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Lavarse las

manos.

Por Nora J. Kors de Sapoznicoff

Cuando comenzamos a tomar conciencia que el peligro que

acechaba allá lejos, primero en Asia y después en Europa,

se acercaba cada vez más a nuestro continente, todos

los medios se esmeraron por difundir la importancia de la

desinfección de las superficies con soluciones de lavandina

en agua, el lavado de manos, el uso alcohol al 70%. La

pandemia se veía como algo lejano.

Parecía que había una especie de competencia por ver quién

tenía la actualización más reciente del número de casos y

de víctimas fatales que se estaba cobrando este horrible

virus llamado COVID 19. Pronto estos números le ganaron a

la información de la prevención. Comenzó la Cuarentena,

el Aislamiento Social Obligatorio y sentimos el impacto

de todo esto y el efecto de su presencia entre nosotros. Se

habla mucho de la distancia, del contacto estrecho, del

uso del tapaboca, pero no debemos olvidar la importancia

fundamental de la higiene cuando se trata de salud y de

contagios. Por eso quiero volver a compartir un extracto

del artículo “Netilat Iadaim vs. El lavado de manos”, que fue

publicado en el Kol Hilel 5774.

A mí, como a muchos de los que crecimos en una ciudad

con agua corriente y cloacas, me educaron con el criterio de

higiene generalizado en nuestra sociedad occidental, clase

media, urbana. Entre otras medidas de higiene personal,

me enseñaron que debía lavarme las manos al levantarme,

antes de comer, si tocaba la suela de los zapatos o cosas

que estaban sucias y antes de ir a dormir.

En más de una oportunidad, encontré puntos en común

entre aquello que la ciencia descubrió, lo que las normativas

actuales establecen y nuestra tradición indica. En este caso

del lavado de manos.

Los gérmenes que contaminan las manos son los mayores

causantes de diarreas, gripes y otras enfermedades mucho

más graves, como la Hepatitis A. Está comprobado que el

lavado de manos es una de las formas más eficaces para

disminuir las infecciones y prevenir las enfermedades que de

ellas derivan. No obstante, el cumplimiento de esta práctica

es globalmente muy bajo, incluso en instituciones de salud.

La diarrea continúa siendo, en el mundo, la segunda causa

más importante de muerte de los niños de menos de cinco

años. Además, esta enfermedad aumenta la posibilidad

de que padezcan desnutrición crónica, que los llevará a un

retraso en el crecimiento y otras complicaciones. Es increíble

que esto suceda cuando la solución es tan sencilla y tan

barata, como lo es lavarse las manos con agua y jabón.

Cuando se trata de hacer historia, en los medios generales,

ubican el “descubrimiento” de la importancia del lavado de

manos en el año 1846, cuando el médico obstetra, Ignaz

Semmelweis (húngaro),notó que había más casos de muerte

de puérperas en aquellas salas de maternidad que eran

atendidas por los médicos y estudiantes, en comparación con

las que eran atendidas por las comadronas. Él observó que

los médicos salían de las morgues y pasaban directamente

a las salas de atención, a diferencia de las comadronas

quienes no tenían contacto con los cadáveres que eran

sometidos a estudios anatómicos. Por este motivo, propuso

el uso de soluciones con cloro para el lavado de manos de

los médicos, antes y después de atender y examinar a sus

pacientes. Esta medida redujo significativamente los casos

de muerte.

Mucho antes todavía,Rabi Moshé ben Maimón, Maimónides

(Rambam), fue uno de los primeros médicos en reconocer el

valor del lavado y la limpieza de las manos para mantener

una buena salud. En 1199 sostenía: “Nunca olvide lavar sus

manos después de tocar a una persona enferma”. Esto fue

662 años antes de lo publicado por Semmelweis.

Se debe tener en cuenta que todo esto es previo a que

Louis Pasteur (alrededor de 1880) demostrara que los

microorganismos son los agentes responsables de muchas

enfermedades infecciosas.

Recién en 1961, el servicio para la salud pública de los Estados

Unidos, produce una película con las recomendaciones y

técnicas para el lavado de manos para los trabajadores de

salud.

En el año 2002 el Centro para la Prevención y Control de las

Enfermedades, dependiente del Departamento de Salud y

Servicios Humanos, de los Estados Unidos de Norte América,

publica una Guía para la higiene de las manos en el medio

sanitario.

En el 2009, la OMS publicó una guía sobre la higiene de manos

en los centros sanitarios, en la que explica los momentos en

que los profesionales deben realizar la higiene de manos.

Lavarse las manos solamente con agua no es suficiente, es

significativamente menos efectivo que lavarse las manos con

jabón. El lavado de manos apropiado requiere jabón y una

pequeña cantidad de agua. Usar jabón facilita la frotación,

lo que permite disolver la grasa y eliminar la suciedad que

contiene la mayoría de los gérmenes.

