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ARTÍCULO DE LUZ<br />
CUARESMA: CONVERSIÓN*<br />
Inspirado en el sermón «El Aplazamiento de la Conversión» de san Juan María Vianney (†1859 A. D.).<br />
«Busquen al Señor mientras se deja<br />
encontrar, llámenle mientras está<br />
cercano. Deje el malo su camino, el<br />
hombre inicuo sus pensamientos, y<br />
vuélvase al Señor, que tendrá compasión<br />
de él, a nuestro Dios, que será<br />
grande en perdonar».<br />
Is. 55, 6-7.<br />
La realidad es que Dios llama<br />
siempre a todos los hombres a<br />
que vuelvan a Él. Desde la caída<br />
del ser humano hay una promesa de<br />
salvación (Gn.3, 15), pero nosotros<br />
debemos aceptar primero que le hemos<br />
dado la espalda a Dios (a-versión) y que<br />
necesitamos volver nuestro rostro a Él<br />
(con-versión).<br />
Sin embargo, ocurre con mucha frecuencia<br />
que no queremos escuchar la<br />
voz de Dios, porque esto quiere decir<br />
que Dios me invita a ser mejor en las<br />
cosas de mi fe, pero también en mi<br />
trabajo, mis estudios, mi socialización,<br />
mi vocabulario, la modestia con<br />
que visto, la coherencia en mis obras,<br />
mis hobbies, mis gustos… Algunos<br />
dejamos a Dios aislado, y la vida diaria<br />
la llevamos sin Él. «Nos hartamos<br />
de andar por sendas de iniquidad y<br />
perdición, atravesamos desiertos intransitables;<br />
pero el camino del Señor,<br />
no lo conocimos. ¿De qué nos sirvió<br />
nuestro orgullo? ¿De qué la riqueza y<br />
la jactancia?» (Sb. 5, 7-8).<br />
Si reconocemos que Dios no es un estorbo<br />
y que sus leyes nos las da para hacernos<br />
libres, entonces entenderemos la<br />
verdadera alegría. Por ello, deberíamos<br />
1<br />
pedirle que nos llame: «¡Haznos volver<br />
a ti, Señor, y volveremos. Renueva<br />
nuestros días como antaño, si es que no<br />
nos has desechado totalmente, irritado<br />
contra nosotros sin medida!» (Lm. 5,<br />
21-22).<br />
Como «el tiempo se ha cumplido y el<br />
Reino de Dios está cerca» (Mc. I, 15a),<br />
el Señor Jesucristo nos dice: «conviértanse<br />
y crean en la Buena Nueva»<br />
(15b). Le volvemos el rostro a Dios, y<br />
buscamos nuevamente de Su Amor.<br />
Esto lo hacemos para participar en<br />
los sufrimientos del Señor Jesucristo<br />
(«Me alegro por los padecimientos que<br />
soporto por ustedes, y completo en mi<br />
carne lo que falta a las tribulaciones de<br />
Cristo, en favor de su Cuerpo, que es<br />
la Iglesia» —Col. I, 24); para doblegar<br />
la carne y esclavizarla para Dios («He<br />
aquí la esclava del Señor; hágase en<br />
mí según tu palabra» —Lc. I, 38);<br />
y reconociendo que hemos vendido<br />
nuestra primogenitura, obtenida por el<br />
Bautismo, sencillamente por un guiso,<br />
es decir, vendemos lo que más importa<br />
por complacer algún apetito pasajero<br />
(cf. Gn. 25, 29-34).<br />
RECOMENDACIONES PARA<br />
CONVERTIRNOS COMO DIOS<br />
NOS LLAMA A HACERLO:<br />
1. No retrasemos salir del pecado y<br />
volvernos a Dios. No somos dueños de<br />
nuestras vidas ni del tiempo de nuestra<br />
salida a la eternidad.<br />
2. No despreciemos la oportunidad de<br />
la Gracia (Ej: ir a la Santa Misa y no comulgar<br />
por no haber hecho la diligencia<br />
de confesar nuestras culpas).<br />
3. Reconocer que no podemos salir
del pecado por cuenta propia. Es Dios<br />
quien da la sed del agua que es Su Hijo,<br />
es Dios quien nos convierte para que<br />
nos convirtamos.<br />
4. Memento mori (Recordar que moriremos).<br />
Meditemos frecuentemente<br />
en la vida de los que nos precedieron,<br />
imitemos las obras de los santos.<br />
«Mas de aquel día y hora, nadie sabe<br />
nada, ni los ángeles en el cielo, ni el<br />
Hijo, sino sólo el Padre. Estén atentos<br />
y vigilantes, porque ignoran cuándo<br />
será el momento. Al igual que un<br />
hombre que se ausenta: deja su casa,<br />
da atribuciones a sus siervos, a cada<br />
uno su trabajo, y ordena al portero que<br />
vele; velen, por tanto, ya que no saben<br />
cuándo viene el dueño de la casa, si al<br />
atardecer, o a media noche, o al cantar<br />
del gallo, o de madrugada. No sea que<br />
llegue de improviso y los encuentre<br />
dormidos. Lo que a ustedes digo, a<br />
todos lo digo: ¡Velen!»<br />
-Por Omar Arbaje<br />
PASTOR CON OLOR A OVEJA<br />
NADIE PIDE EL PAN<br />
PARA SÍ MISMO<br />
PALABRAS DE FRANCISCO DURANTE UNA AUDIENCIA<br />
GENERAL EN EL AULA PABLO VI<br />
Debemos rezar como Jesús nos ha enseñado a hacerlo. Él<br />
dijo: cuando reces, entra en el silencio de tu habitación,<br />
retírate del mundo y dirígete a Dios llamándolo «¡Padre!».<br />
Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas<br />
que rezan de pie en las plazas para que los admire la gente (cf.<br />
Mateo 6, 5). Jesús no quiere hipocresía. La verdadera oración es la<br />
que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable,<br />
visible solo para Dios. Dios y yo.<br />
Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible,<br />
ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia.<br />
En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el<br />
cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la<br />
mirada, y esto es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: esto es rezar.<br />
«Pero, padre, yo no digo palabras…». Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una<br />
oración, ¡una hermosa oración!<br />
Hay una ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro. ¿Si yo les preguntara<br />
cuál es la ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro? No<br />
será fácil responder. Falta una palabra. Piénsenlo todos: ¿qué falta en el Padre<br />
nuestro? Una palabra por la que en nuestros tiempos —pero quizás siempre—<br />
todos tienen una gran estima. ¿Cuál es la palabra que falta en el Padre nuestro<br />
que rezamos todos los días? Para ahorrar tiempo se la digo: falta la palabra<br />
«yo». «Yo» no se dice nunca.<br />
2
Jesús nos enseña a rezar, teniendo en nuestros labios sobre todo el «Tu», porque<br />
la oración cristiana es diálogo: «santificado sea tu nombre, venga a nosotros<br />
tu Reino, hágase tu voluntad». No mi nombre, mi reino, mi voluntad. Yo no,<br />
no va. Y luego pasa al «nosotros». Toda la segunda parte del Padre nuestro se<br />
declina en la primera persona plural: «Danos nuestro pan de cada día, perdona<br />
nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal». Incluso<br />
las peticiones humanas más básicas, como la de tener comida para satisfacer<br />
el hambre, son todas en plural.<br />
EN LA ORACIÓN CRISTIANA, NADIE PIDE EL PAN PARA SÍ MISMO: DAME EL<br />
PAN DE CADA DÍA. NO, DANOS, LO SUPLICA PARA TODOS LOS POBRES DEL<br />
MUNDO. NO HAY QUE OLVIDARLO, FALTA LA PALABRA: «YO». Se reza con el<br />
«tú» y con el «nosotros». Es una buena enseñanza de Jesús.<br />
¿Por qué? Porque no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios.<br />
No hay ostentación de los problemas personales como si fuéramos los únicos en<br />
el mundo que sufrieran. No hay oración elevada a Dios que no sea la oración de<br />
una comunidad de hermanos y hermanas, el nosotros: estamos en comunidad,<br />
somos hermanos y hermanas, somos un pueblo que reza, «nosotros».<br />
Una vez el capellán de una cárcel me preguntó: «Dígame, padre, ¿Cuál es la<br />
palabra contraria a yo?» Y yo, ingenuo, dije: «Tú». «Este es el principio de<br />
la guerra. La palabra opuesta a “yo” es “nosotros”, donde está la paz, todos<br />
juntos». Es una hermosa enseñanza la que me dio aquel cura.<br />
Un cristiano lleva a la oración todas las dificultades de las personas que están<br />
a su lado: cuando cae la noche, le cuenta a Dios los dolores con que se ha cruzado<br />
ese día; pone ante Él tantos rostros, amigos e incluso hostiles; no los aleja<br />
como distracciones peligrosas. Si uno no se da cuenta de que a su alrededor<br />
hay tanta gente que sufre, si no se compadece de las lágrimas de los pobres, si<br />
está acostumbrado a todo, significa que su corazón ¿cómo está? ¿Marchito?<br />
No, peor: es de piedra. En este caso, es bueno suplicar al Señor que nos toque<br />
con su Espíritu y ablande nuestro corazón.<br />
«Ablanda, Señor, mi corazón». Es una oración hermosa: «Señor, ablanda mi<br />
corazón, para que entienda y se haga cargo de todos los problemas, de todos<br />
los dolores de los demás». Cristo no pasó inmune al lado de las miserias del<br />
mundo: cada vez que percibía una soledad, un dolor del cuerpo o del espíritu,<br />
sentía una fuerte compasión, como las entrañas de una madre. Este «sentir<br />
compasión» —no olvidemos esta palabra tan cristiana: sentir compasión— es<br />
uno de los verbos clave del Evangelio: es lo que empuja al buen samaritano<br />
a acercarse al hombre herido al borde del camino, a diferencia de otros que<br />
tienen un corazón duro.<br />
Podemos preguntarnos: cuando rezo, ¿me abro al llanto de tantas personas<br />
cercanas y lejanas? o ¿pienso en la oración como un tipo de anestesia,<br />
para estar más tranquilo?<br />
Fuente: Vatican.va Edición: Nazaret Espinal<br />
3
TESTIMONIO DE LUZ<br />
DIOS TRANSFORMÓ<br />
MI LAMENTO EN BAILE<br />
Por muchos años sentí miedo de<br />
Dios, pues tenía una imagen<br />
errada de Él y siempre pensaba<br />
que Él me iba a castigar debido<br />
a mis faltas, pues entendía que era<br />
un Dios justiciero. Creía en Él, pero<br />
con mucho respeto y distancia. En<br />
realidad no lo conocía.<br />
Ya casada, con 3 hijos: un varón de<br />
15 años, una hembra de 13 y la más<br />
pequeña de 6 años, comencé a tener<br />
problemas de visión doble y una serie<br />
de molestias que me hicieron ir al médico,<br />
quien me indicó una tomografía.<br />
Estaba un poco asustada y preocupada,<br />
pero recuerdo que cuando estaba<br />
en el tomógrafo tuve una “experiencia<br />
particular”, una sensación de escuchar<br />
una voz que me decía que lo que venía<br />
no era un castigo, sino que venía porque<br />
tenía que venir. Inmediatamente<br />
empecé a sentir una alegría muy<br />
grande y un deseo de bailar al ritmo<br />
del sonido del tomógrafo. ¡Sentía que<br />
ese Dios lejano, estaba conmigo y me<br />
amaba!<br />
Cuando salí del tomógrafo, sin que<br />
NADIE me dijera nada ya yo sabía<br />
que tenía un tumor cerebral, algo que<br />
nunca había pensado que pudiera tener.<br />
Increíblemente, sentía una alegría<br />
tan grande como si me hubieran dado<br />
el mejor de los diagnósticos.<br />
Por lo que, cuando el neurólogo me<br />
dio la noticia de que tenía un tumor<br />
cerebral en el seno cavernoso izquierdo,<br />
presionando la carótida y el<br />
hipotálamo, y que por la posición era<br />
4<br />
inoperable, nada de eso me importó;<br />
me sentía tan segura en las manos de<br />
Dios, tan amada que sabía que lo que<br />
viniera, fuera lo que fuera, iba a ser<br />
BUENO. Me sentía llena de un gozo<br />
que nunca antes vivido.<br />
Visité varios neurocirujanos dentro y<br />
fuera del país, todos dijeron lo mismo:<br />
que solo se podía operar para quitar lo<br />
que presionaba la carótida, pero que<br />
por la posición era inoperable y las<br />
consecuencias de la cirugía no serían<br />
buenas.<br />
Mi alegría no disminuía, hablaba mucho<br />
con ese Dios que ya no era lejano<br />
e hice mía la Oración de Abandono<br />
de Charles de Foucauld: “Padre, en<br />
tus manos me pongo, haz de mí lo<br />
que quieras, por todo lo que hagas de<br />
mí, te doy gracias, lo acepto todo. Con<br />
tal de que tu voluntad se haga en mí y<br />
en todas tus criaturas, no deseo nada<br />
más, Dios mío. Pongo mi vida en tus<br />
manos. Te la doy, Dios mío, con todo<br />
el amor de mi corazón, porque te amo,<br />
y porque para mí amarte es darme,<br />
entregarme en tus manos sin medida,<br />
con infinita confianza, porque Tú eres<br />
mi Padre”.<br />
Cuando regresé de los Estados Unidos,<br />
volví donde mi Neurocirujano,<br />
quien me dijo que me podía operar<br />
para quitar la presión a la carótida. Recuerdo<br />
que tenía que darle ánimo a mi<br />
familia y a mis amigos. Yo me sentía<br />
segura y alegre porque ese Dios-Papá<br />
que yo había conocido, que se acercó
a mí, no me abandonaría y TODO lo<br />
que viniera iba a ser bueno.<br />
Se hizo la cirugía. Esta duró 14 horas,<br />
se sacó el tumor casi completo, solo<br />
quedó un pedacito. Se suponía que el<br />
tumor era inoperable por la ubicación<br />
y las consecuencias de la cirugía. Las<br />
posibilidades de yo quedar sin habla,<br />
sin coordinación, sin memoria, hemipléjica<br />
eran muy altas. Sin embargo,<br />
yo solo quedé con el ojo izquierdo cerrado,<br />
con problemas de movimiento<br />
del lado derecho, por lo que tuve un<br />
tiempecito con andador y luego con<br />
bastón, el cual ya no uso; problemas<br />
de coordinación del pensamiento con<br />
la palabra y problemas de memoria.<br />
A pesar de yo estar en las condiciones<br />
en que estaba, la alegría y la paz eran<br />
inmensas. Quería que todo el mundo<br />
supiera lo maravilloso que es Él, lo<br />
amoroso y perdonador. A todo el<br />
que me preguntaba sobre lo que me<br />
había pasado, cuando me veían con el<br />
bastón y el parche en el ojo, yo quería<br />
contarle la experiencia maravillosa<br />
que yo estaba viviendo a través de mi<br />
enfermedad, que había sido un regalo<br />
de Dios para mí.<br />
Recuperé el movimiento, el habla y la<br />
memoria. El ojo sigue cerrado; pero<br />
mi corazón abierto al Señor, porque<br />
Él transformó mi lamento en baile.<br />
Hoy puedo decir que soy una hija muy<br />
amada de Dios, como lo eres tú. Dios<br />
te bendiga.<br />
- Gisela Ureña<br />
Los beneficios aportados por esta publicación<br />
son destinados a promover la evangelización.<br />
Marzo <strong>2020</strong><br />
Año 19 • No. 229<br />
Publicación (edición y producción) de:<br />
Fundación La Buena Noticia<br />
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reproducción sin previa autorización.<br />
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DIRECCIÓN:<br />
Rafael V. Hernández<br />
EDICIÓN:<br />
Ana María Ferreras<br />
de Sánchez<br />
Carmen J. Torrón<br />
CORRECCIÓN DE ESTILO:<br />
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de Sánchez<br />
Míriam Gutiérrez<br />
Teresa Román<br />
DISEÑO EDITORIAL:<br />
Michelle Del Villar<br />
COLABORACIÓN:<br />
Rev. P. José Pastor<br />
Rev. P. Rodrigo Hernández<br />
Rev. P. Alberto Rivas<br />
Rev. D. Peter Garrido<br />
Rev. D. Jorge González<br />
5<br />
Rev. D. José A. Rosado<br />
Nidia de Fleury<br />
Rose Mary Cruz<br />
John Fleury<br />
Josefina Mercedes<br />
Elisa Veras<br />
Laura Hernández<br />
Yarina Toirac<br />
Cesarina Benavides<br />
Manuel A. Suárez<br />
Stefany Hernández V.<br />
Víctor Díaz<br />
Nazaret Espinal<br />
ASESORÍA ESPIRITUAL:<br />
Rev. P. José Pastor<br />
Ramírez, s.d.b.<br />
EN MEMORIA DE:<br />
José Ramón Grau<br />
Rev. P. Jorge Bravo, s.j.
01<br />
PRIMERA LECTURA<br />
SALMO<br />
Creación y pecado de<br />
los primeros padres<br />
Lectura del libro del<br />
Génesis 2, 7-9; 3, 1-7<br />
El Señor Dios modeló al hombre de<br />
arcilla del suelo, sopló en su nariz un<br />
aliento de vida, y el hombre se convirtió<br />
en ser vivo. El Señor Dios plantó un<br />
jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó<br />
en él al hombre que había modelado.<br />
El Señor Dios hizo brotar del suelo<br />
toda clase de árboles hermosos de ver<br />
y buenos de comer; además, el árbol de<br />
la vida, en mitad del jardín, y el árbol<br />
del conocimiento del bien y el mal.<br />
La serpiente era el más astuto de los<br />
animales del campo que el Señor Dios<br />
había hecho. Y dijo a la mujer:<br />
—«¿Cómo es que les ha dicho Dios que<br />
no coman de ningún árbol del jardín?»<br />
La mujer respondió a la serpiente:<br />
—«Podemos comer los frutos de los<br />
árboles del jardín; solamente del fruto<br />
del árbol que está en mitad del jardín<br />
nos ha dicho Dios: “No coman de él ni<br />
lo toquen, bajo pena de muerte”.» La<br />
serpiente replicó a la mujer:<br />
—«No morirán. Bien sabe Dios que<br />
cuando coman de él se les abrirán los<br />
ojos y serán como Dios en el conocimiento<br />
del bien y el mal.»<br />
La mujer vio que el árbol era apetitoso,<br />
atrayente y deseable, porque daba<br />
inteligencia; tomó del fruto, comió<br />
y ofreció a su marido, el cual comió.<br />
Entonces se les abrieron los ojos a los<br />
dos y se dieron cuenta de que estaban<br />
desnudos; entrelazaron hojas de higuera<br />
y se las ciñeron.<br />
Palabra de Dios.<br />
I DOMINGO DE CUARESMA<br />
DOMINGO I DEL SALTERIO<br />
Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />
Vísperas: Sal 109; Sal 111; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />
6<br />
RESPONSORIAL<br />
50, 3-6.12-14.17<br />
R. Misericordia, Señor:<br />
hemos pecado.<br />
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />
por tu inmensa compasión borra mi<br />
culpa, lava del todo mi delito, limpia<br />
mi pecado. R<br />
Pues yo reconozco mi culpa, tengo<br />
siempre presente mi pecado: contra ti,<br />
contra ti solo pequé, cometí la maldad<br />
que aborreces. R<br />
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,<br />
renuévame por dentro con espíritu firme;<br />
no me arrojes lejos de tu rostro, no<br />
me quites tu santo espíritu. R<br />
Devuélveme la alegría de tu salvación,<br />
afiánzame con espíritu generoso. Señor,<br />
me abrirás los labios, y mi boca proclamará<br />
tus alabanzas. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
Si creció el pecado, más<br />
abundante fue la gracia<br />
Lectura de la carta del apóstol<br />
san Pablo a los Romanos 5, 12-19<br />
Hermanos:<br />
Lo mismo que por un hombre entró el<br />
pecado en el mundo, y por el pecado la<br />
muerte, así la muerte pasó a todos los<br />
hombres, porque todos pecaron. Porque,<br />
aunque antes de la Ley había pecado<br />
en el mundo, el pecado no se imputaba<br />
porque no había Ley. A pesar de eso, la<br />
muerte reinó desde Adán hasta Moisés,<br />
incluso sobre los que no habían pecado<br />
con una trasgresión como la de Adán,<br />
que era figura del que había de venir.<br />
Sin embargo, no hay proporción entre<br />
el delito y el don: si por la trasgresión<br />
de uno murieron todos, mucho más,
la gracia otorgada por Dios, el don<br />
de la gracia que correspondía a un<br />
solo hombre, Jesucristo, sobró para la<br />
multitud. Y tampoco hay proporción<br />
entre la gracia que Dios concede y las<br />
consecuencias del pecado de uno: el<br />
proceso, a partir de un solo delito, acabó<br />
en sentencia condenatoria, mientras la<br />
gracia, a partir de una multitud de delitos,<br />
acaba en sentencia absolutoria. Por<br />
el delito de un solo hombre comenzó el<br />
reinado de la muerte, por culpa de uno<br />
solo. Cuánto más ahora, por un solo<br />
hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán<br />
todos los que han recibido un derroche<br />
de gracia y el don de la justificación.<br />
En resumen: si el delito de uno trajo la<br />
condena a todos, también la justicia de<br />
uno traerá la justificación y la vida. Si<br />
por la desobediencia de uno todos se<br />
convirtieron en pecadores, así por la<br />
obediencia de uno todos se convertirán<br />
en justos.<br />
Palabra de Dios.<br />
EVANGELIO<br />
Jesús ayuna cuarenta días<br />
y es tentado<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 4, 1-11<br />
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al<br />
desierto por el Espíritu para ser tentado<br />
por el diablo. Y después de ayunar<br />
cuarenta días con sus cuarenta noches,<br />
al fin sintió hambre. El tentador se le<br />
acercó y le dijo:<br />
—«Si eres Hijo de Dios, di que estas<br />
piedras se conviertan en panes.» Pero<br />
Él le contestó, diciendo:<br />
—«Está escrito: «No solo de pan vive<br />
el hombre, sino de toda palabra que sale<br />
de la boca de Dios».»<br />
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad<br />
santa, lo pone en el alero del templo y<br />
le dice:<br />
—«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,<br />
porque está escrito: “Encargará a los<br />
7<br />
ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán<br />
en sus manos, para que tu pie no<br />
tropiece con las piedras”.» Jesús le dijo:<br />
—«También está escrito: “No tentarás<br />
al Señor, tu Dios”.»<br />
Después el diablo lo lleva a una montaña<br />
altísima y, mostrándole los reinos<br />
del mundo y su gloria, le dijo:<br />
—«Todo esto te daré, si te postras y me<br />
adoras.» Entonces le dijo Jesús:<br />
—«Vete, Satanás, porque está escrito:<br />
“Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo<br />
darás culto”.»<br />
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron<br />
los ángeles y le servían.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
El miércoles pasado emprendimos<br />
el itinerario penitencial de la Cuaresma<br />
con el rito de la imposición de la<br />
ceniza, rito cargado de simbolismo,<br />
radicado en la tradición bíblica y muy<br />
apreciado por la devoción popular.<br />
La ceniza nos recuerda cuán frágil<br />
es la existencia terrena y nos lleva a<br />
mirar a Cristo que, con su muerte y<br />
su resurrección, la ha rescatado de la<br />
esclavitud del pecado y de la muerte.<br />
Con estas íntimas disposiciones nos<br />
ponemos en camino hacia la Pascua,<br />
manteniendo el corazón abierto a la<br />
insistente invitación del Señor: Conviértanse<br />
y crean en el Evangelio.<br />
Hoy, primer domingo de Cuaresma,<br />
la liturgia nos vuelve a proponer la impresionante<br />
página evangélica de las<br />
tentaciones de Jesús: “En aquel tiempo,<br />
Jesús fue llevado al desierto por el<br />
Espíritu para ser tentado por el diablo”<br />
(Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia<br />
precisamente con su victoria sobre la<br />
triple insidia del príncipe del mal.<br />
“Vete, Satanás” (Mt 4, 10). La actitud<br />
decidida del Mesías constituye para<br />
nosotros un ejemplo y una invitación a<br />
seguirlo con valiente determinación. El<br />
DOINGO 01
demonio, príncipe de este mundo (Jn<br />
12, 31), continúa aún hoy su acción engañosa.<br />
Todo hombre, además de por<br />
su propia concupiscencia y por el mal<br />
ejemplo de los demás, es tentado por<br />
el demonio, y lo es aún más cuando<br />
menos lo nota. ¡Cuántas veces cede<br />
con ligereza a las falaces lisonjas de la<br />
carne y del maligno, y experimenta luego<br />
amargas desilusiones! Es preciso<br />
permanecer vigilantes, para reaccionar<br />
con prontitud a todos los ataques de<br />
la tentación.<br />
La Iglesia, experta maestra de humanidad<br />
y de santidad, nos indica<br />
instrumentos antiguos y siempre nuevos<br />
para el combate diario contra las<br />
sugestiones del mal: son la oración, los<br />
sacramentos, la penitencia, la escucha<br />
atenta de la Palabra de Dios, la vigilancia<br />
y el ayuno. Emprendamos con<br />
un compromiso más fuerte el camino<br />
penitencial de la Cuaresma, para estar<br />
dispuestos a vencer toda seducción<br />
de Satanás y llegar a la Pascua con la<br />
alegría del Espíritu.<br />
02<br />
decirás<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Juzgarás con justicia<br />
a tu prójimo<br />
Lectura del libro del<br />
Levítico 19,1-2.11-18<br />
El Señor habló a Moisés:<br />
«Habla a la asamblea de los hijos de<br />
Israel y diles: Sean santos, porque yo,<br />
el Señor su Dios, soy santo. No robarán.<br />
No mentirán. No engañarán a su prójimo.<br />
No jurarán en falso por mi nombre:<br />
sería profanar el nombre de tu Dios. Yo<br />
soy el Señor. No oprimirás ni explotarás<br />
a tu prójimo. No retendrás hasta el día<br />
siguiente el jornal de tu obrero. No mal-<br />
8<br />
Por eso, invocamos la ayuda maternal<br />
de María Santísima para el camino<br />
cuaresmal que acaba de comenzar,<br />
a fin de que abunde en frutos de conversión.<br />
Que desde nuestra oración<br />
dispongamos el ánimo de espíritu<br />
para recorrer con gozo este camino<br />
cuaresmal hacia la Pascua.<br />
ORACIÓN<br />
¡Oh Dios y Señor de la historia! Te pedimos<br />
tu favor y tu gracia para vencer<br />
con entereza las tentaciones del mal y<br />
victoriosos llegar a la Pascua eterna.<br />
Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Identificar una debilidad propia y con<br />
la fuerza de la oración y del ayuno,<br />
vencerla.<br />
LUNES - SANTOS SIMPLICIO E INÉS DE PRAGA<br />
Laudes: Sal 5; Cant 1Cro 29, 10-13; Sal 28<br />
Vísperas: Sal 10; Sal 14; Cánt. Ef 1, 3-10<br />
al sordo, y al ciego no le pondrás<br />
tropiezos: temerás a tu Dios. Yo soy el<br />
Señor. No serás injusto en la sentencia:<br />
ni por favorecer al pobre, ni por respeto<br />
al poderoso. Juzgarás con justicia a tu<br />
prójimo. No andarás calumniando a<br />
los tuyos, ni darás testimonio contra<br />
la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.<br />
No odiarás de corazón a tu hermano.<br />
Reprenderás a tu pariente, para que no<br />
cargues tú con su pecado. No te vengarás<br />
ni guardarás rencor a tus parientes,<br />
sino que amarás a tu prójimo como a ti<br />
mismo. Yo soy el Señor.»<br />
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL<br />
18, 8-10.15<br />
R. Tus palabras, Señor,<br />
son espíritu y vida.<br />
La Ley del Señor es perfecta y es descanso<br />
del alma; el precepto del Señor es<br />
fiel e instruye al ignorante. R<br />
Los mandatos del Señor son rectos y<br />
alegran el corazón; la norma del Señor<br />
es límpida y da luz a los ojos. R<br />
La voluntad del Señor es pura y eternamente<br />
estable; los mandamientos del<br />
Señor son verdaderos y enteramente<br />
justos. R<br />
Que te agraden las palabras de mi boca,<br />
y llegue a tu presencia el meditar de mi<br />
corazón, Señor, Roca mía, Redentor<br />
mío. R<br />
EVANGELIO<br />
Lo que hiciste con uno<br />
de estos mis humildes<br />
hermanos, conmigo lo hiciste<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 25, 31-46<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Cuando venga en su gloria el Hijo<br />
del Hombre, y todos los ángeles con Él,<br />
se sentará en el trono de su gloria y serán<br />
reunidas ante Él todas las naciones.<br />
Él separará a unos de otros, como un<br />
pastor separa las ovejas de las cabras.<br />
Y pondrá las ovejas a su derecha y las<br />
cabras a su izquierda. Entonces dirá<br />
el rey a los de su derecha: “Vengan<br />
ustedes, benditos de mi Padre; hereden<br />
el reino preparado para ustedes desde<br />
la creación del mundo: Porque tuve<br />
hambre y me dieron de comer, tuve<br />
sed y me dieron de beber, fui forastero<br />
y me hospedaron, estuve desnudo y me<br />
vistieron, enfermo y me visitaron, en la<br />
cárcel y vinieron a verme”. Entonces los<br />
justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te<br />
vimos con hambre y te alimentamos, o<br />
con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo<br />
9<br />
te vimos forastero y te hospedamos,<br />
o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te<br />
vimos enfermo o en la cárcel y fuimos<br />
a verte?”. Y el rey les dirá: “Les aseguro<br />
que cada vez que lo hicieron con uno de<br />
estos mis humildes hermanos, conmigo<br />
lo hicieron”. Y entonces dirá a los de su<br />
izquierda: “Apártense de mí, malditos,<br />
vayan al fuego eterno preparado para el<br />
diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre<br />
y no me dieron de comer, tuve sed<br />
y no me dieron de beber, fui forastero<br />
y no me hospedaron, estuve desnudo y<br />
no me vistieron, enfermo y en la cárcel<br />
y no me visitaron”. Entonces también<br />
estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te<br />
vimos con hambre o con sed, o forastero<br />
o desnudo, o enfermo o en la cárcel,<br />
y no te asistimos?”. Y Él replicará:<br />
“Les aseguro que cada vez que no lo<br />
hicieron con uno de estos, los humildes,<br />
tampoco lo hicieron conmigo”. Y estos<br />
irán al castigo eterno, y los justos a la<br />
vida eterna.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy el Señor nos habla del código<br />
de santidad en el libro de Levítico, y<br />
en el Evangelio se nos presenta su<br />
propuesta para vivir concretamente<br />
la santidad. El código de santidad fue<br />
presentado por Moisés al pueblo de<br />
Israel para que pudiera saber lo que<br />
Dios espera de nosotros. Él nos quiere<br />
santos, como Él es santo. Nos muestra<br />
cómo relacionarnos con nuestro<br />
prójimo y nos pide obras concretas<br />
de santidad; que lo amemos, no con<br />
nuestro amor limitado, sino como Él<br />
nos ha amado.<br />
El juicio final da miedo, el saber que un<br />
día nos enfrentaremos a que nuestra<br />
vida y nuestra historia sean juzgadas.<br />
Seremos juzgados en el amor, si<br />
fuimos misericordiosos o no. Lo que<br />
hacemos por nuestro prójimo o lo que<br />
LUNES 02
dejamos de hacer, a Él se lo hacemos<br />
o dejamos de hacérselo. Si nos molestan<br />
los humildes, o nos irritamos<br />
cuando nos piden de comer, si nos<br />
molesta el migrante, si entendemos<br />
que los encarcelados se merecen lo<br />
que les pasa, cuando no queremos<br />
visitar al enfermo, no nos damos cuenta<br />
que con esto rechazamos al mismo<br />
Señor y cometemos el mayor de los<br />
pecados, el de omisión.<br />
El Señor me ha mostrado una gran enseñanza<br />
a través de un joven que pide<br />
frente a una casa de oración a la que<br />
asisto. Algunos le tienen miedo porque<br />
a veces cuando no se toma sus<br />
medicamentos se pone agresivo; pero<br />
cuánto amor está siempre dispuesto a<br />
dar. Se preocupa por todos. Me acompaña<br />
a mi carro cuando estoy sola y<br />
me pide que suba el vidrio, que me<br />
pueden asaltar. Me pregunta siempre<br />
por mi esposo, y cuando pide aclara<br />
que no es para beber ni fumar. Un día<br />
puso a un sacerdote a orar por mí en<br />
una esquina de la calle. Realmente me<br />
ha enseñado mucho de la misericordia<br />
de Dios. Es muy poco lo que le puedo<br />
dar ante tanto amor que él me regala.<br />
Las lecturas de hoy nos revelan a Dios<br />
como un Padre que nos ama, tierno,<br />
lleno de compasión, que no nos abandona.<br />
Al mismo tiempo, nos revela<br />
su sueño de que seamos como Él,<br />
santos, hijos amados y su imagen en<br />
03<br />
«Como<br />
MARTES - SAN MARINO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Mi Palabra no volverá a mí<br />
vacía, sino que hará mi voluntad<br />
Lectura del profeta<br />
Isaías 55, 10-11<br />
Así dice el Señor:<br />
10<br />
la tierra. No nos juzga, no nos engaña,<br />
no nos defrauda, y está presente en<br />
nuestras vidas. Además, que debemos<br />
ser extensión de su santidad para<br />
los demás. Como soy amada y elegida<br />
por Dios, quiero que los demás se<br />
sientan amados y elegidos por Él. Si<br />
hacemos lo que Dios hace seremos<br />
verdaderamente sus hijos. Es el estilo<br />
del Evangelio, no lleno de normas<br />
y ritos, sino de ser verdaderamente<br />
cristianos, santos de Dios, que nos<br />
damos a los demás como Dios se nos<br />
ha dado a nosotros.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, me muestras que la misericordia<br />
es el camino a la santidad.<br />
Ayúdame a amar incondicionalmente<br />
como tú amas, a gastar mi vida por<br />
los demás. Que me duela mi prójimo<br />
y no pueda quedarme indiferente ante<br />
