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—Veo que sigues estudiando física cuán...<br />
—Te lo dije: es una de las puertas a la gran realidad del espíritu.<br />
—¿Insinúas que esa fuerza benéfica que me envuelve guarda relación con la<br />
física cuántica?<br />
—La ciencia de tu mundo es tímida y cautelosa, pero como te dije, al asomar<br />
la nariz al corazón del átomo, algo ha visto, algo ha intuido. Y algunos, más<br />
audaces, se han atrevido a teorizar sobre la posibilidad de que ese «corazón»<br />
de la materia tenga «conciencia». De hecho —dicen—, esa estructura íntima<br />
es susceptible de modificación. Parece como si los fotones «respondieran» a<br />
la mirada del observador. Ellos «cambian» al ser observados. Pues bien, yo<br />
voy más allá y te digo que, en parte, tienen razón. Si tú miras, si actúas, si<br />
sientes con AMOR, la Naturaleza, todo lo creado, queda automáticamente<br />
modificado. Y replica con la misma moneda: con AMOR. Ése es el milagro.<br />
Ésa es la fuerza imparable y mágica de la que te hablo. Si decides ponerte en<br />
sus manos, si aceptas hacer su voluntad en todo momento, si AMAS, lo<br />
material y lo espiritual serán tuyos, hijo mío.<br />
—Es tan absurdo que tiene que ser cierto.<br />
—Otro pellizco. Lo que todavía no han descubierto los científicos es que<br />
esas supuestas partículas elementales —el «corazón» del átomo— no son en<br />
realidad fotones con «conciencia». ¡Son la mismísima conciencia divina,<br />
derramada en la Creación! Es una fuga del AMOR, conducido hasta los<br />
últimos límites del tiempo y del espacio por la otra gravedad, la del Padre.<br />
—Entonces, Teilhard de Chardin tenía razón: «todo en el universo, hasta<br />
la más ínfima de las partículas, es podador de cierto grado de conciencia».<br />
—Negativo. El bueno de Teilhard se quedó corto. ¿Crees que inventaba<br />
cuando decía que el AMOR lo sostiene todo?<br />
—Parece magia. Si yo AMO, si me consagro a hacer la voluntad del<br />
Padre, todo lo creado responde con la misma moneda.<br />
—Y te envuelve, organizándose a tu favor. Es la Ley. Es lo establecido en<br />
la otra realidad, la auténtica, la mía.<br />
—¿Y qué sucede con tos que no AMAN, con los que todavía no han<br />
acertado la «combinación secreta»?<br />
—Su trabajo es estéril. Si actúas, si piensas o sientes con ambición, con<br />
envidia, con recelo o con venganza, todo lo creado enmudece. Y recibirás lo<br />
sembrado. Insisto. Es la Ley. Si vives en guardia permanente, la Naturaleza<br />
también alzará sus puños. Si no AMAS, nada ni nadie te AMARÁ. También<br />
modificarás cuanto te rodea, pero en tu contra.<br />
—Hacer la voluntad del Jefe.<br />
—Así es, jovencito. En ese instante, al tomar la gran decisi6n, el Dios que<br />
te habita se pondrá en pie. Y serás bienvenido al «reino». Piénsalo. Merece la<br />
pena.<br />
» ¡Feliz decisión!<br />
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REFLEXIONES<br />
Hacer la voluntad del Padre.<br />
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