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La escoba de la bruja (fragmento) - "Los espantos" de Pablo Delgado

Fragmento del cuento "La escoba de la bruja" que viene en el libro "Los espantos" de Pablo Delgado. Editorial CLubdelibros

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Fragmento <strong>de</strong>l cuento:<br />

<strong>La</strong> <strong>escoba</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>bruja</strong><br />

Incluido en el libro “<strong>Los</strong> espantos” <strong>de</strong> <strong>Pablo</strong> <strong>Delgado</strong><br />

Aunque se tiene <strong>la</strong> creencia <strong>de</strong> que todas <strong>la</strong>s <strong>bruja</strong>s poseen <strong>escoba</strong>s vo<strong>la</strong>doras, esto no es tan<br />

cierto, c<strong>la</strong>ro que se han visto otros objetos como armarios, camas, bañeras y hasta ataú<strong>de</strong>s que surcan<br />

los cielos, el hechizo para brindar a una <strong>escoba</strong> “<strong>la</strong>s propieda<strong>de</strong>s mágicas para vo<strong>la</strong>r”, como lo dicen el<strong>la</strong>s,<br />

es muy poco conocido y muy difícil <strong>de</strong> realizar. Es por eso que, cuando <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> que una <strong>bruja</strong> <strong>de</strong>l<br />

norte que poseía una <strong>escoba</strong> vo<strong>la</strong>dora iría a visitar a <strong>la</strong> María Negra (rumor que <strong>la</strong> misma María esparció<br />

para darse importancia), todas <strong>la</strong>s <strong>bruja</strong>s <strong>de</strong>l pueblo fueron esa casa.<br />

<strong>La</strong> <strong>bruja</strong> <strong>de</strong>l norte se l<strong>la</strong>maba Maricucha, una po<strong>de</strong>rosa hechicera que estaba vestida con una<br />

elegante túnica color rojo vino, con adornos <strong>de</strong> ja<strong>de</strong> que hacía lucir muy bien con su cabellera pelirroja;<br />

combinaba su túnica con unas elegantes botas <strong>de</strong> tacón alto y un chal <strong>de</strong> encaje negro, en pocas pa<strong>la</strong>bras<br />

estaba vestía bien caché. <strong>Los</strong> vestidos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más <strong>bruja</strong>s parecían harapos viejos frente a el<strong>la</strong>, incluso<br />

<strong>la</strong> mismísima Ñar Zárate que había ido solo para ver qué era tanto alboroto <strong>de</strong> <strong>la</strong> tan afamada Bruja <strong>de</strong>l<br />

norte, había quedado impresionada por tanta elegancia. Al advertir <strong>la</strong> atención que le prestaban, a Ñar<br />

Zárate le comenzó a dar una envidia que se quedó sentada en un rincón <strong>de</strong> <strong>la</strong> estrecha sa<strong>la</strong> con cara <strong>de</strong><br />

perro estreñido.<br />

—Dígame, Ñar Maricucha, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> usted viene, ¿todas <strong>la</strong>s <strong>bruja</strong>s se visten tan guapas? —<br />

consultó <strong>la</strong> <strong>bruja</strong> Mencha.<br />

—¿Lo dice por estos trapos viejos que tengo puestos? —respondió <strong>la</strong> visitante con un acento<br />

extranjero muy marcado—. Es tan solo algo que escogí a <strong>la</strong> carrera, c<strong>la</strong>ro que en casa poseo vestidos<br />

más distinguidos y por supuesto que <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más hechiceras visten a <strong>la</strong> última moda; <strong>de</strong> don<strong>de</strong> yo vengo<br />

todos tenemos un gran concepto <strong>de</strong>l diseño y el estilo.<br />

Aquel<strong>la</strong> respuesta hizo que algunas <strong>bruja</strong>s se maravil<strong>la</strong>ran, mientras que otras se sintieron muy<br />

avergonzadas, ya que los vestidos que traían puestos eran sus mejores prendas, <strong>la</strong>s que solían utilizar los<br />

domingos.<br />

—¿Y todas tienen <strong>escoba</strong> vo<strong>la</strong>dora? —inquirió Mefistófe<strong>la</strong> Quintra<strong>la</strong>, una anciana <strong>bruja</strong> tuerta<br />

que estaba sentada en una esquina y que, normalmente, en estas reuniones, solía pasar hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong> su<br />

nieta Leonor; pero en esta ocasión estaba tan intrigada como <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más por <strong>la</strong> visita.<br />

