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próceres del Panteón como testigos de<br />
su autocrítica. Y agregó:<br />
—Sólo que, ya ves, yo soy alguien<br />
importante, y si me cogen y me<br />
ahorcan… ¡No! Tenemos que encontrar<br />
otra forma de hacerlo. Perdona las<br />
molestias. Adiós.<br />
Y tendió su manaza a André-Louis.<br />
Le Chapelier permanecía vacilante,<br />
alicaído.<br />
—André, lamento mucho lo<br />
ocurrido…<br />
—No hace falta que digas nada, por<br />
favor. Vuelve pronto por aquí. Me<br />
gustaría que te quedaras un rato más,<br />
pero ya casi son las nueve y mi primer
próceres del Panteón como testigos de su autocrítica. Y agregó: —Sólo que, ya ves, yo soy alguien importante, y si me cogen y me ahorcan… ¡No! Tenemos que encontrar otra forma de hacerlo. Perdona las molestias. Adiós. Y tendió su manaza a André-Louis. Le Chapelier permanecía vacilante, alicaído. —André, lamento mucho lo ocurrido… —No hace falta que digas nada, por favor. Vuelve pronto por aquí. Me gustaría que te quedaras un rato más, pero ya casi son las nueve y mi primer
discípulo está al llegar. —Yo tampoco permitiría que se quedara —dijo Danton mientras arrastraba a Le Chapelier hasta la puerta —. Tenemos que encontrar el modo de suprimir al señor de La Tour d'Azyr y a sus amigos. —¿A quién? La pregunta sonó como un pistoletazo en los oídos de Danton, haciendo que se detuviera en seco. Dio media vuelta, y Le Chapelier también. —He dicho que hay que suprimir al señor de La Tour d'Azyr. —¿Ese caballero tiene algo que ver con la proposición que me acaban de
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Muchos conocemos la historia de Sca
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Sabatini acaba por acumular una gra
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D´Azyr. Durante la novela se palpa
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Rafael Sabatini Scaramouche ePUB v1
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Hommes sensibles qui pleurez sur le
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CAPÍTULO I El republicano Nació c
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el notario que se encargaba de los
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cabello negro que le llegaba casi a
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idículos, no era culpa suya. Lógi
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en los primeros días de noviembre
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que el señor Necker se disponía a
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adormecido, el caldo de cultivo ade
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—¿Y lo dices así, como si no te
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años más joven que André-Louis.
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casi pertenecía, no le sorprendier
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Él te habrá confiado su intenció
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miseria. —Por supuesto, hablas a
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populacho, aplastado por los podero
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André-Louis—. Tengo la costumbre
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Ya en Dauphin hemos visto correr la
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tiranizan. —Donde haya poder, sie
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prometedor —exclamó Philippe.
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te enfadas conmigo? —gritó Andr
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son también los del sacerdote. Yo,
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CAPÍTULO II El aristócrata La so
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lisa y sólo tenía dos pisos con c
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dos años en el ambiente de la cort
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llamaba «prima». Estas relaciones
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vio un vehículo detenido ante la p
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Philippe de Vilmorin se alejó a to
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—Según veo, a ti te parece obvio
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de la forma adecuada; contando en p
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puedes llegar a ser casi cortés
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pensaba, una visión que te permite
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incluso muy probable, que al final
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abusando de la bondad y la confianz
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—No, no lo haré —contestó él
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irresistible conquistador cuyos gal
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quien, en tanto que aguardaba el re
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Pero el sereno rostro de la joven n
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imperdonable ofensa por haberle per
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Philippe de Vilmorin tomó del braz
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CAPÍTULO III La elocuencia de Vilm
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—De haber estado menos absorto en
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André-Louis permaneció en la puer
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agradecido —insistió Philippe—
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sorprendido. —No comprendo, cabal
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adonde pretendía ir a parar con to
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diabólico espíritu de rebeldía e
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—¿Pero es que no hay en el mundo
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esa idea pueda herir vuestro orgull
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exclusivamente de abusos que, a la
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paciente Job de las naciones, ha de
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pronunciados en vuestros salones li
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Tour d'Azyr y su primo. —Señor a
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escapaba. Súbitamente entendió la
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impulsivamente, por un sentimiento
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víctima no escapase. —No quiero
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mío! ¡Estoy hablando en vano! ¿C
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CAPÍTULO IV La herencia Philippe d
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completamente solos; nadie podía v
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generoso impulso quedaba anulado po
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esgrima como cualquier adolescente
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concluyó tan delicada tarea, manif
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el modo de llevar elegantemente una
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el noble le profesaba. Probablement
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arrodilló junto al lecho y con la
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un hombre de paz, casi un sacerdote
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grandilocuencia, recibía el nombre
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—La cuestión, querido padrino, c
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Es muy triste. Te juro por mi alma
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egla establecida para ajustar difer
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Muy irritado, el señor se volvió
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solo. —¿Y puedes hacerme el favo
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viento. Eso mismo, ni más ni menos
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Kercadiou que, con el rostro rojo d
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estos coches en sus viajes de ida y
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muchedumbre, André-Louis pudo coge
