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La igualdad como matriz de los nuevos paradigmas emergentes<br />
Sofía Valdivielso Gómez<br />
GEO/ICAE<br />
Los discursos sobre los nuevos paradigmas emergentes se presentan desde un marco genéricamente<br />
neutro y esto ejemplifica lo que Isabella Baker (2008) denomina “silencio conceptual” el cual se<br />
niega a reconocer explícita o implícitamente que todo cambio se produce en un terreno marcado por<br />
el género.<br />
Estamos viviendo un momento histórico-social de reacción patriarcal, es decir, estamos en un<br />
momento de retroceso en la conquista de los derechos porque en el contexto actual caracterizado<br />
por la globalización económica y las políticas de ajuste estructural se pone de manifiesto que el<br />
avance en igualdad se ha ralentizado y en muchas zonas del planeta se ha retrocedido (Cobo, 2010).<br />
En gran parte de este pequeño planeta ellas siguen siendo abiertamente socializadas según los<br />
cánones de la mirada del otro y en una pequeña parte, la más rica, la más democrática y la más<br />
libre, esa socialización persigue el mismo fin aunque enmascarada bajo el discurso de la libre<br />
elección y la responsabilidad.<br />
Hombres y mujeres elegimos en función de una serie de mandatos implícitos que todos los cuerpos<br />
normativos (familia, escuela, sociedad, religiones, leyes) se encargan de transmitir. Cuando niños y<br />
niñas comienzan su escolarización formal no cargan lo mismo en sus mochilas escolares. Las de<br />
ellas están llenas de mandatos para cumplir con lo que Amelia Valcárcel denomina la ley del agrado,<br />
mientras que la de ellos está llena de mandatos para cumplir con la ley del dominio. Ambos<br />
mandatos siguen perpetuándose por discursos heredados, legitimados y asentados socialmente como<br />
son el de la oposición de los sexos (todo lo que es masculino no es femenino y viceversa) y la<br />
complementariedad de los sexos (hombres y mujeres se construyen como partes complementarias,<br />
no como totalidades en si mismas)<br />
El discurso feminista ayudó a las mujeres de la década de los 70-80 a centrarse en sus propios<br />
deseos y en su autonomía. Pero este derecho a la autonomía y autoafirmación se ha tornado en su<br />
contrario para sus nietas a las que se les vende como una forma de consumismo extremadamente<br />
mezquina que hace que se vean a si mismas como objetos e inviertan toda su creatividad y energia<br />
en ponerse guapas y ser aprobadas y admiradas por los otros y por las otras.<br />
Pongamos un ejemplo, en la última década ha habido una explosión de la industria global del<br />
entretenimiento (juguetes, películas, música, videojuegos, etc.) a través de la cual se incita a las<br />
niñas a convertirse en princesas. Todas las niñas de menos de 8 años quieren ser princesas, todas<br />
quieren vestirse de princesas y para todas, su color preferido es el rosa. Aunque la princesa actual<br />
se presenta como una mujer “empoderada” activa, que toma iniciativas y que le gusta sentirse<br />
guapa, los mensajes sutiles de ser en función de la mirada del otro siguen siendo muy potentes. Así<br />
vemos a las niñas de 4-8 años vestidas de purpurina y soñando con ser cualquiera de las princesa
salidas de la factoría Disney. El consumo de estos estereotipos es masivo en el contexto de las<br />
sociedades más ricas y democráticas. Entre los 8 y los 12 años el modelo que aparece en mayor<br />
medida es el de las Barbies y las Bratzs. Ahora ellas quieren vestirse como sus muñecas y la<br />
industria les ofrece lo que piden, la muñeca vestida y el mismo vestido para ellas. La estética es<br />
vestirse con leggins y minifaldas, calzarse bailarinas o sandalias de cuña, peinarse con coletas y<br />
melenas planchadas, pintarse las uñas y ponerse brillo en los labios. Una imagen muy sexualizada<br />
para niñas de 8 a 12 años. Todas quieren ser como sus muñecas y vivir la vida que todos los agentes<br />
de socialización (medios de comunicación, la industria del juguete, de la moda, del cine etc) se<br />
encargan de meterles en la cabeza sin que ellas puedan defenderse de todo ello y sin que nadie las<br />
proteja. No hay reflexión ni debate social sobre el condicionamiento al que esta generación de<br />
niñas está siendo sometida por la industria del juguete como primer paso para ser luego modeladas<br />
por la cultura de la imagen que las construye como muñecas bonitas y deseables para el otro. En<br />
este sentido Natasha Walter (2010) afirma:<br />
“El viaje más largo que se espera de una niña sólo la lleva a recorrer el camino que hará que los<br />
demás la admiren por su físico y esto se hace a través de la retórica sobre la independencia y la<br />
libertad de ser una misma.” (Walter, 2010, 86)<br />
Pongamos otro ejemplo, la naturalización de la prostitución, la generalización del porno suave, la<br />
