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Edición No. 5 Revista Oopart: Internet

En 1982 Gabriel García Márquez recibe el premio nobel de literatura, en su discurso citó a William Faulkner quien en ese mismo lugar, 32 años antes, dijo: Me niego a admitir el fin del hombre, Márquez le complementaba instando a los escritores a crear una nueva y arrasadora utopía de la vida, contraria a la autodestrucción causada por la desigualdad, la opresión, el saqueo y el abandono. En ese mismo año 1982, el Apple II, que sería el primer ordenador para usuarios caseros producido en serie, sufriría el ataque del Elk Cloner, el primer virus de computadora, programado por Rich Skrenta. Este sería el indicio inicial de cómo un proyecto concebido para dar nuevas posibilidades a las personas, también se tendría que enfrentar a la autodestrucción por parte de sus usuarios. A modo de anécdota, este virus se manifestaba a sus víctimas de forma literaria: con un poema. Elk Cloner: The program with a personality It will get on all your disks It will infiltrate your chips Yes it's Cloner! It will stick to you like glue It will modify RAM too Send in the Cloner! 38 años después, prácticamente cada ser humano lleva un miniordenador personal en su bolsillo y se conecta a Internet cuando quiere. Esto supone una conectividad inmediata con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y un mar de información, datos, publicidad, contenido, entretenimiento ¡Una maravilla! Pues en esta oportunidad en Revista Oopart desarrollaremos esas maravillas llamadas Internet y tecnología, los alcances que tienen en nuestra vida diaria y por qué no, situaciones en las que desearíamos regresar a 1982, donde el peligro virtual al menos nos leía un poema.

En 1982 Gabriel García Márquez recibe el premio nobel de literatura, en su discurso citó a William Faulkner quien en ese mismo lugar, 32 años antes, dijo: Me niego a admitir el fin del hombre, Márquez le complementaba instando a los escritores a crear una nueva y arrasadora utopía de la vida, contraria a la autodestrucción causada por la desigualdad, la opresión, el saqueo y el abandono. En ese mismo año 1982, el Apple II, que sería el primer ordenador para usuarios caseros producido en serie, sufriría el ataque del Elk Cloner, el primer virus de computadora, programado por Rich Skrenta. Este sería el indicio inicial de cómo un proyecto concebido para dar nuevas posibilidades a las personas, también se tendría que enfrentar a la autodestrucción por parte de sus usuarios. A modo de anécdota, este virus se manifestaba a sus víctimas de forma literaria: con un poema.

Elk Cloner: The program with a personality
It will get on all your disks
It will infiltrate your chips
Yes it's Cloner!

It will stick to you like glue
It will modify RAM too
Send in the Cloner!

38 años después, prácticamente cada ser humano lleva un miniordenador personal en su bolsillo y se conecta a Internet cuando quiere. Esto supone una conectividad inmediata con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y un mar de información, datos, publicidad, contenido, entretenimiento ¡Una maravilla!
Pues en esta oportunidad en Revista Oopart desarrollaremos esas maravillas llamadas Internet y tecnología, los alcances que tienen en nuestra vida diaria y por qué no, situaciones en las que desearíamos regresar a 1982, donde el peligro virtual al menos nos leía un poema.

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En 1982 Gabriel García Márquez recibe el premio nobel de literatura, en su discurso<br />

citó a William Faulkner quien en ese mismo lugar, 32 años antes, dijo: Me niego a<br />

admitir el fin del hombre, Márquez le complementaba instando a los escritores a crear<br />

una nueva y arrasadora utopía de la vida, contraria a la autodestrucción causada por<br />

la desigualdad, la opresión, el saqueo y el abandono. En ese mismo año 1982, el Apple<br />

II, que sería el primer ordenador para usuarios caseros producido en serie, sufriría<br />

el ataque del Elk Cloner, el primer virus de computadora, programado por Rich<br />

Skrenta. Este sería el indicio inicial de cómo un proyecto concebido para dar nuevas<br />

posibilidades a las personas, también se tendría que enfrentar a la autodestrucción por<br />

parte de sus usuarios. A modo de anécdota, este virus se manifestaba a sus víctimas de<br />

forma literaria: con un poema.<br />

Elk Cloner: The program with a personality<br />

It will get on all your disks<br />

It will infiltrate your chips<br />

Yes it’s Cloner!<br />

It will stick to you like glue<br />

It will modify RAM too<br />

Send in the Cloner!<br />

38 años después, prácticamente cada ser humano lleva un miniordenador personal<br />

en su bolsillo y se conecta a <strong>Internet</strong> cuando quiere. Esto supone una conectividad<br />

inmediata con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y un mar de información,<br />

datos, publicidad, contenido, entretenimiento ¡Una maravilla!<br />

Pues en esta oportunidad en <strong>Revista</strong> <strong>Oopart</strong> desarrollaremos esas maravillas llamadas<br />

<strong>Internet</strong> y tecnología, los alcances que tienen en nuestra vida diaria y por qué no,<br />

situaciones en las que desearíamos regresar a 1982, donde el peligro virtual al menos<br />

