que una mujer pueda estar embarazada, tener hijos, cosa<br />

que el hombre no. Constituye una gran diferencia entre los dos pero no es ésta la que fundamenta las<br />

diferencias de estatus, la explotación y la opresión a la que está sometida la mujer. Es, en cierta medida,<br />

un pretexto a partir del cual se construye la condición femenina, pero no es lo que la determina.<br />

Cuando habla de opresión o explotación, se presupone una voluntad en un momento dado, no es<br />

simplemente accidental. ¿Dónde traza el origen de esta voluntad en el plano histórico?<br />

Se remonta a los albores del tiempo. Hay que partir de la idea de que "el hombre es un lobo para el<br />

hombre", de que existía la escasez, de que no existían suficientes recursos para todo el mundo. Hubo un<br />

momento en los albores del tiempo en el que el físico contaba enormemente, los más fuertes se


apropiaban el poder para conseguir también una preeminencia económica, para ser básicamente los<br />

que siempre estaban seguros de comer. En China, por ejemplo, donde había mucha pobreza, se dejaba<br />

morir, se mataba a las niñas pequeñas y se impedía a las mujeres participar en la producción, de forma<br />

que el hombre tuviera todo entre manos. Ha sido así siempre, no me da tiempo a explicar la historia de<br />

la mujer, pero es evidente que ha habido siempre una voluntad de los hombres de hacerse con el poder.<br />

Por ejemplo, en los inicios de la Edad Media las mujeres tenían mucho poder como médicos, conocían<br />

muchos remedios, hierbas muy valiosas... Pues bien, los hombres les arrebataron la medicina. Todas las<br />

persecuciones contra las brujas estuvieron esencialmente fundadas en esta voluntad de los hombres de<br />

apartar a la mujer de la medicina y del poder que ésta les daba. Después, en los siglos XVI y XVII, hubo<br />

reglamentos que prohibían rigurosamente, bajo pena de muerte o de multa, que la mujer ejerciera la<br />

medicina si no había estudiado en ciertas escuelas donde no se las aceptaba. Las mujeres fueron<br />

relegadas al rol de enfermera, comadrona, o asistenta. Si nos centramos en otros ámbitos,<br />

comprobaríamos que se han producido los mismos procesos. Ahora, la voluntad es más la de mantener<br />

ciertas barreras cuando la mujer quiere acceder a ciertas cualificaciones o a ciertos poderes.<br />

En sus memorias dice que escribiendo Le deuxième sexe se dio cuenta de que descubría con cuarenta<br />

años una situación que le parecía evidente una vez que uno se percataba de ella. ¿Cómo puede ser que<br />

una mujer como usted, intelectual, con grandes estudios, no haya vislumbrado antes la situación que<br />

describe?<br />

Porque he vivido mi propia condición, la de intelectual que tenía la suerte de ejercer una profesión<br />

donde no había competición con los hombres ya que la enseñanza está abierta a ambos. Había tenido<br />

compañeros en la Sorbona o en otros lugares que en el plano intelectual dominaban perfectamente la<br />

idea de igualdad. No había sentido eso. Como tampoco nunca quise casarme ni tener hijos, no he<br />

tenido una vida doméstica que es lo más opresor para la condición femenina. Había escapado a la<br />

servidumbre que implica la condición femenina. Más tarde, cuando empecé a reflexionar, a mirar a mi<br />

alrededor, vi la verdad sobre la condición femenina. La descubrí en gran parte al escribir Le deuxième<br />

sexe.<br />

Es posible que en sus orígenes no fuese un estudio destinado a transformar la condición de la mujer,<br />

sino más bien una búsqueda intelectual...<br />

Era un estudio teórico, mucho más que un trabajo de militancia. De hecho, estoy muy contenta de que<br />

luego haya podido ser utilizado por las militantes. Ahora tienen un rol de militancia, pero no fue para<br />

nada concebido para eso.<br />

Ha descubierto una situación que, como usted misma dice, parecía una evidencia. ¿Cómo explica que<br />

en los últimos 150 haya habido muchas mujeres que han realizado estudios, que han podido acceder<br />

al mismo nivel cultural que los hombres, pero que no se haya llegado a esta evidencia de que las<br />

mujeres tienen un papel secundario en la historia de la humanidad?<br />

Porque los hombres no tenían interés en formularla.<br />

Pero las mujeres podían hacerlo. Tenían el derecho.<br />

Ha habido mujeres que han lanzado gritos de protesta, por ejemplo, en Inglaterra. Pero no ha sido un<br />

grito de revuelta que se haya escuchado o que haya tenido repercusión. Pienso que se debe a que en su<br />

conjunto las mujeres tampoco son feministas. Si algunas de ellas han levantado la voz, sus gritos no han


sido escuchados por las otras. Hay razones para<br />

explicar esta actitud pasiva o resignada de las<br />

mujeres. Resignación que va acompañada de<br />

recriminaciones, de emociones, pero que muy<br />

rara vez se ha trasladado a una revuelta. En<br />

primer lugar, la educación de la mujer en su<br />

tierna infancia. Son estructuras depositadas en<br />

ellas, muy difíciles de despegar del todo.<br />

¿Podría darnos un ejemplo? Habla usted de la<br />

"tierna infancia". ¿A qué edad es esto? ¿A qué<br />

tipo de trato se refiere?<br />

En el<br />

libro de la pediatra italiana Belotti se<br />

enseña que al amamantar la madre no lo hace igual con la niña que con el niño. Se incentiva una cierta<br />

manera de mamar mucho más agresiva en el niño que en la niña. Cuando luego el niño toma iniciativas<br />

independientes o insolentes o quiere ciertas cosas, se le incentiva. En cambio, a la niña se la pone en su<br />

sitio enseguida. Además, en la vida del niño habrá muchas cuidadoras o madres a las que les divertirá,<br />

jugarán con él, harán de él un pequeño personaje, con lo que el niño, con dos o tres años, estará ya<br />

acostumbrado a exhibirse. En cambio a la niña se le enseña a esconderse, a no mostrarse. A las niñas se<br />

les enseña a ser pudorosas, lo que es un comportamiento construido.<br />

Entonces, dicho de otro modo, ¿son las madres las que inician esta discriminación?<br />

En gran parte, sí. Son hijas de la Mujer y cuidan esta tradición. Tienen tan anclado este modelo<br />

femenino que imaginan que una mujer que no sea como ellas es un monstruo. Y quieren, por tanto, que<br />

la niña sea muy femenina. Pero a la vez, lo hacen bajo la presión evidente de los hombres. Son ellos los<br />

que han enseñado a las mujeres a comportarse como dependientes, pasivas, sumisas, etcétera.<br />

¿No será también una razón puramente económica? Hasta hace muy poco lo mejor que podía<br />

sucederle a una chica era ser bella, deseable por los hombres, y hallar así un soporte financiero<br />

mediante el matrimonio.<br />

Por supuesto, es una condición económica, pero que viene siempre de lo que decía antes. ¿Por qué se<br />

da? Porque los hombres han acaparado las<br />

profesiones, sobre todo, las interesantes, al<br />

contrario que en el ámbito rural donde las<br />

campesinas trabajan lo mismo que los hombres.<br />

En las profesiones superiores, los hombres se han<br />

esforzado por persuadir a las mujeres de que no<br />

debían sufrir económicamente, de que tenían que<br />

apoyarse en un marido y ocuparse del trabajo<br />

doméstico. Una de las claves de la condición<br />

impuesta de la mujer es este trabajo que les<br />

extorsiona. Un trabajo no asalariado, no pagado,<br />

que le permite solamente ser mantenida más o<br />

menos miserablemente por su marido. El valor


aportado por este trabajo no es reconocido. No me<br />

acuerdo muy bien de las cifras, pero en 1955<br />

hicimos una estadística que mostraba que por cada<br />

45.000 trabajos remunerados en Francia en un año,<br />

había cerca de 46.000 trabajos domésticos, no<br />

retribuidos. Si las mujeres hiciesen una revolución<br />

en el ámbito del trabajo doméstico, si lo rechazaran,<br />

si obligaran al hombre a hacerlo con ellas, si dejase<br />

de ser un trabajo clandestino al que están por así<br />

decirlo condenadas, ya que pasarse toda su vida en<br />

un trabajo que no tiene nada de productivo es una<br />

condena, toda la sociedad se transformaría.<br />

Dice que "no tiene nada de productivo", pero hay muchas mujeres que piensan que la educación de sus<br />

hijos, algo tremendamente complicado, el educar a una generación entera en las mejores condiciones<br />

posibles, lo que recae esencialmente sobre las mujeres, así como asegurar una calidad de vida es algo<br />

que cuenta...<br />

No he dicho que no cuente, he dicho que no es productivo, que no produce valor económico. Este<br />

trabajo es quizás muy enriquecedor, pero en realidad existe una gran dependencia. La mujer sólo puede<br />

realizarlo si es mantenida por un marido que se gane la vida. Y si el marido se cansa de su mujer o<br />

encuentra a otra o simplemente se produce una separación, ella se queda sin recursos. Conozco bien<br />

esto porque me llegan muchas cartas de mujeres, después de publicar mi libro, que me explican su<br />

situación. Hay una historia que he encontrado muy frecuentemente, la de una mujer que se casa con 20<br />

años, que disfruta de cuidar de su casa, de educar a sus hijos, que es muy feliz; pero de repente con 30<br />

años ya no funciona y se queda sin nada y con la carga de sus hijos. Ahí es cuando se arrepienten de no<br />

haber aprendido una profesión e incluso de haber conservado una cierta independencia económica.<br />

Usted pone el caso de una mujer de 30 años, pero con esa edad existen posibilidades de reconstruirse.<br />

Una mujer de 50 años no tiene, sin embargo, posibilidad alguna de reconstruir su vida. La reforma de la<br />

ley de divorcio pone el acento en este tipo de casos, en los que una mujer de 50 años sin profesión se<br />

ve completamente expuesta.<br />

Esto también es cierto para una mujer de 40. A esa edad no le da ya tiempo de aprender una profesión.<br />

