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ES UN LIBRO CON MUCHA INFORMACIÓN SOBRE LA VIDA DE ORACIÓN Y COMO HACER FRENTE AL ENEMIGO
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Los creyentes han de ver de manera renovada su privilegio y responsabilidad de andar<br />
victoriosos como hombres y mujeres de Dios. Ningún creyente que ande voluntariosamente en los<br />
pecados de la carne y d<strong>el</strong> mundo puede esperar escapar al daño y esclavitud de Satanás (Gálatas<br />
5:13-26; 1 Juan 2:15-17). ¿Puedes imaginarte qué le sucedería a un soldado que, durante <strong>el</strong> fragor<br />
de la batalla, se diera un paseo por <strong>el</strong> territorio d<strong>el</strong> enemigo? Si no resultara muerto, pronto se vería<br />
rodeado y tomado prisionero. En cambio, hay creyentes que creen que pueden darse<br />
descuidadamente al pecado sin resultar vulnerables para Satanás. Efesios 4:27 advierte de esta<br />
manera: "Ni deis lugar al diablo". Esto es lo que él desea: que le demos lugar para poderse<br />
introducir en la vida d<strong>el</strong> creyente. Lo que intenta es dañamos, esclavizarnos y destruimos por medio<br />
de nuestro amor al mundo o de otros pecados. A no ser que conozcamos nuestro camino a la<br />
victoria, nos volvemos vulnerables.<br />
La victoria sobre los pecados de la carne se alcanza reconociendo en primer lugar la<br />
capacidad de nuestra vieja naturaleza de cometer pecado. Es por esto que se nos dan listas como la<br />
de Gálatas 5:19-21. A Dios no le sorprende nuestra vieja naturaleza. Él conoce la maldad de la<br />
misma, y quiere que nosotros también la conozcamos. El segundo paso para alcanzar la victoria<br />
sobre los pecados de la carne es consideramos muertos a la vieja naturaleza (Romanos 6:5-6;<br />
Gálatas 5:24). Con Cristo, <strong>el</strong> "hombre viejo" es hecho morir. El tercer paso es andar en <strong>el</strong> Espíritu y<br />
pedirle que ponga dentro de nuestras vidas interiores <strong>el</strong> fruto de Su plenitud (Gálatas 5:22-23). Y Él<br />
lo hará al rendirnos nosotros a la verdad de Su Palabra inspirada. La aplicación constante de nuestra<br />
victoria obra maravillas para derrotar los pecados de la carne.<br />
La victoria sobre la carne, sobre <strong>el</strong> mundo y <strong>el</strong> diablo nos ha sido totalmente provista. La<br />
apropiación de esta victoria y <strong>el</strong> andar en <strong>el</strong>la es nuestra responsabilidad. Actuar voluntariosamente<br />
de otra manera nos llevará al desastre, y puede que se precise de una feroz batalla contra Satanás<br />
antes que vu<strong>el</strong>va la libertad.<br />
Creo que una de las más grandes necesidades de la iglesia es que los creyentes estén<br />
conscientes de la gravedad de nuestra batalla contra Satanás, y de la ayuda práctica, espiritual, que<br />
nos da la victoria. Y esta victoria ha de Formar parte de nuestro andar espiritual diario. Este libro<br />
ayudará a los creyentes a llevar una victoriosa vida guerrera y de oración.<br />
1<br />
Satanás no es invencible<br />
Durante ocho meses maravillosos tuvimos <strong>el</strong> privilegio de tener en nuestra casa a una<br />
encantadora muchacha de veintidós años, que había sido heroinómana durante al menos cinco años.<br />
Antes de acudir a nosotros, Sandy había sido desintoxicada en un hospital carc<strong>el</strong>ario. Comenzó a<br />
prosperar en <strong>el</strong> ambiente seguro de nuestro hogar cristiano. Era como una flor que comenzaba a<br />
abrirse. En su libertad de las drogas, comenzó a ver todo un nuevo mundo a su alrededor, y se dio<br />
cuenta de lo que se había perdido durante su esclavitud. Disfrutaba yendo a la iglesia. Incluso hizo<br />
profesión de recibir a Jesucristo como su Salvador. Su trabajo como auxiliar de enfermera en un<br />
hospital local para convalecientes la d<strong>el</strong>eitaba, dedicada a consolar y a ayudar a los pacientes<br />
ancianos. Comenzaron a volver sus dotes corno pianista de talento. Todo parecía brillante y<br />
alentador.<br />
Todo fue bien hasta que uno de sus viejos amigos descubrió dónde se encontraba. La invitó<br />
a asistir junto con él a la boda de su hermana. De mala gana, ante su insistencia, la dejamos ir.<br />
Luego nos contó que aqu<strong>el</strong>la misma noche había vu<strong>el</strong>to de nuevo al camino de las drogas. Aunque<br />
la queríamos mucho, no pasó mucho tiempo hasta que tuvimos que decirle que o bien tendría que<br />
vivir bajo la disciplina de nuestra familia, o bien irse.<br />
La noche en que decidió irse, hablamos de su profesión de fe. Con una int<strong>el</strong>igencia inusual,<br />
señaló a su cabeza y dijo: "Lo tengo aquí arriba, Pastor B., pero nunca lo quise aquí abajo",<br />
señalando su corazón. ¡Qué noche más oscura fue para nosotros cuando la vimos saliendo en <strong>el</strong><br />
nuevo automóvil que su padre le estaba ayudando a comprar! Satanás parecía entonces tan