el que sufre. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Acercarme a alguien que no sea de<br />
mi estatus social y brindarle mi cariño<br />
y ayuda.<br />
Laudes: Sal 23; Cánt. Tb 13, 1-10a; Sal 32<br />
Vísperas: Sal 19; Sal 20; Cánt. Ap 4, 11; 5, 9-10.12<br />
bajan la lluvia y la nieve del<br />
cielo y no vuelven allá, sino después<br />
de empapar la tierra, de fecundarla y<br />
hacerla germinar, para que dé semilla<br />
al sembrador y pan al que come; así<br />
será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía, sino que hará<br />
mi voluntad y cumplirá mi encargo.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
33, 4-7.16-19<br />
R. El Señor libra de sus<br />
angustias a los justos.<br />
Proclamen conmigo la grandeza del<br />
Señor, ensalcemos juntos su nombre.<br />
Yo consulté al Señor y me respondió,<br />
me libró todas mis ansias. R<br />
Contémplenlo y quedarán radiantes, su<br />
rostro no se avergonzará. Si el afligido<br />
invoca al Señor, Él lo escucha y lo<br />
salva de sus angustias. R<br />
Los ojos del Señor miran a los justos,<br />
sus oídos escuchan sus gritos; pero el<br />
Señor se enfrenta con los malhechores<br />
para borrar de la tierra su memoria. R<br />
Cuando uno grita, el Señor lo escucha<br />
y lo libra de sus angustias; el Señor<br />
está cerca de los atribulados, salva a<br />
los abatidos. R<br />
EVANGELIO<br />
Ustedes recen así<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 6, 7-15<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Cuando recen no usen muchas<br />
palabras como los paganos, que se<br />
imaginan que por hablar mucho les<br />
harán caso. No sean como ellos, pues<br />
su Padre sabe lo que les hace falta antes<br />
que se lo pidan. Ustedes recen así:<br />
Padre nuestro del cielo; santificado sea<br />
tu nombre; venga tu Reino; hágase tu<br />
voluntad en la tierra como en el cielo.<br />
Danos hoy el pan nuestro, perdónanos<br />
nuestras ofensas, pues nosotros hemos<br />
perdonado a los que nos han ofendido,<br />
no nos dejes caer en tentación, sino<br />
líbranos del maligno. Porque si perdonan<br />
a los demás sus culpas, también su<br />
Padre del cielo les perdonará a ustedes.<br />
11<br />
Pero si no perdonan a los demás tampoco<br />
su Padre perdonará sus culpas.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Así como biológicamente crecemos,<br />
pues nuestro cuerpo se va desarrollando,<br />
también estamos llamados a<br />
crecer, como Jesús, en sabiduría y en<br />
gracia ante Dios y ante los hombres<br />
(cf. Lc. 2, 52).<br />
He podido darme cuenta cómo, por<br />
la misericordia de Dios, en mí se ha<br />
ido dando ese crecimiento desde que<br />
“entendí” a la luz del Espíritu Santo, lo<br />
que nos dice el Señor en la Primera<br />
Lectura, y la Palabra de Dios se hizo<br />
lo básico y fundamental para mí. En<br />
lo personal y en mi actividad evangelizadora,<br />
he dejado que ella actúe<br />
en mí con toda su eficacia (cf. Heb. 4,<br />
12), para el anuncio de la Buena Nueva<br />
del Evangelio (cf. Mc. 16, 15) y para la<br />
enseñanza que debe seguir para que<br />
los que aceptan el mensaje lleguen a<br />
ser auténticos discípulos de Jesús (cf.<br />
Mt. 28, 19-20).<br />
Cuando “crecemos” por la eficacia<br />
de la Palabra de Dios, nuestra vida<br />
se “simplifica” y se serena porque<br />
entendemos que Él conoce cómo somos,<br />
y no espera más de lo que sabe<br />
podemos dar (cf. Salmo 103, 13-14).<br />
Nuestra oración se hace más sencilla,<br />
pero más eficaz porque nuestra “guía”<br />
es el Padrenuestro, que nos enseñó<br />
el Maestro, que nos dijo que el Padre<br />
sabe, antes de decírselo, cuáles son<br />
nuestras necesidades (cf. Mt. 6, 8).<br />
Si nos dejamos “convencer” por el<br />
salmo, nos veremos libres de preocupaciones,<br />
temores y angustias porque<br />
viviremos en la seguridad de que el<br />
Señor estará atento a nuestras necesidades<br />
y siempre estará dispuesto a<br />
proporcionarnos su ayuda.<br />
Una vez leí que una persona acudió<br />
MARTES 03
12<br />
ORACIÓN<br />
Creo, Señor, que en verdad no sabemos<br />
qué pedir ni cómo hacerlo,<br />
como escribió san Pablo, por eso nos<br />
dejaste la oración del Padrenuestro.<br />
Ayúdame a recitarlo siempre bajo la<br />
inspiración del Espíritu Santo para<br />
alcanzar del Padre, por tu mediación,<br />
lo que necesito en el orden espiritual<br />
y humano. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Recitar el Padrenuestro pausadamente<br />
y meditándolo.<br />
MIÉRCOLES - SAN CASIMIRO<br />
Laudes: Sal 35; Cánt. Jdt 16, 1-2.13-15; Sal 46<br />
Sal 26 I; Sal 26 II; Cánt. Col 1, 3.12-20<br />
donde unas monjas para que oraran<br />
por una situación difícil por la que<br />
estaba pasando, y les llevó un aporte<br />
económico. Pensaba que las monjas<br />
dedicarían mucho rato de oración<br />
durante varios días; pero la madre superiora<br />
convocó a las demás hermanas<br />
y, junto con esa persona, rezó un<br />
Padrenuestro. Esto la disgustó; pero<br />
eso fue suficiente para que el Señor<br />
actuara, acudiendo en su auxilio.<br />
Sabemos, lo hemos oído y leído muchas<br />
veces, porque el Padrenuestro<br />
ha sido y lo seguirá siendo, base de<br />
muchas homilías, tema de retiros y de<br />
numerosos escritores en sus libros,<br />
que con la oración del Padrenuestro<br />
pedimos al Señor todo lo que necesitamos<br />
espiritual y humanamente en<br />
un perfecto orden de prioridades, y<br />
que, como dicen algunos maestros<br />
de espiritualidad, toda oración agradable<br />
a Dios tiene su fuente en el<br />
Padrenuestro.<br />
04 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Los habitantes de Nínive se arrepintieron<br />
de su mala conducta<br />
Lectura del profeta Jonás 3, 1-10<br />
Vino la palabra del Señor a Jonás:<br />
—«Levántate y vete a Nínive, la gran<br />
capital, y pregona allí el pregón que te<br />
diré.»<br />
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como<br />
le había mandado el Señor. (Nínive era<br />
una ciudad enorme, tres días hacían<br />
falta para atravesarla). Comenzó Jonás<br />
a entrar por la ciudad y caminó durante<br />
un día pregonando:<br />
—«Dentro de cuarenta días Nínive será<br />
arrasada.»<br />
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron<br />
un ayuno y se vistieron de sayal,<br />
grandes y pequeños. Llegó la noticia<br />
al rey de Nínive: se levantó del trono,<br />
dejó el manto, se vistió de sayal y se<br />
sentó en tierra, y mandó proclamar a<br />
Nínive en nombre suyo y del gobierno:<br />
«Que hombres y animales, vacas y<br />
ovejas, no prueben bocado, no pasten<br />
ni beban; vístanse de sayal hombres y<br />
animales, invoquen con ahínco a Dios,<br />
conviértase cada cual de su mala vida<br />
y de las injusticias cometidas. ¡Quién<br />
sabe si Dios se arrepentirá y nos dará<br />
respiro, si aplacará el incendio de su ira,<br />
y no pereceremos!».<br />
Y vio Dios sus obras y cómo se convertían<br />
de la mala vida; se compadeció y
se arrepintió Dios de la catástrofe con<br />
que había amenazado a Nínive, y no la<br />
ejecutó.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
50, 3-4.12-13<br />
R. Un corazón quebrantado<br />
y humillado, tú, Dios mío,<br />
no lo desprecias.<br />
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />
por tu inmensa compasión borra mi<br />
culpa. Lava del todo mi delito, limpia<br />
mi pecado. R<br />
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,<br />
renuévame por dentro con espíritu firme;<br />
no me arrojes lejos de tu rostro, no<br />
me quites tu Santo Espíritu. R<br />
Los sacrificios no te satisfacen, si te<br />
ofreciera un holocausto no lo querrías.<br />
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,<br />
un corazón quebrantado y humillado,<br />
tú no lo desprecias. R<br />
EVANGELIO<br />
A esta generación no se le dará<br />
más signo que el de Jonás<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 11, 29-32<br />
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor<br />
de Jesús y él se puso a decirles:<br />
—«Esta generación es una generación<br />
perversa. Pide un signo, pero no se le<br />
dará más signo que el signo de Jonás.<br />
Como Jonás fue un signo para los habitantes<br />
de Nínive, lo mismo será el Hijo<br />
del Hombre para esta generación. Cuando<br />
sean juzgados los hombres de esta<br />
generación, la reina del Sur se levantará<br />
y hará que los condenen; porque ella<br />
vino desde los confines de la tierra para<br />
escuchar la sabiduría de Salomón, y<br />
aquí hay uno que es más que Salomón.<br />
Cuando sea juzgada esa generación, los<br />
hombres de Nínive se alzarán y harán<br />
que los condenen; porque ellos se convirtieron<br />
con la predicación de Jonás,<br />
13<br />
y aquí hay uno que es más que Jonás.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy es el octavo día de la Cuaresma;<br />
este tiempo es una gracia que el Señor<br />
nos concede para reflexionar y hurgar<br />
en nuestro interior si estamos conscientes<br />
de su significado. Cambiar el<br />
ritmo de vida y dedicarnos más tiempo<br />
a la oración para seguir los pasos de<br />
Jesús y reflejarlo en nuestra actitud<br />
con el prójimo, es parte del espíritu de<br />
la Cuaresma.<br />
El Señor es misericordioso y siempre<br />
está presto a perdonarnos, así también<br />
debemos perdonar a los que nos<br />
ofenden y buscar una reconciliación<br />
sincera, eliminar el odio y el rencor que<br />
corroe la paz interior. Meditemos esta<br />
primera lectura donde es posible que<br />
estemos tú y yo, porque igual que a<br />
este pueblo de Nínive, (antigua capital<br />
del imperio Sirio) que vivía sumido en<br />
el pecado, el Señor le envió un emisario<br />
que le anunció la destrucción<br />
si no se arrepentían de sus pecados,<br />
también a nosotros nos llama el Señor<br />
a alejarnos de lo que nos hace caer<br />
en pecado y así estar más cerca de<br />
Jesucristo.<br />
Al profeta Jonás le extrañó que el Señor<br />
buscara el arrepentimiento de un<br />
pueblo pagano, muy distinto al pueblo<br />
hebreo, y es porque Dios no hace<br />
acepción de personas. El pueblo de<br />
Nínive hizo penitencia, aún sin conocer<br />
a nuestro Dios, creyó en su palabra,<br />
acogió el momento propicio para su<br />
conversión.<br />
Somos los hijos de Dios, respondamos<br />
a su llamado en esta Cuaresma<br />
en la que se nos invita a reorientar<br />
nuestros conceptos, juicios y comportamientos<br />
para que no endurezcamos<br />
el corazón y estemos dispuestos a ver<br />
las señales de su amor. La primera<br />
MIÉRCOLES 04
señal es la presencia de Jesucristo,<br />
quien, aún en los momentos en que<br />
hemos estado más alejados de Él, ha<br />
salido a nuestro encuentro.<br />
Lejos de parecernos a los escribas y<br />
fariseos que pidieron a Jesús una señal<br />
de su divinidad, alabemos su santo<br />
Nombre y pongamos a sus pies toda<br />
nuestra vida, como una demostración<br />
de que para nosotros es el Hijo de Dios<br />
hecho hombre.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, tú conoces mis debilidades y<br />
lo difícil que es para mí entrar en tu<br />
05<br />
sus<br />
JUEVES - SAN ADRIÁN<br />
PRIMERA LECTURA<br />
No tengo otro defensor que tú<br />
Lectura del libro de<br />
Ester 14, 1.3-5.12-14<br />
En aquellos días, la reina Ester, temiendo<br />
el peligro inminente, acudió al<br />
Señor y suplicó al Señor Dios de Israel<br />
en estos términos:<br />
«Señor mío, único rey nuestro, protégeme,<br />
que estoy sola y no tengo otro<br />
defensor que tú. Yo misma me he expuesto<br />
al peligro. Mi padre me ha contado<br />
cómo tú, Señor, escogiste a Israel<br />
entre las naciones, a nuestros padres<br />
entre pueblos más poderosos, para ser<br />
tu heredad perpetua; y les cumpliste lo<br />
que habías prometido. Nosotros hemos<br />
pecado contra ti, por eso nos entregaste<br />
a nuestros enemigos, por haber dado<br />
culto a otros dioses. ¡Justo eres, Señor!<br />
Atiende, Señor; muéstrate a nosotros<br />
en la tribulación, dame valor, Señor,<br />
rey de dioses y poderosos: Pon en mi<br />
boca un discurso acertado cuando<br />
tenga que hablar al león: que cambie y<br />
aborrezca a nuestro enemigo y a todos<br />
14<br />
voluntad. Moldea mis actitudes y haz<br />
de mí una persona nueva, para que<br />
pueda entrar en el espíritu de esta<br />
Cuaresma. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Repetir durante el día los diez mandamientos<br />
de la ley de Dios para que<br />
inspiren mis actuaciones.<br />
Laudes: Sal 56; Cánt. Jr 31, 10-14; Sal 47<br />
Vísperas: Sal 29; Sal 31; Cánt. Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />
cómplices. A nosotros, líbranos<br />
con tu mano, y a mí, que no tengo otro<br />
auxilio, protégeme tú, Señor, que lo<br />
sabes todo.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
137, 1-3.7-10<br />
R. Cuando te invoqué,<br />
me escuchaste, Señor.<br />
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;<br />
delante de los ángeles tañaré para ti. Me<br />
postraré hacia tu santuario. R<br />
Daré gracias a tu nombre: Por tu<br />
misericordia y tu lealtad. Cuando te<br />
invoqué, me escuchaste, acreciste el<br />
valor en mi alma. R<br />
Tu derecha me salva. El Señor completará<br />
sus favores conmigo: Señor, la<br />
misericordia es eterna, no abandones<br />
la obra de tus manos. R<br />
EVANGELIO<br />
Quien pide, recibe<br />
Lectura del Santo Evangelio según<br />
san Mateo 7, 7-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán,<br />
llamen y se les abrirá; porque<br />
quien pide recibe, quien busca encuentra<br />
y al que llama se le abre. Si a alguno<br />
de ustedes le pide su hijo pan, ¿le va a<br />
dar una piedra?; y si le pide pescado,<br />
¿le dará una serpiente? Pues si ustedes,<br />
que son malos, saben dar cosas buenas a<br />
sus hijos, ¿cuánto más su Padre del cielo<br />
dará cosas buenas a los que le piden?<br />
Traten a los demás como quieren que<br />
ellos les traten: en esto consiste la ley y<br />
los profetas.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Siempre el Señor nos habla a través<br />
de su Palabra. A veces estamos tan<br />
distraídos que, aunque leamos o<br />
escuchemos la Palabra diariamente,<br />
no siempre encontramos el mensaje<br />
que viene a traernos. Nuestros oídos<br />
se han cerrado por nuestra necedad<br />
o nuestra indiferencia, o ha mermado<br />
nuestra necesidad de Dios. Creemos<br />
que no lo necesitamos tanto y quizás<br />
nos sentiremos así hasta la próxima<br />
ocasión donde las cosas no nos vayan<br />
tan bien.<br />
La Reina Ester, en esta Primera Lectura<br />
del día de hoy, ruega a Dios de<br />
una manera sencilla, profunda, pero<br />
sobre todo sincera. No hay disimulos<br />
en su plegaria, ni intenta disculparse.<br />
Asume la parte que le corresponde<br />
en la situación que vive su pueblo;<br />
reconoce que no han sido del todo<br />
fieles y merecen lo que están viviendo.<br />
Pero clama a Dios en medio del peligro<br />
inminente para que los salve y Dios<br />
se lo concede. Ester le pide a Dios<br />
decir el discurso acertado, que le dé<br />
el valor necesario para hacer lo que le<br />
corresponde. Está dispuesta a hacer<br />
lo que le toca para recibir esa ayuda de<br />
15<br />
Dios. Ella nos enseña con su actitud,<br />
que lo importante es pedir a Dios lo<br />
que creemos necesitar y Él nos dará<br />
lo que nos conviene.<br />
Así tenemos que actuar en todo tiempo,<br />
confiados en que no importa lo<br />
que enfrentemos, si pedimos el auxilio<br />
de nuestro Padre del cielo, podremos<br />
vencer en cualquier batalla.<br />
El Evangelio va en la misma línea:<br />
pedir, buscar, llamar. Pedir lo que<br />
nos hace falta, buscar aquello que<br />
creemos perdido y llamar a aquellas<br />
puertas que creemos cerradas. Nuestra<br />
confianza está puesta en Dios, que<br />
no defrauda, que quiere lo mejor para<br />
nosotros y que nunca nos dará nada<br />
que nos perjudique y nos guiará por<br />
los caminos de la verdad, de la justicia,<br />
de la paz.<br />
Nunca dudemos que Dios está de<br />
nuestra parte; aún cuando veamos<br />
circunstancias adversas y no entendamos<br />
todo lo que pasa, está obrando<br />
en beneficio nuestro. No crecemos en<br />
los tiempos de abundancia, crecemos<br />
cuando hay dificultad, cuando las<br />
cosas no salen como las planeamos,<br />
cuando tenemos que probar nuestras<br />
fuerzas espirituales contra el mundo.<br />
Confiemos en que Dios no remueve<br />
los obstáculos que nos impiden<br />
avanzar porque no pueda o no quiera<br />
removerlos, sino porque los usa para<br />
que avancemos.<br />
ORACIÓN<br />
Amado Dios, perdona mi falta de confianza<br />
y aumenta mi fe para atravesar<br />
estos momentos de confusión y tribulación.<br />
En ti confío. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
JUEVES 05
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Entregar a Dios esa circunstancia que<br />
06<br />
Señor,<br />
PRIMERA LECTURA<br />
¿Acaso quiero yo la muerte<br />
del malvado y no que se<br />
convierta de su camino y viva?<br />
Lectura del libro de<br />
Ezequiel 18, 21-28<br />
Así dice el Señor Dios:<br />
«Si el malvado se convierte de los<br />
pecados cometidos y guarda mis preceptos,<br />
practica el derecho y la justicia,<br />
ciertamente vivirá y no morirá. No se<br />
le tendrán en cuenta los delitos que<br />
cometió; por la justicia que hizo, vivirá.<br />
¿Acaso quiero yo la muerte del malvado<br />
—oráculo del Señor—, y no que se<br />
convierta de su conducta y que viva? Si<br />
el justo se aparta de su justicia y comete<br />
maldad, imitando las abominaciones<br />
del malvado, no se tendrá en cuenta la<br />
justicia que hizo: por la iniquidad que<br />
perpetró y por el pecado que cometió,<br />
morirá. Comentan: “No es justo el<br />
proceder del Señor”. Escuchen, casa<br />
de Israel: ¿Es injusto mi proceder?,<br />
¿o no es su proceder el que es injusto?<br />
Cuando el justo se aparta de su justicia,<br />
comete la maldad y muere, muere por<br />
la maldad que cometió. Y cuando el<br />
malvado se convierte de la maldad que<br />
hizo y practica el derecho y la justicia,<br />
él mismo salva su vida. Si recapacita y<br />
se convierte, de los delitos cometidos,<br />
ciertamente vivirá y no morirá.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
129, 1-8<br />
R. Si llevas cuenta de los delitos,<br />
16<br />
me agobia y ayudar a otros a aliviar<br />
sus cargas, materiales o espirituales.<br />
VIERNES - SANTA MARÍA DE LA PROVIDENCIA<br />
Laudes: Sal 50; Cánt. Is 45, 15-26; Sal 99<br />
Vísperas: Sal 40; Sal 45; Cánt. Ap 15, 3-4<br />
¿quién podrá resistir?<br />
Desde lo hondo a ti grito, Señor. Señor,<br />
escucha mi voz; estén tus oídos atentos<br />
a la voz de mi súplica. R<br />
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,<br />
¿quién podrá resistir? Pero de ti procede<br />
el perdón, y así infundes respeto. R<br />
Mi alma espera en el Señor, espera en<br />
su Palabra; mi alma aguarda al Señor,<br />
más que el centinela la aurora. Aguarde<br />
Israel al Señor, como el centinela la<br />
aurora. R<br />
Porque del Señor viene la misericordia,<br />
la redención copiosa: y Él redimirá<br />
a Israel de todos sus delitos. R<br />
EVANGELIO<br />
Vete primero a reconciliarte<br />
con tu hermano<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 5, 20-26<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Si no son mejores que los letrados<br />
y fariseos no entrarán en el Reino de<br />
los Cielos. Han oído que se dijo a los<br />
antiguos: No matarás, y el que mate<br />
será procesado. Pero yo les digo: todo el<br />
que esté peleado con su hermano, será<br />
procesado. Y si uno llama a su hermano<br />
“imbécil”, tendrá que comparecer ante<br />
el Sanedrín, y si lo llama “renegado”,<br />
merece la condena del fuego. Por tanto,<br />
si cuando vas a poner tu ofrenda sobre<br />
el altar, te acuerdas allí mismo de que<br />
tu hermano tiene quejas contra ti, deja<br />
allí tu ofrenda ante el altar y vete primero<br />
a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda.<br />
Procura arreglarte con el que te pone<br />
pleito, en seguida, mientras vais todavía<br />
de camino, no sea que te entregue al<br />
juez, y el juez al alguacil, y te metan en<br />
la cárcel. Te aseguro que no saldrás de<br />
allí hasta que no hayas pagado el último<br />
centavo.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
En las lecturas de hoy recibimos un<br />
llamado especial a la conversión de<br />
nuestro corazón, con el conocimiento<br />
de que Dios es lento a la ira y rico en<br />
misericordia. Lo que más felicidad produce<br />
al corazón de Dios es un corazón<br />
arrepentido que quiera acercarse a Él.<br />
Estamos en un tiempo de gracia en<br />
nuestra Iglesia, a través del cual podemos<br />
revisar nuestra vida y reconocer<br />
aquellas actitudes o acciones que nos<br />
alejan de Dios. Lo más hermoso es<br />
que no importa qué tan lejos podamos<br />
estar en este momento, la misericordia<br />
de Dios nos alcanza, nos levanta y nos<br />
promete la vida, esa vida verdadera<br />
que se da cuando nuestro corazón<br />
está dispuesto a vivir con Él.<br />
En el Evangelio, Jesús pone de manifiesto<br />
de qué se trata esta conversión;<br />
no es cumplir la ley solamente, es<br />
mirar nuestro corazón y que no haya<br />
nada que nos limite al amor. Invita a<br />
ponernos en camino hasta el hermano<br />
con el que tengamos alguna situación<br />
de enojo antes de presentarnos delante<br />
de Él. El hermano es el rostro<br />
de Dios más cercano que tenemos.<br />
Si no somos capaces de verlo ahí de<br />
nada nos sirve ir a la Iglesia a mostrar<br />
signos externos de conversión que<br />
están muy lejos de lo que Dios quiere.<br />
Recordemos el salmo 50, a Dios más<br />
que nuestros sacrificios externos, le<br />
agrada nuestro corazón arrepentido y<br />
dispuesto a Él.<br />
17<br />
Aprovechemos este tiempo para<br />
poner en orden nuestras relaciones;<br />
muchas veces nos tocará dar el primer<br />
paso, aunque entendamos que no nos<br />
corresponde; otras veces nos tocará<br />
perdonar, aunque entendamos que el<br />
otro no merece nuestro perdón, pero<br />
pensemos que lo más importante es<br />
agradar el corazón de Dios y solo a<br />
través del perdón y la reconciliación<br />
podemos hacerlo.Puede que estés<br />
pensando que no tienes ninguna situación<br />
que reconciliar y qué bueno,<br />
pero eso no te exonera de la invitación<br />
de Jesús para este día. Piensa qué<br />
áreas de tu vida necesitan que Dios<br />
traiga luz para que puedas ponerlas<br />
como a Él le agrada. Si tu trabajo no<br />
está ocupando el lugar que le corresponde,<br />
si tu servicio es menor del que<br />
puedes ofrecer, si el amor que das a<br />
los que te rodean es lo que necesitan,<br />
en fin, cada uno sabe cómo hacer para<br />
agradar más a Dios. Aprovecha este<br />
día para presentar esas situaciones<br />
a nuestro Dios que está dispuesto a<br />
darnos la verdadera vida.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, ilumina mi entendimiento para<br />
identificar lo que me aleja de ti y dame<br />
las fuerzas necesarias para ordenar<br />
mi vida conforme a tu voluntad. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Identificar las áreas de mi vida que<br />
necesitan ser iluminadas y transformadas<br />
y presentarlas a Dios.<br />
VIERNES 06
SÁBADO - SANTAS PERPETUA Y FELICIDAD<br />
Laudes: Sal 118, 145-152; Cánt. Ex 15, 1-4.8-13.17-18; Sal 116<br />
07Vísperas: Sal 118, 105-112; Sal 15; Cánt. Flp 2, 6-11<br />
PRIMERA LECTURA<br />
¡Serás un pueblo consagrado<br />
al Señor tu Dios!<br />
Lectura del libro del<br />
Deuteronomio 26, 16-19<br />
Habló Moisés al pueblo diciendo:<br />
«Hoy te manda el Señor, tu Dios, que<br />
cumplas estos mandatos y decretos.<br />
Guárdalos y cúmplelos con todo el<br />
corazón y con toda el alma. Hoy te<br />
has comprometido a aceptar lo que el<br />
Señor te propone: Que Él sea tu Dios,<br />
que tú irás por sus caminos, guardarás<br />
sus mandatos, preceptos y decretos, y<br />
escucharás su voz. Hoy se compromete<br />
el Señor a aceptar lo que tú le propones:<br />
Que serás su propio pueblo, como te<br />
prometió, que guardarás todos sus<br />
preceptos, que él te elevará en gloria,<br />
nombre y esplendor, por encima de<br />
todas las naciones que ha hecho, y que<br />
serás el pueblo santo del Señor, como<br />
ha dicho.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
118, 1-2.4-5.7-8<br />
R. Dichoso el que camina<br />
en la voluntad del Señor.<br />
Dichoso el que, con vida intachable,<br />
camina en la voluntad del Señor; dichoso<br />
el que, guardando sus preceptos, lo<br />
busca de todo corazón. R<br />
Tú promulgas tus decretos, para que<br />
se observen exactamente; ojalá esté<br />
firme mi camino, para cumplir tus<br />
consignas. R<br />
Te alabaré con sincero corazón; cuando<br />
aprenda tus justos mandamientos, quiero<br />
guardar tus leyes exactamente, tú no<br />
me abandones. R<br />
18<br />
EVANGELIO<br />
Sean perfectos como nuestro<br />
Padre celestial es perfecto<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 5, 43-48<br />
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Han oído que se dijo: Amarás a tu<br />
prójimo y aborrecerás a tu enemigo.<br />
Yo, en cambio, les digo: Amen a sus<br />
enemigos, hagan el bien a los que les<br />
aborrecen y recen por los que les persiguen<br />
y calumnian. Así serán hijos de su<br />
Padre que está en el cielo, que hace salir<br />
su sol sobre malos y buenos, y manda<br />
la lluvia a justos e injustos. Porque, si<br />
aman a los que les aman, ¿qué premio<br />
tendrán? ¿No hacen lo mismo también<br />
los publicanos? Y si saludan solo a su<br />
hermano, ¿qué hacen de extraordinario?<br />
¿No hacen lo mismo también los paganos?<br />
Por tanto, sean perfectos como su<br />
Padre celestial es perfecto.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy estamos invitados a ser santos.<br />
No santos famosos, o mártires en<br />
países lejanos, o monjes contemplativos.<br />
Simplemente santos normales.<br />
El Papa Francisco dijo: “Me gusta ver<br />
la santidad en el pueblo de Dios… la<br />
santidad «de la puerta de al lado», de<br />
aquellos que viven cerca de nosotros<br />
y son un reflejo de la presencia de<br />
Dios… «la clase media de la santidad»”<br />
(Gaudete et exsultate).<br />
Entonces, ¿cómo podemos ser santos?<br />
1. Imitando a Jesús. ¡Pero no te
asustes! Sin coronarnos con espinas<br />
todavía. Mejor empecemos con cosas<br />
pequeñas como los buenos modales;<br />
por ejemplo: saludar a la gente diciendo:<br />
“Buenos días”; dar las gracias;<br />
pedir “por favor”; ceder el asiento a<br />
quienes lo necesiten; mirar a la cara a<br />
quien te está hablando; escuchar sin<br />
interrumpir y siempre con generosidad<br />
y buen humor.<br />
2. Después vienen las cosas un “chin”<br />
más difíciles; cuando no es tan claro<br />
lo que hay que hacer, usas la “prueba<br />
de fuego” – el “QHJ”. Es más fácil<br />
de lo que imaginas. Sencillamente te<br />
preguntas: “¿Qué Haría Jesús?”, y lo<br />
haces. (Recordemos que Jesús siempre<br />
perdía, aparentemente. Pero en<br />
realidad, cada vez que pidió perdón,<br />
ganó un amigo, y cada vez que se rindió,<br />
encontró paz). Y ¿después?<br />
3. Jesús nos pide en el Evangelio que<br />
«seamos perfectos como su Padre<br />
celestial es perfecto». Más adelante<br />
dijo: «Si quieres ser perfecto, vende<br />
todo lo que posees. Después ven y<br />
sígueme.» Es decir, despojarte de las<br />
cosas materiales que son tan inútiles.<br />
Claro que tenemos caprichos guardados,<br />
detalles escondidos, recuerdos<br />
conservados. Pero no son tan<br />
importantes, ¿verdad? Hay que hacer<br />
espacio para lo que vendrá: los amigos<br />
nuevos, las noches de vigilia, las risas,<br />
la alegría, el gozo de andar de la mano<br />
con el amor de los amores.<br />
4. Finalmente, hay una exigencia que<br />
no es negociable: hay que orar. Orar<br />
a tiempo y destiempo. Orar despierto<br />
y dormido, siempre sin cesar. Porque<br />
la conversación más importante<br />
de nuestra vida es el compartir con<br />
nuestro hermano, nuestro salvador y<br />
nuestro Señor… con Jesús.<br />
Y para terminar, dos citas de la Madre<br />
Iglesia:<br />
“Todos los cristianos, de cualquier<br />
estado o condición, están llamados<br />
cada uno por su propio camino, a la<br />
perfección de la santidad” (Catecismo<br />
de la Iglesia Católica 825).<br />
“Quedan invitados, y aun obligados,<br />
todos los fieles cristianos a buscar<br />
insistentemente la santidad y la perfección<br />
dentro del propio estado” (Lumen<br />
Gentium N° 42).<br />
ORACIÓN<br />
Señor Jesús, te pido me llenes con<br />
tu Espíritu para que yo pueda pensar,<br />
sentir, hablar y actuar inspirado por ti.<br />
Te pido que me purifiques, me quites el<br />
barro, refines lo poco que quede, y me<br />
moldees a tu imagen, para que pueda<br />
andar en el mundo como un reflejo de<br />
tu amor, tu perdón y tu paz.Gracias<br />
Señor. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Escuchar la voz del Señor en el silencio<br />
y hacerla vida en mí.<br />
SÁBADO 07<br />
19
08<br />
PRIMERA LECTURA<br />
del<br />
Vocación de Abraham,<br />
padre del pueblo de Dios<br />
Lectura del libro del<br />
Génesis 12, l-4<br />
En aquellos días, el Señor dijo a Abraham:<br />
—«Sal de tu tierra y de la casa de tu<br />
padre, hacia la tierra que te mostraré.<br />
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré,<br />
haré famoso tu nombre, y será una bendición.<br />
Bendeciré a los que te bendigan,<br />
maldeciré a los que te maldigan. Con tu<br />
nombre se bendecirán todas las familias<br />
del mundo.»<br />
Abraham marchó, como le había dicho<br />
el Señor.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
32, 4-5.18-20.22<br />
R. Que tu misericordia,<br />
Señor, venga sobre nosotros,<br />
como lo esperamos de ti.<br />
La palabra del Señor es sincera, y todas<br />
sus acciones son leales; Él ama la<br />
justicia y el derecho, y su misericordia<br />
llena la tierra. R<br />
Los ojos del Señor están puestos en<br />
sus fieles, en los que esperan en su<br />
misericordia, para librar sus vidas de<br />
la muerte y reanimarlos en tiempo de<br />
hambre. R<br />
Nosotros aguardamos al Señor: Él es<br />
nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia,<br />
Señor, venga sobre nosotros,<br />
como lo esperamos de ti. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
Dios nos llama y nos ilumina<br />
Lectura de la segunda carta<br />
II DOMINGO DE CUARESMA<br />
SEMANA II DEL SALTERIO<br />
Laudes: Sal 117; Cánt. Dn 3, 52-57; Sal 150<br />
Vísperas: Sal 109; Sal 113 B; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />
20<br />
apóstol san Pablo a<br />
Timoteo 1, 8b-10<br />
Querido hermano:<br />
Toma parte en los duros trabajos del<br />
Evangelio, según la fuerza de Dios. Él<br />
nos salvó y nos llamó a una vida santa,<br />
no por nuestros méritos, sino porque,<br />
desde tiempo inmemorial, Dios dispuso<br />
darnos su gracia, por medio de Jesucristo;<br />
y ahora, esa gracia se ha manifestado<br />
al aparecer nuestro Salvador Jesucristo,<br />
que destruyó la muerte y sacó a la luz la<br />
vida inmortal, por medio del Evangelio.<br />
Palabra de Dios.<br />
EVANGELIO<br />
Su rostro resplandecía<br />