Existen casos de reconversión realmente sorprendentes, son excepciones que exigen muchísima energía<br />

de la mujer para lograr reconstruirse una vida, sola, sin hijos o que ya son mayores, sin marido para<br />

apoyarla. Si tiene marido, sólo le queda ese marido, no está integrada en la sociedad de manera que sea<br />

interesante para ella.<br />

Habla de las reacciones en las cartas de sus lectoras, pero cuando salió El segundo sexo, incluso si no<br />

era una obra militante, fue un escándalo intelectual para mucha gente.<br />

En Francia, se desató la maquinaria contra ella. Hubo muchos hombres que aborrecieron la obra. Hasta<br />

hombres que pensaba que eran de izquierdas, igualitarios, se han rebotado con este libro.<br />

¿Por qué se ponía en duda su supremacía?<br />

Porque se ponía en duda su supremacía, porque ridiculizaba al "hombre francés". El libro ha tenido una


mejor acogida en América. Quizás porque allí había un sentimiento más fuerte de igualdad entre<br />

hombres y mujeres. Mi libro tuvo mucha acogida entre las mujeres, pero poco a poco ha sido más<br />

conocido y he recibido todas esas cartas.<br />

En Estados Unidos se vendieron 750.000 ejemplares.<br />

Ahora llegamos al millón, en libro de bolsillo, evidentemente.<br />

En Francia fue un éxito muy rápido.<br />

Tuvo un éxito muy rápido, pero no sabría decirle las cifras. Ahora que se ha publicado en bolsillo creo<br />

que ha llegado a mucho más público. Pero ha tenido una acogida muy mala. Las críticas que más me<br />

han decepcionado son las de los hombres que creía igualitarios. Hay comunistas que han escupido en el<br />

libro, diciendo que a las obreras les da igual lo que escribo. Esto es completamente falso. El libro va<br />

destinado más a las mujeres obreras que a las burguesas.<br />

¿Por qué los comunistas son reticentes a sus ideas?<br />

Ahora lo son menos. En realidad toda la relación del comunismo con la mujer es difícil, ya que<br />

consideraban que el problema de ésta es secundario, que la contradicción de los sexos es secundaria,<br />

frente a la de clases, que es primaria. En conjunto, los problemas de las mujeres están completamente<br />

subordinados a los de clase.<br />

Entonces, ¿la idea es que si hay una revolución, la situación de la mujer cambiará automáticamente?<br />

Sí. Y tengo que decir que en 1949, cuando escribí este libro, dudaba poco de eso. Creía que había que<br />

militar por la revolución, soy completamente de izquierdas y busco el derrocamiento del sistema, la<br />

caída del capitalismo. Pensaba que sólo hacía falta eso para que la situación de la mujer fuese igual<br />

que la del hombre. Después me di cuenta de que me equivocaba. Ni en la URSS, ni en Checoslovaquia,<br />

ni en ningún país socialista, ni en los partidos comunistas, ni en los sindicatos, ni siquiera en los<br />

movimientos de vanguardia, el destino de la mujer es el mismo que el del hombre. Esto es lo que me<br />

convenció para convertirme en feminista y de manera bastante militante. He comprendido que existe<br />

una lucha puramente feminista y que ésta pelea contra los valores patriarcales, que no debemos


confundir con los capitalistas. Para mí, las dos luchas han de ir juntas. Parece<br />

imposible que el destino de la mujer cambie profundamente si el destino de la<br />

sociedad no cambia profundamente en cuanto a la lucha de clases. Pero<br />

también parece ilusorio pensar que la lucha de clases sirva por completo,<br />

tiene que existir una lucha específicamente para la mujer.<br />

Entonces, ¿quiere decir que el feminismo tiene un papel que desempeñar en<br />

nuestra sociedad, pero también en los países comunistas, donde de<br />

momento no existe?<br />

En los países comunistas la mujer tampoco tiene la posibilidad de crear<br />

movimientos sociales. Si pudiese hacerse sería muy útil. Una de las ideas del<br />

Movimiento de Liberación de la Mujer [MLF, por sus siglas en francés] es que<br />

las mujeres se reúnan, hablen sobre lo que viven dentro del hogar, perciban la injusticia que se les<br />

produce. Si en vez de sentir esa injusticia de manera individual, las mujeres hablaran entre ellas, sin<br />

hombres delante, e intentaran buscar soluciones, se ahorrarían mucha amargura. Podrían tomar<br />

conciencia de su situación, reflexionar sobre ella, y luego unirse para cambiarla. Esto es algo<br />

inmensamente útil, que podría tener repercusiones enormes para cambiar la sociedad.<br />

Usted habla de la reflexión, pero parece que la mayor dificultad es que la mujer se mire a sí misma de<br />

una manera nueva.<br />

Algunas seguramente se miren ya de manera distinta, nueva. La profundidad de lo que el MLF puede<br />

conseguir es muy difícil de prever. En qué medida las mujeres considerarán el ejemplo de las pioneras,<br />

tomarán conciencia de su explotación, de su opresión, no sabría decirlo. Pero tengo la impresión de<br />

que están menos resignadas que antes.<br />

Existen muchos signos en el panorama político actual, como la presencia de mujeres, aunque sea de<br />

manera simbólica, en el gobierno, o que la condición femenina sea objeto de un debate y que se haya<br />

creado una institución ministerial... ¿Esto no es un signo de que existe una evolución que se impone a<br />

los hombres?<br />

Sí, pero, para mí, la Secretaría de la Condición Femenina es pura mistificación. Es una concesión que se<br />

ha hecho a las mujeres para darles la impresión de que importan. En realidad, a Françoise Giroud no le<br />

proporcionan los medios para hacer nada, no tiene presupuesto, no tiene dinero. Todo lo que puede<br />

hacer son tímidas propuestas, que sólo se llevarán a cabo si los hombres las toman en cuenta y las<br />

consienten.<br />

Sí, pero usted dice que no se debe confundir el<br />

feminismo con la lucha revolucionaria, en la<br />

medida en que no hay que esperar a la revolución<br />

para tratar de cambiar la situación. Entonces, ¿no<br />

son buenas todas las medidas? ¿Hasta las que le<br />

parecen parciales o un tímido principio? ¿No es<br />

mejor esto que lo contrario?


No, todo no es bueno. Hay veces que lo que se les ofrece a las mujeres son pequeñas concesiones o<br />

mistificaciones. Es una manera de desmovilizar a las mujeres. Hacerles creer que se hace algo, cuando<br />

en realidad no se hace nada. Es una manera no sólo de responder a la lucha de la mujer, sino también<br />

de suprimirla para que no tenga razón para existir. Las feministas nos negamos a esta desmovilización,<br />

queremos seguir con la lucha y que está sea dirigida por las mujeres y para las mujeres. No podemos<br />

esperar que el gobierno, que es favorable al orden actual, dé satisfacción a las mujeres que reclaman un<br />

cambio tan grande que perturbaría ese orden.<br />

Usted ha observado que en las guerras revolucionarias, en las guerras de descolonización, por ejemplo,<br />

en el momento en el que la situación de los colonizados y oprimidos es más tensa es cuando<br />

comenzamos a darles satisfacciones parciales. Jamás se ha llegado a desmovilizar mediante<br />

satisfacciones parciales a gente que tenían causas que defender. Al contrario es en ese momento<br />

cuando se está de cierta manera frente a la toma de conciencia. No creo que Giscard d'Estaing pueda<br />

pensar que desmovilizará aplicando ciertas medidas superficiales. Tal vez, intenta simplemente seguir<br />

una ola, que siente que va a convertirse en algo considerable.<br />

Si unas medidas son realmente útiles hoy en día para las mujeres, hay que aceptarlas. Pero hay que<br />

hacerlo sabiendo que no son más que algo provisional, que no golpean el núcleo. Una ley como la del<br />

aborto, en mi opinión, no es satisfactoria, no va suficientemente lejos. No se trata de rechazarla, sino de<br />

agarrarse a ella y considerarla como un primer paso hacia una liberalización mucho más grande del<br />

aborto y de una emancipación mucho mayor de la mujer. Sobre la cuestión del aborto, las feministas<br />

podemos estar bastante orgullosas. ¿Tendríamos esta ley si no hubiéramos lanzado el manifiesto de<br />

las 343, el de las 343 zorras, como se le llamó? En él decíamos que todas habíamos abortado, mujeres<br />

conocidas y desconocidas. Además, hubo el proceso de Bobigny que también supuso una gran<br />

movilización de la opinión... Y hubo también un gran número de manifestaciones en las calles.<br />

Usted entró en la acción directa feminista con la cuestión del aborto, que ha apoyado desde el inicio y<br />

fue testigo en el proceso de Bobigny. ¿No puede decirse que esta lucha es el inicio del feminismo en<br />

Francia, ya que ha sido un catalizador para la unión de las mujeres al darse cuenta de que podían<br />

dirigir algo?<br />

Por supuesto. Se han agarrado a una buena ruta de batalla, el aborto, en la medida en que comenzaban<br />

a querer luchar. En parte la historia del feminismo nace del 68. Fue el 68 el que dió a la gente la idea de<br />

que cada uno debía tomar en sus manos sus asuntos. Sean los jóvenes, los estudiantes de institutos, los<br />

soldados como acabamos de ver hace poco en Draguignan. Y también las mujeres. Pensamos que nos<br />

tocaba agarrar nuestros destinos sin pasar por las leyes o los decretos. O que nos tocaba arrancar esos<br />

decretos. En fin, comenzar a luchar con formas completamente nuevas. En el 68 también ocurrió otra<br />

cosa, muchas mujeres comenzaron a trabajar en los grupos de izquierda. Y se dieron cuenta de que<br />

incluso entre sus camaradas, políticamente en el mismo plano que ellas, eran tratadas siempre como<br />

mujeres, que era el hombre el que hacía el discurso y la mujer la que lo tecleaba, era el hombre el que<br />

discutía con sus camaradas y ella la que preparaba el café. Esto llevó a una toma de conciencia muy<br />

muy fuerte. Juntémonos nosotras las mujeres y obtengamos cambios en nuestro estatuto mediante<br />

nuestra propia lucha.<br />

En algunos de sus recuerdos ha evocado las reacciones de los machos de izquierda, violentamente<br />

antifeministas en algunos momentos. Usted que ha vivido siempre a la izquierda y que conoce bien las<br />

diferentes familias ideológicas de ésta, ¿cómo explica que la izquierda no sea mucho más feminista