nos leía un poema.<br />

Juan David Jiménez Rodríguez


6


7<br />

En el año 1997 se publicó por primera<br />

vez Homo Videns: la sociedad<br />

teledirigida, de Giovanni Sartori,<br />

sociólogo y politólogo italiano. En esta<br />

obra el autor destaca el fenómeno<br />

de la televisión en el desarrollo<br />

cognitivo de los menores de edad que<br />

tienen una exposición frecuente a la<br />

televisión, deteriorando así diversas<br />

funciones superiores, tales como la<br />

memoria y la creatividad, lo que trae<br />

como consecuencia la ausencia de<br />

abstracción y pensamiento crítico. Dos<br />

años después, un sociólogo más citado<br />

que leído, Zigmunt Bauman, escribió La<br />

Modernidad Líquida, en la que define<br />

una sociedad ausente de valores sólidos,<br />

es decir, el ser humano escasamente<br />

tiene una determinación de vida regida<br />

por concepciones volátiles que pueden<br />

dar un peso al beneficio propio o de<br />

unos cuantos, según sea la conveniencia;<br />

y en cambio fluctúa asiduamente entre<br />

concepciones que pueden llegar a ser<br />

mutuamente excluyentes.<br />

Podría atribuirse para bien o para mal,<br />

según se vea el panorama, a diversas


8<br />

fuentes, para unos puede ser la religión,<br />

el opio del pueblo; para otros puede ser<br />

la estructura político-socioeconómica y<br />

la división entre capitalismo agresivo y<br />

comunismo abrasador; o bien, tal como<br />

lo atribuyen algunos de los autores<br />

mencionados en el texto, las redes de<br />

comunicación e información.<br />

el cual gira en torno a determinados<br />

puntos de los cuales se procura que no<br />

salga. Además, se han logrado evidenciar<br />

fenómenos consecuentes de estas acciones<br />

conocidos como el efecto Mandela y<br />

la metáfora del cisne negro, los cuales<br />

se identifican por una creencia de un<br />

suceso a raíz de rumores que se esparcen<br />

viralmente por la red sin tener una<br />

Eli Parecer, en el año 2017, para muchos<br />

de los peores años hasta el momento,<br />

publicó El Filtro Burbuja: Cómo la web<br />

decide lo que leemos y lo que pensamos,<br />

donde aborda un fenómeno ahora habitual<br />

y tan envolvente como impactante.<br />

Gradualmente parecía menos una sorpresa<br />

encontrar cosas que coincidentemente<br />

evidencia plausible. A su vez, es común<br />

actualmente saber más sobre el trascurso<br />

de las votaciones en EEUU que lo que está<br />

pasando actualmente en regiones locales<br />

en un plano social. Al respecto se pueden<br />

hallar indicios de estos fenómenos y los<br />

usos de la información en La red y el Yo, de<br />

Manuel Castells, de 1996.<br />

se pensaban cuando se navegaba en la<br />

red. Ahora es bien sabido que las grandes<br />

empresas basadas en redes sociales<br />

utilizan algoritmos no solo para obtener<br />

información personal de los usuarios,<br />

sino también manipular el pensamiento,<br />

de manera que las personas que gustan<br />

de videojuegos tendrán más contacto<br />

con noticias, ofertas, personas, y eventos<br />

relacionados con dicho tópico, dejando<br />

así en un plano irrelevante cualquier otro<br />

tópico. Esto trae como consecuencia una<br />

tendencia al pensamiento reproducido,<br />

Entre los numerosos trabajos de Michel<br />

Foucault, filosofo y psicólogo francés,<br />

destaca en su obra Vigilar y Castigar,<br />

de 1975 la teoría del panóptico como<br />

mecanismo de control y poder a través de<br />

la autorregulación y la autocensura de la<br />

sociedad, constantemente vigilada por un<br />

ojo ejecutor del poder. Esto actualmente se<br />

puede ver fácilmente reflejado en aparatos<br />

físicos, tales como cámaras de vigilancia,<br />

registros de control en instituciones<br />

públicas, como hospitales y centros


9<br />

educativos; pero la mano del poder ha<br />

llegado tan lejos que entra a los hogares<br />

por medio de las redes sociales, los<br />

teléfonos y prácticamente cualquier otro<br />

aparato “inteligente”, así pues, no debe<br />

sorprendernos encontrar sugerencias<br />

de Rappi o de marcas de tienda de<br />

cadena mostrando ofertas de cosas con<br />

las cuales hemos tenido cualquier tipo<br />

de interacción, incluso auditivamente,<br />

pues nuestra identidad está en sus manos<br />

ahora.<br />

un youtuber identificado como Filosofía<br />

de película, YouTube será el guía para las<br />

mentes jóvenes, quienes tendrán en sus<br />

manos el poder del voto, de la voz, y de<br />

la acción. Si YouTube, Google, o Facebook<br />

condenan algo o a alguien, el veredicto ya<br />

habrá sido dictado y el juez actuará como<br />

verdugo. La educación, sospecho, ahora<br />

más que nunca es un instrumento de control<br />

y manipulación, más que de pensamiento y<br />

autonomía. Una herramienta industrializada<br />

para decirnos qué pensar, qué decir, qué<br />

leer y cuándo hacer cada cosa.<br />

Peor aún, las nuevas generaciones de<br />

occidente están inminentemente sujetas<br />

a las normativas que implícitamente se<br />

imponen ante nosotros. Lo que parece<br />

ser moralmente bueno para las masas<br />

es lo que corresponde, según parece, y<br />

eventualmente, como lo ha proclamado<br />

<strong>No</strong> obstante, todo lo dicho hasta ahora<br />

han sido meramente fragmentos de los<br />

trabajos de pensadores que la tenían clara<br />

y nos advirtieron sobre lo que pasaría y<br />

está pasando, es un hecho. Por tanto, la<br />

cuestión ahora es ¿Qué hacer? Es muy<br />

probable que este texto no llegue a nadie


10<br />

por accidente o por casualidad, si lo lee, probablemente fue porque<br />

yo o alguien cercano se lo pidió, entonces después de ustedes poco<br />

más importa. Podemos sentarnos a ver Caso Cerrado y estar felices<br />

por la justicia de televisión, o podemos escribir y ladrar por las<br />

ventanas del gran mundo virtual para recibir unas palmaditas en<br />

la espalda, o podemos escapar a la realidad y construir un mundo<br />

libre de manipulaciones externas, sin celulares, sin redes sociales,<br />

y conviviendo con quienes tenemos más cerca de nosotros (¿para<br />

luego ser tildados de locos?). Por mi lado, yo ya me jodí, no voy<br />

hacia adelante ni hacia atrás, pues ya nada me queda y tampoco<br />

puedo estar mal. Leo cuando se puede leer, miro a la derecha<br />

cuando hay que mirar y después a la izquierda, agacho la cabeza y<br />

continúo hacia adelante. <strong>No</strong> puedo estar mal.


11


12<br />

Esta mañana al despertar, como es ya costumbre el primer buenos días que<br />

escuché no fue pronunciado por un ser humano, era en realidad mi asistente<br />

virtual, me dijo el pronóstico del clima, reprodujo una canción de mi lista de<br />

favoritos y luego volvió a su estado de reposo. Mientras tanto revisé algunos mensajes<br />

de Whatsapp e imprimí la etiqueta de envío de un videojuego que había publicado<br />

hace quince días y por fin hoy alguien decidió comprar, platica extra. Si bien no todos<br />

mis días son iguales, parece que todas las actividades necesarias están al alcance<br />

de mi mano: ordeno comida online, pago servicios desde una app, trabajo desde<br />

un ordenador, leo libros en un lector<br />

digital y tengo acceso a casi cualquier<br />

noticia o información. Si no tuviera un<br />

corazón humano podría prácticamente<br />

prescindir de cualquier interacción con<br />

otra persona.<br />

Es verdad que en Latinoamérica el<br />

acceso a dispositivos tecnológicos o<br />

servicios en línea es un poco más difícil<br />

debido a la realidad económica y la<br />

literacidad digital, pero ni siquiera esos<br />

factores hacen que el párrafo anterior<br />

cause sorpresa en alguien por estos<br />

días. De ahí me surge una curiosidad<br />

enorme por traer a través del tiempo a un hombre de las cavernas, únicamente para<br />

ver su reacción frente a un mundo lleno de aparatos, de ruido, de personajes nunca<br />

antes imaginados ¿Se reiría con las historias de Instagram de la Liendra? ¿Empezaría<br />

a decir “el pepe” porque sí? ¿Compraría el curso de inglés de Kale Anders? Estas<br />

son preguntas que no me dejan dormir y que nunca responderé. Sin embargo, no<br />

es necesario irme hasta la época de las cavernas ni transportar a ninguna persona,