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vestíbulo llamado Sala de los Paso
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aquel personaje no tenía nada de f
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trueno de su voz. Ahora esperaba ha
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tiene algo que ver con esa infernal
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si sois breve os escucharé, pero o
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—¿Cómo? —gritó, y sin dar ti
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ese punto, pero como abogado tambi
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contestó solemnemente: —Muchas g
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premeditado, y lo ahorcaron. El pro
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que os he dicho ha podido conmovero
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despreciativamente su enjoyada mano
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añadió. —Ya me entenderá, señ
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Volvió casi corriendo a la Plaza R
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estudiante cerca de las obras de la
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Le Chapelier escudriñó el rostro
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acuerdo con sus métodos —dijo co
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clarín, sobrevoló las cabezas de
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ojos se ha cometido este crimen: el
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grupo de la oposición, cuyos miemb
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de aquel astuto político. Claro qu
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—El marqués de La Tour d'Azyr
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Lesdiguiéres: —¿Sabíais —pre
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que veinticuatro millones de almas
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¿qué sería del derecho que posee
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Al cabo de otra pausa, André-Louis
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son muros levantados para proteger
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vibró como sacudido por un oleaje
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que bastaba la menor incitación pa
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—Es el sistema en sí lo que debe
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movimiento, a resultas del cual, el
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de la clamorosa muchedumbre. Le Cha
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de la plaza y subió por la calle R
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cabeza. Poco acostumbrados a aquel
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más ferviente apóstol de la nueva
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amigos de Nantes, en nombre del pue
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CAPÍTULO VIII Omnes Omnibus André
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podido llegar a autosugestionarse.
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extrañas; corpulentas pescaderas c
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de negro, y muchísimos curas —Di
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nada. Ni siquiera se tenía la cert
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la Cámara, André-Louis se detuvo
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coloradas, autosuficiente. Tras un
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Una orden bastó para que los miemb
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hizo: —Mi nombre —dijo— es Om
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estaban contra el pueblo y contra t
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los privilegiados. Pero lo que las
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venideras el odioso tributo de dolo
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de nuestra patria que si uno de nos
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Omnes Omnibus propuso a los ciudada
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CAPÍTULO IX La secuela Caía la ta
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—¿Dónde estabas? —¿Que dónd
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Rennes. —Sí, por sedicioso. A ca
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—No puedes entrar en Gavrillac
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Gavrillac. Tienes que alejarte ense
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—En lo cual, como de costumbre, t
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con su caballo para cerrarle el pas
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directamente, colina arriba, hasta
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—Que Dios te bendiga, Aline. Ella
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verían los criados y la noticia de
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tenía que haberlo imaginado. La ba
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pero es todo lo que puedo hacer, pu
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necesitara enfadarse para justifica
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pistola apuntaba a su sien. —Nece
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intención. ¡Os lo juro por Dios!
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otra orilla, impulsado por la corri
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CAPÍTULO I Los intrusos Al llegar
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Confesiones. Constantemente recuerd
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monedas de plata. Y con un conocimi
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del granero. Era tan grande como un
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agradable sensación de descanso, e
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un mozo apuesto, de fino perfil y c
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sola persona. Y aquella voz musical
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Evidentemente, el padre de la donce
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y está al llegar. Viene a firmar e
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puños al azul del cielo, como Ajax
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lanco chal; Léandre, también boqu
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saldrá bien. —¡Oh! —exclamó
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desesperanza, frenesí. No estás p
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caballos y una pareja de burros, to
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André-Louis contestó poniéndose
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examinaron detalladamente. Observó
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lo que necesitéis. En la vida real
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de los gendarmes. Enseguida supo cu
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André-Louis. No podía consolarse
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—le dijo André-Louis—. En cuan
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—¡Los cercados! —repitió con
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El rostro del sargento se desencapo
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El sargento volvió grupas y sus ho
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que si tenéis los ojos abiertos y
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leales al rey. Lo aman, sobre todo
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CAPÍTULO II Al servicio de Tespis
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que se llamaban entre ellos por el
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hiciera honor a nuestra escuela…
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uborizó como una colegiala cuando
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—Una ilusión típica de Pierrot
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egla general siempre soy Pantalone.
