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83. Tartana 2019-2020

Revista escolar. Salesianos Ibi

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Desde que el ser humano pisa la tierra el

juego ha estado presente en sus ires i venires,

en cualquier lugar, a cualquier momento y fuera

cual fuera la edad. Sabemos que se practica en

solitario o en grupo, pero en esta ocasión nos

centraremos en los beneficios de compartir este

“mágico” momento con los demás. Y es que

jugar es crear un momento en el que nuestros

cinco sentidos se van a abrir al mismo tiempo

para perseguir un objetivo que seguramente

nos resultará atractivo, motivador y divertido,

que posiblemente compartiremos con otros

participantes y que de forma simplificada

refleja situaciones que vivimos a lo largo de

nuestra vida y cómo nos enfrentamos a ellas.

Fomentar el juego en niños y adultos es

aumentar las probabilidades de aprender

valiosas enseñanzas para todos. Hoy os

resumimos algunas de las razones que justifican

lo que acabamos de exponer:

Es motivador y divertido

Esta es una de sus principales

características. Jugar es divertido y una persona

que se divierte está motivada, atenta y

dispuesta a dar todo su potencial en la actividad

que está realizando. Esto multiplica los efectos

de aprendizaje que se obtienen, potencia el

desarrollo de la inteligencia y la creatividad y

aporta seguridad al individuo conforme este se

siente dominador de la tarea que se realiza.

Seguir las normas nos iguala a los demás y

nos socializa

Un entorno estructurado nos estructura,

nos ordena la mente. Y este orden es

beneficioso pues facilita la comprensión de la

realidad, creando habilidades para entender las

situaciones y mejorar nuestras actuaciones.

Para jugar es necesario seguir algunas

normas, y esas normas suelen ser iguales para

todos. Este punto de partida obliga a los

jugadores a ver al otro como un igual, en

idénticas condiciones. Se trata de uno de los

elementos inclusivos más fiables, es decir, todos

somos iguales ante los juegos con

independencia de edad, sexo, color de piel o

condición personal (Como tendría que ser en la

vida real, ¿no?).

En este marco de igualdad se trabajan

conductas de respeto y aceptación así como

colaboración y una competencia respetuosa

entre los jugadores. Además, hay que practicar

un respeto por las normas de inicio a fin del

juego. Hacer trampas no solo está mal visto sino

que suele invalidar el mismo juego. Una

enseñanza valiosa para el mundo real.

Jugando aprendemos a respetar a los

demás, tanto si ganamos como si perdemos.

Generamos estrategias de equipo para

conseguir los objetivos y esto produce el

desarrollo de habilidades de planificación y

creatividad.

Pone en marcha las emociones y permite

comprender las de los demás

Es fácil pasar por muchos estados de

ánimo cuando se juega; desde la frustración

hasta la euforia. Jugando aprendemos que no es

malo sentirnos de uno u otro modo si

canalizamos cualquier emoción para que nos


beneficie o no llegue a perjudicarnos en exceso. Aprendemos autocontrol, gestión del estado de ánimo,

tolerancia a la frustración e incluso una mejora en nuestra gestión del estrés.

Y todo este valioso potencial también lo aprendemos respecto a nuestros compañeros de juego,

pues observamos cómo juegan y reaccionan. Podemos empatizar con ellos y entender sus decisiones e

incluso es fácil actuar como apoyo y ayuda de forma solidaria o buscando el objetivo común.

Mejora la comunicación

En todo este proceso es necesario hacernos entender, por ello resulta tan beneficioso para

favorecer la comunicación entre las personas, tanto la verbal como la no verbal. Pues según sea el juego

una mirada o un sutil gesto puede suponer una gran acción.

Demos importancia al proceso y no al resultado

Todos conocemos a quienes no se toman muy bien perder en los juegos. Se trata de una buena

oportunidad para dar importancia al proceso de jugar y no al resultado final. Exprimir el momento y sacar

los beneficios de divertirnos y aprender jugando se gane o se pierda. Muy parecido, por ejemplo, al

mundo académico en el que tanto hincapié hacemos en la importancia de trabajar el proceso de estudio y

aprendizaje y no centrarnos únicamente en los resultados.

Vivimos como jugamos, jugamos como vivimos. Juguemos de un modo sano, saludable, respetuoso

y apasionado y seguramente veremos cómo estas actitudes se trasladan a nuestra vida. Y si educamos a

nuestros hijos en estas claves, posiblemente mañana tengamos mejores jugadores y, por tanto, mejores

“vividores” para este mundo.
























pueblo.

En este curso 2.019/20, 1º y 2º de primaria decidimos visitar el mercado de abastos de nuestro

Queríamos vivir en primera persona aquello de “Ir a la compra”, después de estudiar el uso del

dinero, los alimentos, el proceso de la llegada de la comida y otros productos hasta nuestra casa, desde

que se cultivan, crían, etc…

Así que el día 19 - 2 -20 nos encaminamos hacia el mercado con nuestra lista de lo que íbamos a

comprar, una cesta y un monedero con unas cuantas monedas.

En los puestos del mercado encontramos gran variedad de estupendos alimentos, con mucho

colorido, formas y olores que nos hicieron salivar de tan rico como se veía todo.

Después de comprar siguiendo nuestra lista, de pagar con el dinero que habíamos preparado,

guardar la compra, sentirnos mayores y ser tentados por tantas exquisiteces, nos dimos cuenta que una

de las cosas más importantes de la experiencia era el valor humano que vimos, por lo bien acogidos y el

buen trato que recibimos de todas las personas que trabajan allí. Por lo que decimos: “Papás, mamás y

seños, queremos volver al mercado”.

















































¡








“Un grupo especial, con un final… diferente”

¡Buen camino!


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