13<br />

leyendo es suficiente. Hace uno o dos<br />

siglos la literatura nos regalaba obras<br />

increíbles que se desarrollaban a partir<br />

de las suposiciones de sus autores sobre<br />

los alcances de la tecnología.<br />

George Orwell (1984) y Aldous Huxley<br />

(Brave New World) llevaron la distopia<br />

a su nivel máximo, con sociedades que<br />

utilizaron la tecnología como medio<br />

para controlar a los individuos de forma<br />

autoritaria, eliminando los lazos familiares,<br />

la interacción social y las libertades<br />

individuales. Así como algunos de esos<br />

elementos hoy siguen siendo ficción,<br />

algunos otros sí se cumplieron. Imposible<br />

olvidar que este año 2020 se descubrió<br />

que el estado colombiano realizó el<br />

perfilamiento de los influenciadores más<br />

populares a partir de sus interacciones en<br />

Twitter, de esta manera se les encasilló<br />

como Negativo, Positivo o Neutro en<br />

relación a su afinidad con el gobierno de<br />

Iván Duque, lo cual demuestra que las<br />

opiniones que se dan en redes sociales<br />

son un objetivo para el estado y están en<br />

que parecen gratuitos en <strong>Internet</strong>,<br />

realmente sí tienen un costo, utilizar<br />

un buscador como Google, redes<br />

sociales como YouTube, Facebook,<br />

Twitter, Instagram o simplemente tener<br />

un smartphone, supone provisionar<br />

constantemente bases de datos con mi<br />

información. Entonces descubrimos que<br />

a la tecnología no le interesa destruirnos,<br />

no es que mi celular una noche va a<br />

succionarme el cerebro para que yo le<br />

prenda fuego al barrio entero, lo que va<br />

a buscar succionar va a ser mi cuenta<br />

bancaria, llenándome de publicidad<br />

personalizada, con un ejército de esclavos<br />

de sus anuncios.<br />

una búsqueda constante por manipularlas.<br />

Aún con todo esto que describí en<br />

Tampoco desconozco que los servicios<br />

los últimos dos párrafos y la cantidad


14<br />

de situaciones que podrían resultar<br />

terriblemente mal a causa de <strong>Internet</strong>,<br />

yo sigo siendo un entusiasta de la red,<br />

esa misma que permite a <strong>Revista</strong> <strong>Oopart</strong><br />

existir, donde personas de México,<br />

artificial, la cual leí hace algunos años y<br />

hoy, sin encontrar la fuente original, la<br />

quiero compartir con ustedes a forma<br />

de microrrelato (convenientemente<br />

modificado por mi memoria)<br />

España, Bolivia y muchos más países han<br />

reaccionado a mis escritos y a los de mis<br />

compañeros. Desde ahora me gustaría ver<br />

un lado más iluminado de la tecnología y<br />

de <strong>Internet</strong>, quiero ver ese cyborg capaz<br />

de tomar buenas decisiones, de generar<br />

diez mil millones de dólares, descrito por<br />

Isaac Asimov en su cuento La Sonrisa del<br />

Cyborg. Quiero destacar la tecnología<br />

y esta red que a partir de su increíble<br />

estructura y del ingenio de sus usuarios<br />

genera contenido maravilloso y no solo<br />

shows mediáticos de influenciadores,<br />

estafas, adicciones, crímenes. Y es aquí<br />

donde recuerdo una de las anécdotas<br />

más esperanzadora sobre inteligencia<br />

Un jugador fanático del videojuego<br />

de disparos en línea Unreal Tournament,<br />

un poco cansado de la latencia alta que<br />

entorpecía su juego y de las reglas que se<br />

configuraban en los servidores oficiales,<br />

decidió crear su propio servidor dedicado<br />

para jugar con algunos amigos, sin<br />

interrupciones y con sus propias reglas.<br />

La idea salió muy bien, el juego corría<br />

muchísimo mejor y las partidas eran<br />

más divertidas que nunca. Sin embargo,<br />

con el pasar de los meses el juego se<br />

hizo repetitivo para sus amigos, quienes<br />

decidieron seguir con otros juegos. De<br />

esta manera, el jugador que aún quería


15<br />

seguir jugando, pero se rehusaba a volver<br />

a los servidores oficiales, optó por jugar<br />

contra bots controlados por la inteligencia<br />

artificial. Al principio era muy fácil para él,<br />

pero con el pasar de los juegos se hacía<br />

más complicado, esto se debía a que los<br />

llamados bots recolectaban información<br />

de las partidas anteriores para así mejorar<br />

sus movimientos y así poder sobrevivir<br />

más tiempo. Llegó un momento que para<br />

el jugador se hizo imposible ganar un<br />

juego, era tremendamente complicado<br />

matarlos, los bots esquivaban sus disparos<br />

con una precisión increíble, además de<br />

ser completamente letales cuando tenían<br />

que atacar, mataban tan rápido que las<br />

partidas duraban solo algunos minutos. Un<br />

día el jugador, completamente frustrado,<br />

simplemente decidió cerrar el juego y no<br />

el juego, nunca apagó el servidor, esto<br />

quería decir que mientras él vivía su<br />

vida fuera del juego, allá adentro seguía<br />

habiendo partidas, lo que le generó una<br />

curiosidad enorme por ingresar al juego.<br />

Para su sorpresa, al unirse de nuevo a su<br />

servidor, el jugador pudo ver cómo todos<br />

los bots se paseaban por el mapa, sin<br />

hacerse daño alguno. El jugador no podía<br />

creerlo, tampoco lograba explicarse la<br />

conducta de los bots. Entonces, decidió<br />

atacar y en cuanto lo hizo, todos los<br />

bots (anteriormente enemigos entre sí)<br />

se reunían para acabar con la vida del<br />

atacante. Habían aprendido, tras miles de<br />

partidas violentas, que la mejor forma de<br />

sobrevivir en su mundo era demasiado<br />

sencillo, simplemente debían evitar<br />

hacerle daño al otro.<br />

volvió a tocarlo jamás.<br />

Como pueden haber notado, la<br />

Casi un año después del último juego,<br />

el ahora no jugador se encontraba<br />

eliminando archivos para liberar espacio<br />

en su computadora. De esta manera se<br />

dio cuenta que la carpeta de su servidor<br />

dedicado ahora pesaba casi 1gb, esto<br />

era extraño pues no había vuelto a jugar.<br />

Entonces recordó que, si bien cerró<br />

inteligencia artificial me llena de<br />

ilusión. Es impresionante seguir el<br />

comportamiento de objetos, con sus<br />

almas de línea de código, programados<br />

para encontrar soluciones a infinidad<br />

de problemas, desde dibujar un mapa<br />

basado en una imagen satelital, hasta<br />

hallar la forma más fácil de desplazarse


16<br />

del punto A al punto B. Además, a<br />

la inteligencia artificial, como a mí,<br />

le encanta hacer trampa y buscar la<br />

manera más sencilla de resolver sus<br />

problemas, como decía el narrador<br />

de Bartleby, el escribiente: Soy, en<br />

primer lugar, un hombre que desde<br />

la juventud ha sentido profundamente<br />

que la vida más fácil es la mejor. Mi<br />

única esperanza de acabar con los<br />

trabajos monótonos es la inteligencia<br />

artificial, no para dejar a las personas<br />

sin empleo sino para liberarnos de los<br />

trabajos sin sentido y ocuparnos en<br />

esos que nos apasionan, pero eso está<br />

