REVISTA NUMERO 41 CANDÁS MARINERO
Noticias sobre Candás y su concejo Carreño en Asturias
Noticias sobre Candás y su concejo Carreño en Asturias
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Partieron el 20, a primerísima hora de la mañana y bajo<br />
un cielo que amenazaba tormenta; los divisaron, en<br />
lo alto de los cielos, unas seis horas después, sobrevolando<br />
Tabasco. Y se acabó Barbarán y Collar. Se los tragó<br />
la tierra. Sin pistas, sin respuestas, las autoridades<br />
mexicanas -y, desde España, poco más tarde, el agregado<br />
militar español en Washington, Ramón Francono<br />
fueron capaces de encontrar el avión y dedujeron<br />
que este, junto a los dos aviadores, se había hundido<br />
en el mar. Claro es que la cosa no convenció demasiado<br />
a un público que creía a los heroicos aviadores seres<br />
casi inmortales: las teorías conspirativas fueran<br />
muchas y muy variadas e, insospechadamente, una de<br />
ellas… pasó por Gijón.<br />
La historia saltó a la prensa nacional en julio de 1936,<br />
recién estallada la guerra y a tres años de la misteriosa<br />
desaparición de Barberán y Collar: Pedro Fernández,<br />
cantinero del Musel y cabrero medio por afición,<br />
medio por subsistencia, tenía a las cabras pastando<br />
por la Campa Torres y, de vez en cuando, subía a ver<br />
cómo andaban. En una de esas, bajando por Aboño, a<br />
la desembocadura del túnel, en la playa, encontró lo<br />
inesperado: una botella de cristal gastado y abrazada<br />
por un revuelto de algas enmarañadas que, a duras<br />
penas, dejaban ver entre sí el interior de la botella.<br />
«Era de cristal blanco», declaró Fernández para la revista<br />
«Mundo Gráfico» del 22 de julio del 36, «y estaba<br />
sucia, con arena en su parte baja. Tenía el corcho<br />
sin agujerear. Dentro» -¡ahí viene la sorpresa!- «un<br />
papel arrollado…»<br />
¿Quién puede resistirse a dejar sin inspeccionar el<br />
mensaje de una botella que acaba de escupir el mar?<br />
Pocas personas. Y Fernández no era una de ellas.<br />
«Saqué el corcho con cuidado y después, con un alambre,<br />
el papel. Este era pequeño, usado; venía a ser como<br />
la cuarta parte de una cuartilla corriente…» En el<br />
reverso (el anverso estaba compuesto de notas viejas,<br />
gastadas ya por el paso del tiempo), la bomba informativa:<br />
una nota que, según asegura el reportero del<br />
«Mundo Gráfico», estaba firmada por el mismísimo<br />
teniente coronel Joaquín Collar. «Nos encontramos al<br />
Este de Méjico», rezaba la nota, «y en una selva inexplorable.<br />
Tiene todo el motor estropeado, y Barberán,<br />
una pierna rota.- Collar.»<br />
A partir de aquí, desgraciadamente, todo son incógnitas.<br />
Aparentemente, el cantinero Pedro Fernández<br />
entregó el misterioso mensaje al sargento de Carabineros<br />
del Musel y este, a su vez, a la Delegación Marítima<br />
de Gijón, encargada de inspeccionarlo con resultados<br />
desconocidos. Bien porque no llegara a<br />
buen puerto la autenticidad de la botella, bien porque<br />
la nueva situación bélica del país no permitiera a<br />
la Delegación andarse con románticas zarandajas,<br />
Pedro Fernandez (cantinero de Gijón) con la botella misteriosa<br />
nunca llegó a conocerse el fin de la historia, que sí<br />
enraizó en otras muchas que, en torno a la desventura<br />
de Barberán y Collar, fueron tejiéndose a lo largo<br />
de todo el mundo. Otra historia, de final no menos<br />
triste que el oficial, situó en los años 40 a los aviadores<br />
en Santa María Chilchotla, en Oaxaca, al suroeste<br />
de Méjico. Allí, una mujer aseguraba que su marido y<br />
otro peón del rancho de La Paz, donde se habría estrellado<br />
el biplano, habían matado a golpes a los dos<br />
españoles tras verles salir, malheridos, del avión en<br />
llamas. Para robarles, sin más; por pura ansia.<br />
Durante décadas, innumerables expediciones de aventureros<br />
han recorrido la sierra Mazateca, en Oaxaca, buscando<br />
los restos del Cuatro Vientos, sin éxito hasta la fecha, conmovidos<br />
por la historia de una mujer tal vez con mucha<br />
imaginación. Una mujer analfabeta, crédula, impresionable,<br />
a cuyas manos jamás había podido llegar revista alguna y<br />
mucho menos española. Que jamás hubiera podido llegar a<br />
conocer la historia del cantinero que, en una ciudad costera<br />
de la vieja Europa, hubiera encontrado botella alguna con<br />
mensaje incluido y que, sin embargo, aseguraba también,<br />
con el mayor de los convencimientos, que cuando su marido<br />
mató a Barberán, el más viejo de los dos aviadores, este,<br />
precisamente este y no Collar; precisamente esa extremidad<br />
y no una pierna o la cabeza o los dientes, que Barberán<br />
tenía… una pierna rota. ¿Casualidad?<br />
por Arantza Margolles CON HISTORIA<br />
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