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esclava en París. —Señorita —
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ciudad en cuyo mercado montarían e
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—¡Ah! Veo que conoce a Beaumarch
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un salto y empezó a dar órdenes,
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legua, pensó que en ningún otro s
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como ingratas… —Usted siempre c
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André-Louis. —¿No os dije que l
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dignifica nuestro arte. Para mí es
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CAPÍTULO III La musa cómica La en
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sostenerse en medio del vaivén del
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en actitud de falsa modestia, con s
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arrastraban el carro cargado con la
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Poco acostumbrado al trabajo manual
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compensaciones? —De hecho las nec
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—¿A quién? —preguntó él ino
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su pan moreno. Era una comida humil
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parar un momento hasta las cuatro,
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chicas por cabeza. En total se reca
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Pero en la mesa, media hora despué
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—Pero ¿por qué dices que Léand
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sentada entre Colombina y Madame, C
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distinto a su habitual bondad. —
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es intolerable. Temo haberme equivo
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olvidado momentáneamente y por eso
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larga ovación que todos dedicaron
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de Léandre, que seguía siendo igu
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—Si es tan ciego a sus intereses,
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dar a entender con eso? —¡Oh, na
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atribuyó al título de la obra. Fu
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Binet había hecho en toda su carre
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—¿Aumentarán? Me conformaría c
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tendiéndole una mano. Scaramouche
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quitó el zapato y la media. —¿Q
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se recuperara. —¡Unos días! —
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podríamos reorganizar el reparto.
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Polichinela fue magistral—. De he
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—Hablas como si no conocieras a P
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mí me plazca —dijo Binet dejando
- Page 427 and 428:
—Perdón, señor Parvissimus. Me
- Page 429 and 430:
abogados, en una misma región, ten
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—Tal vez tengas razón —gruñó
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—Es lógico que te burles de mí.
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—¿Sin rencor? —insistió Binet
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más activa. En sólo una semana, h
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tendrás un gran éxito. Al oír qu
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mercado. El nuevo Scaramouche iba a
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de la obra. Estaba releyéndola cua
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y recordó que Scaramouche debe hac
- Page 447 and 448:
vuestras esperanzas habrían desapa
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escuchó aquella graciosa improvisa
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dijo a Binet—. Es verdad que deb
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gran mundo de la capital. Cuando el
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puesto en el camino de la fama y la
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Pipriac. Y después, ya veremos. Es
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caminar sin muleta —gritó—. ¿
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mucho. ¿Sucede algo? El señor Bin
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dejado algo que vale veinte veces m
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Binet. Pero antes de que pudiera co
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CAPÍTULO VI Climéne Las más exha
- Page 469 and 470:
probar fortuna en el Teatro Real de
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cosas. —¿Te has dado cuenta —l
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notifícale a la policía que puede
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críticos de Francia. Sólo la idea
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mejorados, hasta que la compañía
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Scaramouche tenía respuestas para
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lo que he planeado, en esa misma me
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injusticia. Pero ya he pensado en e
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incluso el papel de soplón, si te
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concesiones: renunciar a los honora
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mañana en las afueras de Guichen,
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Para evitar que las ganancias dismi
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entusiasmo era tan inagotable como
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La joven gesticuló impaciente. —
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—¿Todavía estás aquí? —preg
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hurtadillas. —¿Decías que soy c
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notado en ti. Te has cansado de int
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aquel mismo día, obligándome a un
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Maquinalmente, como de común acuer
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dijo con tanta ternura que André-L
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separaban. —¿Qué sucede aquí?
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felicito. Esto significa un puesto
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acaba de obtener un yerno de releva
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ordenó la impresión de carteles,
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al antiguo estilo italiano, cosa qu
- Page 519 and 520:
—Nos llevas a una catástrofe.