que el resto de la población?<br />

Porque la izquierda también está dominada por<br />

los hombres y éstos no tienen jamás ningún<br />

interés en pisotear sus privilegios. Los<br />

privilegiados siempre quieren mantener sus<br />

privilegios. Es natural. Los hombres son unos<br />

privilegiados tanto en el Partido Comunista<br />

como en el Partido Socialista, como en cualquier<br />

otro partido. Y por tanto, actúan como tales y no<br />

como personas de izquierdas.<br />

La ideología de la izquierda es luchar contra los<br />

privilegios. Por tanto, deberían de darse cuenta,<br />

deberían de ser más sensibles.<br />

Sí, pero no lo hacen.<br />

En la última campaña electoral, una campaña<br />

entre dos hombres de edad madura, el<br />

feminismo no jugó más que un papel...<br />

Secundario. Incluso nulo.<br />

Completamente de acuerdo. Como le decía al<br />

principio no hay que confundir la lucha de<br />

clases, y los partidos de izquierda se basan en<br />

ella, con la lucha de sexos. Hombres que pueden<br />

ser totalmente de izquierdas en cuanto a la<br />

lucha de clases, no lo serán del todo con<br />

respecto a los valores patriarcales, masculinos, y<br />

a su decisión de imponérselos a las mujeres.<br />

Pero ¿no halla, como mínimo, en sus<br />

conversaciones, a hombres que son accesibles,<br />

que son capaces de asimilar estos problemas<br />

de las mujeres como han hecho con el de la<br />

descolonización u otros?<br />

Lo asimilan en parte, pero es muy raro que un<br />

hombre pueda comprender realmente lo vivido,<br />

la experiencia de lo vivido de una mujer, porque<br />

precisamente no lo han vivido. Tomo como<br />

ejemplo pequeñas cosas. La calle pertenece a<br />

todo el mundo, pero en realidad una mujer<br />

joven, guapa o fea, eso no importa, puede muy<br />

difícilmente pasadas las ocho o las nueve de la<br />

tarde, pasearse sola deambulando por la calle.<br />

Incluso durante el día le causa un problema,<br />

porque la seguirán, la interpelarán de tal<br />

manera que a menudo preferirá volver a casa.<br />

Pues bien, cuando se le cuenta esto a los<br />

hombres, sonríen sin sorprenderse: "Yo nunca<br />

he hecho eso, nunca he seguido a una mujer, no<br />

soy un buitre. Todos los hombres no son buitre".<br />

En fin, no se dan para nada cuenta de la<br />

coacción que puede ser para una mujer el<br />

sentirse todo el tiempo más o menos en peligro.<br />

No frente a un peligro brutal, aunque a veces<br />

puede llegar hasta ahí. Muchas mujeres que<br />

desaíren a alguien que les sigue, se llevan una<br />

buena ostia o un golpe.<br />

¿No hay de alguna manera una contraofensiva<br />

de los hombres que intentan salvar los<br />

muebles? Cuando explican que todos estos son<br />

problemas del pasado, que las mujeres<br />

controlan en gran medida la vida económica del<br />

hogar. Sobre todo, en los hogares obreros,<br />

donde un gran número de hombres entregan su<br />

salario a sus mujeres, guardándose<br />

eventualmente algo de dinero de bolsillo, y no<br />

tienen ni siquiera el control. Los hombres<br />

entonces van a explicar sus problemas diciendo<br />

que al final se les considera sólo fabricantes de<br />

dinero, que son ellos los que tienen que trabajar<br />

ocho horas en la fábrica o en el despacho y que<br />

las mujeres tienen un bello papel por el que se<br />

cambiarían con gusto.<br />

Dicho eso, si se les propone, no quieren para<br />

nada cambiarse. Por muchas razones. De<br />

entrada, el trabajo doméstico de las obreras con<br />

varios hijos y con poco dinero es<br />

extremadamente cansado. Más que las ocho<br />

horas de fábrica.<br />

Ellas hacen los dos a menudo<br />

Como parte de este mercado, las mujeres<br />

entran a menudo en ambos. Y además, el día en<br />

el que el hombre cansa o quiere marcharse o le<br />

parece que es una carga muy dura mantener a<br />

su mujer y sus hijos, puede irse de un día para


otro y siempre encontrará cómo buscarse la vida.<br />

Ella se quedará sin nada. Es un caso que se ve<br />

desgraciadamente muy a menudo.<br />

Sí, sí. Evoca un problema que deja ver que usted<br />

aconsejaría a las mujeres elegir la solución, por<br />

el momento, de la libertad individual. Es decir, no<br />

os caséis, no tengáis hijos. De esta forma, seréis<br />

libres. Pero globalmente, la sociedad no<br />

reacciona así. La gente tiene tendencia a casarse.<br />

Hay que luchar contra la soledad, algo bastante<br />

natural. Y además de esto, tener hijos es más<br />

bien agradable. Es una de las cosas bellas de la<br />

vida para la mayoría de la gente. Entonces,<br />

¿cómo se vive en medio de esta realidad si una<br />

no quiere alienarse una parte de las cosas de la<br />

vida?<br />

Sería necesario que los hombres tomasen parte<br />

del cuidado del hogar y de la educación de los<br />

hijos, exactamente de la misma forma que las<br />

mujeres. Tendría que compartir todas las tareas.<br />

Sería necesario también que el hombre<br />

renunciase a la autoridad que pretende ejercer<br />

sobre la mujer. Cuántas veces he recibido cartas<br />

de mujeres que no tienen el derecho de ir a ver<br />

ni a una amiga, ni siquiera a sus padres o a quien<br />

sea, sin que el marido las acompañe. Ellos<br />

pretenden que lo hacen por amor, para<br />

compartirlo todo con ella, pero es una auténtica<br />

tiranía. Una vez recibí una carta de una mujer<br />

que me decía "os escribo vigilando por la<br />

ventana si mi marido sale o no del café de<br />

enfrente, porque cuando salga, esconderé esta<br />

carta. Se volvería loco de rabia si piensa que os<br />

escribo. No sé cómo me las apañaré para sacarla<br />

de la casa". Era una carta bastante larga. Me<br />

escribía unas 30 o 40 páginas. Necesitaba<br />

desahogarse. "Y si me contesta, respóndame<br />

como la señora Fulanita". En fin, este sigilo, estas<br />

conductas sin dignidad son impuestas a las<br />

mujeres por la tiranía de algunos hombres.<br />

Pero, usted misma lo dice, son ejemplos límites.<br />

Estamos en una sociedad en la que hablamos<br />

mucho de divorcios, pero, cuando vemos las<br />

estadísticas, la mayoría de las parejas no se<br />

divorcia. Puede ser que esto oculte a veces<br />

dramas interiores. Pero, en realidad, la gente<br />

tiene ganas de entenderse. Y estos casos que<br />

usted cita ocurren más a menudo en los países<br />

latinoamericanos que en Francia, porque por<br />

suerte aquí hay una educación que ha vuelto a<br />

la gente un poco más civilizada.<br />

Es muy optimista. Sé que en algunos barrios,<br />

las mujeres de los obreros, no obreras ellas<br />

mismas, sino mujeres que permanecen en<br />

casa, si cometen la desgracia de ir tomar un<br />

café a casa de la vecina y el marido se entera,<br />

viven luego escenas aterradoras. La mujer debe<br />

quedarse en casa, no hablar con nadie y<br />

ocuparse todo el tiempo de su casa y de sus<br />

hijos. Esta tiranía se ejerce tanto en la clase<br />

obrera como en la pequeña burguesía o en la<br />

burguesía. Está muy muy muy extendida.<br />

Hay todavía ciertos directivos para los que<br />

forma parte de su estatuto personal el que sus<br />

mujeres no trabajen. Llegan incluso a casarse<br />

con mujeres que han hecho los mismos<br />

estudios que ellos, pero se dicen tengo los<br />

medios suficientes, tú no trabajas.<br />

Sí. Y a las mujeres, por su lado, se les ha<br />

convencido, de tal manera, de que ser una<br />

verdadera mujer es dejar al marido trabajar,<br />

que a menudo aceptan. Algunas veces se<br />

hallan dividas. Y también tienen tan mala<br />

conciencia si quieren trabajar y tener un hogar<br />

e hijos al mismo tiempo que se vuelve muy


difícil para ellas. Aunque esté lejos de ser imposible, los niños le dan mala conciencia, se les dice<br />

que no está lo suficiente con sus hijos, que no pasan suficiente tiempo en casa, y lo aceptan. Y muy<br />

a menudo, es muy duro porque una mujer que ha hecho los mismos estudios entiende que es el<br />

marido el que será doctor o abogado y ella será simplemente mujer del espacio privado. A<br />

menudo sufren por ello.<br />

¿Esto quiere decir que, según usted, para las mujeres lo esencial es tener esa independencia que<br />

da el trabajo y el hecho de ganarse la vida?<br />

Para mí, sí. Para mí lo esencial, sean las que sean las dificultades, es tener independencia<br />

económica. Sé que se les hace pagar muy caro, puesto que se les impone al mismo tiempo, el<br />

cuidado de la intimidad. Pero es la primera condición para tener también una independencia<br />

interior, moral, mental. Porque sin ésta están obligadas a tener la ideas de sus maridos, a<br />

someterse a los caprichos y deseos de sus maridos, etcétera. Están obligadas a permanecer con<br />

sus maridos, incluso cuando ya no sienten nada por ellos, lo cual es una situación que no es más<br />

digna de elogio que la propia prostitución. Una mujer que se queda con su marido únicamente por<br />

el dinero, porque ella no tiene los medios para buscarse la vida por ella misma, es una mujer que<br />

ha abdicado de su valor y su dignidad como ser humano. Por lo tanto, lo que aconsejaría a todas<br />

las mujeres es que trabajen, que obtengan la cualificación más alta que puedan y que tengan un<br />

trabajo lo más interesante posible, pero, sobre todo, un trabajo que les asegure la independencia<br />

económica. Y esto es muy difícil todavía hoy porque la desigualdad es flagrante. Y más, si se tiene<br />

en cuenta que los padres siguen pensando bueno la chica de todas maneras se casará, no es<br />

necesario sacrificarse mucho por ella, haremos los sacrificios por su hermano. Es una injusticia que<br />

lleva a muchas mujeres a una revuelta muy profunda cuando tienen realmente el deseo de llegar a<br />

ser alguien, a hacer algo interesante, y se les niega los medios para dárselo sólo al chico, que a<br />

veces es menos talentoso y menos capaz.<br />

Hay una palabra que se escucha a menudo en el vocabulario del feminismo, que no se ha<br />

explicado mucho, sexismo. ¿Qué significa?<br />

Es una palabra que hemos forjado por analogía con el racismo. El racismo es la doctrina que<br />

justifica que se produzcan discriminaciones entre los seres humanos por sus razas. Pues el sexismo<br />

es la actitud que pretende establecer discriminaciones entre los seres humanos por sus sexos.<br />