tan lejos de nuestra realidad.<br />

vida actual en su novela corta La Máquina<br />

se Detiene, publicada en 1909. A grandes<br />

rasgos, esta obra nos cuenta la vida luego de<br />

que por alguna razón la vida en la superficie<br />

no es posible debido a la toxicidad, lo que<br />

obliga a las personas a vivir bajo tierra en<br />

una especie de cápsulas, de esta manera, no<br />

se da una interacción real entre las personas,<br />

quienes se comunican a través de “la<br />

máquina” un equivalente a lo que conocemos<br />

como <strong>Internet</strong> ¡¡111 años después!! Sé que<br />

no es necesario mencionar la relación que<br />

aquella situación tiene con la actualidad<br />

en cuarentena. Si bien la novela realiza una<br />

crítica a la individualidad en la sociedad y<br />

puede que no destaque la mejor cara de la<br />

llamada máquina, haciendo un paralelo a<br />

Finalmente tras todas estas<br />

divagaciones, me gustaría destacar<br />

mi realidad: no quiero ni imaginarme lo que<br />

hubiera sido este año sin <strong>Internet</strong>.<br />

y recomendar a un escritor que<br />

en el mundo de habla hispana no<br />

ha sido debidamente reconocido<br />

(tanto así que su obra no cuenta con<br />

traducciones oficiales al español),<br />

me refiero a E.M Forster, un novelista<br />

británico nacido en 1879, a quien me<br />

encantaría darle una palmada en la<br />

espalda y felicitarlo por la brillante<br />

visión para predecir nuestra forma de


17


18<br />

I am still living with your ghost<br />

Lonely and dreaming of the west coast<br />

I don’t want to be your downtime<br />

I don’t want to be your stupid game<br />

EVERCLEAR -SANTA MONICA<br />

la oralidad indígena? Primero, es muy<br />

fácil creer esto, aunque sospechará<br />

que era una mentira, por dos factores<br />

importantísimos: La barrera del idioma y<br />

la belleza de los píxeles. Gracias a vivir<br />

en un país del tercer mundo y negado a<br />

<strong>No</strong>s creemos contemporáneos y<br />

jóvenes responsables cuando<br />

hablamos de recuperar la oralidad<br />

como una forma narrativa antigua; que los<br />

pueblos indígenas y sus enseñanzas pasan<br />

y sobreviven en las mentes colectivas de<br />

las generaciones y que todo está en las<br />

raíces de nuestro origen y hacen parte<br />

de nuestra identidad. Pero si usted viaja<br />

a través de mí y la historia de mi vida<br />

lo más lejos que llegará a la oralidad<br />

las nuevas tecnologías desde siempre, la<br />

única forma de disfrutar de este tipo de<br />

videojuegos era a través de la piratería<br />

y por lo mismo la máquina donde vivía<br />

Kyo venía en completo japonés y si tenía<br />

suerte, en alguna droguería en la infinidad<br />

de barrios de la localidad de Kennedy<br />

tenía una maquina en inglés. Yo como un<br />

ignorante infante solo sabía que yelo era<br />

el color amarillo, no tenía más remedio<br />

que creer en las historias contadas por<br />

guardada en mi memoria será una sarta<br />

de mentiras muy verosímiles sobre la<br />

historia de Kyo Kusanagui protagonista<br />

del video juego de The King of Fighters<br />

donde yo totalmente crédulo sabía que<br />

él había adquirido sus poderes de fuego<br />

por una maldición que aquejaba a su<br />

familia y los había condenado a vivir<br />

peleando por la eternidad contra la<br />

maldad. Nada más a alejado de la realidad<br />

de la narrativa creada por SNK para el<br />

videojuego. Entonces: ¿Por qué yo me<br />

creía estas mentiras? ¿Por qué desprecio


19<br />

aquellos adolescentes y ancianos que<br />

Set me free, set me free<br />

manejaban con maestría el juego y que<br />

por ende eran mis referentes sobre el<br />

tema. Por otro lado, las maravillosas<br />

gráficas que con sus puntiagudos píxeles<br />

mostraban mundos increíbles para mí,<br />

me llevaban por las historias que ya me<br />

habían dicho y lograba darle sentido a lo<br />

que veía. Ahora, ya viejo me doy cuenta<br />

que son imágenes fáciles de hilar con<br />

cualquier historia, pero es un acto, aunque<br />

infantil lo rescato y valoro. Ya sea por la<br />

confianza que tenía este personaje para<br />

crear una historia con base en imágenes<br />

sueltas y mecánicas videojueguiles solo<br />

para convencerme a mí y unos cuantos<br />

infantes más o por el hecho de que nos<br />

quisiera engañar, pude construir una<br />

imagen mística sobre estas personas que<br />

podría superponer a cualquier cacique<br />

o taita indígena. <strong>No</strong> odio la cultura y<br />

oralidad indígena, solo quería que este<br />

largo párrafo ahuyentara o pusiera de<br />

mal genio a esos pelagatos que quieren<br />

meterme esa moda de la espiritualidad y<br />

la importancia de los antepasados por los<br />

ojos como si fuera la única verdad.<br />

Todos mis contemporáneos y amigos más<br />

viejos que yo (alrededor de 28 a 36 años<br />

quizás más o menos) hicieron el ejercicio<br />

de crear una historia de acuerdo a lo que<br />

jugaban. La barrera del idioma hoy en día<br />

es muy fácil de sortear, pero en ese tiempo<br />

o eras muy ñoño y te pasabas un juego<br />

con diccionario en mano o inventabas una<br />

narrativa que compartías con todos. Es un<br />

placer que nos acerca a los escritores y<br />

sí, ser escritor es ser un buen mentiroso.<br />

A este tipo de historias hoy se les llama<br />

narrativas emergentes, esto debido a su<br />

nacimiento de una actividad donde un<br />

primer lector modifica la intención del<br />

primer autor, creo que Cortázar estaría<br />

orgulloso de esto. Aunque yo dividiría<br />

esta narrativa emergente en dos tipos, la<br />

más actual que se hace con una intención<br />

de entretenimiento directa y totalmente<br />

consciente y la que viví yo en mi infancia<br />

que era una narrativa creada a partir de<br />

la ignorancia y lo que podíamos ver, algo<br />

así como los principios de la religión<br />

y el pensamiento donde se le atribuía<br />

poderes a dioses por observar un desastre<br />

So set me free, set me free<br />

‘Cause I think you need my soul<br />

natural o un animal desconocido, así<br />

actuábamos nosotros donde le atribuíamos


20<br />

narrativas, intenciones y finalidades a<br />

unos personajes que solo podíamos juzgar<br />

por su diseño y mecánicas (entiéndase<br />

mecánicas como todo lo que podemos<br />

hacer en los videojuegos a través de<br />

comandos manuales definidos por las<br />

reglas impuestas en el mismo juego)<br />

éramos algo así como las viejitas que<br />

juzgaban de satánico al hombre de cabello<br />

largo vestido de cuero. Como mencioné,<br />

hay una narrativa emergente actual y es<br />

la que ponen en uso los streamers de hoy<br />

en día. Las estrellas de Twitch y demás<br />

plataformas de streaming transmiten lo<br />

que juegan y viven de eso, siendo así<br />

¿Por qué no todos hacemos lo mismo<br />

y nos llenamos de plata? Porque no es<br />

simplemente mostrar lo que se hace,<br />

estos personajes se convierten en los<br />