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platillo. Pero André-Louis se opus
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epresentación de su compañía en
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orgulloso e insistente; Colombina,
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Coherente con este plan, actuó hac
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Pero el señor Binet se equivocaba
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leyó Polichinela, quien expresó,
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idea de reaccionar en su momento, a
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sí lo consiguió. Descontando las
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¿era tan diferente?, se preguntaba
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agitó el periódico por encima de
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conmigo de un modo muy raro —dijo
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Me parece que esto es lo que más l
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aquella princesa, inclinándose, co
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Afortunadamente no estás sola, Arl
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—Te codeas con gente muy excéntr
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de voz te ha delatado. Me decepcion
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debilidad de preferir el tablado de
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podría ofendernos? —Creí que se
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los actores. Tenéis la suerte de c
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castillo, pero ahora todo será dif
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austeridad—. Pero no estoy entre
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Su talento la ha colocado en el lug
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inducían. Cuando llegó a la posad
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ser. Su padre le guiñó un ojo con
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Y casi le irritó verle tratar a Ar
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él no le parecía tan importante.
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estaba indignada—. ¡Arlequín no
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niño y a él debo el haber estudia
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—¿Que qué importa? —dijo Clim
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—Moreau. Es el nombre del pueblo
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aquel ambiente de artistas ambulant
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el daño que aquella fantasía hab
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Ante el enojo de Pantalone demostr
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actitud de Climéne le parecía alg
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Necker, gracias a su anónima areng
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encima del escenario. Con ellos hab
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inquisitivos. Tenía que reconocer
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admirador. Aquella noche Climéne y
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privilegio de estar a solas con ell
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plaza de Bouffay, tropezó con un h
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nosotros en Nantes. ¿No has sabido
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delegados a la Asamblea de Rennes,
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probablemente te elegirán como uno
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harán, más tarde o más temprano.
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Scaramouche convirtió esa frase en
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sonriendo para sus adentros. En el
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con Scaramouche. —¡Al fin has ve
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disculparme, y… —Porque eres un
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alarmado. Léandre se puso en pie d
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una copa de vino. Al poco rato, tra
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lado de la mesa. Sólo Léandre, qu
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¿Sería impertinente que vuestro f
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no se apartaron un momento de su pr
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—¿Arrepentirse? —exclamó Bine
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la puerta. La actitud de André-Lou
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CAPÍTULO X Contrición La señorit
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desconcertantes sino también indec
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para que yo decida sobre eso —le
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Serenamente, Aline reiteró su firm
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a ser mi esposo corteja al mismo ti
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lo sabes. Si te hubieran educado co
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—Usted piensa eso porque no vemos
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el pasado, y si ha de ser impura en
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azonemos un poco. El señor marqué
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tenía gran interés en casarme, di
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Aline se encogió de hombros, y dij
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incidente. No es ninguna locura.
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Pero no fue así. El marqués se di
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—Te felicito. ¿Cuándo tomaste e
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—Pero ¿por qué no puedo ir a ha
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admirándose de que hasta la víspe
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tratado de arrancarle promesas con
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concesión en él, pero se sentía
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quisiera quitarle al asunto, estaba
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fumando su pipa. —¡Rediós! —d
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—No esperaba que la perdieras sin
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—Si lo hicieras —dijo André-Lo
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—Mira a lo que conduce el rencor.
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Scaramouche en tal tono que más qu
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como de costumbre, lo que hacía qu
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sala. Estaba algo pálida, y un poc
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aburrimiento. —No tengo nada de q
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se lo llevó. Y habrá que dar grac
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Los ojos de Binet casi se salían d
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funestos vaticinios de su padre. Pe
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de testamento en favor de la compa
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dos actores al unísono. Polichinel
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—Nada —respondió Léandre. Des
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cartón. Pero de nuevo la voz de Sc
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canaille ou bien le plus canaille d
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maravilloso fue ver a ese gran caza
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tan peligroso, no les dirigiréis n
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frente a la tormenta, siempre sonri
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epresentantes de uno y otro bando e
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esponsable de aquella revuelta. Per
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apresuradamente para defender al ho
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Era un consejo sensato y Scaramouch
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LIBRO TERCERO LA ESPADA
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leído?—, quien decía que no som
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víveres en esta famélica ciudad.