Los momentos críticos para el lavado de manos con jabón

son: después de usar el baño o de limpiar a un niño y antes

de manipular alimentos.Es evidente que algo que hoy puede

parecernos tan natural, básico y elemental para la higiene

personal, no siempre fue así.

¿Y qué pasa con Netilat Iadaim?

Netilat Iadaim es el lavado ritual de las manos. No responde

al mismo concepto de higiene que se menciona más arriba

y no debe confundirse con el lavado higiénico de las manos.

En realidad, se trata de una mitzvá de origen rabínico. Por

ser una mitzvá, lleva asociada una bendición antes de ser

realizada.

Baruj Atá Adonai Eloheinu Melej haolam, asherkidshanu

bemitzvotav vetzivanu al Netilat iadaim

Bendito eres Tú, Adonai, D'os nuestro, Rey del universo, Quien

nos santificó mediante Sus preceptos y nos ordenó sobre el

lavado de manos

El sentido que se le da tiene que ver con la preparación

de la persona, con la búsqueda de un estado de pureza,

pureza física en busca de la pureza espiritual que lo lleve

a la santidad.“Santos seréis, porque yo soy santo” (Levítico

11:44). El versículo continúa “No os contaminéis, pues, con

ningún animal que se arrastra sobre la tierra”, lo que muestra

claramente una unión entre la santidad espiritual y la pureza

física, porque:“No os contaminareis” implica estar puros y, en

este caso, se está refiriendo a una contaminación física.

¿Y por qué nuestros sabios decretaron esta mitzvá?

Existen múltiples explicaciones. Por un lado se le atribuye

su implementación al rey Salomón, por otro, aparecen

numerosas referencias en la Torá.

Así encontramos:

“…y todo quien toque el que tiene el flujo sin haberse lavado

las manos con agua, lavará su ropa, se bañará en agua y

quedará impuro hasta el atardecer.” (Levítico 15:11) (...)

Según explican Maimónides y Najmánides (el Ramban), esta

acción estaba destinada a los hijos de Israel, ya que tenía

que ver con las leyes de prevención y aislamiento destinadas

a preservar la santidad del Santuario –Mishkán-.

“Y se lavarán las manos y los pies para que no mueran; y será

estatuto perpetuo para ellos, para Aarón y su descendencia,

por todas sus generaciones” (Éxodo 30:21)

La Torá alude, no solo al lavado de manos, sino al lavado del

cuerpo, de la ropa y de los objetos, con el fin de preservar la

pureza del Santuario y también la del pueblo.

“Luego el que ha de ser purificado lavará su ropa, se rasurará

todo el cabello, se bañará en agua y quedará limpio.

Después podrá entrar al campamento, pero por siete días

permanecerá fuera de su tienda” (Levítico 14:8)

Y aunque la utilización de elementos sanitizantes se exhiba

como un descubrimiento de hace solo un par de siglos atrás,

en realidad ya aparecía en el Tanaj:

“Si me lavara con nieve y limpiara mis manos con lejía” (Job

9:30)

De todos modos, aunque debemos entender las diferencias

entre el lavado higiénico de manos y el cumplimiento de la

mitzvá, no podemos dejar de notar los aspectos que tienen en

común. Para cumplir la mitzvá, debemos despojarnos de todo

aquello que separe nuestro cuerpo del agua, como anillos;

no debe haber interferencia -Jatzitzá-, sino un contacto

directo con el agua (al igual que en las recomendaciones

para el lavado higiénico de manos); debemos hacer Netilá

a la salida del cementerio, para alejar la impureza creada

por el contacto o proximidad con la muerte; antes de comer;

al despertar de una siesta; al salir del baño; después de

cortarse las uñas: después de haber tocado el calzado;

después de rascarse la cabeza;después de haber tocado

partes íntimas del cuerpo. Nuestro sentido común, además

de las recomendaciones y la educación recibida, nos indica

estas mismas instancias para el lavado de manos. A modo

de comentario, agrego que el cabello es la superficie más

contaminada de nuestro cuerpo.

Cabe aclarar que no es necesario pronunciar la bendición

en todos estos casos.

Nuestra tradición fue muy adelantada en lo que refiere

al cuidado de las personas, tanto en lo físico como en lo

espiritual. No nos sorprende entonces que, en diferentes

ocasiones y lugares, cuando la población era azotada

por distintas plagas, las comunidades judías no se veían

afectadas en igual magnitud, sino menos.

La preparación física, que incluye el baño ritual (en la Mikve) así

como Netilat Iadaim, está ligada íntimamente a la elevación

espiritual y a los conceptos de pureza y contaminación.

Valorar la vida debe incluir tanto la integridad física como la

espiritual. Cuando recordemos una, no nos olvidemos de la

otra.

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