Hemos empezado a hablar de sexismo para los insultos que los hombres profieren contra las<br />

mujeres. Existe una ley, que creo que data de 1945, que prohíbe llamar a un hombre "sucio judío"<br />

o "sucio moro", y, si insultamos a un árabe o a un judío de esta manera podemos ir ante los<br />

tribunales. Pero, si se le dice a una mujer "zorra como todas las mujeres" o "histérica como todas<br />

las mujeres", no hay recurso. Algunas integrantes del MLF hemos creado una liga por el derecho de<br />

las mujeres donde intentamos luchar contra cualquier forma de sexismo. Queremos obtener que<br />

la ley que impide cualquier forma de discriminación racial impida también la discriminación sexual.<br />

Nos gustaría obtener esta no-discriminación, no solo en este ámbito de las injurias, sino también<br />

que no exista ninguna discriminación en la manera de educar a los niños, al menos, en el colegio.<br />

¿Existe una discriminación en los colegios mixtos?<br />

Hay discriminaciones en los libros de texto que se les entrega a los niños y a las niñas, incluso en el<br />

enunciado de los ejercicios. Por ejemplo: "Mamá ha llevado huevos a la cocina y papá tiene


tornillos para reparar algo". Es muy impactante<br />

la discriminación profunda que existe en todos<br />

los libros de texto. También en la manera en la<br />

que se cuenta la Historia, siempre desde la<br />

óptica masculina, etcétera.<br />

Existe, para todas las mujeres que empiezan a<br />

plantearse esta cuestión, un problema de<br />

actitud en relación con los hombres. Una parte<br />

de las feministas rechazan completamente a los<br />

hombres, deciden que hay que vivir sin ellos,<br />

que es la única manera de deshacerse<br />

completamente de esa tutela. No es su caso.<br />

Usted dice que el mayor logro de su vida es<br />

Sartre. Esto prueba que usted cree en la unión<br />

de dos seres, en el amor y en las parejas. ¿Cómo<br />

es compatible este amor con la evolución<br />

personal de la mujer?<br />

Como usted dice, muchas mujeres creen que no<br />

es compatible de momento. Las que rechazan<br />

completamente a los hombres plantean esto<br />

como algo provisional en la lucha. Un poco<br />

como, siguiendo con la analogía del racismo, el<br />

caso de las panteras negras o de otros<br />

revolucionarios negros en América, que<br />

rechazaban cualquier contacto con los blancos.<br />

Es algo que la mayoría de ellos ya han superado<br />

y ahora piensan que si un hombre blanco<br />

comparte sus posiciones políticas y es su aliado<br />

pueden considerarlo como un camarada. Para<br />

las mujeres, es un poco lo mismo. Hay mujeres<br />

que piensan que no es posible vivir con un<br />

hombre o simplemente amar un hombre y hay<br />

otras que piensan que existe la posibilidad de<br />

amar a un hombre, de vivir con un hombre.<br />

Pero, incluso así, si yo he logrado vivir mi vida<br />

con Sartre es porque nunca hemos vivido juntos.<br />

Es mucho más importante, más que estar<br />

casados o no, el hecho de vivir juntos. Es lo que<br />

aporta más perturbaciones en una pareja. Hay<br />

mujeres que piensan que se puede vivir con un<br />

hombre, no hay, sin embargo, que caer en todas<br />

las trampas de la feminidad. Esto nos obliga a<br />

tener mucha vigilancia. Siempre estaremos<br />

tentadas de hacer una excepción para el hombre<br />

elegido, y esto puede hacer que la vida sea<br />

bastante difícil para ellas y para sus<br />

compañeros.<br />

Dicho de otra manera, esto requiere tiempo, ya<br />

que estas cosas evolucionan de manera lenta al<br />

ser profundamente psicológicas. ¿Vamos de<br />

una u otra forma hacia unas relaciones más<br />

difíciles entre hombres y mujeres?<br />

Quizás es más difícil para los hombres, porque<br />

siempre es agradable el tener a alguien<br />

completamente pasivo, sumiso, a tu lado,<br />

aunque luego las mujeres se lo hagan pagar<br />

con las famosas escenas conyugales. Un reflejo<br />

de la situación de opresión de la mujer. Puede<br />

ser, por el contrario, que las relaciones más<br />

lúcidas, más difíciles, en ciertos aspectos<br />

permitan escapar de esos horribles conflictos<br />

conyugales. Por otro lado, hay una perversión<br />

en la emancipación de la mujer producida por<br />

el hombre. Es decir que, en cierta medida, los<br />

hombres pretenden beneficiarse de esto. Esto<br />

se vuelve contra la mujer ahora que existen los<br />

anticonceptivos, que existe en parte el aborto,<br />

que las mujeres rechazan los tabús sexuales y<br />

dicen ser libres sexualmente. Los hombres se<br />

aprovechan para imponer relaciones sexuales.<br />

Por eso, las agresiones sexuales son mucho<br />

más frecuentes hoy que antes y eso se percibe<br />

en todas partes, hasta en la calle. "No eres una<br />

mujer libre si no te acuestas conmigo". Pero la<br />

libertad no consiste en acostarse con todo el<br />

mundo, todo lo contrario. Existe un abuso por<br />

parte del hombre, que hace que las conquistas<br />

de las mujeres se vuelven rápidamente en su<br />

contra. Mientras se consideraba a la mujer<br />

como pura, virgen, se veía en ella a la madre, la


hermana o la esposa, uno no se atrevía a<br />

brutalizarla como se hace hoy en día.<br />

Una última pregunta, hemos hablado<br />

anteriormente del feminismo en Francia y del<br />

importante papel del combate por el aborto.<br />

¿Cuál será el próximo gran combate del<br />

feminismo con la misma virtud de reunir a las<br />

mujeres, independientemente de su clase social<br />

y darles una conciencia de conjunto?<br />

Una de las cuestiones más urgentes son las de<br />

estrategia y táctica. Es muy difícil predecir cómo<br />

van a presentarse las cosas en la lucha. Pero, una<br />

de las más urgentes es el rechazo al trabajo<br />

doméstico tal y como se plantea hoy en día, así<br />

como a la maternidad que tiene tendencia a<br />

hacer de la mujer una esclava. El combate debe<br />

ir contra la maternidad esclava, contra esclavitud<br />

doméstica. Es una lucha que podría movilizar una<br />

gran cantidad de mujeres ya que muchas sufren<br />

esta situación. El otro día, en France Soir,<br />

hablaban de cómo los franceses vivían sus<br />

momentos de relajación, por ejemplo, la pausa<br />

para almorzar. Una mujer con dos hijos y un<br />

marido decía con mucha violencia: "Para mí la<br />

pausa no existe, soy maestra y vuelvo a casa para<br />

preparar la comida de mis hijos, después la de mi<br />

marido que quiere comer viendo la televisión. Yo<br />

como de pie". Esta mujer era muy consciente de<br />

una profunda injusticia ya que trabajando fuera<br />

del hogar tanto como su marido era servidora de<br />

las necesidades domésticas. Con este tema<br />

podríamos movilizar a una importante cantidad<br />

de mujeres y seríamos capaces, quizás, de<br />

explicar la situación a una parte de los hombres<br />

que tengan buena voluntad.<br />

La dificultad es que a diferencia del aborto, en<br />

vez de salir a la calle, esto es un combate<br />

individual en casa e implica obligatoriamente una<br />

búsqueda de compromiso. Requiere mucha<br />

determinación y mucho esfuerzo, será<br />

probablemente mucho más largo.<br />

Será mucho más difícil, pero es ahí donde<br />

reuniones como las del MLF pueden ser muy<br />

útiles porque al enseñar a las mujeres a hablar<br />

entre ellas se les ayuda a concienciarse de la<br />

injusticia de su condición y a rechazarla. Si se<br />

sienten unidas, respaldadas, si saben que hay<br />

otras mujeres que luchan de la misma forma,<br />

estarán mucho más preparadas para iniciar esta<br />

lucha.<br />

SIMONE DE BEAUVOIR. ¡A ELLA LE DEBEMOS<br />

TODO! APORTES<br />

« Femmes, vous lui devez tout! », gritaba una<br />

desolada Elisabeth Badinter en el entierro de<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir, un 19 de abril de 1986,<br />

ante las más de cinco mil personas que durante<br />

dos horas recorrieron las calles del barrio de<br />

Montparnasse acompañando su féretro al<br />

cementerio. « Femmes, vous lui devez tout! »,<br />

exclamaba entre lágrimas la filósofa feminista a<br />

esa comitiva, formada en su mayoría por<br />

mujeres, que llevaban claveles rojos y emblemas<br />

del movimiento de liberación de la mujer. «<br />

Femmes, vous lui devez tout! », no seamos<br />

desagradecidas, no lo olvidéis, no lo olvidemos,<br />

mujeres, a <strong>Simone</strong> de Beauvoir «¡le debéis<br />

todo!». Y aquí tenéis el motivo por el que me<br />

decidí a adoptar a esta mujer para la nueva<br />

aventura en la que me he embarcado a bordo de<br />

@AdoptaUnaAutora.<br />

«El día que una mujer pueda no amar con su<br />

debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí<br />

misma sino encontrarse, no humillarse sino<br />

afirmarse, ese día el amor será para ella, como<br />

para el hombre, fuente de vida y no un peligro<br />

mortal.»<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir es una de esas figuras de las<br />

que hemos oído hablar tanto que creemos que<br />

sabemos todo sobre ella. Cada vez que surge un<br />

debate sobre feminismo o sobre la situación de<br />

la mujer en el mundo su nombre sale a relucir<br />

de una forma segura como sinónimo de<br />

autoridad en la materia, de mente preclara, de<br />

referencia necesaria para poder entender un<br />

poco mejor por qué la mujer siempre ha<br />

ocupado un lugar secundario en la sociedad y


por qué, a día de hoy, sigue ocupándolo en la mayor parte de los sectores. Basta contemplar el jurado<br />

