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Juegos

celebración pedagógica

tradicionales extremeños

J. Emilio

Luengo

Profesor

“E

l ratón y el gato”, “La rayuela”

o “el pollito inglés” son nombres

que a muchos les resultarán conocidos.

O quizás lo sean por

otros nombres: “El cementerio”, no es

sino el popular juego del “balón

prisionero”, también denominado “brilé”

en algunas zonas. “El truco” o “el

chinche” son los nombres por los que en

Don Benito y Mérida, respectivamente,

se conoce al popular juego de la rayuela.

A muchos les resultarán conocidos,

pero no a los más jóvenes. Tal vez estos

nombres les sonarán incluso extraños a

aquellos que dejaron de serlo no hace tanto.

Reminiscencias de otra época en las que

los niños bajaban a jugar solos en las calles

y en los que lo importante era el juego en

sí, y no tanto el juguete o la aplicación

descargada en un dispositivo. Un tiempo en

el que imperaba la interacción, el compartir

con los compañeros, o en realizar actividades

con los amigos. Jugar por jugar. Y entre

bolindres y trompos, o entre canicas y

peonzas, aprender a tener amigos, a respetar

normas y turnos, a socializar, a organizarse

sin la necesidad de intervención de un

adulto. Juegos que han estado presentes

en las calles y plazas de nuestros pueblos

y ciudades por generaciones pero que,

desgraciadamente, cada día parecen más

ausentes.

Así que, por si no fuera suficiente la

importancia de no romper la cadena de

transmisión de nuestro legado cultural, de

la que estas actividades forman parte, hay

que añadir lo que aportan a la formación,

tanto intelectual como física, de los niños.

Y qué mejor momento para enseñárselas

que éste, el año que en el colegio Giner de

los Ríos hemos dedicado a “los juegos” como

herramienta educativa. Y es que, aunque

a algunos les parezca increíble, muchas de

estas actividades que tradicionalmente

ocupaban a los niños de entonces en las

ciudades, siempre y cuando no tuvieran que

detenerse para evitar algún vehículo al grito

de “¡coooooche!”, son desconocidas para

los niños de hoy.

Por esto motivo, el pasado día 27

del mes de febrero el patio del colegio se

convirtió en la plaza de un pueblo de una

época pasada. De cualquiera. Estos juegos

siempre nos han acompañado. Líneas marcando

los límites del área de juego, o el

recorrido de las chapas, o cuadrados conteniendo

números, esperaban a los alumnos

de primaria y secundaria para que, siguiendo

un recorrido preestablecido, los conocieran

y disfrutaran. Que niños de entre 6 y 16

años se divirtieran con los bolos, las chapas,

el ratón y el gato o la rayuela, demuestra

la pervivencia de estos juegos y explica que

hayan aguantado el paso de los siglos. Ésa

es la misma razón por la que apenas hizo

falta explicarles las reglas: son intuitivos y,

tan sencillos, que los podían modificar a

gusto y adaptarlos a sus necesidades. Puntuaciones

y número de jugadores de los

equipos cambiaban al igual que las normas,

desarrollando la iniciativa individual y el

hábito de trabajo en equipo mediante la

aceptación de las reglas que previamente

se establecían.

Todos jugaron a “El cementerio”,

“los bolos” y “las chapas”; secundaria,

además, a “El pañuelo”. La posibilidad de

disponer de más tiempo permitió ampliar

con los alumnos de secundaria el abanico

de actividades, a las que se añadieron “La

rayuela”, “La goma” o “El ratón y el gato”.

Éste fue uno de los juegos que también se

practicó con los alumnos más pequeños. El

“si no te pilla esta noche, mañana te pillará”

resonó en el patio de Infantil, mientras los

otros grupos se turnaban jugando a “El

Pollito inglés” o “La gallinita ciega”.

De vez en cuando es bueno romper

la rutina escolar, siempre y cuando no

suponga un paréntesis en la labor esencial

de un centro educativo. Teniendo en cuenta

esto, esa jornada estuvo bien aprovechada.

Diversión por un lado y, por el otro, transmisión

de conocimientos sobre nuestra

cultura popular, actividades que facilitan

la convivencia, que mejoran las destrezas

motrices de los más pequeños y, sobre todo,

valorar otras opciones en las que invertir

el tiempo libre mucho más activas y sanas

que las que predominan actualmente.

«Como ha explicado Emilio,

en nuestros patios de recreo,

el día que realizamos

la celebración pedagógica

de los “juegos tradicionales

extremeños” preparamos

una rueda de juegos para

que los niños participaran,

conocieran y disfrutaran de

todos.

La verdad que lo pasamos

muy bien. Desde aquel día

hemos recopilado parte de

esos juegos y aprovechando

que los tenemos pintados

en el suelo, los niños juegan

a diario a la Rayuela, a la

Goma y a las Chapas. Sacamos

el material y se responsabilizan

ellos de todo, es

decir, de repartir el material

y de recogerlo. Les encanta.»

Consoli Fernádez, profesora

Aula de Papel • Colegio Giner de los Ríos • 11

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