BARAHUNDA_MOVIMIENTO_LGBT

BARAHÚNDA
Revista Académica con Enfoque Estudiantil
Cómo ha reaccionado en general la población de Juchitán a este
vuelco de 180 grados del muxe?
La población de Juchitán reacciona con cierta sorpresa:
¡cómo un joto rompe con el patrón de la costurera
y se vuelve presencia internacional!
Sin embargo, la prensa y radio local los trata muy bien, con
respeto, sin burla, como promotores de salud.
Finalmente, los muxes—que se desarrollaban en el mundo de las
mujeres, hijos destinados a la soltería y al cuidado de los padres,
desbordan los límites fijados por la sociedad.
Se autocelebran, exigen reconocimiento por parte de las instituciones,
exhiben la capacidad de manejo de la sexualidad masculina,
producen e incorporan a la tradición elementos culturales
propios y nuevos, revelan las contradicciones entre muxes
(hombres y mujeres), descubren y denuncian una homofobia
zapoteca disfrazada con discursos integradores, se hacen cargo
de una problemática que afecta al conjunto de la comunidad, se
meten en política.
42
Con la aparición en los años 80 del VIH/SIDA
y su rápida extensión se generaron conflictos
intergrupales, se hizo presente una nueva
forma de morir - o mal morir - suscitando un
miedo social que a la larga provocó la marginación
de un grupo que tradicionalmente ha sido
parte integrante de la sociedad.
Frente a esta situación la población homosexual
de Juchitán reaccionó participando en la
constitución y las actividades de una asociación
de lucha contra el VIH/SIDA y modificaron
sustancialmente sus prácticas sexuales adoptando
y difundiendo el uso del condón.
Es así como los muxes aparecen en la escena
política local (no ligados a los partidos políticos)
como ciudadanos que hacen patente un
problema social nuevo y del cual se hacen cargo
en favor tanto de su propia comunidad como
de la población en general. Esto ha generado
también un cambio lingüístico y la adopción de
la palabra gay para auto nombrarse, haciendo
referencia implícita a una conciencia y activismo
homosexual de tinte internacional.
El siguiente paso ha sido empezar a demandar
otros derechos, como el de la vivienda por
ejemplo. Entonces, si por un lado se empieza a
manifestar una forma de rechazo a fenómenos
que se perciben como trasgresión y amenaza al
orden, por el otro, a la agresión e intentos de
marginación corresponde un aumento de la autoafirmación
que deriva tanto de la fuerza de la
tradición como de la conciencia del derecho de
"ser" en situaciones no previstas por la cultura
y en un mundo globalizado donde los muxes
y gays de Juchitán comparten con los gays del
mundo el mismo derecho a exigir el respecto de
sus derechos humanos y ciudadanos.
Los muxes se proponen como nuevos actores sociales, como
una minoría activa y como sujetos de la historia con los cuales
hay que negociar a la par, pues han pasado, en las conciencias
propias y colectivas, de bordadores a promotores de salud y
hasta posibles representantes políticos de la etnia.
«Los muxes habían sido
considerados siempre
sirvientas o prostitutas
que circulaban entre
las paredes de la
casa o del negocio.»
43