—Por supuesto, no existe nadie que no tenga —contestó en esta ocasión María Negra— incluso<br />

yo ya me mandé a traer una.<br />

—C<strong>la</strong>ro que todas tienen, pero ninguna es tan elegante y mo<strong>de</strong>rna como <strong>la</strong> mía — agregó <strong>la</strong><br />

extranjera.<br />

Aquel<strong>la</strong> <strong>escoba</strong> era muy e<strong>la</strong>borada, con un palo grueso que estaba finamente tal<strong>la</strong>do con un<br />

diseño <strong>de</strong> flores: rosas, c<strong>la</strong>veles, lirios y jazmines se enroscaban a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> ma<strong>de</strong>ra adornada con<br />

topacio, ja<strong>de</strong>, esmeraldas y otras piedras preciosas, un hilo <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ta sujetaba en el mango <strong>la</strong>s plumas <strong>de</strong><br />

pavo real que conformaba el cepillo.<br />

—Esta posee un hechizo especial que hace que, al sentarse en el<strong>la</strong>, se parezca a estar encima <strong>de</strong><br />

una pluma <strong>de</strong> ganso.<br />

Todas <strong>la</strong>s <strong>bruja</strong>s, excepto Ñar Zárate, quedaron muy asombradas.<br />

—También tiene cinco velocida<strong>de</strong>s, freno <strong>de</strong> aire, aceleración sónica, estabilizador <strong>de</strong> vuelo,<br />

localizador espacial y portavasos.


Esto comentario hizo que se emocionara más <strong>la</strong>s presentes.<br />

—¿Cómo funciona? —consultó Ñar Fuente.<br />

—Es muy sencillo, se coloca <strong>la</strong> <strong>escoba</strong> frente <strong>de</strong> uno —explicó Maricucha al sostener el mango<br />

con <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>recha— le dice <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras mágicas, que son diferentes para cada <strong>escoba</strong>, en el caso <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> mía son: barre, barre, vue<strong>la</strong>, vue<strong>la</strong>, hasta el cielo con <strong>la</strong> abue<strong>la</strong>.<br />

Cuando terminó <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir aquel<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, <strong>la</strong> hechicera soltó <strong>la</strong> <strong>escoba</strong> y esta se elevó en el aire,<br />

se colocó verticalmente frente a su dueña y se quedó frotando a un metro y medio <strong>de</strong>l piso.<br />

—Y eso es todo.<br />

Todas <strong>bruja</strong>s, incluida Ñar Zárate, se levantaron <strong>de</strong> sus asientos y ro<strong>de</strong>aron aquel artefacto vo<strong>la</strong>dor<br />

maravil<strong>la</strong>das <strong>de</strong> ver cómo flotaba en el aire.<br />

—¿Cómo hacés para manejar<strong>la</strong>? —interrogó Ñar Mencha.<br />

—También es muy sencillo, solo se <strong>de</strong>be…—<strong>La</strong> hechicera fue interrumpida por unos fuertes<br />

golpes en <strong>la</strong> puerta.<br />

—¿Quién será?, se supone que todas están aquí —dijo <strong>la</strong> María Negra mientras se dirigía a <strong>la</strong>s<br />

puertas, el resto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong> seguía con <strong>la</strong> mirada.<br />

—¿Quién toca?<br />

Como nadie respondió María abrió <strong>la</strong> puerta muy <strong>de</strong>spacio y se fijó.<br />

—¡Por todos los santos!, ¡un bebé! —exc<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> <strong>bruja</strong>.<br />

—¡¿Un bebe?! —gritaron al unísono todas y se fueron a fijar.<br />

En efecto, en <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa estaba metido en una canasta, cubierto con una sábana, el más<br />

horrendo bebé que uste<strong>de</strong>s puedan haber visto en toda su vida. No era gordo, era rechoncho, más que<br />

un cerdo listo para Navidad, lleno <strong>de</strong> pelotas como si fuese un tamal mal envuelto, con una gigantesca<br />

nariz llena <strong>de</strong> verrugas que le cubría gran parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> cara, unos ojos tan pequeños que casi no se podían<br />

ver, orejas puntiagudas y llenas <strong>de</strong> pelo, <strong>la</strong> piel era como verdosa, pero lo más extraño es que tenía <strong>la</strong><br />

boca llena <strong>de</strong> dientes podridos, pero eran dientes.<br />

—¡Pero qué cosa más fea! —gritó <strong>la</strong> Vieja Inés con <strong>la</strong>s patas al revés y que canta tirolés. C<strong>la</strong>ro que<br />

aquel<strong>la</strong> cosa no era un bebé, en realidad era un duen<strong>de</strong> l<strong>la</strong>mado Rama Torcida; lo que sucedía es que<br />

aquel personaje, junto con otro duen<strong>de</strong> muy travieso, l<strong>la</strong>mado Bejuco, había escuchado sobre <strong>la</strong> llegada<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> tan famosa <strong>bruja</strong> y su <strong>escoba</strong> vo<strong>la</strong>dora. Tal noticia sorprendió a los dos seres, en especial a Bejuco,<br />

a quien <strong>de</strong> una vez se le ocurrieron mil y una travesuras que podría realizar si tuviera aquel objeto mágico;<br />

así que, <strong>de</strong> inmediato, realizó un p<strong>la</strong>n para robar <strong>la</strong> <strong>escoba</strong>. Rasuró por completo a su amigo, le puso un<br />

pañal y lo acostó en una canasta que colocó frente a <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>bruja</strong>, le dio <strong>la</strong> instrucción<br />

<strong>de</strong> que hiciera como un bebé para distraer a <strong>la</strong>s mujeres.

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