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ESCUCHA CON LO SOJOS Y MIRA CON LOS OIDOS

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Todo esto podría explicar por qué

las canciones que escuchamos

durante cierto periodo se vuelven

tan memorables y queridas, por

que están arraigadas a recuerdos,

vivencias y aventuras; lo que nuestro

cerebro puede asocias a ciertos

tipos de géneros musicales.

Cuando se habla de música pop se

hace referencia a un viaje constante

de búsquedas de raíces de

origen y efervescencia juvenil; el

blues es ese escenario dramático

en el cual no solo se interpretan

sentimientos tristes y melancólicos

si no que es una reivindicación de

los afroamericanos en Estados

Unidos con el fin de romper las

cadenas de la opresión y la marginación

impuestas por los traficantes

europeos y racistas blancos en

el siglo XXI; el punk se caracterizó

por ser la rebelión y la anarquía

contra la opresión en los años

setenta. Esto deja al descubierto

que la música implica hablar de

emociones que siempre encuentra

referentes anclados a la memoria

de las personas.

La Dopamina, serotonina y oxitocina

son sustancias que se liberan

en el cerebro cuando se escucha

música al igual que cuando se

prueba un alimento que es agradable

o cuando se ve una película

que impacta de alguna manera el

interior de los sentimientos de

una persona. Estas reacciones

químicas son un proceso común

y corriente que sucede en todas

las personas sin acepciones. La

música esta creada específicamente

para que le sean añadidas

memorias, recuerdos, sentimientos

del pasado o emociones por

venir.

A lo que se puede llamar las canciones

de la adolescencia se liga a

las emociones o recuerdos profundos

del cerebro, lo cual deja al

descubierto que es imposible

librarse de las percepciones que

tengamos de ciertos géneros

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