como el Sol<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 17, 1-9<br />
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a<br />
Pedro, a Santiago y a su hermano Juan<br />
y se los llevó aparte a una montaña alta.<br />
Se transfiguró delante de ellos, y su<br />
rostro resplandecía como el Sol, y sus<br />
vestidos se volvieron blancos como la<br />
luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías<br />
conversando con Él. Pedro, entonces,<br />
tomó la palabra y dijo a Jesús:<br />
—«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si<br />
quieres, haré tres tiendas: una para ti,<br />
otra para Moisés y otra para Elías.»<br />
Todavía estaba hablando cuando una<br />
nube luminosa los cubrió con su sombra,<br />
y una voz desde la nube decía:<br />
—«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.<br />
Escúchenlo.»<br />
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces,<br />
llenos de espanto. Jesús se acercó<br />
y, tocándolos, les dijo:<br />
—«Levántense, no teman.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más<br />
que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la<br />
montaña, Jesús les mandó:<br />
—«No cuenten a nadie la visión hasta<br />
que el Hijo del hombre resucite de entre<br />
los muertos.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy, Segundo Domingo de Cuaresma,<br />
prosiguiendo el camino penitencial, la<br />
liturgia nos invita a reflexionar sobre<br />
el acontecimiento extraordinario de la<br />
transfiguración.<br />
Considerada junto a las tentaciones de<br />
Jesús en el desierto del domingo pasado,<br />
se anticipa el misterio pascual: la lucha<br />
de Jesús con el tentador preludia el<br />
gran duelo final de la Pasión, mientras la<br />
luz de su cuerpo transfigurado anticipa<br />
la gloria de la Resurrección. Por una parte,<br />
Jesús, plenamente hombre, comparte<br />
con nosotros incluso la tentación; por<br />
otra, como Hijo de Dios, diviniza nuestra<br />
humanidad. Así estos dos domingos<br />
son como dos pilares sobre los que se<br />
apoya el edificio de la Cuaresma hasta<br />
la Pascua; toda la estructura de la vida<br />
cristiana, que consiste esencialmente<br />
en el dinamismo pascual: de la muerte<br />
a la vida.<br />
El monte, tanto el Tabor como el Sinaí,<br />
es el lugar de la cercanía con Dios. Es el<br />
espacio elevado donde se respira el aire<br />
puro de la creación. Es el lugar de la oración,<br />
donde se está en la presencia del<br />
Señor, como Moisés y Elías, que junto<br />
a Jesús transfigurado hablan con Él del<br />
“éxodo” que le espera en Jerusalén, es<br />
decir, de su Pascua.<br />
La transfiguración es un acontecimiento<br />
de oración: orando, Jesús se sumerge<br />
en Dios, se une íntimamente a Él, adhiere<br />
su voluntad humana a la voluntad de<br />
amor del Padre, y así, invadido de la luz,<br />
aparece visiblemente la verdad de su<br />
ser: Él es Dios, Luz de Luz. Su vestido<br />
21<br />
se vuelve blanco y resplandeciente; esto<br />
nos hace pensar en el Bautismo, en el<br />
vestido blanco que llevan los neófitos.<br />
Quien renace en el Bautismo es revestido<br />
de luz, anticipando la existencia celestial,<br />
que el Apocalipsis representa con<br />
el símbolo de las vestiduras blancas.<br />
Aquí está el punto crucial: la transfiguración<br />
es anticipación de la Resurrección,<br />
pero esta presupone la muerte. Jesús<br />
manifiesta su gloria a los apóstoles,<br />
para que tengan la fuerza de afrontar<br />
el escándalo de la cruz y comprendan<br />
que es necesario pasar muchas tribulaciones<br />
para llegar al Reino de Dios.<br />
La voz del Padre, que resuena desde<br />
lo alto, proclama que Jesús es su Hijo<br />
predilecto, como en el bautismo en el<br />
Jordán, añadiendo: “Escúchenlo” (Mt 17,<br />
5). Para entrar en la vida eterna es necesario<br />
escucharlo, seguirlo por el camino<br />
de la cruz, llevando en el corazón, como<br />
Él, la esperanza de la resurrección.<br />
Dirigiéndonos ahora con la oración a<br />
María, reconozcamos en ella a la criatura<br />
humana transfigurada interiormente por<br />
la gracia de Cristo, y encomendémonos<br />
a su guía para recorrer con fe y generosidad<br />
el itinerario de la Cuaresma.<br />
ORACIÓN<br />
A ti te sirvo Jesús, mi Dios torturado<br />
que vences en la cruz. Escudo de los<br />
olvidados, de los pobres y despreciados<br />
a quienes siempre ofreces tu Reino de<br />
amor. Te serviré cada día en lo pequeño<br />
y poco que soy. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Ser luz para quienes tenga a mi lado<br />
hoy.<br />
DOMINGO 08
09<br />
PRIMERA LECTURA<br />
los<br />
Nosotros hemos pecado,<br />
hemos cometido iniquidad<br />
Lectura del profeta<br />
Daniel 9, 4-10<br />
Señor, Dios grande y terrible, que guardas<br />
la alianza y eres leal con los que te<br />
aman y cumplen tus mandamientos. Hemos<br />
pecado, hemos cometido crímenes<br />
y delitos, nos hemos rebelado apartándonos<br />
de tus mandatos y preceptos. No<br />
hicimos caso a tus siervos, los profetas,<br />
que hablaban en tu nombre a nuestros<br />
reyes, a nuestros príncipes, padres y<br />
terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a<br />
nosotros nos abruma hoy la vergüenza:<br />
a los habitantes de Jerusalén, a judíos e<br />
israelitas, cercanos y lejanos, en todos los<br />
países por donde los dispersaste por los<br />
delitos que cometieron contra ti. Señor,<br />
nos abruma la vergüenza: a nuestros<br />
reyes, príncipes y padres, porque hemos<br />
pecado contra ti. Pero, aunque nosotros<br />
nos hemos rebelado, el Señor, nuestro<br />
Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos<br />
al Señor, nuestro Dios, siguiendo<br />
las normas que nos daba por sus siervos,<br />
los profetas.Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
78, 8-9.11-13<br />
R. Señor, no nos trates como<br />
merecen nuestros pecados.<br />
No recuerdes contra nosotros las culpas<br />
de nuestros padres; que tu compasión nos<br />
alcance pronto, pues estamos agotados. R<br />
Socórrenos, Dios salvador nuestro, por el<br />
honor de tu nombre; líbranos y perdona<br />
nuestros pecados, a causa de tu nombre. R<br />
Llegue a tu presencia el gemido del<br />
cautivo: Con tu brazo poderoso salva a<br />
LUNES - SANTOS DOMINGO SAVIO<br />
Y FRANCISCA ROMANA<br />
Laudes: Sal 41; Cánt. Eclo 36, 1-5.10-13; Sal 18 A<br />
Vísperas: Sal 44 I; Sal 44 II; Cánt. Ef 3, 1-10<br />
22<br />
condenados a muerte. R<br />
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas<br />
de tu rebaño, te daremos gracias<br />
siempre, contaremos tus alabanzas de<br />
generación en generación. R<br />
EVANGELIO<br />
Perdonen, y serán perdonados<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 6, 36-38<br />
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«Sean compasivos como su Padre<br />
es compasivo; no juzguen, y no serán<br />
juzgados; no condenen, y no serán condenados;<br />
perdonen, y serán perdonados;<br />
den, y se les dará; les verterán una<br />
medida generosa, colmada, remecida,<br />
rebosante. La medida que usen, la usarán<br />
con ustedes.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
La palabra clave de hoy es “misericordia”.<br />
Hoy el Señor te pide- y a mí – que<br />
seas misericordioso, como Él lo es con<br />
nosotros. La oración de Daniel se apoya<br />
en esa misericordia de Dios. Pues<br />
pensar en su misericordia nos permite<br />
no desalentarnos ante nuestro propio<br />
pecado. El mal es lo contrario a la<br />
perfección de Dios. Esa oración penitencial<br />
de Daniel es muy justa, porque<br />
no habla solo de sus propios pecados,<br />
sino de los de la comunidad. Incluso<br />
hoy me veo reflejada en esa oración.<br />
Soy testigo de cuántas veces el Señor<br />
me ha perdonado y me ha ayudado<br />
a levantarme. Y cómo transformó mi<br />
corazón de una juez implacable, a una<br />
pecadora que reconoce sus miserias y
trata de no juzgar a los demás. Eso me<br />
hace mucho bien y también me da la<br />
opotunidad de pedirle perdón por mi<br />
pecado personal y por el pecado de<br />
nuestra parroquia, comunidad, Iglesia,<br />
familia. Ese es el primer paso para una<br />
verdadera conversión. El que se cree<br />
merecedor de todo, no se convierte,<br />
no pide ayuda, no pregunta, ni busca<br />
respuestas. La invitación de Jesús hoy<br />
es a una misericordia infinita. Pues al<br />
decirte – y decirme- que sea “misericordiosa<br />
como Dios es misericordioso”<br />
nos está poniendo como medida<br />
su grandeza, su santidad. Jesús quiere<br />
que para que seamos acogidos por el<br />
Padre Dios trabajemos para tener su<br />
compasión y misericordia por nuestros<br />
semejantes. Misericordia que debe<br />
invadir y cambiar nuestra forma de<br />
pensar en el momento de hacer cualquier<br />
juicio sobre los demás.<br />
Yo me imagino la sorpresa de la gente<br />
del tiempo de Jesús cuando hablaba<br />
de que podía existir una sociedad<br />
diferente. Cuando le escuchaban<br />
decir que lo que quería Dios era muy<br />
distinto a lo que decían las autoridades<br />
judías. Era un verdadero escándalo<br />
que hablara de misericordia, cuando<br />
la religión judía hablaba de exclusión.<br />
Su mensaje siempre nuevo se enfrentó<br />
al viejo judaísmo y a un nuevo cristianismo<br />
que sigue elevando barreras<br />
para defender el poder y prestigio de<br />
los puros. Pone la misericordia por<br />
encima de la ley.<br />
10 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Aprendan a obrar bien,<br />
busquen la justicia<br />
Lectura del profeta<br />
MARTES - SAN MACARIO<br />
23<br />
Jesús invitaba a tener una preocupación<br />
sincera por los más necesitados,<br />
compasión por los más pobres como<br />
solución a la injusticia. Era una invitación<br />
a vivir los valores del Reino, los<br />
únicos que pueden ayudar al mundo a<br />
ser más humano y que siguen siendo<br />
hoy escándalo para los que se apegan<br />
a la ley sin misericordia. La pregunta<br />
hoy es: ¿Con qué medida mides a los<br />
demás? ¿Estás consciente que con<br />
esa misma medida serás medido?<br />
¿Tienes un corazón compasivo? Tolerar,<br />
perdonar, olvidar, no juzgar, no<br />
condenar es más difícil que ayunar o<br />
practicar abstinencia.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, hoy quiero tener entrañas de<br />
misericordia. Quiero amar a los hombres<br />
y mujeres que me rodean. Quiero<br />
llorar con el que llora, reír con el que<br />
ría. Ayúdame a no juzgar, a no señalar,<br />
sino a sostener, a levantar al caído.<br />
Quita de mí la indiferencia. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Pedir perdón a alguien que haya<br />
juzgado duramente o de quien haya<br />
hablado mal.<br />
Laudes: Sal 42; Cánt. Is 38, 10-14.17-20; Sal 64<br />
Sal 48 I; Sal 48 II; Cánt. Ap 4, 11.5, 9-10.12<br />
Isaías 1, 10.16-20<br />
Oye la palabra del Señor, príncipe de<br />
Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro<br />
Dios, pueblo de Gomorra:<br />
MARTES 10
«Lávense, purifíquense, aparten de mi<br />
vista sus malas acciones: cesen de obrar<br />
mal, aprendan a obrar bien, busquen la<br />
justicia, defiendan al oprimido, sean<br />
abogados del huérfano, defensores de<br />
la viuda. Entonces, vengan y litigaremos<br />
—dice el Señor—: Aunque sean<br />
sus pecados como escarlata, quedarán<br />
como lana. Si saben obedecer, lo sabroso<br />
de la tierra comerán. Si rehúsan y se<br />
rebelan, la espada les comerá». —Lo ha<br />
dicho el Señor.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
49, 8-9.16-17.21.23<br />
R. Al que sigue buen camino le<br />
haré ver la salvación de Dios.<br />
No te reprocho tus sacrificios; pues<br />
siempre están tus holocaustos ante mí.<br />
Pero no aceptaré un becerro de tu casa<br />
ni un cabrito de tus rebaños. R<br />
«¿Por qué recitas mis preceptos, y tienes<br />
siempre en la boca mi alianza, tú<br />
que detestas mi enseñanza, y te echas<br />
a la espalda mis mandatos?». R<br />
Esto haces, ¿y me voy a callar?, ¿crees<br />
que soy como tú? Te acusaré, te lo<br />
echaré en cara. El que me ofrece acción<br />
de gracias, ese me honra; al que sigue<br />
buen camino le haré ver la salvación<br />
de Dios. R<br />
EVANGELIO<br />
Ellos no hacen lo que dicen<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 23, 1-12<br />
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente<br />
y a sus discípulos diciendo:<br />
—«En la cátedra de Moisés se han<br />
sentado los letrados y los fariseos:<br />
hagan y cumplan lo que les digan; pero<br />
no hagan lo que ellos hacen, porque<br />
ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían<br />
fardos pesados e insoportables y se los<br />
cargan a la gente en los hombros, pero<br />
ellos no están dispuestos a mover un<br />
24<br />
dedo para empujar. Todo lo que hacen<br />
es para que los vea la gente: alargan las<br />
filacterias y ensanchan las franjas del<br />
manto; les gustan los primeros puestos<br />
en los banquetes y los asientos de honor<br />
en las sinagogas; que les hagan reverencias<br />
por la calle y que la gente los llame<br />
«maestro». Ustedes, en cambio, no se<br />
dejen llamar maestro, porque uno solo<br />
es su maestro, y todos ustedes son hermanos.<br />
Y no llamen padre suyo a nadie<br />
en la tierra, porque uno solo es su Padre,<br />
el del cielo. No se dejen llamar jefes,<br />
porque uno solo es su Señor, Cristo. El<br />
primero entre ustedes será su servidor.<br />
El que se enaltece será humillado, y el<br />
que se humilla será enaltecido.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Todos sabemos, aunque no lo hayamos<br />
meditado suficientemente, que<br />
Dios nos creó por amor y nos ama<br />
más que cualquier mujer al hijo de sus<br />
entrañas, (cf. Is. 49, 14-15), y por eso<br />
quiere lo mejor para nosotros. Ese<br />
mensaje lo podemos encontrar en<br />
las lecturas de hoy, si les prestamos<br />
atención.<br />
Toda palabra que salió de la boca de<br />
Dios, y que nos ha sido transmitida en<br />
las Escrituras, tiene vital importancia<br />
para nosotros y no podemos ignorarlas<br />
(cf. Mt. 5, 18). Como en una meditación<br />
no podemos comentar cada frase, he<br />
fijado mi atención en esta: “Al que sigue<br />
buen camino le haré ver la salvación<br />
de Dios” ¿Por qué? Porque si la meditamos,<br />
durante todo el día vamos a<br />
escudriñar lo que hoy nos dice el Señor<br />
para vivirlo, poniéndolo en práctica,<br />
convencidos de que, si hacemos caso<br />
a nuestro Padre, nos irá bien. Sabemos<br />
que de lo contrario sufriremos daños<br />
como consecuencia lógica y natural<br />
de apartarnos del camino que Dios<br />
nos ha trazado.
Cuando me refiero a este tema, pongo<br />
el ejemplo de un tren: si se desliza<br />
sobre los rieles avanza con seguridad<br />
y rapidez, pero si se sale de la vía se<br />
accidenta, sufriendo graves daños y<br />
causando destrucción y muerte.<br />
En esta “parábola” los rieles significan<br />
la palabra de Dios, que obedecida fielmente<br />
nos dirige con seguridad por las<br />
sendas de la vida, pero de lo contrario<br />
nos descarrilamos, y el “accidente”<br />
nos puede costar la vida. Hay otra<br />
cosa que debemos tener en cuenta,<br />
y es que si por el pecado sufrimos las<br />
consecuencias que implica, no debemos<br />
desesperar, si nos arrepentimos,<br />
Dios, con su amor está dispuesto a<br />
perdonarnos, sin echarnos en cara<br />
nuestros pecados, porque los olvida<br />
y quedamos limpios, ya que donde<br />
abundó el pecado, sobreabundó la<br />
gracia (Rom. 5, 20).<br />
Somos testigos de Jesús ante el<br />
mundo (cf. Hec. 1, 8) y le obedecemos<br />
porque es el Verbo, Palabra de Dios,<br />
que se hizo carne. Proclamamos lo que<br />
creemos, y vivimos de acuerdo a nuestra<br />
fe (cf. Mc. 16, 15-16), no para ser vistos<br />
por la gente ni hipócritamente, sino<br />
porque lo sentimos así y con nuestro<br />
ejemplo otros pueden llegar a conocer<br />
a Jesús y seguir sus enseñanzas.<br />
ORACIÓN<br />
Señor Jesús, tú viniste a señalarnos el<br />
camino que debemos seguir y quiero<br />
dejarme guiar por tus palabras. Confieso<br />
que muchas veces no las comprendo<br />
y considero que son difíciles<br />
de cumplir; pero, como Pedro te digo:<br />
¿A quién iré? Tú tienes palabras de vida<br />
eterna. Ayúdame a hacer todo lo que<br />
tú mandas y dices. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Repasar estas lecturas para descubrir<br />
si te ajustas por completo a su<br />
mensaje.<br />
MIÉRCOLES 11<br />
MIÉRCOLES - SAN EULOGIO<br />
Laudes: Sal 76; Cánt. 1S 2, 1-10; Sal 96<br />
11Vísperas: Sal 61; Sal 66; Cánt. Col 1, 12-20<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Vengan, lo heriremos<br />
con su propia lengua<br />
Lectura del libro de<br />
Jeremías 18,18-20<br />
Dijeron: “Vengan, maquinemos contra<br />
Jeremías, porque no falta la ley del<br />
sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el<br />
oráculo del profeta; vengan, lo heriremos<br />
con su propia lengua y no haremos<br />
caso de sus oráculos.” Señor, hazme<br />
caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se<br />
paga el bien con mal, que han cavado<br />
una fosa para mí? Acuérdate de cómo<br />
25<br />
estuve en tu presencia, intercediendo en<br />
su favor, para apartar de ellos tu enojo.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
30, 5-6. 14-16<br />
R. Sálvame, Señor,<br />
por tu misericordia.<br />
Sácame de la red que me han tendido,<br />
porque tú eres mi amparo. A tus manos<br />
encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal,<br />
me librarás. R<br />
Oigo el cuchicheo de la gente, y todo<br />
me da miedo; se conjuran contra mí y
traman quitarme la vida. R<br />
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: “Tú<br />
eres mi Dios.” En tu mano están mis<br />
azares: líbrame de los enemigos que me<br />
persiguen. R<br />
EVANGELIO<br />
Lo condenarán a muerte<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 20,17-28<br />
En aquel tiempo, mientras iba subiendo<br />
Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los<br />
Doce, les dijo por el camino: “Miren,<br />
estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo<br />
del hombre va a ser entregado a los<br />
sumos sacerdotes y a los escribas, y lo<br />
condenarán a muerte y lo entregarán a<br />
los gentiles, para que se burlen de Él, lo<br />
azoten y lo crucifiquen; y al tercer día<br />
resucitará.”<br />
Entonces se le acercó la madre de los<br />
Zebedeos con sus hijos y se postró para<br />
hacerle una petición. Él le preguntó:<br />
“¿Qué deseas?” Ella contestó: “Ordena<br />
que estos dos hijos míos se sienten en<br />
tu reino, uno a tu derecha y el otro a<br />
tu izquierda.” Pero Jesús replicó: “No<br />
saben lo que piden. ¿Son capaces de<br />
beber el cáliz que yo he de beber?”<br />
Contestaron: “Lo somos.” Él les dijo:<br />
“Mi cáliz lo beberán; pero el puesto a<br />
mi derecha o a mi izquierda no me toca<br />
a mí concederlo, es para aquellos para<br />
quienes lo tiene reservado mi Padre.”<br />
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron<br />
contra los dos hermanos. Pero<br />
Jesús, reuniéndolos, les dijo: “Saben<br />
que los jefes de los pueblos los tiranizan<br />
y que los grandes los oprimen. No será<br />
así entre ustedes: el que quiera ser grande<br />
entre ustedes, que sea su servidor, y<br />
el que quiera ser primero entre ustedes,<br />
que sea su esclavo. Igual que el Hijo del<br />
hombre no ha venido para que le sirvan,<br />
sino para servir y dar su vida en rescate<br />
por muchos.”<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
En su venida a este mundo, el Hijo de<br />
Dios encontró en Israel una sociedad<br />
marcada por la desigualdad social,<br />
donde la mayoría era víctima de la pobreza,<br />
exclusión social y religiosa y la<br />
mendicidad era notable. En este contexto<br />
vivían los seguidores de Jesús.<br />
En Él encuentran la esperanza para<br />
superar esta situación, a tal punto que<br />
a algunos, su percepción los condujo a<br />
confundir el Reino de Dios con el reino<br />
terrenal; por eso no es de extrañar el<br />
contenido del Evangelio que se nos<br />
presenta en este día.<br />
La madre de Santiago y Juan pide<br />
para sus hijos los primeros puestos,<br />
solicitud que molesta a los demás discípulos,<br />
porque se sienten marginados<br />
en la distribución de los puestos más<br />
importantes en este reino que estaba<br />
muy lejos del Reino que trajo Jesucristo<br />
a este mundo.<br />
Esta situación que vivió Jesús parece<br />
ser una fotografía de lo que vive<br />
nuestra sociedad, en la que somos<br />
actores y frecuentemente perdemos<br />
el norte de lo que debe aspirar un<br />
cristiano, que es vivir el Reino de Dios<br />
por encima de todas las dificultades.<br />
Pero a semejanza de estos discípulos<br />
cuya percepción contaminada por intereses<br />
terrenales les impedía percibir<br />
el mensaje de Jesús que les hablaba<br />
de lo que le esperaba, de su pasión y<br />
crucifixión, también a nosotros senos<br />
dificulta entender el mensaje de jesús.<br />
Vivimos en nuestros afanes aspirando<br />
a lograr más éxitos, hacernos notar,<br />
queriendo sobresalir por nuestros propios<br />
méritos. Mandamos a los demás<br />
sin caridad y no escuchamos al Señor<br />
que nos llama a seguirlo, a prodigar a<br />
nuestros hermanos el amor por el que<br />
murió en la cruz y por el que podemos<br />
vivir la paz de su santa presencia.<br />
Comparto esta meditación de mi pro-
pia vivencia, con la intención de que en<br />
esta Cuaresma pueda darle sentido a<br />
este Evangelio y desprenderme, aunque<br />
sea en parte, del egoísmo que nos<br />
conduce a actuar como tiranos cuando<br />
abusamos de nuestra superioridad<br />
y actuamos sin misericordia con los<br />
demás, particularmente con los que<br />
están a nuestro servicio. Este tipo de<br />
acción mutila lo más hermoso del amor<br />
de Dios. No olvidemos que Jesús dio<br />
su vida para rescatarnos de la muerte<br />
eterna.`<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Maldito quien confía en el hombre;<br />
bendito quien confía en el Señor<br />
Lectura del profeta<br />
Jeremías 17, 5-10<br />
Así dice el Señor Dios: Maldito quien<br />
confía en el hombre, y en la carne busca<br />
su fuerza, apartando su corazón del<br />
Señor: será como un cardo en la estepa,<br />
no verá llegar el bien; habitará la aridez<br />
del desierto, tierra salobre e inhóspita.<br />
Bendito quien confía en el Señor, y pone<br />
en el Señor su confianza: será un árbol<br />
plantado junto al agua, que junto a la<br />
corriente echa raíces; cuando llegue el<br />
estío no lo sentirá, su hoja estará verde;<br />
en año de sequía no se inquieta, no deja<br />
de dar fruto. Nada más falso y enfermo<br />
que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo,<br />
el Señor, penetro el corazón, sondeo las<br />
entrañas; para dar al hombre según su<br />
conducta, según el fruto de sus acciones.<br />
Palabra de Dios.<br />
JUEVES - SANTOS INOCENCIO<br />
Y GREGORIO DE NISA<br />
27<br />
ORACIÓN<br />
Señor Jesús, en este tiempo de Cuaresma<br />
disminuye mis apetencias ma-<br />
12 Vísperas:<br />
teriales y concédeme hacer obras de<br />
misericordia, entrar en intimidad contigo<br />
mediante la oración, y abstenerme<br />
de aquellas cosas que disminuyen mi<br />
capacidad para encontrarme contigo<br />
en la Pascua de Resurrección. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Encomendarme a Jesús para que me<br />
ayude a servir desinteresadamente a<br />
los que me rodean.<br />
Laudes: Sal 79; Cánt. Is 12, 1-6; Sal 80<br />
Sal 71 I; Sal 71 II; Cánt. Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
1, 1-4.6<br />
R. Dichoso el hombre que ha<br />
puesto su confianza en el Señor.<br />
Dichoso el hombre que no sigue el<br />
consejo de los impíos; ni entra por la<br />
senda de los pecadores, ni se sienta en la<br />
reunión de los cínicos, sino que su gozo<br />
es la Ley del Señor, y medita su Ley día<br />
y noche. R<br />
Será como un árbol plantado al borde de<br />
la acequia: da fruto en su sazón, no se<br />
marchitan sus hojas. Cuanto emprende<br />
tiene buen fin. R<br />
No así los impíos, no así: Serán paja<br />
que arrebata el viento, porque el Señor<br />
protege el camino de los justos, pero el<br />
camino de los impíos acaba mal. R<br />
EVANGELIO<br />
Tú recibiste bienes en vida<br />
y Lázaro a su vez males;<br />
por eso encuentra aquí consuelo<br />
JUEVES 12
mientras que tú padeces<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 16, 19-31<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:<br />
—«Había un hombre rico que se<br />
vestía de púrpura y de lino y banqueteaba<br />
espléndidamente cada día. Y un mendigo<br />
llamado Lázaro estaba echado en<br />
su portal, cubierto de llagas, y con ganas<br />
de saciarse de lo que tiraban de la mesa<br />
del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta<br />
los perros se le acercaban a lamerle las<br />
llagas. Sucedió que se murió el mendigo<br />
y los ángeles lo llevaron al seno de<br />
Abraham. Se murió también el rico y lo<br />
enterraron. Y estando en el infierno, en<br />
medio de los tormentos, levantando los<br />
ojos, vio de lejos a Abraham y a Lázaro<br />
en su seno, y gritó: “Padre Abraham,<br />
ten piedad de mí y manda a Lázaro que<br />
moje en agua la punta del dedo y me<br />
refres que la lengua, porque me torturan<br />
estas llamas”. Pero Abraham le contestó:<br />
“Hijo, recuerda que recibiste tú bienes<br />
en vida, y Lázaro a su vez, males: por<br />
eso encuentra aquí consuelo, mientras<br />
que tú padeces. Y además entre nosotros<br />
y vosotros se abre un abismo inmenso,<br />
para que no puedan cruzar, aunque quieran,<br />
desde aquí hacia vosotros, ni puedan<br />
pasar de ahí hasta nosotros”. El rico<br />
insistió: “Te ruego, entonces, padre, que<br />
mandes a Lázaro a casa de mi padre,<br />
porque tengo cinco hermanos, para que,<br />
con su testimonio, evites que vengan<br />
también ellos a este lugar de tormento”.<br />
Abraham le dice: “Tienen a Moisés y a<br />
los profetas: que los escuchen”. El rico<br />
contestó: “No, padre Abraham. Pero si<br />
un muerto va a verlos, se arrepentirán”.<br />
Abraham le dijo: “Si no escuchan a<br />
Moisés y a los profetas, no harán caso<br />
ni aunque resucite un muerto”.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
El elemento común de la primera<br />
lectura y el salmo es la confianza. No<br />
me deja de sorprender que mientras<br />
escribo estas líneas, estoy en medio de<br />
tiempos difíciles y he sido probada en<br />
mi fe y en mi confianza en Dios. Aún en<br />
medio de mis circunstancias, me toca<br />
dar testimonio de la fidelidad del Dios<br />
que me amó primero y que me ama<br />
más que a nada en el mundo y me lo<br />
demuestra todos los días, en multitud<br />
de detalles.<br />
En este tiempo es cuando más he<br />
podido ver que mi fe puede que sea<br />
pequeña, pero es perseverante. No<br />
he apartado mi vista del Señor, y no he<br />
dejado de orar y de pedir a otros que<br />
oren por mí.<br />
Siento una gran paz en medio de mis<br />
tormentas, que no es una, son varias;<br />
tengo muchos frentes abiertos al mismo<br />
tiempo; y de manera sorprendente,<br />
una paz que no entiendo, pero que me<br />
sostiene y me hace atravesar el mar<br />
revuelto en total tranquilidad.<br />
Poner mi confianza en Dios me ha<br />
dado estabilidad en medio de las<br />
turbulencias. No es algo que siento,<br />
es algo que vivo y experimento. No lo<br />
puedo explicar bien; pero lo más importante<br />
es que puedo dar testimonio<br />
de un Dios vivo y actuante, que no nos<br />
abandona a nuestra suerte, sino que<br />
busca maneras siempre nuevas de<br />
mantenernos cerca de su abrazo, de<br />
su amparo, de su amor.<br />
De esta experiencia de fe es que<br />
testifico todos los días, a tiempo y a<br />
destiempo. Con gente cerca y lejos,<br />
en mi parroquia o en conversaciones<br />
telefónicas y correos electrónicos, en<br />
redes sociales y reuniones. No me<br />
canso de hablar de un Dios presente,<br />
atento a mis necesidades, que se<br />
anticipa a mis pensamientos y a mis<br />
carencias, y las suple con su gracia.<br />
Es lo que le pide el hombre rico en el<br />
Evangelio a Abraham. Su vida la vivió
para sí mismo, disfrutándola sin compartir<br />
sus abundantes bienes y desde<br />
el lugar del fuego eterno quisiera poder<br />
cambiar su destino o al menos el de<br />
sus hermanos, que por estar también<br />
distraídos en las cosas del mundo, no<br />
escucharon a los profetas que hablaban<br />
de vida eterna, de una vida nueva<br />
y un cielo nuevo.<br />
Así nos puede estar pasando a nosotros.<br />
Creer que somos inmortales y<br />
que la muerte es el fin de todo, que el<br />
infierno es un invento de la Iglesia y que<br />
no hay tal cielo ni vida eterna. Jugar a<br />
equivocarnos con esto sería terrible,<br />
pues podemos descubrir, ya tarde,<br />
como este hombre, que todo lo que la<br />
palabra de Dios nos dice es cierto. Jesús<br />
nos dice en su palabra que todos<br />
tenemos una morada eterna reservada<br />
para nosotros al morir. Pero primero<br />
tenemos que vivir para merecerla.<br />
Ojalá que nuestra morada celestial<br />
no se quede vacía y podamos ocupar<br />
el lugar que Dios, desde la creación,<br />
reservó para nosotros. Comencemos<br />
hoy a vivir con mentalidad de eternidad,<br />
aspirando a los bienes del cielo,<br />
viviendo las bienaventuranzas, haciendo<br />
las obras de misericordia y llevando<br />
el mensaje del Reino donde quiera que<br />
vayamos.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, que mi vida sea digna del premio<br />
de la vida eterna y pueda también<br />
ayudar a otros a llegar a la morada final<br />
junto a ti. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Revisar que estoy haciendo para que<br />
mi vida sea digna a los ojos de Dios y<br />
pueda merecer el cielo hasta el último<br />
día de mi existencia.<br />
VIERNES 13<br />
VIERNES - SANTOS RODRIGO, LEANDRO Y EULOGIO<br />
Laudes: Sal 50; Cánt. Ha 3, 2-4.13.15-19; Sal 147<br />
13Vísperas: Sal 114; Sal 120; Cánt. Ap 15, 3-4<br />
PRIMERA LECTURA<br />
¡Ahí viene el soñador!<br />
¡Vengan, matémosle!<br />
Lectura del libro del Génesis<br />
37, 3-4.12-13a-17b-28<br />
José era el preferido de Israel, porque le<br />
había nacido en la vejez, y le hizo una<br />
túnica con mangas. Al ver sus hermanos<br />
que su padre lo prefería a los demás,<br />
empezaron a odiarlo y le negaban el<br />
saludo. Sus hermanos trashumaron a<br />
Siquén con los rebaños de su padre.<br />
Israel dijo a José:<br />
—«Tus hermanos deben estar con los<br />
rebaños en Siquén; ven, que te voy a<br />
29<br />
mandar donde están ellos.»<br />
José fue tras sus hermanos y los encontró<br />
en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos.<br />
Antes de que se acercara, maquinaron<br />
su muerte. Se decían unos a otros:<br />
—«Ahí viene el de los sueños. Vamos<br />
a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego<br />
diremos que una fiera lo ha devorado;<br />
veremos en qué paran sus sueños.»<br />
Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo<br />
de sus manos, dijo:<br />
—«No le quitemos la vida.» Y añadió:<br />
—«No derramen sangre; échenlo en<br />
este aljibe, aquí en la estepa; pero no<br />
pongan las manos en él.»
