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Antología Concurso Ángel Ganivet 2017

Autores de los textos ganadores y finalistas en el décimo Concurso Literario Ángel Ganivet 2017 La arena que vive en los lugares ásperos, Alejandro Rafael Alagón Ramón (España) ,Víctor Alarcón (Venezuela), Aarón Carlos Andrés García (España), Jesús Cárdenas Sánchez (España), Vicente Cervera Salinas (España), Adriana Irais Dorantes Moreno (México), María Victoria Duque López (Colombia), Ana María Elizondo Gasperín (México), Martha Gantier Balderrama (Bolivia), Carlos Roberto López Parra (Colombia), Sergio Lorente Martínez (España), Jeannette Lozano (México), Jaime Ignacio Magnan Alabarce (Chile), José María Muñoz Quirós (España), Roxana Carina Mauri Nicastro (Argentina), Rodolfo Novelo Ovando (México), Tomás Ortega García (España), Silvia Claudia Rivas (Argentina), Clara Schoenborn (Colombia), María Paz Valdebenito González (Chile)

Autores de los textos ganadores y finalistas en el décimo Concurso Literario Ángel Ganivet 2017 La arena que vive en los lugares ásperos, Alejandro Rafael Alagón Ramón (España) ,Víctor Alarcón (Venezuela), Aarón Carlos Andrés García (España), Jesús Cárdenas Sánchez (España), Vicente Cervera Salinas (España), Adriana Irais Dorantes Moreno (México), María Victoria Duque López (Colombia), Ana María Elizondo Gasperín (México), Martha Gantier Balderrama (Bolivia), Carlos Roberto López Parra (Colombia), Sergio Lorente Martínez (España), Jeannette Lozano (México), Jaime Ignacio Magnan Alabarce (Chile), José María Muñoz Quirós (España), Roxana Carina Mauri Nicastro (Argentina), Rodolfo Novelo Ovando (México), Tomás Ortega García (España), Silvia Claudia Rivas (Argentina), Clara Schoenborn (Colombia), María Paz Valdebenito González (Chile)

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adelante, contemporáneamente la palabra también puso límites. Esos límites que el<br />

poeta, el escritor en general, raramente proclive a detenerse en los umbrales, está<br />

permanentemente llamado a intentar franquear. El escritor, escapista siempre en fuga,<br />

empeñado en zafarse de la mordaza con la que las convenciones sociales intentan<br />

acallarle, se debate por librarse del collar de castigo con el que pretenden amaestrarle.<br />

En efecto a veces lo consigue; pero cuando esa victoria pírrica se materializa en un<br />

discurso que resulta demasiado improcedente, demasiado intolerable, demasiado<br />

subversivo, el visionario que pretende advertir de la artimaña a sus semejantes y<br />

redimirles también a ellos, guiarles en la fuga hacia la libertad cual Espartaco, acaba<br />

pagando su osadía en la estrecha prisión reservada para la locura: una mente libre dentro<br />

de la camisa de fuerza impuesta por un poder que elabora el concepto de demencia<br />

según sus propios criterios y conveniencias.<br />

Sostenía Antonin Artaud que “no hay nadie que haya jamás escrito o pintado,<br />

esculpido o modelado, construido o inventado, a no ser para salir del infierno”. Quizá<br />

todos los artistas lo somos para procurar la evasión del mismo escenario cuyos defectos<br />

ponemos de manifiesto. No es sólo otra fábula sin sentido parece un buen ejemplo de<br />

ello.<br />

En tiempos en los que el hombre permanece ajeno a su consustancial faceta<br />

animal, alejado de esa naturaleza que no comprende y que en general sólo alcanza a<br />

interpretar como una amenaza, su autora, Silvia Claudia Rivas, repudia los paisajes<br />

antrópicos y abomina de su sofisticada artificiosidad, de su insidioso atractivo; de ese<br />

falso brillo que atrae y atrapa al insecto incauto, el que se deja deslumbrar por un<br />

presunto progreso que antepone doctrinas y modelos frívolos, decadentes y efímeros,<br />

mientras olvida todo aquello que realmente importa y construye al hombre por dentro,<br />

todo aquello lo hace más humano. Así, No es sólo otra fábula sin sentido recomienda el<br />

regreso a otros valores y principios, a las esencias. Una búsqueda que siempre ha<br />

constituido el objetivo último de la poesía.<br />

Y es en la naturaleza, en la aceptación de nuestra comunión con ella, hoy<br />

olvidada, donde lograremos encontrar la paz, el equilibro y la dicha que nos falta.<br />

Porque ella posee una sabiduría inherente y espontánea, intuitiva, que no necesita de<br />

razonamientos ni fríos cálculos. Por eso “los ciclos lunares del caracol” se revelan<br />

“más lúcidos que cualquier jardín botánico para sostener la luz de las abejas”. El<br />

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