de un premio u oposición, un informativo, una reunión de empresarios o las entradas a las grandes<br />

instituciones tanto públicas como privadas para comprobar la desigual distribución de miembros<br />

masculinos y femeninos. Así, sin remediarlo, sentimos una especial vulnerabilidad y también<br />

impotencia al contrastar que los preceptos que <strong>Simone</strong> de Beauvoir analizó tan exhaustivamente en su<br />

obra, especialmente en El Segundo Sexo, siguen estando vigentes aún a día de hoy, casi setenta años<br />

después.<br />

«En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a<br />

una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.»<br />

SIMONE DE BEAVOIR Y JEAN PAUL SARTRE<br />

¿Pero quién es <strong>Simone</strong> de Beauvoir? Para unas personas esta inteligentísima mujer fue simplemente la<br />

pareja del filósofo francés Sartre, exponente del existencialismo, y uno de los pocos que se han atrevido<br />

a rechazar el Premio Nobel de Literatura en 1964 por considerar que el desarrollo de la cultura debía<br />

hacerse de forma inmediata con el hombre, sin ningún tipo de intermediarios, y ni mucho menos<br />

aquellos que perteneciesen al sistema establecido. Ríos de tinta corrieron (y aún a día de hoy siguen<br />

transcurriendo riachuelos) sobre la peculiar relación que Sartre y Beauvoir mantuvieron durante toda su<br />

vida: ménage à trois, amantes despechados dispuestos a contar intimidades, resistencia a contraer<br />

matrimonio (en un momento en el que se pretendía regresar a la familia tradicional como núcleo social<br />

para reconstruir el orden europeo), negativa a tener hijos (en una época en la que la presión de las<br />

autoridades francesas por fomentar el aumento de la natalidad convirtió a las mujeres en recipientes de<br />

hijos que aseguraran el futuro de la nación y conjurara la superioridad numérica de esa Alemania que<br />

tanto daño hizo al continente unos años antes), relaciones con personas del mismo sexo,<br />

conversaciones alcohólicas hasta las tantas de la madrugada en bares parisinos de mala muerte, vida<br />

bohemia... Sartre y Beauvoir representaban todo lo contrario a lo que hasta ese momento se había<br />

considerado «la familia tradicional» pues su visión existencialista sobre la vida les impedía atenerse a<br />

todo cuanto estaba establecido por imperativos morales y sociales en esa búsqueda de transcenderse a<br />

sí mismos, de encontrar su propia felicidad «en-sí», alcanzar sus proyectos propios, su libertad.<br />

«El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.»<br />

Por ese motivo, la obra de <strong>Simone</strong> de Beauvoir fue objeto de censura en muchos países, y, como no,<br />

también en el nuestro. Visitó España durante la República pero nunca pisó suelo franquista por<br />

considerarse persona non grata, ya que durante la Guerra Civil fue una firme defensora de la causa<br />

republicana reprochando públicamente a Francia y a Inglaterra su neutralidad en el conflicto, lo que le<br />

llevó a firmar peticiones y buscar apoyos monetarios e intelectuales que instaran al abandono de dicha<br />

neutralidad y el envío de tropas de defensa. Por ese motivo, toda su obra estuvo censurada en España y<br />

los escritos sobre ella fueron matizados y muy escasos. Su principal obra El Segundo Sexo, que se<br />

publicó en Francia en dos partes, la primera en mayo de 1949 y la segunda en noviembre del mismo


año, no pudo leerse traducida en nuestro país (aunque se podían encontrar en francés y en español<br />

argentino en el mercado clandestino) y figuró en la lista de Libros Prohibidos, hasta que en 1966, al<br />

amparo de la nueva Ley de Prensa e Imprenta conocida popularmente como Ley Fraga, vio la luz en<br />

catalán. Esta Ley abría las puertas a las traducciones a otras lenguas del territorio español que no fueran<br />

el castellano, viviéndose en ese momento una expansión editorial en Cataluña que permitió la<br />

traducción del, hasta entonces maldito, Segundo Sexo, por Edicions 62. A esta "tolerancia" de la censura<br />

franquista también pudo contribuir el hecho de que el Índice de libros prohibidos de la Iglesia fuese<br />

abolido en 1966 por el Concilio Vaticano II, Índice en el que, por supuesto, también había estado incluida<br />

esta obra.<br />

«No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que<br />

reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese<br />

producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.»<br />

Virginia Woolf<br />

Para otras personas <strong>Simone</strong> de Beauvoir es «La Hermana Mayor» del feminismo, siendo la madre<br />

Virginia Woolf. Otras voces, sin embargo, proclaman que si bien podemos considerar a <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir, Betty Friedan (autora de Le Feminine Mistique, 1963) y Mary McCarthy (autora de El Grupo,<br />

1963) como las madres simbólicas del movimiento feminista es sin duda, <strong>Simone</strong> de Beauvoir LA MADRE<br />

con mayúsculas de todas nosotras. Independientemente del grado de parentesco nuestro que cada una<br />

queramos otorgarle, lo indudable es que se trata de uno de los puntales de la genealogía femenina<br />

cultural occidental y que, al igual que sucede con otros personajes conocidos, (salvo aquellas que han<br />

buceado en sus libros y adquirido sus conocimientos de primera mano), lo que el imaginario colectivo<br />

sabe sobre su forma de argumentar, sus conclusiones y su pensamiento, le suele llegar más de segunda o<br />

incluso tercera mano, a través de artículos periodísticos, documentales, alusiones. Es por ello por lo que<br />

voy a intentar ir, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, desgranando la obra de «La Madre», la bella<br />

Beauvoir, esa mujer valiente y decidida que enfrentándose a todo el mundo, tanto sectores<br />

conservadores como liberales y progresistas, a mujeres y a hombres, a políticos, filósofos, teólogos y<br />

pensadores, logró despertar al feminismo del letargo en el que estaba sumergido tras la convulsión de la<br />

Segunda Guerra Mundial y conseguir que las mujeres saliesen de nuevo a la calle reivindicando sin miedo<br />

sus derechos, sus ganas de luchar, su sueño de un mundo en el que no haya un Segundo Sexo. Porque sí,<br />

nunca viene mal recordarlo. Gracias, <strong>Simone</strong> de Beauvoir. « Femmes, nous lui devons tout ! »,<br />

EL SEGUNDO SEXO<br />

SIMONE BEAUVOIR<br />

“A veces me he sentido irritada en una discusión<br />

cuando un hombre me dice: `usted piensa tal<br />

cosa porque es mujer´; yo sabía que mi única<br />

defensa era contestar: `lo pienso porque es<br />

verdad´, eliminando así mi subjetividad; no podía<br />

replicar: `y usted piensa lo contrario porque es<br />

hombre´, pues se da por hecho que ser hombre<br />

no es una singularidad”. <strong>Simone</strong> de Beauvoir.


<strong>Simone</strong> de Beauvoir (puedes escuchar el<br />

programa radiofónico “No somos recién<br />

llegadas” que le hemos dedicado, clickando en<br />

su nombre) fue una escritora y filósofa feminista<br />

francesa. Nació en 1908 y ha sido una de las<br />

figuras claves de la cultura contemporánea junto<br />

con el padre del Existencialismo J.P. Sartre, junto<br />

al que pasó 50 años de su vida. Pareja fuera de<br />

lo común, intelectuales y fieles a sus ideas,<br />

vivieron siempre independientes y en casas<br />

diferentes, desde aquel día que la brillante<br />

<strong>Simone</strong> se cruzó en un pasillo de La Sorbona con<br />

Sartre. Tenía 21 años, y a pesar de que le<br />

consideraba “malvado y borracho y el que peor y<br />

más sucio vestía”, se enamoraron y estuvieron<br />

juntos toda su vida. A su manera.<br />

En aquellos maravillosos años veinte, en Francia<br />

había surgido un estilo de mujer “garçonne” que<br />

quería actuar como los hombres “mi vida me<br />

pertenece a mí misma” proclamaban… En<br />

aquella época <strong>Simone</strong> de Beauvoir ejerció como<br />

profesora de filosofía y recorrió Francia durante<br />

la II Guerra Mundial dando clases. En plena<br />

ocupación de la Alemania nazi, se instaló en<br />

París a escribir su primera novela “La invitada”.<br />

Tiempos difíciles aquellos. Edith Piaf escribió<br />

entonces la letra de una canción que, durante la<br />

posguerra, se convertiría para las y los franceses<br />

en un himno de regreso a la vida, “La vie en<br />

rose”<br />

APORTES DE SIMONE<br />

SIMONE DE BEAUVOIR, LA PENSADORA<br />

EXISTENCIALISTA QUE ADELANTÓ LA<br />

REVOLUCIÓN SEXUAL<br />

LA EXISTENCIALISTA FRANCESA, COMPAÑERA DE<br />

JEAN PAUL SARTRE, DESPEREZÓ EL FEMINISMO<br />

EN EUROPA, DÁNDOLE UNA VUELTA DE TUERCA<br />

A LA FIGURA DE LA MUJER ESTEREOTIPADA<br />

LA VOZ<br />

REDACCIÓN 09/01/2014 15:47 H<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir cumpliría hoy 106 años, la<br />

filósofa que se adelntó veinte años a la revolución<br />

sexual. Marxista convencida, publicó en 1949 su<br />

obra esencial El Segundo Sexo, mil páginas de<br />

tratado de corte marxista y existencialista con un<br />

análisis profundo sobre la historia del papel del<br />

género femenino.<br />

«Si somos iguales, seremos más libres», escribió<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir, mito del feminismo,<br />