Lo decía para librarlo de sus manos y<br />
devolverlo a su padre. Cuando llegó José<br />
al lugar donde estaban sus hermanos,<br />
lo sujetaron, le quitaron la túnica con<br />
mangas, lo cogieron y lo echaron en un<br />
pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a<br />
comer. Levantando la vista, vieron una<br />
caravana de ismaelitas que transportaban<br />
en camellos goma, bálsamo y resina<br />
de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus<br />
hermanos:<br />
—«¿Qué sacaremos con matar a nuestro<br />
hermano y con tapar su sangre? Vamos<br />
a venderlo a los ismaelitas y no pondremos<br />
nuestras manos en él, que al fin es<br />
hermano nuestro y carne nuestra.»<br />
Los hermanos aceptaron. Al pasar unos<br />
comerciantes madianitas, tiraron de su<br />
hermano, lo sacaron del pozo y se lo<br />
vendieron a los ismaelitas por veinte<br />
monedas. Estos se llevaron a José a<br />
Egipto.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
104, 16-21<br />
R. Recuerden las maravillas<br />
que hizo el Señor.<br />
Llamó al hambre sobre aquella tierra,<br />
cortando el sustento de pan; por delante<br />
había enviado a un hombre, a José, vendido<br />
como esclavo. R.<br />
Le trabaron los pies con grillos, le metieron<br />
el cuello en la argolla, hasta que<br />
se cumplió su predicción, y la Palabra<br />
del Señor lo acreditó. R.<br />
El rey lo mandó desatar, el Señor de<br />
pueblos le abrió la prisión, lo nombró<br />
administrador de su casa, señor de todas<br />
sus posesiones. R<br />
EVANGELIO<br />
Este es el heredero,<br />
¡vengan, matémosle!<br />
Lectura del Santo Evangelio según<br />
san Mateo 21, 33-43.45-46<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos<br />
30<br />
sacerdotes y a los ancianos del pueblo:<br />
—«Escuchen esta parábola: Había<br />
un propietario que plantó una viña, la<br />
rodeó con una cerca, cavó en ella un<br />
lagar, construyó la casa del guarda, la<br />
arrendó a unos labradores y se marchó<br />
de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia,<br />
envió sus criados a los labradores<br />
para percibir los frutos que le correspondían.<br />
Pero los labradores, agarrando<br />
a los criados, apalearon a uno, mataron<br />
a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de<br />
nuevo otros criados, más que la primera<br />
vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por<br />
último les mandó a su hijo, diciéndose:<br />
“Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los<br />
labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este<br />
es el heredero: vengan, lo matamos y<br />
nos quedamos con su herencia”. Y, agarrándolo,<br />
lo empujaron fuera de la viña<br />
y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el<br />
dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos<br />
labradores?» Le contestaron:<br />
—«Hará morir de mala suerte a esos<br />
malvados y arrendará la viña a otros<br />
labradores que le entreguen los frutos a<br />
sus tiempos.» Y Jesús les dice:<br />
—«¿No han leído nunca en la Escritura:<br />
“La piedra que desecharon los<br />
arquitectos es ahora la piedra angular.<br />
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido<br />
un milagro patente”? Por eso les digo<br />
que se les quitará a ustedes el Reino<br />
de los Cielos y se dará a un pueblo que<br />
produzca sus frutos.»<br />
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al<br />
oír sus parábolas, comprendieron que<br />
hablaba de ellos. Y aunque buscaban<br />
echarle mano, temieron a la gente que<br />
lo tenía por profeta.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
El Evangelio de hoy lleva a muchas<br />
personas a juzgar sin dudar a aquellos<br />
labradores que, al ser favorecidos<br />
por el dueño de la viña, no pagaron
con agradecimiento, ni siquiera con<br />
justicia lo que les correspondía, sino<br />
por el contrario, actuaron con vileza y<br />
maldad. El mismo juicio realizaron los<br />
sacerdotes, escribas y ancianos de la<br />
época. Pero, si tomáramos nosotros el<br />
lugar de los labradores, si la viña arrendada<br />
la visualizáramos como nuestra<br />
propia vida, el final de la historia ¿sería<br />
el mismo?<br />
¿Estamos nosotros pagando con justicia<br />
y agradecimiento al dueño de la<br />
Viña? Con su hijo ¿qué hemos hecho,<br />
le hemos amado o lo hemos rechazado?<br />
La viña (tu vida) ¿está dando<br />
fruto abundante o está árida, desértica,<br />
abandonada?<br />
Dios nos ha dado las herramientas<br />
para sembrar el bien en nuestra vida<br />
y producir frutos de bienestar para<br />
nosotros y los que nos rodean. No<br />
solo nos ha dado la viña (vida) sino<br />
también las semillas (Palabra de Dios,<br />
amor) y el agua/herramientas (Espíritu<br />
Santo, sacramentos). Muchos, al mirar<br />
nuestro pasado, lo encontramos lleno<br />
de carencias, limitaciones, tropiezos,<br />
heridas. Encontramos justificaciones y<br />
excusas para no ser buenos, para no<br />
perdonar, para no hacer el bien, para<br />
no tener piedad ni misericordia. No<br />
podemos entregarnos a esta derrota<br />
permanente y deprimente. Debemos<br />
luchar por sacar lo mejor de nuestras<br />
vidas, para eso nos fue regalada, para<br />
que demos fruto y fruto abundante.<br />
Recordemos, como el salmista, las<br />
maravillas que hizo el Señor. Cuánto<br />
14 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Arrojará a lo hondo del<br />
mar todos nuestros delitos<br />
SÁBADO - SANTA MATILDE<br />
31<br />
bien ha hecho en nuestras vidas, de<br />
cuántas obras hemos sido testigos y<br />
cuando se trata de nosotros cuán fácil<br />
se nos olvida.<br />
Que con nuestra confianza puesta<br />
en Él, dueño y Señor de nuestra vida,<br />
pongamos todo nuestro empeño para<br />
vivir con fe, dominio propio, constancia,<br />
piedad y amor y que no se nos<br />
olviden las maravillas que Él ha hecho<br />
en nosotros, empezando por nuestra<br />
propia vida. Tenemos todo lo necesario<br />
para vivir de mejor manera, para<br />
producir un mejor fruto y que este fruto<br />
permanezca. Manos a la obra.<br />
ORACIÓN<br />
Señor Jesús, te damos gracias por<br />
amarnos, por tenernos cerca, por haber<br />
dado tu vida por amor a nosotros<br />
para enseñarnos el verdadero sentido<br />
de vivir. Renueva nuestro interior para<br />
que podamos amar más, perdonar;<br />
revístenos de ternura, bondad, compasión,<br />
dominio propio, para que podamos<br />
hacer felices a los que están a<br />
nuestro lado. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Acercarme a los sacramentos para<br />
que me den las fuerzas para optar<br />
por el bien.<br />
Laudes: Sal 91; Cánt. Dt 32, 1-12; Sal 8<br />
Sal 112; Sal 115; Cánt. Flp 2, 6-11<br />
Lectura del profeta Miqueas<br />
7, 14-15.18-20<br />
Señor, pastorea a tu pueblo con el ca-<br />
SÁBADO 14
yado, a las ovejas de tu heredad, a las<br />
que habitan apartadas en la maleza.<br />
Pastarán en Basán y Galaad como en<br />
tiempos antiguos; como cuando saliste<br />
de Egipto y te mostraba mis prodigios.<br />
¿Qué Dios hay como tú, que perdonas el<br />
pecado y absuelves la culpa al resto de tu<br />
heredad? No mantendrá por siempre la<br />
ira, pues se complace en la misericordia.<br />
Volverá a compadecerse, y extinguirá<br />
nuestras culpas, arrojará a lo hondo del<br />
mar todos nuestros delitos. Serás fiel<br />
a Jacob, piadoso con Abraham, como<br />
juraste a nuestros padres en tiempos<br />
remotos, Señor Dios nuestro.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
102, 1-4.9-12<br />
R. El Señor es compasivo<br />
y misericordioso.<br />
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi<br />
ser a su santo nombre. Bendice, alma<br />
mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.<br />
R.<br />
Él perdona todas sus culpas, y cura<br />
todas sus enfermedades; Él rescata tu<br />
vida de la fosa y te colma de gracia y<br />
de ternura. R<br />
No está siempre acusando, ni guarda<br />
rencor perpetuo. No nos trata como<br />
merecen nuestros pecados, ni nos paga<br />
según nuestras culpas. R<br />
Como se levanta el cielo sobre la tierra,<br />
se levanta su bondad sobre sus fieles;<br />
como dista el Oriente del Ocaso, así<br />
aleja de nosotros nuestros delitos. R<br />
EVANGELIO<br />
Este hermano tuyo estaba<br />
muerto y ha resucitado<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 15, 1-3.11-32<br />
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús<br />
los publicanos y los pecadores a escucharle.<br />
Y los fariseos y los letrados<br />
murmuraban entre ellos:<br />
32<br />
—«Ese acoge a los pecadores y come<br />
con ellos.» Jesús les dijo esta parábola:<br />
—«Un hombre tenía dos hijos: el menor<br />
de ellos dijo a su padre: “Padre, dame<br />
la parte que me toca de la fortuna”. El<br />
padre les repartió los bienes. No muchos<br />
días después, el hijo menor, juntando<br />
todo lo suyo, emigró a un país lejano, y<br />
allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.<br />
Cuando lo había gastado todo,<br />
vino por aquella tierra un hambre terrible,<br />
y empezó a pasar necesidad. Fue<br />
entonces y tanto le insistió a un habitante<br />
de aquel país, que lo mandó a sus campos<br />
a guardar cerdos. Le entraban ganas<br />
de llenarse el estómago de las algarrobas<br />
que comían los cerdos; y nadie le daba<br />
de comer. Recapacitando entonces, se<br />
dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre<br />
tienen abundancia de pan, mientras yo<br />
aquí me muero de hambre. Me pondré<br />
en camino adonde está mi padre, y le<br />
diré: Padre, he pecado contra el cielo<br />
y contra ti; ya no merezco llamarme<br />
hijo tuyo; trátame como a uno de tus<br />
jornaleros”. Se puso en camino adonde<br />
estaba su padre: cuando todavía estaba<br />
lejos, su padre lo vio y se conmovió; y<br />
echando a correr, se le echó al cuello, y<br />
se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre,<br />
he pecado contra el cielo y contra ti; ya<br />
no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el<br />
padre dijo a sus criados: “Saquen en seguida<br />
el mejor traje, y vístanlo; pónganle<br />
un anillo en la mano y sandalias en los<br />
pies; traigan el ternero cebado y mátenlo;<br />
celebremos un banquete, porque este<br />
hijo mío estaba muerto, y ha revivido;<br />
estaba perdido, y lo hemos encontrado”.<br />
Y empezaron el banquete. Su hijo mayor<br />
estaba en el campo. Cuando al volver<br />
se acercaba a la casa, oyó la música y el<br />
baile, y llamando a uno de los mozos, le<br />
preguntó qué pasaba. Este le contestó:<br />
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha<br />
matado el ternero cebado, porque lo ha<br />
recobrado con salud”. Él se indignó y
se negaba a entrar, pero su padre salió e<br />
intentaba persuadirlo. Y él replicó a su<br />
padre: “Mira: en tantos años como te<br />
sirvo, sin desobedecer nunca una orden<br />
tuya, a mí nunca me has dado un cabrito<br />
para tener un banquete con mis amigos;<br />
y cuando ha venido ese hijo tuyo que se<br />
ha comido tus bienes con malas mujeres,<br />
le matas el ternero cebado”. El padre le<br />
dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y<br />
todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte,<br />
porque este hermano tuyo estaba muerto<br />
y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos<br />
encontrado”.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Tengo una pregunta pendiente para<br />
‘Papá’ Dios cuando llegue al cielo:<br />
“¿Por qué esperas hasta que se hayan<br />
agotado todas las opciones, para intervenir<br />
en la vida de los que han perdido<br />
el camino?” Pero -pensándolo bien-,<br />
sospecho que va a contestarme “Yo<br />
no me meto donde no soy invitado”.<br />
El Evangelio de hoy nos cuenta la parábola<br />
del ‘Hijo pródigo’ quien -agotadas<br />
todas las demás opciones-, finalmente<br />
decidió ser honesto, admitir su fracaso,<br />
y pedir perdón.<br />
No sé de ti, pero algo muy parecido<br />
pasó conmigo, el día que encontré a<br />
Jesús. Yo lo recuerdo como si fuese<br />
ayer: una amiga me arrinconó y me retó<br />
a que me atreviera a invitar a Jesús a<br />
entrar en mi vida. Me tenía arrinconado.<br />
No tuve salida. Así que le pregunté:<br />
¿Qué tengo que hacer? Ella me dijo:<br />
“Arrepiéntete”. Y yo -como soy cabeza<br />
dura-, le dije “¿Cómo hago eso?”<br />
Mi amiga me puso a rezar el “Padre<br />
nuestro” y de allí a pedir perdón a Dios<br />
por mi vida.<br />
Recuerdo que aquella mañana lloré<br />
como un niño, con lágrimas, gemidos<br />
y sudor. Fue la primera vez en mi vida<br />
que acepté la verdad y admití que yo<br />
33<br />
no era perfecto. Pensándolo bien, toda<br />
mi vida había sido un fracaso. Pedí<br />
perdón por abusar de los talentos que<br />
me había dado, para usarlos a favor<br />
del prójimo.<br />
Aquel día nací de nuevo. Desde entonces,<br />
todo ha cambiado: mi trabajo, mis<br />
amigos, mis hábitos, hasta mi risa. Fue<br />
como si hubiera hecho un “makeover”,<br />
es decir una transformación completa<br />
por fuera y por dentro. Todo cambió<br />
porque -de repente-, tuve un ‘Norte’<br />
en mi vida que jamás me traicionaría. Y<br />
esta nueva dirección tenía un nombre:<br />
Jesucristo.<br />
Para mí, ese día fue el primer día de<br />
una vida nueva. Tanto así que, desde<br />
entonces, he dejado de celebrar el<br />
cumpleaños de mi nacimiento, y ahora<br />
celebro cada año el día que nací de<br />
nuevo en el Espíritu de Dios.<br />
Te cuento esta historia de mi propia<br />
vida, porque quiero que sepas que<br />
nada es imposible para Dios. Y si no<br />
me crees, pues mírame a mí. Aquí<br />
estoy, el sinvergüenza de antaño que<br />
-unos cuantos años más tarde-, he<br />
cambiado tan radicalmente que estoy<br />
escribiendo meditaciones en esta<br />
revista.<br />
Si Dios pudo cambiarme a mí, no hay<br />
nadie demasiado lejos de alcanzar su<br />
amor, su perdón y su paz.<br />
ORACIÓN<br />
Padre nuestro, que estás en el cielo,<br />
santificado sea tu Nombre; venga a<br />
nosotros tu reino; hágase tu voluntad<br />
en la tierra como en el cielo. Danos<br />
hoy nuestro pan de cada día; perdona<br />
nuestras ofensas, como también nosotros<br />
perdonamos a los que nos ofenden;<br />
no nos dejes caer en la tentación,<br />
y líbranos del mal. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar perma-<br />
SÁBADO 14
nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
15<br />
ciendo<br />
III DOMINGO DE CUARESMA<br />
DOMINGO III DEL SALTERIO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Danos agua de beber<br />
Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7<br />
En aquellos días, el pueblo, torturado<br />
por la sed, murmuró contra Moisés:<br />
—«¿Nos has hecho salir de Egipto para<br />
hacernos morir de sed a nosotros, a<br />
nuestros hijos y a nuestros ganados?»<br />
Clamó Moisés al Señor y dijo:<br />
—«¿Qué puedo hacer con este pueblo?<br />
Poco falta para que me apedreen.» Respondió<br />
el Señor a Moisés:<br />
—«Preséntate al pueblo llevando contigo<br />
algunos de los ancianos de Israel;<br />
lleva también en tu mano el cayado con<br />
que golpeaste el río, y vete, que allí estaré<br />
yo ante ti, sobre la peña, en Horeb;<br />
golpea la peña, y saldrá de ella agua para<br />
que beba el pueblo.»<br />
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos<br />
de Israel. Y puso por nombre a aquel<br />
lugar Masá y Meribá, por la reyerta de<br />
los hijos de Israel y porque habían tentado<br />
al Señor, diciendo: «¿Está o no está<br />
el Señor en medio de nosotros?»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
94, 1-2.6-9<br />
R. Ojalá escuchen hoy la voz del<br />
Señor: «No endurezcan su corazón.»<br />
Vengan, aclamemos al Señor, demos<br />
vítores a la Roca que nos salva; entremos<br />
a su presencia dándole gracias,<br />
aclamándolo con cantos. R<br />
Entren, postrémonos por tierra, bendi-<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Retar a un amigo y orar por Él invitando<br />
a Jesús a entrar en su vida.<br />
Laudes: Sal 92; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 148<br />
Vísperas: Sal 109; Sal 110; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />
34<br />
al Señor, creador nuestro. Porque<br />
Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,<br />
el rebaño que Él guía. R<br />
Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan<br />
el corazón como en Meribá,<br />
como el día de Masá en el desierto;<br />
cuando sus padres me pusieron a prueba<br />
y me tentaron, aunque habían visto mis<br />
obras.» R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
El amor ha sido derramado<br />
en nosotros con el Espíritu<br />
que se nos ha dado<br />
Lectura de la carta del apóstol san<br />
Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8<br />
Hermanos:<br />
Ya que hemos recibido la justificación<br />
por la fe, estamos en paz con Dios, por<br />
medio de nuestro Señor Jesucristo. Por<br />
Él hemos obtenido con la fe el acceso<br />
a esta gracia en que estamos: y nos<br />
gloriamos, apoyados en la esperanza<br />
de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza<br />
no defrauda, porque el amor<br />
de Dios ha sido derramado en nuestros<br />
corazones con el Espíritu Santo que se<br />
nos ha dado. En efecto, cuando nosotros<br />
todavía estábamos sin fuerza, en el<br />
tiempo señalado, Cristo murió por los<br />
impíos; en verdad, apenas habrá quien<br />
muera por un justo; por un hombre de<br />
bien tal vez se atrevería uno a morir;<br />
mas la prueba de que Dios nos ama<br />
es que Cristo, siendo nosotros todavía<br />
pecadores, murió por nosotros.<br />
Palabra de Dios.
EVANGELIO<br />
Un surtidor de agua<br />
que salta hasta la vida eterna<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 4, 5-42<br />
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo<br />
de Samaria llamado Sicar, cerca del<br />
campo que dio Jacob a su hijo José;<br />
allí estaba el manantial de Jacob. Jesús,<br />
cansado del camino, estaba allí sentado<br />
junto al manantial. Era alrededor del<br />
mediodía. Llega una mujer de Samaria<br />
a sacar agua, y Jesús le dice:<br />
—«Dame de beber.» Sus discípulos se<br />
habían ido al pueblo a comprar comida.<br />
La samaritana le dice:<br />
—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de<br />
beber a mí, que soy samaritana?»<br />
Porque los judíos no se tratan con los<br />
samaritanos. Jesús le contestó:<br />
—«Si conocieras el don de Dios y quién<br />
es el que te pide de beber, le pedirías<br />
tú, y Él te daría agua viva.» La mujer<br />
le dice:<br />
—«Señor, si no tienes cubo, y el pozo<br />
es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?;<br />
¿eres tú más que nuestro padre Jacob,<br />
que nos dio este pozo, y de él bebieron<br />
él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le<br />
contestó:<br />
—«El que bebe de esta agua vuelve a<br />
tener sed; pero el que beba del agua que<br />
yo le daré nunca más tendrá sed: el agua<br />
que yo le daré se convertirá dentro de él<br />
en un surtidor de agua que salta hasta la<br />
vida eterna.» La mujer le dice:<br />
—«Señor, dame esa agua: así no tendré<br />
más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.»<br />
Él le dice:<br />
—«Anda, llama a tu marido y vuelve.»<br />
La mujer le contesta:<br />
—«No tengo marido.» Jesús le dice:<br />
—«Tienes razón, que no tienes marido:<br />
has tenido ya cinco, y el de ahora no es<br />
tu marido. En eso has dicho la verdad.»<br />
La mujer le dice:<br />
—«Señor, veo que tu eres un profeta.<br />
35<br />
Nuestros padres dieron culto en este<br />
monte, y ustedes dicen que el sitio donde<br />
se debe dar culto está en Jerusalén.»<br />
Jesús le dice:<br />
—«Créeme, mujer: se acerca la hora<br />
en que ni en este monte ni en Jerusalén<br />
darán culto al Padre. Ustedes dan culto a<br />
uno que no conocen; nosotros adoramos<br />
a uno que conocemos, porque la salvación<br />
viene de los judíos. Pero se acerca<br />
la hora, ya está aquí, en que los que<br />
quieran dar culto verdadero adorarán<br />
al Padre en espíritu y verdad, porque el<br />
Padre desea que le den culto así. Dios<br />
es espíritu, y los que le dan culto deben<br />
hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer<br />
le dice:<br />
—«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo;<br />
cuando venga, Él nos lo dirá todo.»<br />
Jesús le dice:<br />
—«Soy yo, el que habla contigo.»<br />
En esto llegaron sus discípulos y se<br />
extrañaban de que estuviera hablando<br />
con una mujer, aunque ninguno le dijo:<br />
«¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»<br />
La mujer entonces dejó su cántaro, se<br />
fue al pueblo y dijo a la gente:<br />
—«Vengan a ver un hombre que me ha<br />
dicho todo lo que he hecho. ¿Será éste<br />
el Mesías?»<br />
Salieron del pueblo y se pusieron en camino<br />
adonde estaba Él. Mientras tanto<br />
sus discípulos e insistían:<br />
—«Maestro, come.» Él les dijo:<br />
—«Yo tengo por comida un alimento<br />
que ustedes no conocen.» Los discípulos<br />
comentaban entre ellos:<br />
—«Le habrá traído alguien de comer?»<br />
Jesús les dice:<br />
—«Mi alimento es hacer la voluntad<br />
del que me envió y llevar a término<br />
su obra. ¿No dicen ustedes que faltan<br />
todavía cuatro meses para la cosecha?<br />
Yo les digo esto: Levanten los ojos y<br />
contemplen los campos, que están ya<br />
dorados para la siega; el segador ya está<br />
recibiendo salario y almacenando fruto<br />
DOMINGO 15
para la vida eterna: y así, se alegran lo<br />
mismo sembrador y segador. Con todo,<br />
tiene razón el proverbio: Uno siembra y<br />
otro siega. Yo les envié a segar lo que no<br />
han sudado. Otros sudaron, y ustedes<br />
recojan el fruto de sus sudores.»<br />
En aquel pueblo muchos samaritanos<br />
creyeron en Él por el testimonio que<br />
había dado la mujer: «Me ha dicho todo<br />
lo que he hecho.» Así, cuando llegaron<br />
a verlo los samaritanos, le rogaban que<br />
se quedara con ellos. Y se quedó allí dos<br />
días. Todavía creyeron muchos más por<br />
su predicación, y decían a la mujer:<br />
—«Ya no creemos por lo que tú dices;<br />
nosotros mismos lo hemos oído y sabemos<br />
que Él es de verdad el Salvador del<br />
mundo.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
En este tercer domingo de Cuaresma<br />
la liturgia vuelve a proponernos uno de<br />
los textos más hermosos y profundos<br />
de la Biblia: el diálogo entre Jesús y la<br />
samaritana.<br />
Es imposible expresar brevemente la<br />
riqueza de esta página evangélica: es<br />
preciso leerla y meditarla, identificándose<br />
con aquella mujer que, un día de<br />
tantos, fue a sacar agua del pozo y se<br />
encontró a Jesús sentado, cansado del<br />
camino, en medio del calor del mediodía.<br />
“Dame de beber”, le dijo, dejándola<br />
muy sorprendida. No era costumbre<br />
que un judío dirigiera la palabra a una<br />
mujer samaritana, por lo demás desconocida.<br />
Pero su asombro estaba destinado<br />
a aumentar: Jesús le habló de<br />
un “agua viva” capaz de saciar la sed<br />
y de convertirse en ella en un manantial<br />
de agua que salta hasta la vida eterna;<br />
le demostró, además, que conocía su<br />
vida; le reveló que había llegado la hora<br />
de adorar al único Dios verdadero en<br />
espíritu y en verdad; y, por último, le<br />
aseguró que era el Mesías.<br />
36<br />
Todo esto a partir de la experiencia real<br />
y sensible de la sed. El tema de la sed<br />
atraviesa todo el Evangelio de san Juan:<br />
desde el encuentro con la samaritana,<br />
pasando por la gran profecía durante<br />
la fiesta de las Tiendas, hasta la cruz,<br />
cuando Jesús, antes de morir, para que<br />
se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo<br />
sed”. La sed de Cristo es una puerta<br />
de acceso al misterio de Dios, que tuvo<br />
sed para saciar la nuestra, como se<br />
hizo pobre para enriquecernos.<br />
Dios tiene sed de nuestra fe y de<br />
nuestro amor. Como padre bueno y<br />
misericordioso, desea para nosotros<br />
todo el bien posible, que es Él mismo.<br />
En cambio, la mujer samaritana representa<br />
la insatisfacción existencial de<br />
quien no ha encontrado lo que busca:<br />
había tenido cinco maridos y convivía<br />
con otro hombre; sus continuas idas<br />
al pozo expresan un vivir repetitivo y<br />
resignado. Pero todo cambió para ella<br />
aquel día gracias al coloquio con el<br />
Señor Jesús, que la desconcertó hasta<br />
el punto de inducirla a dejar el cántaro<br />
del agua y correr a decir a la gente del<br />
pueblo, “Vengan a ver un hombre que<br />
me ha dicho todo lo que he hecho:<br />
¿será este el Mesías?”<br />
También nosotros abramos el corazón<br />
a la escucha confiada de la Palabra<br />
de Dios para encontrar, como la samaritana,<br />
a Jesús que nos revela su<br />
amor y nos dice: el Mesías, tu Salvador,<br />
“soy yo: el que habla contigo” (Jn 4,<br />
26). Nos obtenga este don María, la<br />
primera y perfecta discípula del Verbo<br />
encarnado.<br />
ORACIÓN<br />
Dios de la vida, danos a beber del<br />
manantial de agua viva que eres tú.<br />
Sacia nuestra sed de ti con tu amor<br />
misericordioso y danos vida con tu<br />
Palabra como lo hiciste con la mujer<br />
samaritana. Amén.
