No.25
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
justificación para cerrarla. Ningún motivo. En verdad se cerró porque se cerró y<br />
ya, punto. Y con ese hecho se vino abajo el pueblo. No sé cómo sucedió tan<br />
rápido pero así fue. La historia de este relato inicia ahí en la panadería, esa es la<br />
sensación que tengo y a la vez termina ahí mismo entre el azúcar de los panes y<br />
la harina. Insisto y no sé por qué lo hago pero la historia del pueblo nació ahí y ahí<br />
mismo quizá murió. A veces pienso que tal vez más bien ahí renació. Todo esto<br />
me confunde tanto que por eso pienso que no tiene caso hablar más. No hay más<br />
que decir. Las farolas jamás funcionarán como cuando nuevas. El sitio jamás<br />
recuperará su vida, a menos que a alguien se le ocurra abrir una panadería, eso<br />
es lo que pienso. La historia de este pueblo es tan simple que se los advertí, es<br />
banal. Quizá a alguien le interese saber más de este lugar o tal vez a alguien le<br />
dé por venir a reparar las farolas. La tranquilidad no se ha ido. Los habitantes<br />
siguen aquí. Se ve algo abandonada esta calle pero lo demás está bien. Aunque<br />
el esplendor sinceramente se lo<br />
daba la callada persona que<br />
atendía la panadería. Espero<br />
algún día regrese.<br />
La gente se sienta en el quicio<br />
de la panadería a recordar<br />
cosas, a platicar del pan o de lo<br />
que veían desde la panadería.<br />
Hablan del pelirrojo y de la<br />
señora del pollo y la carne.<br />
Diariamente llegan a expresar<br />
lo que sus mentes guardan: los<br />
recuerdos que tienen y las<br />
fotografías de la calle oscura.<br />
Algunos traen sus sillas y se<br />
sientan a veces en silencio a<br />
contemplar la cortina de la<br />
panadería. Leen el letrero una y<br />
otra vez P-A-N-A-D-E-R-Í-A y<br />
ven sus candados inviolables.<br />
No hay más qué platicar de<br />
esta historia. Nunca pensé que<br />
un lugar cerrado pudiera ser la<br />
que iniciara la caída de tantas<br />
cosas. Jamás había visto las farolas tan tristes y la calle tan desolada a pesar de<br />
que diariamente se reúne la gente. Sin embargo, hay algo que me llama la<br />
atención. Cuando llueve, el agua que corre por esta calle no es normal. Se ve<br />
diferente. Corre distinto. Me sorprende ver a la gente bebiendo de ella. La toman<br />
como si estuviera fresca y fuera cristalina. Hasta traen sus vasos para llevar a sus<br />
casas esa agua de lluvia. Las farolas, la panadería y un relato banal, de una calle