proliferación de los clubs, se nutre de estos modelos de consumo masivo y se alinean con las tesis<br />
de la despenalización de la prostitución y su tratamiento como si fuera igual que cualquier otra<br />
industria. Para ello se produce un proceso de co-aptación del significado de determinados conceptos<br />
socialmente aceptados y se manipula su significado. Los discursos a favor de la regulación o<br />
legalización de la prostitución empezaron a usar palabras como “agencia” “libre empresa” y<br />
“decisión razonada” (Jeffreys, 2011) de manera descontextualizada produciendo con ello una<br />
enorme confusión terminológica al mismo tiempo que: legitiman a la industria global del sexo,<br />
convierten a los proxenetas en empresarios, colocan a los gobiernos en una posición cómoda al no<br />
tener que prohibirla. Además no pone en cuestión el pilar sobre el que se sustenta el contrato sexual<br />
de las sociedades patriarcales, a saber: el derecho de los hombres a pagar por sexo, a comprar el<br />
cuerpo de las mujeres y a someterlas a su voluntad. Los argumentos que ellas lo hacen porque<br />
quieren, que han tomado una decisión razonada, que es un trabajo como otro cualquiera ha<br />
generado millones de euros de beneficio mayoritariamente en manos de los varones y velado el<br />
argumento de que la prostitución es la expresión máxima de la violencia que se ejerce contra las<br />
mujeres. Esta industria global se alimenta de la trata de mujeres jóvenes a las que se les esclaviza.<br />
Los que las explotan, esclavizan y maltratan ya no son proxenetas ahora se llama empresarios del<br />
mundo del espectáculo y las chicas no son mujeres prostituidas sino trabajadoras del sexo.<br />
El patriarcado es la raíz común de todos nuestros problemas actuales. Aunque aparentemente se<br />
haya debilitado sigue gozando de una enorme capacidad de penetración en todos los ámbitos de<br />
nuestras vidas. Está en la base de la mentalidad industrial, del capitalismo, de la trata de seres<br />
humanos, de la explotación de los recursos naturales, de nuestra incapacidad de vivir en paz, etc.<br />
Prueba de ello es la primacía de la competitividad sobre la cooperación, de la razón sobre la<br />
emoción, de lo masculino sobre lo femenino y del poder sobre el amor.<br />
Los nuevos paradigmas emergentes y los valores que defienden deben ser trabajados desde la matriz<br />
de la igualdad. Sin ella, se convierten en aliados fundamentales de las teorías neoliberales que<br />
justifican sus acciones (despidos masivos, condiciones laborales de explotación, emergencia de<br />
nuevas esclavitudes o las mismas de siempre con otros nombres), basándose precisamente en ellos.<br />
Sin igualdad no hay autonomía para las mujeres para actuar libremente, sólo les queda la obligación
de seguir construyendo sus identidades según los cánones del “contrato sexual” (Pateman, 1988) en<br />
virtud del cual los varones se construyen para sí y las mujeres para el otro. Es decir, para ellos el<br />
poder y para ellas la subordinación aunque esto en las sociedades democráticas y libres se haga de<br />
manera sutil<br />
Los nuevos paradigmas deben emerger de la matriz de la igualdad. Es urgente educar en igualdad,<br />
co-educar. Significa intervenir intencionadamente reconociendo que hay dos sexos diferentes y esta<br />
intervención debe estar dirigida a la construcción de un mundo común y no enfrentado. El<br />
reconocimiento de la igualdad formal en los marcos jurídicos internacionales no significa que esa<br />
libertad se realice para ambos sexos. Para ello es necesario que este principio se convierta en un<br />
objetivo que se enseñe en todos los espacios de socialización en el que interactuamos los seres<br />
humanos. (Simón, 2010)<br />
Referencias:<br />
BAKKER, ISABELLA (1998) Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica en la<br />
era de la reestructuración y el ajuste global, en ROSA COBO (2010): La nueva política sexual del<br />
Patriarcado y sus alianzas con la globalización capitalista<br />
http://www.cnm.gov.ar/generarigualdad/attachments/article/449/Mujeres_sexo_poder_economia_ci<br />
udadania.pdf<br />
COBO BEDÍA, ROSA (2011) Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción<br />
patriarcal. Madrid, Catarata<br />
JEFFREYS, SHEILA (2011) La industria de la vagina. La economía política de la comercialización<br />
global del sexo. Buenos Aires, Paidós.<br />
Título original: The Industrial Vagina. The Political Economy of the Global Sex Trade. Routledge,<br />
London and New York, 2009<br />
SIMÓN RODRIGUEZ, ELENA (2010) La igualdad también se aprende. Cuestión de co-educación.<br />
Madrid, Narcea Ediciones.<br />
WALTER, NATASHA (2010) Muñecas vivientes. El regreso del sexismo. Madrid, Turner<br />
Publicaciones<br />
Título original: Living Dolls. The Return of Sexism. Virago Press, 2010<br />
*****
Virtual Exchange “Education in a World in crisis: Limitations and Possibilities with a view to<br />
Rio+20”<br />