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
16 Vísperas:<br />
LUNES - SANTOS HERIBERTO<br />
Y RAIMUNDO DE FITERO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Muchos leprosos había en Israel,<br />
sin embargo, ninguno de ellos fue<br />
curado, más que Naamán, el sirio<br />
Lectura del segundo libro<br />
de los Reyes 5, 1-15a<br />
En aquellos días, Naamán, general del<br />
ejército del rey sirio, era un hombre que<br />
gozaba de la estima y del favor de su<br />
señor, pues por su medio, el Señor había<br />
dado la victoria a Siria. Era un hombre<br />
muy valiente, pero estaba enfermo de lepra.<br />
En una incursión, una banda de sirios<br />
llevó de Israel a una muchacha, que quedó<br />
como criada de la mujer de Naamán, y<br />
dijo a su señora:<br />
—«Ojalá mi señor fuera a ver al profeta<br />
de Samaría: él lo libraría de su enfermedad.»<br />
Naamán fue a informar a su señor:<br />
—«La muchacha israelita ha dicho esto y<br />
esto.» El rey de Siria le dijo:<br />
—«Ven, que te doy una carta para el rey<br />
de Israel.»<br />
Naamán se puso en camino, llevando<br />
tres quintales de plata, seis mil monedas<br />
de oro y diez trajes. Presentó al rey de<br />
Israel la carta, que decía así: «Cuando<br />
recibas esta carta, verás que te envío a<br />
mi ministro Naamán para que lo libres<br />
de su enfermedad.» Cuando el rey de<br />
Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras,<br />
exclamando:<br />
—«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o<br />
vida, para que este me encargue de librar<br />
a un hombre de su enfermedad? Fíjense<br />
37<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Ayudar algún necesitado y saciar su sufrimiento<br />
material con mi generosidad.<br />
Laudes: Sal 83; Cánt. Is 2, 2-5; Sal 95<br />
Sal 122; Sal 123; Cánt. Ef 1, 3-10<br />
bien, y verán cómo está buscando un<br />
pretexto contra mí.»<br />
El profeta Eliseo se enteró de que el rey<br />
de Israel se había rasgado las vestiduras<br />
y le envió este recado: «¿Por qué te has<br />
rasgado las vestiduras? Que venga a mí y<br />
verá que hay un profeta en Israel.»<br />
Naamán llegó con sus caballos y su<br />
carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo.<br />
Eliseo le mandó uno a decirle: «Ve a<br />
bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne<br />
quedará limpia.» Naamán se enfadó y<br />
decidió irse, comentando:<br />
—«Yo me imaginaba que saldría en<br />
persona a verme, y que, puesto en pie,<br />
invocaría al Señor, su Dios, pasaría la<br />
mano sobre la parte enferma y me libraría<br />
de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco,<br />
el Abana y el Farfar, no valen más<br />
que toda el agua de Israel? ¿No puedo<br />
bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio<br />
media vuelta y se marchaba furioso. Pero<br />
sus siervos se le acercaron y le dijeron:<br />
—«Señor, si el profeta te hubiera prescrito<br />
algo difícil, lo harías. Cuánto más si lo<br />
que te prescribe para quedar limpio es<br />
simplemente que te bañes.» Entonces<br />
Naamán bajó al Jordán y se bañó siete<br />
veces, como había ordenado el profeta, y<br />
su carne quedó limpia como la de un niño.<br />
Volvió con su comitiva y se presentó al<br />
profeta, diciendo:<br />
—«Ahora reconozco que no hay dios en<br />
toda la tierra más que el de Israel.»<br />
Palabra de Dios.<br />
LUNES 16
SALMO RESPONSORIAL<br />
41, 2-3; 42, 3-4<br />
R. Mi alma tiene sed del<br />
Dios vivo: ¿cuándo veré<br />
el rostro de Dios?<br />
Como busca la cierva corrientes de<br />
agua, así mi alma te busca a ti, Dios<br />
mío. R<br />
Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo<br />
entraré a ver el rostro de Dios? Envía<br />
tu luz y tu verdad: que ellas me guíen<br />
y me conduzcan hasta tu monte santo,<br />
hasta tu morada. R<br />
Que yo me acerque al altar de Dios, al<br />
Dios de mi alegría; que te dé gracias al<br />
son de la cítara, Dios, Dios mío. R<br />
EVANGELIO<br />
Jesús, igual que Elías<br />
y Eliseo, no ha sido enviado<br />
únicamente a los judíos<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 4, 24-30<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en<br />
la sinagoga de Nazaret:<br />
—«Les aseguro que ningún profeta es<br />
bien mirado en su tierra. Les garantizo<br />
que en Israel había muchas viudas en<br />
tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado<br />
el cielo tres años y seis meses, y hubo una<br />
gran hambre en todo el país; sin embargo,<br />
a ninguna de ellas fue enviado Elías, más<br />
que a una viuda de Sarepta, en el territorio<br />
de Sidón. Y muchos leprosos había en<br />
Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin<br />
embargo, ninguno de ellos fue curado,<br />
más que Naamán, el sirio.» Al oír esto,<br />
todos en la sinagoga se pusieron furiosos<br />
y, levantándose, lo empujaron fuera del<br />
pueblo hasta un barranco del monte en<br />
donde se alzaba su pueblo, con intención<br />
de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso<br />
entre ellos y se alejaba.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Naamán era un hombre poderoso, pero<br />
38<br />
tenía lepra, una enfermedad incurable y<br />
terrible en su época porque consideraban<br />
que era fruto del pecado, un castigo<br />
divino. A la sierva no le importó su difícil<br />
situación como esclava, ni que este<br />
hombre fuera pagano. Sencillamente<br />
estaba enfermo y necesitaba ser curado.<br />
Sintió compasión por él, y sin importarle<br />
su religión le dijo que sería sanada<br />
por su Dios. El orgullo de este hombre<br />
se vio muy afectado porque pensó que<br />
el profeta lo recibiría en persona. Pero a<br />
pesar de su idea de marcharse, cuando<br />
fue obediente, quedó limpio de la lepra.<br />
Dios va a los que abren su corazón.<br />
Elías se desvió y llegó donde la viuda de<br />
Sidón. Eliseo no curó ningún leproso israelita,<br />
solo a Naamán, un sirio. El único<br />
requisito para que el Señor actúe poderosamente<br />
es la apertura de corazón. El<br />
orgullo de ser miembro del pueblo elegido<br />
les hacía creerse salvos. Les faltaba<br />
humildad para reconocer – como hoy<br />
nos falta a nosotros – su propia lepra;<br />
tal vez no física, pero sí espiritual.<br />
Los israelitas sintieron rabia porque<br />
Jesús no hizo ningún milagro en Nazaret;<br />
no aceptaban la nueva imagen<br />
del Padre comunicada por Jesús, que<br />
Dios también ama a los marginados, a<br />
los de afuera, a los que no son de su<br />
propio grupo. Jesús les muestra que<br />
Dios no se deja encerrar en criterios<br />
humanos, estrechos y limitados. Dios<br />
no levanta muros, sino, por el contrario,<br />
construye puentes. Sé lo difícil que es<br />
ser testigo en mi propia familia, ante los<br />
que me conocen, saben mis defectos y<br />
no creen en lo bueno, porque conocen<br />
mis debilidades. O cuántas veces en mi<br />
juventud me decían fanática, o cuántas<br />
veces alguno buscaba encontrar las<br />
faltas que cometo para decirme lo mala<br />
cristiana que soy. Pero tengo la certeza<br />
del llamado que a los 12 años me hizo<br />
el Señor y el fuerte llamado a la evangelización<br />
que me ha hecho.
A través de dos historias del Antiguo<br />
Testamento, una de Elías y otra de<br />
Eliseo, intenta ayudarles a superar lo<br />
escandalizado que estaban todos y a<br />
entender que Dios es universal. Pero<br />
en vez de hacer entender a la gente con<br />
estos pasajes, se enojaron más. ¡Qué<br />
locura!, al Jesús presentar un proyecto<br />
que acoge a los excluidos, es excluido<br />
Él mismo. Los que no quieren ver no<br />
van a ver, los que no quieren oír, no van<br />
a entender. Los que tienen una mentalidad<br />
de privilegio, no la quieren perder<br />
(cualquier parecido con la realidad de<br />
hoy no es pura coincidencia).<br />
17<br />
PRIMERA LECTURA<br />
alcanzar<br />
Acepta nuestro corazón contrito<br />
y nuestro espíritu humilde<br />
Lectura de la profecía<br />
de Daniel 3,25.34-43<br />
En aquellos días, Azarías se detuvo a<br />
orar y, abriendo los labios en medio del<br />
fuego, dijo: “Por el honor de tu nombre,<br />
no nos desampares para siempre, no<br />
rompas tu alianza, no apartes de nosotros<br />
tu misericordia. Por Abraham, tu<br />
amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel,<br />
tu consagrado; a quienes prometiste<br />
multiplicar su descendencia como las<br />
estrellas del cielo, como la arena de<br />
las playas marinas. Pero ahora, Señor,<br />
somos el más pequeño de todos los pueblos;<br />
hoy estamos humillados por toda<br />
la tierra a causa de nuestros pecados.<br />
En este momento no tenemos príncipes,<br />
ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni<br />
sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni<br />
un sitio donde ofrecerte primicias, para<br />
MARTES - SAN PATRICIO<br />
39<br />
ORACIÓN<br />
Señor tengo sed de ti, mi alma te necesita,<br />
anhela más de ti. Que no me<br />
crea privilegiado, especial, de un grupo<br />
selecto de tus escogidos. Y pueda entender<br />
la radicalidad y lo inclusivo de tu<br />
mensaje. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Orar por una persona para que se sane,<br />
aunque considere que no lo merezca<br />
ser sanada.<br />
Laudes: Sal 84; Cánt. Is 26, 1-4.7-9.12; Sal 66<br />
Vísperas: Sal 124; Sal 130; Cánt. Ap 4, 11;5, 9-10.12<br />
misericordia. Por eso, acepta<br />
nuestro corazón contrito y nuestro espíritu<br />
humilde, como un holocausto de<br />
carneros y toros o una multitud de corderos<br />
cebados. Que este sea hoy nuestro<br />
sacrificio, y que sea agradable en tu<br />
presencia: porque los que en ti confían<br />
no quedan defraudados. Ahora te seguimos<br />
de todo corazón, te respetamos<br />
y buscamos tu rostro, no nos defraudes,<br />
Señor. Trátanos según tu piedad, según<br />
tu gran misericordia. Líbranos con tu<br />
poder maravilloso y da gloria a tu nombre,<br />
Señor.”<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
24, 4-9<br />
R. Señor, recuerda<br />
tu misericordia.<br />
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme<br />
en tus sendas: haz que camine con<br />
lealtad; enséñame, porque tú eres mi<br />
MARTES 17
Dios y Salvador. R<br />
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu<br />
misericordia son eternas; acuérdate de<br />
mí con misericordia, por tu bondad,<br />
Señor. R<br />
El Señor es bueno y es recto, y enseña<br />
el camino a los pecadores; hace caminar<br />
a los humildes con rectitud, enseña su<br />
camino a los humildes. R<br />
EVANGELIO<br />
Si cada cual no perdona de<br />
corazón a su hermano,<br />
tampoco el Padre les perdonará<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 18,21-35<br />
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y<br />
preguntó a Jesús: “Señor, si mi hermano<br />
me ofende, ¿cuántas veces le tengo que<br />
perdonar? ¿Hasta siete veces?”<br />
Jesús le contesta: “No te digo hasta siete<br />
veces, sino hasta setenta veces siete. Y a<br />
propósito de esto, el Reino de los Cielos<br />
se parece a un rey que quiso ajustar las<br />
cuentas con sus empleados. Al empezar<br />
a ajustarlas, le presentaron uno que<br />
debía diez mil talentos. Como no tenía<br />
con qué pagar, el señor mandó que lo<br />
vendieran a él con su mujer y sus hijos<br />
y todas sus posesiones, y que pagara<br />
así. El empleado, arrojándose a sus pies,<br />
le suplicaba diciendo: “Ten paciencia<br />
conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor<br />
tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó<br />
marchar, perdonándole la deuda.<br />
Pero, al salir, el empleado aquel encontró<br />
a uno de sus compañeros que le debía<br />
cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba,<br />
diciendo: “Págame lo que me<br />
debes.” El compañero, arrojándose a sus<br />
pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia<br />
conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó<br />
y fue y lo metió en la cárcel hasta que<br />
pagara lo que debía. Sus compañeros, al<br />
ver lo ocurrido, quedaron consternados<br />
y fueron a contarle a su señor todo lo<br />
sucedido. Entonces el señor lo llamó y<br />
40<br />
le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella<br />
deuda te la perdoné porque me lo pediste.<br />
¿No debías tú también tener compasión<br />
de tu compañero, como yo tuve<br />
compasión de ti?” Y el señor, indignado,<br />
lo entregó a los verdugos hasta que pagara<br />
toda la deuda. Lo mismo hará con<br />
ustedes mi Padre del cielo, si cada cual<br />
no perdona de corazón a su hermano.”<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Son muchas las personas que, viviendo<br />
alejados del Señor, han acudido a<br />
Él, buscando su rostro, como dice la<br />
Primera Lectura, porque como consecuencia<br />
de su pecado llegaron a<br />
padecer grandes sufrimientos físicos y<br />
también morales, que no podían resistir<br />
ni tampoco remediar.<br />
En ellos se dio un proceso de arrepentimiento<br />
y conversión, clamaron a<br />
Dios, confiando en Él y no quedaron<br />
defraudados, porque un corazón<br />
contrito y humillado Él no lo desprecia<br />
(salmo 51, 19), y los trató según su gran<br />
misericordia.<br />
Me da mucha pena cuando oigo a personas<br />
criticando a otras. A Jesús en su<br />
tiempo lo criticaron porque se juntaba y<br />
comía con publicanos y pecadores (cf.<br />
Lc. 5, 3). Desconocen que Dios-Padre,<br />
no quiere que ninguno de sus hijos se<br />
pierda; que a todos nos trata con ternura<br />
y misericordia.<br />
En algunas ocasiones Jesús usó duras<br />
palabras contra los fariseos, que se<br />
consideraban perfectos, porque cumplían<br />
estrictamente la letra de la Ley, sin<br />
dar importancia a la Ley del Espíritu, el<br />
amor (cf. 2 Cor. 3, 6), que es lo verdaderamente<br />
importante. Jesús podía<br />
hablarles así, yo no, porque también<br />
anduve fuera de los caminos del Señor,<br />
y creo en su compasión y misericordia,<br />
y que vino a buscar y salvar lo que estaba<br />
perdido (Lc. 19, 10).
La Palabra de Dios nos dice: “Sean<br />
santos para mí, porque yo, Yahvé, soy<br />
santo”. (Lév. 20, 26), y después que vino<br />
Jesús la exigencia es mayor, pues nos<br />
dijo: “Ustedes, pues, sean perfectos<br />
como es perfecto su Padre del cielo”.<br />
(Mt. 5, 48). Nosotros, Iglesia militante,<br />
llamados a formar parte de la Iglesia<br />
triunfante, debemos tratar de evitar el<br />
pecado (cf. Ef. 1, 4), porque sin santidad<br />
nadie verá al Señor (Heb. 12, 14).<br />
No soy mejor ni más valiente que nadie<br />
pero me he enrolado en el ejército de<br />
los que luchan contra el pecado, porque<br />
Jesús venció el pecado y con Él<br />
somos más que vencedores (cf. Rom.<br />
8, 37).<br />
Dios, el rey de la parábola del Evangelio,<br />
está siempre dispuesto a perdonarnos;<br />
por lo tanto, si alguien nos debe porque<br />
en algo nos ha faltado, imitando<br />
al Padre estamos en la obligación de<br />
perdonarlo, para ser dignos hijos suyos<br />
(cf. Mt. 5, 45). Debemos estar conscientes,<br />
de que si nos cerramos y no<br />
18 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Guarden los preceptos<br />
y cúmplanlos<br />
Lectura del libro del<br />
Deuteronomio 4, 1.5-9<br />
Moisés habló al pueblo, diciendo:<br />
—«Ahora, Israel, escucha los mandatos<br />
y decretos que yo les mando cumplir:<br />
Así vivirán y entrarán a tomar posesión<br />
de la tierra que el Señor, Dios de nuestros<br />
padres, les va a dar. Miren, yo les<br />
enseño los mandatos y decretos que me<br />
mandó el Señor, mi Dios, para que los<br />
cumplan en la tierra donde van a entrar<br />
para tomar posesión de ella. Pónganlos<br />
por obra, que ellos son su sabiduría y su<br />
41<br />
perdonamos, esto nos impedirá recibir<br />
el perdón de Dios.<br />
ORACIÓN<br />
Tú nos diste ejemplo de perdón, Señor<br />
Jesús, al implorar al Padre en la cruz el<br />
perdón para tus verdugos. Haz que mi<br />
corazón sea semejante al tuyo, y que<br />
yo sea capaz de perdonar a todo el<br />
que me ofenda, consciente de que a mí<br />
me has perdonado mucho más que las<br />
ofensas que alguien pueda causarme.<br />
Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Expresar una fórmula de perdón a<br />
quien me haya ofendido, y pedir perdón<br />
a quien me hayas causado alguna<br />
ofensa.<br />
MIÉRCOLES - SAN CIRILO DE JERUSALÉN<br />
Laudes: Sal 85; Cánt. Is 33, 13-16; Sal 97<br />
Sal 125; Sal 126; Cánt. Col 1, 3.12-20<br />
inteligencia a los ojos de los pueblos que,<br />
cuando tengan noticia de todos ellos,<br />
dirán: “Cierto que esta gran nación es<br />
un pueblo sabio e inteligente”. Y, en<br />
efecto, ¿hay alguna nación tan grande<br />
que tenga los dioses tan cerca como lo<br />
está el Señor Dios de nosotros siempre<br />
que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran<br />
nación, cuyos mandatos y decretos sean<br />
tan justos como toda esta ley que hoy les<br />
doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien<br />
de olvidar los sucesos que vieron tus<br />
ojos, que no se aparten de tu memoria<br />
mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos<br />
y nietos.»<br />
Palabra de Dios.<br />
MIÉRCOLES 18
SALMO RESPONSORIAL<br />
147, 12-16.19-20<br />
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.<br />
Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu<br />
Dios, Sión: Que ha reforzado los cerrojos<br />
de tus puertas, y ha bendecido a tus<br />
hijos dentro de ti R<br />
Él envía su mensaje a la tierra, y su Palabra<br />
corre veloz; manda la nieve como<br />
lana, esparce la escarcha como ceniza. R<br />
Anuncia su Palabra a Jacob, sus decretos<br />
y mandatos a Israel; con ninguna<br />
nación obró así ni les dio a conocer sus<br />
mandatos. R<br />
EVANGELIO<br />
Quien cumpla los mandamientos<br />
y los enseñe será grande<br />
en el Reino de los Cielos<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 5, 17-19<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />
—«No crean que he venido a abolir<br />
la ley o a los profetas: no he venido a<br />
abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro<br />
que antes pasarán el cielo y la tierra que<br />
deje de cumplirse hasta la última letra o<br />
tilde de la ley. El que se salte uno solo<br />
de los preceptos menos importantes, y<br />
se lo enseñe así a los hombres, será el<br />
menos importante en el Reino de los<br />
Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe<br />
será grande en el Reino de los Cielos.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Las lecturas de este día manifiestan el<br />
amor de Dios expresado en la convivencia<br />
entre los seres humanos. Dice<br />
la Palabra que Dios todo lo hizo bien,<br />
otorgó libre albedrío al hombre para<br />
actuar. También en la persona del profeta<br />
Moisés entregó los mandamientos<br />
para que no se corriera el riesgo de<br />
caer en el libertinaje y no se usara el<br />
poder de manera antojadiza, hasta el<br />
42<br />
punto de vulnerar el derecho de los<br />
demás. En el pueblo de Israel Jesús<br />
encontró una sociedad en la que las<br />
leyes se habían pervertido, la clase<br />
dominante las habían acomodado a<br />
su antojo; las cumplían de acuerdo a<br />
su conveniencia, dando paso al robo,<br />
homicidios, ultrajes, violación a los<br />
derechos ajenos, maltrato a los pobres.<br />
La naturaleza humana del hijo de Dios<br />
vive el sufrimiento de su pueblo, pero<br />
no intenta abolir la ley. Se enfrenta al<br />
poder dominante y con su Evangelio<br />
realiza la enorme tarea de darle cumplimiento<br />
a la ley, sin vulnerar ni un ápice<br />
de la misma.<br />
Cuánto se parece la situación en la que<br />
está inmersa nuestra sociedad a la del<br />
pueblo de Israel de aquel tiempo. Pero<br />
por encima del desequilibrio social, de<br />
la violación a los derechos de los más<br />
débiles, de la usurpación de los bienes<br />
ajenos, a la parcialidad de la justicia<br />
e inoperancia al cumplimiento de las<br />
leyes, está la Palabra de Jesús: “les<br />
aseguro que antes pasarán el cielo y<br />
la tierra que deje de cumplirse hasta la<br />
última letra o tilde de la ley”.<br />
Los que transitamos el camino de la<br />
cristiandad no debemos ignorar que<br />
Jesús actuó por encima del egoísmo<br />
de los responsables de la dirección<br />
de su pueblo y enarboló la bandera<br />
que está por encima de toda pasión<br />
humana: el amor.<br />
En los mandamientos de Dios se<br />
establecen las normas que debemos<br />
interiorizar y acoger con amor, no con<br />
temor, ya que su cumplimento nos garantiza<br />
la manifestación de la presencia<br />
de Dios en las relaciones con los que<br />
nos rodean, porque, como expresa<br />
San Pablo en su Carta a los Romanos,<br />
13, 10: “Amar es cumplir la ley entera”.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, hazme consciente de tu presen-
cia y tu gran amor por mí y que sepa<br />
corresponderte desde el servicio y el<br />
amor por mis hermanos. Amén.<br />
PRIMERA LECTURA<br />
El Señor Dios le dará<br />
el trono de David, su padre<br />
Lectura del segundo libro<br />
de Samuel 7, 4-5a.12-14a.16<br />
En aquellos días, recibió Natán la siguiente<br />
palabra del Señor:<br />
—«Ve y dile a mi siervo David: “Esto<br />
dice el Señor: Cuando tus días se<br />
hayan cumplido y te acuestes con tus<br />
padres, afirmaré después de ti la descendencia<br />
que saldrá de tus entrañas,<br />
y consolidaré el trono de su realeza. Él<br />
construirá una casa para mi nombre,<br />
y yo consolidaré el trono de su realeza<br />
para siempre. Yo seré para él padre, y<br />
él será para mí hijo. Tu casa y tu reino<br />
durarán por siempre en mi presencia;<br />
tu trono permanecerá por siempre”.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
88, 2-5.17.19<br />
R. Su linaje será perpetuo.<br />
Cantaré eternamente las misericordias<br />
del Señor, anunciaré tu fidelidad por<br />
todas las edades. Porque dijo: «Tu misericordia<br />
es un edificio eterno, más que<br />
el cielo has afianzado tu fidelidad». R<br />
Sellé una alianza con mi elegido, jurando<br />
a David, mi siervo: «Te fundaré un<br />
linaje perpetuo, edificaré tu trono para<br />
todas las edades». R<br />
43<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «sabo-<br />
19<br />
Él<br />
reando» a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Hacer una lista de las bendiciones de<br />
Dios para mi vida y darle las gracias<br />
a Él.<br />
JUEVES - SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ,<br />
ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA<br />
Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />
Vísperas: Sal 14; Sal 111; Cánt. Ap 15, 3-4<br />
me invocará: «Tú eres mi padre, mi<br />
Dios, mi Roca salvadora». Le mantendré<br />
eternamente mi favor, y mi alianza<br />
con él será estable. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
Apoyado en la esperanza,<br />
creyó, contra toda esperanza<br />
Lectura de la carta del<br />
apóstol san Pablo a los<br />
Romanos 4, 13.16-18.22<br />
Hermanos: no fue la observancia de<br />
la Ley, sino la justificación obtenida<br />
por la fe, la que obtuvo para Abraham<br />
y su descendencia la promesa de heredar<br />
el mundo. Por eso, como todo<br />
depende de la fe, todo es gracia; así,<br />
la promesa está asegurada para toda<br />
la descendencia, no solamente para la<br />
descendencia legal, sino también para<br />
la que nace de la fe de Abraham, que<br />
es padre de todos nosotros. Así, dice la<br />
Escritura: «Te hago padre de muchos<br />
pueblos». Al encontrarse con el Dios<br />
que da vida a los muertos y llama a la<br />
existencia lo que no existe, Abraham<br />
creyó. Apoyado en la esperanza, creyó,<br />
contra toda esperanza, que llegaría a<br />
ser padre de muchas naciones, según<br />
lo que se le había dicho: «Así será tu<br />
descendencia». Por lo cual le valió la<br />
justificación.<br />
Palabra de Dios.<br />
JUEVES 19
EVANGELIO<br />
José hizo lo que le había<br />
mandado el ángel del Señor<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Mateo 1, 16.18-21.24<br />
Jacob engendró a José, el esposo de<br />
María, de la cual nació Jesús, llamado<br />
Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue<br />
de esta manera: María, su madre, estaba<br />
desposada con José y, antes de vivir juntos,<br />
resultó que ella esperaba un hijo por<br />
obra del Espíritu Santo. José, su esposo,<br />
que era justo y no quería denunciarla,<br />
decidió repudiarla en secreto. Pero,<br />
apenas había tomado esta resolución, se<br />
le apareció en sueños un ángel del Señor<br />
que le dijo:<br />
«José, hijo de David, no tengas reparo<br />
en llevarte a María, tu mujer, porque<br />
la criatura que hay en ella viene del<br />
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú<br />
le pondrás por nombre Jesús, porque<br />
Él salvará a su pueblo de los pecados.»<br />
Cuando José se despertó, hizo lo que le<br />
había mandado el ángel del Señor.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy es la solemnidad de San José,<br />
esposo de la Virgen María. José es una<br />
figura poco estudiada, poco conocida,<br />
poco apreciada, diría yo, por el creyente<br />
común. Sí sabemos su papel importante<br />
en la historia de la salvación; pero<br />
no creo que nos hayamos detenido lo<br />
suficiente a valorar la importancia de su<br />
actitud ante lo que se le presentó como<br />
elección de vida. José, también dio un<br />
sí gigantesco para que la salvación llegara<br />
a nuestras vidas. José pudo haber<br />
dicho “no” y se hubiera cambiado radicalmente<br />
el curso de la historia. Pero<br />
todo ocurrió como debía de ocurrir.<br />
Por eso, hoy quisiera que meditáramos<br />
en ese hombre que fue José, y cómo<br />
fue obediente a la voluntad divina. Sus<br />
planes se alteraron y llegó la duda a su<br />
44<br />
corazón. Tomó inicialmente la decisión<br />
de repudiar a María porque no entendía<br />
lo que estaba pasando, pero para no<br />
humillarla, lo haría en secreto, pues era<br />
un hombre justo. El ángel del Señor<br />
que se le apareció en sueños ,le hizo<br />
cambiar de opinión y él hizo lo que le<br />
había mandado. Su fe era tan grande<br />
que creyó en el mensaje y asumió el<br />
plan de Dios.<br />
San José, el santo custodio de la<br />
Sagrada Familia, es el santo que más<br />
cerca está de Jesús y de la Santísima<br />
Virgen María. En la Biblia no hay nada<br />
escrito que él haya dicho, solo conocemos<br />
las cosas que hizo, sus actos de fe,<br />
el amor y la protección que tuvo para<br />
con Jesús y María. Es un caso excepcional:<br />
un santo al que no se le escucha<br />
ni una sola palabra. Es llamado por<br />
esto, el “Santo del silencio”.<br />
Fue un escogido de Dios; desde el<br />
principio recibió la gracia de discernir<br />
los mandatos del Señor. Su vida fue<br />
sencilla y humilde. San José, de una<br />
gran riqueza espiritual y profunda vida<br />
interior, nos enseña con su propia vida a<br />
orar, a escuchar a Dios, a amar, a sufrir,<br />
a obedecer, a hacer siempre lo correcto<br />
y a dar gloria a Dios con toda nuestra<br />
vida. El Papa Pío IX, declaró y constituyó<br />
a san José Patrono Universal de<br />
la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.<br />
Es también patrono de la vida interior,<br />
patrono de la Buena muerte, patrono de<br />
la familia y patrono del trabajo.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, que los hombres de nuestro<br />
mundo, puedan modelar sus vidas a<br />
partir del ejemplo de san José. Muéstrales<br />
que asumiendo con humildad<br />
tu voluntad para sus vidas, pueden<br />
llegar a darte la mayor de las glorias y<br />
a hacer santas nuestras familias y así<br />
llegar a tener una sociedad más justa y<br />
amorosa. Amén.