abanderada del existencialismo europeo más<br />

puro, defensora de la mujer como identidad<br />

propia, desligada de un sistema que, en la época<br />

en la que le tocó vivir, oprimía y relegaba al<br />

«segundo sexo» a la condición de esposa, madre,<br />

hija. Siempre un papel secundario, privado de<br />

libertades, ahogado y sin voz. Beauvoir se alzó<br />

como símbolo de la igualdad, respaldando sus<br />

teorías más sólidas, que sostenían que «la mujer<br />

no nace, se hace», con un estilo de vida<br />

independiente, coherente con su manera de ver el<br />

mundo. Se convirtió junto con Jean Paul Sartre, su<br />

gran compañero en la vida, en un icono de<br />

transparencia en la pareja. El adiós a <strong>Simone</strong> de


Beauvoir llegaría en 1986, cuando falleció a los<br />

78 años.<br />

Entre Sartre y <strong>Simone</strong> de Beauvoir primó su<br />

amor esencial frente a los amores contingentes<br />

ocasionales, pese al calado emocional que<br />

algunos de estos llegaron a alcanzar. Por sus<br />

vidas desfiló una extensa y enmarañada galería<br />

de amantes, muchos de ellos compartidos por<br />

ambos. Porque también para ambos, el hombre<br />

tiene la obligación de ser libre, y esa obligación,<br />

llevada a las últimas consecuencias, marcó no<br />

solo sus vidas, sino la de miles de decenas de<br />

miles de europeos.<br />

Las ideas de <strong>Simone</strong> de Beauvoir y Sartre<br />

quedaron grabadas en la memoria colectiva. La<br />

escritora francesa se adelantó a la revolución<br />

sexual sin perder en ningún momento, a pesar<br />

de ser una marxista convencida, el glamur de las<br />

parisinas de la época. Su obra El segundo Sexo<br />

aterrizó de golpe en los años cincuenta con un<br />

discurso tildado de subversivo que se propuso<br />

analizar a fondo algo tan denso y poco<br />

homogéneo como es la condición femenina. El<br />

tomo surgió de una anécdota, de una chispa<br />

encendida por Jean Paul Sartre. Beauvoir<br />

aseguró que ser mujer no había supuesto para<br />

ella ninguna traba en la vida. «Sin embargo, no<br />

has sido educada como un chico, convendría<br />

que reflexionases sobre eso», replicó él. Y lo<br />

hizo. Y dio a luz un millar de páginas con un<br />

conjunto de análisis considerados pensamientos<br />

fundacionales del movimiento feminista<br />

moderno. Una doctrina que, con sus logros y<br />

sus compromisos pendientes, demuestra que la<br />

evolución no es una línea recta, sino una senda<br />

en zigzag. La obra culmina con un alegato sobre<br />

la necesidad de la igualdad entre sexos que<br />

elevó el trabajo a Biblia del feminismo. <strong>Simone</strong><br />

de Beauvoir «pedía la igualdad de los géneros<br />

desde la reflexión filosófica propia del<br />

feminismo francés, muy lejos de la vertiente<br />

política y radical de las mujeres anglosajonas -<br />

explica José María Paz Gago, catedrático de<br />

Literatura de la Universidade de A Coruña-.<br />

Ahora podemos decir que sus aportaciones para<br />

conseguirlo se han cumplido, al menos en el<br />

mundo occidental». La apuesta de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir para conseguir esa igualdad pasaba por<br />

batirse en dos frentes: «Concienciar a la mujer<br />

de que su papel es tan solo una construcción<br />

social imaginaria a base de tópicos y mitos<br />

creados por los hombres -explica Paz Gago-, y<br />

exigirle al hombre una revisión de sus<br />

perspectivas». Pero la obra de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir no se reduce al movimiento feminista.<br />

Son relevantes también sus aportaciones sobre<br />

la incapacidad del hombre para huir de la<br />

muerte y sus obras biográficas -escritas durante<br />

cuatro décadas-, donde reflejó la sociedad<br />

parisina y cómo la vida de una mujer podía estar<br />

marcada por una figura masculina, a pesar de<br />

vivir como iguales.<br />

Reseña Bibliográfica<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir nació un 9 de enero de<br />

1908, en la cuidad de París, Francia; ella<br />

perteneció a una familia de origen burgués,<br />

además fue educada según la sólida moral<br />

cristiana vigente en la época, fue una escritora,<br />

pensadora, profesora, feminista, novelista y<br />

filósofa francesa, siempre destacó desde<br />

temprana edad como una alumna brillante.<br />

“En 1929 conoce a Jean Paul Sartre en la<br />

Sorbona, centro donde ambos estudiaban<br />

filosofía y con el tiempo crearon entre ambos<br />

una relación que les permitía compatibilizar su<br />

libertad individual con la vida en común, y se<br />

convirtió en su compañero durante el resto de<br />

su vida”.<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir fue profesora de filosofía<br />

en escuelas en algunos lugares en su país<br />

Francia, entre esos lugares se pueden


mencionar Ruan y Marsella. Ella muere un 14 de<br />

abril de 1986 en su ciudad de origen París,<br />

Francia.<br />

APORTES ÉTICOS A LA HUMANIDAD<br />

Entre sus acciones se pueden recalcar que fue<br />

una pensadora y representante del movimiento<br />

existencialista ateo, “cuenta en sus memorias la<br />

fuerte impresión que le causó en su juventud<br />

descubrir el final de la religión que consistía en<br />

dejar de creer en Dios y asumirse plenamente<br />

responsable de sus propias elecciones”.<br />

(AmecoPress, 2013). Entre sus aportes éticos a la<br />

humanidad se pueden citar que fue una figura<br />

importante en la reivindicación de los derechos<br />

de la mujer, era una mujer totalmente feminista y<br />

luchó por los derechos y la igualdad femenina.<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir fue una mujer que rompió<br />

con los paradigmas y costumbres de su época,<br />

presentando un pensamiento progresista y una<br />

forma de vida fuera de todo estigma social. Sus<br />

escritos, relaciones sentimentales y vida en<br />

general ha sido inspiración para miles de mujeres<br />

a través de los años. También según La doctora<br />

en filosofía, Teresa López Pardina “fue muy<br />

criticada, ya que toda persona que rompe con los<br />

modelos establecidos o que se opone a los<br />

prejuicios al uso, es muy criticada. Su obra fue<br />

muy criticada cuando salió en Francia por<br />

algunos de sus compañeros intelectuales como<br />

Albert Camus, que le dijo que había deshonrado<br />

al varón francés. (AmecoPress, 2013). <strong>Simone</strong> fue<br />

un gran ejemplo en cuanto a vivir con libertad y<br />

de actuar conforme a lo que se piensa sin<br />

importar muchas veces lo que los demás<br />

piensen, ya que no siempre se debe renunciar a<br />

lo que realmente queremos o pensamos solo por<br />

no ser criticados o rechazados.(AmecoPress,<br />

2013).<br />

2013). La anterior cita me pareció muy<br />

interesante ya que tiene mucha relación con<br />

algunos temas que desarrollamos en el curso de<br />

Ética Profesional como es el de Malala y de<br />

todos las mujeres de Afganas, que día a día<br />

sufren por su libertad y por su enorme<br />

desigualdad , ya que son tratadas peor que a un<br />

animal y de la importancia que tiene la lucha<br />

por defender los derechos de las mujeres en<br />

general y <strong>Simone</strong> fue un claro ejemplo que a<br />

pesar de las críticas hay que luchar y que es un<br />

tema que de una u otra forma nos incluye a<br />

todas y en el caso de las costarricenses que si<br />

bien es cierto aún existen casos de desigualdad<br />

se recalca que ya no es tanta y menos aún en<br />

comparación con algunos países en el planeta,<br />

ya que las mujeres costarricenses vivimos en un<br />

paraíso en comparación con muchas otras<br />

mujeres. Además también se puede recalcar la<br />

importancia de uno de los legados de <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir ya que ella decía que se debe vivir<br />

individualmente, porque se debe hacer<br />

conciencia y reconocer que las mujeres vivimos<br />

en condiciones de desigualdad en comparación<br />

con los hombres incluso hoy en día, y apesar de<br />

que se ha dado con más relevancia el tema de la<br />

equidad de géneros y por otra parte el tema de<br />

actuar colectivamente es el hecho de que la<br />

desigualdad y la falta de libertad femenina es un<br />

tema que incluye a todas las mujeres aunque en<br />

algunos países el tema tenga un nivel menor en<br />

comparación con otros como es el caso de<br />

Afganistán.<br />

El siguiente texto hace relevancia a la<br />

individualidad y la desigualdad de la mujer tema<br />

bastante alusivo a la Ética a nivel social “Lo<br />

definió en el 63 como una manera de vivir<br />

individualmente y como una manera de luchar<br />

colectivamente”, señala Pardina. (AmecoPress,


Aspecto de Interés<br />

Es importante mencionar que <strong>Simone</strong> de Beauvoir sin duda alguna fue una mujer digna de admirar, que<br />

aunque no comparto su pensamiento hacia Dios, me pareció muy interesante su lucha por los derechos<br />

humanos y más aún por los de las mujeres, ya que hasta escuelas feministas creó en su vida.<br />

Por otra parte su lucha deja una evidencia de perseverancia, solidaridad, respeto, igualdad, justicia,<br />

entre muchos otros valores éticos importantes en toda persona y que de una u otra forma los hemos<br />

comentado en el curso. Conocer acerca de esta gran mujer ha sido una experiencia muy enriquecedora<br />

ya que desconocía de su existencia, situación que me satisface porque por personajes como ella son los<br />

que motivan a luchar por lo que se cree y se quiere, además la desigualdad que sufren muchas mujeres<br />

es otro aspecto de gran interés y situación por la cual luchó <strong>Simone</strong> de Beauvoir, que si bien es cierto es<br />

un problema difícil de erradicar no es imposible y que el poder está en quien lucha por tenerlo y más<br />

aún la libertad ya que sin ella no se puede decir que se vive plenamente.<br />

Frases<br />

"No se nace mujer, se llega a serlo"(Proverbia, 2013)<br />

“Encanto es lo que tienen algunos hasta que empiezan a creérselo”.(Proverbia, 2013)<br />

“La naturaleza del hombre es malvada. Su bondad es cultura adquirida”.(Proverbia, 2013)<br />

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”.(Proverbia, 2013)<br />

“Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre.<br />

El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”(Proverbia, 2013)<br />

“El hecho de que exista una minoría privilegiada no compensa ni excusa, la situación de discriminación<br />

en la que vive el resto de sus compañeros”. (Proverbia, 2013)<br />

Obras<br />

Entre sus obras se pueden mencionar las siguientes: La invitada en el año 1943, donde explora los<br />

dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda<br />

igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros en 1944 y Los mandarines (1954),<br />

novela por la que recibió el Premio Goncourt , dicha obra es considerada la más importante de todas sus<br />

obras.(Wikipedia, 2013).<br />

Sus cuatro tesis existencialistas, según las cuales cada uno es responsable de sí mismo, se introducen<br />

también en una serie de obras a su nombre y resaltando esto como un gran aporte a la humanidad,<br />

entre las que destacan: Memorias de una joven de buena familia en el año 1958 y Final de cuentas en<br />

1972.(Wikipedia, 2013).<br />

Entre sus ensayos escritos cabe destacar El segundo sexo en 1949, donde realizó un estudio sobre la<br />

situación de las mujeres en la sociedad, además significó un punto de partida teórico para distintos<br />

grupos feministas, y se convirtió en una obra clásica del pensamiento contemporáneo (Wikipedia, 2013).<br />

Ella en esta obra evidenció muchos aspectos reales de la situación de una gran mayoría de países a nivel<br />

mundial, también destruyó los mitos femeninos, e estimuló a buscar una auténtica liberación. Sostuvo<br />

que la lucha para la emancipación de la mujer era distinta y paralela a la lucha de clases, y que el<br />

principal problema que debía afrontar el "sexo débil" no era ideológico sino económico; otro ensayo<br />

importante fue La vejez, también “La ceremonia del adiós” en el año 1981, obra que fue dirigida a la<br />

figura de su compañero de vida Jean Paul Sartre.


