Dracolino_preview_gal

Dracolino era un dragón que vivía en una cueva al pie de una gran montaña en el
país de Ortas.

Sus padres le enseñaban a volar por encima de los tejados de las casas y, cuando
fuera un poco mayor, pensaban enseñarle a echar fuego por la boca.
Un día Dracolino intento asustar a unos niños lanzando fuego, pero de su garganta
solo salió una especie de largo silbido.
Los niños comenzaron a reírse de él y dijeron:
-¡Menudo dragón! ¿Habéis visto como silba? Parece una sirena… ja, ja, ja.

Al ver como se burlaban de él Dracolino se puso rojo de vergüenza. Eso no lo podía
consentir así que volvió a su casa pensando en hablar con sus padres.
Y le dijo a su padre:
-¿Por qué no me enseñas de una vez a lanzar llamas? Hoy intenté hacerlo pero los
niños se han reído de mi porque solo me ha salido un silbido.

Su padre ,el dragón Flamarión, le contestó:
-Eres aún muy pequeño, primero tienes que aprender a volar y planear por encima
de los tejados, ¡no creas que es fácil!
-Pero papa, yo quiero asustar a los niños que se han reído de mí. He sentido mucha
vergüenza…
Y como su padre no quería enseñarle a lanzar llamas, Dracolino decidió aprender
solo y se dirigió al campo donde los habitantes del país de Ortas recogían plantas.

De nuevo intento lanzar llamas por su boca, pero esta vez le salio un precioso
silbido, como si fuera un canto.
-¡Escuchad! -dijeron-, el pequeño dragón canta...
-¿Quieres alguna de estas plantas para aclararte la garganta?
Y todos se rieron de él.
Triste y avergonzado subió a la montaña más alta y se puso a pensar. Sin darse
cuenta se hizo de noche y allí se quedó Dracolino a solas con la luna.

-Luna de plata, dime, tú que conoces tantas cosas ¿qué puedo hacer?
La luna sintió pena por Dracolino y le contestó:
-¿Por qué quieres hacer lo mismo que hacen tus padres? Quizás tú seas distinto.
-Pero Luna de plata, soy un dragón, descendiente de una gran familia de dragones
y todos han lanzado fuego y han asustado a la gente.

-¿Por qué piensas así? A A ti realmente ¿que te gustaría hacer?
-¡Me gustaría muchísimo cantar!
-¡Pues canta! -le dijo ella.
-Pero si canto no me tendrán miedo.
-Claro que no, al contrario, estarán encantados y les alegrarás.
Dracolino se quedó muy pensativo: ¿Qué pensarán mis padres si les digo que
quiero dedicarme a cantar? ¿Qué dirán los habitantes de Ortas? ¿Que será de mi si
no asusto a nadie?

Dracolino estaba muy cansado y se quedó dormido en la montaña mientras la Luna
vigilaba sus sueños.
Cuando salió el sol, Dracolino decidió volver a su cueva y hablar con sus padres.
Estos le escuchaban horrorizados y dijeron:
-¿Por qué quieres hacer algo que nunca han hecho los dragones? ¡Qué vergüenza
para nuestra familia!

Dracolino salió de la cueva triste y cabizbajo. Ahora ya sabía lo que pensaban sus
padres pero ¿qué dirían de él los habitantes de Ortas?
Dracolino comenzó a volar por encima de los tejados y de su boca salieron
unos bonitos sonidos, dulces y delicados. Todos los habitantes de Ortas intentaban
averiguar de dónde venían esos cantos.
-¡Es el pequeño dragón! ¡Un dragón que canta!

-¿Cómo es posible? Los dragones siempre nos han asustado con sus llamaradas.
Pero ya no le tenían miedo, al contrario, se sentían muy contentos de oírle cantar y
le saludaban al verlo pasar.
Pronto corrió la voz y llegó gente de todo el país para oí cantar a Dracolino.
Su fama llegó tan lejos que acudieron al país de Ortas personas de lejanos países
y Dracolino cada día se sentía más feliz.

Sus padres al fin aceptaron que su hijo era diferente y decían con orgullo:
-Nuestro hijo Dracolino es el primer dragón en toda la historia de los dragones
que se dedica a cantar y alegrar la vida de la gente.

Dracolino había encontrado su camino y por fin era feliz.
Y por las noches, subía a la montaña más alta para cantar bellas canciones a su
amiga la Luna.