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que el ajusticiado no se entera de
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Tercer Estado, ¿no oísteis otra v
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estoy contento de que sigáis con v
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identidad real aún desconocían. Y
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Scaramouche, y pensaban con rencor
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detuvo a leer un anuncio clavado en
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cierta aún no conocía— no encaj
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nuevo la misma voz: —Recordad: la
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—Vengo por el letrero que habéis
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del Espíritu Santo, en quien Andr
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academia aprendisteis esgrima. —
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—André-Louis. Los negros ojos de
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encontrar aquí algún empleo en mi
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tiza para que los principiantes sup
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enseñándoles las ocho guardias y
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grandes como La Boéssiére, Danet,
- Page 753 and 754:
había designado para ser espadach
- Page 755 and 756:
teoría de Danet ciertos indicios q
- Page 757 and 758:
siempre, no con el intento de tocar
- Page 759 and 760:
ponerse en guardia, puso en marcha
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momento no estimaba mucho a André-
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la eficacia de su teoría y, de mom
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Simplemente he trabajado mucho y ma
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nunca le desilusionó revelándole
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verano de 1789 le proporcionaron ab
- Page 771 and 772:
que no estuviera claro cómo Necker
- Page 773 and 774:
diputados del Tercer Estado debían
- Page 775 and 776:
con su espada a cualquiera que se l
- Page 777 and 778:
piezas de artillería frente al edi
- Page 779 and 780:
noventa y seis por ciento de los ha
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proclamaron que —para demostrar a
- Page 783 and 784:
habían sido expulsados de la Salle
- Page 785 and 786:
Asamblea General, ni a los privileg
- Page 787 and 788:
que en el asunto de la libertad ind
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mañana iréis a las cámaras asign
- Page 791 and 792:
espíritu—, despidió al maestro
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anulara todo lo que ella y sus amig
- Page 795 and 796:
econciliación no se confirmó, ni
- Page 797 and 798:
estableció la paz entre los privil
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amotinado París. Enseguida se toma
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firme que nunca en su puesto. No sa
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viruela donde lo único que no era
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ciernes dispuesto a pescar en el r
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marqués —dijo—. Y para desgrac
- Page 809 and 810:
Louis vio de él fue una sonrisa si
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Bertrand y André-Louis decidieron
- Page 813 and 814:
compacta para dispersarla tan fáci
- Page 815 and 816:
cuatro hombres del pueblo el cuerpo
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la academia durante los dos días q
- Page 819 and 820:
en aquellos tiempos tan convulsos l
- Page 821 and 822:
Binet, así que también eran días
- Page 823 and 824:
había muerto el maestro de esgrima
- Page 825 and 826:
distintos. Pero París no esperó a
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última hora para gran alivio de su
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insuficientemente armados —sin un
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de la Bastilla, que fue el más gro
- Page 833 and 834:
principios de agosto, André-Louis
- Page 835 and 836:
hombre. Hacía un año que André-L
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Sin embargo, en ambos las transform
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Los dos amigos se sentaron frente a
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quisieran hacerle Regente, otros va
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toga al coturno, y del coturno a la
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—¡Mal rayo lo parta! Está aquí
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los que encendieron la tea que ha r
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CAPÍTULO IV Intermedio A los pocos
- Page 851 and 852:
vio llegar el regimiento de Flandes
- Page 853 and 854:
que era mercero, ponía demasiadas
- Page 855 and 856:
palco regio, y una ley no escrita q
- Page 857 and 858:
—¡Firme como el sombrero de Serv
- Page 859 and 860:
—Claro que no. ¿Cómo iba a sabe
- Page 861 and 862:
—Por supuesto, iré enseguida. Me
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forma de aplazarlas sin afectar el
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parque en miniatura, convenientemen
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un estilo de vida sencilla, se sent
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CAPÍTULO V En Meudon A André-Loui
- Page 871 and 872:
habitación alfombrada cuyos dorado
- Page 873 and 874:
Cuando terminó sus gesticulaciones
- Page 875 and 876:
vestido de André-Louis, las hebill
- Page 877 and 878:
los malditos granujas responsables
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para Bretaña. —¿Odioso? Eso no.