Working Group on Education<br />
Equality as a matrix of the new emerging paradigms<br />
Sofía Valdivielso Gómez<br />
GEO/ICAE<br />
Discourses on the new emerging paradigms are presented from a gender-neutral framework and this<br />
exemplifies what Isabella Baker (2008) calls "conceptual silence" which refuses to recognize<br />
explicitly or implicitly that any change takes place in a field marked by gender.<br />
We are living a historic-social moment of patriarchal reaction, that is, we are at a time of regression<br />
in the achievement of rights because in the current context characterized by economic globalization<br />
and structural adjustment policies is evident that progress in equality has slowed and in many areas<br />
of the planet it has receded (Cobo, 2010). In great part of this small planet they are still openly<br />
socialized according to the standards of the look of the other and in a small part, the richest one, the<br />
most democratic and freer, this socialization pursues the same purpose though masked under the<br />
discourse of free choice and responsibility.<br />
Both men and women, we choose according to a series of implicit mandates that all bodies of<br />
regulations (family, school, society, religions, laws) are responsible for transmitting. When boys and<br />
girls begin their formal schooling they do not carry the same in their school backpacks. Girls’<br />
backpacks are full of commands to accomplish what Amelia Valcárcel calls the law of liking, while<br />
boy’s backpacks are full of commands to comply with the law of domination. Both commands are<br />
perpetuated through inherited, legitimized and socially established discourses such as the opposition<br />
of sexes (all that is masculine is not feminine and vice versa) and the complementarity of sexes<br />
(men and women are constructed as complementary parts, not as wholes in themselves).<br />
The feminist discourse helped women in the 70-80s to focus on their own whishes and autonomy.<br />
But this right to autonomy and self-assertion has become the opposite for their granddaughters who<br />
are sold as an extremely petty form of consumerism that makes them look to themselves as objects<br />
and invest all their creativity and energy to be pretty and approved and admired by others.<br />
To take an example, in the last decade there has been an explosion of the global entertainment<br />
industry (toys, movies, music, videogames, etc.) through which girls are encouraged to become<br />
princesses. All girls under 8 years old want to be princesses, they all want to dress as princesses and<br />
they all like pink as their favorite color. Although the current princess shows herself as an active<br />
"empowered" woman, who takes initiatives and likes to feel beautiful, subtle messages of being<br />
according to the look of the other are still very powerful. Thus we see 4-8 year-old girls dressed in<br />
glitter and dreaming of becoming any of the princesses of Disney factory. The consumption of these
stereotypes is massive in the context of the richest and most democratic societies. Between 8 and 12<br />
years old the model that appears to a greater extent is that of Barbies and Bratzs. Now they want to<br />
dress like their dolls and the industry offers them what they want: the doll dressed and the same<br />
dress for them. What is fashion is to dress with leggings and miniskirts, to use ballerina style shoes<br />
or wedge sandals, to comb their hair in pigtails and iron their hair, to paint their nails and put on lip<br />
gloss. A very sexualized image for girls of 8 to 12 years old. They all want to be like their dolls and<br />
live the life that all agents of socialization (the media, the toy industry, the fashion industry, the film<br />
industry, etc.) make sure of inculcating them without them being able to defend themselves and<br />
without anyone to protect them. There is no thinking or social debate about the conditioning to<br />
which this generation of girls is being submitted by the toy industry as a first step to be then shaped<br />
by the culture of the image that builds them as pretty and desirable dolls for the other. In this sense<br />
Natasha Walter (2010) states:<br />
“The longest journey expected from a girl only takes her to walk the path that will make others to<br />
admire her for her body and this is done through the rhetoric on the independence and freedom of<br />
being oneself.” (Walter, 2010, 86)<br />
To take another example, the naturalization of prostitution, the generalization of soft porn, the<br />
proliferation of clubs, feed from these models of mass consumption and align with the theses of<br />
decriminalization of prostitution and its treatment as equal to any other industry. With this purpose<br />
there is a process of adapting the meaning of certain socially accepted concepts and their meaning is<br />