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
20<br />
R.<br />
PRIMERA LECTURA<br />
No volveremos a llamar Dios<br />
a la obra de nuestras manos<br />
Lectura del profeta<br />
Oseas 14, 2-10<br />
Así dice el Señor Dios:<br />
—«Israel, conviértete al Señor Dios<br />
tuyo, porque tropezaste por tu pecado.<br />
Preparen su discurso, vuelvan al Señor y<br />
díganle: “Perdona del todo la iniquidad,<br />
recibe benévolo el sacrificio de nuestros<br />
labios. No nos salvará Asiria, no<br />
montaremos a caballo, no volveremos a<br />
llamar dios a la obra de nuestras manos.<br />
En ti encuentra piedad el huérfano”. Yo<br />
curaré sus extravíos, los amaré sin que<br />
lo merezcan, mi cólera se apartará de<br />
ellos. Seré rocío para Israel, florecerá<br />
como azucena, arraigará como un<br />
álamo. Brotarán sus vástagos, como de<br />
olivo será su esplendor, su aroma como<br />
del Líbano. Volverán a descansar a su<br />
sombra: cultivarán el trigo, florecerán<br />
como la viña, será su fama como la del<br />
vino del Líbano. Efraín, ¿qué me importan<br />
los ídolos? Yo le respondo y lo miro:<br />
Yo soy ciprés frondoso, de mí proceden<br />
tus frutos. ¿Quién será el sabio que lo<br />
comprenda, el prudente que lo entienda?<br />
Rectos son los caminos del Señor, los<br />
justos andan por ellos, los pecadores<br />
tropiezan en ellos.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
80, 6-11.14.17<br />
45<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Revisar mi vida, encauzándola siempre<br />
para dar la mayor gloria a Dios, por<br />
medio de mis acciones y mis actitudes<br />
en el seno de mi familia.<br />
VIERNES - SAN JUAN NEPOMUCENO<br />
Laudes: Sal 50; Cánt. Jr 14, 17-21; Sal 99<br />
Vísperas: Sal 134 I; Sal 134 II; Cánt. Ap 15, 3-4<br />
Yo soy el Señor, Dios tuyo:<br />
escucha mi voz.<br />
Oigo un lenguaje desconocido: Retiré<br />
sus hombros de la carga, y sus manos<br />
dejaron la espuerta. Clamaste en la<br />
aflicción, y te libré. R<br />
Te respondí oculto entre los truenos, te<br />
puse a prueba junto a la fuente de Meribá.<br />
Escucha, pueblo mío, doy testimonio<br />
contra ti, ojalá me escuchases, Israel. R<br />
No tendrás un dios extraño, no adorarás<br />
un dios extranjero. Yo soy el Señor, Dios<br />
tuyo, que te saqué del país de Egipto. R<br />
Ojalá me escuchase mi pueblo, y caminase<br />
Israel por mi camino: Te alimentaría<br />
con flor de harina, te saciaría con<br />
miel silvestre. R<br />
EVANGELIO<br />
El Señor nuestro Dios es el único<br />
Señor, y le amarás<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Marcos 12, 28b-34<br />
En aquel tiempo, un escriba se acercó a<br />
Jesús y le preguntó:<br />
—«¿Qué mandamiento es el primero de<br />
todos?» Respondió Jesús:<br />
—«El primero es: “Escucha, Israel, el<br />
Señor nuestro Dios es el único Señor,<br />
y amarás al Señor tu Dios con todo tu<br />
corazón, con toda tu alma, con toda tu<br />
mente, con todo tu ser”. El segundo es<br />
este: “Amarás a tu prójimo como a ti<br />
mismo”. No hay mandamiento mayor<br />
que estos.» El letrado replicó:<br />
—«Muy bien, Maestro, tienes razón<br />
VIERNES 20
cuando dices que el Señor es único<br />
y no hay otro más que Él y hay que<br />
amarlo con todo el corazón, con todo el<br />
entendimiento y con todo el ser, y amar<br />
al prójimo como a uno mismo vale más<br />
que todos los holocaustos y sacrificios.»<br />
Jesús, viendo que había respondido sensatamente,<br />
le dijo:<br />
—«No estás lejos del Reino de los<br />
Cielos.»<br />
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
En el Evangelio de hoy vemos a Jesús<br />
explicando el mandamiento más<br />
importante: “Escucha Israel, el Señor,<br />
nuestro Dios, es el único Señor:<br />
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu<br />
corazón, con toda tu alma, con toda<br />
tu mente, con todo tu ser”. La mayoría<br />
de nosotros nos aprendemos este<br />
mandamiento como amarás al Señor,<br />
tu Dios... y obviamos el inicio de este<br />
mandamiento. Nos dice Escucha Israel,<br />
nos habla a nosotros su pueblo, a<br />
ti y a mí, Dios es el único Señor.<br />
Lo primero que necesitamos reconocer<br />
es que no hay otro Dios, no hay<br />
nadie más en quien podamos poner<br />
nuestra confianza y fe, Él es el único<br />
Dios. Cuántas voces hay alrededor y<br />
dentro de nosotros mismos que nos<br />
hacen dudar de esta verdad; qué fácil<br />
a veces ponemos nuestra confianza<br />
en quienes hemos convertido en<br />
dioses como son la familia, el trabajo,<br />
el dinero, las cosas; que son buenas,<br />
pero no son nuestro Dios. Cuando<br />
ponemos nuestra confianza en esos<br />
“otros”, cualquier quiebre de ellos nos<br />
hace perder la esperanza, la alegría.<br />
Cuando nuestra confianza está puesta<br />
en Dios, no importa lo que suceda<br />
permaneceremos de pie. Jesús nos<br />
invita a alimentar nuestra fe y guardarla.<br />
46<br />
Dios nos pide que le amemos con<br />
todo nuestro corazón, con toda nuestra<br />
alma, con toda nuestra mente y<br />
ser. Esto es, que no haya nada más<br />
importante en nuestra vida que Él,<br />
que sea nuestro tesoro, que nuestra<br />
alma ansíe su presencia, que nuestra<br />
mente busque siempre hacer lo que<br />
más le agrade y entonces podremos<br />
obedecer el segundo mandamiento<br />
de amar a nuestro prójimo como a<br />
nosotros mismos.<br />
Parecen dos mandamientos sencillos,<br />
pero qué difícil se nos hace cumplirlos.<br />
Estamos tan aferrados a nuestros<br />
planes, nuestros esquemas, a este<br />
aquí y ahora de nuestra existencia que<br />
desprendernos de nuestros intereses<br />
para buscar el de Dios a través de<br />
los demás se nos hace cuesta arriba.<br />
Amarle con toda nuestra alma, que<br />
busquemos andar en su presencia<br />
todos los días de nuestra vida.<br />
Esos mandamientos implican mirar la<br />
vida con esperanza, sabiendo a qué<br />
vida es que estamos llamados y que<br />
nuestro paso por esta tierra es transitorio.<br />
Muchas veces hemos dejado que<br />
nos roben esa esperanza. Dejamos de<br />
esperar en Dios. Hoy es un buen día<br />
para renovar nuestra esperanza. La<br />
mejor forma de amar a Dios es a través<br />
de los más pequeños; aquellos que no<br />
tienen cómo devolvernos el amor.<br />
ORACIÓN<br />
Gracias Padre porque nos amaste a<br />
nosotros primero y tal fue tu amor, que<br />
nos regalaste a tu Hijo para que todo<br />
aquel que crea en Él no se pierda, sino<br />
que tenga vida eterna. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Identificar los dioses que tengo y someterlos<br />
al único Dios.<br />
SÁBADO - SANTOS NICOLÁS Y FILEMÓN<br />
Laudes: Sal 118, 145-152; Cánt. Sab 9, 1-6.9-11; Sal 116<br />
21Vísperas: Sal 121; Sal 129; Cánt. Flp 2, 6-11<br />
SÁBADO 31<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Quiero misericordia,<br />
y no sacrificios<br />
Lectura del libro de Oseas 6, 1-6<br />
Vamos a volver al Señor: Él, que nos<br />
despedazó, nos sanará; Él, que nos hirió,<br />
nos vendará. En dos días nos sanará; al<br />
tercero nos resucitará; y viviremos delante<br />
de Él. Esforcémonos por conocer<br />
al Señor: su amanecer es como la aurora,<br />
y su sentencia surge como la luz. Bajará<br />
sobre nosotros como lluvia temprana,<br />
como lluvia tardía que empapa la tierra.<br />
«¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de<br />
ti, Judá? Su piedad es como nube mañanera,<br />
como rocío de madrugada que se<br />
evapora. Por eso les herí por medio de<br />
los profetas, les condené con la palabra<br />
de mi boca. Quiero misericordia, y no<br />
sacrificios; conocimiento de Dios, más<br />
que holocaustos».<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
50, 3-4.18-19. 20-21ab<br />
R. Quiero misericordia,<br />
y no sacrificios.<br />
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />
por tu inmensa compasión borra mi<br />
culpa; lava del todo mi delito, limpia mi<br />
pecado. R<br />
Los sacrificios no te satisfacen: si te<br />
ofreciera un holocausto, no lo querrías.<br />
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;<br />
un corazón quebrantado y humillado, tú<br />
no lo desprecias. R<br />
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,<br />
reconstruye las murallas de Jerusalén:<br />
47<br />
entonces aceptarás los sacrificios rituales,<br />
ofrendas y holocaustos. R<br />
EVANGELIO<br />
El publicano bajó a su casa<br />
justificado, y el fariseo no<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 18, 9-14<br />
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose<br />
por justos, se sentían seguros de sí<br />
mismos y despreciaban a los demás, dijo<br />
Jesús esta parábola:<br />
—«Dos hombres subieron al templo a<br />
orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano.<br />
El fariseo, erguido, oraba así en<br />
su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias,<br />
porque no soy como los demás: ladrones,<br />
injustos, adúlteros; ni como ese<br />
publicano. Ayuno dos veces por semana<br />
y pago el diezmo de todo lo que tengo”.<br />
El publicano, en cambio, se quedó atrás<br />
y no se atrevía ni a levantar los ojos al<br />
cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:<br />
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.<br />
Les digo que este bajó a su casa<br />
justificado, y aquel no. Porque todo el<br />
que se enaltece será humillado, y el que<br />
se humilla será enaltecido.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Me fascina la palabra “Misericordia”.<br />
Tiene sus raíces en el latín: misereri<br />
(tener lástima) y cor (corazón). Así que,<br />
“tener misericordia” es tener lástima<br />
desde el fondo del corazón.<br />
Ahora bien, todos hemos sentido<br />
compasión. Todos hemos llorado
con los que lloran, y acompañado en<br />
silencio a los que han perdido todo.<br />
Pero la misericordia es algo aún más<br />
profunda y personal. La misericordia<br />
es como arrancar y arrastrar desde la<br />
profundidad del corazón, como un grito<br />
de desesperación donde no queda ni la<br />
más mínima esperanza.<br />
Hay una historia que explica la misericordia,<br />
el amor que va más allá que<br />
la justicia:<br />
Se cuenta que un soldado del ejército<br />
imperial francés había desertado. Tras<br />
ser capturado, fue condenado a muerte.<br />
Su madre, desesperada, pidió una<br />
audiencia con el Emperador, Napoleón<br />
Bonaparte.<br />
– Distinguido Napoleón, sé que mi hijo<br />
se ha equivocado y que su error se castiga<br />
con la muerte. ¡Pero él es el único<br />
que tengo! Por favor, ¡le ruego que lo<br />
perdone! ¡le pido misericordia!<br />
– Tu hijo no merece misericordia.<br />
– Sí, es cierto -replicó la angustiada<br />
señora-, pero si la hubiera merecido, no<br />
hubiera sido misericordia sino justicia, y<br />
yo he venido para pedirle misericordia.<br />
Dicen que el gran Napoleón se conmovió<br />
y perdonó al soldado.<br />
Es igual con nosotros. Nosotros rogamos<br />
misericordia a Jesús, porque<br />
todos hemos pecado, y no merecemos<br />
ser salvados. Si fuese solamente por la<br />
justicia hay un solo camino que nos espera,<br />
ancho y cuesta abajo. Sin embargo,<br />
como la madre desesperada frente<br />
a Napoleón, nosotros imploramos más<br />
allá de la justicia, por la misericordia:<br />
“Jesucristo, hijo de Dios, ten misericordia<br />
de mí porque soy un pecador”.<br />
Es por eso que, en toda corte de<br />
justicia, se encuentra el “crucifijo del<br />
estrado”. No está dirigido al acusado<br />
ni a los abogados, sino al juez, para<br />
recordarle que la justicia no es fría e<br />
implacable, sino siempre susceptible<br />
de la misericordia a favor del condenado.<br />
Dicho de otra forma, hay un doble<br />
adagio que debería tatuarse en la mano<br />
de toda persona que estudia derecho:<br />
“La caridad no está encima de la verdad.<br />
Sin embargo la misericordia, sí,<br />
está encima de la justicia” (Santiago 2,<br />
13). Es decir, no es correcto esconder<br />
la verdad para proteger a alguien. Pero<br />
por encima de cualquier fallo jurídico<br />
hay que tener misericordia hacía la<br />
persona que se encuentra culpable.<br />
ORACIÓN<br />
Oh Dios Padre, tu misericordia es infinita.<br />
Míranos con tu favor, para que<br />
en nuestras grandes ansiedades no<br />
desesperemos, sino que siempre nos<br />
conformemos confiados en tu santa<br />
voluntad, por Nuestro Señor Jesucristo,<br />
quien contigo y el Espíritu Santo manifiesta<br />
misericordia hacia nosotros por<br />
siempre. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Buscar a quien tenga una deuda conmigo<br />
y perdonarle la deuda.<br />
48
22<br />
PRIMERA LECTURA<br />
verdes<br />
David es ungido rey de Israel<br />
Lectura del primer libro<br />
de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a<br />
En aquellos días, el Señor le dijo a<br />
Samuel:<br />
—«Llena la cuerna de aceite y vete, por<br />
encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque<br />
entre sus hijos me he elegido un rey.»<br />
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó:<br />
—«Seguro, el Señor tiene delante a su<br />
ungido.» Pero el Señor le dijo:<br />
—«No te fijes en las apariencias ni en<br />
su buena estatura. Lo rechazo. Porque<br />
Dios no ve como los hombres, que ven<br />
la apariencia; el Señor ve el corazón.»<br />
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante<br />
Samuel; y Samuel le dijo:<br />
—«Tampoco a estos los ha elegido el<br />
Señor.» Luego preguntó a Jesé:<br />
—«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé<br />
respondió:<br />
—«Queda el pequeño, que precisamente<br />
está cuidando las ovejas.» Samuel dijo:<br />
—«Manda por él, que no nos sentaremos<br />
a la mesa mientras no llegue.»<br />
Jesé mandó por él y lo hizo entrar: era de<br />
buen color, de hermosos ojos y buen tipo.<br />
Entonces el Señor dijo a Samuel:<br />
—«Anda, úngelo, porque es este.»<br />
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió<br />
en medio de sus hermanos. En aquel<br />
momento, invadió a David el espíritu del<br />
Señor, y estuvo con él en adelante.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
22, 1-6<br />
R. El señor es mi pastor,<br />
nada me falta.<br />
El Señor es mi pastor, nada me falta: en<br />
IV DOMINGO DE CUARESMA<br />
SEMANA IV DEL SALTERIO<br />
Laudes: Sal 117; Cánt. Dn 3, 52-57; Sal 150<br />
Vísperas: Sal 109; Sal 111; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />
49<br />
praderas me hace recostar, me<br />
conduce hacia fuentes tranquilas y repara<br />
mis fuerzas. R<br />
Me guía por el sendero justo, por el<br />
honor de su nombre. Aunque camine<br />
por cañadas oscuras, nada temo, porque<br />
tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me<br />
sosiegan. R<br />
Preparas una mesa ante mí, enfrente de<br />
mis enemigos; me unges la cabeza con<br />
perfume, y mi copa rebosa. R<br />
Tu bondad y tu misericordia me acompañan<br />
todos los días de mi vida, y habitaré<br />
en la casa del Señor por los años sin<br />
término. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
Levántate de entre los<br />
muertos, y Cristo será tu luz<br />
Lectura de la carta a<br />
los Efesios 5, 8-14<br />
Hermanos:<br />
En otro tiempo ustedes eran tinieblas,<br />
ahora son luz en el Señor. Caminen como<br />
hijos de la luz —toda bondad, justicia<br />
y verdad son fruto de luz—, buscando<br />
lo que agrada al Señor, sin tomar parte<br />
en las obras estériles de las tinieblas,<br />
sino más bien denúncienlas. Pues hasta<br />
da vergüenza mencionar las cosas que<br />
ellos hacen a escondidas. Pero la luz,<br />
denunciándolas, las pone al descubierto,<br />
y todo descubierto es luz. Por eso dice:<br />
«Despierta, tú que duermes, levántate de<br />
entre los muertos, y Cristo será tu luz».<br />
Palabra de Dios.<br />
EVANGELIO<br />
Fue, se lavó, y volvió con vista<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 9, 1-41<br />
DOMINGO 22
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a<br />
un hombre ciego de nacimiento. Y sus<br />
discípulos le preguntaron:<br />
—«Maestro, ¿quién pecó, este o sus<br />
padres, para que naciera ciego?» Jesús<br />
contestó:<br />
—«Ni este pecó ni sus padres, sino para<br />
que se manifiesten en él las obras de<br />
Dios. Mientras es de día, tenemos que<br />
hacer las obras del que me ha enviado;<br />
viene la noche, y nadie podrá hacerlas.<br />
Mientras estoy en el mundo, soy la luz<br />
del mundo.»<br />
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro<br />
con la saliva, se lo untó en los ojos al<br />
ciego y le dijo:<br />
—«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que<br />
significa Enviado).»<br />
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los<br />
vecinos y los que antes solían verlo pedir<br />
limosna preguntaban:<br />
—«¿No es ese el que se sentaba a pedir?»<br />
Unos decían:<br />
—«El mismo.» Otros decían:<br />
—«No es él, pero se le parece.» Él<br />
respondía:<br />
—«Soy yo.» Y le preguntaban:<br />
—«¿Y cómo se te han abierto los ojos?«<br />
Él contestó:<br />
—«Ese hombre que se llama Jesús<br />
hizo barro, me lo untó en los ojos y me<br />
dijo que fuese a Siloé y que me lavase.<br />
Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.»<br />
Le preguntaron:<br />
—«¿Dónde está Él?» Contestó:<br />
—«No sé.»<br />
Llevaron ante los fariseos al que había<br />
sido ciego. Era sábado el día que Jesús<br />
hizo barro y le abrió los ojos. También<br />
los fariseos le preguntaban cómo había<br />
adquirido la vista. Él les contestó:<br />
—«Me puso barro en los ojos, me<br />
lavé, y veo.» Algunos de los fariseos<br />
comentaban:<br />
—«Este hombre no viene de Dios,<br />
porque no guarda el sábado.» Otros<br />
replicaban:<br />
50<br />
—«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes<br />
signos?» Y estaban divididos.<br />
Y volvieron a preguntarle al ciego:<br />
—«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto<br />
los ojos?» Él contestó:<br />
—«Que es un profeta.» Pero los judíos<br />
no se creyeron que aquel había sido<br />
ciego y había recibido la vista, hasta que<br />
llamaron a sus padres y les preguntaron:<br />
—«¿Es este su hijo, de quien dicen<br />
ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que<br />
ahora ve?» Sus padres contestaron:<br />
—«Sabemos que este es nuestro hijo y<br />
que nació ciego; pero cómo ve ahora,<br />
no lo sabemos nosotros, y quién le ha<br />
abierto los ojos, nosotros tampoco lo<br />
sabemos. Pregúntenselo a él, que es<br />
mayor y puede explicarse.»<br />
Sus padres respondieron así porque le<br />
tenían miedo a los judíos; porque los<br />
judíos ya habían acordado excluir de la<br />
sinagoga a quien reconociera a Jesús por<br />
Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya<br />
es mayor, pregúntenselo a él». Llamaron<br />
por segunda vez al que había sido ciego<br />
y le dijeron:<br />
—«Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos<br />
que ese hombre es un pecador.»<br />
Contestó él:<br />
—«Si es un pecador, no lo sé; solo sé<br />
que yo era ciego y ahora veo.» Le preguntan<br />
de nuevo:<br />
—«¿Qué te hizo, cómo te abrió los<br />
ojos?» Les contestó:<br />
—«Se lo he dicho ya, y no me han hecho<br />
caso; ¿para qué quieren oírlo otra<br />
vez?; ¿también ustedes quieren hacerse<br />
discípulos suyos?» Ellos lo llenaron de<br />
improperios y le dijeron:<br />
—«Discípulo de ese lo serás tú; nosotros<br />
somos discípulos de Moisés. Nosotros<br />
sabemos que a Moisés le habló Dios,<br />
pero ese no sabemos de dónde viene.»<br />
Replicó él:<br />
—«Pues eso es lo raro: que ustedes no<br />
saben de dónde viene y, sin embargo,<br />
me ha abierto los ojos. Sabemos que
Dios no escucha a los pecadores, sino<br />
al que es religioso y hace su voluntad.<br />
Jamás se oyó decir que nadie le abriera<br />
los ojos a un ciego de nacimiento; si este<br />
no viniera de Dios, no tendría ningún<br />
poder.» Le replicaron:<br />
—«Empecatado naciste tú de pies a<br />
cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a<br />
nosotros?»<br />
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían<br />
expulsado, lo encontró y le dijo:<br />
—«¿Crees tú en el Hijo del hombre?»<br />
Él contestó:<br />
—«¿Y quién es, Señor, para que crea en<br />
él?» Jesús les dijo:<br />
—«Lo estás viendo: el que te está hablando,<br />
ese es.» Él dijo:<br />
—«Creo, señor.» Y se postró ante Él.<br />
Jesús añadió:<br />
—«Para un juicio he venido ya a este<br />
mundo; para que los que no ven vean,<br />
y los que ven queden ciegos.» Los fariseos<br />
que estaban con Él oyeron esto y<br />
le preguntaron:<br />
—«¿También nosotros estamos ciegos?»<br />
Jesús les contestó:<br />
—«Si estuvieran ciegos, no tendrían<br />
pecado, pero como dicen que ven, su<br />
pecado persiste.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
La Liturgia de la Iglesia en este Cuarto<br />
Domingo de Cuaresma, nos invita a<br />
recorrer una de las dinámicas fundamentales<br />
de nuestro renacimiento bautismal,<br />
a través del ejemplo evangélico<br />
del “ciego de nacimiento”, el paso de<br />
las tinieblas del pecado y del error, a la<br />
Luz de Dios, que es Cristo Resucitado.<br />
Ya en la Revelación del Antiguo Testamento,<br />
Dios había mostrado al Pueblo<br />
de Israel, cómo el juicio del Creador<br />
es más profundo y verdadero que los<br />
pensamientos de la creatura. Hemos<br />
escuchado en la Primera Lectura: No te<br />
fijes en su aspecto ni en lo elevado de<br />
51<br />
su estatura, porque yo lo he descartado.<br />
Dios no mira como mira el hombre;<br />
porque el hombre ve las apariencias,<br />
pero Dios ve el corazón. De esta manera<br />
indicaba, cuál es el verdadero criterio<br />
para juzgar a un hombre y el lugar en<br />
el cual el hombre puede encontrar la<br />
mirada de Dios y entrar en relación con<br />
Él: su corazón.<br />
Sin embargo, incapaz de permanecer<br />
fiel a lo más verdadero que hay en él,<br />
el hombre regresa a sus pequeños<br />
criterios, produciendo toda maldad,<br />
injusticia y falsedad, para gobernarse a<br />
sí mismo, decidiendo lo que es para su<br />
bien, y ocupando el lugar de Dios. Pero<br />
Dios no se da por vencido y se encuentra<br />
con cada uno de nosotros, así como<br />
lo narra en doble sentido, sobre todo, el<br />
Evangelio: escupió en la tierra, hizo barro<br />
con la saliva y lo puso sobre los ojos<br />
del ciego. O sea, Dios se hizo hombre,<br />
creatura; se unió a nuestra tierra, para<br />
que el hombre no escapara de Él, sino<br />
que pudiera llegar a reconocer, por<br />
medio del encuentro con su Santísima<br />
Humanidad, lo que San Juan escribe<br />
en el prólogo del Evangelio “Y el Verbo<br />
se hizo carne y habitó entre nosotros”.<br />
En segundo lugar, «Él dice: ve a lavarte<br />
a la piscina de Siloé”, que significa Enviado.<br />
Cristo, el enviado del Padre, tomó<br />
sobre sí todos nuestros pecados, hasta<br />
las últimas consecuencias de nuestra<br />
ceguera, hasta dejarse despojar de sus<br />
vestiduras, coronar de espinas y clavar<br />
en una cruz, despreciado por su mismo<br />
pueblo y abandonado por sus amigos.<br />
Este Amor inaudito de Cristo, no hace<br />
más que vencer definitivamente, con el<br />
tiempo, todo temor de cara a nuestros<br />
límites, porque no existe nada en nosotros<br />
que le pueda impedir amarnos.<br />
Pidamos, por intercesión de María<br />
Santísima, ser fieles a la verdad, a los<br />
hechos de nuestra vida, aferrando la<br />
mano, en toda circunstancia, a Cristo.<br />
DOMINGO 22
ORACIÓN<br />
Dios de todo consuelo, danos la luz<br />
de tu verdad, quita de nosotros toda<br />
oscuridad y ceguera y condúcenos al<br />
camino de tu luz. Amén.<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Ya no se oirán gemidos ni llantos<br />
Lectura del profeta Isaías 65, 17-21<br />
Así dice el Señor:<br />
—«Miren, yo voy a crear un cielo nuevo<br />
y una tierra nueva: de lo pasado no habrá<br />
recuerdo ni vendrá pensamiento, sino<br />
que habrá gozo y alegría perpetua por lo<br />
que voy a crear. Miren, voy a transformar<br />
a Jerusalén en alegría, y su pueblo<br />
en gozo; me alegraré de Jerusalén y me<br />
gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán<br />
en ella gemidos ni llantos; ya no habrá<br />
allí niños malogrados ni adultos que no<br />
colmen sus años, pues será joven el que<br />
muera a los cien años, y el que no los alcance<br />
se tendrá por maldito. Construirán<br />
casas y las habitarán, plantarán viñas y<br />
comerán sus frutos.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
29, 2-6.11-13<br />
R. Te ensalzaré, Señor,<br />
porque me has librado.<br />
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado<br />
y no has dejado que mis enemigos<br />
se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del<br />
abismo, me hiciste revivir cuando bajaba<br />
a la fosa. R<br />
Toquen para el Señor, fieles suyos, den<br />
gracias a su nombre santo; su cólera<br />
52<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar perma-<br />
23<br />
dura<br />
nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Ser luz por medio de los gestos y las<br />
acciones de este día.<br />
LUNES - SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO<br />
Laudes: Sal 89; Cánt. Is 42, 10-16; Sal 134<br />
Vísperas: Sal 135 I; Sal 135 II; Cánt. Ef 1, 3-10<br />
un instante, su bondad, de por vida;<br />
al atardecer nos visita el llanto, por la<br />
mañana, el júbilo. R<br />
Escucha, Señor, y ten piedad de mí,<br />
Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en<br />
danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias<br />
por siempre. R<br />
EVANGELIO<br />
Anda, tu hijo está curado<br />
Lectura del Santo Evangelio según<br />
san Juan 4, 43-54<br />
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria<br />
y se fue a Galilea. Jesús mismo había<br />
hecho esta afirmación:<br />
—«Un profeta no es estimado en su<br />
propia Patria.»<br />
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo<br />
recibieron bien, porque habían visto lo<br />
que había hecho en Jerusalén durante<br />
la fiesta, pues también ellos habían ido<br />
a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de<br />
Galilea, donde había convertido el agua<br />
en vino. Había un funcionario real que<br />
tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.<br />
Oyendo que Jesús había llegado de<br />
Judea a Galilea fue a verle, y le pedía<br />
que bajase a curar a su hijo que estaba<br />
muriéndose, Jesús le dijo:<br />
—«Como no vean signos y prodigios,<br />
no creen.» El funcionario insiste:<br />
—«Señor, baja antes de que se muera mi
niño.» Jesús le contesta:<br />
—«Anda, tu hijo está curado.»<br />
El hombre creyó en la palabra de Jesús<br />
y se puso en camino. Iba ya bajando,<br />
cuando sus criados vinieron a su encuentro<br />
diciéndole que su hijo estaba<br />
curado. Él les preguntó a qué hora había<br />
empezado la mejoría. Y le contestaron:<br />
—«Hoy a la una lo dejó la fiebre.»<br />
El padre cayó en la cuenta de que esa era<br />
la hora cuando Jesús le había dicho «tu<br />
hijo está curado». Y creyó él con toda<br />
su familia. Este segundo signo lo hizo<br />
Jesús al llegar de Judea a Galilea.<br />
Palabra del Señor.<br />
53<br />
MEDITACIÓN<br />
Cuando escucho al Señor hablando a<br />
mi corazón, a través del profeta Isaías:<br />
“VOY A CREAR UN CIELO NUEVO<br />
Y UNA TIERRA NUEVA”, siento aires<br />
nuevos, siento esperanza y gozo.<br />
Isaías anuncia como una especie de<br />
vuelta al Paraíso. Dios quiere que la<br />
mujer y el hombre y toda la sociedad<br />
en su conjunto vuelvan, regresen a su<br />
estado original, a la armonía y felicidad<br />
con que fueron creados. ¡Qué alegría<br />
me da saber que ese es mi futuro<br />
último!- y el tuyo-, la felicidad total, el<br />
gozo y la alegría eterna, sin tristeza ni<br />
llanto. Cristo resucitado es quien nos<br />
revela nuestro futuro, lo que nos espera,<br />
no nos espera el fracaso, la nada, el<br />
abismo, sino la eternidad. Abramos el<br />
corazón al Señor porque quiere llevar a<br />
cabo en nosotros un cielo nuevo y una<br />
tierra nueva. Aunque no lo creas, quiere<br />
una nueva primavera para ti y para mí.<br />
El Señor quiere que miremos nuestro<br />
futuro llenos de esperanza, llenos de<br />
su novedad, de la sorpresa que es vivir<br />
con Él como centro de nuestras vidas.<br />
Hay que abrirse a la novedad, a las<br />
maravillas de Dios. Abramos nuestros<br />
ojos, pero también el corazón para<br />
mirar con gratitud los regalos del Señor,<br />
para relacionarnos con los demás<br />
como hermanos y amigos.<br />
San Casiano decía: “Si tenemos fija la<br />
mirada en las cosas de la eternidad, y<br />
estamos persuadidos de que todo lo de<br />
este mundo pasa y termina, viviremos<br />
siempre contentos y permaneceremos<br />
inquebrantables en nuestro entusiasmo<br />
hasta el fin. Ni nos abatirá el infortunio,<br />
ni nos llenará de soberbia la prosperidad,<br />
porque consideraremos ambas<br />
cosas como caducas y transitorias”.<br />
Jesús ,aunque aceptado por algunos,<br />
es rechazado por un gran grupo de<br />
judíos. Sin embargo, un extranjero, pero<br />
además con una función real, confía en<br />
Él, quiere la salud de su hijo que está<br />
muriendo. Tenía mayor fe que los propios<br />
judíos. Igual nos puede pasar a ti<br />
y a mí, que siendo creyentes no tengamos<br />
la fe de aquellos que están afuera,<br />
que no consideramos merecedores de<br />
la misericordia de Dios.<br />
Sé por experiencia propia, que el Señor<br />
siempre quiere devolver la salud,<br />
quitarnos toda tristeza, romper las<br />
cadenas que nos estén esclavizando<br />
y perdonarnos todo, absolutamente<br />
todo. A nosotros nos toca abrir el corazón,<br />
ejercitar la fe y dejarnos sanar<br />
integralmente por Jesús. En muchas<br />
ocasiones, ante mi propia enfermedad<br />
he tenido que dejar a Jesús hacer milagros.<br />
Y tú, ¿estás dispuesto a dejar a<br />
Jesús actuar con libertad? Jesús con<br />
su resurrección nos ha traído una nueva<br />
creación.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, hoy quiero darte gracias por un<br />
nuevo día, por mi vida y la de los que<br />
me rodean. Quiero en este día vivir mi<br />
pequeñez y tu grandeza. Quiero agradecerte<br />
tu amor y cuidado. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar perma-<br />
LUNES 23
nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
24<br />
Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Vi que manaba agua del lado derecho<br />
del templo, y habrá vida dondequiera<br />
que llegue la corriente<br />
Lectura del la profecía<br />
de Ezequiel 47, 1-9.12<br />
En aquellos días, el ángel me hizo volver<br />
a la entrada del templo. Del zaguán del<br />
templo manaba agua hacia levante -el<br />
templo miraba a levante-. El agua iba<br />
bajando por el lado derecho del templo,<br />
al mediodía del altar. Me sacó por la<br />
puerta septentrional y me llevó a la<br />
puerta exterior que mira a levante. El<br />
agua iba corriendo por el lado derecho.<br />
El hombre que llevaba el cordel en la<br />
mano salió hacia levante. Midió mil<br />
codos y me hizo atravesar las aguas:<br />
¡agua hasta los tobillos! Midió otros<br />
mil y me hizo cruzar las aguas: ¡agua<br />
hasta las rodillas! Midió otros mil y me<br />
hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! Midió<br />
otros mil. Era un torrente que no pude<br />
cruzar, pues habían crecido las aguas y<br />
no se hacía pie; era un torrente que no se<br />
podía vadear. Me dijo entonces:<br />
―«¿Has visto, hijo de Adán?» A la<br />
vuelta me condujo por la orilla del torrente.<br />
Al regresar, vi a la orilla del río<br />
una gran arboleda en sus dos márgenes.<br />
