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ZONAN<br />
última<br />
página<br />
Daniela Cruz Gil<br />
Escritora y periodista, amante de la<br />
cultura y el café. / Fotos: iStock<br />
El día<br />
más largo<br />
No lo sabes hasta que han<br />
pasado varios calenda<br />
rios, con sus tiempos de<br />
frío y calor, algunos huracanes<br />
y todas las temporadas de nos<br />
talgia. Es en el "después" donde<br />
asumes que tu vida se partió en<br />
dos, con la misma fuerza de un<br />
rayo en la tarde nublada. Tal<br />
vez el Gabo lo hubiera escrito<br />
así: El día en que iba a morir,<br />
mi padre ya no podía respirar<br />
mucho.<br />
La memoria se pone creativa y<br />
te trae todos los tráilers del ayer:<br />
con todas las risas, los chistes<br />
malos, los besos, las cargadas<br />
a pie, los viajes por carretera,<br />
la complicidad de un quipe,<br />
el brillo en los ojos cuando te<br />
graduaste en el Aula Magna,<br />
el alivio de verlo sobrevivir a<br />
docenas de crisis cardíacas,<br />
la mano que te sostuvo en tu<br />
primer desamor y todas las fotos<br />
que has visto y volverás a ver en<br />
los álbumes familiares. Mientras<br />
subes y bajas escaleras, entras y<br />
sales de ascensores durante cua<br />
tro días que terminan en un final<br />
que te han anunciado ya.<br />
Sin embargo, nadie te ha dado<br />
el guión para El Día Más Largo:<br />
que inicia mientras cabeceas el<br />
trasnoche repetido en el sillón de<br />
al lado; sigue con las llamadas<br />
para avisar lo que aún no pue<br />
des digerir; se prolonga en un<br />
día de muchos abrazos e incon<br />
tables lágrimas; continúa un<br />
poco más en un atardecer amar<br />
go, con la sala vacía; y parece<br />
terminar cuando, por cansancio,<br />
tus ojos se obligan a sí mismos a<br />
cerrarse porque ya tú no le das<br />
órdenes al cuerpo.<br />
La sentencia del médico te había<br />
preparado para eso que llaman<br />
"lo peor". Pero solo es la ante<br />
sala: lo peor no es la muerte, ni<br />
siquiera la despedida del cuerpo<br />
físico. Lo peor es el décimo día<br />
y los que siguen. Cuando te toca<br />
volver a las rutinas, construir<br />
de nuevo la cotidianidad. O<br />
como dije una vez: "A pesar<br />
de las ausencias, las lágrimas y<br />
los viajes truncos. Con el sueño<br />
escaso y las mañanas amargas.<br />
Lloviendo en seco la habitación<br />
oscura. Sin las pequeñas guerras<br />
y los caminos cerrados. Sin la<br />
piedra, sin la cruz, ni la made<br />
ra. Con el rojo en cuatro gomas,<br />
prohibido y censurado. Con<br />
el hueco eterno en la espalda.<br />
Con la sonrisa gastada. Hay<br />
que ponerse en pie, continuar la<br />
marcha y regresar desde la nos<br />
talgia. Seguir viviendo".