trovadores de internet que se valen de sus<br />

habilidades histriónicas para entretener<br />

y usan la oralidad para transmitir<br />

sensaciones y motivan al espectador a<br />

quedarse viéndolos. Estos artistas juegan<br />

con las herramientas que el mundo de<br />

los videojuegos les da, como es muy<br />

común ver streamers jugar Minecraft<br />

y Fortnite porque son juegos sin una<br />

finalidad narrativa, lo que implica que<br />

hay un espacio de creación infinito al<br />

punto que hay mitologías que rodean a<br />

estos jugadores. Pero también con los<br />

juegos completamente narrativos se<br />

puede crear una nueva narrativa ya que<br />

el jugador puede transmitir lo que siente<br />

al jugar este juego o tratar de adivinar<br />

qué va a ser lo siguiente que va a pasar,<br />

exactamente lo mismo que hacíamos<br />

de niños cuando nos reuníamos a jugar<br />

con nuestro amigos y nos sentíamos en


21<br />

comunidad por compartir anécdotas<br />

y espacios de diversión, creyendo que<br />

éramos compañeros del héroe en turno,<br />

siguiendo a ese amigo que tenía más<br />

experticia como si fuera una figura<br />

importante. Entonces ¿Por qué seguimos<br />

streamers? ¿Por qué es necesaria la figura<br />

del que sí sabe?<br />

mundial o el escritor que solo voy a poder<br />

conocer a través de sus textos. Con el<br />

tiempo conocí mi ídolo más allá de la<br />

fantasía y el tiempo lo alejó, él ya no podía<br />

darme más conocimiento y con la vida del<br />

colombiano promedio perdió su ficción<br />

por un trabajo aburrido, aunque él se vaya<br />

lejos del juego que nos unió, quedo yo que<br />

compartí y compartiré mi conocimiento<br />

<strong>No</strong> sé cómo te atreves a vestirte de esa<br />

forma y salir así<br />

Final Fantasy es mi paraíso virtual, una<br />

saga de video juegos que me cautivó<br />

en mi etapa de la adolescencia, cuando<br />

buscaba un poco de sentido a las cosas,<br />

pero no quería verme arrastrado a la<br />

realidad. Aunque podía considerarme<br />

como alguien que sabe del tema, tuve<br />

un mentor por decirlo así, alguien a<br />

quien veía jugar por largas horas lo<br />

que yo quería jugar. Sin darme cuenta<br />

y analizándolo solo para este pequeño<br />

artículo entendí que yo era su público,<br />

que él me enseñaba directamente con<br />

la oralidad al contarme lo que hacía y<br />

que para mí fue un ídolo terrenal, como<br />

el cura, el chamán, el profesor. Él tenía<br />

conocimiento que yo quería y yo tenía<br />

la oportunidad de estar cerca de él, no<br />

era una figura lejana como un campeón<br />

hasta donde pueda. Aun siendo una<br />

historia patética, demuestra de dónde<br />

viene la verdadera oralidad, sin endiosar a<br />

un anciano porque tiene más experiencia.<br />

La experiencia puede ser poca, pero si se<br />

comparte toma más valor y fuerza para<br />

mejorar, no hay que buscar la verdad<br />

absoluta en alguien, solo hay que saber<br />

compartir. Ahora, los streamers tienen el<br />

mismo valor, la diferencia es que tienen<br />

más público que pueden acoger. El chat<br />

de una streamer es un constante preguntar<br />

para adquirir conocimiento, incluso<br />

hasta hacen preguntas personales y de<br />

ayuda, porque, aunque llamemos a esta<br />

virtualidad como el foco de desinterés por<br />

el mundo, es el mundo que se construyó<br />

para esta generación y lo consideran<br />

propio, lo consideramos propio. Con<br />

esto no quiero defender al <strong>Internet</strong> y los<br />

videojuegos como lo mejor del mundo,


22<br />

ni quiero demostrar como los streamers<br />

son los héroes de la actualidad, solo digo<br />

que la cercanía humana aunque sea a<br />

través de una pantalla vale más y que la<br />

oralidad pasa más allá del taita que cobra<br />

millones por ayudar a probar el yagé,<br />

más allá de los viajes de retiro espiritual<br />

que hacen las iglesias, que García<br />

Márquez basándose en las historias de<br />

su abuela (a ver cuántos tienen abuelas<br />

con super historias).<br />

vamos a dejar de hacer. Y como el mismo<br />

juego de Zelda, estos ídolos envejecerán<br />

y llegarán otros que quizás lo hagan<br />

mejor y no lo reconoceremos y ellos a<br />

su vez envejecerán y diremos que son<br />

los mejores y odiaremos a los nuevos y<br />

así se ve el futuro. Hoy lo más cercano<br />

a una oralidad masiva es el streamer y<br />

su público y aunque quisiera volver a<br />

mi época de pararme a un lado de la<br />

maquina a ver como se juega y preguntar,<br />

a ser ese que recoge conocimiento tengo<br />

I don´t know where we are going now<br />

El 21 de noviembre de 1998 se estrenó<br />

The Legend of Zelda: Ocarina of Time el<br />

juego que se ha considerado el mejor<br />

de todos por muchos expertos, que<br />

por lo que quede de historia se va a<br />

transmitir esta idea del mejor y van a<br />

haber peleas de fans defendiéndolo y<br />

odiándolo. De la misma forma que la<br />

humanidad ha creado los mejores de lo<br />

mejor, como Maradona, Pelé, Ronaldinho;<br />

como Borges, Cervantes, Faulkner, y<br />

Vargas Llosa (este último lo menciono si<br />

no mi compañero de revista me pega);<br />

que admitir que no voy a lograr con<br />

quejas volver a que la oralidad sea ese ir<br />

al campo y esperar que el místico salga<br />

de las sombras y me dé una lección de<br />

vida, lo más seguro es que si ellos se<br />

quieran mantener vigentes tengan que<br />

salir en un directo de Facebook mostrando<br />

un escote sus monumentales tetas y<br />

unas orejitas de conejo en lugar de la<br />

ornamentación indígena, salir bailando en<br />

Tik Tok canciones aborígenes y grabarse<br />

tomando yagé mientras que los efectos<br />

de la planta lo hacen enloquecer en la<br />

entrada de un centro comercial.<br />

como en cualquier actividad cultural,<br />

siempre seremos presa del maniqueísmo<br />

steal my sunshine<br />

del mejor y el peor, siempre queremos<br />

defender nuestras pasiones y no lo


23


24<br />

Los primeros veinte años del siglo XXI han sido testigos de un afortunado o<br />

desafortunado fenómeno -la manera en la que se mira depende de la orilla<br />

política que juzga y de la época en la que se juzga para sacar provecho<br />

ideológico o electoral- de la riqueza, la bonanza, el poderío, la corrupción, el<br />

desmoronamiento y la pobreza de una nación cuyo ascenso y crisis han sido<br />

marcados por el cubrimiento total de un único dios: la televisión: la televisión y<br />

Venezuela. <strong>No</strong> obstante, y aún con la clara manipulación de la información, no se<br />

puede desconocer que, hoy, Venezuela es un estado fallido en el que la crisis social<br />

y humanitaria ha roto las fronteras y donde la diáspora y la miseria superan incluso<br />

el drama y el sufrimiento que viven los migrantes sirios en Europa en términos<br />

de números y consecuencias globales. Venezuela se desborda y, con la tasa de<br />

homicidios más alta de América latina cada mil habitantes y la pérdida por culpa<br />