manipulated. Speeches in favor of regulation or legalization of prostitution began to use words like<br />
"agency" "free enterprise" and "reasoned decision" (Jeffreys, 2011) in a decontextualized manner<br />
thereby producing an enormous terminological confusion at the same time that they legitimate the<br />
global sex industry, transform pimps into businessmen, put governments in a comfortable position<br />
by not having to ban it. In addition, they do not question the pillar on which the sexual contract of<br />
patriarchal societies is based, namely: the right of men to pay for sex, to buy the bodies of women<br />
and subject them to their will. The arguments that they do so because they want to, that they have<br />
taken a reasoned decision, that it is a job like any other have generated millions of Euros in profit<br />
mainly in the hands of men and have veiled the argument that prostitution is the ultimate expression<br />
of violence perpetrated against women. This global industry is fed on trafficking in young women<br />
who are enslaved. Those who exploit, enslave and mistreat them are no longer pimps; now they are<br />
called entertainment businessmen and the girls are no longer prostituted women but sex workers.<br />
Patriarchy is the common root of all our current problems. Although apparently weakened, it still<br />
enjoys an enormous capacity to penetrate all fields of our lives. It is at the basis of the industrial<br />
mentality, of capitalism, of trafficking in human beings, of exploitation of natural resources, of our<br />
inability to live in peace, etc. Proof of this is the primacy of competitiveness over cooperation, of<br />
reason over emotion, of the masculine over the feminine and of power over love.<br />
The new emerging paradigms and the values they defend should be worked from the matrix of<br />
equality. Without it, they become key allies of neoliberal theories that justify their actions (massive<br />
layoffs, exploitative working conditions, emergence of new forms of slavery or the same as ever<br />
with other names) based precisely on them. Without equality there is no autonomy for women to<br />
act freely, just leaving for them the obligation to continue to build their identities according to the<br />
standards of the "sexual contract" (Pateman, 1988) under which men are built for themselves and<br />
women for the other. That is, for men the power and for women the subordination, even if in<br />
democratic and free societies this is done in a subtle way.
New paradigms must emerge from the matrix of equality. It is urgent to educate in equality, to coeducate.<br />
This means to take part intentionally recognizing that there are two different sexes and this<br />
involvement should be aimed at building a common world, not a conflicting one. The recognition of<br />
formal equality in international legal frameworks does not mean that said freedom is carried out for<br />
both sexes. This requires that this principle becomes an objective to be taught in all social spaces in<br />
which humans interact. (Simón, 2010)<br />
References:<br />
BAKKER, ISABELLA (1998) Provide gender to macroeconomic policy reform in the era of global<br />
restructuring and adjustment, in ROSA COBO (2010): The new sexual policy of the Patriarchate<br />
and its alliances with capitalist globalization<br />
Original title: Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica en la era de la<br />
reestructuración y el ajuste global, en ROSA COBO (2010): La nueva política sexual del<br />
Patriarcado y sus alianzas con la globalización capitalista<br />
http://www.cnm.gov.ar/generarigualdad/attachments/article/449/Mujeres_sexo_poder_economia_ci<br />
udadania.pdf<br />
COBO BEDÍA, ROSA (2011) Towards a new sexual policy. Women before the patriarchal reaction<br />
Original title: Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción patriarcal. Madrid,<br />
Catarata<br />
JEFFREYS, SHEILA (2011) La industria de la vagina. La economía política de la comercialización<br />
global del sexo. Buenos Aires, Paidós.<br />
Original title: The Industrial Vagina. The Political Economy of the Global Sex Trade. Routledge,<br />
London and New York, 2009<br />
SIMÓN RODRIGUEZ, ELENA (2010) Equality is also learned. A question of co-education.<br />
Original title: La igualdad también se aprende. Cuestión de co-educación. Madrid, Narcea<br />
Ediciones.<br />
WALTER, NATASHA (2010) Muñecas vivientes. El regreso del sexismo. Madrid, Turner<br />
Publicaciones<br />
Original title: Living Dolls. The Return of Sexism. Virago Press, 2010
*****<br />
L'égalité en tant que matrice de nouveaux paradigmes émergents<br />
Sofía Valdivielso Gómez<br />
GEO/ICAE<br />
Les discours sur les nouveaux paradigmes émergents sont présentés depuis un cadre neutre du point<br />
de vue du genre, et cela illustre bien ce qu’Isabella Baker (2008) appelle « le silence conceptuel »,<br />
qui refuse de reconnaître explicitement ou implicitement que tout changement a lieu dans un terrain<br />
