Llibre de Sant Jordi 2005 - Parc de Salut Mar
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Institut Municipal d’Assistència Sanitària<br />
AMISTAD<br />
Ana García Rico<br />
Hospital <strong>de</strong>l <strong>Mar</strong><br />
<strong>Sant</strong> <strong>Jordi</strong> <strong>2005</strong><br />
Supongo que muchos <strong>de</strong> los que me conocéis me habéis oído presumir <strong>de</strong> dos<br />
cosas: mi disciplina y mis amigos. Mi disciplina espartana es fruto <strong>de</strong> un entrenamiento<br />
continuado durante toda mi vida y no <strong>de</strong>scarto un componente genético.<br />
Mis amigos son simplemente el mejor regalo <strong>de</strong>l Destino. Tienen unas<br />
características para mí importantísimas, su diversidad. Son diferentes en todo,<br />
tipo <strong>de</strong> vida, <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as políticas, <strong>de</strong> gustos, <strong>de</strong> edad... ¿no es maravilloso? Es una<br />
<strong>de</strong>mostración inequívoca <strong>de</strong> que la Amistad (esa que se escribe con mayúsculas)<br />
está por encima <strong>de</strong> todo ello.<br />
Hoy quisiera hablaros <strong>de</strong> un amigo especial, el último que he conocido y el<br />
único que he hecho en Palamós, en todos los años que voy allí. No sé su nombre<br />
y nunca he sabido don<strong>de</strong> vivía.<br />
Le conocí hace años, cuando Sergio (mi hijo pequeño) jugaba a basket, tenis<br />
y no sé cuantas cosas más, lo cual nos obligaba a ir todos los fines <strong>de</strong> semana,<br />
pasara lo que pasara. Cuando el tiempo lo permitía, yo me bajaba en las horas<br />
<strong>de</strong> sol a la playa, a disfrutar <strong>de</strong> ese primer calorcillo <strong>de</strong> la arena.<br />
Uno <strong>de</strong> esos días, empecé a notar esa sensación <strong>de</strong> que alguien te mira y<br />
al abrir los ojos me encontré con un precioso pastor alemán, que había puesto<br />
a mis pies una piedra y que, al verme <strong>de</strong>spierta, me indicó con sus gestos que<br />
tenía ganas <strong>de</strong> jugar. Me levanté y empezamos a correr, a reír y a disfrutar juntos<br />
<strong>de</strong> aquella playa vacía y gran<strong>de</strong>. Era joven y no se cansaba nunca, cuando yo<br />
claudicaba, me volvía a sentar y él se quedaba quieto a mi lado. Eso se repetía<br />
cada fin <strong>de</strong> semana hasta que llegaba el verano y aparecían los turistas y los<br />
letreros <strong>de</strong> “Perros no” (una pensaría que para proteger a los pobres animales,<br />
pero me temo que no es la razón).<br />
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