Me dijo:<br />
―«Estas aguas fluyen hacia la comarca<br />
levantina, bajarán hasta la estepa,<br />
desembocarán en el mar de las aguas<br />
salobres, y lo sanearán. Todos los seres<br />
54<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Meditar y orar sobre ese cielo nuevo<br />
y tierra nueva que Dios ya está produciendo<br />
en mi vida y de los que no me<br />
he apropiado todavía.<br />
MARTES - SANTOS ARNULPO ROMERO<br />
Y CATALINA DE SUECIA<br />
Laudes: Sal 100; Cánt. Dn 3, 26-27.29.34-41; Sal 143<br />
Sal 136; Sal 137; Cánt. Ap 4, 11;5, 9.10.12<br />
vivos que bullan allí donde desemboque<br />
la corriente, tendrán vida; y habrá peces<br />
en abundancia. Al desembocar allí estas<br />
aguas, quedará saneado el mar y habrá<br />
vida dondequiera que llegue la corriente.<br />
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerá<br />
toda clase de frutales; no se marchitarán<br />
sus hojas ni sus frutos se acabarán;<br />
darán cosecha nueva cada luna, porque<br />
los riegan aguas que manan del santuario;<br />
su fruto será comestible y sus hojas<br />
medicinales.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
45, 2-9<br />
R. El Señor de los ejércitos está<br />
con nosotros, nuestro alcázar es<br />
el Dios de Jacob.<br />
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,<br />
poderoso defensor en el peligro. Por eso<br />
no tememos aunque tiemble la tierra, y<br />
los montes se desplomen en el mar. R<br />
El correr de las acequias alegra la ciudad<br />
de Dios, el Altísimo consagra su morada.<br />
Teniendo a Dios en medio, no vacila;<br />
Dios la socorre al despuntar la aurora. R<br />
El Señor de los ejércitos está con nosotros,<br />
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.<br />
Vengan a ver las obras del Señor, las<br />
maravillas que hace en la tierra. R<br />
EVANGELIO<br />
Al momento aquel<br />
hombre quedó sano
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 5, 1-3.5-16<br />
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta<br />
de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.<br />
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de<br />
las ovejas, una piscina que llaman en<br />
hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales,<br />
y allí estaban echados muchos<br />
enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba<br />
también allí un hombre que llevaba<br />
treinta y ocho años enfermo. Jesús, al<br />
verlo echado, y sabiendo que ya llevaba<br />
mucho tiempo, le dice:<br />
―«¿Quieres quedar sano?» El enfermo<br />
le contestó:<br />
―«Señor, no tengo a nadie que me<br />
meta en la piscina cuando se remueve el<br />
agua; para cuando llego yo, otro se me<br />
ha adelantado.» Jesús le dice:<br />
―«Levántate, toma tu camilla y echa<br />
a andar.»<br />
Y al momento el hombre quedó sano,<br />
tomó su camilla y echó a andar. Aquel<br />
día era sábado, y los judíos dijeron al<br />
hombre que había quedado sano:<br />
―«Hoy es sábado, y no se puede llevar<br />
la camilla.» Él les contestó:<br />
―«El que me ha curado es quien me ha<br />
dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»<br />
Ellos le preguntaron:<br />
―«¿Quién es el que te ha dicho que<br />
tomes la camilla y eches a andar?»<br />
Pero el que había quedado sano no sabía<br />
quién era, porque Jesús, aprovechando<br />
el barullo de aquel sitio, se había alejado.<br />
Más tarde lo encuentra Jesús en el<br />
templo y le dice:<br />
―«Mira, has quedado sano; no peques<br />
más, no sea que te ocurra algo peor.»<br />
Se marchó aquel hombre y dijo a los<br />
judíos que era Jesús quien lo había sanado.<br />
Por esto los judíos acosaban a Jesús,<br />
porque hacía tales cosas en sábado.<br />
Palabra del Señor.<br />
55<br />
MEDITACIÓN<br />
“El agua es vida”, frase que escuchamos<br />
cuando una sequía intensa<br />
marchita la naturaleza; por otra parte,<br />
cuando las inundaciones arrasan con<br />
todo a su paso, lo que dicen los que<br />
observan atentamente la naturaleza es<br />
que el agua paga los daños que ocasiona,<br />
porque ayuda la regeneración de lo<br />
que destruye.<br />
Dios es la fuente de la vida, su Creador.<br />
Dicen los entendidos que la vida animal<br />
salió del mar, (el agua), y parece que la<br />
Biblia lo confirma (cf. Gén. 1, 20). Dios<br />
mismo es la fuente, el manantial de<br />
aguas vivas (Jer. 2, 13) que sanea todo<br />
lo que daña el pecado. Por eso, el correr<br />
de las acequias, o sea, el agua que brota<br />
del templo, lugar donde Dios habita, y<br />
corre por los canales de riego, alegra la<br />
ciudad de Dios, por el cambio que esa<br />
agua opera en nuestras vidas cuando<br />
vivimos en la ciudad de Dios, estando<br />
en gracia. Esta lectura adquiere, a mi<br />
manera de ver, su plena significación en<br />
el Evangelio, porque Jesús es el Templo,<br />
que al ser destruido en la cruz, al tercer<br />
día se levantó, dando cumplimiento a lo<br />
que anunció cuando echó del Templo<br />
de Jerusalén a los vendedores de bueyes<br />
y a los cambistas (cf. Jn. 2, 18-22),<br />
y esa agua manó de su santuario, su<br />
cuerpo, cuando el soldado le atravesó<br />
el costado y brotó sangre y agua (Jn.<br />
19, 34). El paralítico de la piscina no tuvo<br />
que entrar al agua para sanarse, bastó<br />
la palabra plena de autoridad de Jesús<br />
para tomar su camilla y echar a caminar<br />
después de haber pasado treinta y ocho<br />
años paralizado.<br />
El paralítico ni conocía a Jesús ni podía<br />
ir hacia Él, pero Jesús se le acercó, y Él,<br />
Santuario de donde brota el agua viva,<br />
lo sanó; otra de las obras maravillosas<br />
que en la tierra hace el Señor, que está<br />
con nosotros, pues Jesús es el Emmanuel:<br />
Dios con nosotros (Mt. 1, 23).<br />
Yahvé es la fuente de agua viva y Jesús,<br />
uno con el Padre (cf. Jn. 10, 30), es el<br />
MARTES 24
Santuario de donde brota abundante<br />
el agua que apaga toda sed, pero hay<br />
que creer en Él y creerle a Él para ir a<br />
saciar la sed.<br />
Entiendo que al ser sanado físicamente<br />
el paralítico recibió otra gracia mayor,<br />
la espiritual, pues se fue al Templo, y<br />
es posible, no lo dice el Evangelio, que<br />
hiciese caso a las palabras que Jesús<br />
le dijo, de no volver a pecar.<br />
ORACIÓN<br />
Mi Señor y mi Dios, humildemente<br />
acudo a ti para que rompas todas las<br />
25 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Miren: la virgen está encinta<br />
Lectura del libro de Isaías 7, 10-14<br />
En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz:<br />
—«Pide una señal al Señor, tu Dios:<br />
en lo hondo del abismo o en lo alto del<br />
cielo.» Respondió Acaz:<br />
—«No la pido, no quiero tentar al Señor.»<br />
Entonces dijo Dios:<br />
—«Escucha, casa de David: ¿No les<br />
basta cansar a los hombres, que cansan<br />
incluso a mi Dios? Pues el Señor, por<br />
su cuenta, les dará una señal: Miren: la<br />
virgen está encinta y dará a luz un hijo,<br />
y le pondrá por nombre Emmanuel, que<br />
significa “Dios con nosotros”.»<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
39, 7-11<br />
R. Aquí estoy, Señor,<br />
para hacer tu voluntad.<br />
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y,<br />
en cambio, me abriste el oído; no pides<br />
sacrificio expiatorio, entonces yo digo:<br />
«Aquí estoy.» R<br />
«—Como está escrito en mi libro—<br />
56<br />
cadenas que me atan y me impiden<br />
caminar libremente, siguiéndote a ti con<br />
todo el corazón. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Ayudar a levantarse a alguien que se<br />
sienta caído.<br />
MIÉRCOLES - LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR<br />
Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />
Sal 109, 1-5.7; Sal 129; Cánt. Col 1, 12-20<br />
para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo<br />
quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R<br />
He proclamado tu salvación ante la gran<br />
asamblea; no he cerrado los labios: Señor,<br />
tú lo sabes. R<br />
No me he guardado en el pecho tu<br />
defensa, he contado tu fidelidad y tu<br />
salvación, no he negado tu misericordia<br />
y tu lealtad ante la gran asamblea. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
Está escrito en el libro: «Aquí estoy,<br />
oh Dios, para hacer tu voluntad»<br />
Lectura de la carta a<br />
los Hebreos 10, 4-10<br />
Hermanos:<br />
Es imposible que la sangre de los toros<br />
y de los machos cabríos quite los pecados.<br />
Por eso, cuando Cristo entró en el<br />
mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios<br />
ni ofrendas, pero me has preparado un<br />
cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas<br />
expiatorias. Entonces yo dije lo que<br />
está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh<br />
Dios, para hacer tu voluntad”.» Primero<br />
dice: «No quieres ni aceptas sacrificios<br />
ni ofrendas, holocaustos ni víctimas ex-
piatorias», que se ofrecen según la Ley.<br />
Después añade: «Aquí estoy yo para hacer<br />
tu voluntad». Niega lo primero, para<br />
afirmar lo segundo. Y conforme a esa<br />
voluntad todos quedamos santificados<br />
por la oblación del cuerpo de Jesucristo,<br />
hecha una vez para siempre.<br />
Palabra de Dios.<br />
EVANGELIO<br />
Concebirás en tu vientre<br />
y darás a luz un hijo<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Lucas 1, 26-38<br />
A los seis meses, el ángel Gabriel fue<br />
enviado por Dios a una ciudad de<br />
Galilea llamada Nazaret, a una virgen<br />
desposada con un hombre llamado<br />
José, de la estirpe de David; la virgen se<br />
llamaba María. El ángel, entrando en su<br />
presencia, dijo:<br />
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor<br />
está contigo.» Ella se turbó ante estas<br />
palabras y se preguntaba qué saludo era<br />
aquél. El ángel le dijo:<br />
—«No temas, María, porque has encontrado<br />
gracia ante Dios. Concebirás<br />
en tu vientre y darás a luz un hijo, y le<br />
pondrás por nombre Jesús. Será grande,<br />
se llamará Hijo del Altísimo, el Señor<br />
Dios le dará el trono de David, su padre,<br />
reinará sobre la casa de Jacob para siempre,<br />
y su reino no tendrá fin.» Y María<br />
dijo al ángel:<br />
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a<br />
varón?» El ángel le contestó:<br />
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y<br />
la fuerza del Altísimo te cubrirá con su<br />
sombra; por eso el Santo que va a nacer<br />
se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu<br />
pariente Isabel, que, a pesar de su vejez,<br />
ha concebido un hijo, y ya está de seis<br />
meses la que llamaban estéril, porque<br />
para Dios nada hay imposible.» María<br />
contestó:<br />
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase<br />
en mí según tu palabra.»<br />
57<br />
Y la dejó el ángel.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Por encima del apoyo de la familia, de<br />
las instituciones, de los seguros de<br />
salud y de vida, la mayor seguridad<br />
que tenemos es el poder del Creador,<br />
en quien podemos confiar sin temor a<br />
que nos defraude. Podemos pedirle<br />
siempre, sin alterar su voluntad. No<br />
podemos caer en el error del rey Acaz,<br />
que confundido con la misericordia de<br />
Dios, temió pedirle su ayuda.<br />
El Señor siempre nos escucha y ve la<br />
desolación de los corazones afligidos y<br />
una muestra de que no estamos solos<br />
en este mundo es su presencia entre<br />
nosotros; envió a su hijo Jesucristo<br />
para hacerse visible, para redimirnos<br />
de los pecados. Nuestro Padre no nos<br />
pide que hagamos sacrificios expiatorios,<br />
solo espera actitudes humildes,<br />
corazones arrepentidos de las infidelidades<br />
cometidas, de las ofensas a<br />
nuestro prójimo.<br />
La misericordia de Dios es eterna, no<br />
tiene límites; una prueba más de su<br />
amor es el envío del arcángel Gabriel,<br />
portavoz del Señor a María, sencilla<br />
joven de Nazaret quien recibe la anunciación<br />
del Señor, que le dice en la voz<br />
del arcángel Gabriel “Concebirás en tu<br />
vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás<br />
por nombre Jesús”. La madre de<br />
Jesús, elegida entre todas las mujeres,<br />
es el modelo que el Señor nos pone<br />
para ayudarnos a llegar a Él.<br />
Del silencio interior de María aprendamos<br />
a estar en sintonía con Dios para<br />
que en medio de todas las actividades<br />
podamos percibir su presencia<br />
y escuchar cuando nos habla en los<br />
acontecimientos.<br />
Acojamos como María el plan de vida<br />
que Dios nos tiene, sin resistirnos.<br />
Aún sin nuestro agrado, busquemos<br />
MIÉRCOLES 25
siempre su presencia, sobre todo en<br />
los acontecimientos más oscuros;<br />
aprendamos de María a confiar en<br />
el Señor, a no dudar de su promesa.<br />
Descansemos en Él porque su palabra<br />
se cumple. Estemos dispuestos,<br />
como María, a buscar la verdad divina<br />
al amparo de la palabra bíblica y de<br />
la tradición oral para que nadie nos<br />
confunda. Imitemos de ella la humildad<br />
que la llevó a ser escogida como la<br />
madre del Salvador y de lo que nunca<br />
se engrandeció, para que podamos<br />
convivir en medio de los tiempos turbulentos<br />
en paz, amparados al abrigo<br />
de Jesús.<br />
26 Vísperas:<br />
JUEVES - SAN BRAULIO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Arrepiéntete de la<br />
amenaza contra tu pueblo<br />
Lectura del libro del<br />
Éxodo 32, 7-14<br />
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:<br />
―«Anda, baja del monte, que se ha<br />
pervertido tu pueblo, el que tú sacaste<br />
de Egipto. Pronto se han desviado del<br />
camino que yo les había señalado.<br />
Se han hecho un novillo de metal, se<br />
postran ante él, le ofrecen sacrificios<br />
y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel,<br />
el que te sacó de Egipto”» Y el Señor<br />
añadió a Moisés:<br />
―«Veo que este pueblo es un pueblo de<br />
dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se<br />
va a encender contra ellos hasta consumirlos.<br />
Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces<br />
Moisés suplicó al Señor, su Dios:<br />
―«¿Por qué, Señor, se va a encender tu<br />
ira contra tu pueblo, que tú sacaste de<br />
Egipto, con gran poder y mano robusta?<br />
¿Tendrán que decir los egipcios: “Con<br />
58<br />
ORACIÓN<br />
Jesús, dame humildad para que las<br />
virtudes de tu madre sean el modelo<br />
que me ayude en esta Cuaresma a<br />
caminar hacia ti y a fortalecerme con<br />
tu presencia en la gloria de tu Resurrección.<br />
Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Identificar las virtudes de la Virgen<br />
Santísima y ponerlas en práctica.<br />
Laudes: Sal 142; Cánt. Is 66, 10-14a; Sal 146<br />
Sal 143 I; Sal 143 II; Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />
mala intención los sacó, para hacerlos<br />
morir en las montañas y exterminarlos<br />
de la superficie de la tierra”? Aleja el<br />
incendio de tu ira, arrepiéntete de la<br />
amenaza contra tu pueblo. Acuérdate<br />
de tus siervos, Abraham, Isaac e Israel,<br />
a quienes juraste por ti mismo, diciendo:<br />
“Multiplicaré su descendencia como las<br />
estrellas del cielo, y toda esta tierra de<br />
que he hablado se la daré a su descendencia<br />
para que la posea por siempre”.»<br />
Y el Señor se arrepintió de la amenaza<br />
que había pronunciado contra su pueblo.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
105, 19-23<br />
R. Acuérdate de mí, Señor,<br />
por amor a tu pueblo.<br />
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron<br />
un ídolo de fundición; cambiaron<br />
su gloria por la imagen de un toro que<br />
come hierba. R<br />
Se olvidaron de Dios, su salvador, que
había hecho prodigios en Egipto, maravillas<br />
en el país de Cam, portentos junto<br />
al mar Rojo. R<br />
Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero<br />
Moisés, su elegido, se puso en la brecha<br />
frente a él, para apartar su cólera del<br />
exterminio. R<br />
EVANGELIO<br />
Hay uno que les acusa: Moisés, en<br />
quien tienen su esperanza<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 5, 31-47<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:<br />
―«Si yo doy testimonio de mí mismo,<br />
mi testimonio no es válido. Hay otro que<br />
da testimonio de mí, y sé que es válido<br />
el testimonio que da de mí. Ustedes enviaron<br />
mensajeros a Juan, y él ha dado<br />
testimonio de la verdad. No es que yo<br />
dependa del testimonio de un hombre; si<br />
digo esto es para que ustedes se salven.<br />
Juan era la lámpara que ardía y brillaba,<br />
y ustedes quisieron gozar un instante de<br />
su luz. Pero el testimonio que yo tengo<br />
es mayor que el de Juan: las obras que<br />
el Padre me ha concedido realizar;<br />
esas obras que hago dan testimonio de<br />
mí: que el Padre me ha enviado. Y el<br />
Padre que me envió, Él mismo ha dado<br />
testimonio de mí. Nunca han escuchado<br />
su voz, ni visto su semblante, y su<br />
palabra no habita en ustedes, porque<br />
al que Él envió no le creen. Estudian<br />
las Escrituras pensando encontrar en<br />
ellas vida eterna; pues ellas están dando<br />
testimonio de mí, ¡y no quieren venir a<br />
mí para tener vida! No recibo gloria de<br />
los hombres; además, les conozco y sé<br />
que el amor de Dios no está en ustedes.<br />
Yo he venido en nombre de mi Padre, y<br />
no me reciben; si otro viene en nombre<br />
propio, a ese sí lo reciben. ¿Cómo pueden<br />
creer ustedes, que aceptan gloria<br />
unos de otros y no buscan la gloria que<br />
viene del único Dios? No piensen que yo<br />
les voy a acusar ante el Padre, hay uno<br />
59<br />
que les acusa: Moisés, en quien tienen<br />
su esperanza. Si creyeran a Moisés, me<br />
creerían a mí, porque de mí escribió él.<br />
Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo<br />
darán fe a mis palabras?»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
La historia de un pueblo se escribe<br />
todos los días de acuerdo a las decisiones<br />
que ellos mismos van tomando,<br />
sea la clase política, la sociedad civil,<br />
los padres de familia. Desde las células<br />
mas grandes hasta las más pequeñas<br />
definen el curso de todo un pueblo.<br />
El Dios de Israel los había sacado de<br />
la esclavitud, les había dado una vida<br />
nueva y los iba guiando según sus mandatos<br />
hacia la tierra prometida. Pero el<br />
pueblo, de naturaleza infiel, testarudos,<br />
necios e incrédulos, comenzó a quejarse,<br />
a crearse dioses falsos a los que le<br />
daba culto y les ofrecía sacrificios.<br />
Debió ser muy duro lo que sintió Dios<br />
en el corazón al recibir esta estocada de<br />
parte de su pueblo. Así se llena de ira y<br />
planea eliminarlos a todos.<br />
Me impresiona la intercesión oportuna<br />
de Moisés. ¡Qué amor tan grande sentía<br />
por este pueblo! Él sabía que Dios tenía<br />
razón pero intercedió ante Él para que<br />
aplacara su ira y se arrepintiera de la<br />
amenaza. Dios lo escucha y el pueblo<br />
sigue caminando hacia su destino. A<br />
veces somos como ese pueblo, rebelde,<br />
soberbio, adoradores de falsos<br />
dioses: del dinero, del poder, de la fama<br />
y el reconocimiento; que se mira a sí<br />
mismo y se olvida de los demás, que<br />
busca satisfacer sus necesidades y<br />
sus lujos y no le importa si al que está<br />
a su lado le hace falta lo básico. Todo<br />
lo que tenemos es gracia, generosidad<br />
y bondad de Dios. Nos falta recordar<br />
de dónde venimos, qué camino nos ha<br />
tocado recorrer, qué desiertos hemos<br />
transitado de su mano y cómo llegamos<br />
JUEVES 26
a nuestra tierra prometida. Hay que ser<br />
agradecidos, humildes, reconocer la<br />
mano de Dios en todo, recordar que<br />
hemos llegado hasta donde estamos<br />
por su Misericordia, porque nos alcanzó<br />
su amor y no su ira. Vemos ese amor en<br />
su plenitud en las promesas cumplidas<br />
en Jesús, en el sacrificio que Él tuvo<br />
que hacer para que hoy tuviéramos la<br />
vida eterna como una posibilidad, y la<br />
muerte no fuera el final de nuestros días,<br />
más bien un dormir para despertar a la<br />
verdadera vida.<br />
Vivamos conscientes de esto, asumiendo<br />
cada día como un don de Dios. No<br />
demos por sentado que estaremos<br />
aquí mañana, vivamos haciendo el bien,<br />
ayudando a otros, intercediendo por<br />
los demás y siendo canal de bendición<br />
para quien lo necesite. Seamos ese<br />
Moisés que intercede amorosamente<br />
por los que tienen necesidad de Dios.<br />
Nosotros que vivimos la certeza de<br />
27 Vísperas:<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Lo condenaremos a<br />
muerte ignominiosa<br />
Lectura del libro de<br />
la Sabiduría 2, 1a.12-22<br />
Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente:<br />
«Acechemos al justo, que nos resulta<br />
incómodo: se opone a nuestras acciones,<br />
nos echa en cara nuestros pecados,<br />
nos reprende nuestra educación<br />
errada; declara que conoce a Dios<br />
y se da el nombre de hijo del Señor;<br />
es un reproche para nuestras ideas y<br />
solo verlo da grima; lleva una vida<br />
distinta de los demás, y su conducta es<br />
diferente; nos considera de mala ley y<br />
se aparta de nuestras sendas como si<br />
VIERNES - SAN RUPERTO<br />
60<br />
ese amor, multipliquémoslo por todas<br />
partes.<br />
ORACIÓN<br />
Señor, que como Moisés que multipliquen<br />
las buenas obras que has hecho<br />
en mi vida, para que todo el mundo<br />
reciba de tu parte, el amor, la paz, la<br />
alegría que yo he recibido y todo sea<br />
como lo has planeado. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Mirar en mi entorno si hay alguien<br />
que necesite de mi ayuda, de mi intercesión,<br />
de mi tiempo, de mi amor, y<br />
donarlo con generosidad.<br />
Laudes: Sal 50; Cánt. Tb 13, 10-13.15-17; Sal 147<br />
Sal 144 I; Sal 144 II; Cánt. Ap 15, 3-4<br />
fueran impuras; declara dichoso el fin<br />
de los justos y se gloría de tener por<br />
padre a Dios. Veamos si sus palabras<br />
son verdaderas, comprobando el desenlace<br />
de su vida. Si es el justo hijo de<br />
Dios, lo auxiliará y lo librará del poder<br />
de sus enemigos; lo someteremos a la<br />
prueba de la afrenta y la tortura, para<br />
comprobar su moderación y apreciar<br />
su paciencia; lo condenaremos a<br />
muerte ignominiosa, pues dice que<br />
hay quien se ocupa de él.»<br />
Así discurren, y se engañan, porque<br />
los ciega su maldad; no conocen los<br />
secretos de Dios, no esperan el premio<br />
de la virtud ni valoran el galardón de<br />
una vida intachable.<br />
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL<br />
33, 17-23<br />
R. El Señor está cerca<br />
de los atribulados.<br />
El Señor se enfrenta con los malhechores,<br />
para borrar de la tierra su memoria.<br />
Cuando uno grita, el Señor lo escucha<br />
y lo libra de sus angustias. R<br />
El Señor está cerca de los atribulados,<br />
salva a los abatidos. Aunque el justo<br />
sufra muchos males, de todos lo librará<br />
el Señor. R<br />
Él cuida de todos sus huesos, y ni uno<br />
solo se quebrará. El Señor redime a<br />
sus siervos, no será castigado quien se<br />
acoge a él. R<br />
61<br />
EVANGELIO<br />
Intentaban agarrarlo, pero todavía<br />
no había llegado su hora<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 7, 1-2.10.25-30<br />
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea,<br />
pues no quería andar por Judea<br />
porque los judíos trataban de matarlo.<br />
Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.<br />
Después que sus parientes se marcharon<br />
a la fiesta, entonces subió Él también,<br />
no abiertamente, sino a escondidas.<br />
Entonces algunos que eran de Jerusalén<br />
dijeron:<br />
―«¿No es este el que intentan matar?<br />
Pues miren cómo habla abiertamente,<br />
y no le dicen nada. ¿Será que los jefes<br />
se han convencido de que este es el<br />
Mesías? Pero este sabemos de dónde<br />
viene, mientras que el Mesías, cuando<br />
llegue, nadie sabrá de dónde viene.»<br />
Entonces Jesús, mientras enseñaba en<br />
el templo, gritó:<br />
―«A mí me conocen, y conocen de<br />
dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo<br />
por mi cuenta, sino enviado por el que<br />
es veraz; a ese ustedes no lo conocen; yo<br />
lo conozco, porque procedo de Él, y Él<br />
me ha enviado.»<br />
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie<br />
le pudo echar mano, porque todavía<br />
no había llegado su hora.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
La primera lectura parece escrita en<br />
nuestros días. El razonamiento de<br />
aquellos que están lejos de Dios, el<br />
Evangelio que incomoda a los que están<br />
en pecado, los justos que molestan por<br />
su buena conducta.<br />
Vemos en nuestros días como son menos<br />
los que actúan con justicia y más<br />
los que llevan la misma vida desordenada.<br />
A veces parece que los que están<br />
mal son aquellos que llevan el Evangelio.<br />
En nuestros ambientes, es tan frecuente<br />
la corriente del mundo que cuando<br />
somos capaces de expresar nuestras<br />
opiniones y juicios en contra de determinadas<br />
conductas o modos de pensar<br />
somos “perseguidos” y juzgados. Algunos,<br />
en ocasiones, no somos capaces<br />
de expresar lo que pensamos para no<br />
ser excluidos o juzgados.<br />
Y es que a los que andan en la oscuridad,<br />
la luz les molesta. Yo he sido testigo<br />
muchas veces de esas “persecuciones”<br />
por mi modo de pensar o actuar.<br />
Pareciera como que vivimos en mundo<br />
distinto y en ocasiones nos entristece<br />
y somos apartados de determinados<br />
grupos. Si eres de estos, permíteme felicitarte<br />
porque estás obrando conforme<br />
a las gracias que has recibido y como<br />
dice el salmo de hoy, Dios está cerca de<br />
los atribulados. Si ese actuar te produce<br />
dolor, tristeza, incertidumbre; la buena<br />
noticia es que Dios está cerca.<br />
Si tu vida no molesta a los que andan<br />
en oscuridad, si aplauden tus opiniones<br />
y forma de vivir en todos los ambientes,<br />
detente hoy unos minutos y reflexiona,<br />
puede ser que estés actuando conforme<br />
a los criterios del mundo y no a los<br />
de Dios. Si tienes la dicha de que tus<br />
ambientes están en la luz de Dios, qué<br />
VIERNES 27
ueno, permanece atento para que<br />
puedas mantener esa gracia.<br />
Jesús andaba entre la gente y leemos<br />
en el Evangelio de hoy, que intentaban<br />
agarrarlo, pero nadie podía porque no<br />
había llegado su hora. Dios tiene el control<br />
en nuestras vidas, nada tenemos<br />
que temer porque para que algo nos<br />
suceda, Él tiene que permitirlo y si lo<br />
hace, algún bien saldrá.<br />
Atrevámonos a vivir siempre en la luz, a<br />
actuar conforme a la voluntad de Dios y<br />
Él actuará en nosotros, estará siempre<br />
cerca, nos consolará. Pidamos la gracia<br />
de perseverar hasta el final, viviendo<br />
conforme a lo que hemos recibido.<br />
28<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Señor,<br />
Yo, como cordero manso,<br />
llevado al matadero<br />
Lectura del libro de<br />
Jeremías 11, 18-20<br />
El Señor me instruyó, y comprendí,<br />
me explicó lo que hacían. Yo, como<br />
cordero manso, llevado al matadero, no<br />
sabía los planes homicidas que contra<br />
mí planeaban: “Talemos el árbol en su<br />
lozanía, arranquémoslo de la tierra vital,<br />
que su nombre no se pronuncie más”.<br />
Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas<br />
rectamente, pruebas las entrañas y el<br />
corazón; veré mi venganza contra ellos,<br />
porque a ti he encomendado mi causa.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
7, 2-3.9-12<br />
R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.<br />
62<br />
ORACIÓN<br />
Espíritu Santo, ilumina nuestro entendimiento<br />
para que nuestra vida pueda<br />
andar siempre en la verdad. Permite que<br />
identifiquemos las áreas de nuestras vidas<br />
que están en oscuridad y danos las<br />
fuerzas necesarias para vivir como Dios<br />
quiere, recibiendo de ti el ánimo necesario<br />
cuando lo necesitemos. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Dar las gracias a Dios y pedirle la gracia<br />
de vivir y actuar conforme a su voluntad<br />
todos los días de mi vida.<br />
SÁBADO - SANTOS SIXTO Y OCTAVIO<br />
Laudes: Sal 91; Cánt. Ez 36, 24-28; Sal 8<br />
Vísperas: Sal 140; Sal 141; Cánt. Flp 2, 6-11<br />
Dios mío, a ti me acojo, líbrame<br />
de mis perseguidores y sálvame, que no<br />
me atrapen como leones y me desgarren<br />
sin remedio. R<br />
Júzgame, Señor, según mi justicia, según<br />
la inocencia que hay en mí. Cese la<br />
maldad de los culpables, y apoya tú al<br />
inocente, tú que sondeas el corazón y las<br />
entrañas, tú, el Dios justo. R<br />
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos<br />
de corazón. Dios es un juez justo, Dios<br />
amenaza cada día. R<br />
EVANGELIO<br />
¿Es que de Galilea va<br />
a venir el Mesías?<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 7, 40-53<br />
En aquel tiempo, algunos de entre la<br />
gente, que habían oído los discursos de<br />
Jesús, decían:
―«Este es de verdad el profeta.» Otros<br />
decían:<br />
―«Este es el Mesías.» Pero otros decían:<br />
―«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?<br />
¿No dice la Escritura que el Mesías<br />
vendrá del linaje de David, y de Belén,<br />
el pueblo de David?»<br />
Y así surgió entre la gente una discordia<br />
por su causa. Algunos querían prenderlo,<br />
pero nadie le puso la mano encima.<br />
Los guardias del templo acudieron a<br />
los sumos sacerdotes y fariseos, y estos<br />
les dijeron:<br />
―«¿Por qué no lo han traído?» Los<br />
guardias respondieron:<br />
―«Jamás ha hablado nadie como ese<br />
hombre.» Los fariseos les replicaron:<br />
―«¿También ustedes se han dejado<br />
embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo<br />
que haya creído en Él? Esa gente que no<br />
entiende de la Ley son unos malditos.»<br />
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo<br />
a visitarlo y que era fariseo, les dijo:<br />
―«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a<br />
nadie sin escucharlo primero y averiguar<br />
lo que ha hecho?» Ellos le replicaron:<br />
―«¿También tú eres galileo? Estudia y<br />
verás que de Galilea no salen profetas.»<br />
Y se volvieron cada uno a su casa.<br />
Palabra del Señor.<br />
63<br />
MEDITACIÓN<br />
El Evangelio de hoy es muy duro, porque<br />
-a primera vista-, parece una crítica<br />
agresiva contra las autoridades. Pero si<br />
tú crees que es así, tienes que incluirte<br />
a ti mismo en el mismo grupo. Porque<br />
es todo lo contrario.<br />
San Juan nos cuenta de un diálogo<br />
entre los expertos. Cada uno escucha<br />
y elabora, usando las escrituras a su<br />
antojo, su propia posición. Pero nadie<br />
estaba escuchando aquel murmullo<br />
espiritual que viene como una suave<br />
brisa. Era Nicodemo, quien les recordó<br />
que es mejor no juzgar para no ser juzgado.<br />
Que hay que escuchar al hombre,<br />
no lo que dice la gente. Y que por sus<br />
frutos se conocerán.Ahora bien, todas<br />
estas cosas son meramente los consejos<br />
de un hombre justo. Hay algo aún<br />
más profundo aquí: la voz del Señor:<br />
Todos nosotros de cualquier estado o<br />
condición, estamos llamados a nuestro<br />
propio camino. Y esta llamada no viene<br />
del exterior, sino de la íntima convicción<br />
en el interior de cada uno de nosotros.<br />
Hay que recordar que Dios habló a<br />
Elías, no a través del huracán ni del<br />
terremoto ni del rayo, sino de una suave<br />
brisa (1 Reyes 19, 12). Así es con nosotros<br />
también. Hay una voz insistente<br />
