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El Conflicto de los Siglos EGW

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

su estudio <strong>de</strong> un modo regular y metódico: empezando con el Génesis y leyendo versículo por versículo,<br />

no pasaba a<strong>de</strong>lante sino cuando el que estaba estudiando quedaba aclarado, <strong>de</strong>jándole libre <strong>de</strong> toda<br />

perplejidad. Cuando encontraba algún pasaje obscuro, solía compararlo con todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>más textos que<br />

parecían tener alguna referencia con el asunto en cuestión. Reconocía a cada palabra el sentido que le<br />

correspondía en el tema <strong>de</strong> que trataba el texto, y si la i<strong>de</strong>a que <strong>de</strong> él se formaba armonizaba con cada<br />

pasaje colateral, la dificultad <strong>de</strong>saparecía. Así, cada vez que daba con un pasaje difícil <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r,<br />

encontraba la explicación en alguna otra parte <strong>de</strong> las Santas Escrituras. A medida que estudiaba y oraba<br />

fervorosamente para que Dios le alumbrara, lo que antes le había parecido obscuro se le aclaraba.<br />

Experimentaba la verdad <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong>l salmista: "<strong>El</strong> principio <strong>de</strong> tus palabras alumbra; hace<br />

enten<strong>de</strong>r a <strong>los</strong> simples." (Salmo 119: 130.)<br />

Con profundo interés estudió <strong>los</strong> libros <strong>de</strong> Daniel y el Apocalipsis, siguiendo <strong>los</strong> mismos<br />

principios <strong>de</strong> interpretación que en <strong>los</strong> <strong>de</strong>más libros <strong>de</strong> la Biblia, y con gran gozo comprobó que <strong>los</strong><br />

símbo<strong>los</strong> proféticos podían ser comprendidos. Vio que, en la medida en que se habían cumplido, las<br />

profecías lo habían hecho literalmente; que todas las diferentes figuras, metáforas, parábolas, similitu<strong>de</strong>s,<br />

etc., o estaban explicadas en su contexto inmediato, o <strong>los</strong> términos en que estaban expresadas eran<br />

<strong>de</strong>finidos en otros pasajes; y que cuando eran así explicados <strong>de</strong>bían ser entendidos literalmente. "Así me<br />

convencí —dice— <strong>de</strong> que la Biblia es un sistema <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s reveladas dadas con tanta claridad y<br />

sencillez, que el que anduviere en el camino trazado por ellas, por insensato que fuere, no tiene por qué<br />

extraviarse." —Bliss, pág. 70. Eslabón tras eslabón <strong>de</strong> la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong>scubierta vino a<br />

recompensar sus esfuerzos, a medida que paso a paso seguía las gran<strong>de</strong>s líneas <strong>de</strong> la profecía. Ángeles<br />

<strong>de</strong>l cielo dirigían sus pensamientos y <strong>de</strong>scubrían las Escrituras a su inteligencia.<br />

Tomando por criterio el modo en que las profecías se habían cumplido en lo pasado, para<br />

consi<strong>de</strong>rar el modo en que se cumplirían las que quedaban aún por cumplirse, se convenció <strong>de</strong> que el<br />

concepto popular <strong>de</strong>l reino espiritual <strong>de</strong> Cristo —un milenio temporal antes <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>l mundo— no<br />

estaba fundado en la Palabra <strong>de</strong> Dios. Esta doctrina que indicaba mil años <strong>de</strong> justicia y <strong>de</strong> paz antes <strong>de</strong><br />

la venida personal <strong>de</strong>l Señor, difería para un futuro muy lejano <strong>los</strong> terrores <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> Dios. Pero, por<br />

agradable que ella sea, es contraria a las enseñanzas <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> sus apóstoles, quienes <strong>de</strong>claran que<br />

el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la siega al fin <strong>de</strong>l mundo; que "<strong>los</strong> ma<strong>los</strong> hombres y <strong>los</strong><br />

engañadores, irán <strong>de</strong> mal en peor;" que "en <strong>los</strong> postreros días vendrán tiempos peligrosos;" y que el reino<br />

<strong>de</strong> las tinieblas subsistirá hasta el advenimiento <strong>de</strong>l Señor y será consumido por el espíritu <strong>de</strong> su boca y<br />

<strong>de</strong>struído con el resplandor <strong>de</strong> su venida. (S. Mateo 13: 30, 38-41; 2 Timoteo 3: 13, 1; 2 Tesalonicenses<br />

2: 8.) La doctrina <strong>de</strong> la conversión <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong>l reino espiritual <strong>de</strong> Cristo no era sustentada por la<br />

iglesia apostólica. No fue generalmente aceptada por <strong>los</strong> cristianos hasta casi a principios <strong>de</strong>l siglo XVIII.<br />

Como todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>más errores, éste también produjo ma<strong>los</strong> resultados. Enseñó a <strong>los</strong> hombres a <strong>de</strong>jar<br />

para un remoto porvenir la venida <strong>de</strong>l Señor y les impidió que dieran importancia a las señales <strong>de</strong> su<br />

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