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RDL - MARZO 2020

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ARTÍCULO DE LUZ<br />

CUARESMA: CONVERSIÓN*<br />

Inspirado en el sermón «El Aplazamiento de la Conversión» de san Juan María Vianney (†1859 A. D.).<br />

«Busquen al Señor mientras se deja<br />

encontrar, llámenle mientras está<br />

cercano. Deje el malo su camino, el<br />

hombre inicuo sus pensamientos, y<br />

vuélvase al Señor, que tendrá compasión<br />

de él, a nuestro Dios, que será<br />

grande en perdonar».<br />

Is. 55, 6-7.<br />

La realidad es que Dios llama<br />

siempre a todos los hombres a<br />

que vuelvan a Él. Desde la caída<br />

del ser humano hay una promesa de<br />

salvación (Gn.3, 15), pero nosotros<br />

debemos aceptar primero que le hemos<br />

dado la espalda a Dios (a-versión) y que<br />

necesitamos volver nuestro rostro a Él<br />

(con-versión).<br />

Sin embargo, ocurre con mucha frecuencia<br />

que no queremos escuchar la<br />

voz de Dios, porque esto quiere decir<br />

que Dios me invita a ser mejor en las<br />

cosas de mi fe, pero también en mi<br />

trabajo, mis estudios, mi socialización,<br />

mi vocabulario, la modestia con<br />

que visto, la coherencia en mis obras,<br />

mis hobbies, mis gustos… Algunos<br />

dejamos a Dios aislado, y la vida diaria<br />

la llevamos sin Él. «Nos hartamos<br />

de andar por sendas de iniquidad y<br />

perdición, atravesamos desiertos intransitables;<br />

pero el camino del Señor,<br />

no lo conocimos. ¿De qué nos sirvió<br />

nuestro orgullo? ¿De qué la riqueza y<br />

la jactancia?» (Sb. 5, 7-8).<br />

Si reconocemos que Dios no es un estorbo<br />

y que sus leyes nos las da para hacernos<br />

libres, entonces entenderemos la<br />

verdadera alegría. Por ello, deberíamos<br />

1<br />

pedirle que nos llame: «¡Haznos volver<br />

a ti, Señor, y volveremos. Renueva<br />

nuestros días como antaño, si es que no<br />

nos has desechado totalmente, irritado<br />

contra nosotros sin medida!» (Lm. 5,<br />

21-22).<br />

Como «el tiempo se ha cumplido y el<br />

Reino de Dios está cerca» (Mc. I, 15a),<br />

el Señor Jesucristo nos dice: «conviértanse<br />

y crean en la Buena Nueva»<br />

(15b). Le volvemos el rostro a Dios, y<br />

buscamos nuevamente de Su Amor.<br />

Esto lo hacemos para participar en<br />

los sufrimientos del Señor Jesucristo<br />

(«Me alegro por los padecimientos que<br />

soporto por ustedes, y completo en mi<br />

carne lo que falta a las tribulaciones de<br />

Cristo, en favor de su Cuerpo, que es<br />

la Iglesia» —Col. I, 24); para doblegar<br />

la carne y esclavizarla para Dios («He<br />

aquí la esclava del Señor; hágase en<br />

mí según tu palabra» —Lc. I, 38);<br />

y reconociendo que hemos vendido<br />

nuestra primogenitura, obtenida por el<br />

Bautismo, sencillamente por un guiso,<br />

es decir, vendemos lo que más importa<br />

por complacer algún apetito pasajero<br />

(cf. Gn. 25, 29-34).<br />

RECOMENDACIONES PARA<br />

CONVERTIRNOS COMO DIOS<br />

NOS LLAMA A HACERLO:<br />

1. No retrasemos salir del pecado y<br />

volvernos a Dios. No somos dueños de<br />

nuestras vidas ni del tiempo de nuestra<br />

salida a la eternidad.<br />

2. No despreciemos la oportunidad de<br />

la Gracia (Ej: ir a la Santa Misa y no comulgar<br />

por no haber hecho la diligencia<br />

de confesar nuestras culpas).<br />

3. Reconocer que no podemos salir


del pecado por cuenta propia. Es Dios<br />

quien da la sed del agua que es Su Hijo,<br />

es Dios quien nos convierte para que<br />

nos convirtamos.<br />

4. Memento mori (Recordar que moriremos).<br />

Meditemos frecuentemente<br />

en la vida de los que nos precedieron,<br />

imitemos las obras de los santos.<br />

«Mas de aquel día y hora, nadie sabe<br />

nada, ni los ángeles en el cielo, ni el<br />

Hijo, sino sólo el Padre. Estén atentos<br />

y vigilantes, porque ignoran cuándo<br />

será el momento. Al igual que un<br />

hombre que se ausenta: deja su casa,<br />

da atribuciones a sus siervos, a cada<br />

uno su trabajo, y ordena al portero que<br />

vele; velen, por tanto, ya que no saben<br />

cuándo viene el dueño de la casa, si al<br />

atardecer, o a media noche, o al cantar<br />

del gallo, o de madrugada. No sea que<br />

llegue de improviso y los encuentre<br />

dormidos. Lo que a ustedes digo, a<br />

todos lo digo: ¡Velen!»<br />

-Por Omar Arbaje<br />

PASTOR CON OLOR A OVEJA<br />

NADIE PIDE EL PAN<br />

PARA SÍ MISMO<br />

PALABRAS DE FRANCISCO DURANTE UNA AUDIENCIA<br />

GENERAL EN EL AULA PABLO VI<br />

Debemos rezar como Jesús nos ha enseñado a hacerlo. Él<br />

dijo: cuando reces, entra en el silencio de tu habitación,<br />

retírate del mundo y dirígete a Dios llamándolo «¡Padre!».<br />

Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas<br />

que rezan de pie en las plazas para que los admire la gente (cf.<br />

Mateo 6, 5). Jesús no quiere hipocresía. La verdadera oración es la<br />

que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable,<br />

visible solo para Dios. Dios y yo.<br />

Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible,<br />

ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia.<br />

En la raíz del diálogo con Dios hay un diálogo silencioso, como el<br />

cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la<br />

mirada, y esto es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: esto es rezar.<br />

«Pero, padre, yo no digo palabras…». Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una<br />

oración, ¡una hermosa oración!<br />

Hay una ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro. ¿Si yo les preguntara<br />

cuál es la ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro? No<br />

será fácil responder. Falta una palabra. Piénsenlo todos: ¿qué falta en el Padre<br />

nuestro? Una palabra por la que en nuestros tiempos —pero quizás siempre—<br />

todos tienen una gran estima. ¿Cuál es la palabra que falta en el Padre nuestro<br />

que rezamos todos los días? Para ahorrar tiempo se la digo: falta la palabra<br />

«yo». «Yo» no se dice nunca.<br />

2


Jesús nos enseña a rezar, teniendo en nuestros labios sobre todo el «Tu», porque<br />

la oración cristiana es diálogo: «santificado sea tu nombre, venga a nosotros<br />

tu Reino, hágase tu voluntad». No mi nombre, mi reino, mi voluntad. Yo no,<br />

no va. Y luego pasa al «nosotros». Toda la segunda parte del Padre nuestro se<br />

declina en la primera persona plural: «Danos nuestro pan de cada día, perdona<br />

nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal». Incluso<br />

las peticiones humanas más básicas, como la de tener comida para satisfacer<br />

el hambre, son todas en plural.<br />

EN LA ORACIÓN CRISTIANA, NADIE PIDE EL PAN PARA SÍ MISMO: DAME EL<br />

PAN DE CADA DÍA. NO, DANOS, LO SUPLICA PARA TODOS LOS POBRES DEL<br />

MUNDO. NO HAY QUE OLVIDARLO, FALTA LA PALABRA: «YO». Se reza con el<br />

«tú» y con el «nosotros». Es una buena enseñanza de Jesús.<br />

¿Por qué? Porque no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios.<br />

No hay ostentación de los problemas personales como si fuéramos los únicos en<br />

el mundo que sufrieran. No hay oración elevada a Dios que no sea la oración de<br />

una comunidad de hermanos y hermanas, el nosotros: estamos en comunidad,<br />

somos hermanos y hermanas, somos un pueblo que reza, «nosotros».<br />

Una vez el capellán de una cárcel me preguntó: «Dígame, padre, ¿Cuál es la<br />

palabra contraria a yo?» Y yo, ingenuo, dije: «Tú». «Este es el principio de<br />

la guerra. La palabra opuesta a “yo” es “nosotros”, donde está la paz, todos<br />

juntos». Es una hermosa enseñanza la que me dio aquel cura.<br />

Un cristiano lleva a la oración todas las dificultades de las personas que están<br />

a su lado: cuando cae la noche, le cuenta a Dios los dolores con que se ha cruzado<br />

ese día; pone ante Él tantos rostros, amigos e incluso hostiles; no los aleja<br />

como distracciones peligrosas. Si uno no se da cuenta de que a su alrededor<br />

hay tanta gente que sufre, si no se compadece de las lágrimas de los pobres, si<br />

está acostumbrado a todo, significa que su corazón ¿cómo está? ¿Marchito?<br />

No, peor: es de piedra. En este caso, es bueno suplicar al Señor que nos toque<br />

con su Espíritu y ablande nuestro corazón.<br />

«Ablanda, Señor, mi corazón». Es una oración hermosa: «Señor, ablanda mi<br />

corazón, para que entienda y se haga cargo de todos los problemas, de todos<br />

los dolores de los demás». Cristo no pasó inmune al lado de las miserias del<br />

mundo: cada vez que percibía una soledad, un dolor del cuerpo o del espíritu,<br />

sentía una fuerte compasión, como las entrañas de una madre. Este «sentir<br />

compasión» —no olvidemos esta palabra tan cristiana: sentir compasión— es<br />

uno de los verbos clave del Evangelio: es lo que empuja al buen samaritano<br />

a acercarse al hombre herido al borde del camino, a diferencia de otros que<br />

tienen un corazón duro.<br />

Podemos preguntarnos: cuando rezo, ¿me abro al llanto de tantas personas<br />

cercanas y lejanas? o ¿pienso en la oración como un tipo de anestesia,<br />

para estar más tranquilo?<br />

Fuente: Vatican.va Edición: Nazaret Espinal<br />

3


TESTIMONIO DE LUZ<br />

DIOS TRANSFORMÓ<br />

MI LAMENTO EN BAILE<br />

Por muchos años sentí miedo de<br />

Dios, pues tenía una imagen<br />

errada de Él y siempre pensaba<br />

que Él me iba a castigar debido<br />

a mis faltas, pues entendía que era<br />

un Dios justiciero. Creía en Él, pero<br />

con mucho respeto y distancia. En<br />

realidad no lo conocía.<br />

Ya casada, con 3 hijos: un varón de<br />

15 años, una hembra de 13 y la más<br />

pequeña de 6 años, comencé a tener<br />

problemas de visión doble y una serie<br />

de molestias que me hicieron ir al médico,<br />

quien me indicó una tomografía.<br />

Estaba un poco asustada y preocupada,<br />

pero recuerdo que cuando estaba<br />

en el tomógrafo tuve una “experiencia<br />

particular”, una sensación de escuchar<br />

una voz que me decía que lo que venía<br />

no era un castigo, sino que venía porque<br />

tenía que venir. Inmediatamente<br />

empecé a sentir una alegría muy<br />

grande y un deseo de bailar al ritmo<br />

del sonido del tomógrafo. ¡Sentía que<br />

ese Dios lejano, estaba conmigo y me<br />

amaba!<br />

Cuando salí del tomógrafo, sin que<br />

NADIE me dijera nada ya yo sabía<br />

que tenía un tumor cerebral, algo que<br />

nunca había pensado que pudiera tener.<br />

Increíblemente, sentía una alegría<br />

tan grande como si me hubieran dado<br />

el mejor de los diagnósticos.<br />

Por lo que, cuando el neurólogo me<br />

dio la noticia de que tenía un tumor<br />

cerebral en el seno cavernoso izquierdo,<br />

presionando la carótida y el<br />

hipotálamo, y que por la posición era<br />

4<br />

inoperable, nada de eso me importó;<br />

me sentía tan segura en las manos de<br />

Dios, tan amada que sabía que lo que<br />

viniera, fuera lo que fuera, iba a ser<br />

BUENO. Me sentía llena de un gozo<br />

que nunca antes vivido.<br />

Visité varios neurocirujanos dentro y<br />

fuera del país, todos dijeron lo mismo:<br />

que solo se podía operar para quitar lo<br />

que presionaba la carótida, pero que<br />

por la posición era inoperable y las<br />

consecuencias de la cirugía no serían<br />

buenas.<br />

Mi alegría no disminuía, hablaba mucho<br />

con ese Dios que ya no era lejano<br />

e hice mía la Oración de Abandono<br />

de Charles de Foucauld: “Padre, en<br />

tus manos me pongo, haz de mí lo<br />

que quieras, por todo lo que hagas de<br />

mí, te doy gracias, lo acepto todo. Con<br />

tal de que tu voluntad se haga en mí y<br />

en todas tus criaturas, no deseo nada<br />

más, Dios mío. Pongo mi vida en tus<br />

manos. Te la doy, Dios mío, con todo<br />

el amor de mi corazón, porque te amo,<br />

y porque para mí amarte es darme,<br />

entregarme en tus manos sin medida,<br />

con infinita confianza, porque Tú eres<br />

mi Padre”.<br />

Cuando regresé de los Estados Unidos,<br />

volví donde mi Neurocirujano,<br />

quien me dijo que me podía operar<br />

para quitar la presión a la carótida. Recuerdo<br />

que tenía que darle ánimo a mi<br />

familia y a mis amigos. Yo me sentía<br />

segura y alegre porque ese Dios-Papá<br />

que yo había conocido, que se acercó


a mí, no me abandonaría y TODO lo<br />

que viniera iba a ser bueno.<br />

Se hizo la cirugía. Esta duró 14 horas,<br />

se sacó el tumor casi completo, solo<br />

quedó un pedacito. Se suponía que el<br />

tumor era inoperable por la ubicación<br />

y las consecuencias de la cirugía. Las<br />

posibilidades de yo quedar sin habla,<br />

sin coordinación, sin memoria, hemipléjica<br />

eran muy altas. Sin embargo,<br />

yo solo quedé con el ojo izquierdo cerrado,<br />

con problemas de movimiento<br />

del lado derecho, por lo que tuve un<br />

tiempecito con andador y luego con<br />

bastón, el cual ya no uso; problemas<br />

de coordinación del pensamiento con<br />

la palabra y problemas de memoria.<br />

A pesar de yo estar en las condiciones<br />

en que estaba, la alegría y la paz eran<br />

inmensas. Quería que todo el mundo<br />

supiera lo maravilloso que es Él, lo<br />

amoroso y perdonador. A todo el<br />

que me preguntaba sobre lo que me<br />

había pasado, cuando me veían con el<br />

bastón y el parche en el ojo, yo quería<br />

contarle la experiencia maravillosa<br />

que yo estaba viviendo a través de mi<br />

enfermedad, que había sido un regalo<br />

de Dios para mí.<br />

Recuperé el movimiento, el habla y la<br />

memoria. El ojo sigue cerrado; pero<br />

mi corazón abierto al Señor, porque<br />

Él transformó mi lamento en baile.<br />

Hoy puedo decir que soy una hija muy<br />

amada de Dios, como lo eres tú. Dios<br />

te bendiga.<br />

- Gisela Ureña<br />

Los beneficios aportados por esta publicación<br />

son destinados a promover la evangelización.<br />

Marzo <strong>2020</strong><br />

Año 19 • No. 229<br />

Publicación (edición y producción) de:<br />

Fundación La Buena Noticia<br />

Av. 27 de Febrero 311 Sto. Dgo., R.D.<br />

labuenanoticia@claro.net.do<br />

Derechos Reservados. Prohibida su<br />

reproducción sin previa autorización.<br />

Ventas y distribución: 809 562-2655<br />

0845 / 0846 Fax: 809 -540-2336<br />

Referencias bíblicas: Calendario de la<br />

Comisión Nacional de Liturgia de la<br />

Conferencia del Episcopado Dominicano.<br />

Impresión Editora Tele-3<br />

809 566-6105 editora.tele3@claro.net.do<br />

República Dominicana<br />

DIRECCIÓN:<br />

Rafael V. Hernández<br />

EDICIÓN:<br />

Ana María Ferreras<br />

de Sánchez<br />

Carmen J. Torrón<br />

CORRECCIÓN DE ESTILO:<br />

Ana María Ferreras<br />

de Sánchez<br />

Míriam Gutiérrez<br />

Teresa Román<br />

DISEÑO EDITORIAL:<br />

Michelle Del Villar<br />

COLABORACIÓN:<br />

Rev. P. José Pastor<br />

Rev. P. Rodrigo Hernández<br />

Rev. P. Alberto Rivas<br />

Rev. D. Peter Garrido<br />

Rev. D. Jorge González<br />

5<br />

Rev. D. José A. Rosado<br />

Nidia de Fleury<br />

Rose Mary Cruz<br />

John Fleury<br />

Josefina Mercedes<br />

Elisa Veras<br />

Laura Hernández<br />

Yarina Toirac<br />

Cesarina Benavides<br />

Manuel A. Suárez<br />

Stefany Hernández V.<br />

Víctor Díaz<br />

Nazaret Espinal<br />

ASESORÍA ESPIRITUAL:<br />

Rev. P. José Pastor<br />

Ramírez, s.d.b.<br />

EN MEMORIA DE:<br />

José Ramón Grau<br />

Rev. P. Jorge Bravo, s.j.


01<br />

PRIMERA LECTURA<br />

SALMO<br />

Creación y pecado de<br />

los primeros padres<br />

Lectura del libro del<br />

Génesis 2, 7-9; 3, 1-7<br />

El Señor Dios modeló al hombre de<br />

arcilla del suelo, sopló en su nariz un<br />

aliento de vida, y el hombre se convirtió<br />

en ser vivo. El Señor Dios plantó un<br />

jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó<br />

en él al hombre que había modelado.<br />

El Señor Dios hizo brotar del suelo<br />

toda clase de árboles hermosos de ver<br />

y buenos de comer; además, el árbol de<br />

la vida, en mitad del jardín, y el árbol<br />

del conocimiento del bien y el mal.<br />

La serpiente era el más astuto de los<br />

animales del campo que el Señor Dios<br />

había hecho. Y dijo a la mujer:<br />

—«¿Cómo es que les ha dicho Dios que<br />

no coman de ningún árbol del jardín?»<br />

La mujer respondió a la serpiente:<br />

—«Podemos comer los frutos de los<br />

árboles del jardín; solamente del fruto<br />

del árbol que está en mitad del jardín<br />

nos ha dicho Dios: “No coman de él ni<br />

lo toquen, bajo pena de muerte”.» La<br />

serpiente replicó a la mujer:<br />

—«No morirán. Bien sabe Dios que<br />

cuando coman de él se les abrirán los<br />

ojos y serán como Dios en el conocimiento<br />

del bien y el mal.»<br />

La mujer vio que el árbol era apetitoso,<br />

atrayente y deseable, porque daba<br />

inteligencia; tomó del fruto, comió<br />

y ofreció a su marido, el cual comió.<br />

Entonces se les abrieron los ojos a los<br />

dos y se dieron cuenta de que estaban<br />

desnudos; entrelazaron hojas de higuera<br />

y se las ciñeron.<br />

Palabra de Dios.<br />

I DOMINGO DE CUARESMA<br />

DOMINGO I DEL SALTERIO<br />

Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />

Vísperas: Sal 109; Sal 111; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />

6<br />

RESPONSORIAL<br />

50, 3-6.12-14.17<br />

R. Misericordia, Señor:<br />

hemos pecado.<br />

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />

por tu inmensa compasión borra mi<br />

culpa, lava del todo mi delito, limpia<br />

mi pecado. R<br />

Pues yo reconozco mi culpa, tengo<br />

siempre presente mi pecado: contra ti,<br />

contra ti solo pequé, cometí la maldad<br />

que aborreces. R<br />

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,<br />

renuévame por dentro con espíritu firme;<br />

no me arrojes lejos de tu rostro, no<br />

me quites tu santo espíritu. R<br />

Devuélveme la alegría de tu salvación,<br />

afiánzame con espíritu generoso. Señor,<br />

me abrirás los labios, y mi boca proclamará<br />

tus alabanzas. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

Si creció el pecado, más<br />

abundante fue la gracia<br />

Lectura de la carta del apóstol<br />

san Pablo a los Romanos 5, 12-19<br />

Hermanos:<br />

Lo mismo que por un hombre entró el<br />

pecado en el mundo, y por el pecado la<br />

muerte, así la muerte pasó a todos los<br />

hombres, porque todos pecaron. Porque,<br />

aunque antes de la Ley había pecado<br />

en el mundo, el pecado no se imputaba<br />

porque no había Ley. A pesar de eso, la<br />

muerte reinó desde Adán hasta Moisés,<br />

incluso sobre los que no habían pecado<br />

con una trasgresión como la de Adán,<br />

que era figura del que había de venir.<br />

Sin embargo, no hay proporción entre<br />

el delito y el don: si por la trasgresión<br />

de uno murieron todos, mucho más,


la gracia otorgada por Dios, el don<br />

de la gracia que correspondía a un<br />

solo hombre, Jesucristo, sobró para la<br />

multitud. Y tampoco hay proporción<br />

entre la gracia que Dios concede y las<br />

consecuencias del pecado de uno: el<br />

proceso, a partir de un solo delito, acabó<br />

en sentencia condenatoria, mientras la<br />

gracia, a partir de una multitud de delitos,<br />

acaba en sentencia absolutoria. Por<br />

el delito de un solo hombre comenzó el<br />

reinado de la muerte, por culpa de uno<br />

solo. Cuánto más ahora, por un solo<br />

hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán<br />

todos los que han recibido un derroche<br />

de gracia y el don de la justificación.<br />

En resumen: si el delito de uno trajo la<br />

condena a todos, también la justicia de<br />

uno traerá la justificación y la vida. Si<br />

por la desobediencia de uno todos se<br />

convirtieron en pecadores, así por la<br />

obediencia de uno todos se convertirán<br />

en justos.<br />

Palabra de Dios.<br />

EVANGELIO<br />

Jesús ayuna cuarenta días<br />

y es tentado<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 4, 1-11<br />

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al<br />

desierto por el Espíritu para ser tentado<br />

por el diablo. Y después de ayunar<br />

cuarenta días con sus cuarenta noches,<br />

al fin sintió hambre. El tentador se le<br />

acercó y le dijo:<br />

—«Si eres Hijo de Dios, di que estas<br />

piedras se conviertan en panes.» Pero<br />

Él le contestó, diciendo:<br />

—«Está escrito: «No solo de pan vive<br />

el hombre, sino de toda palabra que sale<br />

de la boca de Dios».»<br />

Entonces el diablo lo lleva a la ciudad<br />

santa, lo pone en el alero del templo y<br />

le dice:<br />

—«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,<br />

porque está escrito: “Encargará a los<br />

7<br />

ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán<br />

en sus manos, para que tu pie no<br />

tropiece con las piedras”.» Jesús le dijo:<br />

—«También está escrito: “No tentarás<br />

al Señor, tu Dios”.»<br />

Después el diablo lo lleva a una montaña<br />

altísima y, mostrándole los reinos<br />

del mundo y su gloria, le dijo:<br />

—«Todo esto te daré, si te postras y me<br />

adoras.» Entonces le dijo Jesús:<br />

—«Vete, Satanás, porque está escrito:<br />

“Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo<br />

darás culto”.»<br />

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron<br />

los ángeles y le servían.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

El miércoles pasado emprendimos<br />

el itinerario penitencial de la Cuaresma<br />

con el rito de la imposición de la<br />

ceniza, rito cargado de simbolismo,<br />

radicado en la tradición bíblica y muy<br />

apreciado por la devoción popular.<br />

La ceniza nos recuerda cuán frágil<br />

es la existencia terrena y nos lleva a<br />

mirar a Cristo que, con su muerte y<br />

su resurrección, la ha rescatado de la<br />

esclavitud del pecado y de la muerte.<br />

Con estas íntimas disposiciones nos<br />

ponemos en camino hacia la Pascua,<br />

manteniendo el corazón abierto a la<br />

insistente invitación del Señor: Conviértanse<br />

y crean en el Evangelio.<br />

Hoy, primer domingo de Cuaresma,<br />

la liturgia nos vuelve a proponer la impresionante<br />

página evangélica de las<br />

tentaciones de Jesús: “En aquel tiempo,<br />

Jesús fue llevado al desierto por el<br />

Espíritu para ser tentado por el diablo”<br />

(Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia<br />

precisamente con su victoria sobre la<br />

triple insidia del príncipe del mal.<br />

“Vete, Satanás” (Mt 4, 10). La actitud<br />

decidida del Mesías constituye para<br />

nosotros un ejemplo y una invitación a<br />

seguirlo con valiente determinación. El<br />

DOINGO 01


demonio, príncipe de este mundo (Jn<br />

12, 31), continúa aún hoy su acción engañosa.<br />

Todo hombre, además de por<br />

su propia concupiscencia y por el mal<br />

ejemplo de los demás, es tentado por<br />

el demonio, y lo es aún más cuando<br />

menos lo nota. ¡Cuántas veces cede<br />

con ligereza a las falaces lisonjas de la<br />

carne y del maligno, y experimenta luego<br />

amargas desilusiones! Es preciso<br />

permanecer vigilantes, para reaccionar<br />

con prontitud a todos los ataques de<br />

la tentación.<br />

La Iglesia, experta maestra de humanidad<br />

y de santidad, nos indica<br />

instrumentos antiguos y siempre nuevos<br />

para el combate diario contra las<br />

sugestiones del mal: son la oración, los<br />

sacramentos, la penitencia, la escucha<br />

atenta de la Palabra de Dios, la vigilancia<br />

y el ayuno. Emprendamos con<br />

un compromiso más fuerte el camino<br />

penitencial de la Cuaresma, para estar<br />

dispuestos a vencer toda seducción<br />

de Satanás y llegar a la Pascua con la<br />

alegría del Espíritu.<br />

02<br />

decirás<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Juzgarás con justicia<br />

a tu prójimo<br />

Lectura del libro del<br />

Levítico 19,1-2.11-18<br />

El Señor habló a Moisés:<br />

«Habla a la asamblea de los hijos de<br />

Israel y diles: Sean santos, porque yo,<br />

el Señor su Dios, soy santo. No robarán.<br />

No mentirán. No engañarán a su prójimo.<br />

No jurarán en falso por mi nombre:<br />

sería profanar el nombre de tu Dios. Yo<br />

soy el Señor. No oprimirás ni explotarás<br />

a tu prójimo. No retendrás hasta el día<br />

siguiente el jornal de tu obrero. No mal-<br />

8<br />

Por eso, invocamos la ayuda maternal<br />

de María Santísima para el camino<br />

cuaresmal que acaba de comenzar,<br />

a fin de que abunde en frutos de conversión.<br />

Que desde nuestra oración<br />

dispongamos el ánimo de espíritu<br />

para recorrer con gozo este camino<br />

cuaresmal hacia la Pascua.<br />

ORACIÓN<br />

¡Oh Dios y Señor de la historia! Te pedimos<br />

tu favor y tu gracia para vencer<br />

con entereza las tentaciones del mal y<br />

victoriosos llegar a la Pascua eterna.<br />

Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Identificar una debilidad propia y con<br />

la fuerza de la oración y del ayuno,<br />

vencerla.<br />

LUNES - SANTOS SIMPLICIO E INÉS DE PRAGA<br />

Laudes: Sal 5; Cant 1Cro 29, 10-13; Sal 28<br />

Vísperas: Sal 10; Sal 14; Cánt. Ef 1, 3-10<br />

al sordo, y al ciego no le pondrás<br />

tropiezos: temerás a tu Dios. Yo soy el<br />

Señor. No serás injusto en la sentencia:<br />

ni por favorecer al pobre, ni por respeto<br />

al poderoso. Juzgarás con justicia a tu<br />

prójimo. No andarás calumniando a<br />

los tuyos, ni darás testimonio contra<br />

la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.<br />

No odiarás de corazón a tu hermano.<br />

Reprenderás a tu pariente, para que no<br />

cargues tú con su pecado. No te vengarás<br />

ni guardarás rencor a tus parientes,<br />

sino que amarás a tu prójimo como a ti<br />

mismo. Yo soy el Señor.»<br />

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL<br />

18, 8-10.15<br />

R. Tus palabras, Señor,<br />

son espíritu y vida.<br />

La Ley del Señor es perfecta y es descanso<br />

del alma; el precepto del Señor es<br />

fiel e instruye al ignorante. R<br />

Los mandatos del Señor son rectos y<br />

alegran el corazón; la norma del Señor<br />

es límpida y da luz a los ojos. R<br />

La voluntad del Señor es pura y eternamente<br />

estable; los mandamientos del<br />

Señor son verdaderos y enteramente<br />

justos. R<br />

Que te agraden las palabras de mi boca,<br />

y llegue a tu presencia el meditar de mi<br />

corazón, Señor, Roca mía, Redentor<br />

mío. R<br />

EVANGELIO<br />

Lo que hiciste con uno<br />

de estos mis humildes<br />

hermanos, conmigo lo hiciste<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 25, 31-46<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Cuando venga en su gloria el Hijo<br />

del Hombre, y todos los ángeles con Él,<br />

se sentará en el trono de su gloria y serán<br />

reunidas ante Él todas las naciones.<br />

Él separará a unos de otros, como un<br />

pastor separa las ovejas de las cabras.<br />

Y pondrá las ovejas a su derecha y las<br />

cabras a su izquierda. Entonces dirá<br />

el rey a los de su derecha: “Vengan<br />

ustedes, benditos de mi Padre; hereden<br />

el reino preparado para ustedes desde<br />

la creación del mundo: Porque tuve<br />

hambre y me dieron de comer, tuve<br />

sed y me dieron de beber, fui forastero<br />

y me hospedaron, estuve desnudo y me<br />

vistieron, enfermo y me visitaron, en la<br />

cárcel y vinieron a verme”. Entonces los<br />

justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te<br />

vimos con hambre y te alimentamos, o<br />

con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo<br />

9<br />

te vimos forastero y te hospedamos,<br />

o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te<br />

vimos enfermo o en la cárcel y fuimos<br />

a verte?”. Y el rey les dirá: “Les aseguro<br />

que cada vez que lo hicieron con uno de<br />

estos mis humildes hermanos, conmigo<br />

lo hicieron”. Y entonces dirá a los de su<br />

izquierda: “Apártense de mí, malditos,<br />

vayan al fuego eterno preparado para el<br />

diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre<br />

y no me dieron de comer, tuve sed<br />

y no me dieron de beber, fui forastero<br />

y no me hospedaron, estuve desnudo y<br />

no me vistieron, enfermo y en la cárcel<br />

y no me visitaron”. Entonces también<br />

estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te<br />

vimos con hambre o con sed, o forastero<br />

o desnudo, o enfermo o en la cárcel,<br />

y no te asistimos?”. Y Él replicará:<br />

“Les aseguro que cada vez que no lo<br />

hicieron con uno de estos, los humildes,<br />

tampoco lo hicieron conmigo”. Y estos<br />

irán al castigo eterno, y los justos a la<br />

vida eterna.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy el Señor nos habla del código<br />

de santidad en el libro de Levítico, y<br />

en el Evangelio se nos presenta su<br />

propuesta para vivir concretamente<br />

la santidad. El código de santidad fue<br />

presentado por Moisés al pueblo de<br />

Israel para que pudiera saber lo que<br />

Dios espera de nosotros. Él nos quiere<br />

santos, como Él es santo. Nos muestra<br />

cómo relacionarnos con nuestro<br />

prójimo y nos pide obras concretas<br />

de santidad; que lo amemos, no con<br />

nuestro amor limitado, sino como Él<br />

nos ha amado.<br />

El juicio final da miedo, el saber que un<br />

día nos enfrentaremos a que nuestra<br />

vida y nuestra historia sean juzgadas.<br />

Seremos juzgados en el amor, si<br />

fuimos misericordiosos o no. Lo que<br />

hacemos por nuestro prójimo o lo que<br />

LUNES 02


dejamos de hacer, a Él se lo hacemos<br />

o dejamos de hacérselo. Si nos molestan<br />

los humildes, o nos irritamos<br />

cuando nos piden de comer, si nos<br />

molesta el migrante, si entendemos<br />

que los encarcelados se merecen lo<br />

que les pasa, cuando no queremos<br />

visitar al enfermo, no nos damos cuenta<br />

que con esto rechazamos al mismo<br />

Señor y cometemos el mayor de los<br />

pecados, el de omisión.<br />

El Señor me ha mostrado una gran enseñanza<br />

a través de un joven que pide<br />

frente a una casa de oración a la que<br />

asisto. Algunos le tienen miedo porque<br />

a veces cuando no se toma sus<br />

medicamentos se pone agresivo; pero<br />

cuánto amor está siempre dispuesto a<br />

dar. Se preocupa por todos. Me acompaña<br />

a mi carro cuando estoy sola y<br />

me pide que suba el vidrio, que me<br />

pueden asaltar. Me pregunta siempre<br />

por mi esposo, y cuando pide aclara<br />

que no es para beber ni fumar. Un día<br />

puso a un sacerdote a orar por mí en<br />

una esquina de la calle. Realmente me<br />

ha enseñado mucho de la misericordia<br />

de Dios. Es muy poco lo que le puedo<br />

dar ante tanto amor que él me regala.<br />

Las lecturas de hoy nos revelan a Dios<br />

como un Padre que nos ama, tierno,<br />

lleno de compasión, que no nos abandona.<br />

Al mismo tiempo, nos revela<br />

su sueño de que seamos como Él,<br />

santos, hijos amados y su imagen en<br />

03<br />

«Como<br />

MARTES - SAN MARINO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Mi Palabra no volverá a mí<br />

vacía, sino que hará mi voluntad<br />

Lectura del profeta<br />

Isaías 55, 10-11<br />

Así dice el Señor:<br />

10<br />

la tierra. No nos juzga, no nos engaña,<br />

no nos defrauda, y está presente en<br />

nuestras vidas. Además, que debemos<br />

ser extensión de su santidad para<br />

los demás. Como soy amada y elegida<br />

por Dios, quiero que los demás se<br />

sientan amados y elegidos por Él. Si<br />

hacemos lo que Dios hace seremos<br />

verdaderamente sus hijos. Es el estilo<br />

del Evangelio, no lleno de normas<br />

y ritos, sino de ser verdaderamente<br />

cristianos, santos de Dios, que nos<br />

damos a los demás como Dios se nos<br />

ha dado a nosotros.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, me muestras que la misericordia<br />

es el camino a la santidad.<br />

Ayúdame a amar incondicionalmente<br />

como tú amas, a gastar mi vida por<br />

los demás. Que me duela mi prójimo<br />

y no pueda quedarme indiferente ante<br />

el que sufre. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Acercarme a alguien que no sea de<br />

mi estatus social y brindarle mi cariño<br />

y ayuda.<br />

Laudes: Sal 23; Cánt. Tb 13, 1-10a; Sal 32<br />

Vísperas: Sal 19; Sal 20; Cánt. Ap 4, 11; 5, 9-10.12<br />

bajan la lluvia y la nieve del<br />

cielo y no vuelven allá, sino después<br />

de empapar la tierra, de fecundarla y<br />

hacerla germinar, para que dé semilla<br />

al sembrador y pan al que come; así<br />

será mi palabra que sale de mi boca:


no volverá a mí vacía, sino que hará<br />

mi voluntad y cumplirá mi encargo.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