dentro de cada uno de nosotros, que<br />
habla una y otra vez, hasta que -por<br />
fin-, le escuchamos… es la voz el Señor.<br />
Pero no tengas miedo. La voz del Señor<br />
es suave y llena de caridad. Es la voz de<br />
un padre que ama incondicionalmente a<br />
su hijo. Un padre que solamente quiere<br />
que salgas a la vida vestido de su amor,<br />
su perdón y su paz. `Ahora bien, están<br />
los que se tapan los oídos para no escuchar,<br />
o suben la radio, o se distraen con<br />
los juegos de su celular; pero Dios sigue<br />
hablando. Él tiene la paciencia y la bondad<br />
de un padre que ama a sus hijos, y<br />
está dispuesto a esperar, anticipando el<br />
momento cuando pueda acercarte con<br />
un apretado abrazo de amor.<br />
Él está tocando a la puerta de tu alma,<br />
y se quedará esperando hasta que<br />
abras. Dice: «Mira que estoy a la puerta<br />
y llamo: si escuchas mi voz y me abres,<br />
entraré en tu casa y comeré contigo y tú<br />
conmigo.» (cfr Apocalipsis, 3, 20). Y no<br />
importa si se te ocurre esconderte en un<br />
árbol, te llamará: «Baja en seguida, pues<br />
hoy tengo que quedarme en tu casa.»<br />
(Lucas, 19, 5)<br />
ORACIÓN<br />
Señor Jesús, sé que no te he buscado<br />
para escucharte. Perdóname. Permíte-<br />
SÁBADO 28
me barrer mi mente y pulir un espacio<br />
allí, para ti. Entonces, te suplico que me<br />
hables, porque este siervo tuyo quiere<br />
escucharte. Quiero ser un instrumento<br />
tuyo. He aquí tu siervo, haz en mí según<br />
tu voluntad. Amén.<br />
V DOMINGO DE CUARESMA<br />
SEMANA I DEL SALTERIO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Les infundiré, mi espíritu, y vivirán<br />
Lectura de la profecía<br />
de Ezequiel 37, 12-14<br />
Así dice el Señor:<br />
―«Yo mismo abriré sus sepulcros, y<br />
les haré salir de sus sepulcros, pueblo<br />
mío, y les traeré a la tierra de Israel. Y,<br />
cuando abra sus sepulcros y les saque de<br />
sus sepulcros, pueblo mío, sabrán que<br />
soy el Señor. Les infundiré mi espíritu,<br />
y vivirán; les colocaré en su tierra y sabrán<br />
que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»<br />
Oráculo del Señor.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
129, 1-8<br />
R. Del Señor viene la misericordia,<br />
la redención copiosa.<br />
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor,<br />
escucha mi voz; estén tus oídos atentos<br />
a la voz de mi súplica. R<br />
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,<br />
¿quién podrá resistir? Pero de ti procede<br />
el perdón, así infundes respeto. R<br />
Mi alma espera en el Señor, espera en<br />
su palabra; mi alma aguarda al Señor,<br />
más que el centinela la aurora. Aguarde<br />
Israel al Señor, como el centinela la<br />
aurora. R<br />
64<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar perma-<br />
29<br />
Vísperas:<br />
nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Entrar en intimidad y en el silencio de<br />
la oración procurando escuchar la voz<br />
de Dios.<br />
Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />
Sal 109; Sal 113 A; Cánt. 1 Pe 2, 21-24<br />
Porque del Señor viene la misericordia,<br />
la redención copiosa; y Él redimirá a<br />
Israel de todos sus delitos. R<br />
SEGUNDA LECTURA<br />
El Espíritu del que resucitó<br />
a Jesús de entre los<br />
muertos habita en ustedes<br />
Lectura de la carta del apóstol<br />
san Pablo a los Romanos 8, 8-11<br />
Hermanos:<br />
Los que viven sujetos a la carne no<br />
pueden agradar a Dios. Pero ustedes no<br />
están sujetos a la carne, sino al espíritu,<br />
ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes.<br />
El que no tiene el Espíritu de Cristo<br />
no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está<br />
en ustedes, el cuerpo está muerto por<br />
el pecado, pero el espíritu vive por la<br />
justificación obtenida. Si el Espíritu del<br />
que resucitó a Jesús de entre los muertos<br />
habita en ustedes, el que resucitó de entre<br />
los muertos a Cristo Jesús vivificará<br />
también sus cuerpos mortales, por el<br />
mismo Espíritu que habita en ustedes.<br />
Palabra de Dios.<br />
EVANGELIO<br />
Yo soy la resurrección y la vida<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 11, 1-45
65<br />
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de<br />
Betania, la aldea de María y de Marta,<br />
su hermana, había caído enfermo. María<br />
era la que ungió al Señor con perfume<br />
y le enjugó los pies con su cabellera; el<br />
enfermo era su hermano Lázaro. Las<br />
hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo:<br />
«Señor, tu amigo está enfermo».<br />
Jesús, al oírlo, dijo:<br />
―«Esta enfermedad no acabará en la<br />
muerte, sino que servirá para la gloria<br />
de Dios, para que el Hijo de Dios sea<br />
glorificado por ella.»<br />
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a<br />
Lázaro. Cuando se enteró de que estaba<br />
enfermo, se quedó todavía dos días en<br />
donde estaba. Solo entonces dice a sus<br />
discípulos:<br />
―«Vamos otra vez a Judea.» Los discípulos<br />
le replican:<br />
―«Maestro, hace poco intentaban apedrearte<br />
los judíos, ¿y vas a volver allí?»<br />
Jesús contestó:<br />
―«¿No tiene el día doce horas? Si uno<br />
camina de día, no tropieza, porque ve<br />
la luz de este mundo; pero si camina de<br />
noche, tropieza, porque le falta la luz.»<br />
Dicho esto, añadió:<br />
―«Lázaro, nuestro amigo, está dormido;<br />
voy a despertarlo.» Entonces le<br />
dijeron sus discípulos:<br />
―«Señor, si duerme, se salvará.»<br />
Jesús se refería a su muerte; en cambio,<br />
ellos creyeron que hablaba del sueño<br />
natural. Entonces Jesús les replicó claramente:<br />
―«Lázaro ha muerto, y me alegro por<br />
ustedes de que no hayamos estado allí,<br />
para que crean. Y ahora vamos a su<br />
casa.» Entonces Tomás, apodado el<br />
Mellizo, dijo a los demás discípulos:<br />
―«Vamos también nosotros y muramos<br />
con él.»<br />
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya<br />
cuatro días enterrado. Betania distaba<br />
poco de Jerusalén: unos tres kilómetros;<br />
y muchos judíos habían ido a ver a Marta<br />
y a María, para darles el pésame por<br />
su hermano. Cuando Marta se enteró de<br />
que llegaba Jesús, salió a su encuentro,<br />
mientras María se quedaba en casa. Y<br />
dijo Marta a Jesús:<br />
―«Señor, si hubieras estado aquí no<br />
habría muerto mi hermano. Pero aún<br />
ahora sé que todo lo que pidas a Dios,<br />
Dios te lo concederá.» Jesús le dijo:<br />
―«Tu hermano resucitará.» Marta<br />
respondió:<br />
―«Sé que resucitará en la resurrección<br />
del último día.» Jesús le dice:<br />
―«Yo soy la resurrección y la vida: el<br />
que cree en mí, aunque haya muerto,<br />
vivirá; y el que está vivo y cree en mí,<br />
no morirá para siempre. ¿Crees esto?»<br />
Ella le contestó:<br />
―«Sí, Señor: yo creo que tú eres el<br />
Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía<br />
que venir al mundo.» Y dicho esto, fue<br />
a llamar a su hermana María, diciéndole<br />
en voz baja:<br />
―«El Maestro está ahí y te llama.»<br />
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde<br />
estaba Él; porque Jesús no había entrado<br />
todavía en la aldea, sino que estaba aún<br />
donde Marta lo había encontrado. Los<br />
judíos que estaban con ella en casa consolándola,<br />
al ver que María se levantaba<br />
y salía de prisa, la siguieron, pensando<br />
que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando<br />
llegó María adonde estaba Jesús, al verlo<br />
se echó a sus pies diciéndole:<br />
―«Señor, si hubieras estado aquí no<br />
habría muerto mi hermano.»<br />
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo<br />
llorar a los judíos que la acompañaban,<br />
sollozó y, muy conmovido, preguntó:<br />
―«¿Dónde lo han enterrado?» Le contestaron:<br />
―«Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a<br />
llorar. Los judíos comentaban:<br />
―«¡Cómo lo quería!» Pero algunos<br />
dijeron:<br />
―«Y uno que le ha abierto los ojos a<br />
un ciego, ¿no podía haber impedido que<br />
DOMNGO 29
muriera este?»<br />
Jesús, sollozando de nuevo, llega al<br />
sepulcro. Era una cavidad cubierta con<br />
una losa. Dice Jesús:<br />
―«Quita la losa.» Marta, la hermana<br />
del muerto, le dice:<br />
―«Señor, ya huele mal, porque lleva<br />
cuatro días.» Jesús le dice:<br />
―«¿No te he dicho que si crees verás<br />
la gloria de Dios?» Entonces quitaron<br />
la losa. Jesús, levantando los ojos a lo<br />
alto, dijo:<br />
―«Padre, te doy gracias porque me has<br />
escuchado; yo sé que tú me escuchas<br />
siempre; pero lo digo por la gente que<br />
me rodea, para que crean que tú me has<br />
enviado.» Y dicho esto, gritó con voz<br />
potente:<br />
―«Lázaro, ven afuera.» El muerto<br />
salió, los pies y las manos atados con<br />
vendas, y la cara envuelta en un sudario.<br />
Jesús les dijo:<br />
―«Desátenlo y déjenlo andar.»<br />
Y muchos judíos que habían venido a<br />
casa de María, al ver lo que había hecho<br />
Jesús, creyeron en Él.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Ya solo faltan dos semanas para la<br />
Pascua y todas las lecturas bíblicas<br />
de este domingo hablan de la resurrección.<br />
Pero no de la Resurrección<br />
de Jesús, que irrumpirá como una<br />
novedad absoluta, sino de nuestra<br />
resurrección, a la que aspiramos y que<br />
precisamente Cristo nos ha donado, al<br />
resucitar de entre los muertos. En efecto,<br />
la muerte representa para nosotros<br />
como un muro que nos impide ver más<br />
allá; y sin embargo nuestro corazón<br />
se proyecta más allá de este muro y,<br />
aunque no podemos conocer lo que<br />
oculta, lo pensamos, lo imaginamos,<br />
expresando con símbolos nuestro<br />
deseo de eternidad.<br />
El profeta Ezequiel anuncia al pueblo<br />
66<br />
judío, en el destierro, lejos de la tierra<br />
de Israel, que Dios abrirá los sepulcros<br />
de los deportados y los hará regresar a<br />
su tierra, para descansar en paz en ella.<br />
Esta aspiración ancestral del hombre<br />
a ser sepultado junto a sus padres es<br />
anhelo de una patria que lo acoja al<br />
final de sus fatigas terrenas. Esta concepción<br />
no implica aún la idea de una<br />
resurrección personal de la muerte,<br />
pues esta solo aparece hacia el final<br />
del Antiguo Testamento, y en tiempos<br />
de Jesús aún no la compartían todos<br />
los judíos. Por lo demás, incluso entre<br />
los cristianos, la fe en la resurrección<br />
y en la vida eterna con frecuencia va<br />
acompañada de muchas dudas y<br />
mucha confusión, porque se trata de<br />
una realidad que rebasa los límites de<br />
nuestra razón.<br />
En el Evangelio de hoy de la resurrección<br />
de Lázaro, escuchamos la voz de<br />
la fe de labios de Marta, su hermana.<br />
Escuchaba la voz de Jesús, que le dice:<br />
“Tu hermano resucitará”, ella responde:<br />
Sé que resucitará en la resurrección en<br />
el último día. Y Jesús replica: “Yo soy<br />
la resurrección y la vida: el que cree en<br />
mí, aunque haya muerto, vivirá”. Esta<br />
es la verdadera novedad, que irrumpe<br />
y supera toda barrera. Cristo derrumba<br />
el muro de la muerte; en Él habita toda<br />
la plenitud de Dios, que es vida, vida<br />
eterna. Por esto, la muerte no tuvo<br />
poder sobre Él; y la resurrección de<br />
Lázaro es signo de su dominio total<br />
sobre la muerte física, que ante Dios<br />
es como un sueño.<br />
En realidad, hay alguien que nos espera<br />
a todos. El Señor nos espera; y no solo<br />
nos espera: está presente y nos tiende<br />
la mano. Aceptemos la mano del Señor<br />
y pidámosle que nos conceda vivir realmente,<br />
vivir la abundancia de su vida,<br />
para poder así comunicar también a<br />
nuestros contemporáneos la verdadera<br />
vida, la vida en abundancia. Amén.
ORACIÓN<br />
Dios de la vida concédenos el gozo de<br />
experimentar en nosotros la alegría de<br />
tenerte siempre como nuestro centro y<br />
esperanza en medio de las vicisitudes<br />
de esta vida terrena. Amén.<br />
LUNES - SAN JUAN CLÍMACO<br />
PRIMERA LECTURA<br />
Ahora tengo que morir,<br />
siendo inocente<br />
Lectura de la profecía de Daniel<br />
13, 1-9.15-17.19-30.33-62<br />
En aquellos días, vivía en Babilonia un<br />
hombre llamado Joaquín, casado con<br />
Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella<br />
y religiosa. Sus padres eran honrados y<br />
habían educado a su hija según la ley de<br />
Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un<br />
parque junto a su casa; como era el más<br />
respetado de todos, los judíos solían reunirse<br />
allí. Aquel año fueron designados<br />
jueces dos ancianos del pueblo, de esos<br />
que el Señor denuncia diciendo: “En<br />
Babilonia la maldad ha brotado de los<br />
viejos jueces, que pasan por guías del<br />
pueblo”. Solían ir a casa de Joaquín, y los<br />
que tenían pleitos que resolver acudían<br />
a ellos. A mediodía, cuando la gente se<br />
marchaba, Susana salía a pasear por el<br />
parque de su marido. Los dos ancianos<br />
la veían a diario, cuando salía a pasear<br />
en el parque, y se enamoraron de ella.<br />
Pervirtieron su corazón y desviaron los<br />
ojos, para no mirar a Dios ni acordarse<br />
de sus justas leyes. Un día, mientras<br />
acechaban ellos el momento oportuno,<br />
salió ella como de ordinario, sola con dos<br />
criadas, y tuvo ganas de bañarse en el<br />
parque, porque hacía mucho calor. Y no<br />
67<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar perma-<br />
30<br />
había<br />
nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Alegrar la vida de alguien con un gesto<br />
concreto y así ser resurrección para<br />
esa persona.<br />
Laudes: Sal 5; Cánt. 1Cro 29, 10-13; Sal 28<br />
Vísperas: Sal 10; Sal 14; Cánt. Ef 1, 3-10<br />
nadie allí, fuera de los dos ancianos<br />
escondidos y acechándola. Susana dijo a<br />
las criadas:<br />
―«Tráiganme el perfume y las cremas<br />
y cierren la puerta del parque mientras<br />
me baño.»<br />
Apenas salieron las criadas, se levantaron<br />
los dos ancianos, corrieron hacia ella<br />
y le dijeron:<br />
―«Las puertas del parque están cerradas,<br />
nadie nos ve, y nosotros estamos<br />
enamorados de ti; consiente y acuéstate<br />
con nosotros. Si no, daremos testimonio<br />
contra ti diciendo que un joven estaba<br />
contigo y que por eso habías despachado<br />
a las criadas.» Susana lanzó un gemido<br />
y dijo:<br />
―«No tengo salida: si hago eso, seré<br />
rea de muerte; si no lo hago, no escaparé<br />
de sus manos. Pero prefiero no hacerlo<br />
y caer en sus manos antes que pecar<br />
contra Dios.»<br />
Susana se puso a gritar, y los ancianos,<br />
por su parte, se pusieron también a gritar.<br />
Uno de ellos fue corriendo y abrió la<br />
puerta del parque. Al oír los gritos en el<br />
parque, la servidumbre vino corriendo<br />
por la puerta lateral a ver qué le había<br />
pasado. Y cuando los ancianos contaron<br />
su historia, los criados quedaron<br />
abochornados, porque Susana nunca<br />
había dado que hablar. Al día siguiente,<br />
LUNES 30
cuando la gente vino a casa de Joaquín,<br />
su marido, vinieron también los dos<br />
ancianos con el propósito criminal de<br />
hacer morir a Susana. En presencia del<br />
pueblo ordenaron:<br />
―«Vayan a buscar a Susana, hija de<br />
Jelcías, mujer de Joaquín.»<br />
Fueron a buscarla y vino ella con sus<br />
padres, hijos y parientes. Toda su familia<br />
y cuantos la veían lloraban. Entonces los<br />
dos ancianos se levantaron en medio de<br />
la asamblea y pusieron las manos sobre<br />
la cabeza de Susana. Ella, llorando,<br />
levantó la vista al cielo, porque su corazón<br />
confiaba en el Señor. Los ancianos<br />
declararon:<br />
―«Mientras paseábamos nosotros solos<br />
por el parque, salió esta con dos criadas,<br />
cerró la puerta del parque y despidió a las<br />
criadas. Entonces se le acercó un joven<br />
que estaba escondido y se acostó con<br />
ella. Nosotros estábamos en un rincón<br />
del parque y, al ver aquella maldad, corrimos<br />
hacia ellos. Los vimos abrazados,<br />
pero no pudimos sujetar al joven, porque<br />
era más fuerte que nosotros y, abriendo<br />
la puerta, salió corriendo. En cambio, a<br />
esta le echamos mano y le preguntamos<br />
quién era el joven, pero no quiso decírnoslo.<br />
Damos testimonio de ello.»<br />
Como eran ancianos del pueblo y jueces,<br />
la asamblea los creyó y condenó a muerte<br />
a Susana. Ella dijo gritando:<br />
―«Dios eterno, que ves lo escondido,<br />
que lo sabes todo antes de que suceda,<br />
tú sabes que han dado falso testimonio<br />
contra mí, y ahora tengo que morir,<br />
siendo inocente de lo que su maldad ha<br />
inventado contra mí.»<br />
El Señor la escuchó. Mientras la llevaban<br />
para ejecutarla, Dios movió con su santa<br />
inspiración a un muchacho llamado Daniel;<br />
este dio una gran voz:<br />
―«¡No soy responsable de ese homicidio!»<br />
Toda la gente se volvió a mirarlo,<br />
y le preguntaron:<br />
―«¿Qué pasa, qué estás diciendo?» Él,<br />
68<br />
plantado en medio de ellos, les contestó:<br />
―«Pero, ¿están locos, israelitas? ¿Conque,<br />
sin discutir la causa ni apurar los<br />
hechos condenan a una hija de Israel?<br />
Vuelvan al tribunal, porque esos han<br />
dado falso testimonio contra ella.» La<br />
gente volvió a toda prisa, y los ancianos<br />
le dijeron:<br />
―«Ven, siéntate con nosotros y explícate,<br />
porque Dios mismo te ha nombrado<br />
anciano.» Daniel les dijo:<br />
―«Sepárenlos lejos uno del otro, que<br />
los voy a interrogar yo.» Los apartaron,<br />
él llamó a uno y le dijo:<br />
―«¡Envejecido en años y en crímenes!<br />
Ahora vuelven tus pecados pasados,<br />
cuando dabas sentencias injustas condenando<br />
inocentes y absolviendo culpables,<br />
contra el mandato del Señor: “No<br />
matarás al inocente ni al justo”. Ahora,<br />
puesto que tú la viste, dime debajo de<br />
qué árbol los viste abrazados.» Él respondió:<br />
―«Debajo de una acacia.» Respondió<br />
Daniel:<br />
―«Tu calumnia se vuelve contra ti. El<br />
ángel de Dios ha recibido la sentencia<br />
divina y te va a partir por medio.» Lo<br />
apartó, mandó traer al otro y le dijo:<br />
―«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La<br />
belleza te sedujo y la pasión pervirtió<br />
tu corazón. Lo mismo hacían con las<br />
mujeres israelitas, y ellas por miedo se<br />
acostaban con ustedes; pero una mujer<br />
judía no ha tolerado su maldad. Ahora<br />
dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste<br />
abrazados?» Él contestó:<br />
―«Debajo de una encina.» Replicó<br />
Daniel:<br />
―«Tu calumnia se vuelve contra ti. El<br />
ángel de Dios aguarda con la espada<br />
para dividirte por medio. Y así acabará<br />
con ustedes.»<br />
Entonces toda la asamblea se puso a<br />
gritar bendiciendo a Dios, que salva a<br />
los que esperan en él. Se alzaron contra<br />
los dos ancianos a quienes Daniel había
dejado convictos de falso testimonio<br />
por su propia confesión. Según la ley de<br />
Moisés, les aplicaron la pena que ellos<br />
habían tramado contra su prójimo y los<br />
ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida<br />
inocente.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
22, 1-6<br />
R. Aunque camine por<br />
cañadas oscuras, nada temo,<br />
porque tú vas conmigo.<br />
El Señor es mi pastor, nada me falta:<br />
en verdes praderas me hace recostar;<br />
me conduce hacia fuentes tranquilas y<br />
repara mis fuerzas. R<br />
Me guía por el sendero justo, por el<br />
honor de su nombre. Aunque camine<br />
por cañadas oscuras, nada temo, porque<br />
tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me<br />
sosiegan. R<br />
Preparas una mesa ante mí, enfrente de<br />
mis enemigos; me unges la cabeza con<br />
perfume, y mi copa rebosa. R<br />
Tu bondad y tu misericordia me acompañan<br />
todos los días de mi vida, y habitaré<br />
en la casa del Señor por años sin<br />
término. R<br />
69<br />
EVANGELIO<br />
El que esté sin pecado,<br />
que le tire la primera piedra<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 8, 1-11<br />
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte<br />
de los Olivos. Al amanecer se presentó<br />
de nuevo en el templo, y todo el pueblo<br />
acudía a Él, y, sentándose, les enseñaba.<br />
Los escribas y los fariseos le traen una<br />
mujer sorprendida en adulterio y, colocándola<br />
en medio, le dijeron:<br />
―«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida<br />
en flagrante adulterio. La ley<br />
de Moisés nos manda apedrear a las<br />
adúlteras; tú, ¿qué dices?»<br />
Le preguntaban esto para comprometerlo<br />
y poder acusarlo. Pero Jesús,<br />
inclinándose, escribía con el dedo en el<br />
suelo. Como insistían en preguntarle, se<br />
incorporó y les dijo:<br />
―«El que esté sin pecado, que le tire la<br />
primera piedra.»<br />
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.<br />
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo<br />
uno a uno, empezando por los más viejos.<br />
Y quedó solo Jesús, con la mujer, que<br />
seguía allí delante. Jesús se incorporó y<br />
le preguntó:<br />
―«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?;<br />
¿ninguno te ha condenado?» Ella<br />
contestó:<br />
―«Ninguno, Señor.» Jesús dijo:<br />
―«Tampoco yo te condeno. Anda, y en<br />
adelante no peques más.»<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Hoy las lecturas hablan de dos mujeres<br />
acusadas de adulterio. La primera, Susana,<br />
acusada injustamente por unos<br />
“viejos verdes”, como decimos popularmente.<br />
Y se nos relata como el juicio<br />
justo de Dios descubre y condena la<br />
injusticia siempre. Susana, puede verse<br />
como una figura del pueblo de Israel,<br />
por su fidelidad al marido y confianza<br />
en Dios. La actitud de Susana pone en<br />
evidencia la hipocresía de estos hombres,<br />
quienes intentan sentenciarla a<br />
muerte. Pero Dios, a través de Daniel<br />
promueve la justicia y que la verdad<br />
salga a la luz.<br />
La otra mujer es llevada ante Jesús. Los<br />
escribas y fariseos quieren tenderle una<br />
trampa al Maestro. La Ley de Moisés<br />
establecía que esta mujer adúltera<br />
debía morir. Si Jesús aceptaba, la<br />
matarían, su mensaje de misericordia<br />
quedaba por el suelo. Y por el contrario,<br />
si quebraba la ley, quedaba peor, pues<br />
ningún judío podía ser seguidor de alguien<br />
que negaba la ley de Dios. Incluso<br />
podía ser el motivo para condenarlo.<br />
LUNES 30
Jesús, tranquilo, se agacha y se pone<br />
a escribir en el suelto. Me imagino a los<br />
escribas y fariseos inquietos. Y Jesús<br />
sorprende a todos y les dice que el que<br />
no tenga pecado que tire la primera<br />
piedra. Y continúa escribiendo en el<br />
suelo. Estaban preparados para matar<br />
a esta mujer y un simple gesto de Jesús<br />
y unas brevísimas palabras les pone<br />
de cabeza la vida. No pierde el tiempo<br />
discutiendo sobre la ley, sino que les<br />
invita a ver su propio pecado. Huyen<br />
todos, se marchan, solo Jesús tiene<br />
autoridad para condenar a esta mujer, y<br />
no lo hace, invitándola a no pecar más.<br />
Jesús la sabe merecedora de condena,<br />
pero la perdona. Perdón que implica un<br />
cambio en su vida, la transforma y hace<br />
posible que no peque más. Igual nos<br />
pasa a nosotros, sin Dios no podemos<br />
salir del pecado. Solo su amor y su<br />
perdón nos posibilitan a recomenzar.<br />
Recuerdo una ocasión en que no quería<br />
aceptar a una persona por su pasado<br />
de pecado. Y recuerdo al Padre Jara,<br />
un gran amigo, diciéndome: “Che, sos<br />
una farisea”, y se me salieron dos lágrimas,<br />
y me di cuenta que tenía toda la<br />
razón. Y hoy esa persona forma parte<br />
de mi vida.<br />
31<br />
PRIMERA LECTURA<br />
―«¿Por<br />
Los mordidos de serpientes<br />
quedarán sanos al mirar<br />
a la serpiente de bronce<br />
Lectura del libro de<br />
los Números 21, 4-9<br />
En aquellos días, desde el monte Hor se<br />
encaminaron los hebreos hacia el mar<br />
Rojo, rodeando el territorio de Edom.<br />
El pueblo estaba extenuado del camino,<br />
y habló contra Dios y contra Moisés:<br />
MARTES - SAN BENJAMÍN<br />
Laudes: Sal 23; Cánt. Tb 13, 2-10a; Sal 32<br />
Vísperas: Sal 19; Sal 20; Cánt. Ap 4.11.5, 9-10.12<br />
70<br />
La misericordia de Dios transforma<br />
nuestra vida. Hoy el Señor me invita a<br />
mirarme y ver quiénes son las nuevas<br />
Susana y las nuevas adúlteras. Me<br />
cuestiona: ¿Tiendo las manos para<br />
ayudar o están llenas de piedras para<br />
arrojar? ¿Creo en la misericordia de<br />
Dios y su poder de perdonar, restaurar<br />
y transformar? ¿Condeno a los demás,<br />
pero no reconozco mis propios<br />
pecados?<br />
ORACIÓN<br />
Señor ayúdame a ser embajador de tu<br />
misericordia, embajador de tu Reino.<br />
No quiero ser un juez injusto, sino un<br />
ser humano que se conoce pecador<br />
y pequeño y mira con compasión a su<br />
alrededor. Ayúdame a tender la mano,<br />
como lo has hecho conmigo. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />
Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Mostrar misericordia a una persona<br />
que me parezca no merecerla.<br />
qué nos has sacado de Egipto<br />
para morir en el desierto? No tenemos<br />
ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan<br />
sin cuerpo.»<br />
El Señor envió contra el pueblo serpientes<br />
venenosas, que los mordían, y<br />
murieron muchos israelitas. Entonces el<br />
pueblo acudió a Moisés, diciendo:<br />
―«Hemos pecado hablando contra el<br />
Señor y contra ti; reza al Señor para<br />
que aparte de nosotros las serpientes.»
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el<br />
Señor le respondió:<br />
―«Haz una serpiente venenosa y colócala<br />
en un estandarte: los mordidos de<br />
serpientes quedarán sanos al mirarla.»<br />
Moisés hizo una serpiente de bronce y<br />
la colocó en un estandarte. Cuando una<br />
serpiente mordía a uno, él miraba a la<br />
serpiente de bronce y quedaba curado.<br />
Palabra de Dios.<br />
SALMO RESPONSORIAL<br />
101, 2-3.16-21<br />
R. Señor, escucha mi oración,<br />
que mi grito llegue hasta ti.<br />
Señor, escucha mi oración, que mi grito<br />
llegue hasta ti; no me escondas tu rostro<br />
el día de la desgracia. Inclina tu oído<br />
hacia mí; cuando te invoco, escúchame<br />
en seguida. R<br />
Los gentiles temerán tu nombre, los<br />
reyes del mundo, tu gloria. Cuando<br />
el Señor reconstruya Sión y aparezca<br />
en su gloria, y se vuelva a las súplicas<br />
de los indefensos, y no desprecie sus<br />
peticiones. R<br />
Quede este escrito para la generación<br />
futura, y el pueblo que será creado alabará<br />
al Señor. Que el Señor ha mirado<br />
desde su excelso santuario, desde el cielo<br />
se ha fijado en la tierra, para escuchar<br />
los gemidos de los cautivos y librar a los<br />
condenados a muerte. R<br />
EVANGELIO<br />
Cuando levanten al Hijo<br />
del hombre, sabrán que yo soy<br />
Lectura del Santo Evangelio<br />
según san Juan 8, 21-30<br />
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:<br />
―«Yo me voy y me buscarán, y morirán<br />
por su pecado. Donde yo voy no<br />
pueden venir ustedes.» Y los judíos<br />
comentaban:<br />
―«¿Será que va a suicidarse, y por eso<br />
dice: “Donde yo voy no pueden venir<br />
71<br />
ustedes”?» Y él continuaba:<br />
―«Ustedes son de aquí abajo, yo soy de<br />
allá arriba: ustedes son de este mundo,<br />
yo no soy de este mundo. Con razón les<br />
he dicho que morirán por sus pecados:<br />
pues, si no creen que yo soy, morirán<br />
por sus pecados.» Ellos le decían:<br />
―«¿Quién eres tú?» Jesús les contestó:<br />
―«Ante todo, eso mismo que les estoy<br />
diciendo. Podría decir y condenar muchas<br />
cosas en ustedes; pero el que me<br />
envió es veraz, y yo comunico al mundo<br />
lo que he aprendido de Él.»<br />
Ellos no comprendieron que les hablaba<br />
del Padre. Y entonces dijo Jesús:<br />
―«Cuando levanten al Hijo del hombre,<br />
sabrán que yo soy, y que no hago<br />
nada por mi cuenta, sino que hablo<br />
como el Padre me ha enseñado. El que<br />
me envió está conmigo, no me ha dejado<br />
solo; porque yo hago siempre lo que<br />
le agrada.»<br />
Cuando les exponía esto, muchos creyeron<br />
en Él.<br />
Palabra del Señor.<br />
MEDITACIÓN<br />
Nunca tendremos motivo para dudar<br />
del amor, la compasión y la misericordia<br />
de Dios, y mucho menos de<br />
culparlo por nuestras desdichas, dolor<br />
y sufrimiento, que muchas veces nos<br />
llevan a la desesperación y hasta la<br />
muerte.<br />
Yahvé les advirtió a Adán y a Eva lo<br />
que les sucedería si comían del fruto<br />
del árbol prohibido. Desobedecieron<br />
y por ello descubrieron que estaban<br />
desnudos, carentes de todo lo<br />
que necesitaban interiormente para<br />
sentirse “muy bien”, como Yahvé los<br />
había creado (cf. Gén. 1, 31). Estaban<br />
conscientes, además, de que no podían<br />
por sí solos reparar el daño que<br />
se habían causado, significado esto<br />
por los ceñidores que se hicieron con<br />
las hojas de higuera para cubrirse.<br />
MARTES 31
Por encima de todo esto, tuvieron que<br />
sufrir la expulsión del Edén y salir de la<br />
“presencia” de Dios.<br />
Por medio de Moisés el Señor sacó a<br />
su pueblo de la esclavitud de Egipto,<br />
en el desierto les dio agua, el maná<br />
y las codornices, y sin embargo no<br />
se sintieron satisfechos, llegando a<br />
hablar contra Dios y contra Moisés.<br />
Llegaron a rebelarse contra Yahvé,<br />
y sufrieron las consecuencias; pero<br />
Dios, siempre fiel a sus promesas, les<br />
envió el remedio para que no murieran<br />
irremediablemente: quien mirara la serpiente<br />
de bronce que por su mandato<br />
hizo Moisés, quedaba sano y no moría.<br />
Al contrario de Jesús, colgado en la<br />
cruz, víctima propiciatoria por nuestros<br />
pecados, que si lo “miramos” nos<br />
sentimos atraídos por Él (cf. Jn. 19, 37)<br />
y alcanzamos el perdón de nuestros<br />
pecados.<br />
He escuchado a algunas personas<br />
protestar porque no tienen la culpa<br />
del pecado de Adán y Eva, y que no<br />
tendrían que pagar por lo que no hicieron.<br />
He tratado de explicarles que<br />
cada uno de nosotros es “Adán” (cf.<br />
Catecismo de la Iglesia Católica Nos.<br />
399 y siguientes), con el fin de que tomen<br />
conciencia de que personalmente<br />
han pecado, y que por tanto es saludable<br />
para ellos mirar a Jesús y dejarse<br />
convencer por sus palabras, y buscar<br />
con sincero corazón su significado y<br />
poder creer en Él.<br />
Hablo así basado en mi propia experiencia,<br />
porque, como Adán y Eva,<br />
he desobedecido a Dios, y, como<br />
el pueblo en el desierto, durante un<br />
tiempo olvidé sus beneficios cediendo<br />
a los “apetitos” de la carne y sufrí las<br />
consecuencias; pero, reconociendo<br />
que sucedió así porque era “del mundo”<br />
(cf. Ef. 2, 2) y habiendo creído en<br />
Jesús, me he encontrado con Él: Luz<br />
y vida del hombre (cf. Jn. 1, 4; 10, 10) y<br />
mi vida cambió.<br />
ORACIÓN<br />
Gracias, Padre, por todo lo que me has<br />
dado porque me amas. Te pido que si<br />
por mi debilidad y fragilidad humanas<br />
peco contra ti, fije mi mirada en Jesús<br />
crucificado, enviado por tu misericordia<br />
para salvarme, y me arrepienta<br />
de haberte ofendido. Te lo pido en su<br />
Nombre. Amén.<br />
CONTEMPLACIÓN<br />
Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />
en silencio por un rato «saboreando»<br />
a Jesús, viéndolo en la fe.<br />
Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />
PROPÓSITO DEL DÍA<br />
Agradecerle a Dios sus beneficios y<br />
hablar a alguien de la salvación que<br />
nos trajo Jesús.