del hambre y la injusticia de la mayoría<br />

de sus profesionales, investigadores,<br />

maestros y emprendedores, este país<br />

vive una crisis sin precedentes que<br />

parece no tener pico y que amenaza no<br />

solo la vida misma de los venezolanos<br />

sino la estabilidad social de toda una<br />

región que, ante cualquier problema o<br />

una tenue brisa, se puede venir abajo<br />

fácilmente.<br />

Empero, en esta ocasión, no quisiera<br />

rellenar esta columna con datos y<br />

hechos que, al menos en mi país,<br />

pueden tocarse en el transporte público<br />

o vivirse en cualquier calle o albergue,<br />

sino que deseo -honestamente-


25<br />

posibilitar el entendimiento de este<br />

fenómeno desde otra perspectiva y<br />

revaluar la forma en la que consumimos<br />

y pensamos esta crisis y todas las crisis:<br />

la televisión como único e inapelable<br />

regente de la verdad en nuestros<br />

tiempos. Sin embargo, para hablar de<br />

“nuestros tiempos” y para evitar las<br />

protestas y preguntas que puedan saltar<br />

y contradecir mi manera de ver, entender<br />

y vivir las cosas, he decidido ceñirme<br />

al relato más popular y aceptado de<br />

nuestro tiempo: la posmodernidad. Sí, esa<br />

posmodernidad que, contrario a lo que<br />

muchos creen, parece envolverlo todo<br />

y que no solo se limita a desprestigiar<br />

pintura inaccesible o trivializar las<br />

narraciones discontinuas y superpuestas<br />

de la literatura y el cine contemporáneo,<br />

sino esa posmodernidad sustentada como<br />

la antítesis del discurso moderno en el<br />

que, al menos en occidente, la ética y la<br />

política -la manera de actuar y de dirigir<br />

a las masas- se vale de un horizonte, de<br />

una dialéctica cuyo accionar se basa<br />

en un proyecto para hacer que la gente<br />

actúe y/o se comporte de una manera<br />

determinada y específica. Así, tenemos<br />

como modernidad las ideas de Marx<br />

que veían como único motor y máxima<br />

de la historia y de la vida de los hombres<br />

la lucha de clases o, también, tenemos la<br />

´búsqueda eterna de la utopía de todos<br />

los proyectos modernos: la consolidación<br />

de la democracia para conseguir una<br />

nación prospera y sostenible, la paz<br />

definitiva tras el apocalipsis de las tres<br />

grandes religiones del libro, el capitalismo<br />

radical y el libre mercado como líderes<br />

absolutos del bienestar de las gentes, o la<br />

ilustración con sus ideas de que tanto la<br />

razón como la ciencia harían del hombre<br />

un ser emancipado y libre... Ideales que,<br />

a pesar de ser proyectos colectivos y<br />

“altruistas”, vieron su desmoronamiento<br />

en todos los conflictos del siglo XX y,<br />

principalmente, en sus dos grandes<br />

guerras canónicas. Sí, gracias al holocausto<br />

judío propiciado por los avances de la<br />

ciencia para rastrear y cuantificar, gracias<br />

a la probabilidad -real- de la destrucción<br />

total del planeta por parte de las guerras<br />

químicas y biológicas y/o la carnicería<br />

de más de 50 millones de personas por<br />

parte de soldados adiestrados por el<br />

hambre y la patria, estos fenómenos<br />

nefastos hablan de la desaparición de la<br />

fe, de la verdadera muerte de Dios, de


26<br />

la imposibilidad de creer que cualquier<br />

empresa o proyecto puede conseguir<br />

bienestar porque, ante un mínimo sacudón<br />

de su base, todo ideal se ve sobrepasado<br />

por la brutalidad y la muerte. Después<br />

de Auschwitz resulta imposible creer en<br />

la idea del superhombre como el núcleo<br />

de una teoría para crear y transformar,<br />

sino en realidad, como el virus de una<br />

sociedad que sabe destruir, pero no sabe<br />

reconstruir y que, en aspectos como<br />

la ciencia y el desarrollo tecnológico,<br />

no busca el sentido de la vida sino<br />

la reproducción en masa de armas y<br />

nuevas formas de exterminio y sacrifico.<br />

Sí, después de la guerra fría resulta<br />

inimaginable creer que existe una forma<br />

de mercado en la que la humanidad<br />

progrese en conjunto y es difícil no pensar<br />

que pronto terminaremos en una guerra<br />

instada por el color de una bandera o la<br />

teoría de una única raza altiva e impoluta<br />

que, no obstante, esparce su doctrina<br />

celestial arrancando cabezas con espadas<br />

y cuchillos. Con la caída del muro de<br />

Berlín y la desaparición de la Unión<br />

Soviética, el mundo vivió la confirmación<br />

de que el discurso revolucionario no<br />

conseguiría más que arruinar a la<br />

humanidad y perdió su última esperanza<br />

de equidad social con el triunfo definitivo<br />

del capitalismo que, para algunos, supuso<br />

el fin de los confrontamientos ideológicos<br />

hasta que el interminable conflicto<br />

armado en Colombia, la intervención<br />

americana y europea en medio oriente,<br />

la sanguinaria guerra civil Siria, la guerra<br />

civil en Ucrania, las guerras residuales<br />

de la antigua Yugoslavia... terminaron<br />

por confirmar la pérdida de la identidad<br />

del hombre moderno: un hombre que<br />

ya no puede creer en nada: un hombre<br />

devastado: un hombre absolutamente solo.<br />

Y, como en la metáfora de la propiedad<br />

de los líquidos de Bauman, un ser humano<br />

sin principios ni creencias de ningún tipo,<br />

sin culto, sin objetivos, sin ningún sólido<br />

del cual asirse y, por consiguiente, sin<br />

ningún ideal que lo impulse como conjunto<br />

hacia la búsqueda de nada y, en su lugar,<br />

un ser humano maleable, fácil de torcer<br />

y manipular que -aunque parecería que<br />

en tamaña libertad de no tener amarras<br />

encontraría una ventaja para expresarse<br />

de manera auténtica o emprender una<br />

gran búsqueda personal- se ha convertido<br />

en la “indefinición” de una especie total,<br />

en una generación que se ve enardecida


27<br />

por subculturas superficiales y mediocres<br />

en donde el mercado marca las pautas<br />

de conducta y es el capitalismo quien<br />

controla el alcance y la expansión de<br />

las mismas: o es gamer, o es otaku, o es<br />

fanboy, o viste Nike, o viste Adidas, o<br />

es hincha o es pronada o protodo... Un<br />

hombre posmoderno que, tras darse<br />

cuenta que todos los proyectos de la edad<br />

moderna son una mera basura persuasiva<br />

o, en mejor de los casos, imperfectos o<br />

interminables, ha decidido desdoblarse<br />

para convertirse en su propio germen y<br />

permisivo juez como lo anticipó Albert<br />

Camus en su Extranjero y lo comprime<br />

Mario Vargas Llosa:<br />

o, por lo menos, a la gran mayoría. Por el<br />

contrario, parecería que, en innumerables<br />

casos, apenas obtenidas, aquellas<br />

libertades se traducían en conductas<br />

que las abarataban y trivializaban, y en<br />

nuevas formas de conformismo entre los<br />

afortunados beneficiarios.<br />

<strong>No</strong> hay duda de que la civilización<br />

occidental ha derribado muchas barreras<br />

indispensables y es hoy más libre, menos<br />

opresiva, en lo referente al sexo, la<br />

condición de la mujer, las costumbres en<br />

general, que la que (tal vez) hizo cortar la<br />

cabeza a Meursault. Pero, al mismo tiempo,<br />

no se puede decir que esa libertad<br />

conquistada en distintos órdenes se haya<br />

traducido en una mejora sensible de la<br />

Por ello:<br />

El extranjero, como otras buenas novelas,<br />

se adelantó a su época, anticipando la<br />

deprimente imagen de un hombre al que<br />

la libertad que ejercita no lo engrandece<br />

moral o culturalmente; más bien, lo<br />

desespiritualiza y priva de solidaridad, de<br />

entusiasmo, de ambición, y lo torna pasivo,<br />

rutinario e instintivo en un grado poco<br />

menos que animal.<br />

calidad de la vida, en un enriquecimiento<br />

de la cultura que llega a todo el mundo,<br />

Sí, el hombre posmoderno es moral y


28<br />

culturalmente -contrario a lo que suele<br />

creer y multiplicar de sí mismo por<br />

que quiere ponerse al mando y legislar<br />

desde el odio o el resentimiento.<br />

redes sociales- más pobre que nunca. Y,<br />

aunque el catolicismo o las ideologías<br />

comunistas resultaron verdaderas trabas<br />

y enfermedades para el desarrollo del<br />

libre pensamiento o el ejercicio mismo de<br />

la libertad, nadie puede negar que estas<br />

formas de concebir e interactuar con el<br />

mundo sí poseían un objetivo colectivo<br />

y puntual, una línea de pensamiento que<br />

invitó a cientos a resguardarse no solo<br />

como parte de algo sino como especie<br />

en el momento en el que se necesitaron<br />

Sin embargo, aunque también yo<br />

esté dado a pensar y actuar como un<br />

posmoderno -sin cultos o ideologías<br />

lineales además de encontrarme en<br />

un país globalizado y barbarizado por<br />

el blanqueamiento irrefrenable de sus<br />

costumbres más autóctonas-, tras mi<br />

lectura de Patria o Muerte he descubierto<br />

que el “ateísmo conceptual” del hombre<br />

contemporáneo parece no estar del todo<br />

completo ni totalmente realizado.<br />

respuestas o la marea subió a niveles<br />

inmanejables. En consecuencia, resulta<br />