marqué par le genre.<br />
Nous vivons un moment historique-social de réaction patriarcal, c'est-à-dire, nous sommes à un<br />
moment de recul dans la conquête des droits parce que, dans le contexte actuel caractérisé par la<br />
mondialisation économique et les politiques d'ajustement structurel, il est évident que le progrès<br />
dans l'égalité a ralenti et, dans de nombreuses régions de la planète, il a reculé (Cobo, 2010). Dans<br />
une grande partie de cette petite planète elles sont encore ouvertement socialisées selon les modèles<br />
du regard de l'autre et, dans une petite partie, la plus riche, la plus démocratique et la plus libre,<br />
cette socialisation recherche le même but, bien que masquée sous le discours du libre choix et de la<br />
responsabilité.<br />
Hommes et femmes, nous choisissons en fonction d’une série de mandats implicites que tous les<br />
corps normatifs (la famille, l’école, la société, les religions, les lois) se chargent de transmettre.<br />
Lorsque les garçons et les filles commencent leur scolarisation formelle, ils ne portent pas le même<br />
dans leurs sacs d'école. Les sacs des filles sont pleins d’ordres à respecter avec ce qu’Amelia<br />
Valcárcel appelle la loi de la complaisance, tandis que le sac des garçons est plein d’ordres de<br />
respecter la loi la domination. Ces deux ordres continuent de se perpétuer par des discours hérités,<br />
légitimés et socialement établis tels que celui de l'opposition des sexes (tout ce qui est masculin<br />
n’est pas féminin et vice versa) et la complémentarité des sexes (hommes et femmes se construisent<br />
comme des parties complémentaires et non comme des tous en eux-mêmes).<br />
Le discours féministe a aidé les femmes dans la décennie 70-80 à se concentrer sur leurs propres<br />
désirs et son autonomie. Mais ce droit à l'autonomie et à l'affirmation de soi s'est transformé en son<br />
contraire pour leurs petites-filles qui sont vendues comme une forme de consumérisme<br />
extrêmement mesquin qui fait qu’elles se voient à elles-mêmes comme des objets et qu’elles<br />
investissent toute leur créativité et leur énergie à s’embellir et être approuvées et admirées par les<br />
autres.<br />
Un exemple: dans la dernière décennie il y a eu une explosion de l'industrie mondiale du<br />
divertissement (jouets, films, musique, jeux vidéo, etc.) à travers laquelle les filles sont encouragées<br />
à devenir des princesses. Toutes les filles de moins de 8 ans veulent être des princesses, elles<br />
veulent toutes s'habiller comme des princesses et la couleur préférée de toutes est le rose. Bien que<br />
la princesse actuelle se présente comme une femme « autonome », active, qui prend des initiatives<br />
et qui aime se sentir belle, les messages subtils d’être en fonction du regard des autres sont encore
très puissants. Ainsi, nous voyons les filles de 4-8 ans vêtues de paillettes et rêvant de devenir l’une<br />
des princesse de l'usine de Disney. La consommation de ces stéréotypes est massive dans le<br />
contexte des sociétés les plus riches et démocratiques. Entre les 8 et les 12 ans, le modèle qui<br />
apparaît le plus est celle des Barbies et des Bratzs. Maintenant, elles veulent s'habiller comme leurs<br />
poupées et l'industrie leur offre ce qu'elles veulent, la poupée habillée et la même robe pour elles.<br />
L'esthétique est de s'habiller avec des leggings et des minijupes, porter des ballerines ou des<br />
sandales à semelle compensée, les cheveux en couette et repassés, les ongles peints et du brillant à<br />
lèvres. Une image très sexualisée pour des jeunes filles de 8 à 12 ans. Elles veulent toutes être<br />
comme leurs poupées et vivre la vie que tous les agents de socialisation (les médias, l'industrie du<br />
jouet, de la mode, du film, etc.) se chargent de les inculquer sans qu’elles puissent se défendre de<br />
tout cela et sans que personne les protège. Il n’y a pas de réflexion ou de débat social sur le<br />
conditionnement auquel cette génération de filles est soumise par l'industrie du jouet comme<br />
première étape pour être ensuite façonnées par la culture de l'image qui les construit comme des<br />
poupées jolies et souhaitables pour l'autre. Dans ce sens, Natasha Walter (2010) affirme :<br />
« Le plus long voyage qui est attendu d'une jeune fille ne la mène qu’à parcourir le chemin qui fera<br />
que les autres l’admirent par son physique et cela se fait par la rhétorique de l'indépendance et la<br />
liberté d'être soi-même. » (Walter, 2010, 86)<br />
Prenons un autre exemple: la naturalisation de la prostitution, la généralisation du porno soft, la<br />
prolifération des clubs, se nourrissent de ces modèles de consommation massive et sont alignés avec<br />
la thèse de la décriminalisation de la prostitution et son traitement égal à toute autre industrie. Dans<br />
ce but se produit un processus d’adaptation du sens de certains concepts socialement acceptés et<br />
