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VIAJES
Una impresionante vista del Mont-Saint-Michel
desde el puente que lo une a la tierra firme.
Foto © L. Leloup CRT Normandie
Espectacular enclave rocoso en el corazón
de una gran bahía y coronado por
una majestuosa abadía en la costa de
Normandía, en Francia
“Según la leyenda, el arcángel se apareció en sueños al obispo
Aubert, quien impulsó la fundación de la abadía, en tres
ocasiones instándolo a levantar un santuario en su nombre, y
perforó con su dedo el cráneo de Aubert para que realizara la
obra”, según informa el Centro de los Monumentos Nacionales
francés.
Cuando la marea crece convirtiendo al monte en una isla
durante unas horas en ciertos días del año, “el espectáculo
se vuelve grandioso. El agua cubre el vado sumergible, se sumergen
todos los accesos por tierra y el monte parece flotar,
pareciendo un espejismo”, según la escritora de viajes Pascale
Filliâtre. El Mont-Saint-Michel, en la región de Normandía, al
norte de Francia, tiene las particularidades de levantarse en
un promontorio rocoso rodeado de una maravillosa bahía, y
de ser el teatro de las mareas más grandes en Europa continental,
según Turismo de Normandía.
Cuando la marea es baja, el mar se sitúa a 15 kilómetros de la
costa normanda. En otro momento del día, la marea asciende
a toda velocidad, con el creciente nivel del mar, alcanzándose
una diferencia de 15 metros entre marea alta o pleamar (cuando
el agua alcanza su nivel más alto) y la marea baja o bajamar
(cuando el mar registra su menor altura).
1.- FUERTES MAREAS A VELOCIDAD DE GALOPE.
En determinadas fechas y horarios del año, cuando el coeficiente
de la marea (un sistema de medida entre la pleamar y bajamar) supera
un determinado valor, este monte se convierte durante unas
horas en una isla, ofreciendo un espectáculo inolvidable y la posibilidad
de vivir una experiencia única. Una pasarela permite acceder
al pueblo durante todo el año, excepto, en esas circunstancia.
2.- MIRADOR GRANDIOSO RODEADO DE MAR.
Este fenómeno natural impresionante, tanto la entrada de la marea
como la ola que se produce cuando ascienden las aguas remontando
la bahía, en el llamado ‘macareo’, se puede observar
desde el mismo Mont Saint-Michel, su muralla y desde el puente.
Aunque el punto de observación ideal para admirar, tanto las
grandes mareas como la bahía es el claustro de la Abadía del
Mont-Saint-Michel, un edificio benedictino que representa uno
de los ejemplos más impresionantes de la arquitectura medieval,
religiosa y militar a la vez., en la que hoy en día, están instaladas
dos comunidades de monjes y monjas, según Tdn.
“Entonces el espectáculo se vuelve grandioso. El agua cubre el
vado sumergible, desaparecen todos los accesos por tierra y el
monte parece flotar. Gracias al puente inaugurado en 2015, se
puede llegar al sitio incluso durante la pleamar”, señala Pascale
Filliâtre, escritora de viajes, que publica sus artículos en Turismo
de Francia.
Imágenes: Clasos
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