imposible hablar de una institución o un<br />

modelo social en el que el ser humano<br />

Así, en 2015 Alberto Barrera Tyszka gana<br />

el premio Tusquets de novela por una<br />

obra enmarcada en uno de los puntos de<br />

de nuestros tiempos<br />

pueda ser encasillado<br />

o superpuesto como un<br />

todo y resulta imposible<br />

creer que puede surgir un<br />

colectivo que empalme<br />

todas las luchas como<br />

“la lucha misma del ser<br />

humano por crecer y<br />

transformar” y no la lucha<br />

de un minúsculo sector


29<br />

inflexión de la crisis venezolana actual<br />

-la muerte de Hugo Chávez- en la que se<br />

entremezclan situaciones y personajes<br />

cotidianos cuyo vínculo principal no<br />

es solo la política venezolana sino, por<br />

su misma cotidianidad, un estado<br />

de miedo, pánico y especulación<br />

suscitados por el embate desmesurado<br />

y constante de un país que se cae a<br />

todas horas por televisión aunque<br />

la gente no salga nunca de su<br />

casa para comprobarlo. De<br />

esa manera María, en Patria<br />

o Muerte, es una niña de nueve<br />

años que debe vivir en una especie<br />

de enclaustramiento o casa por cárcel<br />

como respuesta a la incapacidad<br />

que tiene su madre para ejecutar y<br />

conducir el miedo que le produce el<br />

televisor que nunca apaga y que la ahoga<br />

con noticias interminables de asaltos,<br />

asesinatos, protestas, desapariciones,<br />

violaciones... de una sociedad enferma y<br />

conflictiva que en la televisión -en lugar<br />

de encontrar un espacio para la resolución<br />

de los conflictos o el análisis serio o sin<br />

reproducción grotesca del pánico y la<br />

paranoia con el único objeto de vender y<br />

mantenerse activo. Ergo, ante la necesidad<br />

de buscar amigos, María resulta tras la<br />

pantalla de un ordenador como única<br />

posibilidad de interacción con la<br />

gente aún cuando, en el espacio<br />

restringido de las redes sociales, no<br />

posea un vínculo real con el “otro”.<br />

Así, con un brote de pánico<br />

que infecta todos los hogares<br />

y que no se calla nunca, nos<br />

encontramos con la puesta en<br />

escena de una enfermedad general<br />

que transforma nuestras conductas<br />

no solo sociales sino también<br />

naturales -salir, conocer, interactuar,<br />

buscar, respirar- para ponernos tras<br />

barrotes voluntarios y entender el<br />

porqué de una generación que,<br />

gracias al único profeta que queda en<br />

nuestros tiempos: la televisión, prefiere<br />

la estabilidad de las cuatro paredes y,<br />

en consecuencia, prefiere evitar hasta la<br />

posibilidad de constatar o preguntarse si<br />

todo lo que sale tras la pantalla es real.<br />

parcializar de la problemática- ejemplifica<br />

la figura de un ojo morboso que se<br />

jacta y se llena solo en la exposición y<br />

Como resultado, mientras Hugo Chávez<br />

muere de manera dilatada y voraz, no


30<br />

existe forma de que nadie salga a la<br />

calle a exigir información directa ni<br />

fragmentada de la situación médica del<br />

mandatario, sino que todos se someten<br />

a que sea la dictadura de la televisión<br />

quien, un día, decida contarles la verdad y<br />

les facilite o les indique una nueva forma<br />

de comportamiento: abarrotar las calles<br />

ante la muerte de un símbolo nacional<br />

irrecuperable, o guardar silencio y no<br />

decir nunca nada ante ningún abuso, por<br />

ejemplo.<br />

gracias a su incapacidad de mentir -a su<br />

obligación de informar en todo lugar y<br />

momento- y una seriedad auténtica con la<br />

verdad y la bendita divulgación, seguro,<br />

pronto, se atreverá a montar una versión<br />

de La Guerra de los Mundos que hará<br />

que la gente se eche a las calles y pierda<br />

la cabeza creyendo que nos invaden los<br />

alienígenas, mientras las comisarías de<br />

policía y las redacciones de noticias se<br />

bloquean por las llamadas de televidentes<br />

aterrorizados y desesperados que, aunque<br />

no escuchan ningún estallido de bomba<br />

De esta forma, aunque el hombre<br />

contemporáneo parece actuar sin fe ni<br />

creencia alguna dudando hasta de su<br />

propia sombra; el pleno auge, cuidado y<br />

necesaria reproducción de la información<br />

ni ven el cielo centellear, están seguros<br />

que el mundo se cae a pedazos por los<br />

ataques con gas de los marcianos simple y,<br />

llanamente, porque lo están viendo en su<br />

televisor.<br />

su época lo ha sumido a vivir en el<br />

régimen dialéctico de un gran hermano<br />

que no pretende vigilar para modificar<br />

controlar, sino que, contrario a lo que se<br />

ha esperado gracias a Orwell, prefiere<br />

divulgar, gritarlo: abrir sus fauces en<br />

cubrimientos especiales de 24 horas,<br />

abrir su ojo omnisciente para asegurar<br />

su presencia total, su capacidad para<br />

llegar a todos y fungir como un Dios: el<br />

Dios que todo lo ve y que todo lo cuenta;<br />

el único Dios de la posmodernidad que,


31


32<br />

Tras 2400 años aproximadamente de la aparición de la Republica de Platón y<br />

respectivamente la alegoría a la caverna, se actualiza a través de la <strong>Internet</strong><br />

esta representación de los dogmas, las falacias y el complejo proceso de<br />

la construcción de la realidad. Puesto que, vivimos inmersos en una realidad<br />

construida a partir de hipervínculos, los cuales a su vez son productos de la<br />

predicción de estados de ánimo auspiciados por procesamiento de información<br />

personal entre otras cosas, para hacer cada vez menos probable que un usuario o<br />

consumidor prefiera levantar la vista de su celular.<br />

El panorama parece un panóptico cuya infraestructura es invisible para quienes<br />

están inmersos en ella, de la misma manera que la percepción de la realidad<br />

esta vedada para los prisioneros de los que hablaba Platón, quienes atados a<br />

las extremidades y cuello conferían a las sombras que veían proyectarse contra<br />

la pared el significado de la realidad. Pues bien, no es tan risible pensar que<br />

semejante escenario se traslada a este momento de la historia. Ya que cada día


33<br />

hay más Fake News, opiniones sesgadas,<br />

y falacias circulando en la red que panes<br />

en los barrios.<br />

apenas consumimos una fracción de<br />

la realidad, cómo podemos decir:<br />

“Yo tengo la razón” cuando hacemos<br />

oídos sordos a las otras gamas de<br />

Consumimos indiscriminadamente<br />

una sección de la realidad, la cual<br />

pensamientos y argumentos que<br />

constituyen una discusión.<br />

nos es vaticinada conforme nuestros<br />

likes, nuestro tiempo de consumo en<br />

cada publicación, nuestro movimiento<br />

ocular y también conforme al rechazo<br />

o desaprobación que le propiciemos a<br />

ciertas fotos, memes, noticias, opiniones<br />

etc. De esa manera, el negocio de la<br />

adicción es tan fácil de describir: si<br />

te gusta el helado de vainilla y sueles<br />

rechazar el de brownie con pasas, el<br />

heladero siempre te ofrecerá lo que<br />

quieres consumir, por ende la palabra<br />

pasas, ni siquiera se cruzará por su<br />

mente.<br />

Desconocer los aportes de la<br />

<strong>Internet</strong> será una opinión cerrada<br />

tan grande que habría que enlistarla<br />

en el mismo cuadro de deshonor de<br />

comportamientos injustos del que<br />

hace poco hacía mención. El acceso<br />

a la cantidad de información es tan<br />

estimulante que cualquier ingenuo<br />

creería obsoletas las bibliotecas,<br />

además las redes sociales y su modelo<br />

de negocio han configurado nuevas<br />

dinámicas de interacción en la que<br />

no sólo mis dos mejores amigos me<br />

dicen lo que piensan de mí, sino que<br />

En consecuencia, nuestra realidad,<br />

y el gran tiempo que invertimos en<br />

construirla a través de las redes y la<br />

internet es tan limitada que asusta, puesto<br />

que si siempre consumimos el color<br />

rojo nuestra capacidad de contraste se<br />

verá comprometida, como pretendemos<br />

dar una opinión real y objetiva, cuando<br />

ahora en menos de nada y sin mayor<br />

impedimento a un Tweet como: “2 + 2<br />

= Triángulo” puede ser apoyado por<br />

miles de personas, podrán comentarlo<br />

personas en otras partes del mundo,<br />

podrá ser erigido como un lema y hasta<br />

ser por completo censurado. Pero en<br />

definitiva el alcance del conocimiento


34<br />

y de la interacción con los otros a<br />

lugares antes inusitados genera un<br />

gran placer para seguir siendo parte<br />

de esta realidad virtual.<br />

En cuanto al uso de las TICS, la<br />

responsabilidad, la educación virtual<br />

e incluso una moral de la internet hay<br />

mucho que aprender y más aun en<br />

el tercer mundo cuando semejante<br />

herramienta de consumo de<br />

divulgación científica en los formatos<br />

más didácticos que ha tenido la<br />

humanidad se ve mermado por<br />

pasar tiempo escribiendo opiniones<br />

sesgadas en cualquier red y su<br />

correspondiente retroalimentación.<br />

Atacar el medio aun con todas sus<br />

cuestionables prácticas es igual de<br />

importante como concientizar sobre<br />

su uso.


