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Consejos fotográficos<br />
para mi hijo (II)<br />
Fernando Castro (desde Houston)<br />
DOCE<br />
Foto de Fabián Castro<br />
La foto que comento hoy es ésta que mi hijo<br />
tomó de unas personas (probablemente sin<br />
hogar) sentadas contra la pared al lado derecho<br />
de la imagen. A él le dije:<br />
“Fabián, tu composición es perfectamente simétrica.<br />
Las verticales están alineadas. La repetición<br />
de las columnas de la galería posee un ritmo que<br />
nos lleva al punto de fuga. En ese punto hay, por<br />
así decirlo, una luz al final del túnel. Ese punto es<br />
casi tan interesante como las dos personas indigentes<br />
que parecen ser el tema que probablemente<br />
te motivó a tomar la foto. Pero la foto tiene un<br />
problema técnico: está movida. Por lo tanto no hay<br />
nitidez en ninguna parte de ella; menos aún en la<br />
mujer que está caminando. ¿Qué pasó? Quizá la<br />
tomaste en automático, sin poner el ISO (la sensibilidad<br />
a la luz) igualmente en automático. La velocidad<br />
recomendable de la toma tendría que ser por<br />
lo menos 1/125 de segundo. Así no te saldría movida<br />
la foto. Por otro lado, tendrías que tomar en<br />
cuenta la profundidad de campo; es decir la distancia<br />
delante y detrás del punto donde enfocas el<br />
lente en la que quieres que estén en foco las cosas.<br />
Yo te recomendaría que cerraras la apertura del<br />
lente por lo menos a f8; para lo cual tendrías que<br />
aumentar el ISO como a 400. Experimenta y verás.<br />
La otra opción es tener muy poca profundidad de<br />
campo para que sólo tu punto de interés quede<br />
enfocado y el resto de las cosas quede en una especie<br />
de sfumato. Para lograr eso, abre la apertura<br />
de lente como a f2<br />
CON RAZÓN / LA REDACCIÓN<br />
De acuerdo con la empresa Keeper Security las contraseñas<br />
más recurrentes en Internet son las que abajo se<br />
enlistan. Como puede advertirse, no se requiere mucho<br />
esfuerzo, no se necesita ser un genio para piratearlas:<br />
<br />
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123456789<br />
Qwerty (la primera línea de letras del teclado<br />
covencional)<br />
111111<br />
1234567890<br />
1234567<br />
Password<br />
En este número:<br />
Alejandro Hernández: fotógrafo y percusionista; Alejandro Ramos<br />
Ortiz: doctor en Historiografía, analista de políticas públicas e investigador;<br />
Aram Huerta: artista gráfico; Bibian Gómez: estudiante de<br />
Artes Visuales; José Córdoba Mayor de Parra es un heterónimo;<br />
Falhor: estudiante de Diseño de la Comunicación Visual e ilustrador;<br />
Fernando Buen Abad: doctor en Filosofía y especialista en imagen<br />
y en política y medios; Fernando Castro: filósofo, crítico de arte,<br />
curador, poeta y artista visual; Fernando Llanos: videoartista, director<br />
de cine, dibujante y músico; Manuel Velázquez: artista visual,<br />
profesor universitario, galerista y gestor cultural; María Asa es un<br />
heterónimo; Naief Yehya: ingeniero industrial, novelista, ensayista<br />
y periodista; Pablo Boullosa: escritor, conductor de La dichosa<br />
palabra y director de la revista Este País; Raúl Ortega Vettoretti:<br />
Arquitecto; Roberto Macías: músico y periodista cultural.<br />
Sobre el placer, a veces olvidado<br />
Aram Huerta: imagen/Omar Gasca: texto<br />
Del placer se pueden pensar y decir muchas<br />
cosas pero en síntesis la palabra alude al goce<br />
físico, intelectual o espiritual producido por algo<br />
que se realiza o se percibe. Por supuesto, se asocia<br />
con la felicidad, con sentimientos o sensaciones positivas,<br />
agradables y hasta eufóricas. Puede haber<br />
placer por saciar la sed o el hambre, por hallar diversión<br />
en alguna labor, por tener –como suele decirse–<br />
sexo, por admirar un cuadro, por dar una caminata,<br />
por alcanzar una meta propuesta, por encontrar<br />
satisfacción en un determinado hecho.<br />
En su libro Filosofía del placer (1952), Ignacio<br />
Escobar López hizo una tan exhaustiva clasificación<br />
del placer que en ciertos momentos parecería una<br />
broma: “el placer literario de la tradición, el placer de<br />
las predilecciones, el placer de la elocuencia, el placer<br />
de la pobreza…”. Algo más breve incluiría el placer<br />
físico, por ejemplo comer, tocar, ser tocado, hacer<br />
ejercicio; el placer psíquico, relacionado con la imaginación,<br />
la fantasía, el recuerdo, el sentido del humor,<br />
la creación artística, entre otros conceptos; el placer<br />
intelectual, que proviene de aumentar nuestro capital<br />
cultural, de entender, de asombrarnos; el placer<br />
lúdico, vinculado al juego, a esa decisión libre que<br />
implica jugar; el placer emocional, que resulta de la<br />
empatía, de los afectos, de la amistad y de aquello<br />
que llamamos amor; el placer de la contemplación,<br />
ligado a la admiración, a la mirada estética, a la ob-<br />
servación de lo insólito, al asombro.<br />
Es común oponer el placer al dolor, es decir concebirlos<br />
antagónicos, si bien hay quien consigue el<br />
placer produciendo dolor o sufriéndolo. Y sí, a la<br />
búsqueda de la felicidad mediante el placer inmediato<br />
se le conoce como hedonismo, término ligado<br />
a la sensualidad y a la voluptuosidad.<br />
Epicuro propuso un placer equilibrado: físico, intelectual<br />
y emocional, y su idea tuvo éxito por largo<br />
tiempo hasta que se topó con otras, muchos años<br />
después, como la de Tomás de Aquino, para quien<br />
el verdadero placer se produce en el más allá, en la<br />
vida después de la vida. No hay que olvidar, por supuesto,<br />
esa vieja relación entre prohibición, placer,<br />
pecado y castigo en el mundo terrenal.<br />
Sobre el placer han escrito muchos filósofos,<br />
poetas, novelistas, sociólogos, antropólogos y otros,<br />
entre ellos: La experiencia del placer, de Alexander<br />
Lowen; Elogio del placer, de Marcos Aguinis; La ciencia<br />
del orgasmo: la naturaleza humana y los mecanismos<br />
del placer, de Barry R. Komisaruk y Beverly<br />
Whipple y, entre otros más, El placer del texto, de<br />
Roland Barthes, quien allí afirma, con palabras que<br />
no son precisamente éstas, que mientras más cultura<br />
tenga el sujeto, más grande y diverso será el<br />
placer que obtenga.<br />
Aquí, una alegoría sobre el placer por Aram<br />
Huerta, realizada ex profeso para ésta revista