l’on manipule le sens. Les discours en faveur de la réglementation ou la légalisation de la<br />
prostitution ont commencé à utiliser des mots comme « agence » « libre entreprise » et « décision<br />
motivée » (Jeffreys, 2011) de manière décontextualisée, produisant ainsi une énorme confusion<br />
terminologique tout en légitimant l'industrie mondiale du sexe, transformant les proxénètes en<br />
entrepreneurs, mettant les gouvernements dans une position confortable en n'ayant pas à l'interdire.<br />
En outre, ils ne remettent pas en question le pilier sur lequel repose le contrat sexuel des sociétés<br />
patriarcales, à savoir : le droit des hommes de payer pour du sexe, d'acheter le corps des femmes et<br />
de les soumettre à leur volonté. Les arguments qu'elles le font parce qu'elles veulent, qu’elles ont<br />
pris une décision motivée, qu’il s’agit d’un métier comme un autre, ont généré des millions d'euros<br />
de profits en grande partie dans les mains des hommes et ont voilé l'argument selon lequel la<br />
prostitution est l'ultime expression de la violence perpétrée contre les femmes. Cette industrie<br />
mondiale est nourrie de la traite de jeunes femmes qui sont esclavagées. Ceux qui les exploitent, les<br />
réduisent en esclavage et abusent d’elles ne sont plus des proxénètes : maintenant ils s’appellent des<br />
entrepreneurs de l'industrie du divertissement et les filles ne sont pas des prostituées, mais des<br />
travailleuses du sexe.<br />
Le patriarcat est la racine commune de tous nos problèmes actuels. Bien qu'apparemment affaibli, il<br />
jouit encore d'une énorme capacité de pénétrer tous les domaines de notre vie. Il est à la base de la<br />
mentalité industrielle, du capitalisme, de la traite des êtres humains, de l'exploitation des ressources<br />
naturelles, de notre incapacité de vivre en paix, et ainsi de suite. La preuve en est le primat de la<br />
concurrence sur la coopération, de la raison sur l'émotion, du masculin sur le féminin et du pouvoir<br />
sur l'amour.<br />
Les nouveaux paradigmes émergents et les valeurs qu'ils défendent doivent être travaillés à partir de<br />
la matrice de l'égalité. Sans elle, ils deviennent des alliés clés des théories néolibérales qui justifient<br />
leurs actions (des licenciements massifs, des conditions de travail abusives, l’émergence de
nouvelles formes d'esclavage ou les mêmes de toujours mais sous d'autres noms), se basant<br />
justement sur eux. Sans égalité, il n'y a pas d'autonomie pour les femmes pour agir librement, elles<br />
ne gardent que l'obligation de continuer à construire leurs identités selon les normes du « contrat<br />
sexuel » (Pateman, 1988) en vertu duquel les hommes se construisent pour eux et les femmes pour<br />
les autres. C'est-à-dire, pour eux le pouvoir et pour elles la subordination, bien que dans les sociétés<br />
libres et démocratiques ceci se fait de manière subtile.<br />
Les nouveaux paradigmes doivent émerger de la matrice de l'égalité. Il est urgent d'éduquer dans<br />
l'égalité, co-éduquer. Cela signifie d’intervenir intentionnellement tout en reconnaissant qu'il y a<br />
deux sexes différents, et cette intervention doit viser à construire un monde commun et non<br />
confronté. La reconnaissance de l'égalité formelle dans les cadres juridiques internationaux ne veut<br />
pas dire que cette liberté soit effectuée pour les deux sexes. Cela exige que ce principe devienne un<br />
objectif qui soit enseigné dans tous les espaces sociaux dans lesquels les êtres humains<br />
interagissent. (Simón, 2010)<br />
Références :<br />
BAKKER, ISABELLA (1998) Donner du genre à la réforme de la politique macroéconomique dans<br />
l'ère de la restructuration et l'ajustement mondial, dans ROSA COBO (2010): La nouvelle politique<br />
sexuelle du Patriarcat et ses alliances avec globalisation capitaliste<br />
Titre original : Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica en la era de la<br />
reestructuración y el ajuste global, en ROSA COBO (2010): La nueva política sexual del<br />
Patriarcado y sus alianzas con la globalización capitalista<br />
http://www.cnm.gov.ar/generarigualdad/attachments/article/449/Mujeres_sexo_poder_economia_ci<br />
udadania.pdf<br />
COBO BEDÍA, ROSA (2011) Vers une nouvelle politique sexuelle. Les femmes face à la réaction<br />
patriarcale.<br />
Titre original : Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción patriarcal. Madrid,<br />
Catarata<br />
JEFFREYS, SHEILA (2011) L'industrie du vagin. L'économie politique du commerce mondial du<br />
sexe.<br />
La industria de la vagina. La economía política de la comercialización global del sexo. Buenos<br />
Aires, Paidós.<br />
Titre original : The Industrial Vagina. The Political Economy of the Global Sex Trade. Routledge,<br />
London and New York, 2009<br />
SIMÓN RODRIGUEZ, ELENA (2010) L'égalité s’apprend aussi. Une question de co-éducation.
