2010 - Colegio Seminario Padre Alberto Hurtado
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Coordinación de Convivencia escolar<br />
Alianza Familia Escuela<br />
Frente a la pregunta ¿a quién corresponde la<br />
educación de los hijos, a la familia o a la Escuela?,<br />
solemos responder, casi mecánicamente ¡ambas, por<br />
supuesto! Y nos quedamos tan tranquilos…Luego,<br />
escuchamos, demasiado frecuentemente: “¡Esto<br />
debería haberlo aprendido en la casa!... ¡Pensé que<br />
el colegio enseñaba esas cosas!”. Entonces ¿hemos<br />
reflexionado al responder esta interrogante? Si<br />
fuera así, no tendríamos las dificultades que muchas<br />
veces se nos presentan al llamado de un apoderado<br />
para tratar algún problema; o nosotros, como<br />
docentes, de responder frente a ellos. Es, en ese<br />
preciso momento, cuando recién comienza a tener<br />
sentido la palabra alianza: unión, compromiso de<br />
dos personas para un mismo fin.<br />
Tratemos entonces de llegar a un consenso<br />
¿se atreve usted?<br />
Tradicionalmente ha habido una “división de<br />
roles”, otorgándole a la familia el rol de satisfacer<br />
las necesidades biológicas, afectivas y de formación<br />
valórica. A la escuela, en cambio, se le ha considerado<br />
una institución destinada a la satisfacción de<br />
necesidades intelectuales y académicas (Arancibia,<br />
Herrera, Strasser, 1999). Con esta división, se niega<br />
a la familia la posibilidad de ser agentes activos en la<br />
educación académica e intelectual de sus hijos y, a las<br />
escuelas, el enorme potencial formador y socializador<br />
que poseen. Se hace necesario, entonces, ver a ambos<br />
sistemas como aportes para el logro de todas las<br />
dimensiones de la formación integral.<br />
¿Cómo llevarlo a la práctica?<br />
Primero, teniendo presente que existe una misión<br />
compartida: formar integralmente a sus hijos, por<br />
lo tanto nuestros esfuerzos deben dirigirse a ello,<br />
teniendo un discurso, en este sentido, compartido.<br />
Establecer un trabajo conjunto, dejar de lado los<br />
espacios marcados por los enfrentamientos, las críticas<br />
mutuas o las dificultades del alumno como motivo y<br />
temática de los encuentros. El vínculo se establece en<br />
torno a la cooperación, al ocuparse y no preocuparse,<br />
al aprendizaje y el bienestar general del niño.<br />
otorgar a la familia participación, que estén<br />
presentes y que tengan la información necesaria<br />
para que ejerzan su rol.<br />
“un fuego que enciende otros fuegos”<br />
(San <strong>Alberto</strong> <strong>Hurtado</strong>)<br />
Teniendo reuniones, entrevistas, etc., planificadas,<br />
atractivas, flexibles, dinámicas. nuestra meta es<br />
demasiado importante como para dejar algo al azar.<br />
Con estos sencillos pasos, disminuyen los<br />
conflictos, el estrés de “tener que ir al colegio”, las<br />
desvalorizaciones, las atribuciones y culpas cruzadas.<br />
Creamos así un “círculo virtuoso” de cooperaciones<br />
mutuas, en donde importa tanto lo que dice y hace<br />
la familia, como la escuela. Se dará entonces una<br />
responzabilizaciòn y una legitimación mutua, que hará<br />
al niño tener confianza en ambos sistemas, siendo en<br />
suma, una educación coherente y cohesionada.<br />
¿Y qué gano yo?<br />
Los beneficiados con esta alianza : el alumno(mejora<br />
de resultados, reducción de conflictos, actitud positiva<br />
frente al estudio, orgullo por la participación de los<br />
padres, identificación con su colegio, por nombrar solo<br />
algunos); los padres: se convierten en protagonistas,<br />
aumenta su compromiso, mejora relación con los<br />
hijos, mejora la supervisión del desempeño escolar<br />
de los hijos, mejora la relación con los profesores,<br />
etc.; profesores: aumentan su habilidad para solicitar<br />
y entender los puntos de vista de las familias acerca<br />
del progreso de sus hijos y los programas educativos,<br />
mayor apoyo de los padres, se maximizan los recursos<br />
materiales y tiempo, al recibir apoyo, conoce mejor las<br />
expectativa de los padres, etc. Evidentemente que los<br />
beneficios y beneficiados somos todos, incluyendo la<br />
comunidad educativa y la sociedad.<br />
En suma, si realmente queremos producir un cambio<br />
y lograr que los niños, niñas y jóvenes se conviertan en<br />
personas responsables y autónomas el día de mañana,<br />
es necesario que partamos nosotros, padres y madres,<br />
apoderados y profesores, haciéndonos responsables<br />
de lo que nos compete enseñarles hoy, concibiendo a<br />
la otra institución (escuela o familia) como un “socio”<br />
de la alianza para formar y educar.<br />
Lucía Navarrete<br />
Coord. Convivencia 1º Ciclo<br />
Eva Bravo<br />
Coord. Convivencia 2º Ciclo<br />
Para que la educación espiritual, en valores y<br />
habilidades socio-afectivas de nuestros niños, niñas<br />
y jóvenes sea efectiva y realmente significativa para<br />
ellos, es necesario que entre la institución escolar<br />
y la familia exista coherencia y criterios comunes<br />
que no se excluyan ni se invaliden.<br />
Los consensos entre la familia y la institución educativa<br />
se producen a través del diálogo y de la capacidad<br />
de poder ponernos en el lugar del otro, analizando una<br />
misma situación desde distintas perspectivas.<br />
La construcción de una alianza efectiva entre<br />
la escuela y familia para potenciar la educación de<br />
los niños, niñas y jóvenes se debe construir a partir<br />
del diálogo y la resolución de las diferencias que<br />
naturalmente existen.<br />
Cabe entonces otra pregunta<br />
¿somos alianza o no?<br />
(fuente: uC vALorAS)<br />
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Formando Líderes Cristianos