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AA.VV. - Encuentro con la sombra. El poder del lado oculto de la naturaleza humana [2003]

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las cuales ignoraba incluso la existencia- que tenían puertas de salida que conducían a otros

sótanos y a calles subterráneas. Cuando descubrí que muchas de ellas estaban abiertas y

carecían incluso de cerradura comencé a inquietarme. Además, en las inmediaciones había

obreros que fácilmente podrían haberse introducido en la casa...

Cuando regresé a la planta baja también descubrí diferentes salidas a la calle o a las casas

contiguas. Luego, cuando estaba examinándolas más de cerca se me acercó un hombre riendo a

carcajadas gritando que éramos viejos compañeros de escuela. Yo también le recordé y, mientras

me contaba su vida, le acompañé hasta la salida y dimos un paseo por las inmediaciones.

Paseamos por una enorme calle circular y llegamos a un prado verde en el que había un extraño

claroscuro en el aire cuando, de repente, tres caballos al galope pasaron junto a nosotros. Eran

animales hermosos, fuertes, bien domados y nadie los cabalgaba. (¿Se habrán escapado de algún

cuartel? -pensé.)

El laberinto de pasadizos, habitaciones y puertas abiertas del sótano nos recuerda la antigua

representación egipcia del mundo subterráneo, un símbolo muy conocido del inconsciente y de sus

capacidades ignotas. También constituye una representación explícita de la forma en que nuestra

sombra inconsciente permanece «abierta» a la influencia de elementos misteriosos y ajenos

procedentes del exterior. Podríamos decir que el sótano simboliza los cimientos del psiquismo del

soñante. En el patio trasero del extraño edificio -que representa un paisaje psíquico que

permanece todavía inexplorado por la personalidad del soñante- aparece de repente un antiguo

compañero de escuela. Esta persona encarna, evidentemente, otra faceta del soñante, un aspecto que

formó parte de su infancia pero que perdió y olvidó en algún mo mento de su vida. Es frecuente que

nuestros rasgos infantiles -alegría, irascibilidad o confianza, por ejemplo - desaparezcan

repentinamente sin saber siquiera dónde o cómo se fueron. Son precisamente estas cualidades

extraviadas del soñante las que ahora retornan -del patio trasero - e intentan reanudar su amistad.

También es muy probable que esta figura represente el aspecto reprimido extravertido de la vida

del soñante y su capacidad de disfrutar de la vida.

Pronto comprendemos el motivo del desasosiego que experimentó nuestro sujeto precisamente antes

de encontrarse con este viejo y aparentemente inofensivo amigo. Mientras pasean contemplan juntos

el galope de los caballos. El soñante piensa que quizás hayan escapado de algún cuartel -es decir, de

la disciplina consciente que hasta entonces había caracterizado su vida. El hecho de que los

caballos no llevaran jinete simboliza así que los impulsos instintivos han escapado del control

consciente y se han desbocado. En esta vieja amis tad y en los caballos reconocemos toda la energía

de la que el soñante carecía y que tanto necesitaba.

Este es un tema recurrente en los encuentros con «el otro lado». Bajo una apariencia aparentemente

integrable la sombra suele contener valores imprescindibles para la conciencia. Los pasadizos y la

aparente magnitud de la mansión de este sueño ilustran también con claridad el hecho de que el

soñante desconoce todavía las dimensiones de su psiquismo y de que existen aposentos

completamente ignorados.

La sombra que aparece en este sueño es típica de un introvertido, de un hombre que tiende a

retraerse demasiado de la vida exterior. En el caso de un extrovertido, de alguien que tendiera hacia los

objetos y la vida exterior, la sombra asumiría sin duda características inconfundiblemente distintas.

Un joven muy vital y emprendedor tuvo, al mismo tiempo que acometía una nueva empresa, una serie de

sueños que le incitaban a concluir la obra creativa que estaba iniciando. Veamos uno de esos sueños:

Una persona yace tendida en la cama con la sábana cubriéndole el rostro. Es un francés, un

hombre desesperado al que no le importaría nada cometer un delito. Un oficial me acompaña

escaleras abajo y sé que ha tramado algo contra mí, concretamente que el francés me mate en la

primera ocasión. (Esto, al menos, es lo que me parece.) Efectivamente, cuando salgo el francés sale

tras de mí pero yo permanezco muy atento y vigilante. De pronto un hombre alto y con apariencia de triunfador

se apoya contra la pared como si se hallara enfermo. Rá pidamente aprovecho la ocasión para

clavar un puñal en el corazón del oficial. «Sólo se nota un poco de humedad» -dice, a modo de

comentario. Muerto ya el oficial que daba las órdenes al francés me encuentro a salvo. (Probablemente el

oficial y el triunfador son la misma persona.)

El hombre desesperado representa el aspecto reprimido del soñante -su introversión- un aspecto que

se halla en es tado de ruina total. Permanece tendido en la cama (es decir, está pasivo) y se cubre el

rostro porque desea que lo dejen solo. Por su parte, el oficial y el hombre alto y próspero (representados

por la misma persona) encarnan la responsabilidad y actividad externa exitosa del soñante.

El súbito ataque que parece padecer el triunfador está relacionado con la misma biografía del soñante

que había enfermado muchas veces cuando permitía que su energía dinámica se descargara

impulsivamente en el mundo externo. Pero este triunfador no tiene sangre en las venas (sólo una

especie de humedad) lo que significa que sus ambiciosas actividades externas carecen de vida y de

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