NUMERO 1

El mismo día de la visita, es cuando nos asignan la familia que vamos a ver. Por suerte, a mí me tocó la familia de
Susa, en el volcán Karisimbi de 4.500 metros de altura, famosa por ser la familia, ahora dividida en dos grupos, que
estudió y protegió Dian Fossey, zoóloga estadounidense cuya investigación, durante 13 años, ayudó a comprender
e imitar el comportamiento de los gorilas, llegando a ser aceptada por la familia y dando origen a la habituación
de los gorilas al ser humano.
La subida al volcán hasta encontrar la familia puede variar en dureza y duración, dependiendo dónde se encuentren
los gorilas ese día. Afortunadamente, sólo anduve un par de horas (puede llegar incluso hasta seis horas),
subiendo por la ladera del volcán, que puede ser bastante dura si las condiciones no son las adecuadas. Aconsejo
llevar impermeable, botas y guantes, ya que la subida está llena de barro, bambú y ortigas que pueden llegar a ser
bastantes molestas. Una vez que el guía, que está en permanente contacto con los rangers que siguen el rastro de
los gorilas, nos comunica que estamos cerca de los primates, nos desprendemos de todo nuestro equipaje, salvo
la cámara, y tras andar unos metros...ahí están...lo que se puede llegar a sentir es algo inexplicable, estar al lado de
una especie tan amenazada y tan similar a la nuestra, en su propio hábitat, y compartir unos momentos con ellos,
es algo que no olvidaré jamás, hay que estar allí para sentirlo y vivirlo, y yo sólo he intentado captar una pequeña
parte de lo que sentí aquella hora que viví junto a...los gorilas de montaña.
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