35


36<br />

Celebrado por Unamuno, Neruda y Jiménez, este, al que<br />

llaman poeta entre el Dante y Shelley, es el padre del<br />

vapuleado y celebrado modernismo latinoamericano.<br />

Yo, hijo predilecto de la luna que como nadie ha sentido<br />

su paso: bogotano selecto y electo entre el público mesa<br />

y los brutos. <strong>No</strong>ble, ahogado por nimiedades de deudas<br />

mezquinas y derechos de intelectual cuya descripción se<br />

resiste al encanto y, por otro lado, a la vaguedad intrínseca<br />

de las palabras.... Entre Schiller y la Bashkirtseff, entre<br />

Baudelaire y Rimbaud, Bienventurado soy porque tengo<br />

hambre y sed y en ellos me soy harto, paliativo lenitivo de las<br />

incomprensiones de críticos intransigentes carcomidos por<br />

la desidia y la torpeza. Nacido en sagitario, aunque defensor<br />

acérrimo del racionalismo del mal siglo que ha arrastrado<br />

al Goethe, príncipe de los poetas, en el desprecio por lo<br />

humano y el dolor de la vida raíz de las torturas del análisis y<br />

la crisis simplona de las teorías sin valores... de la crisis de las<br />

pérdidas en la tierra glacial del suicidio:


37<br />

¡Poeta!, ¡di paso<br />

los furtivos besos!...<br />

¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía<br />

allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía<br />

Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,<br />

una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,<br />

el contacto furtivo de tus labios de seda...<br />

La selva negra y mística fue la alcoba sombría...<br />

En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...<br />

Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,<br />

entre las nieblas pálidas la luna aparecía...<br />

¡Poeta, di paso<br />

los íntimos besos!<br />

¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!<br />

En señorial alcoba, do la tapicería<br />

amortiguaba el ruido con sus hilos espesos<br />

desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;<br />

tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,<br />

tus cabellos dorados y tu melancolía<br />

tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...<br />

Apenas alumbraba la lámpara sombría<br />

los desteñidos hilos de la tapicería.<br />

¡Poeta, di paso<br />

el último beso!


38<br />

¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!<br />

El ataúd heráldico en el salón yacía,<br />

mi oído fatigado por vigilias y excesos,<br />

sintió como a distancia los monótonos rezos!<br />

Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda,<br />

la llama de los cirios temblaba y se movía,<br />

perfumaba la atmósfera un olor de reseda,<br />

un crucifijo pálido los brazos extendía<br />

y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!<br />

La gente se aprovecha de la muerte y me vilipendia por<br />

Elvira y algunos pesos, por los manuscritos hundidos por<br />

la indecisión y la terquedad, por mi padre y su herencia<br />

de falsa bonanza e hipocresía, por el futuro silencioso<br />

en el Cementerio Central mientras trepa la maleza y<br />

construye un fuerte el olvido. Hasta que enfermé una<br />

aciaga noche de mayo infausto, luego de visitar al médico<br />

y pedirle, amablemente, me indicase el lugar exacto en<br />

el que se encontraba mi corazón para dispararme y morir<br />

en buena lid.<br />

El médico:<br />

—Eso es cuestión de régimen: camine<br />

de mañanita; duerma largo, báñese;<br />

beba bien; coma bien; cuídese mucho,<br />

¡Lo que usted tiene es hambre!...


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40<br />

Dennō Coil es un anime del estudio<br />

Madhouse transmitido en el 2007,<br />

cuenta con 26 episodios y maneja<br />

una temática de ciencia ficción. El mundo<br />

de esta serie se hubica en un futuro donde<br />

el mundo real y virtual se entremezclan a<br />

través de unos dispositivos con forma de<br />

gafas. Es decir, cuando un personaje se<br />

pone dichas gafas puede visualizar el mundo<br />

virtual superpuesto sobre el mundo real. En<br />

2026, once años después de la introducción<br />

de las gafas y visores de realidad aumentada<br />

conectados a <strong>Internet</strong>, Yūko Okonogi se<br />

traslada con su familia a la ciudad de Daikoku,<br />

el centro tecnológico del emergente mundo<br />

medio virtual. Yūko se une a la “agencia de<br />

investigación” de su abuela, compuesta por<br />

cambia con la intencionalidad del autor de mostrar<br />

no el peligro del internet y la tecnología, como por<br />

ejemplo en Matrix donde vamos a ser dominados<br />

por la misma, sino que muestra el problema de la<br />

humanidad dándole demasiada importancia a la<br />

tecnología llegando a los extremos, esto implica<br />

que como todo en la vida, que los excesos son<br />

dañinos. Este tipo de crítica, aunque no debería<br />

serlo, es fresca porque le quita ese símbolo<br />

satanista al <strong>Internet</strong> y sus derivados y nos enfrenta<br />

a los humanos como el problema. Es muy normal<br />

acusar a las redes sociales, los video juegos y<br />

aplicaciones junto con las cabezas que están<br />

detrás de estos sistemas de aprovecharse de las<br />

debilidades de adolescentes y estados mentales<br />

de adultos para lucrar, pero ¿Quienes les dan ese<br />

poder a estos monstruos?<br />

niños equipados con herramientas virtuales.<br />

A medida que su investigación aparece en<br />

la creciente evidencia de niños que han sido<br />

llevados al misterioso “otro lado” de la realidad,<br />

se encuentran enredados en una conspiración<br />

para descubrir la verdadera y peligrosa<br />

naturaleza e historia de la nueva tecnología.<br />

Por otro lado, la serie maneja los arquetipos<br />

de una obra de ciencia ficción de una manera<br />

espectacular como por ejemplo el uso de una<br />

nueva tecnología que tiene el potencial de<br />

comerse a la humanidad, al punto que se vuelve<br />

parte de la cotidianidad. Como buena historia<br />

de ciencia ficción lo que hace es retratarnos con<br />

A primera vista, Dennō Coil no es más que<br />

una serie genérica, con los clichés que han<br />

arrastrado muchas series de ciencia ficción<br />

desde la creación del <strong>Internet</strong>, pero todo<br />

una nueva herramienta o situación a la que la<br />

humanidad se tiene que enfrentar. Para hacer<br />

esto posible usa un recurso narrativo muy bueno<br />

que son las gafas o dispositivo para visualizar


41<br />

la <strong>Internet</strong> superpuesta en la realidad. Este<br />

instrumento marca la delgada línea que divide<br />

estos dos mundos y nos hace creer que todo<br />

es muy serio e importante. Por ejemplo, en este<br />

mundo se puede tener mascotas, dispararse con<br />

armas virtuales, crear materiales y a medida que<br />

la serie avanza se ve un entorno completamente<br />

peligroso, pero al momento de quitarse estas<br />

gafas solo quedan niños comunes y corrientes<br />

cobijados por las leyes naturales que nos<br />

mueven a todos en este mundo, es una movida<br />

fantástica porque nos demuestra que somos<br />

y verosímiles. Me hace recordar la niñez y<br />

como yo jugaba con mis amigos mientras la<br />

imaginación nos absorbía al punto de que en<br />

estos juegos todo nos parecía real, poderse<br />

identificar así implica que esta muy bien<br />

escritas las situaciones y los personajes al<br />

punto de ser creaciones muy reales. y por<br />

último es una historia policiaca decente con<br />

un enigma algo predecible pero que gracias<br />

al entorno esta muy bien llevado para que el<br />

espectador este ansioso por saber que va a<br />

pasar a continuación.<br />

nosotros los que nos metemos en el mundo<br />

y que no deberíamos dejarnos llevar por el y<br />

ese debería ser el principio de toda actividad<br />

humana y responsable.<br />

En cuanto al apartado técnico, se ve que se<br />

hizo un gran trabajo en cuanto a animaciones<br />

ya que son muy fluidas y coherentes con el<br />

setting manejado, aunque no todos los planos<br />

Aparte de ser una buena historia de ciencia<br />

ficción, es una buena historia como tal, con<br />

personajes y contextos muy bien definidos<br />

son importantes y considero que mas de una<br />

escena es alargada sin sentido, en la mayoría<br />

es una obra visualmente hermosa, donde se<br />

manejan tonos sepias para evocar una época<br />

más tranquila y oscuros con imágenes de<br />

bugs visuales (de los que aparecen en las<br />

pantallas como basura visual) para crear una<br />

simbiosis en la imagen que no desentona<br />

y hace sentir a los que la ven en un futuro<br />

cercano y creíble.


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