Fue fundadora junto a Sartre, A. Camus, y M.<br />

Merleau-Ponty, entre otros, de la revista<br />

Tiempos Modernos.<br />

“En el 2008 se creó en su honor el Premio<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir por la Libertad de las<br />

Mujeres, más conocido simplemente como<br />

Premio <strong>Simone</strong> de Beauvoir”.<br />

BEAUVOIR Y SARTRE, LA PAREJA QUE HIZO DE<br />

SU AMOR UN REFUGIO EXISTENCIALISTA<br />

Para su desgracia, Georges Bertrand de Beauvoir<br />

tuvo dos hijas en una galaxia en la que los<br />

hombres eran el sol y las mujeres planetas. La<br />

mayor de ellas tenía unos ojos que sugerían el<br />

absoluto y una capacidad intelectual única –casi<br />

masculina–, cosa terrible en un mundo donde<br />

sólo los varones tenían el don divino de la razón.<br />

Desde muy pequeña, <strong>Simone</strong> pensó que poseía un cerebro de hombre enjaulado en la cabeza de una<br />

mujer. A veces se escabullía entre las calles parisinas en la búsqueda del inasequible infinito, pero fue<br />

entre las páginas de los libros de la biblioteca de su padre donde halló un universo paralelo que<br />

alimentó su famélica afición por las letras y por las ideas.<br />

Era de una belleza irrebatible, con un par de ojos como galaxias, con los labios delgados como susurros<br />

y un semblante finísimo que la dotaban de un esplendor sobrehumano. Su padre nunca le escondió sus<br />

deseos frustrados de haber tenido un varón y no dos mujercitas, esto desató en <strong>Simone</strong> un sinfín de<br />

pensamientos que estructuraron sus teorías feministas en el porvenir. <strong>Simone</strong> vivió su adolescencia<br />

absorbida por el mundo de la guerra. Las mujeres tuvieron la necesidad de trabajar en las fábricas y<br />

hacer cosas que antes hacían los hombres que, por aquellos años, se encontraban en el campo de<br />

batalla. Las ideas feministas tomarían consistencia ya entrados los años 60, después de la Segunda<br />

Guerra Mundial, en plena liberación de las ataduras del conservadurismo y ya publicada la obra más<br />

famosa de Beauvoir: “El segundo sexo”.<br />

Con el paso de los años, ya en la mocedad, <strong>Simone</strong> descubrió aquellos entes ajenos y extravagantes que<br />

se hacían llamar “hombres”. Ellos eran distintos al de su casa –que a veces la hacía de consejero y a<br />

veces de gendarme–, pues esos seres recién descubiertos buscaban en ella algo más: el aroma de su<br />

piel, la curvatura de su cintura, el sortilegio de su belleza y, sobre todo, el hueco misterioso entre sus<br />

piernas.<br />

<strong>Simone</strong> creció con las ideas altivas de su padre. Con pensamientos de superioridad que engrandecieron<br />

su figura durante muchos años y que implantaron en ella una personalidad narcisista que marcaría su<br />

vida.<br />

Conoció a Jean-Paul Sartre -su destino- cuando ella tenía 21 años y él 24.


Se encontraron para unir sus cuerpos en el acto del amor libre, pero la verdadera esencia de su<br />

relación radicaba en la palabra. Quizá ninguna pareja en el mundo ha demostrado tanta fidelidad al<br />

vocabulario como lo hicieron ellos dos. Comenzaron a escribir juntos, a hablar sin parar en los bares de<br />

Montparnasse y se sumergían con asiduidad en un torrente de sílabas en los que era inevitable no<br />

ahogarse.<br />

A decir verdad, Jean-Paul era un hombre feo en toda la extensión de la palabra, pero lograba<br />

conquistar a las mujeres con su labia de poeta y con sus ideas libertinas sobre la vida como armas<br />

mortales de galantería. Sartre tuvo amantes a montones, de todas edades, bellezas y estructuras. Las<br />

mujeres se enamoran de las palabras y los hombres de las imágenes. A <strong>Simone</strong> le cautivó su voz y lo<br />

que con ella decía.<br />

No había duda, aquellos dos eran almas gemelas. Compartían un gusto brutal por la literatura, pasaban<br />

horas hablando sobre lo absurdo de la cotidianidad, bebían juntos hasta parecer dos idiotas y<br />

consumían píldoras estimulantes y sedantes al por mayor para vislumbrar las verdaderas puertas de la<br />

percepción (esto tendría sus consecuencias: Sartre juró hasta el último de sus días que una langosta lo<br />

perseguía por las calles, y <strong>Simone</strong> murió a los 78 años con cirrosis hepática en su lista de<br />

enfermedades).<br />

También compartían personalidades semejantes: los dos eran narcisistas, egocentristas, megalómanos,<br />

elitistas y, por supuesto, insufribles, ingobernables. Los dos deseaban ser famosos y no se limitaban a<br />

compartir su deseo de cambiar el mundo por medio de la literatura.<br />

Aunque tejieron una realidad de sueños incumplidos, su amor fue una novela colmada de<br />

anormalidades y de situaciones que rebasaban los parámetros de lo común: nunca dejaron de hablarse<br />

de usted, jamás durmieron juntos en una habitación. Cuando llegaban a hoteles pedían cuartos<br />

continuos, sin la idea de compartir una cama o de abrir su intimidad al otro. Lo cierto es que ambos<br />

tuvieron una infinidad de amantes contingentes: amantes que eran pasionales e importantes, pero<br />

siempre secundarios. A veces, después de ver a una de sus parejas, solían reunirse en un café o en un<br />

bar, aún con la piel oliendo al otro, para relatar con lujo de detalle el encuentro que acababan de vivir.<br />

Su filosofía amorosa radicaba en la honestidad<br />

y en la transparencia, en el desvanecimiento de<br />

caretas y en la libertad que a veces engulle el<br />

inconsciente contrato marital. Hicieron de su<br />

amor un refugio existencialista, una forma<br />

distinta de convivencia en la que los amantes<br />

eran tan libres como dependientes del otro. Su<br />

amor duró más de medio siglo: 51 años<br />

inmersos en una relación que se alimentaba de<br />

letras, conversaciones y libertades.<br />

La mentalidad sin límites de <strong>Simone</strong> la llevó a<br />

aceptar su bisexualidad. Tenía relaciones<br />

cercanas con sus alumnas y aprendices. En un<br />

par de ocasiones compartió amante con Sartre<br />

y solían organizar tríos para satisfacer sus<br />

fetiches y fantasías. <strong>Simone</strong> se hacía y se


ehacía a sí misma todos los días.<br />

Era una mujer de pensamiento pétreo, de alma<br />

pueril y de deseos inquebrantables.<br />

Poco a poco, <strong>Simone</strong> y Sartre se fueron<br />

separando. Con el paso de los años, su relación<br />

cayó en el abismo de lo cotidiano, en las<br />

planicies de lo aburrido. Sartre se enamoró de<br />

una de sus amantes: Arlette; <strong>Simone</strong>, por su<br />

cuenta, encontró un lugar junto a una joven<br />

llamada Sylvia. Ambos adoptarían legalmente a<br />

sus amantes como hijas: Arlette se convirtió en<br />

la albacea de la obra de Jean-Paul; Sylvia<br />

publicaría las cartas personales de la escritora y<br />

filósofa en 1990, cuatro años después de la<br />

muerte de <strong>Simone</strong>.<br />

La vida como el amor es un juego de<br />

permanentes subidas e inclinadas bajadas. Todos<br />

tenemos vergüenzas e incoherencias que<br />

mantenemos en secreto, el amor de <strong>Simone</strong> y<br />

Sartre fue un secreto conocido por el mundo que<br />

puso las bases para darle consistencia a un<br />

pensamiento que a muchos ha cautivado.<br />

<strong>Simone</strong> fue el reflejo de Sartre (y probablemente<br />

también al revés); ella comprobó que las<br />

mujeres son un ser completo a pesar de estar<br />

con un hombre.<br />

Las relaciones no crean monstruos de dos<br />

cabezas en un solo cuerpo. No existen medias<br />

naranjas, sino frutas completas.<br />

<strong>Simone</strong> fue libre y responsable de su propio<br />

destino: se hizo a sí misma, de eso no hay duda.<br />

Hay quienes dice que el verdadero filósofo era<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir, no Jean-Paul Sartre. <strong>Simone</strong><br />

y Sartre nos demostraron que es posible un<br />

amor sin cadenas, que la felicidad no depende<br />

de la esclavización del otro y que el amor es un<br />

ave cuyas alas siempre se dirigen hacia la locura,<br />

hasta en la relación más cuerda.<br />

Este pensamiento e historia vertiginosa nos<br />

heredó Lecciones de amor de Sartre y Beauvoir<br />

que deberíamos aprender, que tal vez<br />

combinándolos con estos 5 hábitos para tener<br />

una relación sana, feliz y sexy, nos ayuden a<br />

llevar el amor a otro plano.<br />

LA POLIGAMIA: EL AMOR ENTRE SARTRE Y<br />

SIMONE DE BEAUVOIR<br />

Se conocieron en París en 1929. Ella tenía 21<br />

años y él 24.<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir fue una niña solitaria,<br />