- Page 881 and 882:
perdonarte como a quien ha pagado s
- Page 883 and 884:
mientras la carroza de Aline se ale
- Page 885 and 886:
aseguran todos los bretones, el can
- Page 887 and 888:
mal y cargar sobre mi conciencia co
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Constitución, como pronto suceder
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Exasperado, su tío le ordenó que
- Page 893 and 894:
—¡Uf! —exclamó Aline y salió
- Page 895 and 896:
aquí, y por eso te culpa a ti y a
- Page 897 and 898:
Deberías saberlo —se enorgulleci
- Page 899 and 900:
estaba dispuesta a continuar mi rel
- Page 901 and 902:
Pero… pero… tampoco tengo motiv
- Page 903 and 904:
—Quiero ser justa. —La justicia
- Page 905 and 906:
suerte de que la revelación, en mi
- Page 907 and 908:
—¿A no ser que qué…? —pregu
- Page 909 and 910:
CAPÍTULO VI La señora de Plougast
- Page 911 and 912:
Fue cuando él vivía en la casa de
- Page 913 and 914: como hijo adoptivo. Pero el señor
- Page 915 and 916: ahora más profunda, repitió su no
- Page 917 and 918: muy enfadado con vos. Pero ésos no
- Page 919 and 920: dando a entender que había aceptad
- Page 921 and 922: —Depende de los hechos y no de lo
- Page 923 and 924: des Amis, la más floreciente que h
- Page 925 and 926: ayudantes. Y ya necesito un tercero
- Page 927 and 928: visitantes a un salón donde relumb
- Page 929 and 930: inquietud. Intuitivamente supo que
- Page 931 and 932: pies y de manos por los privilegiad
- Page 933 and 934: tiernamente—. Sólo el corazón d
- Page 935 and 936: —¿Y de qué otra forma sería po
- Page 937 and 938: —Desde luego, orgullo no os falta
- Page 939 and 940: hablar del tema en otra ocasión? P
- Page 941 and 942: camino. Habló de las grandes cosas
- Page 943 and 944: CAPÍTULO VII Los políticos Una ma
- Page 945 and 946: el sombrero cónico llevaba una esc
- Page 947 and 948: esultados morales que conducían a
- Page 949 and 950: etones son iguales. Hablemos de lo
- Page 951 and 952: que se entenderán. Le Chapelier pr
- Page 953 and 954: no se deja provocar y sigue su cami
- Page 955 and 956: dejan ponerme el sombrero en el tea
- Page 957 and 958: en las venas. Apretó los puños y
- Page 959 and 960: tiempo de insultar a nuestros repre
- Page 961 and 962: hombre era un patriota. El patrioti
- Page 963: gesto de desprecio—. Ahora result
- Page 967 and 968: voz alta—. Eso es una gran tentac
- Page 969 and 970: que le impidieron actuar legalmente
- Page 971 and 972: que busca la manera de ser honrado.
- Page 973 and 974: puerta, los interrumpió: —Exacta
- Page 975 and 976: en el mismo sitio. Se ve que sabes
- Page 977 and 978: derechos— suprimiendo la nobleza
- Page 979 and 980: verdes escaños, dispuestos elípti
- Page 981 and 982: circulaban por la sala dando suaves
- Page 983 and 984: incesantemente se cruzaba en su cam
- Page 985 and 986: mayor. Los diputados de la izquierd
- Page 987 and 988: Arras observaba a André-Louis aten
- Page 989 and 990: disciplinado, inflamado por el alto
- Page 991 and 992: guante al rostro de los privilegiad
- Page 993 and 994: —No, amigo; yo soy Scaramouche: e
- Page 995 and 996: sin saber a ciencia cierta la causa
- Page 997 and 998: odeado por un grupo de diputados qu
- Page 999 and 1000: Sin embargo, cuando salieron al air
- Page 1001 and 1002: de la marquesina. —¡Tengo que re
- Page 1003 and 1004: espectacular caída del caballero,
- Page 1005 and 1006: Chabrillanne le miró bastante asom
- Page 1007 and 1008: servirse él. Todo parecía indicar
- Page 1009 and 1010: vez en su escaño de la Asamblea, s
- Page 1011 and 1012: Cesó la expectación y todos volvi
- Page 1013 and 1014: CAPÍTULO IX El paladín del Tercer
- Page 1015 and 1016:
hacia todas las mujeres, y, si bien
- Page 1017 and 1018:
auténtico carácter tras una apari
- Page 1019 and 1020:
había estado aquel día en la Asam
- Page 1021 and 1022:
Motte-Royau probablemente no altera
- Page 1023 and 1024:
héroe de novela romántica. Hasta
- Page 1025 and 1026:
de meterse con otro menos diestro e
- Page 1027 and 1028:
espadachines. Pero las cosas no pod
- Page 1029 and 1030:
él, venían lentamente algunos de
- Page 1031 and 1032:
André-Louis. Más bien temía sali
- Page 1033 and 1034:
esgrima. ¿Acaso por serlo tengo qu
- Page 1035 and 1036:
demás. ¡Muy bien! La historia se
- Page 1037 and 1038:
para infringir la fiesta de guardar
- Page 1039 and 1040:
CAPÍTULO X Orgullo herido La perso
- Page 1041 and 1042:
aquel malhadado motín, había perd
- Page 1043 and 1044:
le parecía la culminación de todo
- Page 1045 and 1046:
en su último encuentro, dos semana
- Page 1047 and 1048:
cerca que pudiera oírlos. El marqu
- Page 1049 and 1050:
como si hubierais perdido mi cariñ
- Page 1051 and 1052:
por la puerta que daba al jardín c
- Page 1053 and 1054:
sus esperanzas con respecto a Aline
- Page 1055 and 1056:
las otras. Como sabréis, mi primo
- Page 1057 and 1058:
El cariño que sentía por André-L
- Page 1059 and 1060:
Al final vaciló un poco, conscient
- Page 1061 and 1062:
señor de Kercadiou, quien suspiró
- Page 1063 and 1064:
fanfarroneaba, y ellos sabían que
- Page 1065 and 1066:
inesperado de las circunstancias. E
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También yo le quiero mucho; casi l
- Page 1069 and 1070:
Astutamente ella apelaba a su arrog
- Page 1071 and 1072:
que me ha hecho víctima. —Persec
- Page 1073 and 1074:
—Señorita, hasta ahora yo no ten
- Page 1075 and 1076:
mí. Era lo último que podía hace
- Page 1077 and 1078:
profundamente, con la pena que inun
- Page 1079 and 1080:
una mácula imborrable en su concie
- Page 1081 and 1082:
he enterado de que, de un tiempo a
- Page 1083 and 1084:
conducta en la que ahora has reinci
- Page 1085 and 1086:
extraordinariamente duro tener que
- Page 1087 and 1088:
llaves le sobresaltó anunciándole
- Page 1089 and 1090:
que no se le ocurría pensar que al
- Page 1091 and 1092:
creyó comprender. Se echó a reír
- Page 1093 and 1094:
como espadachín, Aline llegó a la
- Page 1095 and 1096:
del día anterior. Y él interpret
- Page 1097 and 1098:
ella. Como una estatua, Aline oyó
- Page 1099 and 1100:
Louis? Apasionadamente se asió a e
- Page 1101 and 1102:
puerta y corrió hacia ella exclama
- Page 1103 and 1104:
—¿Cuánto tiempo hace que salió
- Page 1105 and 1106:
camino de la Cours la Reine y lo m
- Page 1107 and 1108:
osque cuando, detrás de ellas, una
- Page 1109 and 1110:
—¡Oh! ¡Es imposible que lleguem
- Page 1111 and 1112:
ventanilla, miraban con ojos asusta
- Page 1113 and 1114:
CAPÍTULO XII Deducciones Su coche
- Page 1115 and 1116:
desdeñosa. Pero después, al acept
- Page 1117 and 1118:
superior a los duelistas de la sema
- Page 1119 and 1120:
sobresaltó, y también le desconce
- Page 1121 and 1122:
André-Louis se mantuvo a la defens
- Page 1123 and 1124:
quería. Así que, ahora, ¡vamos h
- Page 1125 and 1126:
debajo del hombro. La herida hizo q
- Page 1127 and 1128:
Le Chapelier le tocó en el brazo.
- Page 1129 and 1130:
señor de La Tour d'Azyr buscaba an
- Page 1131 and 1132:
le interrumpió secamente: —Ese i
- Page 1133 and 1134:
cabriolé, dejando atrás a los dos
- Page 1135 and 1136:
era mortal. Mucho después André-L
- Page 1137 and 1138:
el marqués nacía de una ambición
- Page 1139 and 1140:
emigrado. Pero era una verdad a med
- Page 1141 and 1142:
pudo, esa resolución inquebrantabl
- Page 1143 and 1144:
los dieciocho francos diarios de su
- Page 1145 and 1146:
instalado en Francia. «La obra de
- Page 1147 and 1148:
ni siquiera los extremistas de los
- Page 1149 and 1150:
Constituyente podría ser miembro d
- Page 1151 and 1152:
Predominaban los abogados y, entre
- Page 1153 and 1154:
dirigidos por Robespierre, le decla
- Page 1155 and 1156:
a recurrir a otros métodos, pues p
- Page 1157 and 1158:
Majestades de Prusia y de Austria q
- Page 1159 and 1160:
sino del antiguo y detestado régim
- Page 1161 and 1162:
las hostilidades. París advertía
- Page 1163 and 1164:
viajando entre Coblenza y París
- Page 1165 and 1166:
términos de igualdad con los miemb
- Page 1167 and 1168:
acompañara hasta Meudon. El amisto
- Page 1169 and 1170:
Faltaba una media hora para la pues
- Page 1171 and 1172:
órdenes de no dejar salir ni entra
- Page 1173 and 1174:
calmó un poco, pero eso sólo sirv
- Page 1175 and 1176:
trabajado durante las últimas sema
- Page 1177 and 1178:
La sangre se le agolpó en la cara
- Page 1179 and 1180:
que las llevaran a su casa. El asom
- Page 1181 and 1182:
los tres con el otro, que hará con
- Page 1183 and 1184:
pero ambas experimentaban una vaga
- Page 1185 and 1186:
quienes un invertebrado monarca aba
- Page 1187 and 1188:
mi deseo de serviros, eso sería fa
- Page 1189 and 1190:
Cuando el viejo mayordomo de Gavril
- Page 1191 and 1192:
ya se ha acostado, igualmente quier
- Page 1193 and 1194:
—Es mi padrino. —¡Vuestro padr
- Page 1195 and 1196:
de desobediencia? —Me prohibistei
- Page 1197 and 1198:
pudo hacer? Si sólo la mitad de lo
- Page 1199 and 1200:
a colaborar si yo participo. Le he
- Page 1201 and 1202:
—¿Y entonces por qué…? —el
- Page 1203 and 1204:
tejemanejes. Se sabe que hoy ha est
- Page 1205 and 1206:
