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Los mitos del bicentenario<br />

Daniel Salinas Basave<br />

danielobasave74@gmail.com<br />

Un año chejoviano<br />

El autor es periodista y ganador del premio<br />

Estatal de Literatura, categoría Ensayo.<br />

El 23 ha sido un año chejoviano.<br />

Tal vez fue una providencial<br />

relectura de Tres rosas amarillas<br />

de Carver, pero el caso es<br />

que en este tiempo convulso me ha entrado<br />

el amor por Antón y me he entregado<br />

a una desordenada lectura de sus<br />

notas y relatos. Ahora en la Filomena<br />

me ha salido al paso esta breve y puntual<br />

biografía escrita por Natalia Ginzburg<br />

que me hace querer aún más a este<br />

médico cuentista y teatrero. Creo recordar<br />

que empecé a entrarle a Chéjov<br />

luego de leer La Tumba de José Agustín<br />

(recuerden que en las primeras páginas<br />

del relato, a Gabriel Guía lo acusan de<br />

haberse plagiado un cuento del ruso).<br />

¿Por qué me cae bien Chéjov? Tal vez<br />

por austero. Por poco grandilocuente y<br />

pretencioso, porque jamás se sintió genial.<br />

No fue un dandi como Pushkin ni<br />

un místico como Tolstói. Sus personajes<br />

no arrastran los desgarros ontológicos<br />

ni los dilemas existenciales propios<br />

de un Dostoievski. No era un eslavófilo<br />

ortodoxo como Gógol, pero aunque<br />

creía en el progreso y la transformación<br />

social, tampoco llegó a ser un marxista<br />

como Gorki.<br />

Chéjov era un médico de la clase media<br />

baja, tirándole a pobre, que le batallaba<br />

horrores para sacar adelante a<br />

su familia. No tuvo hijos, pero debió<br />

cargar a cuestas con su fracasado padre<br />

golpeador, con su apocada y disfuncional<br />

madre y con sus hermanos alcohólicos.<br />

“La medicina es mi legítima esposa y<br />

la literatura mi amante”, solía decir el<br />

empedernido soltero de Chéjov, que<br />

solo estuvo casado los últimos tres años<br />

de su vida con una actriz que se la pasaba<br />

de gira y con la que apenas hizo<br />

vida en común. En cualquier caso, para<br />

Chéjov la literatura no era (al menos no<br />

en un principio) una amante para fugas<br />

hedonistas o desdoblamientos de catarsis<br />

artísticas, sino una herramienta<br />

para completar el chivo.<br />

Antón escribía para echarle morralla<br />

al cochinito y poder llegar a fin de mes.<br />

Mandaba cuentos firmados con seudónimo<br />

a revistas donde le imponían<br />

límite de palabras y lineamientos de<br />

lenguaje además de censurarle temas<br />

incómodos para el zarismo. Un obrero<br />

de la escritura que como muchos<br />

de nosotros se ponía el overol y sacaba<br />

la chamba tirando fuerte del arado.<br />

No imagino a Chéjov emprendiendo<br />

una monumental mole de largo aliento<br />

como Guerra y Paz o Los Endemoniados.<br />

En cualquier caso, pese a su austeridad<br />

y su aparente individualismo, Chéjov<br />

tuvo cierta vena filantrópica. Como<br />

médico atendía a cientos de campesinos<br />

pobres sin cobrarles un centavo y<br />

tuvo la iniciativa de construir un hospital<br />

para tuberculosos pobres en Yalta<br />

y una escuela.<br />

Solo en los últimos años de su vida,<br />

cuando ya estaba tuberculoso, conoció<br />

algo parecido al éxito con sus puestas<br />

en escena que lograron llenar teatros en<br />

Moscú, principalmente con La Gaviota.<br />

Para analizarse su mutuamente posesiva<br />

relación con su hermana María.<br />

También su ambivalente y por momentos<br />

pasivo-agresiva relación con Tolstói.<br />

Chéjov, por supuesto, admiraba a<br />

Tolstói, quien le doblaba la edad y era<br />

ya una figura ultra consagrada en Rusia<br />

cuando él empezaba a publicar sus<br />

primeros cuentos, sin embargo le agobiaba<br />

el complejo de profeta de Lev y su<br />

vocación pastoral.<br />

Tolstói, por su parte, llegó a elogiar<br />

algunos cuentos de Chéjov, pero a sus<br />

obras teatrales las consideraba huecas e<br />

intrascendentes.<br />

Una relación un poco más igualitaria<br />

y recíproca fue la que tuvo al final de<br />

su vida con Máximo Gorki. Al igual<br />

que Gógol, Poe, Maupassant, Schwob y<br />

casi todos los grandes cuentistas, Chéjov<br />

se murió joven. La tuberculosis, que<br />

lo torturó en su última década y media<br />

de vida, se lo acabó cargando a los 44<br />

años. Con él se acaba el Siglo de Oro<br />

de la literatura rusa que comenzó con<br />

Pushkin. Acaso Raymond Carver haya<br />

sido su heredero más notable en el Siglo<br />

XX.<br />

09 Jueves 21 de Diciembre 2023 INFOBAJA.INFO

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