índice - Obras Misionales Pontificias en Venezuela

TEMA 1
II SEMANA: “La Infancia de Paulina”
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ANEXOS
Paulina Jaricot nace el 22 de julio de 1799 en Lyón. Sus padres, Antonio
Jaricot y Juana Lattier son profundamente cristianos. Paulina escribirá más
tarde: «Dichosos quienes reciben de sus padres las primeras semillas de la fe.
Bendito seas, Señor, por haberme dado como padre a un hombre justo, y
como madre a una mujer llena de virtud y de caridad». Cuando Paulina ve la
luz, seis hijos coronan ya la prole familiar.
Paulina era la menor de siete hijos que tuvieron Antonio Jaricot y
Juana Lattier, cuando era muy niña de pocos años tuvo una intuición feliz. A
su hermano Fileas un año mayor que ella, que le hablaba de su deseo de ser
misionero en la China, ella le contestó: “Iré contigo. Cuidaré a los enfermos y
recogeré flores para los altares”. Pero la respuesta de su hermano fue peor
que un balde de agua fría: “¿de que sirve una mujer en las misiones? No
puede montar a caballo, andar sobre los cocodrilos, tigres ni en los camellos”.
“Y entonces, ¿Yo no podré hacer nada por las misiones?” “Sí, contesta el
hermano..., tú podrás rezar por mí y luego recoger dinero para enviármelo a
China para mi actividad misionera”. Los dos siguieron peleando aquél día,
pero quedó una semilla: rezar, trabajar, recoger ayudas para las misiones.
Diez años más tarde la semilla comenzaría a dar frutos.
En el patio de la casa familiar existe un pozo muy hondo y, en una
ocasión en que la madre acaba de sacar un cubo lleno de agua, Paulina, que
cuenta con siete años de edad, manifiesta cierta preocupación: «Dime, mamá,
¿todavía queda agua en el pozo? – Claro que sí, el manantial no disminuye. –
¡Oh! ¡Cuánto me gustaría tener un pozo de oro para poder darlo a todos los
desdichados, y así no quedarían pobres y la gente no lloraría». A la edad de
diez años, la niña ingresa en un internado. «Tuve la desgracia –reconocerá ella
misma– de juntarme con una compañera que, carente del candor y de la
naturalidad propias de la edad, conocía ya los cálculos y los artificios de la
coquetería, y me contaba todas las «conquistas» que creía haber conseguido
en los corazones». Aunque en un principio se siente asustada y turbada,
Paulina siente cómo nace y crece en ella la necesidad de gustar y de ser amada.
Por suerte, cuando se acerca el día de la primera Comunión, se separa de
su problemática compañera: «Jesucristo triunfó entonces en mi corazón –
escribe–, y cuando me enteré de que pronto iba a recibirlo, no pensaba en
otra cosa que en prepararle una morada que no fuera demasiado indigna de
Él».
28 y 29 de Mayo de 2011
4TA SEMANA
“MADRE MÍA SOY TODA TUYA”
INVOCACIÓN INICIAL: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”. Amén.
ORACIÓN DEL JOVEN MISIONERO
DINÁMICA (Dirigirse a la Guía de Dinámicas—Pág. )
COMPARTIR EXPERIENCIAS
TEMA:
I. I.- I. Algo de Historia: “Mi único tesoro es la Cruz”
Para el desarrollo de este tema se recomienda la división de grupos para
realizar un rally misionero (búsqueda del Tesoro escondido) que debe estar
orientado para conseguir las pistas que los llevarán a encontrar un
rompecabezas que tendrá una frase (de Paulina Jaricot), la cual ellos deberán
armar y tratar de descubrir, la cual será “M único Tesoro es La Cruz”, que son
las palabras con las cuales nos identificaremos en esta última semana. Luego
de que cada equipo haya terminado su rompecabezas, estos se reunirán para
trabajar con el tema propuesto (Anexado en la parte final), Estos deben
valerse de su GRAN CREATIVIDAD para presentar de manera diferente (como
propaganda, obra, cartelera, canciones…) la etapa de la vida de Paulina con la
que les corresponda trabajar, Después de que cada equipo realice su
presentación, estos tendrán la visita de nuestra fundadora: Paulina Jaricot (un
(a) coordinador(a) o invitado especial debe prepararse para este papel) quién
estará dispuesta a responder las inquietudes de los participantes.
II. II.- II. Lectio Divina ( (Mt. ( Mt. 6,19 6,19-21): 6,19 21):
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde
ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni
el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
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