Titre original: La igualdad también se aprende. Cuestión de co-educación. Madrid, Narcea<br />
Ediciones.<br />
WALTER, NATASHA (2010) Poupeées vivantes. Le retour du sexisme.<br />
Muñecas vivientes. El regreso del sexismo. Madrid, Turner Publicaciones<br />
Título original: Living Dolls. The Return of Sexism. Virago Press, 2010<br />
*****<br />
A igualdade como matriz dos novos paradigmas emergentes<br />
Sofía Valdivielso Gómez<br />
GEO/ICAE<br />
Os discursos sobre os novos paradigmas emergentes se apresentam a partir de um marco<br />
genericamente neutro e isso exemplifica o que Isabella Baker (2008) denomina de “silencio<br />
conceitual” que se nega a reconhecer, explícita ou implicitamente, que toda mudança se produz em<br />
um terreno marcado pelo gênero.<br />
Estamos vivendo um momento histórico-social de reação patriarcal, isto é, estamos em um<br />
momento de retrocesso na conquista dos direitos, porque no contexto atual, caracterizado pela<br />
globalização econômica e pelas políticas de ajuste estrutural é evidente que o avanço em igualdade<br />
foi ficando mais lento e em muitas regiões do planeta até retrocedeu (Cobo, 2010). Em grande parte<br />
deste pequeno planeta as mulheres continuam sendo abertamente socializadas segundo os cânones<br />
do olhar do outro e em uma pequena parte, a mais rica, a mais democrática e a mais livre, essa<br />
socialização persegue o mesmo fim, embora disfarçada sob o discurso da livre escolha e da<br />
responsabilidade.<br />
As nossas escolhas, homens ou mulheres, se dão em função de uma série de mandatos implícitos<br />
que todos os corpos normativos (família, escola, sociedade, religiões, leis) se encarregam de<br />
transmitir. Quando meninos e meninas começam sua escolarização formal não levam a mesma coisa<br />
em suas mochilas escolares. As delas estão cheias de mandatos para cumprir o que Amelia Valcárcel<br />
denomina a lei do agrado, enquanto que a deles está cheia de mandatos para cumprir a lei do<br />
domínio. Ambos os mandatos continuam se perpetuando por discursos herdados, legitimados e<br />
determinados socialmente, tal como o da oposição dos sexos (tudo o que é masculino não é<br />
feminino e vice-versa) e da complementaridade dos sexos (homens e mulheres se constroem como<br />
partes complementares, não como totalidades em si mesmas)<br />
O discurso feminista ajudou as mulheres das décadas de 1970-1980 a se centrarem em seus próprios<br />
desejos e em sua autonomia. Mas esse direito à autonomia e à auto-afirmação tornou-se o contrário<br />
para suas netas. Para elas são vendidas como uma forma de consumismo extremamente mesquinha
que faz com que se vejam como objetos e invistam toda sua criatividade e energia para ficar bonitas<br />
e ser aprovadas e admiradas pelos outros e pelas outras.<br />
Vejamos um exemplo: na última década houve una explosão da indústria global do entretenimento<br />
(brinquedos, filmes, música, videogames, etc.) através da qual se incitam as meninas a se converter<br />
em princesas. Todas as meninas de menos de oito anos querem ser princesas, todas querem se vestir<br />
de princesas e para todas elas a cor preferida é cor-de-rosa. Embora a princesa atual se apresente<br />
como uma mulher “empoderada”, ativa, que toma iniciativas e que gosta de se sentir bonita, as<br />
mensagens sutis de ser em função do olhar do outro continuam sendo muito potentes. Assim, vemos<br />
meninas de quatro a oito anos vestidas de purpurina e sonhando ser qualquer das princesas saídas da<br />
fábrica Disney. O consumo destes estereótipos é maciço no contexto das sociedades mais ricas e<br />
democráticas. Entre os oito e os doze anos o modelo que mais aparece é o das Barbies e Bratzs.<br />
Agora elas querem se vestir como suas bonecas e a indústria lhes oferece o que pedem: a boneca<br />
vestida e o mesmo vestido para elas. A estética é se vestir com leggings e minissaias, calçar<br />
bailarinas ou sandálias de ponta, pentear-se com tranças postiças e cabelos alisados, pintar as unhas<br />
e passar brilho nos lábios. Uma imagem muito sexualizada para meninas de oito a doze anos. Todas<br />
querem ser como suas bonecas e viver a vida que os agentes de socialização (meios de<br />
comunicação, indústria de brinquedos, moda, cinema, etc.) se encarregam de meter-lhes na cabeça,<br />
sem que elas possam se defender de tudo isso e sem que ninguém as proteja. Não há reflexão nem<br />
debate social sobre o condicionamento a que esta geração de meninas está sendo submetida pela<br />
indústria de brinquedos, como primeiro passo para depois serem modeladas pela cultura da imagem<br />
que as constrói como bonecas bonitas e desejáveis para o outro. Nesse sentido Natasha Walter<br />
(2010) afirma:<br />
“A viajem mais longa que se espera de uma menina só a leva a percorrer o caminho que fará com<br />
que os demais a admirem por seu físico, e isso se faz através da retórica sobre a independência e a<br />
