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REVISTA NUMERO 41 CANDÁS MARINERO

Noticias sobre Candás y su concejo Carreño en Asturias

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-¡Coño! Que voy buscar. A mediodía guardé aquí, al lado<br />

del morrión, cuatro botelles de vino. Buenes. De rioja<br />

reserva. Dejeles ahí pa la cena y ahora no tan. No les<br />

cogería alguno de vosotros y les daría a algún conocido<br />

¡eh!<br />

Se miraron entre sí. Nadie había visto las botellas ni<br />

sabía nada de ellas. Apenas segundos después, mientras<br />

Pepe retomaba la búsqueda, unas carcajadas inesperadas<br />

resonaron en la parte de abajo del vocal, donde estaban<br />

amarradas las lanchas, seguidas de una canturriada, dúo<br />

varonil: “Suelta el remo, batelera, que me altera tu manera<br />

de bogar. Suelta el remo…”<br />

Se acercaron presurosos al filo del vocal para ver quien<br />

estaba abajo, aunque antes de llegar la sospecha, rauda, se<br />

había apoderado de ellos. Las voces resultaban familiares y<br />

las cábalas surgieron de seguido. Se asomaron. Estaba<br />

oscuro y no podían distinguir quién era la pareja de<br />

cantores, pero ya Carlos ‘el Coleta’ había desplazado la<br />

furgoneta hacia el muelle y acercándola al borde accionó<br />

las luces largas. Como si fueran los focos de un teatro los<br />

faros de la furgoneta iluminaron la escena y los actores.<br />

Dentro de una lancha varada el ‘Xurro’ y el ‘Nin’ simulaban<br />

remar mientras proseguían inalterables con la habanera,<br />

“…y la linda batelera no cesaba de bogar. Suelta el<br />

remo…”. En un pozo cercano flotaba una botella de vino<br />

vacía. Sobre el guardacalor otra botella a punto de ser<br />

ventilada. En el chipiteo de proa dos bandejes con restos<br />

de sardines. Y debajo del banco donde estaban sentados,<br />

el vidrio de otras dos botellas producía destellos con la luz<br />

de los faros. ¡Eran de vino! ¡Rioja! ¡Reserva!<br />

Deshecho el entuerto. Ahí estaba la consecuencia y el<br />

desenlace de la maquinación de mediodía del ‘Xurro’.<br />

Había controlado a Pepe apartando el vino y hecho<br />

partícipe de ello al ‘Nin’. Se habían apoderado de él, a la<br />

chita callando, y a lo largo de la tarde-noche lo trasegaron<br />

ellos solitos sin decir ni mu.<br />

Hubo como un impasse. Como si el tiempo se hubiera<br />

detenido por un instante en la algarabía producida:<br />

insultos procaces y carcajadas se prolongaban sin tener<br />

fin, y hasta los corchos de sidra y algún chusco de pan<br />

lanzados hacia la motora parecían congelarse en el aire<br />

sin llegar nunca al objetivo. Superado el estupor inicial no<br />

tardaron los ánimos en calmarse y en asumir Pepe la<br />

jugarreta como tal. Pronto la camuña tornó al grupo<br />

mientras recogían. Y ya más tarde en el Galley,<br />

celebrando la velada, las risotadas por lo acontecido<br />

resurgieron y continuaron durante gran parte de la noche.<br />

La tercera conmemoración del ‘Día del Jubilado’<br />

comenzaba de facto a formar parte de la historia de la<br />

peña.<br />

Escrito por José Carlos Álvarez<br />

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