calzad como

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I,.os primeros que despues dd trlnsito de estas lItalía se
dedicaron á componer Diccionarios, como Juan Crastono, Fa­
'Vorino y Ceratino en quanto al Griego, y Perota, Calepino, Palencia
y Nrbrixa en órden á la Latilúdad , aunque eran hombres
doctos y laboriosos, como les tocó vivir en un siglo en
que apénas empezaba á rayar la luz de las buenas Letras, no
pudiendo tener á mano, ní consultar mas Autores que los
pocos que fa curiosidad iba desenterrando del polvo de los
Monasterios, ó que resucitaba el nuevo m ilagroso arte de la
Imprenta, carecieron de los medios y auxilios necesarios pa­
ra el desempeño de su asunto.
Los segundos, venerando los, rasgos de aquellos primeros
1hestros, se contentaron con hacerles algunas breves adi­
ciones ó suplementos; y así fue poco ó nada lo que llegaron
;1 adelantar en la materia.
Una edad mas risueña y feliz para las Ciencias, facilitó
á los que se siguieron,ya con el estudio de las lenguas, yacon
la freqüentc edicion y correccion de los Autores cllsicos , ya
con la aplicacion á la antigüedad y á ilustrar sus mas preciosos
monumentos, el camino y los medios de adelantar en
este género de trabajo. Enrónces se vieron br orar y florecer
á porfíJ. por todas partes Lexicones y Vocabularios de ambos
idiol1lls , aventajándose á todos los demas los Griegos de
13¡déo , CO/lStlllltino y Henrico Estéjano , y los Latinos de Nizolio,
moleto y rRobcrto Esté(ano. Todas estas obras , sin excc p-