liberdade de ser ela mesma.” (Walter, 2010, 86)<br />
Vejamos outro exemplo: a naturalização da prostituição, a generalização do pornô suave, a<br />
proliferação das baladas se nutrem desses modelos de consumo de massa e se alinham com a tese da<br />
descriminalização da prostituição e seu tratamento como se fosse qualquer outra indústria. Para isso<br />
se produz um processo de cooptação do significado de determinados conceitos socialmente aceitos<br />
e que são manipulados. Os discursos a favor da regulamentação ou legalização da prostituição<br />
começaram a usar palavras como “agencia” “livre empresa” e “decisão raciocinada” (Jeffreys,<br />
2011) de maneira descontextualizada produzindo com isso uma enorme confusão terminológica, ao<br />
mesmo tempo em que: legitimam a indústria global do sexo, convertem os proxenetas em<br />
empresários, colocam os governos em uma posição cômoda ao não ter que proibi-la. Além do mais<br />
não questionam o pilar sobre o qual se sustenta o contrato sexual das sociedades patriarcais, a saber:<br />
O direito dos homens de pagar por sexo, comprar o corpo das mulheres e submetê-las a sua<br />
vontade. Os argumentos de que elas o fazem porque querem, que tomaram uma decisão pensada,<br />
que é um trabalho como outro qualquer, gerou milhões de euros de lucro majoritariamente nas mãos<br />
dos homens e encobertou o argumento de que a prostituição é a expressão máxima da violência que<br />
se exerce contra as mulheres. Esta indústria global se alimenta do tráfico de mulheres jovens que<br />
são escravizadas. Os que as exploram, escravizam e maltratam já não são os proxenetas, agora se<br />
chamam empresários do mundo do espetáculo e as garotas não são mulheres prostituídas, mas sim<br />
trabalhadoras do sexo.<br />
O patriarcado é a raiz comum de todos os nossos problemas atuais. Embora aparentemente tenha se<br />
debilitado continua gozando de una enorme capacidade de penetração em todos os âmbitos de
nossas vidas. Está na base da mentalidade industrial, do capitalismo, do tráfico de seres humanos,<br />
da exploração dos recursos naturais, de nossa incapacidade de viver em paz, etc. Prova disso é a<br />
primazia da competitividade sobre a cooperação, da razão sobre a emoção, do masculino sobre o<br />
feminino e do poder sobre o amor.<br />
Os novos paradigmas emergentes e os valores que defendem devem ser trabalhados a partir da<br />
matriz da igualdade. Sem ela, convertem-se em aliados fundamentais das teorias neoliberais que<br />
justificam suas ações (demissões em massa, exploração no trabalho, emergência de novas<br />
escravidões ou as mesmas de sempre com outros nomes), baseando-se precisamente neles. Sem<br />
igualdade não há autonomia para que as mulheres atuem livremente; só lhes resta a obrigação de<br />
continuar construindo suas identidades segundo os cânones do “contrato sexual” (Pateman, 1988)<br />
em virtude do qual os homens se constroem para si mesmos e as mulheres para os outros. Ou seja,<br />
para eles o poder e para elas a subordinação, embora isso seja feito de maneira sutil nas sociedades<br />
democráticas e livres.<br />
Os novos paradigmas devem emergir da matriz da igualdade. É urgente educar em igualdade, coeducar.<br />
Isso significa intervir intencionalmente reconhecendo que há dois sexos diferentes e esta<br />
intervenção deve estar dirigida à construção de um mundo comum e não de enfrentamento. O<br />
reconhecimento da igualdade formal nos marcos jurídicos internacionais não significa que essa<br />
liberdade se realize para ambos os sexos. Para isso é necessário que este princípio se converta em<br />
um objetivo que seja ensinado em todos os espaços de socialização nos quais interagimos como<br />
seres humanos. (Simón, 2010)<br />
Referências:<br />
BAKKER, ISABELLA (1998) Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica en la<br />
era de la reestructuración y el ajuste global, en ROSA COBO (2010): La nueva política sexual del<br />
Patriarcado y sus alianzas con la globalización capitalista<br />
http://www.cnm.gov.ar/generarigualdad/attachments/article/449/Mujeres_sexo_poder_economia_ci<br />
udadania.pdf<br />
COBO BEDÍA, ROSA (2011) Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción<br />
patriarcal. Madrid, Catarata<br />
JEFFREYS, SHEILA (2011) La industria de la vagina. La economía política de la comercialización<br />
global del sexo. Buenos Aires, Paidós.<br />
Título original: The Industrial Vagina. The Political Economy of the Global Sex Trade. Routledge,<br />
London and New York, 2009<br />
SIMÓN RODRIGUEZ, ELENA (2010) La igualdad también se aprende. Cuestión de co-educación.<br />
Madrid, Narcea Ediciones.<br />
WALTER, NATASHA (2010) Muñecas vivientes. El regreso del sexismo. Madrid, Turner
Publicaciones<br />
Título original: Living Dolls. The Return of Sexism. Virago Press, 2010