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La Voz del Patio - nº 15 - Enero/Marzo 2024

La Voz del Patio es un periódico que elabora un grupo de internos de la prisión de Burgos participantes en un taller didáctico sobre prensa escrita. Editado por la Fundación Caja de Burgos y la Fundación “la Caixa” y avalado por el Centro Penitenciario de Burgos, La Voz del Patio se publica con una periodicidad cuatrimestral, en formato de periódico tabloide a todo color de 24 páginas y una tirada de 7.000 ejemplares. http://lavozdelpatio.es/

La Voz del Patio es un periódico que elabora un grupo de internos de la prisión de Burgos participantes en un taller didáctico sobre prensa escrita.
Editado por la Fundación Caja de Burgos y la Fundación “la Caixa” y avalado por el Centro Penitenciario de Burgos, La Voz del Patio se publica con una periodicidad cuatrimestral, en formato de periódico tabloide a todo color de 24 páginas y una tirada de 7.000 ejemplares.
http://lavozdelpatio.es/

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actualidad en otromundo

M.R.A., que cumplió condena en tres cárceles italianas, en su celda del Centro Penitenciario de Burgos. foto: diego cores

Encerrados

La reciente liberacion de Santiago Sánchez Cogedor de una cárcel de Irán, en la que llevaba preso más de un año, trae a la

actualidad a los casi mil españoles que estaban privados de libertad en el mundo al finalizar 2023, según datos de la Fundación

+34. Tres internos de la prisión de Burgos cuentan sus experiencias en otras cárceles, en concreto las de Aparecida de Goiânia

(Brasil), Bollate (Italia) y Tocorón (Venezuela). Un reportaje de Gregorio Alarcón y Enrique Pérez

Un total de 940 ciudadanos

españoles estaban encarcelados

en prisiones de

otros países al finalizar 2023,

46 más que un año antes, según

datos de la la Fundación +34,

entidad dedicada a la defensa

de los derechos de los presos

españoles en el extranjero y el

asesoramiento y ayuda a sus familiares.

Se trata de la cifra más alta de

los dos últimos años. De todos

los españoles privados de libertad

que cumplen condena en

otros países, 195 se encuentran

en Francia, 129 en Alemania, 103

en Marruecos, 25 en Perú y 19

en Brasil.

Según la misma fuente, siete

de cada diez presos españoles

en cárceles extranjeras cumplen

condenas de unos siete

años de media por su primer

delito, en la mayoría de los casos

por tráfico de drogas (51 por

ciento). Además, casi el 90 por

ciento de los encarcelados son

hombres.

A la circunstancia del alejamiento

hay que añadir las diferentes

legislaciones nacionales,

las frecuentes irregularidades

procesales, las dificultades para

comunicarse con sus familias

y, en muchos casos, situaciones

personales penosas por enfermedad

o carencia de medios

económicos para hacer menos

duras las condiciones de la vida

cotidiana.

Algunos de esos españoles

permanecen en establecimientos

penitenciarios de democracias

occidentales; otros,

en cárceles de países donde el

respeto a los derechos humanos

resulta bastante menos riguroso;

y los hay que sufren un verdadero

infierno en impensables

condiciones de hacinamiento,

insalubridad y desprecio de la

vida humana. La Voz del Patio ha

recabado el testimonio de tres

internos de la prisión de Burgos

que han cumplido anteriormente

condena en centros penitenciarios

de otros países.

Italia M.R.A.

“Allí no existe ningún tipo de salidas”

estuvo en tres

M.R.A. cárceles italianas:

Monza, San Vitorio y Bollate,

esta última considerada como

una de las mejores prisiones del

país transalpino. Tenía una población

reclusa de unas tres mil

personas, que se agrupaban en

celdas de cuatro plazas. “Nos

clasificaban en galerías según el

delito por el que cada cual cumplía

condena. Pasábamos en las

celdas casi todo el día, excepto

dos o tres horas que salíamos a

un patio; la comida no era buena,

pero podíamos comprar por demandadero

una vez a la semana

todo tipo de alimentos y cocinar

en la celda”, señala.

“Allí no existe ningún tipo de

salidas, ni terapéuticas ni programadas,

ni nada que se asimile a lo

«No se permiten

los encuentros

íntimos, solo se

admiten visitas

familiares»

que aplica el sistema penitenciario

español. En cuanto a las visitas,

no son de carácter íntimo, solo

se admiten visitas familiares los

fines de semana en una especie

de cafetería donde varios presos

a la vez podíamos pasar de dos a

tres horas con nuestras familias y

siempre bajo la atenta mirada de la

Policía”, continúa rememorando.

M.R.A. valora el buen trato

recibido y el funcionamiento de

un equipo técnico compuesto

por psicólogo, jurista, trabajador

social y educador. “No existe el

tercer grado en la clasificación,

pero es cierto que el juez de Vigilancia

te redime tres meses

anuales hasta el fin del cumplimiento

de tu condena”.

También guarda buen recuerdo

de la atención sanitaria

en prisión: “Por cualquier urgencia

te sacaban al hospital y

recibíamos Atención Primaria en

una enfermería donde te atendían

rápido; en mi caso, al ser

diabético, me revisaban cuatro

veces al día”.

Tras un año de espera, el

centro penitenciario se puso en

contacto con la Interpol y fue

trasladado a España: “Me sentí

mejor porque estaba más cerca

de la familia”.

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