apegada a su padre, quien le enseñó el amor por<br />

los libros y el conocimiento; fue una chica que<br />

siempre sintió que tenía un cerebro de hombre<br />

en el cuerpo de una mujer.<br />

Jean Paul Sartre siempre vivió como un niño<br />

consentido y ególatra hasta que se dio cuenta<br />

que el mundo de los adultos estaba lleno de pura<br />

farsa. Por una especie de complejo de<br />

inferioridad, este hombre buscó refugio en las<br />

mujeres, el alcohol, las drogas y la filosofía.<br />

Así, con esas almas, la solitaria y el ególatra se<br />

convirtieron en una de las parejas más polémicas<br />

del siglo XX. El filósofo español Manuel Cruz<br />

explica el porqué: este par mitificó “su relación<br />

como paradigma de libertad y modelo de ruptura<br />

con las formas de vida burguesas tradicionales.<br />

Se trataron de usted durante más de 50 años,<br />

nunca vivieron juntos, se negaron a contraer<br />

matrimonio y tener hijos, y es conocida la<br />

liberalidad con la que ambos aceptaban que el<br />

otro miembro de la pareja mantuviera relaciones<br />

con terceras personas.”<br />

Sí, esta pareja de filósofos franceses practicó la<br />

poligamia, es decir, mantuvieron relaciones<br />

sexuales con varias parejas mientras estaban


juntos.<br />

A más de 50 años de la polémica que desató la<br />

relación amorosa entre Sartre y <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir, el tema de la poligamia sigue siendo<br />

espinoso.<br />

Actualmente, uno de los defensores de la<br />

poligamia es el psicólogo Christopher Ryan,<br />

quien asegura que los seres humanos estamos<br />

“bioprogramados” para la poligamia, “para<br />

recibir y responder a estímulos sexuales de<br />

múltiples parejas”.<br />

Sí, evolucionamos, pero “seguimos siendo<br />

primates y el polideseo nos mueve”, dice Ryan.<br />

“Los humanos parecen ser los más sexuales de<br />

los primates, con penes y testículos más grandes<br />

que cualquiera de los otros primates y con estos<br />

últimos fuera del cuerpo, donde temperaturas<br />

más frías ayudan a preservar el esperma para<br />

poder tener múltiples eyaculaciones. La<br />

capacidad multiorgásmica de las mujeres y la<br />

llamada vocalización copulatoria femenina<br />

también sugieren que estamos hechos para la<br />

poligamia”, sostiene el psicólogo<br />

estadounidense.<br />

Además, Ryan justifica la poligamia al<br />

argumentar que dos de las especies primates<br />

más cercanas a los humanos confirman esta<br />

idea: “Las chimpancés hembras en ovulación<br />

copulan docenas de veces al día con todos los<br />

machos posibles. Los bonobos –chimpancés<br />

pigmeos-, famosamente promiscuos, disfrutan<br />

comúnmente de sexo grupal, el cual sirve para<br />

limar asperezas en el tejido social”.<br />

Sin embargo, la sociedad actual –occidental, al<br />

menos- no funciona de esta manera. De este<br />

lado del mundo se practica la monogamia,<br />

#dicen, aunque Ryan opine que “los recién<br />

casados serían inteligentes si recordaran que<br />

aunque hayan escogido ser vegetarianos, es<br />

totalmente natural desear una hamburguesa<br />

con queso y tocino ocasionalmente”.<br />

Suena sencillo, pero no lo es tanto. Regreso a la<br />

relación Sartre-<strong>Simone</strong> de Beauvoir.<br />

<strong>Simone</strong> mantenía relaciones con hombres y<br />

mujeres. Sartre sólo con mujeres, y los dos, por<br />

ser profesores de instituto, se involucraban con<br />

jovencitas. Pero ahí no está el problema.<br />

¿Cómo le hacían estos franceses para sostener<br />

este tipo de vida? Sartre, por su parte, mantenía<br />

a muchas mujeres y hasta distribuía de manera<br />

perfecta el tiempo que pasaba con cada una. Por<br />

supuesto, ninguna sabía de la existencia de las<br />

demás, sólo su “Castor” (así le decía de cariño a<br />

<strong>Simone</strong>, por la semejanza de su apellido,<br />

Beauvoir, con la palabra beaver, castor en<br />

inglés).<br />

En realidad, Sartre tenía un código: “viajes,<br />

poligamia, transparencia”. En su obra Carnéts, el<br />

filósofo francés explica que le dijo a <strong>Simone</strong> que<br />

“existían dos tipos de sexualidad: el amor<br />

necesario y los amores contingentes. Y Castor<br />

aceptó”. <strong>Simone</strong> era su amor necesario, las<br />

demás – Michelle, Arlette, Evelyne y Wanda-,<br />

eran los contingentes.<br />

No obstante el acuerdo que los dos tenían (el de<br />

poder tener relaciones con las parejas que<br />

quisieran), nada fue tan fácil.<br />

En La ceremonia de los adioses, <strong>Simone</strong> de<br />

Beauvoir describe los últimos años con Sartre,<br />

ese hombre con los ojos casi muertos, con una<br />

adicción terrible al alcohol, a las drogas…y a las<br />

mujeres.<br />

Aunque esta pareja fue el símbolo del “amor<br />

libre” y la liberación sexual en los años sesenta y<br />

setenta, <strong>Simone</strong> de Beauvoir sí se sintió<br />

traicionada por Sartre, y más cuando éste<br />

“adoptó” a Arlette y la convirtió en la heredera<br />

universal de sus derechos literarios.<br />

Sí, somos primates, pero somos primates que no<br />

están exentos de sentirse heridos y<br />

conflictuados con y por una relación polígama, a<br />

diferencia de los chimpancés y bonobos. Tal vez


por ello la monogamia es más cómoda.<br />

Ryan explica que la sociedad y la cultura –<br />

terapeutas y sacerdotes incluidos- han reprimido<br />

“nuestra energía libidinal”.<br />

“En el fondo, la monogamia es una manifestación<br />

del autoritarismo posesivo, más que el resultado<br />

de un romanticismo idealista que apela a las<br />

necesidades emocionales, monogámicas, de las<br />

mujeres que buscan entregar su dote sexual a un<br />

hombre único, capaz de proveer para sus hijos, y<br />

por eso dicen NO a otros, porque sólo así<br />

obtienen la seguridad y los bienes materiales de<br />

este hombre”, dice el psicólogo.<br />

La explicación de Ryan suena materialista porque<br />

relaciona el nacimiento de la monogamia con el<br />

nacimiento de las sociedades agrícolas, es decir,<br />

el auge de la propiedad privada. “Mis tierras, mis<br />

hijos, mi mujer”. Aquí es cuando la mujer “fue<br />

relegada a un rol secundario, a una posesión más<br />

dentro de la acumulación de bienes”, explica<br />

Ryan.<br />

<strong>Simone</strong> de Beauvoir le confesó a uno de sus<br />

amantes, al estadounidense Nelson Algren, que<br />

su relación con Jean Paul Sartre “más que amor<br />

era una amistad íntima”.<br />

¿Se puede ser verdaderamente polígamos sin<br />

sufrir raspones? Actualmente, no lo creo, pero<br />

ese es sólo mi punto de vista. Bienvenidos los<br />

suyos.<br />

LECCIONES DE AMOR REBELDE CON JEAN-PAUL<br />

SARTRE Y SIMONE DE BEAUVOIR<br />

La pareja atravesó por muchas esquemas, tabúes<br />

y tradiciones hasta encontrar el modo de amarse<br />

que les era propio: ese donde uno<br />

“simplemente” es con el otro<br />

Jean-Paul Sartre y <strong>Simone</strong> De Beauvoir formaron<br />

una de las amalgamas filosóficas y relacionales<br />

más sólidas y legendarias del siglo XX. Nuestra<br />

cultura tiende a sacralizar y buscar ídolos ahí<br />

donde existen anomalías, alteridades<br />

irreconciliables; así pues, a pesar de las<br />

biografías y los documentales que dan cuenta de<br />

la naturaleza de la relación entre ambos<br />

filósofos, el testimonio más palpable de una<br />

disciplina del amor la encontramos en las cartas<br />

de Witness to My Life: The Letters of Jean-Paul<br />

Sartre to <strong>Simone</strong> De Beauvoir, 1926-1939.<br />

La fórmula “relación abierta” es una<br />

simplificación grosera del tipo de pacto que unió<br />

a Sartre y De Beauvoir durante la mayor parte de<br />

sus vidas: fue sobre todo un tipo de acuerdo de<br />

mutuo respeto y admiración, además de una<br />

amistad que resistiría las pruebas del tiempo y<br />

se nutriría de todas las vicisitudes. Un<br />

“romance” en el sentido antiguo tampoco podría<br />

dar cuenta de su vínculo: sus cartas no revelan la<br />

urgencia del amante que seduce, sino del<br />

compañero que se presenta lo más transparente<br />

que puede frente al otro, como sólo haría frente<br />

a sí mismo.<br />

A los 24 años, Sartre escribió la siguiente carta a<br />

<strong>Simone</strong> (a la sazón de 21), luego de que ella<br />

rechazara casarse con él:<br />

Mi querida chiquilla:<br />

Por mucho tiempo he querido escribirte por la<br />

tarde luego de esas salidas con amigos que<br />

pronto estaré describiendo en “A Defeat”, del<br />

tipo donde el mundo es nuestro. Quise traerte<br />

mis alegrías de conquistador y postrarlas a tus<br />

pies, como hacían en la Era del Rey Sol. Y luego,<br />

agotado por el griterío, siempre me iba<br />

simplemente a la cama. Hoy lo hago para sentir<br />

el placer que tú aún no conoces, de virar<br />

abruptamente de amistad a amor, de fuerza<br />

hacia ternura. Esta noche te amo en una manera<br />

que aún no conoces en mí: no me encuentro ni<br />

agotado por los viajes ni envuelto por el deseo<br />

de tu presencia. Estoy dominando mi amor por ti<br />

y llevándolo hacia mi interior como elemento<br />

constitutivo de mí mismo. Esto ocurre mucho<br />

más a menudo de lo que lo admito frente a ti,<br />

pero rara vez cuando te escribo. Trata de


entenderme: te amo mientras prestas atención a cosas externas. En Toulouse, simplemente te amaba.<br />

Esta noche te amo en una tarde de primavera. Te amo con la ventana abierta. Eres mía, y las cosas son<br />

mías, y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor.

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