33, 4-7.16-19<br />

R. El Señor libra de sus<br />

angustias a los justos.<br />

Proclamen conmigo la grandeza del<br />

Señor, ensalcemos juntos su nombre.<br />

Yo consulté al Señor y me respondió,<br />

me libró todas mis ansias. R<br />

Contémplenlo y quedarán radiantes, su<br />

rostro no se avergonzará. Si el afligido<br />

invoca al Señor, Él lo escucha y lo<br />

salva de sus angustias. R<br />

Los ojos del Señor miran a los justos,<br />

sus oídos escuchan sus gritos; pero el<br />

Señor se enfrenta con los malhechores<br />

para borrar de la tierra su memoria. R<br />

Cuando uno grita, el Señor lo escucha<br />

y lo libra de sus angustias; el Señor<br />

está cerca de los atribulados, salva a<br />

los abatidos. R<br />

EVANGELIO<br />

Ustedes recen así<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 6, 7-15<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Cuando recen no usen muchas<br />

palabras como los paganos, que se<br />

imaginan que por hablar mucho les<br />

harán caso. No sean como ellos, pues<br />

su Padre sabe lo que les hace falta antes<br />

que se lo pidan. Ustedes recen así:<br />

Padre nuestro del cielo; santificado sea<br />

tu nombre; venga tu Reino; hágase tu<br />

voluntad en la tierra como en el cielo.<br />

Danos hoy el pan nuestro, perdónanos<br />

nuestras ofensas, pues nosotros hemos<br />

perdonado a los que nos han ofendido,<br />

no nos dejes caer en tentación, sino<br />

líbranos del maligno. Porque si perdonan<br />

a los demás sus culpas, también su<br />

Padre del cielo les perdonará a ustedes.<br />

11<br />

Pero si no perdonan a los demás tampoco<br />

su Padre perdonará sus culpas.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Así como biológicamente crecemos,<br />

pues nuestro cuerpo se va desarrollando,<br />

también estamos llamados a<br />

crecer, como Jesús, en sabiduría y en<br />

gracia ante Dios y ante los hombres<br />

(cf. Lc. 2, 52).<br />

He podido darme cuenta cómo, por<br />

la misericordia de Dios, en mí se ha<br />

ido dando ese crecimiento desde que<br />

“entendí” a la luz del Espíritu Santo, lo<br />

que nos dice el Señor en la Primera<br />

Lectura, y la Palabra de Dios se hizo<br />

lo básico y fundamental para mí. En<br />

lo personal y en mi actividad evangelizadora,<br />

he dejado que ella actúe<br />

en mí con toda su eficacia (cf. Heb. 4,<br />

12), para el anuncio de la Buena Nueva<br />

del Evangelio (cf. Mc. 16, 15) y para la<br />

enseñanza que debe seguir para que<br />

los que aceptan el mensaje lleguen a<br />

ser auténticos discípulos de Jesús (cf.<br />

Mt. 28, 19-20).<br />

Cuando “crecemos” por la eficacia<br />

de la Palabra de Dios, nuestra vida<br />

se “simplifica” y se serena porque<br />

entendemos que Él conoce cómo somos,<br />

y no espera más de lo que sabe<br />

podemos dar (cf. Salmo 103, 13-14).<br />

Nuestra oración se hace más sencilla,<br />

pero más eficaz porque nuestra “guía”<br />

es el Padrenuestro, que nos enseñó<br />

el Maestro, que nos dijo que el Padre<br />

sabe, antes de decírselo, cuáles son<br />

nuestras necesidades (cf. Mt. 6, 8).<br />

Si nos dejamos “convencer” por el<br />

salmo, nos veremos libres de preocupaciones,<br />

temores y angustias porque<br />

viviremos en la seguridad de que el<br />

Señor estará atento a nuestras necesidades<br />

y siempre estará dispuesto a<br />

proporcionarnos su ayuda.<br />

Una vez leí que una persona acudió<br />

MARTES 03


12<br />

ORACIÓN<br />

Creo, Señor, que en verdad no sabemos<br />

qué pedir ni cómo hacerlo,<br />

como escribió san Pablo, por eso nos<br />

dejaste la oración del Padrenuestro.<br />

Ayúdame a recitarlo siempre bajo la<br />

inspiración del Espíritu Santo para<br />

alcanzar del Padre, por tu mediación,<br />

lo que necesito en el orden espiritual<br />

y humano. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Recitar el Padrenuestro pausadamente<br />

y meditándolo.<br />

MIÉRCOLES - SAN CASIMIRO<br />

Laudes: Sal 35; Cánt. Jdt 16, 1-2.13-15; Sal 46<br />

Sal 26 I; Sal 26 II; Cánt. Col 1, 3.12-20<br />

donde unas monjas para que oraran<br />

por una situación difícil por la que<br />

estaba pasando, y les llevó un aporte<br />

económico. Pensaba que las monjas<br />

dedicarían mucho rato de oración<br />

durante varios días; pero la madre superiora<br />

convocó a las demás hermanas<br />

y, junto con esa persona, rezó un<br />

Padrenuestro. Esto la disgustó; pero<br />

eso fue suficiente para que el Señor<br />

actuara, acudiendo en su auxilio.<br />

Sabemos, lo hemos oído y leído muchas<br />

veces, porque el Padrenuestro<br />

ha sido y lo seguirá siendo, base de<br />

muchas homilías, tema de retiros y de<br />

numerosos escritores en sus libros,<br />

que con la oración del Padrenuestro<br />

pedimos al Señor todo lo que necesitamos<br />

espiritual y humanamente en<br />

un perfecto orden de prioridades, y<br />

que, como dicen algunos maestros<br />

de espiritualidad, toda oración agradable<br />

a Dios tiene su fuente en el<br />

Padrenuestro.<br />

04 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los habitantes de Nínive se arrepintieron<br />

de su mala conducta<br />

Lectura del profeta Jonás 3, 1-10<br />

Vino la palabra del Señor a Jonás:<br />

—«Levántate y vete a Nínive, la gran<br />

capital, y pregona allí el pregón que te<br />

diré.»<br />

Se levantó Jonás y fue a Nínive, como<br />

le había mandado el Señor. (Nínive era<br />

una ciudad enorme, tres días hacían<br />

falta para atravesarla). Comenzó Jonás<br />

a entrar por la ciudad y caminó durante<br />

un día pregonando:<br />

—«Dentro de cuarenta días Nínive será<br />

arrasada.»<br />

Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron<br />

un ayuno y se vistieron de sayal,<br />

grandes y pequeños. Llegó la noticia<br />

al rey de Nínive: se levantó del trono,<br />

dejó el manto, se vistió de sayal y se<br />

sentó en tierra, y mandó proclamar a<br />

Nínive en nombre suyo y del gobierno:<br />

«Que hombres y animales, vacas y<br />

ovejas, no prueben bocado, no pasten<br />

ni beban; vístanse de sayal hombres y<br />

animales, invoquen con ahínco a Dios,<br />

conviértase cada cual de su mala vida<br />

y de las injusticias cometidas. ¡Quién<br />

sabe si Dios se arrepentirá y nos dará<br />

respiro, si aplacará el incendio de su ira,<br />

y no pereceremos!».<br />

Y vio Dios sus obras y cómo se convertían<br />

de la mala vida; se compadeció y


se arrepintió Dios de la catástrofe con<br />

que había amenazado a Nínive, y no la<br />

ejecutó.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

50, 3-4.12-13<br />

R. Un corazón quebrantado<br />

y humillado, tú, Dios mío,<br />

no lo desprecias.<br />

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />

por tu inmensa compasión borra mi<br />

culpa. Lava del todo mi delito, limpia<br />

mi pecado. R<br />

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,<br />

renuévame por dentro con espíritu firme;<br />

no me arrojes lejos de tu rostro, no<br />

me quites tu Santo Espíritu. R<br />

Los sacrificios no te satisfacen, si te<br />

ofreciera un holocausto no lo querrías.<br />

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,<br />

un corazón quebrantado y humillado,<br />

tú no lo desprecias. R<br />

EVANGELIO<br />

A esta generación no se le dará<br />

más signo que el de Jonás<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 11, 29-32<br />

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor<br />

de Jesús y él se puso a decirles:<br />

—«Esta generación es una generación<br />

perversa. Pide un signo, pero no se le<br />

dará más signo que el signo de Jonás.<br />

Como Jonás fue un signo para los habitantes<br />

de Nínive, lo mismo será el Hijo<br />

del Hombre para esta generación. Cuando<br />

sean juzgados los hombres de esta<br />

generación, la reina del Sur se levantará<br />

y hará que los condenen; porque ella<br />

vino desde los confines de la tierra para<br />

escuchar la sabiduría de Salomón, y<br />

aquí hay uno que es más que Salomón.<br />

Cuando sea juzgada esa generación, los<br />

hombres de Nínive se alzarán y harán<br />

que los condenen; porque ellos se convirtieron<br />

con la predicación de Jonás,<br />

13<br />

y aquí hay uno que es más que Jonás.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy es el octavo día de la Cuaresma;<br />

este tiempo es una gracia que el Señor<br />

nos concede para reflexionar y hurgar<br />

en nuestro interior si estamos conscientes<br />

de su significado. Cambiar el<br />

ritmo de vida y dedicarnos más tiempo<br />

a la oración para seguir los pasos de<br />

Jesús y reflejarlo en nuestra actitud<br />

con el prójimo, es parte del espíritu de<br />

la Cuaresma.<br />

El Señor es misericordioso y siempre<br />

está presto a perdonarnos, así también<br />

debemos perdonar a los que nos<br />

ofenden y buscar una reconciliación<br />

sincera, eliminar el odio y el rencor que<br />

corroe la paz interior. Meditemos esta<br />

primera lectura donde es posible que<br />

estemos tú y yo, porque igual que a<br />

este pueblo de Nínive, (antigua capital<br />

del imperio Sirio) que vivía sumido en<br />

el pecado, el Señor le envió un emisario<br />

que le anunció la destrucción<br />

si no se arrepentían de sus pecados,<br />

también a nosotros nos llama el Señor<br />

a alejarnos de lo que nos hace caer<br />

en pecado y así estar más cerca de<br />

Jesucristo.<br />

Al profeta Jonás le extrañó que el Señor<br />

buscara el arrepentimiento de un<br />

pueblo pagano, muy distinto al pueblo<br />

hebreo, y es porque Dios no hace<br />

acepción de personas. El pueblo de<br />

Nínive hizo penitencia, aún sin conocer<br />

a nuestro Dios, creyó en su palabra,<br />

acogió el momento propicio para su<br />

conversión.<br />

Somos los hijos de Dios, respondamos<br />

a su llamado en esta Cuaresma<br />

en la que se nos invita a reorientar<br />

nuestros conceptos, juicios y comportamientos<br />

para que no endurezcamos<br />

el corazón y estemos dispuestos a ver<br />

las señales de su amor. La primera<br />

MIÉRCOLES 04


señal es la presencia de Jesucristo,<br />

quien, aún en los momentos en que<br />

hemos estado más alejados de Él, ha<br />

salido a nuestro encuentro.<br />

Lejos de parecernos a los escribas y<br />

fariseos que pidieron a Jesús una señal<br />

de su divinidad, alabemos su santo<br />

Nombre y pongamos a sus pies toda<br />

nuestra vida, como una demostración<br />

de que para nosotros es el Hijo de Dios<br />

hecho hombre.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, tú conoces mis debilidades y<br />

lo difícil que es para mí entrar en tu<br />

05<br />

sus<br />

JUEVES - SAN ADRIÁN<br />

PRIMERA LECTURA<br />

No tengo otro defensor que tú<br />

Lectura del libro de<br />

Ester 14, 1.3-5.12-14<br />

En aquellos días, la reina Ester, temiendo<br />

el peligro inminente, acudió al<br />

Señor y suplicó al Señor Dios de Israel<br />

en estos términos:<br />

«Señor mío, único rey nuestro, protégeme,<br />

que estoy sola y no tengo otro<br />

defensor que tú. Yo misma me he expuesto<br />

al peligro. Mi padre me ha contado<br />

cómo tú, Señor, escogiste a Israel<br />

entre las naciones, a nuestros padres<br />

entre pueblos más poderosos, para ser<br />

tu heredad perpetua; y les cumpliste lo<br />

que habías prometido. Nosotros hemos<br />

pecado contra ti, por eso nos entregaste<br />

a nuestros enemigos, por haber dado<br />

culto a otros dioses. ¡Justo eres, Señor!<br />

Atiende, Señor; muéstrate a nosotros<br />

en la tribulación, dame valor, Señor,<br />

rey de dioses y poderosos: Pon en mi<br />

boca un discurso acertado cuando<br />

tenga que hablar al león: que cambie y<br />

aborrezca a nuestro enemigo y a todos<br />

14<br />

voluntad. Moldea mis actitudes y haz<br />

de mí una persona nueva, para que<br />

pueda entrar en el espíritu de esta<br />

Cuaresma. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Repetir durante el día los diez mandamientos<br />

de la ley de Dios para que<br />

inspiren mis actuaciones.<br />

Laudes: Sal 56; Cánt. Jr 31, 10-14; Sal 47<br />

Vísperas: Sal 29; Sal 31; Cánt. Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />

cómplices. A nosotros, líbranos<br />

con tu mano, y a mí, que no tengo otro<br />

auxilio, protégeme tú, Señor, que lo<br />

sabes todo.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

137, 1-3.7-10<br />

R. Cuando te invoqué,<br />

me escuchaste, Señor.<br />

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;<br />

delante de los ángeles tañaré para ti. Me<br />

postraré hacia tu santuario. R<br />

Daré gracias a tu nombre: Por tu<br />

misericordia y tu lealtad. Cuando te<br />

invoqué, me escuchaste, acreciste el<br />

valor en mi alma. R<br />

Tu derecha me salva. El Señor completará<br />

sus favores conmigo: Señor, la<br />

misericordia es eterna, no abandones<br />

la obra de tus manos. R<br />

EVANGELIO<br />

Quien pide, recibe<br />

Lectura del Santo Evangelio según<br />

san Mateo 7, 7-12


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán,<br />

llamen y se les abrirá; porque<br />

quien pide recibe, quien busca encuentra<br />

y al que llama se le abre. Si a alguno<br />

de ustedes le pide su hijo pan, ¿le va a<br />

dar una piedra?; y si le pide pescado,<br />

¿le dará una serpiente? Pues si ustedes,<br />

que son malos, saben dar cosas buenas a<br />

sus hijos, ¿cuánto más su Padre del cielo<br />

dará cosas buenas a los que le piden?<br />

Traten a los demás como quieren que<br />

ellos les traten: en esto consiste la ley y<br />

los profetas.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Siempre el Señor nos habla a través<br />

de su Palabra. A veces estamos tan<br />

distraídos que, aunque leamos o<br />

escuchemos la Palabra diariamente,<br />

no siempre encontramos el mensaje<br />

que viene a traernos. Nuestros oídos<br />

se han cerrado por nuestra necedad<br />

o nuestra indiferencia, o ha mermado<br />

nuestra necesidad de Dios. Creemos<br />

que no lo necesitamos tanto y quizás<br />

nos sentiremos así hasta la próxima<br />

ocasión donde las cosas no nos vayan<br />

tan bien.<br />

La Reina Ester, en esta Primera Lectura<br />

del día de hoy, ruega a Dios de<br />

una manera sencilla, profunda, pero<br />

sobre todo sincera. No hay disimulos<br />

en su plegaria, ni intenta disculparse.<br />

Asume la parte que le corresponde<br />

en la situación que vive su pueblo;<br />

reconoce que no han sido del todo<br />

fieles y merecen lo que están viviendo.<br />

Pero clama a Dios en medio del peligro<br />

inminente para que los salve y Dios<br />

se lo concede. Ester le pide a Dios<br />

decir el discurso acertado, que le dé<br />

el valor necesario para hacer lo que le<br />

corresponde. Está dispuesta a hacer<br />

lo que le toca para recibir esa ayuda de<br />

15<br />

Dios. Ella nos enseña con su actitud,<br />

que lo importante es pedir a Dios lo<br />

que creemos necesitar y Él nos dará<br />

lo que nos conviene.<br />

Así tenemos que actuar en todo tiempo,<br />

confiados en que no importa lo<br />

que enfrentemos, si pedimos el auxilio<br />

de nuestro Padre del cielo, podremos<br />

vencer en cualquier batalla.<br />

El Evangelio va en la misma línea:<br />

pedir, buscar, llamar. Pedir lo que<br />

nos hace falta, buscar aquello que<br />

creemos perdido y llamar a aquellas<br />

puertas que creemos cerradas. Nuestra<br />

confianza está puesta en Dios, que<br />

no defrauda, que quiere lo mejor para<br />

nosotros y que nunca nos dará nada<br />

que nos perjudique y nos guiará por<br />

los caminos de la verdad, de la justicia,<br />

de la paz.<br />

Nunca dudemos que Dios está de<br />

nuestra parte; aún cuando veamos<br />

circunstancias adversas y no entendamos<br />

todo lo que pasa, está obrando<br />

en beneficio nuestro. No crecemos en<br />

los tiempos de abundancia, crecemos<br />

cuando hay dificultad, cuando las<br />

cosas no salen como las planeamos,<br />

cuando tenemos que probar nuestras<br />

fuerzas espirituales contra el mundo.<br />

Confiemos en que Dios no remueve<br />

los obstáculos que nos impiden<br />

avanzar porque no pueda o no quiera<br />

removerlos, sino porque los usa para<br />

que avancemos.<br />

ORACIÓN<br />

Amado Dios, perdona mi falta de confianza<br />

y aumenta mi fe para atravesar<br />

estos momentos de confusión y tribulación.<br />

En ti confío. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

JUEVES 05


PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Entregar a Dios esa circunstancia que<br />

06<br />

Señor,<br />

PRIMERA LECTURA<br />

¿Acaso quiero yo la muerte<br />

del malvado y no que se<br />

convierta de su camino y viva?<br />

Lectura del libro de<br />

Ezequiel 18, 21-28<br />

Así dice el Señor Dios:<br />

«Si el malvado se convierte de los<br />

pecados cometidos y guarda mis preceptos,<br />

practica el derecho y la justicia,<br />

ciertamente vivirá y no morirá. No se<br />

le tendrán en cuenta los delitos que<br />

cometió; por la justicia que hizo, vivirá.<br />

¿Acaso quiero yo la muerte del malvado<br />

—oráculo del Señor—, y no que se<br />

convierta de su conducta y que viva? Si<br />

el justo se aparta de su justicia y comete<br />

maldad, imitando las abominaciones<br />

del malvado, no se tendrá en cuenta la<br />

justicia que hizo: por la iniquidad que<br />

perpetró y por el pecado que cometió,<br />

morirá. Comentan: “No es justo el<br />

proceder del Señor”. Escuchen, casa<br />

de Israel: ¿Es injusto mi proceder?,<br />

¿o no es su proceder el que es injusto?<br />

Cuando el justo se aparta de su justicia,<br />

comete la maldad y muere, muere por<br />

la maldad que cometió. Y cuando el<br />

malvado se convierte de la maldad que<br />

hizo y practica el derecho y la justicia,<br />

él mismo salva su vida. Si recapacita y<br />

se convierte, de los delitos cometidos,<br />

ciertamente vivirá y no morirá.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

129, 1-8<br />

R. Si llevas cuenta de los delitos,<br />

16<br />

me agobia y ayudar a otros a aliviar<br />

sus cargas, materiales o espirituales.<br />

VIERNES - SANTA MARÍA DE LA PROVIDENCIA<br />

Laudes: Sal 50; Cánt. Is 45, 15-26; Sal 99<br />

Vísperas: Sal 40; Sal 45; Cánt. Ap 15, 3-4<br />

¿quién podrá resistir?<br />

Desde lo hondo a ti grito, Señor. Señor,<br />

escucha mi voz; estén tus oídos atentos<br />

a la voz de mi súplica. R<br />

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,<br />

¿quién podrá resistir? Pero de ti procede<br />

el perdón, y así infundes respeto. R<br />

Mi alma espera en el Señor, espera en<br />

su Palabra; mi alma aguarda al Señor,<br />

más que el centinela la aurora. Aguarde<br />

Israel al Señor, como el centinela la<br />

aurora. R<br />

Porque del Señor viene la misericordia,<br />

la redención copiosa: y Él redimirá<br />

a Israel de todos sus delitos. R<br />

EVANGELIO<br />

Vete primero a reconciliarte<br />

con tu hermano<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 5, 20-26<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Si no son mejores que los letrados<br />

y fariseos no entrarán en el Reino de<br />

los Cielos. Han oído que se dijo a los<br />

antiguos: No matarás, y el que mate<br />

será procesado. Pero yo les digo: todo el<br />

que esté peleado con su hermano, será<br />

procesado. Y si uno llama a su hermano<br />

“imbécil”, tendrá que comparecer ante<br />

el Sanedrín, y si lo llama “renegado”,<br />

merece la condena del fuego. Por tanto,<br />

si cuando vas a poner tu ofrenda sobre<br />

el altar, te acuerdas allí mismo de que<br />

tu hermano tiene quejas contra ti, deja<br />

allí tu ofrenda ante el altar y vete primero<br />

a reconciliarte con tu hermano, y


entonces vuelve a presentar tu ofrenda.<br />

Procura arreglarte con el que te pone<br />

pleito, en seguida, mientras vais todavía<br />

de camino, no sea que te entregue al<br />

juez, y el juez al alguacil, y te metan en<br />

la cárcel. Te aseguro que no saldrás de<br />

allí hasta que no hayas pagado el último<br />

centavo.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

En las lecturas de hoy recibimos un<br />

llamado especial a la conversión de<br />

nuestro corazón, con el conocimiento<br />

de que Dios es lento a la ira y rico en<br />

misericordia. Lo que más felicidad produce<br />

al corazón de Dios es un corazón<br />

arrepentido que quiera acercarse a Él.<br />

Estamos en un tiempo de gracia en<br />

nuestra Iglesia, a través del cual podemos<br />

revisar nuestra vida y reconocer<br />

aquellas actitudes o acciones que nos<br />

alejan de Dios. Lo más hermoso es<br />

que no importa qué tan lejos podamos<br />

estar en este momento, la misericordia<br />

de Dios nos alcanza, nos levanta y nos<br />

promete la vida, esa vida verdadera<br />

que se da cuando nuestro corazón<br />

está dispuesto a vivir con Él.<br />

En el Evangelio, Jesús pone de manifiesto<br />

de qué se trata esta conversión;<br />

no es cumplir la ley solamente, es<br />

mirar nuestro corazón y que no haya<br />

nada que nos limite al amor. Invita a<br />

ponernos en camino hasta el hermano<br />

con el que tengamos alguna situación<br />

de enojo antes de presentarnos delante<br />

de Él. El hermano es el rostro<br />

de Dios más cercano que tenemos.<br />

Si no somos capaces de verlo ahí de<br />

nada nos sirve ir a la Iglesia a mostrar<br />

signos externos de conversión que<br />

están muy lejos de lo que Dios quiere.<br />

Recordemos el salmo 50, a Dios más<br />

que nuestros sacrificios externos, le<br />

agrada nuestro corazón arrepentido y<br />

dispuesto a Él.<br />

17<br />

Aprovechemos este tiempo para<br />

poner en orden nuestras relaciones;<br />

muchas veces nos tocará dar el primer<br />

paso, aunque entendamos que no nos<br />

corresponde; otras veces nos tocará<br />

perdonar, aunque entendamos que el<br />

otro no merece nuestro perdón, pero<br />

pensemos que lo más importante es<br />

agradar el corazón de Dios y solo a<br />

través del perdón y la reconciliación<br />

podemos hacerlo.Puede que estés<br />

pensando que no tienes ninguna situación<br />

que reconciliar y qué bueno,<br />

pero eso no te exonera de la invitación<br />

de Jesús para este día. Piensa qué<br />

áreas de tu vida necesitan que Dios<br />

traiga luz para que puedas ponerlas<br />

como a Él le agrada. Si tu trabajo no<br />

está ocupando el lugar que le corresponde,<br />

si tu servicio es menor del que<br />

puedes ofrecer, si el amor que das a<br />

los que te rodean es lo que necesitan,<br />

en fin, cada uno sabe cómo hacer para<br />

agradar más a Dios. Aprovecha este<br />

día para presentar esas situaciones<br />

a nuestro Dios que está dispuesto a<br />

darnos la verdadera vida.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, ilumina mi entendimiento para<br />

identificar lo que me aleja de ti y dame<br />

las fuerzas necesarias para ordenar<br />

mi vida conforme a tu voluntad. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Identificar las áreas de mi vida que<br />

necesitan ser iluminadas y transformadas<br />

y presentarlas a Dios.<br />

VIERNES 06


SÁBADO - SANTAS PERPETUA Y FELICIDAD<br />

Laudes: Sal 118, 145-152; Cánt. Ex 15, 1-4.8-13.17-18; Sal 116<br />

07Vísperas: Sal 118, 105-112; Sal 15; Cánt. Flp 2, 6-11<br />

PRIMERA LECTURA<br />

¡Serás un pueblo consagrado<br />

al Señor tu Dios!<br />

Lectura del libro del<br />

Deuteronomio 26, 16-19<br />

Habló Moisés al pueblo diciendo:<br />

«Hoy te manda el Señor, tu Dios, que<br />

cumplas estos mandatos y decretos.<br />

Guárdalos y cúmplelos con todo el<br />

corazón y con toda el alma. Hoy te<br />

has comprometido a aceptar lo que el<br />

Señor te propone: Que Él sea tu Dios,<br />

que tú irás por sus caminos, guardarás<br />

sus mandatos, preceptos y decretos, y<br />

escucharás su voz. Hoy se compromete<br />

el Señor a aceptar lo que tú le propones:<br />

Que serás su propio pueblo, como te<br />

prometió, que guardarás todos sus<br />

preceptos, que él te elevará en gloria,<br />

nombre y esplendor, por encima de<br />

todas las naciones que ha hecho, y que<br />

serás el pueblo santo del Señor, como<br />

ha dicho.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

118, 1-2.4-5.7-8<br />

R. Dichoso el que camina<br />

en la voluntad del Señor.<br />

Dichoso el que, con vida intachable,<br />

camina en la voluntad del Señor; dichoso<br />

el que, guardando sus preceptos, lo<br />

busca de todo corazón. R<br />

Tú promulgas tus decretos, para que<br />

se observen exactamente; ojalá esté<br />

firme mi camino, para cumplir tus<br />

consignas. R<br />

Te alabaré con sincero corazón; cuando<br />

aprenda tus justos mandamientos, quiero<br />

guardar tus leyes exactamente, tú no<br />

me abandones. R<br />

18<br />

EVANGELIO<br />

Sean perfectos como nuestro<br />

Padre celestial es perfecto<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 5, 43-48<br />

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Han oído que se dijo: Amarás a tu<br />

prójimo y aborrecerás a tu enemigo.<br />

Yo, en cambio, les digo: Amen a sus<br />

enemigos, hagan el bien a los que les<br />

aborrecen y recen por los que les persiguen<br />

y calumnian. Así serán hijos de su<br />

Padre que está en el cielo, que hace salir<br />

su sol sobre malos y buenos, y manda<br />

la lluvia a justos e injustos. Porque, si<br />

aman a los que les aman, ¿qué premio<br />

tendrán? ¿No hacen lo mismo también<br />

los publicanos? Y si saludan solo a su<br />

hermano, ¿qué hacen de extraordinario?<br />

¿No hacen lo mismo también los paganos?<br />

Por tanto, sean perfectos como su<br />

Padre celestial es perfecto.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy estamos invitados a ser santos.<br />