hablar sólo por vos… —Y por ti
- Page 1207 and 1208:
—¿Tengo que salvarla? —repiti
- Page 1209 and 1210:
padrino estaba llorando—. ¡La co
- Page 1211 and 1212:
¿Cómo puedes tomar semejante reve
- Page 1213 and 1214:
necesito saber el resto. —Tú nac
- Page 1215 and 1216:
En tal apuro, ella sabía que podí
- Page 1217 and 1218:
intercediendo por una madre tan pru
- Page 1219 and 1220:
CAPÍTULO XV El santuario Al final
- Page 1221 and 1222:
gritos de terror y de rabia mezclad
- Page 1223 and 1224:
la casa vecina, y no sabían el por
- Page 1225 and 1226:
notó que los cabellos del desconoc
- Page 1227 and 1228:
locas se me ocurrió pensar en vos.
- Page 1229 and 1230:
temblorosa mano que la señora de P
- Page 1231 and 1232:
Apoyándose en el sillón, la seño
- Page 1233 and 1234:
el encargo de la señora de Plougas
- Page 1235 and 1236:
de Plougastel, de modo que Aline tu
- Page 1237 and 1238:
teníamos que ser enérgicos, y en
- Page 1239 and 1240:
ocuparíais el lugar de Jacques.
- Page 1241 and 1242:
Plougastel se dejó caer en un sof
- Page 1243 and 1244:
chimenea dio melodiosamente las die
- Page 1245 and 1246:
nombre del pueblo. Señora, a vos o
- Page 1247 and 1248:
Plougastel. Más que mirarla desde
- Page 1249 and 1250:
lejos— percibía lo grotesco, lo
- Page 1251 and 1252:
atención a la dama, pues era extra
- Page 1253 and 1254:
candelabro. A medida que leía, en
- Page 1255 and 1256:
desaparecido junto con todas las de
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¡Si supieras cuánto he sufrido ne
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para todos. —Eso me lo han pregun
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sabía qué le asombraba más: si s
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—Supongo que estás tratando de d
- Page 1265 and 1266:
—Sería aconsejable, señoras, qu
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alguna vez existió entre Aline y e
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Tour d'Azyr. Habían confiado enter
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como había vivido si es que era pr
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comenzó a decir angustiada la señ
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seguridad, no aprovecho esta ocasi
- Page 1277 and 1278:
horrible! —Horrible tal vez, pero
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—Creo que lo mejor será que le q
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ahí, sobre la mesa. ¡Oh, Dios mí
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desconcierto, recordó que la seño
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en un sueño, vio al marqués incli
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otra manera de… de salvaros a los
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—Señor de La Tour d'Azyr, creo q
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—Eres duro —dijo severamente—
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pero sólo temporalmente. Pronto, d
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contra Philippe de Vilmorin. Era un
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este país que sucumbe en medio del
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tesitura menos convincente: —En c
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eprocharme en esta vida, si de algo
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los presentes, ella le abrazó. Las
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pechera del gabán, y entonces, abr
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CAPÍTULO XVIII Salida del sol Al o
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pensando. —¡Mi pobre André! —
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con seguridad. Al otro lado de la f
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más brutal. Pero no podrá durar,
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llegado la hora de partir. Y no hag
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destacado es en el arte de la fuga.
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señor de La Tour d'Azyr… —hab
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justificar su falta, sacó a reluci
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—¡Hasta que viste cómo el amor
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—¿Y fui yo también la causa de
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Al oírla, André-Louis se quedó e
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