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grupos ajenos a los jóvenes en “situación de calle. No hay que desconocer que la<br />
condición de vivir en calle, en si misma, puede producir resultados que no<br />
necesariamente indican una patología, sino más bien, solo la desesperación o la<br />
tristeza del joven por la situación en que se encuentra (Commander, et al, 2003).<br />
Así lo corrobora Zima (1997) al plantear la necesidad de diferenciar<br />
acabadamente las evaluaciones clínicas para determinar si estos síntomas<br />
corresponden a una enfermedad mental o más bien son una reacción al estrés de<br />
estar en situación de calle; un fenómeno temporal; o un problema con el<br />
instrumento de evaluación (Bonnie Zima, et al, 1997)<br />
Las decisiones diagnósticas suelen basarse específicamente en si los<br />
síntomas cumplen con los criterios diagnósticos específicos, avalados<br />
principalmente por el DSM-IV. Para Hsieh y Kirk (2003) ésta practica facilita que<br />
los criterios no consideren el contexto de cada sujeto, y se elaboren diagnósticos<br />
errados, ello muestra los limites del uso de los criterios del DSM independiente de<br />
su contexto social cuando se hacen inferencias sobre la presencia de<br />
enfermedades mentales. Lo que es relevante de estos datos es que los criterios<br />
del DSM no siempre son suficientes para distinguir acertadamente entre las<br />
enfermedades mentales y los problemas vitales que no son enfermedades, y que<br />
se explicitan, en muchos de los comportamientos de adolescentes en situación de<br />
calle (Hsieh y Kirk, 2003).<br />
Características Psicosociales de jóvenes en “situación de calle”<br />
Los niños y jóvenes en situación de calle, producto de su particular<br />
condición de vida, han desarrollado unas igualmente particulares características<br />
psicosociales, es decir, distinciones únicas para este grupo que abarcan tanto la<br />
dimensión psicológica como la dimensión social del sujeto. Algunas de ellas<br />
consignadas por la UNICEF (1990, en Pascual, 2002) son:<br />
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