No santos famosos, o mártires en<br />

países lejanos, o monjes contemplativos.<br />

Simplemente santos normales.<br />

El Papa Francisco dijo: “Me gusta ver<br />

la santidad en el pueblo de Dios… la<br />

santidad «de la puerta de al lado», de<br />

aquellos que viven cerca de nosotros<br />

y son un reflejo de la presencia de<br />

Dios… «la clase media de la santidad»”<br />

(Gaudete et exsultate).<br />

Entonces, ¿cómo podemos ser santos?<br />

1. Imitando a Jesús. ¡Pero no te


asustes! Sin coronarnos con espinas<br />

todavía. Mejor empecemos con cosas<br />

pequeñas como los buenos modales;<br />

por ejemplo: saludar a la gente diciendo:<br />

“Buenos días”; dar las gracias;<br />

pedir “por favor”; ceder el asiento a<br />

quienes lo necesiten; mirar a la cara a<br />

quien te está hablando; escuchar sin<br />

interrumpir y siempre con generosidad<br />

y buen humor.<br />

2. Después vienen las cosas un “chin”<br />

más difíciles; cuando no es tan claro<br />

lo que hay que hacer, usas la “prueba<br />

de fuego” – el “QHJ”. Es más fácil<br />

de lo que imaginas. Sencillamente te<br />

preguntas: “¿Qué Haría Jesús?”, y lo<br />

haces. (Recordemos que Jesús siempre<br />

perdía, aparentemente. Pero en<br />

realidad, cada vez que pidió perdón,<br />

ganó un amigo, y cada vez que se rindió,<br />

encontró paz). Y ¿después?<br />

3. Jesús nos pide en el Evangelio que<br />

«seamos perfectos como su Padre<br />

celestial es perfecto». Más adelante<br />

dijo: «Si quieres ser perfecto, vende<br />

todo lo que posees. Después ven y<br />

sígueme.» Es decir, despojarte de las<br />

cosas materiales que son tan inútiles.<br />

Claro que tenemos caprichos guardados,<br />

detalles escondidos, recuerdos<br />

conservados. Pero no son tan<br />

importantes, ¿verdad? Hay que hacer<br />

espacio para lo que vendrá: los amigos<br />

nuevos, las noches de vigilia, las risas,<br />

la alegría, el gozo de andar de la mano<br />

con el amor de los amores.<br />

4. Finalmente, hay una exigencia que<br />

no es negociable: hay que orar. Orar<br />

a tiempo y destiempo. Orar despierto<br />

y dormido, siempre sin cesar. Porque<br />

la conversación más importante<br />

de nuestra vida es el compartir con<br />

nuestro hermano, nuestro salvador y<br />

nuestro Señor… con Jesús.<br />

Y para terminar, dos citas de la Madre<br />

Iglesia:<br />

“Todos los cristianos, de cualquier<br />

estado o condición, están llamados<br />

cada uno por su propio camino, a la<br />

perfección de la santidad” (Catecismo<br />

de la Iglesia Católica 825).<br />

“Quedan invitados, y aun obligados,<br />

todos los fieles cristianos a buscar<br />

insistentemente la santidad y la perfección<br />

dentro del propio estado” (Lumen<br />

Gentium N° 42).<br />

ORACIÓN<br />

Señor Jesús, te pido me llenes con<br />

tu Espíritu para que yo pueda pensar,<br />

sentir, hablar y actuar inspirado por ti.<br />

Te pido que me purifiques, me quites el<br />

barro, refines lo poco que quede, y me<br />

moldees a tu imagen, para que pueda<br />

andar en el mundo como un reflejo de<br />

tu amor, tu perdón y tu paz.Gracias<br />

Señor. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Escuchar la voz del Señor en el silencio<br />

y hacerla vida en mí.<br />

SÁBADO 07<br />

19


08<br />

PRIMERA LECTURA<br />

del<br />

Vocación de Abraham,<br />

padre del pueblo de Dios<br />

Lectura del libro del<br />

Génesis 12, l-4<br />

En aquellos días, el Señor dijo a Abraham:<br />

—«Sal de tu tierra y de la casa de tu<br />

padre, hacia la tierra que te mostraré.<br />

Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré,<br />

haré famoso tu nombre, y será una bendición.<br />

Bendeciré a los que te bendigan,<br />

maldeciré a los que te maldigan. Con tu<br />

nombre se bendecirán todas las familias<br />

del mundo.»<br />

Abraham marchó, como le había dicho<br />

el Señor.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

32, 4-5.18-20.22<br />

R. Que tu misericordia,<br />

Señor, venga sobre nosotros,<br />

como lo esperamos de ti.<br />

La palabra del Señor es sincera, y todas<br />

sus acciones son leales; Él ama la<br />

justicia y el derecho, y su misericordia<br />

llena la tierra. R<br />

Los ojos del Señor están puestos en<br />

sus fieles, en los que esperan en su<br />

misericordia, para librar sus vidas de<br />

la muerte y reanimarlos en tiempo de<br />

hambre. R<br />

Nosotros aguardamos al Señor: Él es<br />

nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia,<br />

Señor, venga sobre nosotros,<br />

como lo esperamos de ti. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

Dios nos llama y nos ilumina<br />

Lectura de la segunda carta<br />

II DOMINGO DE CUARESMA<br />

SEMANA II DEL SALTERIO<br />

Laudes: Sal 117; Cánt. Dn 3, 52-57; Sal 150<br />

Vísperas: Sal 109; Sal 113 B; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />

20<br />

apóstol san Pablo a<br />

Timoteo 1, 8b-10<br />

Querido hermano:<br />

Toma parte en los duros trabajos del<br />

Evangelio, según la fuerza de Dios. Él<br />

nos salvó y nos llamó a una vida santa,<br />

no por nuestros méritos, sino porque,<br />

desde tiempo inmemorial, Dios dispuso<br />

darnos su gracia, por medio de Jesucristo;<br />

y ahora, esa gracia se ha manifestado<br />

al aparecer nuestro Salvador Jesucristo,<br />

que destruyó la muerte y sacó a la luz la<br />

vida inmortal, por medio del Evangelio.<br />

Palabra de Dios.<br />

EVANGELIO<br />

Su rostro resplandecía<br />

como el Sol<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 17, 1-9<br />

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a<br />

Pedro, a Santiago y a su hermano Juan<br />

y se los llevó aparte a una montaña alta.<br />

Se transfiguró delante de ellos, y su<br />

rostro resplandecía como el Sol, y sus<br />

vestidos se volvieron blancos como la<br />

luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías<br />

conversando con Él. Pedro, entonces,<br />

tomó la palabra y dijo a Jesús:<br />

—«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si<br />

quieres, haré tres tiendas: una para ti,<br />

otra para Moisés y otra para Elías.»<br />

Todavía estaba hablando cuando una<br />

nube luminosa los cubrió con su sombra,<br />

y una voz desde la nube decía:<br />

—«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.<br />

Escúchenlo.»<br />

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces,<br />

llenos de espanto. Jesús se acercó<br />

y, tocándolos, les dijo:<br />

—«Levántense, no teman.»


Al alzar los ojos, no vieron a nadie más<br />

que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la<br />

montaña, Jesús les mandó:<br />

—«No cuenten a nadie la visión hasta<br />

que el Hijo del hombre resucite de entre<br />

los muertos.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy, Segundo Domingo de Cuaresma,<br />

prosiguiendo el camino penitencial, la<br />

liturgia nos invita a reflexionar sobre<br />

el acontecimiento extraordinario de la<br />

transfiguración.<br />

Considerada junto a las tentaciones de<br />

Jesús en el desierto del domingo pasado,<br />

se anticipa el misterio pascual: la lucha<br />

de Jesús con el tentador preludia el<br />

gran duelo final de la Pasión, mientras la<br />

luz de su cuerpo transfigurado anticipa<br />

la gloria de la Resurrección. Por una parte,<br />

Jesús, plenamente hombre, comparte<br />

con nosotros incluso la tentación; por<br />

otra, como Hijo de Dios, diviniza nuestra<br />

humanidad. Así estos dos domingos<br />

son como dos pilares sobre los que se<br />

apoya el edificio de la Cuaresma hasta<br />

la Pascua; toda la estructura de la vida<br />

cristiana, que consiste esencialmente<br />

en el dinamismo pascual: de la muerte<br />

a la vida.<br />

El monte, tanto el Tabor como el Sinaí,<br />

es el lugar de la cercanía con Dios. Es el<br />

espacio elevado donde se respira el aire<br />

puro de la creación. Es el lugar de la oración,<br />

donde se está en la presencia del<br />

Señor, como Moisés y Elías, que junto<br />

a Jesús transfigurado hablan con Él del<br />

“éxodo” que le espera en Jerusalén, es<br />

decir, de su Pascua.<br />

La transfiguración es un acontecimiento<br />

de oración: orando, Jesús se sumerge<br />

en Dios, se une íntimamente a Él, adhiere<br />

su voluntad humana a la voluntad de<br />

amor del Padre, y así, invadido de la luz,<br />

aparece visiblemente la verdad de su<br />

ser: Él es Dios, Luz de Luz. Su vestido<br />

21<br />

se vuelve blanco y resplandeciente; esto<br />

nos hace pensar en el Bautismo, en el<br />

vestido blanco que llevan los neófitos.<br />

Quien renace en el Bautismo es revestido<br />

de luz, anticipando la existencia celestial,<br />

que el Apocalipsis representa con<br />

el símbolo de las vestiduras blancas.<br />

Aquí está el punto crucial: la transfiguración<br />

es anticipación de la Resurrección,<br />

pero esta presupone la muerte. Jesús<br />

manifiesta su gloria a los apóstoles,<br />

para que tengan la fuerza de afrontar<br />

el escándalo de la cruz y comprendan<br />

que es necesario pasar muchas tribulaciones<br />

para llegar al Reino de Dios.<br />

La voz del Padre, que resuena desde<br />

lo alto, proclama que Jesús es su Hijo<br />

predilecto, como en el bautismo en el<br />

Jordán, añadiendo: “Escúchenlo” (Mt 17,<br />

5). Para entrar en la vida eterna es necesario<br />

escucharlo, seguirlo por el camino<br />

de la cruz, llevando en el corazón, como<br />

Él, la esperanza de la resurrección.<br />

Dirigiéndonos ahora con la oración a<br />

María, reconozcamos en ella a la criatura<br />

humana transfigurada interiormente por<br />

la gracia de Cristo, y encomendémonos<br />

a su guía para recorrer con fe y generosidad<br />

el itinerario de la Cuaresma.<br />

ORACIÓN<br />

A ti te sirvo Jesús, mi Dios torturado<br />

que vences en la cruz. Escudo de los<br />

olvidados, de los pobres y despreciados<br />

a quienes siempre ofreces tu Reino de<br />

amor. Te serviré cada día en lo pequeño<br />

y poco que soy. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Ser luz para quienes tenga a mi lado<br />

hoy.<br />

DOMINGO 08


09<br />

PRIMERA LECTURA<br />

los<br />

Nosotros hemos pecado,<br />

hemos cometido iniquidad<br />

Lectura del profeta<br />

Daniel 9, 4-10<br />

Señor, Dios grande y terrible, que guardas<br />

la alianza y eres leal con los que te<br />

aman y cumplen tus mandamientos. Hemos<br />

pecado, hemos cometido crímenes<br />

y delitos, nos hemos rebelado apartándonos<br />

de tus mandatos y preceptos. No<br />

hicimos caso a tus siervos, los profetas,<br />

que hablaban en tu nombre a nuestros<br />

reyes, a nuestros príncipes, padres y<br />

terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a<br />

nosotros nos abruma hoy la vergüenza:<br />

a los habitantes de Jerusalén, a judíos e<br />

israelitas, cercanos y lejanos, en todos los<br />

países por donde los dispersaste por los<br />

delitos que cometieron contra ti. Señor,<br />

nos abruma la vergüenza: a nuestros<br />

reyes, príncipes y padres, porque hemos<br />

pecado contra ti. Pero, aunque nosotros<br />

nos hemos rebelado, el Señor, nuestro<br />

Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos<br />

al Señor, nuestro Dios, siguiendo<br />

las normas que nos daba por sus siervos,<br />

los profetas.Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

78, 8-9.11-13<br />

R. Señor, no nos trates como<br />

merecen nuestros pecados.<br />

No recuerdes contra nosotros las culpas<br />

de nuestros padres; que tu compasión nos<br />

alcance pronto, pues estamos agotados. R<br />

Socórrenos, Dios salvador nuestro, por el<br />

honor de tu nombre; líbranos y perdona<br />

nuestros pecados, a causa de tu nombre. R<br />

Llegue a tu presencia el gemido del<br />

cautivo: Con tu brazo poderoso salva a<br />

LUNES - SANTOS DOMINGO SAVIO<br />

Y FRANCISCA ROMANA<br />

Laudes: Sal 41; Cánt. Eclo 36, 1-5.10-13; Sal 18 A<br />

Vísperas: Sal 44 I; Sal 44 II; Cánt. Ef 3, 1-10<br />

22<br />

condenados a muerte. R<br />

Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas<br />

de tu rebaño, te daremos gracias<br />

siempre, contaremos tus alabanzas de<br />

generación en generación. R<br />

EVANGELIO<br />

Perdonen, y serán perdonados<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 6, 36-38<br />

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«Sean compasivos como su Padre<br />

es compasivo; no juzguen, y no serán<br />

juzgados; no condenen, y no serán condenados;<br />

perdonen, y serán perdonados;<br />

den, y se les dará; les verterán una<br />

medida generosa, colmada, remecida,<br />

rebosante. La medida que usen, la usarán<br />

con ustedes.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

La palabra clave de hoy es “misericordia”.<br />

Hoy el Señor te pide- y a mí – que<br />

seas misericordioso, como Él lo es con<br />

nosotros. La oración de Daniel se apoya<br />

en esa misericordia de Dios. Pues<br />

pensar en su misericordia nos permite<br />

no desalentarnos ante nuestro propio<br />

pecado. El mal es lo contrario a la<br />

perfección de Dios. Esa oración penitencial<br />

de Daniel es muy justa, porque<br />

no habla solo de sus propios pecados,<br />

sino de los de la comunidad. Incluso<br />

hoy me veo reflejada en esa oración.<br />

Soy testigo de cuántas veces el Señor<br />

me ha perdonado y me ha ayudado<br />

a levantarme. Y cómo transformó mi<br />

corazón de una juez implacable, a una<br />

pecadora que reconoce sus miserias y


trata de no juzgar a los demás. Eso me<br />

hace mucho bien y también me da la<br />

opotunidad de pedirle perdón por mi<br />

pecado personal y por el pecado de<br />

nuestra parroquia, comunidad, Iglesia,<br />

familia. Ese es el primer paso para una<br />

verdadera conversión. El que se cree<br />

merecedor de todo, no se convierte,<br />

no pide ayuda, no pregunta, ni busca<br />

respuestas. La invitación de Jesús hoy<br />

es a una misericordia infinita. Pues al<br />

decirte – y decirme- que sea “misericordiosa<br />

como Dios es misericordioso”<br />

nos está poniendo como medida<br />

su grandeza, su santidad. Jesús quiere<br />

que para que seamos acogidos por el<br />

Padre Dios trabajemos para tener su<br />

compasión y misericordia por nuestros<br />

semejantes. Misericordia que debe<br />

invadir y cambiar nuestra forma de<br />

pensar en el momento de hacer cualquier<br />

juicio sobre los demás.<br />

Yo me imagino la sorpresa de la gente<br />

del tiempo de Jesús cuando hablaba<br />

de que podía existir una sociedad<br />

diferente. Cuando le escuchaban<br />

decir que lo que quería Dios era muy<br />

distinto a lo que decían las autoridades<br />

judías. Era un verdadero escándalo<br />

que hablara de misericordia, cuando<br />

la religión judía hablaba de exclusión.<br />

Su mensaje siempre nuevo se enfrentó<br />

al viejo judaísmo y a un nuevo cristianismo<br />

que sigue elevando barreras<br />

para defender el poder y prestigio de<br />

los puros. Pone la misericordia por<br />

encima de la ley.<br />

10 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Aprendan a obrar bien,<br />

busquen la justicia<br />

Lectura del profeta<br />

MARTES - SAN MACARIO<br />

23<br />

Jesús invitaba a tener una preocupación<br />

sincera por los más necesitados,<br />

compasión por los más pobres como<br />

solución a la injusticia. Era una invitación<br />

a vivir los valores del Reino, los<br />

únicos que pueden ayudar al mundo a<br />

ser más humano y que siguen siendo<br />

hoy escándalo para los que se apegan<br />

a la ley sin misericordia. La pregunta<br />

hoy es: ¿Con qué medida mides a los<br />

demás? ¿Estás consciente que con<br />

esa misma medida serás medido?<br />

¿Tienes un corazón compasivo? Tolerar,<br />

perdonar, olvidar, no juzgar, no<br />

condenar es más difícil que ayunar o<br />

practicar abstinencia.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, hoy quiero tener entrañas de<br />

misericordia. Quiero amar a los hombres<br />

y mujeres que me rodean. Quiero<br />

llorar con el que llora, reír con el que<br />

ría. Ayúdame a no juzgar, a no señalar,<br />

sino a sostener, a levantar al caído.<br />

Quita de mí la indiferencia. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Pedir perdón a alguien que haya<br />

juzgado duramente o de quien haya<br />

hablado mal.<br />

Laudes: Sal 42; Cánt. Is 38, 10-14.17-20; Sal 64<br />

Sal 48 I; Sal 48 II; Cánt. Ap 4, 11.5, 9-10.12<br />

Isaías 1, 10.16-20<br />

Oye la palabra del Señor, príncipe de<br />

Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro<br />

Dios, pueblo de Gomorra:<br />

MARTES 10


«Lávense, purifíquense, aparten de mi<br />

vista sus malas acciones: cesen de obrar<br />

mal, aprendan a obrar bien, busquen la<br />

justicia, defiendan al oprimido, sean<br />

abogados del huérfano, defensores de<br />

la viuda. Entonces, vengan y litigaremos<br />

—dice el Señor—: Aunque sean<br />

sus pecados como escarlata, quedarán<br />

como lana. Si saben obedecer, lo sabroso<br />

de la tierra comerán. Si rehúsan y se<br />

rebelan, la espada les comerá». —Lo ha<br />

dicho el Señor.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

49, 8-9.16-17.21.23<br />

R. Al que sigue buen camino le<br />

haré ver la salvación de Dios.<br />

No te reprocho tus sacrificios; pues<br />

siempre están tus holocaustos ante mí.<br />

Pero no aceptaré un becerro de tu casa<br />

ni un cabrito de tus rebaños. R<br />

«¿Por qué recitas mis preceptos, y tienes<br />

siempre en la boca mi alianza, tú<br />

que detestas mi enseñanza, y te echas<br />

a la espalda mis mandatos?». R<br />

Esto haces, ¿y me voy a callar?, ¿crees<br />

que soy como tú? Te acusaré, te lo<br />

echaré en cara. El que me ofrece acción<br />

de gracias, ese me honra; al que sigue<br />

buen camino le haré ver la salvación<br />

de Dios. R<br />

EVANGELIO<br />

Ellos no hacen lo que dicen<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 23, 1-12<br />

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente<br />

y a sus discípulos diciendo:<br />

—«En la cátedra de Moisés se han<br />

sentado los letrados y los fariseos:<br />

hagan y cumplan lo que les digan; pero<br />

no hagan lo que ellos hacen, porque<br />

ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían<br />

fardos pesados e insoportables y se los<br />

cargan a la gente en los hombros, pero<br />

ellos no están dispuestos a mover un<br />

24<br />

dedo para empujar. Todo lo que hacen<br />

es para que los vea la gente: alargan las<br />

filacterias y ensanchan las franjas del<br />

manto; les gustan los primeros puestos<br />

en los banquetes y los asientos de honor<br />

en las sinagogas; que les hagan reverencias<br />

por la calle y que la gente los llame<br />

«maestro». Ustedes, en cambio, no se<br />

dejen llamar maestro, porque uno solo<br />

es su maestro, y todos ustedes son hermanos.<br />

Y no llamen padre suyo a nadie<br />

en la tierra, porque uno solo es su Padre,<br />

el del cielo. No se dejen llamar jefes,<br />

porque uno solo es su Señor, Cristo. El<br />

primero entre ustedes será su servidor.<br />

El que se enaltece será humillado, y el<br />

que se humilla será enaltecido.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Todos sabemos, aunque no lo hayamos<br />

meditado suficientemente, que<br />

Dios nos creó por amor y nos ama<br />

más que cualquier mujer al hijo de sus<br />

entrañas, (cf. Is. 49, 14-15), y por eso<br />

quiere lo mejor para nosotros. Ese<br />

mensaje lo podemos encontrar en<br />

las lecturas de hoy, si les prestamos<br />

atención.<br />

Toda palabra que salió de la boca de<br />

Dios, y que nos ha sido transmitida en<br />

las Escrituras, tiene vital importancia<br />

para nosotros y no podemos ignorarlas<br />

(cf. Mt. 5, 18). Como en una meditación<br />

no podemos comentar cada frase, he<br />

fijado mi atención en esta: “Al que sigue<br />

buen camino le haré ver la salvación<br />

de Dios” ¿Por qué? Porque si la meditamos,<br />

durante todo el día vamos a<br />

escudriñar lo que hoy nos dice el Señor<br />

para vivirlo, poniéndolo en práctica,<br />

convencidos de que, si hacemos caso<br />

a nuestro Padre, nos irá bien. Sabemos<br />

que de lo contrario sufriremos daños<br />

como consecuencia lógica y natural<br />

de apartarnos del camino que Dios<br />

nos ha trazado.


Cuando me refiero a este tema, pongo<br />

el ejemplo de un tren: si se desliza<br />

sobre los rieles avanza con seguridad<br />

y rapidez, pero si se sale de la vía se<br />

accidenta, sufriendo graves daños y<br />

causando destrucción y muerte.<br />

En esta “parábola” los rieles significan<br />

la palabra de Dios, que obedecida fielmente<br />

nos dirige con seguridad por las<br />

sendas de la vida, pero de lo contrario<br />

nos descarrilamos, y el “accidente”<br />

nos puede costar la vida. Hay otra<br />

cosa que debemos tener en cuenta,<br />

y es que si por el pecado sufrimos las<br />

consecuencias que implica, no debemos<br />

desesperar, si nos arrepentimos,<br />

Dios, con su amor está dispuesto a<br />

perdonarnos, sin echarnos en cara<br />

nuestros pecados, porque los olvida<br />

y quedamos limpios, ya que donde<br />

abundó el pecado, sobreabundó la<br />

gracia (Rom. 5, 20).<br />

Somos testigos de Jesús ante el<br />

mundo (cf. Hec. 1, 8) y le obedecemos<br />

porque es el Verbo, Palabra de Dios,<br />

que se hizo carne. Proclamamos lo que<br />

creemos, y vivimos de acuerdo a nuestra<br />

fe (cf. Mc. 16, 15-16), no para ser vistos<br />

por la gente ni hipócritamente, sino<br />

porque lo sentimos así y con nuestro<br />

ejemplo otros pueden llegar a conocer<br />

a Jesús y seguir sus enseñanzas.<br />

ORACIÓN<br />

Señor Jesús, tú viniste a señalarnos el<br />

camino que debemos seguir y quiero<br />

dejarme guiar por tus palabras. Confieso<br />

que muchas veces no las comprendo<br />

y considero que son difíciles<br />

de cumplir; pero, como Pedro te digo:<br />

¿A quién iré? Tú tienes palabras de vida<br />

eterna. Ayúdame a hacer todo lo que<br />

tú mandas y dices. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Repasar estas lecturas para descubrir<br />

si te ajustas por completo a su<br />

mensaje.<br />

MIÉRCOLES 11<br />

MIÉRCOLES - SAN EULOGIO<br />

Laudes: Sal 76; Cánt. 1S 2, 1-10; Sal 96<br />

11Vísperas: Sal 61; Sal 66; Cánt. Col 1, 12-20<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Vengan, lo heriremos<br />

con su propia lengua<br />

Lectura del libro de<br />

Jeremías 18,18-20<br />

Dijeron: “Vengan, maquinemos contra<br />

Jeremías, porque no falta la ley del<br />

sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el<br />

oráculo del profeta; vengan, lo heriremos<br />

con su propia lengua y no haremos<br />

caso de sus oráculos.” Señor, hazme<br />

caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se<br />

paga el bien con mal, que han cavado<br />

una fosa para mí? Acuérdate de cómo<br />

25<br />

estuve en tu presencia, intercediendo en<br />

su favor, para apartar de ellos tu enojo.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

30, 5-6. 14-16<br />

R. Sálvame, Señor,<br />

por tu misericordia.<br />

Sácame de la red que me han tendido,<br />

porque tú eres mi amparo. A tus manos<br />

encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal,<br />

me librarás. R<br />

Oigo el cuchicheo de la gente, y todo<br />

me da miedo; se conjuran contra mí y


traman quitarme la vida. R<br />

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: “Tú<br />

eres mi Dios.” En tu mano están mis<br />

azares: líbrame de los enemigos que me<br />

persiguen. R<br />

EVANGELIO<br />

Lo condenarán a muerte<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 20,17-28<br />

En aquel tiempo, mientras iba subiendo<br />

Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los<br />

Doce, les dijo por el camino: “Miren,<br />

estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo<br />

del hombre va a ser entregado a los<br />

sumos sacerdotes y a los escribas, y lo<br />

condenarán a muerte y lo entregarán a<br />

los gentiles, para que se burlen de Él, lo<br />

azoten y lo crucifiquen; y al tercer día<br />

resucitará.”<br />

Entonces se le acercó la madre de los<br />

Zebedeos con sus hijos y se postró para<br />

hacerle una petición. Él le preguntó:<br />

“¿Qué deseas?” Ella contestó: “Ordena<br />

que estos dos hijos míos se sienten en<br />

tu reino, uno a tu derecha y el otro a<br />

tu izquierda.” Pero Jesús replicó: “No<br />

saben lo que piden. ¿Son capaces de<br />

beber el cáliz que yo he de beber?”<br />

Contestaron: “Lo somos.” Él les dijo:<br />

“Mi cáliz lo beberán; pero el puesto a<br />

mi derecha o a mi izquierda no me toca<br />

a mí concederlo, es para aquellos para<br />

quienes lo tiene reservado mi Padre.”<br />

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron<br />

contra los dos hermanos. Pero<br />

Jesús, reuniéndolos, les dijo: “Saben<br />

que los jefes de los pueblos los tiranizan<br />

y que los grandes los oprimen. No será<br />

así entre ustedes: el que quiera ser grande<br />

entre ustedes, que sea su servidor, y<br />

el que quiera ser primero entre ustedes,<br />

que sea su esclavo. Igual que el Hijo del<br />

hombre no ha venido para que le sirvan,<br />

sino para servir y dar su vida en rescate<br />

por muchos.”<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

En su venida a este mundo, el Hijo de<br />

Dios encontró en Israel una sociedad<br />

marcada por la desigualdad social,<br />

donde la mayoría era víctima de la pobreza,<br />

exclusión social y religiosa y la<br />

mendicidad era notable. En este contexto<br />

vivían los seguidores de Jesús.<br />

En Él encuentran la esperanza para<br />

superar esta situación, a tal punto que<br />

a algunos, su percepción los condujo a<br />

confundir el Reino de Dios con el reino<br />

terrenal; por eso no es de extrañar el<br />

contenido del Evangelio que se nos<br />

presenta en este día.<br />

La madre de Santiago y Juan pide<br />

para sus hijos los primeros puestos,<br />

solicitud que molesta a los demás discípulos,<br />

porque se sienten marginados<br />

en la distribución de los puestos más<br />

importantes en este reino que estaba<br />

muy lejos del Reino que trajo Jesucristo<br />

a este mundo.<br />

Esta situación que vivió Jesús parece<br />

ser una fotografía de lo que vive<br />

nuestra sociedad, en la que somos<br />

actores y frecuentemente perdemos<br />

el norte de lo que debe aspirar un<br />

cristiano, que es vivir el Reino de Dios<br />

por encima de todas las dificultades.<br />

Pero a semejanza de estos discípulos<br />

cuya percepción contaminada por intereses<br />

terrenales les impedía percibir<br />

el mensaje de Jesús que les hablaba<br />

de lo que le esperaba, de su pasión y<br />

crucifixión, también a nosotros senos<br />

dificulta entender el mensaje de jesús.<br />

Vivimos en nuestros afanes aspirando<br />

a lograr más éxitos, hacernos notar,<br />

queriendo sobresalir por nuestros propios<br />

méritos. Mandamos a los demás<br />

sin caridad y no escuchamos al Señor<br />

que nos llama a seguirlo, a prodigar a<br />

nuestros hermanos el amor por el que<br />

murió en la cruz y por el que podemos<br />

vivir la paz de su santa presencia.<br />

Comparto esta meditación de mi pro-


pia vivencia, con la intención de que en<br />

esta Cuaresma pueda darle sentido a<br />

este Evangelio y desprenderme, aunque<br />

sea en parte, del egoísmo que nos<br />

conduce a actuar como tiranos cuando<br />

abusamos de nuestra superioridad<br />

y actuamos sin misericordia con los<br />

demás, particularmente con los que<br />

están a nuestro servicio. Este tipo de<br />

acción mutila lo más hermoso del amor<br />

de Dios. No olvidemos que Jesús dio<br />

su vida para rescatarnos de la muerte<br />

eterna.`<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Maldito quien confía en el hombre;<br />

bendito quien confía en el Señor<br />

Lectura del profeta<br />

Jeremías 17, 5-10<br />

Así dice el Señor Dios: Maldito quien<br />

confía en el hombre, y en la carne busca<br />

su fuerza, apartando su corazón del<br />

Señor: será como un cardo en la estepa,<br />

no verá llegar el bien; habitará la aridez<br />

del desierto, tierra salobre e inhóspita.<br />

Bendito quien confía en el Señor, y pone<br />

en el Señor su confianza: será un árbol<br />

plantado junto al agua, que junto a la<br />

corriente echa raíces; cuando llegue el<br />

estío no lo sentirá, su hoja estará verde;<br />

en año de sequía no se inquieta, no deja<br />

de dar fruto. Nada más falso y enfermo<br />

que el corazón, ¿quién lo entenderá? Yo,<br />

el Señor, penetro el corazón, sondeo las<br />

entrañas; para dar al hombre según su<br />

conducta, según el fruto de sus acciones.<br />

Palabra de Dios.<br />

JUEVES - SANTOS INOCENCIO<br />

Y GREGORIO DE NISA<br />

27<br />

ORACIÓN<br />

Señor Jesús, en este tiempo de Cuaresma<br />

disminuye mis apetencias ma-<br />

12 Vísperas:<br />

teriales y concédeme hacer obras de<br />

misericordia, entrar en intimidad contigo<br />

mediante la oración, y abstenerme<br />

de aquellas cosas que disminuyen mi<br />

capacidad para encontrarme contigo<br />

en la Pascua de Resurrección. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Encomendarme a Jesús para que me<br />

ayude a servir desinteresadamente a<br />

los que me rodean.<br />

Laudes: Sal 79; Cánt. Is 12, 1-6; Sal 80<br />

Sal 71 I; Sal 71 II; Cánt. Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

1, 1-4.6<br />

R. Dichoso el hombre que ha<br />

puesto su confianza en el Señor.<br />

Dichoso el hombre que no sigue el<br />

consejo de los impíos; ni entra por la<br />

senda de los pecadores, ni se sienta en la<br />

reunión de los cínicos, sino que su gozo<br />

es la Ley del Señor, y medita su Ley día<br />

y noche. R<br />

Será como un árbol plantado al borde de<br />

la acequia: da fruto en su sazón, no se<br />

marchitan sus hojas. Cuanto emprende<br />

tiene buen fin. R<br />

No así los impíos, no así: Serán paja<br />

que arrebata el viento, porque el Señor<br />

protege el camino de los justos, pero el<br />

camino de los impíos acaba mal. R<br />

EVANGELIO<br />

Tú recibiste bienes en vida<br />

y Lázaro a su vez males;<br />

por eso encuentra aquí consuelo<br />

JUEVES 12


mientras que tú padeces<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 16, 19-31<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:<br />

—«Había un hombre rico que se<br />

vestía de púrpura y de lino y banqueteaba<br />

espléndidamente cada día. Y un mendigo<br />

llamado Lázaro estaba echado en<br />

su portal, cubierto de llagas, y con ganas<br />

de saciarse de lo que tiraban de la mesa<br />

del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta<br />

los perros se le acercaban a lamerle las<br />

llagas. Sucedió que se murió el mendigo<br />

y los ángeles lo llevaron al seno de<br />

Abraham. Se murió también el rico y lo<br />

enterraron. Y estando en el infierno, en<br />

medio de los tormentos, levantando los<br />

ojos, vio de lejos a Abraham y a Lázaro<br />

en su seno, y gritó: “Padre Abraham,<br />

ten piedad de mí y manda a Lázaro que<br />

moje en agua la punta del dedo y me<br />

refres que la lengua, porque me torturan<br />

estas llamas”. Pero Abraham le contestó:<br />

“Hijo, recuerda que recibiste tú bienes<br />

en vida, y Lázaro a su vez, males: por<br />

eso encuentra aquí consuelo, mientras<br />

que tú padeces. Y además entre nosotros<br />

y vosotros se abre un abismo inmenso,<br />

para que no puedan cruzar, aunque quieran,<br />

desde aquí hacia vosotros, ni puedan<br />

pasar de ahí hasta nosotros”. El rico<br />

insistió: “Te ruego, entonces, padre, que<br />

mandes a Lázaro a casa de mi padre,<br />

porque tengo cinco hermanos, para que,<br />

con su testimonio, evites que vengan<br />

también ellos a este lugar de tormento”.<br />

Abraham le dice: “Tienen a Moisés y a<br />

los profetas: que los escuchen”. El rico<br />

contestó: “No, padre Abraham. Pero si<br />

un muerto va a verlos, se arrepentirán”.<br />

Abraham le dijo: “Si no escuchan a<br />

Moisés y a los profetas, no harán caso<br />

ni aunque resucite un muerto”.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

