ESCAPULARIO Noviembre 2019

D esde el Claustro
UN “SÍ” A LA VIDA
E
n este mes de Noviembre, cuando se acerca el silencio invernal, la
naturaleza se desnuda, el árbol pierde su verdor y sus hojas caen y
le dan a la tierra una tonalidad ocre que hermosean las calles de nuestros
pueblos y ciudades. Todo parece que evoca la falta de vida, como si la muerte
se acercara e invadiera el paisaje.
El otoño sabe a silencio, quietud, serenidad, despojo y esperanza. La
madre tierra se prepara y espera, como la mujer cuando está encinta, ser
transformada toda ella para que la vida que lleva dentro brote y nazca.
Esta reflexión me lleva a agradecer a Dios el gran don de la vida. Hemos
llegado a ella fruto de un pensamiento amoroso de Dios. Cada ser que nace
es imagen del Amor de Dios, creador y autor de este universo maravilloso en
donde ha puesto al ser humano para que le alabe, le adore y le de gloria.
Y gozo contemplando y viviendo mi vocación en el Carmelo, donde al igual
que la madre tierra y la mujer encinta, la maternidad espiritual que vivo llena
mi vida. Con ella experimento que la cruz es fecunda, que la oración y el celo
por las almas, engendra hijos espirituales a los que amo con entrañas maternas,
siendo un pequeño reflejo de la Maternidad divina de María y de la Iglesia.
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