Los-ancianos-de-la-iglesia-web
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CONCLUSIÓN<br />
El peso eterno <strong>de</strong>l pastorado<br />
Servir como anciano en una congregación local es un<br />
privilegio y una responsabilidad inmensa porque conlleva<br />
una relevancia eterna. La tarea parece abrumadora,<br />
incluso imposible a veces. Aun así es digna <strong>de</strong><br />
todo lo que le <strong>de</strong>diques, ya que estás administrando<br />
nada menos que el pueblo <strong>de</strong> Dios —que fue comprado<br />
con sangre— y trabajando para su bien eterno y para<br />
<strong>la</strong> gloria eterna <strong>de</strong> Dios.<br />
Así que, hermanos <strong>ancianos</strong> —y aquellos que un día<br />
lo serán— <strong>de</strong>jadme que os dé dos pensamientos finales<br />
a <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> este peso eterno <strong>de</strong>l pastorado. El primero<br />
es una advertencia y el otro es una promesa.<br />
Primero, <strong>la</strong> advertencia: Pastorea bien, porque hay<br />
que dar cuentas. Recuerda <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que estudiamos<br />
en Hebreos:<br />
Obe<strong>de</strong>ced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque<br />
ellos ve<strong>la</strong>n por vuestras almas, como quienes han<br />
<strong>de</strong> dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no<br />
quejándose, porque esto no os es provechoso. (He.<br />
13:17)<br />
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