El elemento común de la primera<br />

lectura y el salmo es la confianza. No<br />

me deja de sorprender que mientras<br />

escribo estas líneas, estoy en medio de<br />

tiempos difíciles y he sido probada en<br />

mi fe y en mi confianza en Dios. Aún en<br />

medio de mis circunstancias, me toca<br />

dar testimonio de la fidelidad del Dios<br />

que me amó primero y que me ama<br />

más que a nada en el mundo y me lo<br />

demuestra todos los días, en multitud<br />

de detalles.<br />

En este tiempo es cuando más he<br />

podido ver que mi fe puede que sea<br />

pequeña, pero es perseverante. No<br />

he apartado mi vista del Señor, y no he<br />

dejado de orar y de pedir a otros que<br />

oren por mí.<br />

Siento una gran paz en medio de mis<br />

tormentas, que no es una, son varias;<br />

tengo muchos frentes abiertos al mismo<br />

tiempo; y de manera sorprendente,<br />

una paz que no entiendo, pero que me<br />

sostiene y me hace atravesar el mar<br />

revuelto en total tranquilidad.<br />

Poner mi confianza en Dios me ha<br />

dado estabilidad en medio de las<br />

turbulencias. No es algo que siento,<br />

es algo que vivo y experimento. No lo<br />

puedo explicar bien; pero lo más importante<br />

es que puedo dar testimonio<br />

de un Dios vivo y actuante, que no nos<br />

abandona a nuestra suerte, sino que<br />

busca maneras siempre nuevas de<br />

mantenernos cerca de su abrazo, de<br />

su amparo, de su amor.<br />

De esta experiencia de fe es que<br />

testifico todos los días, a tiempo y a<br />

destiempo. Con gente cerca y lejos,<br />

en mi parroquia o en conversaciones<br />

telefónicas y correos electrónicos, en<br />

redes sociales y reuniones. No me<br />

canso de hablar de un Dios presente,<br />

atento a mis necesidades, que se<br />

anticipa a mis pensamientos y a mis<br />

carencias, y las suple con su gracia.<br />

Es lo que le pide el hombre rico en el<br />

Evangelio a Abraham. Su vida la vivió


para sí mismo, disfrutándola sin compartir<br />

sus abundantes bienes y desde<br />

el lugar del fuego eterno quisiera poder<br />

cambiar su destino o al menos el de<br />

sus hermanos, que por estar también<br />

distraídos en las cosas del mundo, no<br />

escucharon a los profetas que hablaban<br />

de vida eterna, de una vida nueva<br />

y un cielo nuevo.<br />

Así nos puede estar pasando a nosotros.<br />

Creer que somos inmortales y<br />

que la muerte es el fin de todo, que el<br />

infierno es un invento de la Iglesia y que<br />

no hay tal cielo ni vida eterna. Jugar a<br />

equivocarnos con esto sería terrible,<br />

pues podemos descubrir, ya tarde,<br />

como este hombre, que todo lo que la<br />

palabra de Dios nos dice es cierto. Jesús<br />

nos dice en su palabra que todos<br />

tenemos una morada eterna reservada<br />

para nosotros al morir. Pero primero<br />

tenemos que vivir para merecerla.<br />

Ojalá que nuestra morada celestial<br />

no se quede vacía y podamos ocupar<br />

el lugar que Dios, desde la creación,<br />

reservó para nosotros. Comencemos<br />

hoy a vivir con mentalidad de eternidad,<br />

aspirando a los bienes del cielo,<br />

viviendo las bienaventuranzas, haciendo<br />

las obras de misericordia y llevando<br />

el mensaje del Reino donde quiera que<br />

vayamos.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, que mi vida sea digna del premio<br />

de la vida eterna y pueda también<br />

ayudar a otros a llegar a la morada final<br />

junto a ti. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Revisar que estoy haciendo para que<br />

mi vida sea digna a los ojos de Dios y<br />

pueda merecer el cielo hasta el último<br />

día de mi existencia.<br />

VIERNES 13<br />

VIERNES - SANTOS RODRIGO, LEANDRO Y EULOGIO<br />

Laudes: Sal 50; Cánt. Ha 3, 2-4.13.15-19; Sal 147<br />

13Vísperas: Sal 114; Sal 120; Cánt. Ap 15, 3-4<br />

PRIMERA LECTURA<br />

¡Ahí viene el soñador!<br />

¡Vengan, matémosle!<br />

Lectura del libro del Génesis<br />

37, 3-4.12-13a-17b-28<br />

José era el preferido de Israel, porque le<br />

había nacido en la vejez, y le hizo una<br />

túnica con mangas. Al ver sus hermanos<br />

que su padre lo prefería a los demás,<br />

empezaron a odiarlo y le negaban el<br />

saludo. Sus hermanos trashumaron a<br />

Siquén con los rebaños de su padre.<br />

Israel dijo a José:<br />

—«Tus hermanos deben estar con los<br />

rebaños en Siquén; ven, que te voy a<br />

29<br />

mandar donde están ellos.»<br />

José fue tras sus hermanos y los encontró<br />

en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos.<br />

Antes de que se acercara, maquinaron<br />

su muerte. Se decían unos a otros:<br />

—«Ahí viene el de los sueños. Vamos<br />

a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego<br />

diremos que una fiera lo ha devorado;<br />

veremos en qué paran sus sueños.»<br />

Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo<br />

de sus manos, dijo:<br />

—«No le quitemos la vida.» Y añadió:<br />

—«No derramen sangre; échenlo en<br />

este aljibe, aquí en la estepa; pero no<br />

pongan las manos en él.»


Lo decía para librarlo de sus manos y<br />

devolverlo a su padre. Cuando llegó José<br />

al lugar donde estaban sus hermanos,<br />

lo sujetaron, le quitaron la túnica con<br />

mangas, lo cogieron y lo echaron en un<br />

pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a<br />

comer. Levantando la vista, vieron una<br />

caravana de ismaelitas que transportaban<br />

en camellos goma, bálsamo y resina<br />

de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus<br />

hermanos:<br />

—«¿Qué sacaremos con matar a nuestro<br />

hermano y con tapar su sangre? Vamos<br />

a venderlo a los ismaelitas y no pondremos<br />

nuestras manos en él, que al fin es<br />

hermano nuestro y carne nuestra.»<br />

Los hermanos aceptaron. Al pasar unos<br />

comerciantes madianitas, tiraron de su<br />

hermano, lo sacaron del pozo y se lo<br />

vendieron a los ismaelitas por veinte<br />

monedas. Estos se llevaron a José a<br />

Egipto.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

104, 16-21<br />

R. Recuerden las maravillas<br />

que hizo el Señor.<br />

Llamó al hambre sobre aquella tierra,<br />

cortando el sustento de pan; por delante<br />

había enviado a un hombre, a José, vendido<br />

como esclavo. R.<br />

Le trabaron los pies con grillos, le metieron<br />

el cuello en la argolla, hasta que<br />

se cumplió su predicción, y la Palabra<br />

del Señor lo acreditó. R.<br />

El rey lo mandó desatar, el Señor de<br />

pueblos le abrió la prisión, lo nombró<br />

administrador de su casa, señor de todas<br />

sus posesiones. R<br />

EVANGELIO<br />

Este es el heredero,<br />

¡vengan, matémosle!<br />

Lectura del Santo Evangelio según<br />

san Mateo 21, 33-43.45-46<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos<br />

30<br />

sacerdotes y a los ancianos del pueblo:<br />

—«Escuchen esta parábola: Había<br />

un propietario que plantó una viña, la<br />

rodeó con una cerca, cavó en ella un<br />

lagar, construyó la casa del guarda, la<br />

arrendó a unos labradores y se marchó<br />

de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia,<br />

envió sus criados a los labradores<br />

para percibir los frutos que le correspondían.<br />

Pero los labradores, agarrando<br />

a los criados, apalearon a uno, mataron<br />

a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de<br />

nuevo otros criados, más que la primera<br />

vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por<br />

último les mandó a su hijo, diciéndose:<br />

“Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los<br />

labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este<br />

es el heredero: vengan, lo matamos y<br />

nos quedamos con su herencia”. Y, agarrándolo,<br />

lo empujaron fuera de la viña<br />

y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el<br />

dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos<br />

labradores?» Le contestaron:<br />

—«Hará morir de mala suerte a esos<br />

malvados y arrendará la viña a otros<br />

labradores que le entreguen los frutos a<br />

sus tiempos.» Y Jesús les dice:<br />

—«¿No han leído nunca en la Escritura:<br />

“La piedra que desecharon los<br />

arquitectos es ahora la piedra angular.<br />

Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido<br />

un milagro patente”? Por eso les digo<br />

que se les quitará a ustedes el Reino<br />

de los Cielos y se dará a un pueblo que<br />

produzca sus frutos.»<br />

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al<br />

oír sus parábolas, comprendieron que<br />

hablaba de ellos. Y aunque buscaban<br />

echarle mano, temieron a la gente que<br />

lo tenía por profeta.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

El Evangelio de hoy lleva a muchas<br />

personas a juzgar sin dudar a aquellos<br />

labradores que, al ser favorecidos<br />

por el dueño de la viña, no pagaron


con agradecimiento, ni siquiera con<br />

justicia lo que les correspondía, sino<br />

por el contrario, actuaron con vileza y<br />

maldad. El mismo juicio realizaron los<br />

sacerdotes, escribas y ancianos de la<br />

época. Pero, si tomáramos nosotros el<br />

lugar de los labradores, si la viña arrendada<br />

la visualizáramos como nuestra<br />

propia vida, el final de la historia ¿sería<br />

el mismo?<br />

¿Estamos nosotros pagando con justicia<br />

y agradecimiento al dueño de la<br />

Viña? Con su hijo ¿qué hemos hecho,<br />

le hemos amado o lo hemos rechazado?<br />

La viña (tu vida) ¿está dando<br />

fruto abundante o está árida, desértica,<br />

abandonada?<br />

Dios nos ha dado las herramientas<br />

para sembrar el bien en nuestra vida<br />

y producir frutos de bienestar para<br />

nosotros y los que nos rodean. No<br />

solo nos ha dado la viña (vida) sino<br />

también las semillas (Palabra de Dios,<br />

amor) y el agua/herramientas (Espíritu<br />

Santo, sacramentos). Muchos, al mirar<br />

nuestro pasado, lo encontramos lleno<br />

de carencias, limitaciones, tropiezos,<br />

heridas. Encontramos justificaciones y<br />

excusas para no ser buenos, para no<br />

perdonar, para no hacer el bien, para<br />

no tener piedad ni misericordia. No<br />

podemos entregarnos a esta derrota<br />

permanente y deprimente. Debemos<br />

luchar por sacar lo mejor de nuestras<br />

vidas, para eso nos fue regalada, para<br />

que demos fruto y fruto abundante.<br />

Recordemos, como el salmista, las<br />

maravillas que hizo el Señor. Cuánto<br />

14 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Arrojará a lo hondo del<br />

mar todos nuestros delitos<br />

SÁBADO - SANTA MATILDE<br />

31<br />

bien ha hecho en nuestras vidas, de<br />

cuántas obras hemos sido testigos y<br />

cuando se trata de nosotros cuán fácil<br />

se nos olvida.<br />

Que con nuestra confianza puesta<br />

en Él, dueño y Señor de nuestra vida,<br />

pongamos todo nuestro empeño para<br />

vivir con fe, dominio propio, constancia,<br />

piedad y amor y que no se nos<br />

olviden las maravillas que Él ha hecho<br />

en nosotros, empezando por nuestra<br />

propia vida. Tenemos todo lo necesario<br />

para vivir de mejor manera, para<br />

producir un mejor fruto y que este fruto<br />

permanezca. Manos a la obra.<br />

ORACIÓN<br />

Señor Jesús, te damos gracias por<br />

amarnos, por tenernos cerca, por haber<br />

dado tu vida por amor a nosotros<br />

para enseñarnos el verdadero sentido<br />

de vivir. Renueva nuestro interior para<br />

que podamos amar más, perdonar;<br />

revístenos de ternura, bondad, compasión,<br />

dominio propio, para que podamos<br />

hacer felices a los que están a<br />

nuestro lado. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Acercarme a los sacramentos para<br />

que me den las fuerzas para optar<br />

por el bien.<br />

Laudes: Sal 91; Cánt. Dt 32, 1-12; Sal 8<br />

Sal 112; Sal 115; Cánt. Flp 2, 6-11<br />

Lectura del profeta Miqueas<br />

7, 14-15.18-20<br />

Señor, pastorea a tu pueblo con el ca-<br />

SÁBADO 14


yado, a las ovejas de tu heredad, a las<br />

que habitan apartadas en la maleza.<br />

Pastarán en Basán y Galaad como en<br />

tiempos antiguos; como cuando saliste<br />

de Egipto y te mostraba mis prodigios.<br />

¿Qué Dios hay como tú, que perdonas el<br />

pecado y absuelves la culpa al resto de tu<br />

heredad? No mantendrá por siempre la<br />

ira, pues se complace en la misericordia.<br />

Volverá a compadecerse, y extinguirá<br />

nuestras culpas, arrojará a lo hondo del<br />

mar todos nuestros delitos. Serás fiel<br />

a Jacob, piadoso con Abraham, como<br />

juraste a nuestros padres en tiempos<br />

remotos, Señor Dios nuestro.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

102, 1-4.9-12<br />

R. El Señor es compasivo<br />

y misericordioso.<br />

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi<br />

ser a su santo nombre. Bendice, alma<br />

mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.<br />

R.<br />

Él perdona todas sus culpas, y cura<br />

todas sus enfermedades; Él rescata tu<br />

vida de la fosa y te colma de gracia y<br />

de ternura. R<br />

No está siempre acusando, ni guarda<br />

rencor perpetuo. No nos trata como<br />

merecen nuestros pecados, ni nos paga<br />

según nuestras culpas. R<br />

Como se levanta el cielo sobre la tierra,<br />

se levanta su bondad sobre sus fieles;<br />

como dista el Oriente del Ocaso, así<br />

aleja de nosotros nuestros delitos. R<br />

EVANGELIO<br />

Este hermano tuyo estaba<br />

muerto y ha resucitado<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 15, 1-3.11-32<br />

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús<br />

los publicanos y los pecadores a escucharle.<br />

Y los fariseos y los letrados<br />

murmuraban entre ellos:<br />

32<br />

—«Ese acoge a los pecadores y come<br />

con ellos.» Jesús les dijo esta parábola:<br />

—«Un hombre tenía dos hijos: el menor<br />

de ellos dijo a su padre: “Padre, dame<br />

la parte que me toca de la fortuna”. El<br />

padre les repartió los bienes. No muchos<br />

días después, el hijo menor, juntando<br />

todo lo suyo, emigró a un país lejano, y<br />

allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.<br />

Cuando lo había gastado todo,<br />

vino por aquella tierra un hambre terrible,<br />

y empezó a pasar necesidad. Fue<br />

entonces y tanto le insistió a un habitante<br />

de aquel país, que lo mandó a sus campos<br />

a guardar cerdos. Le entraban ganas<br />

de llenarse el estómago de las algarrobas<br />

que comían los cerdos; y nadie le daba<br />

de comer. Recapacitando entonces, se<br />

dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre<br />

tienen abundancia de pan, mientras yo<br />

aquí me muero de hambre. Me pondré<br />

en camino adonde está mi padre, y le<br />

diré: Padre, he pecado contra el cielo<br />

y contra ti; ya no merezco llamarme<br />

hijo tuyo; trátame como a uno de tus<br />

jornaleros”. Se puso en camino adonde<br />

estaba su padre: cuando todavía estaba<br />

lejos, su padre lo vio y se conmovió; y<br />

echando a correr, se le echó al cuello, y<br />

se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre,<br />

he pecado contra el cielo y contra ti; ya<br />

no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el<br />

padre dijo a sus criados: “Saquen en seguida<br />

el mejor traje, y vístanlo; pónganle<br />

un anillo en la mano y sandalias en los<br />

pies; traigan el ternero cebado y mátenlo;<br />

celebremos un banquete, porque este<br />

hijo mío estaba muerto, y ha revivido;<br />

estaba perdido, y lo hemos encontrado”.<br />

Y empezaron el banquete. Su hijo mayor<br />

estaba en el campo. Cuando al volver<br />

se acercaba a la casa, oyó la música y el<br />

baile, y llamando a uno de los mozos, le<br />

preguntó qué pasaba. Este le contestó:<br />

“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha<br />

matado el ternero cebado, porque lo ha<br />

recobrado con salud”. Él se indignó y


se negaba a entrar, pero su padre salió e<br />

intentaba persuadirlo. Y él replicó a su<br />

padre: “Mira: en tantos años como te<br />

sirvo, sin desobedecer nunca una orden<br />

tuya, a mí nunca me has dado un cabrito<br />

para tener un banquete con mis amigos;<br />

y cuando ha venido ese hijo tuyo que se<br />

ha comido tus bienes con malas mujeres,<br />

le matas el ternero cebado”. El padre le<br />

dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y<br />

todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte,<br />

porque este hermano tuyo estaba muerto<br />

y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos<br />

encontrado”.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Tengo una pregunta pendiente para<br />

‘Papá’ Dios cuando llegue al cielo:<br />

“¿Por qué esperas hasta que se hayan<br />

agotado todas las opciones, para intervenir<br />

en la vida de los que han perdido<br />

el camino?” Pero -pensándolo bien-,<br />

sospecho que va a contestarme “Yo<br />

no me meto donde no soy invitado”.<br />

El Evangelio de hoy nos cuenta la parábola<br />

del ‘Hijo pródigo’ quien -agotadas<br />

todas las demás opciones-, finalmente<br />

decidió ser honesto, admitir su fracaso,<br />

y pedir perdón.<br />

No sé de ti, pero algo muy parecido<br />

pasó conmigo, el día que encontré a<br />

Jesús. Yo lo recuerdo como si fuese<br />

ayer: una amiga me arrinconó y me retó<br />

a que me atreviera a invitar a Jesús a<br />

entrar en mi vida. Me tenía arrinconado.<br />

No tuve salida. Así que le pregunté:<br />

¿Qué tengo que hacer? Ella me dijo:<br />

“Arrepiéntete”. Y yo -como soy cabeza<br />

dura-, le dije “¿Cómo hago eso?”<br />

Mi amiga me puso a rezar el “Padre<br />

nuestro” y de allí a pedir perdón a Dios<br />

por mi vida.<br />

Recuerdo que aquella mañana lloré<br />

como un niño, con lágrimas, gemidos<br />

y sudor. Fue la primera vez en mi vida<br />

que acepté la verdad y admití que yo<br />

33<br />

no era perfecto. Pensándolo bien, toda<br />

mi vida había sido un fracaso. Pedí<br />

perdón por abusar de los talentos que<br />

me había dado, para usarlos a favor<br />

del prójimo.<br />

Aquel día nací de nuevo. Desde entonces,<br />

todo ha cambiado: mi trabajo, mis<br />

amigos, mis hábitos, hasta mi risa. Fue<br />

como si hubiera hecho un “makeover”,<br />

es decir una transformación completa<br />

por fuera y por dentro. Todo cambió<br />

porque -de repente-, tuve un ‘Norte’<br />

en mi vida que jamás me traicionaría. Y<br />

esta nueva dirección tenía un nombre:<br />

Jesucristo.<br />

Para mí, ese día fue el primer día de<br />

una vida nueva. Tanto así que, desde<br />

entonces, he dejado de celebrar el<br />

cumpleaños de mi nacimiento, y ahora<br />

celebro cada año el día que nací de<br />

nuevo en el Espíritu de Dios.<br />

Te cuento esta historia de mi propia<br />

vida, porque quiero que sepas que<br />

nada es imposible para Dios. Y si no<br />

me crees, pues mírame a mí. Aquí<br />

estoy, el sinvergüenza de antaño que<br />

-unos cuantos años más tarde-, he<br />

cambiado tan radicalmente que estoy<br />

escribiendo meditaciones en esta<br />

revista.<br />

Si Dios pudo cambiarme a mí, no hay<br />

nadie demasiado lejos de alcanzar su<br />

amor, su perdón y su paz.<br />

ORACIÓN<br />

Padre nuestro, que estás en el cielo,<br />

santificado sea tu Nombre; venga a<br />

nosotros tu reino; hágase tu voluntad<br />

en la tierra como en el cielo. Danos<br />

hoy nuestro pan de cada día; perdona<br />

nuestras ofensas, como también nosotros<br />

perdonamos a los que nos ofenden;<br />

no nos dejes caer en la tentación,<br />

y líbranos del mal. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar perma-<br />

SÁBADO 14


nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

15<br />

ciendo<br />

III DOMINGO DE CUARESMA<br />

DOMINGO III DEL SALTERIO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Danos agua de beber<br />

Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7<br />

En aquellos días, el pueblo, torturado<br />

por la sed, murmuró contra Moisés:<br />

—«¿Nos has hecho salir de Egipto para<br />

hacernos morir de sed a nosotros, a<br />

nuestros hijos y a nuestros ganados?»<br />

Clamó Moisés al Señor y dijo:<br />

—«¿Qué puedo hacer con este pueblo?<br />

Poco falta para que me apedreen.» Respondió<br />

el Señor a Moisés:<br />

—«Preséntate al pueblo llevando contigo<br />

algunos de los ancianos de Israel;<br />

lleva también en tu mano el cayado con<br />

que golpeaste el río, y vete, que allí estaré<br />

yo ante ti, sobre la peña, en Horeb;<br />

golpea la peña, y saldrá de ella agua para<br />

que beba el pueblo.»<br />

Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos<br />

de Israel. Y puso por nombre a aquel<br />

lugar Masá y Meribá, por la reyerta de<br />

los hijos de Israel y porque habían tentado<br />

al Señor, diciendo: «¿Está o no está<br />

el Señor en medio de nosotros?»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

94, 1-2.6-9<br />

R. Ojalá escuchen hoy la voz del<br />

Señor: «No endurezcan su corazón.»<br />

Vengan, aclamemos al Señor, demos<br />

vítores a la Roca que nos salva; entremos<br />

a su presencia dándole gracias,<br />

aclamándolo con cantos. R<br />

Entren, postrémonos por tierra, bendi-<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Retar a un amigo y orar por Él invitando<br />

a Jesús a entrar en su vida.<br />

Laudes: Sal 92; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 148<br />

Vísperas: Sal 109; Sal 110; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />

34<br />

al Señor, creador nuestro. Porque<br />

Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,<br />

el rebaño que Él guía. R<br />

Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan<br />

el corazón como en Meribá,<br />

como el día de Masá en el desierto;<br />

cuando sus padres me pusieron a prueba<br />

y me tentaron, aunque habían visto mis<br />

obras.» R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

El amor ha sido derramado<br />

en nosotros con el Espíritu<br />

que se nos ha dado<br />

Lectura de la carta del apóstol san<br />

Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8<br />

Hermanos:<br />

Ya que hemos recibido la justificación<br />

por la fe, estamos en paz con Dios, por<br />

medio de nuestro Señor Jesucristo. Por<br />

Él hemos obtenido con la fe el acceso<br />

a esta gracia en que estamos: y nos<br />

gloriamos, apoyados en la esperanza<br />

de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza<br />

no defrauda, porque el amor<br />

de Dios ha sido derramado en nuestros<br />

corazones con el Espíritu Santo que se<br />

nos ha dado. En efecto, cuando nosotros<br />

todavía estábamos sin fuerza, en el<br />

tiempo señalado, Cristo murió por los<br />

impíos; en verdad, apenas habrá quien<br />

muera por un justo; por un hombre de<br />

bien tal vez se atrevería uno a morir;<br />

mas la prueba de que Dios nos ama<br />

es que Cristo, siendo nosotros todavía<br />

pecadores, murió por nosotros.<br />

Palabra de Dios.


EVANGELIO<br />

Un surtidor de agua<br />

que salta hasta la vida eterna<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 4, 5-42<br />

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo<br />

de Samaria llamado Sicar, cerca del<br />

campo que dio Jacob a su hijo José;<br />

allí estaba el manantial de Jacob. Jesús,<br />

cansado del camino, estaba allí sentado<br />

junto al manantial. Era alrededor del<br />

mediodía. Llega una mujer de Samaria<br />

a sacar agua, y Jesús le dice:<br />

—«Dame de beber.» Sus discípulos se<br />

habían ido al pueblo a comprar comida.<br />

La samaritana le dice:<br />

—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de<br />

beber a mí, que soy samaritana?»<br />

Porque los judíos no se tratan con los<br />

samaritanos. Jesús le contestó:<br />

—«Si conocieras el don de Dios y quién<br />

es el que te pide de beber, le pedirías<br />

tú, y Él te daría agua viva.» La mujer<br />

le dice:<br />

—«Señor, si no tienes cubo, y el pozo<br />

es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?;<br />

¿eres tú más que nuestro padre Jacob,<br />

que nos dio este pozo, y de él bebieron<br />

él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le<br />

contestó:<br />

—«El que bebe de esta agua vuelve a<br />

tener sed; pero el que beba del agua que<br />

yo le daré nunca más tendrá sed: el agua<br />

que yo le daré se convertirá dentro de él<br />

en un surtidor de agua que salta hasta la<br />

vida eterna.» La mujer le dice:<br />

—«Señor, dame esa agua: así no tendré<br />

más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.»<br />

Él le dice:<br />

—«Anda, llama a tu marido y vuelve.»<br />

La mujer le contesta:<br />

—«No tengo marido.» Jesús le dice:<br />

—«Tienes razón, que no tienes marido:<br />

has tenido ya cinco, y el de ahora no es<br />

tu marido. En eso has dicho la verdad.»<br />

La mujer le dice:<br />

—«Señor, veo que tu eres un profeta.<br />

35<br />

Nuestros padres dieron culto en este<br />

monte, y ustedes dicen que el sitio donde<br />

se debe dar culto está en Jerusalén.»<br />

Jesús le dice:<br />

—«Créeme, mujer: se acerca la hora<br />

en que ni en este monte ni en Jerusalén<br />

darán culto al Padre. Ustedes dan culto a<br />

uno que no conocen; nosotros adoramos<br />

a uno que conocemos, porque la salvación<br />

viene de los judíos. Pero se acerca<br />

la hora, ya está aquí, en que los que<br />

quieran dar culto verdadero adorarán<br />

al Padre en espíritu y verdad, porque el<br />

Padre desea que le den culto así. Dios<br />

es espíritu, y los que le dan culto deben<br />

hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer<br />

le dice:<br />

—«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo;<br />

cuando venga, Él nos lo dirá todo.»<br />

Jesús le dice:<br />

—«Soy yo, el que habla contigo.»<br />

En esto llegaron sus discípulos y se<br />

extrañaban de que estuviera hablando<br />

con una mujer, aunque ninguno le dijo:<br />

«¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»<br />

La mujer entonces dejó su cántaro, se<br />

fue al pueblo y dijo a la gente:<br />

—«Vengan a ver un hombre que me ha<br />

dicho todo lo que he hecho. ¿Será éste<br />

el Mesías?»<br />

Salieron del pueblo y se pusieron en camino<br />

adonde estaba Él. Mientras tanto<br />

sus discípulos e insistían:<br />

—«Maestro, come.» Él les dijo:<br />

—«Yo tengo por comida un alimento<br />

que ustedes no conocen.» Los discípulos<br />

comentaban entre ellos:<br />

—«Le habrá traído alguien de comer?»<br />

Jesús les dice:<br />

—«Mi alimento es hacer la voluntad<br />

del que me envió y llevar a término<br />

su obra. ¿No dicen ustedes que faltan<br />

todavía cuatro meses para la cosecha?<br />

Yo les digo esto: Levanten los ojos y<br />

contemplen los campos, que están ya<br />

dorados para la siega; el segador ya está<br />

recibiendo salario y almacenando fruto<br />

DOMINGO 15


para la vida eterna: y así, se alegran lo<br />

mismo sembrador y segador. Con todo,<br />

tiene razón el proverbio: Uno siembra y<br />

otro siega. Yo les envié a segar lo que no<br />

han sudado. Otros sudaron, y ustedes<br />

recojan el fruto de sus sudores.»<br />

En aquel pueblo muchos samaritanos<br />

creyeron en Él por el testimonio que<br />

había dado la mujer: «Me ha dicho todo<br />

lo que he hecho.» Así, cuando llegaron<br />

a verlo los samaritanos, le rogaban que<br />

se quedara con ellos. Y se quedó allí dos<br />

días. Todavía creyeron muchos más por<br />

su predicación, y decían a la mujer:<br />

—«Ya no creemos por lo que tú dices;<br />

nosotros mismos lo hemos oído y sabemos<br />

que Él es de verdad el Salvador del<br />

mundo.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

En este tercer domingo de Cuaresma<br />

la liturgia vuelve a proponernos uno de<br />

los textos más hermosos y profundos<br />

de la Biblia: el diálogo entre Jesús y la<br />

samaritana.<br />

Es imposible expresar brevemente la<br />

riqueza de esta página evangélica: es<br />

preciso leerla y meditarla, identificándose<br />

con aquella mujer que, un día de<br />

tantos, fue a sacar agua del pozo y se<br />

encontró a Jesús sentado, cansado del<br />

camino, en medio del calor del mediodía.<br />

“Dame de beber”, le dijo, dejándola<br />

muy sorprendida. No era costumbre<br />

que un judío dirigiera la palabra a una<br />

mujer samaritana, por lo demás desconocida.<br />

Pero su asombro estaba destinado<br />

a aumentar: Jesús le habló de<br />

un “agua viva” capaz de saciar la sed<br />

y de convertirse en ella en un manantial<br />

de agua que salta hasta la vida eterna;<br />

le demostró, además, que conocía su<br />

vida; le reveló que había llegado la hora<br />

de adorar al único Dios verdadero en<br />

espíritu y en verdad; y, por último, le<br />

aseguró que era el Mesías.<br />

36<br />

Todo esto a partir de la experiencia real<br />

y sensible de la sed. El tema de la sed<br />

atraviesa todo el Evangelio de san Juan:<br />

desde el encuentro con la samaritana,<br />

pasando por la gran profecía durante<br />

la fiesta de las Tiendas, hasta la cruz,<br />

cuando Jesús, antes de morir, para que<br />

se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo<br />

sed”. La sed de Cristo es una puerta<br />

de acceso al misterio de Dios, que tuvo<br />

sed para saciar la nuestra, como se<br />

hizo pobre para enriquecernos.<br />

Dios tiene sed de nuestra fe y de<br />

nuestro amor. Como padre bueno y<br />

misericordioso, desea para nosotros<br />

todo el bien posible, que es Él mismo.<br />

En cambio, la mujer samaritana representa<br />

la insatisfacción existencial de<br />

quien no ha encontrado lo que busca:<br />

había tenido cinco maridos y convivía<br />

con otro hombre; sus continuas idas<br />

al pozo expresan un vivir repetitivo y<br />

resignado. Pero todo cambió para ella<br />

aquel día gracias al coloquio con el<br />

Señor Jesús, que la desconcertó hasta<br />

el punto de inducirla a dejar el cántaro<br />

del agua y correr a decir a la gente del<br />

pueblo, “Vengan a ver un hombre que<br />

me ha dicho todo lo que he hecho:<br />

¿será este el Mesías?”<br />

También nosotros abramos el corazón<br />

a la escucha confiada de la Palabra<br />

de Dios para encontrar, como la samaritana,<br />

a Jesús que nos revela su<br />

amor y nos dice: el Mesías, tu Salvador,<br />

“soy yo: el que habla contigo” (Jn 4,<br />

26). Nos obtenga este don María, la<br />

primera y perfecta discípula del Verbo<br />

encarnado.<br />

ORACIÓN<br />

Dios de la vida, danos a beber del<br />

manantial de agua viva que eres tú.<br />

Sacia nuestra sed de ti con tu amor<br />

misericordioso y danos vida con tu<br />

Palabra como lo hiciste con la mujer<br />

samaritana. Amén.


CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

16 Vísperas:<br />

LUNES - SANTOS HERIBERTO<br />

Y RAIMUNDO DE FITERO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Muchos leprosos había en Israel,<br />

sin embargo, ninguno de ellos fue<br />

curado, más que Naamán, el sirio<br />

Lectura del segundo libro<br />

de los Reyes 5, 1-15a<br />

En aquellos días, Naamán, general del<br />

ejército del rey sirio, era un hombre que<br />

gozaba de la estima y del favor de su<br />

señor, pues por su medio, el Señor había<br />

dado la victoria a Siria. Era un hombre<br />

muy valiente, pero estaba enfermo de lepra.<br />

En una incursión, una banda de sirios<br />

llevó de Israel a una muchacha, que quedó<br />

como criada de la mujer de Naamán, y<br />

dijo a su señora:<br />

—«Ojalá mi señor fuera a ver al profeta<br />

de Samaría: él lo libraría de su enfermedad.»<br />

Naamán fue a informar a su señor:<br />

—«La muchacha israelita ha dicho esto y<br />

esto.» El rey de Siria le dijo:<br />

—«Ven, que te doy una carta para el rey<br />

de Israel.»<br />

Naamán se puso en camino, llevando<br />

tres quintales de plata, seis mil monedas<br />

de oro y diez trajes. Presentó al rey de<br />

Israel la carta, que decía así: «Cuando<br />

recibas esta carta, verás que te envío a<br />

mi ministro Naamán para que lo libres<br />

de su enfermedad.» Cuando el rey de<br />

Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras,<br />

exclamando:<br />

—«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o<br />

vida, para que este me encargue de librar<br />

a un hombre de su enfermedad? Fíjense<br />

37<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Ayudar algún necesitado y saciar su sufrimiento<br />

material con mi generosidad.<br />

Laudes: Sal 83; Cánt. Is 2, 2-5; Sal 95<br />

Sal 122; Sal 123; Cánt. Ef 1, 3-10<br />

bien, y verán cómo está buscando un<br />

pretexto contra mí.»<br />

El profeta Eliseo se enteró de que el rey<br />

de Israel se había rasgado las vestiduras<br />

y le envió este recado: «¿Por qué te has<br />

rasgado las vestiduras? Que venga a mí y<br />

verá que hay un profeta en Israel.»<br />

Naamán llegó con sus caballos y su<br />

carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo.<br />

Eliseo le mandó uno a decirle: «Ve a<br />

bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne<br />

quedará limpia.» Naamán se enfadó y<br />

decidió irse, comentando:<br />

—«Yo me imaginaba que saldría en<br />

persona a verme, y que, puesto en pie,<br />

invocaría al Señor, su Dios, pasaría la<br />

mano sobre la parte enferma y me libraría<br />

de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco,<br />

el Abana y el Farfar, no valen más<br />

que toda el agua de Israel? ¿No puedo<br />

bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio<br />

media vuelta y se marchaba furioso. Pero<br />

sus siervos se le acercaron y le dijeron:<br />

—«Señor, si el profeta te hubiera prescrito<br />

algo difícil, lo harías. Cuánto más si lo<br />

que te prescribe para quedar limpio es<br />

simplemente que te bañes.» Entonces<br />

Naamán bajó al Jordán y se bañó siete<br />

veces, como había ordenado el profeta, y<br />

su carne quedó limpia como la de un niño.<br />

Volvió con su comitiva y se presentó al<br />

profeta, diciendo:<br />

—«Ahora reconozco que no hay dios en<br />

toda la tierra más que el de Israel.»<br />

Palabra de Dios.<br />

LUNES 16


SALMO RESPONSORIAL<br />

41, 2-3; 42, 3-4<br />

R. Mi alma tiene sed del<br />

Dios vivo: ¿cuándo veré<br />

el rostro de Dios?<br />

Como busca la cierva corrientes de<br />

agua, así mi alma te busca a ti, Dios<br />

mío. R<br />

Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo<br />

entraré a ver el rostro de Dios? Envía<br />

tu luz y tu verdad: que ellas me guíen<br />

y me conduzcan hasta tu monte santo,<br />

hasta tu morada. R<br />

Que yo me acerque al altar de Dios, al<br />

Dios de mi alegría; que te dé gracias al<br />

son de la cítara, Dios, Dios mío. R<br />

EVANGELIO<br />

Jesús, igual que Elías<br />

y Eliseo, no ha sido enviado<br />

únicamente a los judíos<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 4, 24-30<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en<br />

la sinagoga de Nazaret:<br />

—«Les aseguro que ningún profeta es<br />

bien mirado en su tierra. Les garantizo<br />

que en Israel había muchas viudas en<br />

tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado<br />

el cielo tres años y seis meses, y hubo una<br />

gran hambre en todo el país; sin embargo,<br />

a ninguna de ellas fue enviado Elías, más<br />

que a una viuda de Sarepta, en el territorio<br />

de Sidón. Y muchos leprosos había en<br />

Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin<br />

embargo, ninguno de ellos fue curado,<br />

más que Naamán, el sirio.» Al oír esto,<br />

todos en la sinagoga se pusieron furiosos<br />

y, levantándose, lo empujaron fuera del<br />

pueblo hasta un barranco del monte en<br />

donde se alzaba su pueblo, con intención<br />

de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso<br />

entre ellos y se alejaba.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Naamán era un hombre poderoso, pero<br />

38<br />

tenía lepra, una enfermedad incurable y<br />

terrible en su época porque consideraban<br />

que era fruto del pecado, un castigo<br />

divino. A la sierva no le importó su difícil<br />

situación como esclava, ni que este<br />

hombre fuera pagano. Sencillamente<br />

estaba enfermo y necesitaba ser curado.<br />

Sintió compasión por él, y sin importarle<br />

su religión le dijo que sería sanada<br />

por su Dios. El orgullo de este hombre<br />

se vio muy afectado porque pensó que<br />

el profeta lo recibiría en persona. Pero a<br />

pesar de su idea de marcharse, cuando<br />

fue obediente, quedó limpio de la lepra.<br />

Dios va a los que abren su corazón.<br />

Elías se desvió y llegó donde la viuda de<br />

Sidón. Eliseo no curó ningún leproso israelita,<br />

solo a Naamán, un sirio. El único<br />

requisito para que el Señor actúe poderosamente<br />

es la apertura de corazón. El<br />

orgullo de ser miembro del pueblo elegido<br />

les hacía creerse salvos. Les faltaba<br />

humildad para reconocer – como hoy<br />

nos falta a nosotros – su propia lepra;<br />

tal vez no física, pero sí espiritual.<br />

Los israelitas sintieron rabia porque<br />

Jesús no hizo ningún milagro en Nazaret;<br />

no aceptaban la nueva imagen<br />

del Padre comunicada por Jesús, que<br />

Dios también ama a los marginados, a<br />

los de afuera, a los que no son de su<br />

propio grupo. Jesús les muestra que<br />

Dios no se deja encerrar en criterios<br />

humanos, estrechos y limitados. Dios<br />

no levanta muros, sino, por el contrario,<br />

construye puentes. Sé lo difícil que es<br />

ser testigo en mi propia familia, ante los<br />

que me conocen, saben mis defectos y<br />

no creen en lo bueno, porque conocen<br />

mis debilidades. O cuántas veces en mi<br />

juventud me decían fanática, o cuántas<br />

veces alguno buscaba encontrar las<br />

faltas que cometo para decirme lo mala<br />

cristiana que soy. Pero tengo la certeza<br />

del llamado que a los 12 años me hizo<br />

el Señor y el fuerte llamado a la evangelización<br />

que me ha hecho.


A través de dos historias del Antiguo<br />

Testamento, una de Elías y otra de<br />

Eliseo, intenta ayudarles a superar lo<br />

escandalizado que estaban todos y a<br />

entender que Dios es universal. Pero<br />

en vez de hacer entender a la gente con<br />

estos pasajes, se enojaron más. ¡Qué<br />

locura!, al Jesús presentar un proyecto<br />

que acoge a los excluidos, es excluido<br />

Él mismo. Los que no quieren ver no<br />

van a ver, los que no quieren oír, no van<br />

a entender. Los que tienen una mentalidad<br />

de privilegio, no la quieren perder<br />

(cualquier parecido con la realidad de<br />

hoy no es pura coincidencia).<br />

17<br />

PRIMERA LECTURA<br />

alcanzar<br />

Acepta nuestro corazón contrito<br />

y nuestro espíritu humilde<br />

Lectura de la profecía<br />

de Daniel 3,25.34-43<br />

En aquellos días, Azarías se detuvo a<br />

orar y, abriendo los labios en medio del<br />

fuego, dijo: “Por el honor de tu nombre,<br />

no nos desampares para siempre, no<br />

rompas tu alianza, no apartes de nosotros<br />

tu misericordia. Por Abraham, tu<br />

amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel,<br />

tu consagrado; a quienes prometiste<br />

multiplicar su descendencia como las<br />

estrellas del cielo, como la arena de<br />

las playas marinas. Pero ahora, Señor,<br />

somos el más pequeño de todos los pueblos;<br />

hoy estamos humillados por toda<br />

la tierra a causa de nuestros pecados.<br />

En este momento no tenemos príncipes,<br />

ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni<br />

sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni<br />

un sitio donde ofrecerte primicias, para<br />

MARTES - SAN PATRICIO<br />

39<br />

ORACIÓN<br />

Señor tengo sed de ti, mi alma te necesita,<br />

anhela más de ti. Que no me<br />

crea privilegiado, especial, de un grupo<br />

selecto de tus escogidos. Y pueda entender<br />

la radicalidad y lo inclusivo de tu<br />

mensaje. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Orar por una persona para que se sane,<br />

aunque considere que no lo merezca<br />

ser sanada.<br />

Laudes: Sal 84; Cánt. Is 26, 1-4.7-9.12; Sal 66<br />

Vísperas: Sal 124; Sal 130; Cánt. Ap 4, 11;5, 9-10.12<br />

misericordia. Por eso, acepta<br />

nuestro corazón contrito y nuestro espíritu<br />

humilde, como un holocausto de<br />

carneros y toros o una multitud de corderos<br />

cebados. Que este sea hoy nuestro<br />

sacrificio, y que sea agradable en tu<br />

presencia: porque los que en ti confían<br />

no quedan defraudados. Ahora te seguimos<br />

de todo corazón, te respetamos<br />

y buscamos tu rostro, no nos defraudes,<br />

Señor. Trátanos según tu piedad, según<br />

tu gran misericordia. Líbranos con tu<br />

poder maravilloso y da gloria a tu nombre,<br />

Señor.”<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

24, 4-9<br />

R. Señor, recuerda<br />

tu misericordia.<br />

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme<br />

en tus sendas: haz que camine con<br />

lealtad; enséñame, porque tú eres mi<br />

MARTES 17


Dios y Salvador. R<br />

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu<br />

misericordia son eternas; acuérdate de<br />

mí con misericordia, por tu bondad,<br />

Señor. R<br />

El Señor es bueno y es recto, y enseña<br />

el camino a los pecadores; hace caminar<br />

a los humildes con rectitud, enseña su<br />

camino a los humildes. R<br />

EVANGELIO<br />

Si cada cual no perdona de<br />

corazón a su hermano,<br />

tampoco el Padre les perdonará<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 18,21-35<br />

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y<br />

preguntó a Jesús: “Señor, si mi hermano<br />

me ofende, ¿cuántas veces le tengo que<br />

perdonar? ¿Hasta siete veces?”<br />

Jesús le contesta: “No te digo hasta siete<br />

veces, sino hasta setenta veces siete. Y a<br />

propósito de esto, el Reino de los Cielos<br />

se parece a un rey que quiso ajustar las<br />

cuentas con sus empleados. Al empezar<br />

a ajustarlas, le presentaron uno que<br />

debía diez mil talentos. Como no tenía<br />

con qué pagar, el señor mandó que lo<br />

vendieran a él con su mujer y sus hijos<br />

y todas sus posesiones, y que pagara<br />

así. El empleado, arrojándose a sus pies,<br />

le suplicaba diciendo: “Ten paciencia<br />

conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor<br />

tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó<br />

marchar, perdonándole la deuda.<br />

Pero, al salir, el empleado aquel encontró<br />

a uno de sus compañeros que le debía<br />

cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba,<br />

diciendo: “Págame lo que me<br />

debes.” El compañero, arrojándose a sus<br />

pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia<br />

conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó<br />

y fue y lo metió en la cárcel hasta que<br />

pagara lo que debía. Sus compañeros, al<br />

ver lo ocurrido, quedaron consternados<br />

y fueron a contarle a su señor todo lo<br />

sucedido. Entonces el señor lo llamó y<br />

40<br />

le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella<br />

deuda te la perdoné porque me lo pediste.<br />

¿No debías tú también tener compasión<br />

de tu compañero, como yo tuve<br />

compasión de ti?” Y el señor, indignado,<br />

lo entregó a los verdugos hasta que pagara<br />

toda la deuda. Lo mismo hará con<br />

ustedes mi Padre del cielo, si cada cual<br />

no perdona de corazón a su hermano.”<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Son muchas las personas que, viviendo<br />

alejados del Señor, han acudido a<br />

Él, buscando su rostro, como dice la<br />

Primera Lectura, porque como consecuencia<br />

de su pecado llegaron a<br />

padecer grandes sufrimientos físicos y<br />

también morales, que no podían resistir<br />

ni tampoco remediar.<br />

En ellos se dio un proceso de arrepentimiento<br />

y conversión, clamaron a<br />

Dios, confiando en Él y no quedaron<br />

defraudados, porque un corazón<br />

contrito y humillado Él no lo desprecia<br />

(salmo 51, 19), y los trató según su gran<br />

misericordia.<br />

Me da mucha pena cuando oigo a personas<br />

criticando a otras. A Jesús en su<br />

tiempo lo criticaron porque se juntaba y<br />

comía con publicanos y pecadores (cf.<br />

Lc. 5, 3). Desconocen que Dios-Padre,<br />

no quiere que ninguno de sus hijos se<br />

pierda; que a todos nos trata con ternura<br />

y misericordia.<br />

En algunas ocasiones Jesús usó duras<br />

palabras contra los fariseos, que se<br />

consideraban perfectos, porque cumplían<br />

estrictamente la letra de la Ley, sin<br />

dar importancia a la Ley del Espíritu, el<br />

amor (cf. 2 Cor. 3, 6), que es lo verdaderamente<br />

importante. Jesús podía<br />

hablarles así, yo no, porque también<br />

anduve fuera de los caminos del Señor,<br />

y creo en su compasión y misericordia,<br />

y que vino a buscar y salvar lo que estaba<br />

perdido (Lc. 19, 10).


La Palabra de Dios nos dice: “Sean<br />

santos para mí, porque yo, Yahvé, soy<br />

santo”. (Lév. 20, 26), y después que vino<br />

Jesús la exigencia es mayor, pues nos<br />

dijo: “Ustedes, pues, sean perfectos<br />

como es perfecto su Padre del cielo”.<br />

(Mt. 5, 48). Nosotros, Iglesia militante,<br />

llamados a formar parte de la Iglesia<br />

triunfante, debemos tratar de evitar el<br />

pecado (cf. Ef. 1, 4), porque sin santidad<br />

nadie verá al Señor (Heb. 12, 14).<br />

No soy mejor ni más valiente que nadie<br />

pero me he enrolado en el ejército de<br />

los que luchan contra el pecado, porque<br />

Jesús venció el pecado y con Él<br />

somos más que vencedores (cf. Rom.<br />

8, 37).<br />

Dios, el rey de la parábola del Evangelio,<br />

está siempre dispuesto a perdonarnos;<br />

por lo tanto, si alguien nos debe porque<br />

en algo nos ha faltado, imitando<br />

al Padre estamos en la obligación de<br />

perdonarlo, para ser dignos hijos suyos<br />

(cf. Mt. 5, 45). Debemos estar conscientes,<br />

de que si nos cerramos y no<br />

18 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Guarden los preceptos<br />

y cúmplanlos<br />

Lectura del libro del<br />

Deuteronomio 4, 1.5-9<br />

Moisés habló al pueblo, diciendo:<br />

—«Ahora, Israel, escucha los mandatos<br />

y decretos que yo les mando cumplir:<br />

Así vivirán y entrarán a tomar posesión<br />

de la tierra que el Señor, Dios de nuestros<br />

padres, les va a dar. Miren, yo les<br />

enseño los mandatos y decretos que me<br />

mandó el Señor, mi Dios, para que los<br />

cumplan en la tierra donde van a entrar<br />

para tomar posesión de ella. Pónganlos<br />

por obra, que ellos son su sabiduría y su<br />

41<br />

perdonamos, esto nos impedirá recibir<br />

el perdón de Dios.<br />

ORACIÓN<br />

Tú nos diste ejemplo de perdón, Señor<br />

Jesús, al implorar al Padre en la cruz el<br />

perdón para tus verdugos. Haz que mi<br />

corazón sea semejante al tuyo, y que<br />

yo sea capaz de perdonar a todo el<br />

que me ofenda, consciente de que a mí<br />

me has perdonado mucho más que las<br />

ofensas que alguien pueda causarme.<br />

Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Expresar una fórmula de perdón a<br />

quien me haya ofendido, y pedir perdón<br />

a quien me hayas causado alguna<br />

ofensa.<br />

MIÉRCOLES - SAN CIRILO DE JERUSALÉN<br />

Laudes: Sal 85; Cánt. Is 33, 13-16; Sal 97<br />

Sal 125; Sal 126; Cánt. Col 1, 3.12-20<br />

inteligencia a los ojos de los pueblos que,<br />

cuando tengan noticia de todos ellos,<br />

dirán: “Cierto que esta gran nación es<br />

un pueblo sabio e inteligente”. Y, en<br />

efecto, ¿hay alguna nación tan grande<br />

que tenga los dioses tan cerca como lo<br />

está el Señor Dios de nosotros siempre<br />

que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran<br />

nación, cuyos mandatos y decretos sean<br />

tan justos como toda esta ley que hoy les<br />

doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien<br />

de olvidar los sucesos que vieron tus<br />

ojos, que no se aparten de tu memoria<br />

mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos<br />

y nietos.»<br />

Palabra de Dios.<br />

MIÉRCOLES 18


SALMO RESPONSORIAL<br />

147, 12-16.19-20<br />

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.<br />

Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu<br />

Dios, Sión: Que ha reforzado los cerrojos<br />

de tus puertas, y ha bendecido a tus<br />

hijos dentro de ti R<br />

Él envía su mensaje a la tierra, y su Palabra<br />

corre veloz; manda la nieve como<br />

lana, esparce la escarcha como ceniza. R<br />

Anuncia su Palabra a Jacob, sus decretos<br />

y mandatos a Israel; con ninguna<br />

nación obró así ni les dio a conocer sus<br />

mandatos. R<br />

EVANGELIO<br />

Quien cumpla los mandamientos<br />

y los enseñe será grande<br />

en el Reino de los Cielos<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 5, 17-19<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:<br />

—«No crean que he venido a abolir<br />

la ley o a los profetas: no he venido a<br />

abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro<br />

que antes pasarán el cielo y la tierra que<br />

deje de cumplirse hasta la última letra o<br />

tilde de la ley. El que se salte uno solo<br />

de los preceptos menos importantes, y<br />

se lo enseñe así a los hombres, será el<br />

menos importante en el Reino de los<br />

Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe<br />

será grande en el Reino de los Cielos.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Las lecturas de este día manifiestan el<br />

amor de Dios expresado en la convivencia<br />

entre los seres humanos. Dice<br />

la Palabra que Dios todo lo hizo bien,<br />

otorgó libre albedrío al hombre para<br />

actuar. También en la persona del profeta<br />

Moisés entregó los mandamientos<br />

para que no se corriera el riesgo de<br />

caer en el libertinaje y no se usara el<br />

poder de manera antojadiza, hasta el<br />

42<br />

punto de vulnerar el derecho de los<br />

demás. En el pueblo de Israel Jesús<br />

encontró una sociedad en la que las<br />

leyes se habían pervertido, la clase<br />

dominante las habían acomodado a<br />

su antojo; las cumplían de acuerdo a<br />

su conveniencia, dando paso al robo,<br />

homicidios, ultrajes, violación a los<br />

derechos ajenos, maltrato a los pobres.<br />

La naturaleza humana del hijo de Dios<br />

vive el sufrimiento de su pueblo, pero<br />

no intenta abolir la ley. Se enfrenta al<br />

poder dominante y con su Evangelio<br />

realiza la enorme tarea de darle cumplimiento<br />

a la ley, sin vulnerar ni un ápice<br />

de la misma.<br />

Cuánto se parece la situación en la que<br />

está inmersa nuestra sociedad a la del<br />

pueblo de Israel de aquel tiempo. Pero<br />

por encima del desequilibrio social, de<br />

la violación a los derechos de los más<br />

débiles, de la usurpación de los bienes<br />

ajenos, a la parcialidad de la justicia<br />

e inoperancia al cumplimiento de las<br />

leyes, está la Palabra de Jesús: “les<br />

aseguro que antes pasarán el cielo y<br />

la tierra que deje de cumplirse hasta la<br />

última letra o tilde de la ley”.<br />

Los que transitamos el camino de la<br />

cristiandad no debemos ignorar que<br />

Jesús actuó por encima del egoísmo<br />

de los responsables de la dirección<br />

de su pueblo y enarboló la bandera<br />

que está por encima de toda pasión<br />

humana: el amor.<br />

En los mandamientos de Dios se<br />

establecen las normas que debemos<br />

interiorizar y acoger con amor, no con<br />

temor, ya que su cumplimento nos garantiza<br />

la manifestación de la presencia<br />

de Dios en las relaciones con los que<br />

nos rodean, porque, como expresa<br />

San Pablo en su Carta a los Romanos,<br />

13, 10: “Amar es cumplir la ley entera”.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, hazme consciente de tu presen-


cia y tu gran amor por mí y que sepa<br />

corresponderte desde el servicio y el<br />

amor por mis hermanos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

El Señor Dios le dará<br />

el trono de David, su padre<br />

Lectura del segundo libro<br />

de Samuel 7, 4-5a.12-14a.16<br />

En aquellos días, recibió Natán la siguiente<br />

palabra del Señor:<br />

—«Ve y dile a mi siervo David: “Esto<br />

dice el Señor: Cuando tus días se<br />

hayan cumplido y te acuestes con tus<br />

padres, afirmaré después de ti la descendencia<br />

que saldrá de tus entrañas,<br />

y consolidaré el trono de su realeza. Él<br />

construirá una casa para mi nombre,<br />

y yo consolidaré el trono de su realeza<br />

para siempre. Yo seré para él padre, y<br />

él será para mí hijo. Tu casa y tu reino<br />

durarán por siempre en mi presencia;<br />

tu trono permanecerá por siempre”.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

88, 2-5.17.19<br />

R. Su linaje será perpetuo.<br />

Cantaré eternamente las misericordias<br />

del Señor, anunciaré tu fidelidad por<br />

todas las edades. Porque dijo: «Tu misericordia<br />

es un edificio eterno, más que<br />

el cielo has afianzado tu fidelidad». R<br />

Sellé una alianza con mi elegido, jurando<br />

a David, mi siervo: «Te fundaré un<br />

linaje perpetuo, edificaré tu trono para<br />

todas las edades». R<br />

43<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «sabo-<br />

19<br />

Él<br />

reando» a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Hacer una lista de las bendiciones de<br />

Dios para mi vida y darle las gracias<br />

a Él.<br />

JUEVES - SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ,<br />

ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA<br />

Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />

Vísperas: Sal 14; Sal 111; Cánt. Ap 15, 3-4<br />

me invocará: «Tú eres mi padre, mi<br />

Dios, mi Roca salvadora». Le mantendré<br />

eternamente mi favor, y mi alianza<br />

con él será estable. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

Apoyado en la esperanza,<br />

creyó, contra toda esperanza<br />

Lectura de la carta del<br />

apóstol san Pablo a los<br />

Romanos 4, 13.16-18.22<br />

Hermanos: no fue la observancia de<br />

la Ley, sino la justificación obtenida<br />

por la fe, la que obtuvo para Abraham<br />

y su descendencia la promesa de heredar<br />

el mundo. Por eso, como todo<br />

depende de la fe, todo es gracia; así,<br />

la promesa está asegurada para toda<br />

la descendencia, no solamente para la<br />

descendencia legal, sino también para<br />

la que nace de la fe de Abraham, que<br />

es padre de todos nosotros. Así, dice la<br />

Escritura: «Te hago padre de muchos<br />

pueblos». Al encontrarse con el Dios<br />

que da vida a los muertos y llama a la<br />

existencia lo que no existe, Abraham<br />

creyó. Apoyado en la esperanza, creyó,<br />

contra toda esperanza, que llegaría a<br />

ser padre de muchas naciones, según<br />

lo que se le había dicho: «Así será tu<br />

descendencia». Por lo cual le valió la<br />

justificación.<br />

Palabra de Dios.<br />

JUEVES 19


EVANGELIO<br />

José hizo lo que le había<br />

mandado el ángel del Señor<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Mateo 1, 16.18-21.24<br />

Jacob engendró a José, el esposo de<br />

María, de la cual nació Jesús, llamado<br />

Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue<br />

de esta manera: María, su madre, estaba<br />

desposada con José y, antes de vivir juntos,<br />

resultó que ella esperaba un hijo por<br />

obra del Espíritu Santo. José, su esposo,<br />

que era justo y no quería denunciarla,<br />

decidió repudiarla en secreto. Pero,<br />

apenas había tomado esta resolución, se<br />

le apareció en sueños un ángel del Señor<br />

que le dijo:<br />

«José, hijo de David, no tengas reparo<br />

en llevarte a María, tu mujer, porque<br />

la criatura que hay en ella viene del<br />

Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú<br />

le pondrás por nombre Jesús, porque<br />

Él salvará a su pueblo de los pecados.»<br />

Cuando José se despertó, hizo lo que le<br />

había mandado el ángel del Señor.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy es la solemnidad de San José,<br />

esposo de la Virgen María. José es una<br />

figura poco estudiada, poco conocida,<br />

poco apreciada, diría yo, por el creyente<br />

común. Sí sabemos su papel importante<br />

en la historia de la salvación; pero<br />

no creo que nos hayamos detenido lo<br />

suficiente a valorar la importancia de su<br />

actitud ante lo que se le presentó como<br />

elección de vida. José, también dio un<br />

sí gigantesco para que la salvación llegara<br />

a nuestras vidas. José pudo haber<br />

dicho “no” y se hubiera cambiado radicalmente<br />

el curso de la historia. Pero<br />

todo ocurrió como debía de ocurrir.<br />

Por eso, hoy quisiera que meditáramos<br />

en ese hombre que fue José, y cómo<br />

fue obediente a la voluntad divina. Sus<br />

planes se alteraron y llegó la duda a su<br />

44<br />

corazón. Tomó inicialmente la decisión<br />

de repudiar a María porque no entendía<br />

lo que estaba pasando, pero para no<br />

humillarla, lo haría en secreto, pues era<br />

un hombre justo. El ángel del Señor<br />

que se le apareció en sueños ,le hizo<br />

cambiar de opinión y él hizo lo que le<br />

había mandado. Su fe era tan grande<br />

que creyó en el mensaje y asumió el<br />

plan de Dios.<br />

San José, el santo custodio de la<br />

Sagrada Familia, es el santo que más<br />

cerca está de Jesús y de la Santísima<br />

Virgen María. En la Biblia no hay nada<br />

escrito que él haya dicho, solo conocemos<br />

las cosas que hizo, sus actos de fe,<br />

el amor y la protección que tuvo para<br />

con Jesús y María. Es un caso excepcional:<br />

un santo al que no se le escucha<br />

ni una sola palabra. Es llamado por<br />

esto, el “Santo del silencio”.<br />

Fue un escogido de Dios; desde el<br />

principio recibió la gracia de discernir<br />

los mandatos del Señor. Su vida fue<br />

sencilla y humilde. San José, de una<br />

gran riqueza espiritual y profunda vida<br />

interior, nos enseña con su propia vida a<br />

orar, a escuchar a Dios, a amar, a sufrir,<br />

a obedecer, a hacer siempre lo correcto<br />

y a dar gloria a Dios con toda nuestra<br />

vida. El Papa Pío IX, declaró y constituyó<br />

a san José Patrono Universal de<br />

la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.<br />

Es también patrono de la vida interior,<br />

patrono de la Buena muerte, patrono de<br />

la familia y patrono del trabajo.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, que los hombres de nuestro<br />

mundo, puedan modelar sus vidas a<br />

partir del ejemplo de san José. Muéstrales<br />

que asumiendo con humildad<br />

tu voluntad para sus vidas, pueden<br />

llegar a darte la mayor de las glorias y<br />

a hacer santas nuestras familias y así<br />

llegar a tener una sociedad más justa y<br />

amorosa. Amén.


CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

20<br />

R.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

No volveremos a llamar Dios<br />

a la obra de nuestras manos<br />

Lectura del profeta<br />

Oseas 14, 2-10<br />

Así dice el Señor Dios:<br />

—«Israel, conviértete al Señor Dios<br />

tuyo, porque tropezaste por tu pecado.<br />

Preparen su discurso, vuelvan al Señor y<br />

díganle: “Perdona del todo la iniquidad,<br />

recibe benévolo el sacrificio de nuestros<br />

labios. No nos salvará Asiria, no<br />

montaremos a caballo, no volveremos a<br />

llamar dios a la obra de nuestras manos.<br />

En ti encuentra piedad el huérfano”. Yo<br />

curaré sus extravíos, los amaré sin que<br />

lo merezcan, mi cólera se apartará de<br />

ellos. Seré rocío para Israel, florecerá<br />

como azucena, arraigará como un<br />

álamo. Brotarán sus vástagos, como de<br />

olivo será su esplendor, su aroma como<br />

del Líbano. Volverán a descansar a su<br />

sombra: cultivarán el trigo, florecerán<br />

como la viña, será su fama como la del<br />

vino del Líbano. Efraín, ¿qué me importan<br />

los ídolos? Yo le respondo y lo miro:<br />

Yo soy ciprés frondoso, de mí proceden<br />

tus frutos. ¿Quién será el sabio que lo<br />

comprenda, el prudente que lo entienda?<br />

Rectos son los caminos del Señor, los<br />

justos andan por ellos, los pecadores<br />

tropiezan en ellos.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

80, 6-11.14.17<br />

45<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Revisar mi vida, encauzándola siempre<br />

para dar la mayor gloria a Dios, por<br />

medio de mis acciones y mis actitudes<br />

en el seno de mi familia.<br />

VIERNES - SAN JUAN NEPOMUCENO<br />

Laudes: Sal 50; Cánt. Jr 14, 17-21; Sal 99<br />

Vísperas: Sal 134 I; Sal 134 II; Cánt. Ap 15, 3-4<br />

Yo soy el Señor, Dios tuyo:<br />

escucha mi voz.<br />

Oigo un lenguaje desconocido: Retiré<br />

sus hombros de la carga, y sus manos<br />

dejaron la espuerta. Clamaste en la<br />

aflicción, y te libré. R<br />

Te respondí oculto entre los truenos, te<br />

puse a prueba junto a la fuente de Meribá.<br />

Escucha, pueblo mío, doy testimonio<br />

contra ti, ojalá me escuchases, Israel. R<br />

No tendrás un dios extraño, no adorarás<br />

un dios extranjero. Yo soy el Señor, Dios<br />

tuyo, que te saqué del país de Egipto. R<br />

Ojalá me escuchase mi pueblo, y caminase<br />

Israel por mi camino: Te alimentaría<br />

con flor de harina, te saciaría con<br />

miel silvestre. R<br />

EVANGELIO<br />

El Señor nuestro Dios es el único<br />

Señor, y le amarás<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Marcos 12, 28b-34<br />

En aquel tiempo, un escriba se acercó a<br />

Jesús y le preguntó:<br />

—«¿Qué mandamiento es el primero de<br />

todos?» Respondió Jesús:<br />

—«El primero es: “Escucha, Israel, el<br />

Señor nuestro Dios es el único Señor,<br />

y amarás al Señor tu Dios con todo tu<br />

corazón, con toda tu alma, con toda tu<br />

mente, con todo tu ser”. El segundo es<br />

este: “Amarás a tu prójimo como a ti<br />

mismo”. No hay mandamiento mayor<br />

que estos.» El letrado replicó:<br />

—«Muy bien, Maestro, tienes razón<br />

VIERNES 20


cuando dices que el Señor es único<br />

y no hay otro más que Él y hay que<br />

amarlo con todo el corazón, con todo el<br />

entendimiento y con todo el ser, y amar<br />

al prójimo como a uno mismo vale más<br />

que todos los holocaustos y sacrificios.»<br />

Jesús, viendo que había respondido sensatamente,<br />

le dijo:<br />

—«No estás lejos del Reino de los<br />

Cielos.»<br />

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

En el Evangelio de hoy vemos a Jesús<br />

explicando el mandamiento más<br />

importante: “Escucha Israel, el Señor,<br />

nuestro Dios, es el único Señor:<br />

amarás al Señor, tu Dios, con todo tu<br />

corazón, con toda tu alma, con toda<br />

tu mente, con todo tu ser”. La mayoría<br />

de nosotros nos aprendemos este<br />

mandamiento como amarás al Señor,<br />

tu Dios... y obviamos el inicio de este<br />

mandamiento. Nos dice Escucha Israel,<br />

nos habla a nosotros su pueblo, a<br />

ti y a mí, Dios es el único Señor.<br />

Lo primero que necesitamos reconocer<br />

es que no hay otro Dios, no hay<br />

nadie más en quien podamos poner<br />

nuestra confianza y fe, Él es el único<br />

Dios. Cuántas voces hay alrededor y<br />

dentro de nosotros mismos que nos<br />

hacen dudar de esta verdad; qué fácil<br />

a veces ponemos nuestra confianza<br />

en quienes hemos convertido en<br />

dioses como son la familia, el trabajo,<br />

el dinero, las cosas; que son buenas,<br />

pero no son nuestro Dios. Cuando<br />

ponemos nuestra confianza en esos<br />

“otros”, cualquier quiebre de ellos nos<br />

hace perder la esperanza, la alegría.<br />

Cuando nuestra confianza está puesta<br />

en Dios, no importa lo que suceda<br />

permaneceremos de pie. Jesús nos<br />

invita a alimentar nuestra fe y guardarla.<br />

46<br />

Dios nos pide que le amemos con<br />

todo nuestro corazón, con toda nuestra<br />

alma, con toda nuestra mente y<br />

ser. Esto es, que no haya nada más<br />

importante en nuestra vida que Él,<br />

que sea nuestro tesoro, que nuestra<br />

alma ansíe su presencia, que nuestra<br />

mente busque siempre hacer lo que<br />

más le agrade y entonces podremos<br />

obedecer el segundo mandamiento<br />

de amar a nuestro prójimo como a<br />

nosotros mismos.<br />

Parecen dos mandamientos sencillos,<br />

pero qué difícil se nos hace cumplirlos.<br />

Estamos tan aferrados a nuestros<br />

planes, nuestros esquemas, a este<br />

aquí y ahora de nuestra existencia que<br />

desprendernos de nuestros intereses<br />

para buscar el de Dios a través de<br />

los demás se nos hace cuesta arriba.<br />

Amarle con toda nuestra alma, que<br />

busquemos andar en su presencia<br />

todos los días de nuestra vida.<br />

Esos mandamientos implican mirar la<br />

vida con esperanza, sabiendo a qué<br />

vida es que estamos llamados y que<br />

nuestro paso por esta tierra es transitorio.<br />

Muchas veces hemos dejado que<br />

nos roben esa esperanza. Dejamos de<br />

esperar en Dios. Hoy es un buen día<br />

para renovar nuestra esperanza. La<br />

mejor forma de amar a Dios es a través<br />

de los más pequeños; aquellos que no<br />

tienen cómo devolvernos el amor.<br />

ORACIÓN<br />

Gracias Padre porque nos amaste a<br />

nosotros primero y tal fue tu amor, que<br />

nos regalaste a tu Hijo para que todo<br />

aquel que crea en Él no se pierda, sino<br />

que tenga vida eterna. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.


PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Identificar los dioses que tengo y someterlos<br />

al único Dios.<br />

SÁBADO - SANTOS NICOLÁS Y FILEMÓN<br />

Laudes: Sal 118, 145-152; Cánt. Sab 9, 1-6.9-11; Sal 116<br />

21Vísperas: Sal 121; Sal 129; Cánt. Flp 2, 6-11<br />

SÁBADO 31<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Quiero misericordia,<br />

y no sacrificios<br />

Lectura del libro de Oseas 6, 1-6<br />

Vamos a volver al Señor: Él, que nos<br />

despedazó, nos sanará; Él, que nos hirió,<br />

nos vendará. En dos días nos sanará; al<br />

tercero nos resucitará; y viviremos delante<br />

de Él. Esforcémonos por conocer<br />

al Señor: su amanecer es como la aurora,<br />

y su sentencia surge como la luz. Bajará<br />

sobre nosotros como lluvia temprana,<br />

como lluvia tardía que empapa la tierra.<br />

«¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de<br />

ti, Judá? Su piedad es como nube mañanera,<br />

como rocío de madrugada que se<br />

evapora. Por eso les herí por medio de<br />

los profetas, les condené con la palabra<br />

de mi boca. Quiero misericordia, y no<br />

sacrificios; conocimiento de Dios, más<br />

que holocaustos».<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

50, 3-4.18-19. 20-21ab<br />

R. Quiero misericordia,<br />

y no sacrificios.<br />

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,<br />

por tu inmensa compasión borra mi<br />

culpa; lava del todo mi delito, limpia mi<br />

pecado. R<br />

Los sacrificios no te satisfacen: si te<br />

ofreciera un holocausto, no lo querrías.<br />

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;<br />

un corazón quebrantado y humillado, tú<br />

no lo desprecias. R<br />

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,<br />

reconstruye las murallas de Jerusalén:<br />

47<br />

entonces aceptarás los sacrificios rituales,<br />

ofrendas y holocaustos. R<br />

EVANGELIO<br />

El publicano bajó a su casa<br />

justificado, y el fariseo no<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 18, 9-14<br />

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose<br />

por justos, se sentían seguros de sí<br />

mismos y despreciaban a los demás, dijo<br />

Jesús esta parábola:<br />

—«Dos hombres subieron al templo a<br />

orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano.<br />

El fariseo, erguido, oraba así en<br />

su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias,<br />

porque no soy como los demás: ladrones,<br />

injustos, adúlteros; ni como ese<br />

publicano. Ayuno dos veces por semana<br />

y pago el diezmo de todo lo que tengo”.<br />

El publicano, en cambio, se quedó atrás<br />

y no se atrevía ni a levantar los ojos al<br />

cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:<br />

«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.<br />

Les digo que este bajó a su casa<br />

justificado, y aquel no. Porque todo el<br />

que se enaltece será humillado, y el que<br />

se humilla será enaltecido.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Me fascina la palabra “Misericordia”.<br />

Tiene sus raíces en el latín: misereri<br />

(tener lástima) y cor (corazón). Así que,<br />

“tener misericordia” es tener lástima<br />

desde el fondo del corazón.<br />

Ahora bien, todos hemos sentido<br />

compasión. Todos hemos llorado


con los que lloran, y acompañado en<br />

silencio a los que han perdido todo.<br />

Pero la misericordia es algo aún más<br />

profunda y personal. La misericordia<br />

es como arrancar y arrastrar desde la<br />

profundidad del corazón, como un grito<br />

de desesperación donde no queda ni la<br />

más mínima esperanza.<br />

Hay una historia que explica la misericordia,<br />

el amor que va más allá que<br />

la justicia:<br />

Se cuenta que un soldado del ejército<br />

imperial francés había desertado. Tras<br />

ser capturado, fue condenado a muerte.<br />

Su madre, desesperada, pidió una<br />

audiencia con el Emperador, Napoleón<br />

Bonaparte.<br />

– Distinguido Napoleón, sé que mi hijo<br />

se ha equivocado y que su error se castiga<br />

con la muerte. ¡Pero él es el único<br />

que tengo! Por favor, ¡le ruego que lo<br />

perdone! ¡le pido misericordia!<br />

– Tu hijo no merece misericordia.<br />

– Sí, es cierto -replicó la angustiada<br />

señora-, pero si la hubiera merecido, no<br />

hubiera sido misericordia sino justicia, y<br />

yo he venido para pedirle misericordia.<br />

Dicen que el gran Napoleón se conmovió<br />

y perdonó al soldado.<br />

Es igual con nosotros. Nosotros rogamos<br />

misericordia a Jesús, porque<br />

todos hemos pecado, y no merecemos<br />

ser salvados. Si fuese solamente por la<br />

justicia hay un solo camino que nos espera,<br />

ancho y cuesta abajo. Sin embargo,<br />

como la madre desesperada frente<br />

a Napoleón, nosotros imploramos más<br />

allá de la justicia, por la misericordia:<br />

“Jesucristo, hijo de Dios, ten misericordia<br />

de mí porque soy un pecador”.<br />

Es por eso que, en toda corte de<br />

justicia, se encuentra el “crucifijo del<br />

estrado”. No está dirigido al acusado<br />

ni a los abogados, sino al juez, para<br />

recordarle que la justicia no es fría e<br />

implacable, sino siempre susceptible<br />

de la misericordia a favor del condenado.<br />

Dicho de otra forma, hay un doble<br />

adagio que debería tatuarse en la mano<br />

de toda persona que estudia derecho:<br />

“La caridad no está encima de la verdad.<br />

Sin embargo la misericordia, sí,<br />

está encima de la justicia” (Santiago 2,<br />

13). Es decir, no es correcto esconder<br />

la verdad para proteger a alguien. Pero<br />

por encima de cualquier fallo jurídico<br />

hay que tener misericordia hacía la<br />

persona que se encuentra culpable.<br />

ORACIÓN<br />

Oh Dios Padre, tu misericordia es infinita.<br />

Míranos con tu favor, para que<br />

en nuestras grandes ansiedades no<br />

desesperemos, sino que siempre nos<br />

conformemos confiados en tu santa<br />

voluntad, por Nuestro Señor Jesucristo,<br />

quien contigo y el Espíritu Santo manifiesta<br />

misericordia hacia nosotros por<br />

siempre. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Buscar a quien tenga una deuda conmigo<br />

y perdonarle la deuda.<br />

48


22<br />

PRIMERA LECTURA<br />

verdes<br />

David es ungido rey de Israel<br />

Lectura del primer libro<br />

de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a<br />

En aquellos días, el Señor le dijo a<br />

Samuel:<br />

—«Llena la cuerna de aceite y vete, por<br />

encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque<br />

entre sus hijos me he elegido un rey.»<br />

Cuando llegó, vio a Eliab y pensó:<br />

—«Seguro, el Señor tiene delante a su<br />

ungido.» Pero el Señor le dijo:<br />

—«No te fijes en las apariencias ni en<br />

su buena estatura. Lo rechazo. Porque<br />

Dios no ve como los hombres, que ven<br />

la apariencia; el Señor ve el corazón.»<br />

Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante<br />

Samuel; y Samuel le dijo:<br />

—«Tampoco a estos los ha elegido el<br />

Señor.» Luego preguntó a Jesé:<br />

—«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé<br />

respondió:<br />

—«Queda el pequeño, que precisamente<br />

está cuidando las ovejas.» Samuel dijo:<br />

—«Manda por él, que no nos sentaremos<br />

a la mesa mientras no llegue.»<br />

Jesé mandó por él y lo hizo entrar: era de<br />

buen color, de hermosos ojos y buen tipo.<br />

Entonces el Señor dijo a Samuel:<br />

—«Anda, úngelo, porque es este.»<br />

Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió<br />

en medio de sus hermanos. En aquel<br />

momento, invadió a David el espíritu del<br />

Señor, y estuvo con él en adelante.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

22, 1-6<br />

R. El señor es mi pastor,<br />

nada me falta.<br />

El Señor es mi pastor, nada me falta: en<br />

IV DOMINGO DE CUARESMA<br />

SEMANA IV DEL SALTERIO<br />

Laudes: Sal 117; Cánt. Dn 3, 52-57; Sal 150<br />

Vísperas: Sal 109; Sal 111; Cánt. 1Pe 2, 21-24<br />

49<br />

praderas me hace recostar, me<br />

conduce hacia fuentes tranquilas y repara<br />

mis fuerzas. R<br />

Me guía por el sendero justo, por el<br />

honor de su nombre. Aunque camine<br />

por cañadas oscuras, nada temo, porque<br />

tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me<br />

sosiegan. R<br />

Preparas una mesa ante mí, enfrente de<br />

mis enemigos; me unges la cabeza con<br />

perfume, y mi copa rebosa. R<br />

Tu bondad y tu misericordia me acompañan<br />

todos los días de mi vida, y habitaré<br />

en la casa del Señor por los años sin<br />

término. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

Levántate de entre los<br />

muertos, y Cristo será tu luz<br />

Lectura de la carta a<br />

los Efesios 5, 8-14<br />

Hermanos:<br />

En otro tiempo ustedes eran tinieblas,<br />

ahora son luz en el Señor. Caminen como<br />

hijos de la luz —toda bondad, justicia<br />

y verdad son fruto de luz—, buscando<br />

lo que agrada al Señor, sin tomar parte<br />

en las obras estériles de las tinieblas,<br />

sino más bien denúncienlas. Pues hasta<br />

da vergüenza mencionar las cosas que<br />

ellos hacen a escondidas. Pero la luz,<br />

denunciándolas, las pone al descubierto,<br />

y todo descubierto es luz. Por eso dice:<br />

«Despierta, tú que duermes, levántate de<br />

entre los muertos, y Cristo será tu luz».<br />

Palabra de Dios.<br />

EVANGELIO<br />

Fue, se lavó, y volvió con vista<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 9, 1-41<br />

DOMINGO 22


En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a<br />

un hombre ciego de nacimiento. Y sus<br />

discípulos le preguntaron:<br />

—«Maestro, ¿quién pecó, este o sus<br />

padres, para que naciera ciego?» Jesús<br />

contestó:<br />

—«Ni este pecó ni sus padres, sino para<br />

que se manifiesten en él las obras de<br />

Dios. Mientras es de día, tenemos que<br />

hacer las obras del que me ha enviado;<br />

viene la noche, y nadie podrá hacerlas.<br />

Mientras estoy en el mundo, soy la luz<br />

del mundo.»<br />

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro<br />

con la saliva, se lo untó en los ojos al<br />

ciego y le dijo:<br />

—«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que<br />

significa Enviado).»<br />

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los<br />

vecinos y los que antes solían verlo pedir<br />

limosna preguntaban:<br />

—«¿No es ese el que se sentaba a pedir?»<br />

Unos decían:<br />

—«El mismo.» Otros decían:<br />

—«No es él, pero se le parece.» Él<br />

respondía:<br />

—«Soy yo.» Y le preguntaban:<br />

—«¿Y cómo se te han abierto los ojos?«<br />

Él contestó:<br />

—«Ese hombre que se llama Jesús<br />

hizo barro, me lo untó en los ojos y me<br />

dijo que fuese a Siloé y que me lavase.<br />

Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.»<br />

Le preguntaron:<br />

—«¿Dónde está Él?» Contestó:<br />

—«No sé.»<br />

Llevaron ante los fariseos al que había<br />

sido ciego. Era sábado el día que Jesús<br />

hizo barro y le abrió los ojos. También<br />

los fariseos le preguntaban cómo había<br />

adquirido la vista. Él les contestó:<br />

—«Me puso barro en los ojos, me<br />

lavé, y veo.» Algunos de los fariseos<br />

comentaban:<br />

—«Este hombre no viene de Dios,<br />

porque no guarda el sábado.» Otros<br />

replicaban:<br />

50<br />

—«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes<br />

signos?» Y estaban divididos.<br />

Y volvieron a preguntarle al ciego:<br />

—«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto<br />

los ojos?» Él contestó:<br />

—«Que es un profeta.» Pero los judíos<br />

no se creyeron que aquel había sido<br />

ciego y había recibido la vista, hasta que<br />

llamaron a sus padres y les preguntaron:<br />

—«¿Es este su hijo, de quien dicen<br />

ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que<br />

ahora ve?» Sus padres contestaron:<br />

—«Sabemos que este es nuestro hijo y<br />

que nació ciego; pero cómo ve ahora,<br />

no lo sabemos nosotros, y quién le ha<br />

abierto los ojos, nosotros tampoco lo<br />

sabemos. Pregúntenselo a él, que es<br />

mayor y puede explicarse.»<br />

Sus padres respondieron así porque le<br />

tenían miedo a los judíos; porque los<br />

judíos ya habían acordado excluir de la<br />

sinagoga a quien reconociera a Jesús por<br />

Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya<br />

es mayor, pregúntenselo a él». Llamaron<br />

por segunda vez al que había sido ciego<br />

y le dijeron:<br />

—«Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos<br />

que ese hombre es un pecador.»<br />

Contestó él:<br />

—«Si es un pecador, no lo sé; solo sé<br />

que yo era ciego y ahora veo.» Le preguntan<br />

de nuevo:<br />

—«¿Qué te hizo, cómo te abrió los<br />

ojos?» Les contestó:<br />

—«Se lo he dicho ya, y no me han hecho<br />

caso; ¿para qué quieren oírlo otra<br />

vez?; ¿también ustedes quieren hacerse<br />

discípulos suyos?» Ellos lo llenaron de<br />

improperios y le dijeron:<br />

—«Discípulo de ese lo serás tú; nosotros<br />

somos discípulos de Moisés. Nosotros<br />

sabemos que a Moisés le habló Dios,<br />

pero ese no sabemos de dónde viene.»<br />

Replicó él:<br />

—«Pues eso es lo raro: que ustedes no<br />

saben de dónde viene y, sin embargo,<br />

me ha abierto los ojos. Sabemos que


Dios no escucha a los pecadores, sino<br />

al que es religioso y hace su voluntad.<br />

Jamás se oyó decir que nadie le abriera<br />

los ojos a un ciego de nacimiento; si este<br />

no viniera de Dios, no tendría ningún<br />

poder.» Le replicaron:<br />

—«Empecatado naciste tú de pies a<br />

cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a<br />

nosotros?»<br />

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían<br />

expulsado, lo encontró y le dijo:<br />

—«¿Crees tú en el Hijo del hombre?»<br />

Él contestó:<br />

—«¿Y quién es, Señor, para que crea en<br />

él?» Jesús les dijo:<br />

—«Lo estás viendo: el que te está hablando,<br />

ese es.» Él dijo:<br />

—«Creo, señor.» Y se postró ante Él.<br />

Jesús añadió:<br />

—«Para un juicio he venido ya a este<br />

mundo; para que los que no ven vean,<br />

y los que ven queden ciegos.» Los fariseos<br />

que estaban con Él oyeron esto y<br />

le preguntaron:<br />

—«¿También nosotros estamos ciegos?»<br />

Jesús les contestó:<br />

—«Si estuvieran ciegos, no tendrían<br />

pecado, pero como dicen que ven, su<br />

pecado persiste.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

La Liturgia de la Iglesia en este Cuarto<br />

Domingo de Cuaresma, nos invita a<br />

recorrer una de las dinámicas fundamentales<br />

de nuestro renacimiento bautismal,<br />

a través del ejemplo evangélico<br />

del “ciego de nacimiento”, el paso de<br />

las tinieblas del pecado y del error, a la<br />

Luz de Dios, que es Cristo Resucitado.<br />

Ya en la Revelación del Antiguo Testamento,<br />

Dios había mostrado al Pueblo<br />

de Israel, cómo el juicio del Creador<br />

es más profundo y verdadero que los<br />

pensamientos de la creatura. Hemos<br />

escuchado en la Primera Lectura: No te<br />

fijes en su aspecto ni en lo elevado de<br />

51<br />

su estatura, porque yo lo he descartado.<br />

Dios no mira como mira el hombre;<br />

porque el hombre ve las apariencias,<br />

pero Dios ve el corazón. De esta manera<br />

indicaba, cuál es el verdadero criterio<br />

para juzgar a un hombre y el lugar en<br />

el cual el hombre puede encontrar la<br />

mirada de Dios y entrar en relación con<br />

Él: su corazón.<br />

Sin embargo, incapaz de permanecer<br />

fiel a lo más verdadero que hay en él,<br />

el hombre regresa a sus pequeños<br />

criterios, produciendo toda maldad,<br />

injusticia y falsedad, para gobernarse a<br />

sí mismo, decidiendo lo que es para su<br />

bien, y ocupando el lugar de Dios. Pero<br />

Dios no se da por vencido y se encuentra<br />

con cada uno de nosotros, así como<br />

lo narra en doble sentido, sobre todo, el<br />

Evangelio: escupió en la tierra, hizo barro<br />

con la saliva y lo puso sobre los ojos<br />

del ciego. O sea, Dios se hizo hombre,<br />

creatura; se unió a nuestra tierra, para<br />

que el hombre no escapara de Él, sino<br />

que pudiera llegar a reconocer, por<br />

medio del encuentro con su Santísima<br />

Humanidad, lo que San Juan escribe<br />

en el prólogo del Evangelio “Y el Verbo<br />

se hizo carne y habitó entre nosotros”.<br />

En segundo lugar, «Él dice: ve a lavarte<br />

a la piscina de Siloé”, que significa Enviado.<br />

Cristo, el enviado del Padre, tomó<br />

sobre sí todos nuestros pecados, hasta<br />

las últimas consecuencias de nuestra<br />

ceguera, hasta dejarse despojar de sus<br />

vestiduras, coronar de espinas y clavar<br />

en una cruz, despreciado por su mismo<br />

pueblo y abandonado por sus amigos.<br />

Este Amor inaudito de Cristo, no hace<br />

más que vencer definitivamente, con el<br />

tiempo, todo temor de cara a nuestros<br />

límites, porque no existe nada en nosotros<br />

que le pueda impedir amarnos.<br />

Pidamos, por intercesión de María<br />

Santísima, ser fieles a la verdad, a los<br />

hechos de nuestra vida, aferrando la<br />

mano, en toda circunstancia, a Cristo.<br />

DOMINGO 22


ORACIÓN<br />

Dios de todo consuelo, danos la luz<br />

de tu verdad, quita de nosotros toda<br />

oscuridad y ceguera y condúcenos al<br />

camino de tu luz. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Ya no se oirán gemidos ni llantos<br />

Lectura del profeta Isaías 65, 17-21<br />

Así dice el Señor:<br />

—«Miren, yo voy a crear un cielo nuevo<br />

y una tierra nueva: de lo pasado no habrá<br />

recuerdo ni vendrá pensamiento, sino<br />

que habrá gozo y alegría perpetua por lo<br />

que voy a crear. Miren, voy a transformar<br />

a Jerusalén en alegría, y su pueblo<br />

en gozo; me alegraré de Jerusalén y me<br />

gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán<br />

en ella gemidos ni llantos; ya no habrá<br />

allí niños malogrados ni adultos que no<br />

colmen sus años, pues será joven el que<br />

muera a los cien años, y el que no los alcance<br />

se tendrá por maldito. Construirán<br />

casas y las habitarán, plantarán viñas y<br />

comerán sus frutos.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

29, 2-6.11-13<br />

R. Te ensalzaré, Señor,<br />

porque me has librado.<br />

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado<br />

y no has dejado que mis enemigos<br />

se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del<br />

abismo, me hiciste revivir cuando bajaba<br />

a la fosa. R<br />

Toquen para el Señor, fieles suyos, den<br />

gracias a su nombre santo; su cólera<br />

52<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar perma-<br />

23<br />

dura<br />

nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Ser luz por medio de los gestos y las<br />

acciones de este día.<br />

LUNES - SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO<br />

Laudes: Sal 89; Cánt. Is 42, 10-16; Sal 134<br />

Vísperas: Sal 135 I; Sal 135 II; Cánt. Ef 1, 3-10<br />

un instante, su bondad, de por vida;<br />

al atardecer nos visita el llanto, por la<br />

mañana, el júbilo. R<br />

Escucha, Señor, y ten piedad de mí,<br />

Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en<br />

danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias<br />

por siempre. R<br />

EVANGELIO<br />

Anda, tu hijo está curado<br />

Lectura del Santo Evangelio según<br />

san Juan 4, 43-54<br />

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria<br />

y se fue a Galilea. Jesús mismo había<br />

hecho esta afirmación:<br />

—«Un profeta no es estimado en su<br />

propia Patria.»<br />

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo<br />

recibieron bien, porque habían visto lo<br />

que había hecho en Jerusalén durante<br />

la fiesta, pues también ellos habían ido<br />

a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de<br />

Galilea, donde había convertido el agua<br />

en vino. Había un funcionario real que<br />

tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.<br />

Oyendo que Jesús había llegado de<br />

Judea a Galilea fue a verle, y le pedía<br />

que bajase a curar a su hijo que estaba<br />

muriéndose, Jesús le dijo:<br />

—«Como no vean signos y prodigios,<br />

no creen.» El funcionario insiste:<br />

—«Señor, baja antes de que se muera mi


niño.» Jesús le contesta:<br />

—«Anda, tu hijo está curado.»<br />

El hombre creyó en la palabra de Jesús<br />

y se puso en camino. Iba ya bajando,<br />

cuando sus criados vinieron a su encuentro<br />

diciéndole que su hijo estaba<br />

curado. Él les preguntó a qué hora había<br />

empezado la mejoría. Y le contestaron:<br />

—«Hoy a la una lo dejó la fiebre.»<br />

El padre cayó en la cuenta de que esa era<br />

la hora cuando Jesús le había dicho «tu<br />

hijo está curado». Y creyó él con toda<br />

su familia. Este segundo signo lo hizo<br />

Jesús al llegar de Judea a Galilea.<br />

Palabra del Señor.<br />

53<br />

MEDITACIÓN<br />

Cuando escucho al Señor hablando a<br />

mi corazón, a través del profeta Isaías:<br />

“VOY A CREAR UN CIELO NUEVO<br />

Y UNA TIERRA NUEVA”, siento aires<br />

nuevos, siento esperanza y gozo.<br />

Isaías anuncia como una especie de<br />

vuelta al Paraíso. Dios quiere que la<br />

mujer y el hombre y toda la sociedad<br />

en su conjunto vuelvan, regresen a su<br />

estado original, a la armonía y felicidad<br />

con que fueron creados. ¡Qué alegría<br />

me da saber que ese es mi futuro<br />

último!- y el tuyo-, la felicidad total, el<br />

gozo y la alegría eterna, sin tristeza ni<br />

llanto. Cristo resucitado es quien nos<br />

revela nuestro futuro, lo que nos espera,<br />

no nos espera el fracaso, la nada, el<br />

abismo, sino la eternidad. Abramos el<br />

corazón al Señor porque quiere llevar a<br />

cabo en nosotros un cielo nuevo y una<br />

tierra nueva. Aunque no lo creas, quiere<br />

una nueva primavera para ti y para mí.<br />

El Señor quiere que miremos nuestro<br />

futuro llenos de esperanza, llenos de<br />

su novedad, de la sorpresa que es vivir<br />

con Él como centro de nuestras vidas.<br />

Hay que abrirse a la novedad, a las<br />

maravillas de Dios. Abramos nuestros<br />

ojos, pero también el corazón para<br />

mirar con gratitud los regalos del Señor,<br />

para relacionarnos con los demás<br />

como hermanos y amigos.<br />

San Casiano decía: “Si tenemos fija la<br />

mirada en las cosas de la eternidad, y<br />

estamos persuadidos de que todo lo de<br />

este mundo pasa y termina, viviremos<br />

siempre contentos y permaneceremos<br />

inquebrantables en nuestro entusiasmo<br />

hasta el fin. Ni nos abatirá el infortunio,<br />

ni nos llenará de soberbia la prosperidad,<br />

porque consideraremos ambas<br />

cosas como caducas y transitorias”.<br />

Jesús ,aunque aceptado por algunos,<br />

es rechazado por un gran grupo de<br />

judíos. Sin embargo, un extranjero, pero<br />

además con una función real, confía en<br />

Él, quiere la salud de su hijo que está<br />

muriendo. Tenía mayor fe que los propios<br />

judíos. Igual nos puede pasar a ti<br />

y a mí, que siendo creyentes no tengamos<br />

la fe de aquellos que están afuera,<br />

que no consideramos merecedores de<br />

la misericordia de Dios.<br />

Sé por experiencia propia, que el Señor<br />

siempre quiere devolver la salud,<br />

quitarnos toda tristeza, romper las<br />

cadenas que nos estén esclavizando<br />

y perdonarnos todo, absolutamente<br />

todo. A nosotros nos toca abrir el corazón,<br />

ejercitar la fe y dejarnos sanar<br />

integralmente por Jesús. En muchas<br />

ocasiones, ante mi propia enfermedad<br />

he tenido que dejar a Jesús hacer milagros.<br />

Y tú, ¿estás dispuesto a dejar a<br />

Jesús actuar con libertad? Jesús con<br />

su resurrección nos ha traído una nueva<br />

creación.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, hoy quiero darte gracias por un<br />

nuevo día, por mi vida y la de los que<br />

me rodean. Quiero en este día vivir mi<br />

pequeñez y tu grandeza. Quiero agradecerte<br />

tu amor y cuidado. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar perma-<br />

LUNES 23


nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

24<br />

Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Vi que manaba agua del lado derecho<br />

del templo, y habrá vida dondequiera<br />

que llegue la corriente<br />

Lectura del la profecía<br />

de Ezequiel 47, 1-9.12<br />

En aquellos días, el ángel me hizo volver<br />

a la entrada del templo. Del zaguán del<br />

templo manaba agua hacia levante -el<br />

templo miraba a levante-. El agua iba<br />

bajando por el lado derecho del templo,<br />

al mediodía del altar. Me sacó por la<br />

puerta septentrional y me llevó a la<br />

puerta exterior que mira a levante. El<br />

agua iba corriendo por el lado derecho.<br />

El hombre que llevaba el cordel en la<br />

mano salió hacia levante. Midió mil<br />

codos y me hizo atravesar las aguas:<br />

¡agua hasta los tobillos! Midió otros<br />

mil y me hizo cruzar las aguas: ¡agua<br />

hasta las rodillas! Midió otros mil y me<br />

hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! Midió<br />

otros mil. Era un torrente que no pude<br />

cruzar, pues habían crecido las aguas y<br />

no se hacía pie; era un torrente que no se<br />

podía vadear. Me dijo entonces:<br />

―«¿Has visto, hijo de Adán?» A la<br />

vuelta me condujo por la orilla del torrente.<br />

Al regresar, vi a la orilla del río<br />

una gran arboleda en sus dos márgenes.<br />

Me dijo:<br />

―«Estas aguas fluyen hacia la comarca<br />

levantina, bajarán hasta la estepa,<br />

desembocarán en el mar de las aguas<br />

salobres, y lo sanearán. Todos los seres<br />

54<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Meditar y orar sobre ese cielo nuevo<br />

y tierra nueva que Dios ya está produciendo<br />

en mi vida y de los que no me<br />

he apropiado todavía.<br />

MARTES - SANTOS ARNULPO ROMERO<br />

Y CATALINA DE SUECIA<br />

Laudes: Sal 100; Cánt. Dn 3, 26-27.29.34-41; Sal 143<br />

Sal 136; Sal 137; Cánt. Ap 4, 11;5, 9.10.12<br />

vivos que bullan allí donde desemboque<br />

la corriente, tendrán vida; y habrá peces<br />

en abundancia. Al desembocar allí estas<br />

aguas, quedará saneado el mar y habrá<br />

vida dondequiera que llegue la corriente.<br />

A la vera del río, en sus dos riberas, crecerá<br />

toda clase de frutales; no se marchitarán<br />

sus hojas ni sus frutos se acabarán;<br />

darán cosecha nueva cada luna, porque<br />

los riegan aguas que manan del santuario;<br />

su fruto será comestible y sus hojas<br />

medicinales.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

45, 2-9<br />

R. El Señor de los ejércitos está<br />

con nosotros, nuestro alcázar es<br />

el Dios de Jacob.<br />

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,<br />

poderoso defensor en el peligro. Por eso<br />

no tememos aunque tiemble la tierra, y<br />

los montes se desplomen en el mar. R<br />

El correr de las acequias alegra la ciudad<br />

de Dios, el Altísimo consagra su morada.<br />

Teniendo a Dios en medio, no vacila;<br />

Dios la socorre al despuntar la aurora. R<br />

El Señor de los ejércitos está con nosotros,<br />

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.<br />

Vengan a ver las obras del Señor, las<br />

maravillas que hace en la tierra. R<br />

EVANGELIO<br />

Al momento aquel<br />

hombre quedó sano


Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 5, 1-3.5-16<br />

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta<br />

de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.<br />

Hay en Jerusalén, junto a la puerta de<br />

las ovejas, una piscina que llaman en<br />

hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales,<br />

y allí estaban echados muchos<br />

enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba<br />

también allí un hombre que llevaba<br />

treinta y ocho años enfermo. Jesús, al<br />

verlo echado, y sabiendo que ya llevaba<br />

mucho tiempo, le dice:<br />

―«¿Quieres quedar sano?» El enfermo<br />

le contestó:<br />

―«Señor, no tengo a nadie que me<br />

meta en la piscina cuando se remueve el<br />

agua; para cuando llego yo, otro se me<br />

ha adelantado.» Jesús le dice:<br />

―«Levántate, toma tu camilla y echa<br />

a andar.»<br />

Y al momento el hombre quedó sano,<br />

tomó su camilla y echó a andar. Aquel<br />

día era sábado, y los judíos dijeron al<br />

hombre que había quedado sano:<br />

―«Hoy es sábado, y no se puede llevar<br />

la camilla.» Él les contestó:<br />

―«El que me ha curado es quien me ha<br />

dicho: Toma tu camilla y echa a andar.»<br />

Ellos le preguntaron:<br />

―«¿Quién es el que te ha dicho que<br />

tomes la camilla y eches a andar?»<br />

Pero el que había quedado sano no sabía<br />

quién era, porque Jesús, aprovechando<br />

el barullo de aquel sitio, se había alejado.<br />

Más tarde lo encuentra Jesús en el<br />

templo y le dice:<br />

―«Mira, has quedado sano; no peques<br />

más, no sea que te ocurra algo peor.»<br />

Se marchó aquel hombre y dijo a los<br />

judíos que era Jesús quien lo había sanado.<br />

Por esto los judíos acosaban a Jesús,<br />

porque hacía tales cosas en sábado.<br />

Palabra del Señor.<br />

55<br />

MEDITACIÓN<br />

“El agua es vida”, frase que escuchamos<br />

cuando una sequía intensa<br />

marchita la naturaleza; por otra parte,<br />

cuando las inundaciones arrasan con<br />

todo a su paso, lo que dicen los que<br />

observan atentamente la naturaleza es<br />

que el agua paga los daños que ocasiona,<br />

porque ayuda la regeneración de lo<br />

que destruye.<br />

Dios es la fuente de la vida, su Creador.<br />

Dicen los entendidos que la vida animal<br />

salió del mar, (el agua), y parece que la<br />

Biblia lo confirma (cf. Gén. 1, 20). Dios<br />

mismo es la fuente, el manantial de<br />

aguas vivas (Jer. 2, 13) que sanea todo<br />

lo que daña el pecado. Por eso, el correr<br />

de las acequias, o sea, el agua que brota<br />

del templo, lugar donde Dios habita, y<br />

corre por los canales de riego, alegra la<br />

ciudad de Dios, por el cambio que esa<br />

agua opera en nuestras vidas cuando<br />

vivimos en la ciudad de Dios, estando<br />

en gracia. Esta lectura adquiere, a mi<br />

manera de ver, su plena significación en<br />

el Evangelio, porque Jesús es el Templo,<br />

que al ser destruido en la cruz, al tercer<br />

día se levantó, dando cumplimiento a lo<br />

que anunció cuando echó del Templo<br />

de Jerusalén a los vendedores de bueyes<br />

y a los cambistas (cf. Jn. 2, 18-22),<br />

y esa agua manó de su santuario, su<br />

cuerpo, cuando el soldado le atravesó<br />

el costado y brotó sangre y agua (Jn.<br />

19, 34). El paralítico de la piscina no tuvo<br />

que entrar al agua para sanarse, bastó<br />

la palabra plena de autoridad de Jesús<br />

para tomar su camilla y echar a caminar<br />

después de haber pasado treinta y ocho<br />

años paralizado.<br />

El paralítico ni conocía a Jesús ni podía<br />

ir hacia Él, pero Jesús se le acercó, y Él,<br />

Santuario de donde brota el agua viva,<br />

lo sanó; otra de las obras maravillosas<br />

que en la tierra hace el Señor, que está<br />

con nosotros, pues Jesús es el Emmanuel:<br />

Dios con nosotros (Mt. 1, 23).<br />

Yahvé es la fuente de agua viva y Jesús,<br />

uno con el Padre (cf. Jn. 10, 30), es el<br />

MARTES 24


Santuario de donde brota abundante<br />

el agua que apaga toda sed, pero hay<br />

que creer en Él y creerle a Él para ir a<br />

saciar la sed.<br />

Entiendo que al ser sanado físicamente<br />

el paralítico recibió otra gracia mayor,<br />

la espiritual, pues se fue al Templo, y<br />

es posible, no lo dice el Evangelio, que<br />

hiciese caso a las palabras que Jesús<br />

le dijo, de no volver a pecar.<br />

ORACIÓN<br />

Mi Señor y mi Dios, humildemente<br />

acudo a ti para que rompas todas las<br />

25 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Miren: la virgen está encinta<br />

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14<br />

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz:<br />

—«Pide una señal al Señor, tu Dios:<br />

en lo hondo del abismo o en lo alto del<br />

cielo.» Respondió Acaz:<br />

—«No la pido, no quiero tentar al Señor.»<br />

Entonces dijo Dios:<br />

—«Escucha, casa de David: ¿No les<br />

basta cansar a los hombres, que cansan<br />

incluso a mi Dios? Pues el Señor, por<br />

su cuenta, les dará una señal: Miren: la<br />

virgen está encinta y dará a luz un hijo,<br />

y le pondrá por nombre Emmanuel, que<br />

significa “Dios con nosotros”.»<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

39, 7-11<br />

R. Aquí estoy, Señor,<br />

para hacer tu voluntad.<br />

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y,<br />

en cambio, me abriste el oído; no pides<br />

sacrificio expiatorio, entonces yo digo:<br />

«Aquí estoy.» R<br />

«—Como está escrito en mi libro—<br />

56<br />

cadenas que me atan y me impiden<br />

caminar libremente, siguiéndote a ti con<br />

todo el corazón. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Ayudar a levantarse a alguien que se<br />

sienta caído.<br />

MIÉRCOLES - LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR<br />

Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />

Sal 109, 1-5.7; Sal 129; Cánt. Col 1, 12-20<br />

para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo<br />

quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R<br />

He proclamado tu salvación ante la gran<br />

asamblea; no he cerrado los labios: Señor,<br />

tú lo sabes. R<br />

No me he guardado en el pecho tu<br />

defensa, he contado tu fidelidad y tu<br />

salvación, no he negado tu misericordia<br />

y tu lealtad ante la gran asamblea. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

Está escrito en el libro: «Aquí estoy,<br />

oh Dios, para hacer tu voluntad»<br />

Lectura de la carta a<br />

los Hebreos 10, 4-10<br />

Hermanos:<br />

Es imposible que la sangre de los toros<br />

y de los machos cabríos quite los pecados.<br />

Por eso, cuando Cristo entró en el<br />

mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios<br />

ni ofrendas, pero me has preparado un<br />

cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas<br />

expiatorias. Entonces yo dije lo que<br />

está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh<br />

Dios, para hacer tu voluntad”.» Primero<br />

dice: «No quieres ni aceptas sacrificios<br />

ni ofrendas, holocaustos ni víctimas ex-


piatorias», que se ofrecen según la Ley.<br />

Después añade: «Aquí estoy yo para hacer<br />

tu voluntad». Niega lo primero, para<br />

afirmar lo segundo. Y conforme a esa<br />

voluntad todos quedamos santificados<br />

por la oblación del cuerpo de Jesucristo,<br />

hecha una vez para siempre.<br />

Palabra de Dios.<br />

EVANGELIO<br />

Concebirás en tu vientre<br />

y darás a luz un hijo<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Lucas 1, 26-38<br />

A los seis meses, el ángel Gabriel fue<br />

enviado por Dios a una ciudad de<br />

Galilea llamada Nazaret, a una virgen<br />

desposada con un hombre llamado<br />

José, de la estirpe de David; la virgen se<br />

llamaba María. El ángel, entrando en su<br />

presencia, dijo:<br />

—«Alégrate, llena de gracia, el Señor<br />

está contigo.» Ella se turbó ante estas<br />

palabras y se preguntaba qué saludo era<br />

aquél. El ángel le dijo:<br />

—«No temas, María, porque has encontrado<br />

gracia ante Dios. Concebirás<br />

en tu vientre y darás a luz un hijo, y le<br />

pondrás por nombre Jesús. Será grande,<br />

se llamará Hijo del Altísimo, el Señor<br />

Dios le dará el trono de David, su padre,<br />

reinará sobre la casa de Jacob para siempre,<br />

y su reino no tendrá fin.» Y María<br />

dijo al ángel:<br />

—«¿Cómo será eso, pues no conozco a<br />

varón?» El ángel le contestó:<br />

—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y<br />

la fuerza del Altísimo te cubrirá con su<br />

sombra; por eso el Santo que va a nacer<br />

se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu<br />

pariente Isabel, que, a pesar de su vejez,<br />

ha concebido un hijo, y ya está de seis<br />

meses la que llamaban estéril, porque<br />

para Dios nada hay imposible.» María<br />

contestó:<br />

—«Aquí está la esclava del Señor; hágase<br />

en mí según tu palabra.»<br />

57<br />

Y la dejó el ángel.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Por encima del apoyo de la familia, de<br />

las instituciones, de los seguros de<br />

salud y de vida, la mayor seguridad<br />

que tenemos es el poder del Creador,<br />

en quien podemos confiar sin temor a<br />

que nos defraude. Podemos pedirle<br />

siempre, sin alterar su voluntad. No<br />

podemos caer en el error del rey Acaz,<br />

que confundido con la misericordia de<br />

Dios, temió pedirle su ayuda.<br />

El Señor siempre nos escucha y ve la<br />

desolación de los corazones afligidos y<br />

una muestra de que no estamos solos<br />

en este mundo es su presencia entre<br />

nosotros; envió a su hijo Jesucristo<br />

para hacerse visible, para redimirnos<br />

de los pecados. Nuestro Padre no nos<br />

pide que hagamos sacrificios expiatorios,<br />

solo espera actitudes humildes,<br />

corazones arrepentidos de las infidelidades<br />

cometidas, de las ofensas a<br />

nuestro prójimo.<br />

La misericordia de Dios es eterna, no<br />

tiene límites; una prueba más de su<br />

amor es el envío del arcángel Gabriel,<br />

portavoz del Señor a María, sencilla<br />

joven de Nazaret quien recibe la anunciación<br />

del Señor, que le dice en la voz<br />

del arcángel Gabriel “Concebirás en tu<br />

vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás<br />

por nombre Jesús”. La madre de<br />

Jesús, elegida entre todas las mujeres,<br />

es el modelo que el Señor nos pone<br />

para ayudarnos a llegar a Él.<br />

Del silencio interior de María aprendamos<br />

a estar en sintonía con Dios para<br />

que en medio de todas las actividades<br />

podamos percibir su presencia<br />

y escuchar cuando nos habla en los<br />

acontecimientos.<br />

Acojamos como María el plan de vida<br />

que Dios nos tiene, sin resistirnos.<br />

Aún sin nuestro agrado, busquemos<br />

MIÉRCOLES 25


siempre su presencia, sobre todo en<br />

los acontecimientos más oscuros;<br />

aprendamos de María a confiar en<br />

el Señor, a no dudar de su promesa.<br />

Descansemos en Él porque su palabra<br />

se cumple. Estemos dispuestos,<br />

como María, a buscar la verdad divina<br />

al amparo de la palabra bíblica y de<br />

la tradición oral para que nadie nos<br />

confunda. Imitemos de ella la humildad<br />

que la llevó a ser escogida como la<br />

madre del Salvador y de lo que nunca<br />

se engrandeció, para que podamos<br />

convivir en medio de los tiempos turbulentos<br />

en paz, amparados al abrigo<br />

de Jesús.<br />

26 Vísperas:<br />

JUEVES - SAN BRAULIO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Arrepiéntete de la<br />

amenaza contra tu pueblo<br />

Lectura del libro del<br />

Éxodo 32, 7-14<br />

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:<br />

―«Anda, baja del monte, que se ha<br />

pervertido tu pueblo, el que tú sacaste<br />

de Egipto. Pronto se han desviado del<br />

camino que yo les había señalado.<br />

Se han hecho un novillo de metal, se<br />

postran ante él, le ofrecen sacrificios<br />

y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel,<br />

el que te sacó de Egipto”» Y el Señor<br />

añadió a Moisés:<br />

―«Veo que este pueblo es un pueblo de<br />

dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se<br />

va a encender contra ellos hasta consumirlos.<br />

Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces<br />

Moisés suplicó al Señor, su Dios:<br />

―«¿Por qué, Señor, se va a encender tu<br />

ira contra tu pueblo, que tú sacaste de<br />

Egipto, con gran poder y mano robusta?<br />

¿Tendrán que decir los egipcios: “Con<br />

58<br />

ORACIÓN<br />

Jesús, dame humildad para que las<br />

virtudes de tu madre sean el modelo<br />

que me ayude en esta Cuaresma a<br />

caminar hacia ti y a fortalecerme con<br />

tu presencia en la gloria de tu Resurrección.<br />

Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Identificar las virtudes de la Virgen<br />

Santísima y ponerlas en práctica.<br />

Laudes: Sal 142; Cánt. Is 66, 10-14a; Sal 146<br />

Sal 143 I; Sal 143 II; Ap 11, 17-18.12, 10b-12a<br />

mala intención los sacó, para hacerlos<br />

morir en las montañas y exterminarlos<br />

de la superficie de la tierra”? Aleja el<br />

incendio de tu ira, arrepiéntete de la<br />

amenaza contra tu pueblo. Acuérdate<br />

de tus siervos, Abraham, Isaac e Israel,<br />

a quienes juraste por ti mismo, diciendo:<br />

“Multiplicaré su descendencia como las<br />

estrellas del cielo, y toda esta tierra de<br />

que he hablado se la daré a su descendencia<br />

para que la posea por siempre”.»<br />

Y el Señor se arrepintió de la amenaza<br />

que había pronunciado contra su pueblo.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

105, 19-23<br />

R. Acuérdate de mí, Señor,<br />

por amor a tu pueblo.<br />

En Horeb se hicieron un becerro, adoraron<br />

un ídolo de fundición; cambiaron<br />

su gloria por la imagen de un toro que<br />

come hierba. R<br />

Se olvidaron de Dios, su salvador, que


había hecho prodigios en Egipto, maravillas<br />

en el país de Cam, portentos junto<br />

al mar Rojo. R<br />

Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero<br />

Moisés, su elegido, se puso en la brecha<br />

frente a él, para apartar su cólera del<br />

exterminio. R<br />

EVANGELIO<br />

Hay uno que les acusa: Moisés, en<br />

quien tienen su esperanza<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 5, 31-47<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:<br />

―«Si yo doy testimonio de mí mismo,<br />

mi testimonio no es válido. Hay otro que<br />

da testimonio de mí, y sé que es válido<br />

el testimonio que da de mí. Ustedes enviaron<br />

mensajeros a Juan, y él ha dado<br />

testimonio de la verdad. No es que yo<br />

dependa del testimonio de un hombre; si<br />

digo esto es para que ustedes se salven.<br />

Juan era la lámpara que ardía y brillaba,<br />

y ustedes quisieron gozar un instante de<br />

su luz. Pero el testimonio que yo tengo<br />

es mayor que el de Juan: las obras que<br />

el Padre me ha concedido realizar;<br />

esas obras que hago dan testimonio de<br />

mí: que el Padre me ha enviado. Y el<br />

Padre que me envió, Él mismo ha dado<br />

testimonio de mí. Nunca han escuchado<br />

su voz, ni visto su semblante, y su<br />

palabra no habita en ustedes, porque<br />

al que Él envió no le creen. Estudian<br />

las Escrituras pensando encontrar en<br />

ellas vida eterna; pues ellas están dando<br />

testimonio de mí, ¡y no quieren venir a<br />

mí para tener vida! No recibo gloria de<br />

los hombres; además, les conozco y sé<br />

que el amor de Dios no está en ustedes.<br />

Yo he venido en nombre de mi Padre, y<br />

no me reciben; si otro viene en nombre<br />

propio, a ese sí lo reciben. ¿Cómo pueden<br />

creer ustedes, que aceptan gloria<br />

unos de otros y no buscan la gloria que<br />

viene del único Dios? No piensen que yo<br />

les voy a acusar ante el Padre, hay uno<br />

59<br />

que les acusa: Moisés, en quien tienen<br />

su esperanza. Si creyeran a Moisés, me<br />

creerían a mí, porque de mí escribió él.<br />

Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo<br />

darán fe a mis palabras?»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

La historia de un pueblo se escribe<br />

todos los días de acuerdo a las decisiones<br />

que ellos mismos van tomando,<br />

sea la clase política, la sociedad civil,<br />

los padres de familia. Desde las células<br />

mas grandes hasta las más pequeñas<br />

definen el curso de todo un pueblo.<br />

El Dios de Israel los había sacado de<br />

la esclavitud, les había dado una vida<br />

nueva y los iba guiando según sus mandatos<br />

hacia la tierra prometida. Pero el<br />

pueblo, de naturaleza infiel, testarudos,<br />

necios e incrédulos, comenzó a quejarse,<br />

a crearse dioses falsos a los que le<br />

daba culto y les ofrecía sacrificios.<br />

Debió ser muy duro lo que sintió Dios<br />

en el corazón al recibir esta estocada de<br />

parte de su pueblo. Así se llena de ira y<br />

planea eliminarlos a todos.<br />

Me impresiona la intercesión oportuna<br />

de Moisés. ¡Qué amor tan grande sentía<br />

por este pueblo! Él sabía que Dios tenía<br />

razón pero intercedió ante Él para que<br />

aplacara su ira y se arrepintiera de la<br />

amenaza. Dios lo escucha y el pueblo<br />

sigue caminando hacia su destino. A<br />

veces somos como ese pueblo, rebelde,<br />

soberbio, adoradores de falsos<br />

dioses: del dinero, del poder, de la fama<br />

y el reconocimiento; que se mira a sí<br />

mismo y se olvida de los demás, que<br />

busca satisfacer sus necesidades y<br />

sus lujos y no le importa si al que está<br />

a su lado le hace falta lo básico. Todo<br />

lo que tenemos es gracia, generosidad<br />

y bondad de Dios. Nos falta recordar<br />

de dónde venimos, qué camino nos ha<br />

tocado recorrer, qué desiertos hemos<br />

transitado de su mano y cómo llegamos<br />

JUEVES 26


a nuestra tierra prometida. Hay que ser<br />

agradecidos, humildes, reconocer la<br />

mano de Dios en todo, recordar que<br />

hemos llegado hasta donde estamos<br />

por su Misericordia, porque nos alcanzó<br />

su amor y no su ira. Vemos ese amor en<br />

su plenitud en las promesas cumplidas<br />

en Jesús, en el sacrificio que Él tuvo<br />

que hacer para que hoy tuviéramos la<br />

vida eterna como una posibilidad, y la<br />

muerte no fuera el final de nuestros días,<br />

más bien un dormir para despertar a la<br />

verdadera vida.<br />

Vivamos conscientes de esto, asumiendo<br />

cada día como un don de Dios. No<br />

demos por sentado que estaremos<br />

aquí mañana, vivamos haciendo el bien,<br />

ayudando a otros, intercediendo por<br />

los demás y siendo canal de bendición<br />

para quien lo necesite. Seamos ese<br />

Moisés que intercede amorosamente<br />

por los que tienen necesidad de Dios.<br />

Nosotros que vivimos la certeza de<br />

27 Vísperas:<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Lo condenaremos a<br />

muerte ignominiosa<br />

Lectura del libro de<br />

la Sabiduría 2, 1a.12-22<br />

Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente:<br />

«Acechemos al justo, que nos resulta<br />

incómodo: se opone a nuestras acciones,<br />

nos echa en cara nuestros pecados,<br />

nos reprende nuestra educación<br />

errada; declara que conoce a Dios<br />

y se da el nombre de hijo del Señor;<br />

es un reproche para nuestras ideas y<br />

solo verlo da grima; lleva una vida<br />

distinta de los demás, y su conducta es<br />

diferente; nos considera de mala ley y<br />

se aparta de nuestras sendas como si<br />

VIERNES - SAN RUPERTO<br />

60<br />

ese amor, multipliquémoslo por todas<br />

partes.<br />

ORACIÓN<br />

Señor, que como Moisés que multipliquen<br />

las buenas obras que has hecho<br />

en mi vida, para que todo el mundo<br />

reciba de tu parte, el amor, la paz, la<br />

alegría que yo he recibido y todo sea<br />

como lo has planeado. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Mirar en mi entorno si hay alguien<br />

que necesite de mi ayuda, de mi intercesión,<br />

de mi tiempo, de mi amor, y<br />

donarlo con generosidad.<br />

Laudes: Sal 50; Cánt. Tb 13, 10-13.15-17; Sal 147<br />

Sal 144 I; Sal 144 II; Cánt. Ap 15, 3-4<br />

fueran impuras; declara dichoso el fin<br />

de los justos y se gloría de tener por<br />

padre a Dios. Veamos si sus palabras<br />

son verdaderas, comprobando el desenlace<br />

de su vida. Si es el justo hijo de<br />

Dios, lo auxiliará y lo librará del poder<br />

de sus enemigos; lo someteremos a la<br />

prueba de la afrenta y la tortura, para<br />

comprobar su moderación y apreciar<br />

su paciencia; lo condenaremos a<br />

muerte ignominiosa, pues dice que<br />

hay quien se ocupa de él.»<br />

Así discurren, y se engañan, porque<br />

los ciega su maldad; no conocen los<br />

secretos de Dios, no esperan el premio<br />

de la virtud ni valoran el galardón de<br />

una vida intachable.<br />

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL<br />

33, 17-23<br />

R. El Señor está cerca<br />

de los atribulados.<br />

El Señor se enfrenta con los malhechores,<br />

para borrar de la tierra su memoria.<br />

Cuando uno grita, el Señor lo escucha<br />

y lo libra de sus angustias. R<br />

El Señor está cerca de los atribulados,<br />

salva a los abatidos. Aunque el justo<br />

sufra muchos males, de todos lo librará<br />

el Señor. R<br />

Él cuida de todos sus huesos, y ni uno<br />

solo se quebrará. El Señor redime a<br />

sus siervos, no será castigado quien se<br />

acoge a él. R<br />

61<br />

EVANGELIO<br />

Intentaban agarrarlo, pero todavía<br />

no había llegado su hora<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 7, 1-2.10.25-30<br />

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea,<br />

pues no quería andar por Judea<br />

porque los judíos trataban de matarlo.<br />

Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.<br />

Después que sus parientes se marcharon<br />

a la fiesta, entonces subió Él también,<br />

no abiertamente, sino a escondidas.<br />

Entonces algunos que eran de Jerusalén<br />

dijeron:<br />

―«¿No es este el que intentan matar?<br />

Pues miren cómo habla abiertamente,<br />

y no le dicen nada. ¿Será que los jefes<br />

se han convencido de que este es el<br />

Mesías? Pero este sabemos de dónde<br />

viene, mientras que el Mesías, cuando<br />

llegue, nadie sabrá de dónde viene.»<br />

Entonces Jesús, mientras enseñaba en<br />

el templo, gritó:<br />

―«A mí me conocen, y conocen de<br />

dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo<br />

por mi cuenta, sino enviado por el que<br />

es veraz; a ese ustedes no lo conocen; yo<br />

lo conozco, porque procedo de Él, y Él<br />

me ha enviado.»<br />

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie<br />

le pudo echar mano, porque todavía<br />

no había llegado su hora.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

La primera lectura parece escrita en<br />

nuestros días. El razonamiento de<br />

aquellos que están lejos de Dios, el<br />

Evangelio que incomoda a los que están<br />

en pecado, los justos que molestan por<br />

su buena conducta.<br />

Vemos en nuestros días como son menos<br />

los que actúan con justicia y más<br />

los que llevan la misma vida desordenada.<br />

A veces parece que los que están<br />

mal son aquellos que llevan el Evangelio.<br />

En nuestros ambientes, es tan frecuente<br />

la corriente del mundo que cuando<br />

somos capaces de expresar nuestras<br />

opiniones y juicios en contra de determinadas<br />

conductas o modos de pensar<br />

somos “perseguidos” y juzgados. Algunos,<br />

en ocasiones, no somos capaces<br />

de expresar lo que pensamos para no<br />

ser excluidos o juzgados.<br />

Y es que a los que andan en la oscuridad,<br />

la luz les molesta. Yo he sido testigo<br />

muchas veces de esas “persecuciones”<br />

por mi modo de pensar o actuar.<br />

Pareciera como que vivimos en mundo<br />

distinto y en ocasiones nos entristece<br />

y somos apartados de determinados<br />

grupos. Si eres de estos, permíteme felicitarte<br />

porque estás obrando conforme<br />

a las gracias que has recibido y como<br />

dice el salmo de hoy, Dios está cerca de<br />

los atribulados. Si ese actuar te produce<br />

dolor, tristeza, incertidumbre; la buena<br />

noticia es que Dios está cerca.<br />

Si tu vida no molesta a los que andan<br />

en oscuridad, si aplauden tus opiniones<br />

y forma de vivir en todos los ambientes,<br />

detente hoy unos minutos y reflexiona,<br />

puede ser que estés actuando conforme<br />

a los criterios del mundo y no a los<br />

de Dios. Si tienes la dicha de que tus<br />

ambientes están en la luz de Dios, qué<br />

VIERNES 27


ueno, permanece atento para que<br />

puedas mantener esa gracia.<br />

Jesús andaba entre la gente y leemos<br />

en el Evangelio de hoy, que intentaban<br />

agarrarlo, pero nadie podía porque no<br />

había llegado su hora. Dios tiene el control<br />

en nuestras vidas, nada tenemos<br />

que temer porque para que algo nos<br />

suceda, Él tiene que permitirlo y si lo<br />

hace, algún bien saldrá.<br />

Atrevámonos a vivir siempre en la luz, a<br />

actuar conforme a la voluntad de Dios y<br />

Él actuará en nosotros, estará siempre<br />

cerca, nos consolará. Pidamos la gracia<br />

de perseverar hasta el final, viviendo<br />

conforme a lo que hemos recibido.<br />

28<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Señor,<br />

Yo, como cordero manso,<br />

llevado al matadero<br />

Lectura del libro de<br />

Jeremías 11, 18-20<br />

El Señor me instruyó, y comprendí,<br />

me explicó lo que hacían. Yo, como<br />

cordero manso, llevado al matadero, no<br />

sabía los planes homicidas que contra<br />

mí planeaban: “Talemos el árbol en su<br />

lozanía, arranquémoslo de la tierra vital,<br />

que su nombre no se pronuncie más”.<br />

Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas<br />

rectamente, pruebas las entrañas y el<br />

corazón; veré mi venganza contra ellos,<br />

porque a ti he encomendado mi causa.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

7, 2-3.9-12<br />

R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.<br />

62<br />

ORACIÓN<br />

Espíritu Santo, ilumina nuestro entendimiento<br />

para que nuestra vida pueda<br />

andar siempre en la verdad. Permite que<br />

identifiquemos las áreas de nuestras vidas<br />

que están en oscuridad y danos las<br />

fuerzas necesarias para vivir como Dios<br />

quiere, recibiendo de ti el ánimo necesario<br />

cuando lo necesitemos. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Dar las gracias a Dios y pedirle la gracia<br />

de vivir y actuar conforme a su voluntad<br />

todos los días de mi vida.<br />

SÁBADO - SANTOS SIXTO Y OCTAVIO<br />

Laudes: Sal 91; Cánt. Ez 36, 24-28; Sal 8<br />

Vísperas: Sal 140; Sal 141; Cánt. Flp 2, 6-11<br />

Dios mío, a ti me acojo, líbrame<br />

de mis perseguidores y sálvame, que no<br />

me atrapen como leones y me desgarren<br />

sin remedio. R<br />

Júzgame, Señor, según mi justicia, según<br />

la inocencia que hay en mí. Cese la<br />

maldad de los culpables, y apoya tú al<br />

inocente, tú que sondeas el corazón y las<br />

entrañas, tú, el Dios justo. R<br />

Mi escudo es Dios, que salva a los rectos<br />

de corazón. Dios es un juez justo, Dios<br />

amenaza cada día. R<br />

EVANGELIO<br />

¿Es que de Galilea va<br />

a venir el Mesías?<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 7, 40-53<br />

En aquel tiempo, algunos de entre la<br />

gente, que habían oído los discursos de<br />

Jesús, decían:


―«Este es de verdad el profeta.» Otros<br />

decían:<br />

―«Este es el Mesías.» Pero otros decían:<br />

―«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?<br />

¿No dice la Escritura que el Mesías<br />

vendrá del linaje de David, y de Belén,<br />

el pueblo de David?»<br />

Y así surgió entre la gente una discordia<br />

por su causa. Algunos querían prenderlo,<br />

pero nadie le puso la mano encima.<br />

Los guardias del templo acudieron a<br />

los sumos sacerdotes y fariseos, y estos<br />

les dijeron:<br />

―«¿Por qué no lo han traído?» Los<br />

guardias respondieron:<br />

―«Jamás ha hablado nadie como ese<br />

hombre.» Los fariseos les replicaron:<br />

―«¿También ustedes se han dejado<br />

embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo<br />

que haya creído en Él? Esa gente que no<br />

entiende de la Ley son unos malditos.»<br />

Nicodemo, el que había ido en otro tiempo<br />

a visitarlo y que era fariseo, les dijo:<br />

―«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a<br />

nadie sin escucharlo primero y averiguar<br />

lo que ha hecho?» Ellos le replicaron:<br />

―«¿También tú eres galileo? Estudia y<br />

verás que de Galilea no salen profetas.»<br />

Y se volvieron cada uno a su casa.<br />

Palabra del Señor.<br />

63<br />

MEDITACIÓN<br />

El Evangelio de hoy es muy duro, porque<br />

-a primera vista-, parece una crítica<br />

agresiva contra las autoridades. Pero si<br />

tú crees que es así, tienes que incluirte<br />

a ti mismo en el mismo grupo. Porque<br />

es todo lo contrario.<br />

San Juan nos cuenta de un diálogo<br />

entre los expertos. Cada uno escucha<br />

y elabora, usando las escrituras a su<br />

antojo, su propia posición. Pero nadie<br />

estaba escuchando aquel murmullo<br />

espiritual que viene como una suave<br />

brisa. Era Nicodemo, quien les recordó<br />

que es mejor no juzgar para no ser juzgado.<br />

Que hay que escuchar al hombre,<br />

no lo que dice la gente. Y que por sus<br />

frutos se conocerán.Ahora bien, todas<br />

estas cosas son meramente los consejos<br />

de un hombre justo. Hay algo aún<br />

más profundo aquí: la voz del Señor:<br />

Todos nosotros de cualquier estado o<br />

condición, estamos llamados a nuestro<br />

propio camino. Y esta llamada no viene<br />

del exterior, sino de la íntima convicción<br />

en el interior de cada uno de nosotros.<br />

Hay que recordar que Dios habló a<br />

Elías, no a través del huracán ni del<br />

terremoto ni del rayo, sino de una suave<br />

brisa (1 Reyes 19, 12). Así es con nosotros<br />

también. Hay una voz insistente<br />

dentro de cada uno de nosotros, que<br />

habla una y otra vez, hasta que -por<br />

fin-, le escuchamos… es la voz el Señor.<br />

Pero no tengas miedo. La voz del Señor<br />

es suave y llena de caridad. Es la voz de<br />

un padre que ama incondicionalmente a<br />

su hijo. Un padre que solamente quiere<br />

que salgas a la vida vestido de su amor,<br />

su perdón y su paz. `Ahora bien, están<br />

los que se tapan los oídos para no escuchar,<br />

o suben la radio, o se distraen con<br />

los juegos de su celular; pero Dios sigue<br />

hablando. Él tiene la paciencia y la bondad<br />

de un padre que ama a sus hijos, y<br />

está dispuesto a esperar, anticipando el<br />

momento cuando pueda acercarte con<br />

un apretado abrazo de amor.<br />

Él está tocando a la puerta de tu alma,<br />

y se quedará esperando hasta que<br />

abras. Dice: «Mira que estoy a la puerta<br />

y llamo: si escuchas mi voz y me abres,<br />

entraré en tu casa y comeré contigo y tú<br />

conmigo.» (cfr Apocalipsis, 3, 20). Y no<br />

importa si se te ocurre esconderte en un<br />

árbol, te llamará: «Baja en seguida, pues<br />

hoy tengo que quedarme en tu casa.»<br />

(Lucas, 19, 5)<br />

ORACIÓN<br />

Señor Jesús, sé que no te he buscado<br />

para escucharte. Perdóname. Permíte-<br />

SÁBADO 28


me barrer mi mente y pulir un espacio<br />

allí, para ti. Entonces, te suplico que me<br />

hables, porque este siervo tuyo quiere<br />

escucharte. Quiero ser un instrumento<br />

tuyo. He aquí tu siervo, haz en mí según<br />

tu voluntad. Amén.<br />

V DOMINGO DE CUARESMA<br />

SEMANA I DEL SALTERIO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Les infundiré, mi espíritu, y vivirán<br />

Lectura de la profecía<br />

de Ezequiel 37, 12-14<br />

Así dice el Señor:<br />

―«Yo mismo abriré sus sepulcros, y<br />

les haré salir de sus sepulcros, pueblo<br />

mío, y les traeré a la tierra de Israel. Y,<br />

cuando abra sus sepulcros y les saque de<br />

sus sepulcros, pueblo mío, sabrán que<br />

soy el Señor. Les infundiré mi espíritu,<br />

y vivirán; les colocaré en su tierra y sabrán<br />

que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»<br />

Oráculo del Señor.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

129, 1-8<br />

R. Del Señor viene la misericordia,<br />

la redención copiosa.<br />

Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor,<br />

escucha mi voz; estén tus oídos atentos<br />

a la voz de mi súplica. R<br />

Si llevas cuentas de los delitos, Señor,<br />

¿quién podrá resistir? Pero de ti procede<br />

el perdón, así infundes respeto. R<br />

Mi alma espera en el Señor, espera en<br />

su palabra; mi alma aguarda al Señor,<br />

más que el centinela la aurora. Aguarde<br />

Israel al Señor, como el centinela la<br />

aurora. R<br />

64<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar perma-<br />

29<br />

Vísperas:<br />

nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Entrar en intimidad y en el silencio de<br />

la oración procurando escuchar la voz<br />

de Dios.<br />

Laudes: Sal 62; Cánt. Dn 3, 57-88.56; Sal 149<br />

Sal 109; Sal 113 A; Cánt. 1 Pe 2, 21-24<br />

Porque del Señor viene la misericordia,<br />

la redención copiosa; y Él redimirá a<br />

Israel de todos sus delitos. R<br />

SEGUNDA LECTURA<br />

El Espíritu del que resucitó<br />

a Jesús de entre los<br />

muertos habita en ustedes<br />

Lectura de la carta del apóstol<br />

san Pablo a los Romanos 8, 8-11<br />

Hermanos:<br />

Los que viven sujetos a la carne no<br />

pueden agradar a Dios. Pero ustedes no<br />

están sujetos a la carne, sino al espíritu,<br />

ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes.<br />

El que no tiene el Espíritu de Cristo<br />

no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está<br />

en ustedes, el cuerpo está muerto por<br />

el pecado, pero el espíritu vive por la<br />

justificación obtenida. Si el Espíritu del<br />

que resucitó a Jesús de entre los muertos<br />

habita en ustedes, el que resucitó de entre<br />

los muertos a Cristo Jesús vivificará<br />

también sus cuerpos mortales, por el<br />

mismo Espíritu que habita en ustedes.<br />

Palabra de Dios.<br />

EVANGELIO<br />

Yo soy la resurrección y la vida<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 11, 1-45


65<br />

En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de<br />

Betania, la aldea de María y de Marta,<br />

su hermana, había caído enfermo. María<br />

era la que ungió al Señor con perfume<br />

y le enjugó los pies con su cabellera; el<br />

enfermo era su hermano Lázaro. Las<br />

hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo:<br />

«Señor, tu amigo está enfermo».<br />

Jesús, al oírlo, dijo:<br />

―«Esta enfermedad no acabará en la<br />

muerte, sino que servirá para la gloria<br />

de Dios, para que el Hijo de Dios sea<br />

glorificado por ella.»<br />

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a<br />

Lázaro. Cuando se enteró de que estaba<br />

enfermo, se quedó todavía dos días en<br />

donde estaba. Solo entonces dice a sus<br />

discípulos:<br />

―«Vamos otra vez a Judea.» Los discípulos<br />

le replican:<br />

―«Maestro, hace poco intentaban apedrearte<br />

los judíos, ¿y vas a volver allí?»<br />

Jesús contestó:<br />

―«¿No tiene el día doce horas? Si uno<br />

camina de día, no tropieza, porque ve<br />

la luz de este mundo; pero si camina de<br />

noche, tropieza, porque le falta la luz.»<br />

Dicho esto, añadió:<br />

―«Lázaro, nuestro amigo, está dormido;<br />

voy a despertarlo.» Entonces le<br />

dijeron sus discípulos:<br />

―«Señor, si duerme, se salvará.»<br />

Jesús se refería a su muerte; en cambio,<br />

ellos creyeron que hablaba del sueño<br />

natural. Entonces Jesús les replicó claramente:<br />

―«Lázaro ha muerto, y me alegro por<br />

ustedes de que no hayamos estado allí,<br />

para que crean. Y ahora vamos a su<br />

casa.» Entonces Tomás, apodado el<br />

Mellizo, dijo a los demás discípulos:<br />

―«Vamos también nosotros y muramos<br />

con él.»<br />

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya<br />

cuatro días enterrado. Betania distaba<br />

poco de Jerusalén: unos tres kilómetros;<br />

y muchos judíos habían ido a ver a Marta<br />

y a María, para darles el pésame por<br />

su hermano. Cuando Marta se enteró de<br />

que llegaba Jesús, salió a su encuentro,<br />

mientras María se quedaba en casa. Y<br />

dijo Marta a Jesús:<br />

―«Señor, si hubieras estado aquí no<br />

habría muerto mi hermano. Pero aún<br />

ahora sé que todo lo que pidas a Dios,<br />

Dios te lo concederá.» Jesús le dijo:<br />

―«Tu hermano resucitará.» Marta<br />

respondió:<br />

―«Sé que resucitará en la resurrección<br />

del último día.» Jesús le dice:<br />

―«Yo soy la resurrección y la vida: el<br />

que cree en mí, aunque haya muerto,<br />

vivirá; y el que está vivo y cree en mí,<br />

no morirá para siempre. ¿Crees esto?»<br />

Ella le contestó:<br />

―«Sí, Señor: yo creo que tú eres el<br />

Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía<br />

que venir al mundo.» Y dicho esto, fue<br />

a llamar a su hermana María, diciéndole<br />

en voz baja:<br />

―«El Maestro está ahí y te llama.»<br />

Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde<br />

estaba Él; porque Jesús no había entrado<br />

todavía en la aldea, sino que estaba aún<br />

donde Marta lo había encontrado. Los<br />

judíos que estaban con ella en casa consolándola,<br />

al ver que María se levantaba<br />

y salía de prisa, la siguieron, pensando<br />

que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando<br />

llegó María adonde estaba Jesús, al verlo<br />

se echó a sus pies diciéndole:<br />

―«Señor, si hubieras estado aquí no<br />

habría muerto mi hermano.»<br />

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo<br />

llorar a los judíos que la acompañaban,<br />

sollozó y, muy conmovido, preguntó:<br />

―«¿Dónde lo han enterrado?» Le contestaron:<br />

―«Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a<br />

llorar. Los judíos comentaban:<br />

―«¡Cómo lo quería!» Pero algunos<br />

dijeron:<br />

―«Y uno que le ha abierto los ojos a<br />

un ciego, ¿no podía haber impedido que<br />

DOMNGO 29


muriera este?»<br />

Jesús, sollozando de nuevo, llega al<br />

sepulcro. Era una cavidad cubierta con<br />

una losa. Dice Jesús:<br />

―«Quita la losa.» Marta, la hermana<br />

del muerto, le dice:<br />

―«Señor, ya huele mal, porque lleva<br />

cuatro días.» Jesús le dice:<br />

―«¿No te he dicho que si crees verás<br />

la gloria de Dios?» Entonces quitaron<br />

la losa. Jesús, levantando los ojos a lo<br />

alto, dijo:<br />

―«Padre, te doy gracias porque me has<br />

escuchado; yo sé que tú me escuchas<br />

siempre; pero lo digo por la gente que<br />

me rodea, para que crean que tú me has<br />

enviado.» Y dicho esto, gritó con voz<br />

potente:<br />

―«Lázaro, ven afuera.» El muerto<br />

salió, los pies y las manos atados con<br />

vendas, y la cara envuelta en un sudario.<br />

Jesús les dijo:<br />

―«Desátenlo y déjenlo andar.»<br />

Y muchos judíos que habían venido a<br />

casa de María, al ver lo que había hecho<br />

Jesús, creyeron en Él.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Ya solo faltan dos semanas para la<br />

Pascua y todas las lecturas bíblicas<br />

de este domingo hablan de la resurrección.<br />

Pero no de la Resurrección<br />

de Jesús, que irrumpirá como una<br />

novedad absoluta, sino de nuestra<br />

resurrección, a la que aspiramos y que<br />

precisamente Cristo nos ha donado, al<br />

resucitar de entre los muertos. En efecto,<br />

la muerte representa para nosotros<br />

como un muro que nos impide ver más<br />

allá; y sin embargo nuestro corazón<br />

se proyecta más allá de este muro y,<br />

aunque no podemos conocer lo que<br />

oculta, lo pensamos, lo imaginamos,<br />

expresando con símbolos nuestro<br />

deseo de eternidad.<br />

El profeta Ezequiel anuncia al pueblo<br />

66<br />

judío, en el destierro, lejos de la tierra<br />

de Israel, que Dios abrirá los sepulcros<br />

de los deportados y los hará regresar a<br />

su tierra, para descansar en paz en ella.<br />

Esta aspiración ancestral del hombre<br />

a ser sepultado junto a sus padres es<br />

anhelo de una patria que lo acoja al<br />

final de sus fatigas terrenas. Esta concepción<br />

no implica aún la idea de una<br />

resurrección personal de la muerte,<br />

pues esta solo aparece hacia el final<br />

del Antiguo Testamento, y en tiempos<br />

de Jesús aún no la compartían todos<br />

los judíos. Por lo demás, incluso entre<br />

los cristianos, la fe en la resurrección<br />

y en la vida eterna con frecuencia va<br />

acompañada de muchas dudas y<br />

mucha confusión, porque se trata de<br />

una realidad que rebasa los límites de<br />

nuestra razón.<br />

En el Evangelio de hoy de la resurrección<br />

de Lázaro, escuchamos la voz de<br />

la fe de labios de Marta, su hermana.<br />

Escuchaba la voz de Jesús, que le dice:<br />

“Tu hermano resucitará”, ella responde:<br />

Sé que resucitará en la resurrección en<br />

el último día. Y Jesús replica: “Yo soy<br />

la resurrección y la vida: el que cree en<br />

mí, aunque haya muerto, vivirá”. Esta<br />

es la verdadera novedad, que irrumpe<br />

y supera toda barrera. Cristo derrumba<br />

el muro de la muerte; en Él habita toda<br />

la plenitud de Dios, que es vida, vida<br />

eterna. Por esto, la muerte no tuvo<br />

poder sobre Él; y la resurrección de<br />

Lázaro es signo de su dominio total<br />

sobre la muerte física, que ante Dios<br />

es como un sueño.<br />

En realidad, hay alguien que nos espera<br />

a todos. El Señor nos espera; y no solo<br />

nos espera: está presente y nos tiende<br />

la mano. Aceptemos la mano del Señor<br />

y pidámosle que nos conceda vivir realmente,<br />

vivir la abundancia de su vida,<br />

para poder así comunicar también a<br />

nuestros contemporáneos la verdadera<br />

vida, la vida en abundancia. Amén.


ORACIÓN<br />

Dios de la vida concédenos el gozo de<br />

experimentar en nosotros la alegría de<br />

tenerte siempre como nuestro centro y<br />

esperanza en medio de las vicisitudes<br />

de esta vida terrena. Amén.<br />

LUNES - SAN JUAN CLÍMACO<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Ahora tengo que morir,<br />

siendo inocente<br />

Lectura de la profecía de Daniel<br />

13, 1-9.15-17.19-30.33-62<br />

En aquellos días, vivía en Babilonia un<br />

hombre llamado Joaquín, casado con<br />

Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella<br />

y religiosa. Sus padres eran honrados y<br />

habían educado a su hija según la ley de<br />

Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un<br />

parque junto a su casa; como era el más<br />

respetado de todos, los judíos solían reunirse<br />

allí. Aquel año fueron designados<br />

jueces dos ancianos del pueblo, de esos<br />

que el Señor denuncia diciendo: “En<br />

Babilonia la maldad ha brotado de los<br />

viejos jueces, que pasan por guías del<br />

pueblo”. Solían ir a casa de Joaquín, y los<br />

que tenían pleitos que resolver acudían<br />

a ellos. A mediodía, cuando la gente se<br />

marchaba, Susana salía a pasear por el<br />

parque de su marido. Los dos ancianos<br />

la veían a diario, cuando salía a pasear<br />

en el parque, y se enamoraron de ella.<br />

Pervirtieron su corazón y desviaron los<br />

ojos, para no mirar a Dios ni acordarse<br />

de sus justas leyes. Un día, mientras<br />

acechaban ellos el momento oportuno,<br />

salió ella como de ordinario, sola con dos<br />

criadas, y tuvo ganas de bañarse en el<br />

parque, porque hacía mucho calor. Y no<br />

67<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar perma-<br />

30<br />

había<br />

nezco en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Alegrar la vida de alguien con un gesto<br />

concreto y así ser resurrección para<br />

esa persona.<br />

Laudes: Sal 5; Cánt. 1Cro 29, 10-13; Sal 28<br />

Vísperas: Sal 10; Sal 14; Cánt. Ef 1, 3-10<br />

nadie allí, fuera de los dos ancianos<br />

escondidos y acechándola. Susana dijo a<br />

las criadas:<br />

―«Tráiganme el perfume y las cremas<br />

y cierren la puerta del parque mientras<br />

me baño.»<br />

Apenas salieron las criadas, se levantaron<br />

los dos ancianos, corrieron hacia ella<br />

y le dijeron:<br />

―«Las puertas del parque están cerradas,<br />

nadie nos ve, y nosotros estamos<br />

enamorados de ti; consiente y acuéstate<br />

con nosotros. Si no, daremos testimonio<br />

contra ti diciendo que un joven estaba<br />

contigo y que por eso habías despachado<br />

a las criadas.» Susana lanzó un gemido<br />

y dijo:<br />

―«No tengo salida: si hago eso, seré<br />

rea de muerte; si no lo hago, no escaparé<br />

de sus manos. Pero prefiero no hacerlo<br />

y caer en sus manos antes que pecar<br />

contra Dios.»<br />

Susana se puso a gritar, y los ancianos,<br />

por su parte, se pusieron también a gritar.<br />

Uno de ellos fue corriendo y abrió la<br />

puerta del parque. Al oír los gritos en el<br />

parque, la servidumbre vino corriendo<br />

por la puerta lateral a ver qué le había<br />

pasado. Y cuando los ancianos contaron<br />

su historia, los criados quedaron<br />

abochornados, porque Susana nunca<br />

había dado que hablar. Al día siguiente,<br />

LUNES 30


cuando la gente vino a casa de Joaquín,<br />

su marido, vinieron también los dos<br />

ancianos con el propósito criminal de<br />

hacer morir a Susana. En presencia del<br />

pueblo ordenaron:<br />

―«Vayan a buscar a Susana, hija de<br />

Jelcías, mujer de Joaquín.»<br />

Fueron a buscarla y vino ella con sus<br />

padres, hijos y parientes. Toda su familia<br />

y cuantos la veían lloraban. Entonces los<br />

dos ancianos se levantaron en medio de<br />

la asamblea y pusieron las manos sobre<br />

la cabeza de Susana. Ella, llorando,<br />

levantó la vista al cielo, porque su corazón<br />

confiaba en el Señor. Los ancianos<br />

declararon:<br />

―«Mientras paseábamos nosotros solos<br />

por el parque, salió esta con dos criadas,<br />

cerró la puerta del parque y despidió a las<br />

criadas. Entonces se le acercó un joven<br />

que estaba escondido y se acostó con<br />

ella. Nosotros estábamos en un rincón<br />

del parque y, al ver aquella maldad, corrimos<br />

hacia ellos. Los vimos abrazados,<br />

pero no pudimos sujetar al joven, porque<br />

era más fuerte que nosotros y, abriendo<br />

la puerta, salió corriendo. En cambio, a<br />

esta le echamos mano y le preguntamos<br />

quién era el joven, pero no quiso decírnoslo.<br />

Damos testimonio de ello.»<br />

Como eran ancianos del pueblo y jueces,<br />

la asamblea los creyó y condenó a muerte<br />

a Susana. Ella dijo gritando:<br />

―«Dios eterno, que ves lo escondido,<br />

que lo sabes todo antes de que suceda,<br />

tú sabes que han dado falso testimonio<br />

contra mí, y ahora tengo que morir,<br />

siendo inocente de lo que su maldad ha<br />

inventado contra mí.»<br />

El Señor la escuchó. Mientras la llevaban<br />

para ejecutarla, Dios movió con su santa<br />

inspiración a un muchacho llamado Daniel;<br />

este dio una gran voz:<br />

―«¡No soy responsable de ese homicidio!»<br />

Toda la gente se volvió a mirarlo,<br />

y le preguntaron:<br />

―«¿Qué pasa, qué estás diciendo?» Él,<br />

68<br />

plantado en medio de ellos, les contestó:<br />

―«Pero, ¿están locos, israelitas? ¿Conque,<br />

sin discutir la causa ni apurar los<br />

hechos condenan a una hija de Israel?<br />

Vuelvan al tribunal, porque esos han<br />

dado falso testimonio contra ella.» La<br />

gente volvió a toda prisa, y los ancianos<br />

le dijeron:<br />

―«Ven, siéntate con nosotros y explícate,<br />

porque Dios mismo te ha nombrado<br />

anciano.» Daniel les dijo:<br />

―«Sepárenlos lejos uno del otro, que<br />

los voy a interrogar yo.» Los apartaron,<br />

él llamó a uno y le dijo:<br />

―«¡Envejecido en años y en crímenes!<br />

Ahora vuelven tus pecados pasados,<br />

cuando dabas sentencias injustas condenando<br />

inocentes y absolviendo culpables,<br />

contra el mandato del Señor: “No<br />

matarás al inocente ni al justo”. Ahora,<br />

puesto que tú la viste, dime debajo de<br />

qué árbol los viste abrazados.» Él respondió:<br />

―«Debajo de una acacia.» Respondió<br />

Daniel:<br />

―«Tu calumnia se vuelve contra ti. El<br />

ángel de Dios ha recibido la sentencia<br />

divina y te va a partir por medio.» Lo<br />

apartó, mandó traer al otro y le dijo:<br />

―«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La<br />

belleza te sedujo y la pasión pervirtió<br />

tu corazón. Lo mismo hacían con las<br />

mujeres israelitas, y ellas por miedo se<br />

acostaban con ustedes; pero una mujer<br />

judía no ha tolerado su maldad. Ahora<br />

dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste<br />

abrazados?» Él contestó:<br />

―«Debajo de una encina.» Replicó<br />

Daniel:<br />

―«Tu calumnia se vuelve contra ti. El<br />

ángel de Dios aguarda con la espada<br />

para dividirte por medio. Y así acabará<br />

con ustedes.»<br />

Entonces toda la asamblea se puso a<br />

gritar bendiciendo a Dios, que salva a<br />

los que esperan en él. Se alzaron contra<br />

los dos ancianos a quienes Daniel había


dejado convictos de falso testimonio<br />

por su propia confesión. Según la ley de<br />

Moisés, les aplicaron la pena que ellos<br />

habían tramado contra su prójimo y los<br />

ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida<br />

inocente.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

22, 1-6<br />

R. Aunque camine por<br />

cañadas oscuras, nada temo,<br />

porque tú vas conmigo.<br />

El Señor es mi pastor, nada me falta:<br />

en verdes praderas me hace recostar;<br />

me conduce hacia fuentes tranquilas y<br />

repara mis fuerzas. R<br />

Me guía por el sendero justo, por el<br />

honor de su nombre. Aunque camine<br />

por cañadas oscuras, nada temo, porque<br />

tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me<br />

sosiegan. R<br />

Preparas una mesa ante mí, enfrente de<br />

mis enemigos; me unges la cabeza con<br />

perfume, y mi copa rebosa. R<br />

Tu bondad y tu misericordia me acompañan<br />

todos los días de mi vida, y habitaré<br />

en la casa del Señor por años sin<br />

término. R<br />

69<br />

EVANGELIO<br />

El que esté sin pecado,<br />

que le tire la primera piedra<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 8, 1-11<br />

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte<br />

de los Olivos. Al amanecer se presentó<br />

de nuevo en el templo, y todo el pueblo<br />

acudía a Él, y, sentándose, les enseñaba.<br />

Los escribas y los fariseos le traen una<br />

mujer sorprendida en adulterio y, colocándola<br />

en medio, le dijeron:<br />

―«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida<br />

en flagrante adulterio. La ley<br />

de Moisés nos manda apedrear a las<br />

adúlteras; tú, ¿qué dices?»<br />

Le preguntaban esto para comprometerlo<br />

y poder acusarlo. Pero Jesús,<br />

inclinándose, escribía con el dedo en el<br />

suelo. Como insistían en preguntarle, se<br />

incorporó y les dijo:<br />

―«El que esté sin pecado, que le tire la<br />

primera piedra.»<br />

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.<br />

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo<br />

uno a uno, empezando por los más viejos.<br />

Y quedó solo Jesús, con la mujer, que<br />

seguía allí delante. Jesús se incorporó y<br />

le preguntó:<br />

―«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?;<br />

¿ninguno te ha condenado?» Ella<br />

contestó:<br />

―«Ninguno, Señor.» Jesús dijo:<br />

―«Tampoco yo te condeno. Anda, y en<br />

adelante no peques más.»<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Hoy las lecturas hablan de dos mujeres<br />

acusadas de adulterio. La primera, Susana,<br />

acusada injustamente por unos<br />

“viejos verdes”, como decimos popularmente.<br />

Y se nos relata como el juicio<br />

justo de Dios descubre y condena la<br />

injusticia siempre. Susana, puede verse<br />

como una figura del pueblo de Israel,<br />

por su fidelidad al marido y confianza<br />

en Dios. La actitud de Susana pone en<br />

evidencia la hipocresía de estos hombres,<br />

quienes intentan sentenciarla a<br />

muerte. Pero Dios, a través de Daniel<br />

promueve la justicia y que la verdad<br />

salga a la luz.<br />

La otra mujer es llevada ante Jesús. Los<br />

escribas y fariseos quieren tenderle una<br />

trampa al Maestro. La Ley de Moisés<br />

establecía que esta mujer adúltera<br />

debía morir. Si Jesús aceptaba, la<br />

matarían, su mensaje de misericordia<br />

quedaba por el suelo. Y por el contrario,<br />

si quebraba la ley, quedaba peor, pues<br />

ningún judío podía ser seguidor de alguien<br />

que negaba la ley de Dios. Incluso<br />

podía ser el motivo para condenarlo.<br />

LUNES 30


Jesús, tranquilo, se agacha y se pone<br />

a escribir en el suelto. Me imagino a los<br />

escribas y fariseos inquietos. Y Jesús<br />

sorprende a todos y les dice que el que<br />

no tenga pecado que tire la primera<br />

piedra. Y continúa escribiendo en el<br />

suelo. Estaban preparados para matar<br />

a esta mujer y un simple gesto de Jesús<br />

y unas brevísimas palabras les pone<br />

de cabeza la vida. No pierde el tiempo<br />

discutiendo sobre la ley, sino que les<br />

invita a ver su propio pecado. Huyen<br />

todos, se marchan, solo Jesús tiene<br />

autoridad para condenar a esta mujer, y<br />

no lo hace, invitándola a no pecar más.<br />

Jesús la sabe merecedora de condena,<br />

pero la perdona. Perdón que implica un<br />

cambio en su vida, la transforma y hace<br />

posible que no peque más. Igual nos<br />

pasa a nosotros, sin Dios no podemos<br />

salir del pecado. Solo su amor y su<br />

perdón nos posibilitan a recomenzar.<br />

Recuerdo una ocasión en que no quería<br />

aceptar a una persona por su pasado<br />

de pecado. Y recuerdo al Padre Jara,<br />

un gran amigo, diciéndome: “Che, sos<br />

una farisea”, y se me salieron dos lágrimas,<br />

y me di cuenta que tenía toda la<br />

razón. Y hoy esa persona forma parte<br />

de mi vida.<br />

31<br />

PRIMERA LECTURA<br />

―«¿Por<br />

Los mordidos de serpientes<br />

quedarán sanos al mirar<br />

a la serpiente de bronce<br />

Lectura del libro de<br />

los Números 21, 4-9<br />

En aquellos días, desde el monte Hor se<br />

encaminaron los hebreos hacia el mar<br />

Rojo, rodeando el territorio de Edom.<br />

El pueblo estaba extenuado del camino,<br />

y habló contra Dios y contra Moisés:<br />

MARTES - SAN BENJAMÍN<br />

Laudes: Sal 23; Cánt. Tb 13, 2-10a; Sal 32<br />

Vísperas: Sal 19; Sal 20; Cánt. Ap 4.11.5, 9-10.12<br />

70<br />

La misericordia de Dios transforma<br />

nuestra vida. Hoy el Señor me invita a<br />

mirarme y ver quiénes son las nuevas<br />

Susana y las nuevas adúlteras. Me<br />

cuestiona: ¿Tiendo las manos para<br />

ayudar o están llenas de piedras para<br />

arrojar? ¿Creo en la misericordia de<br />

Dios y su poder de perdonar, restaurar<br />

y transformar? ¿Condeno a los demás,<br />

pero no reconozco mis propios<br />

pecados?<br />

ORACIÓN<br />

Señor ayúdame a ser embajador de tu<br />

misericordia, embajador de tu Reino.<br />

No quiero ser un juez injusto, sino un<br />

ser humano que se conoce pecador<br />

y pequeño y mira con compasión a su<br />

alrededor. Ayúdame a tender la mano,<br />

como lo has hecho conmigo. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe. Con<br />

Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Mostrar misericordia a una persona<br />

que me parezca no merecerla.<br />

qué nos has sacado de Egipto<br />

para morir en el desierto? No tenemos<br />

ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan<br />

sin cuerpo.»<br />

El Señor envió contra el pueblo serpientes<br />

venenosas, que los mordían, y<br />

murieron muchos israelitas. Entonces el<br />

pueblo acudió a Moisés, diciendo:<br />

―«Hemos pecado hablando contra el<br />

Señor y contra ti; reza al Señor para<br />

que aparte de nosotros las serpientes.»


Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el<br />

Señor le respondió:<br />

―«Haz una serpiente venenosa y colócala<br />

en un estandarte: los mordidos de<br />

serpientes quedarán sanos al mirarla.»<br />

Moisés hizo una serpiente de bronce y<br />

la colocó en un estandarte. Cuando una<br />

serpiente mordía a uno, él miraba a la<br />

serpiente de bronce y quedaba curado.<br />

Palabra de Dios.<br />

SALMO RESPONSORIAL<br />

101, 2-3.16-21<br />

R. Señor, escucha mi oración,<br />

que mi grito llegue hasta ti.<br />

Señor, escucha mi oración, que mi grito<br />

llegue hasta ti; no me escondas tu rostro<br />

el día de la desgracia. Inclina tu oído<br />

hacia mí; cuando te invoco, escúchame<br />

en seguida. R<br />

Los gentiles temerán tu nombre, los<br />

reyes del mundo, tu gloria. Cuando<br />

el Señor reconstruya Sión y aparezca<br />

en su gloria, y se vuelva a las súplicas<br />

de los indefensos, y no desprecie sus<br />

peticiones. R<br />

Quede este escrito para la generación<br />

futura, y el pueblo que será creado alabará<br />

al Señor. Que el Señor ha mirado<br />

desde su excelso santuario, desde el cielo<br />

se ha fijado en la tierra, para escuchar<br />

los gemidos de los cautivos y librar a los<br />

condenados a muerte. R<br />

EVANGELIO<br />

Cuando levanten al Hijo<br />

del hombre, sabrán que yo soy<br />

Lectura del Santo Evangelio<br />

según san Juan 8, 21-30<br />

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:<br />

―«Yo me voy y me buscarán, y morirán<br />

por su pecado. Donde yo voy no<br />

pueden venir ustedes.» Y los judíos<br />

comentaban:<br />

―«¿Será que va a suicidarse, y por eso<br />

dice: “Donde yo voy no pueden venir<br />

71<br />

ustedes”?» Y él continuaba:<br />

―«Ustedes son de aquí abajo, yo soy de<br />

allá arriba: ustedes son de este mundo,<br />

yo no soy de este mundo. Con razón les<br />

he dicho que morirán por sus pecados:<br />

pues, si no creen que yo soy, morirán<br />

por sus pecados.» Ellos le decían:<br />

―«¿Quién eres tú?» Jesús les contestó:<br />

―«Ante todo, eso mismo que les estoy<br />

diciendo. Podría decir y condenar muchas<br />

cosas en ustedes; pero el que me<br />

envió es veraz, y yo comunico al mundo<br />

lo que he aprendido de Él.»<br />

Ellos no comprendieron que les hablaba<br />

del Padre. Y entonces dijo Jesús:<br />

―«Cuando levanten al Hijo del hombre,<br />

sabrán que yo soy, y que no hago<br />

nada por mi cuenta, sino que hablo<br />

como el Padre me ha enseñado. El que<br />

me envió está conmigo, no me ha dejado<br />

solo; porque yo hago siempre lo que<br />

le agrada.»<br />

Cuando les exponía esto, muchos creyeron<br />

en Él.<br />

Palabra del Señor.<br />

MEDITACIÓN<br />

Nunca tendremos motivo para dudar<br />

del amor, la compasión y la misericordia<br />

de Dios, y mucho menos de<br />

culparlo por nuestras desdichas, dolor<br />

y sufrimiento, que muchas veces nos<br />

llevan a la desesperación y hasta la<br />

muerte.<br />

Yahvé les advirtió a Adán y a Eva lo<br />

que les sucedería si comían del fruto<br />

del árbol prohibido. Desobedecieron<br />

y por ello descubrieron que estaban<br />

desnudos, carentes de todo lo<br />

que necesitaban interiormente para<br />

sentirse “muy bien”, como Yahvé los<br />

había creado (cf. Gén. 1, 31). Estaban<br />

conscientes, además, de que no podían<br />

por sí solos reparar el daño que<br />

se habían causado, significado esto<br />

por los ceñidores que se hicieron con<br />

las hojas de higuera para cubrirse.<br />

MARTES 31


Por encima de todo esto, tuvieron que<br />

sufrir la expulsión del Edén y salir de la<br />

“presencia” de Dios.<br />

Por medio de Moisés el Señor sacó a<br />

su pueblo de la esclavitud de Egipto,<br />

en el desierto les dio agua, el maná<br />

y las codornices, y sin embargo no<br />

se sintieron satisfechos, llegando a<br />

hablar contra Dios y contra Moisés.<br />

Llegaron a rebelarse contra Yahvé,<br />

y sufrieron las consecuencias; pero<br />

Dios, siempre fiel a sus promesas, les<br />

envió el remedio para que no murieran<br />

irremediablemente: quien mirara la serpiente<br />

de bronce que por su mandato<br />

hizo Moisés, quedaba sano y no moría.<br />

Al contrario de Jesús, colgado en la<br />

cruz, víctima propiciatoria por nuestros<br />

pecados, que si lo “miramos” nos<br />

sentimos atraídos por Él (cf. Jn. 19, 37)<br />

y alcanzamos el perdón de nuestros<br />

pecados.<br />

He escuchado a algunas personas<br />

protestar porque no tienen la culpa<br />

del pecado de Adán y Eva, y que no<br />

tendrían que pagar por lo que no hicieron.<br />

He tratado de explicarles que<br />

cada uno de nosotros es “Adán” (cf.<br />

Catecismo de la Iglesia Católica Nos.<br />

399 y siguientes), con el fin de que tomen<br />

conciencia de que personalmente<br />

han pecado, y que por tanto es saludable<br />

para ellos mirar a Jesús y dejarse<br />

convencer por sus palabras, y buscar<br />

con sincero corazón su significado y<br />

poder creer en Él.<br />

Hablo así basado en mi propia experiencia,<br />

porque, como Adán y Eva,<br />

he desobedecido a Dios, y, como<br />

el pueblo en el desierto, durante un<br />

tiempo olvidé sus beneficios cediendo<br />

a los “apetitos” de la carne y sufrí las<br />

consecuencias; pero, reconociendo<br />

que sucedió así porque era “del mundo”<br />

(cf. Ef. 2, 2) y habiendo creído en<br />

Jesús, me he encontrado con Él: Luz<br />

y vida del hombre (cf. Jn. 1, 4; 10, 10) y<br />

mi vida cambió.<br />

ORACIÓN<br />

Gracias, Padre, por todo lo que me has<br />

dado porque me amas. Te pido que si<br />

por mi debilidad y fragilidad humanas<br />

peco contra ti, fije mi mirada en Jesús<br />

crucificado, enviado por tu misericordia<br />

para salvarme, y me arrepienta<br />

de haberte ofendido. Te lo pido en su<br />

Nombre. Amén.<br />

CONTEMPLACIÓN<br />

Luego de leer, meditar y orar permanezco<br />

en silencio por un rato «saboreando»<br />

a Jesús, viéndolo en la fe.<br />

Con Él y en Él, veo y saboreo la vida.<br />

PROPÓSITO DEL DÍA<br />

Agradecerle a Dios sus beneficios y<br />

hablar a alguien de la salvación que<br />

nos trajo Jesús.

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