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L. J. Smith <strong>Despertar</strong><br />
Bueno, ha habido una pequeña pausa porque la señorita Halpern me<br />
pescó. Incluso empezó a leer lo que había escrito en voz alta, pero luego<br />
creo que el tema empañó los cristales de sus gafas y se detuvo. No lo<br />
encontró gracioso, pero yo me siento demasiado feliz para que me<br />
importen nimiedades como catear matemáticas.<br />
Stefan y yo almorzamos juntos, o al menos fuimos a un rincón del<br />
campo de juego y nos sentamos con mi almuerzo. Él ni siquiera se<br />
molestó en traer nada y, por supuesto, al final resultó que yo tampoco<br />
podía comer… No nos tocamos demasiado —no lo hicimos—, pero<br />
charlamos y nos miramos una barbaridad. Quiero tocarle. Más que a<br />
cualquier chico que haya conocido nunca. Y sé que él también lo quiere,<br />
pero se contiene.<br />
Eso es lo que no consigo comprender, por qué lucha contra ello, por qué<br />
se contiene. Ayer en su habitación encontré una prueba concluyente de<br />
que me ha estado vigilando desde el principio. ¿Recordarás que te conté<br />
que el segundo día de clase Bonnie, Meredith y yo estuvimos en el<br />
cementerio? Bien, pues ayer en la habitación de Stefan encontré la cinta<br />
color crema que yo llevaba ese día. Recuerdo que cayó de mi mano<br />
mientras corría, y él debió de recogerla y guardarla. No le he dicho que lo<br />
sé, porque es evidente que desea mantenerlo en secreto, pero eso<br />
demuestra que le importo, ¿no es cierto?<br />
Te diré alguien que no lo encuentra gracioso: Caroline. Al parecer lo ha<br />
estado arrastrando al interior del aula de fotografía cada día a la hora del<br />
almuerzo, y cuando hoy no apareció fue en su busca hasta que nos<br />
encontró. Pobre Stefan, se había olvidado por completo de ella, y se sintió<br />
conmocionado por ello. Cuando ella se marchó —luciendo un enfermizo<br />
color verde, podría añadir yo—, él me contó cómo se le había pegado la<br />
primera semana del curso. Le dijo que había advertido que él no comía a<br />
la hora del almuerzo y que ella tampoco lo hacía, ya que estaba a<br />
régimen. Así que ¿por qué no iban a algún lugar tranquilo y se relajaban?<br />
Lo cierto es que no quiso hablar mal de ella (creo que esto responde<br />
también a su idea de lo que son buenos modales: un caballero no hace<br />
eso), pero sí dijo que no había nada en absoluto entre ellos. Y para<br />
Caroline creo que verse olvidada fue peor que si él le hubiese arrojado<br />
piedras.<br />
No obstante, me pregunto por qué Stefan no almuerza. Es raro en un<br />
jugador de rugby.<br />
Vaya. El señor Tanner acaba de pasar por mi lado y he dejado caer mi<br />
cuaderno encima de este diario justo a tiempo. Bonnie se ríe desde detrás<br />
de su libro de historia, veo cómo se agitan sus hombros. Y Stefan, que<br />
está delante de mí, parece a punto de saltar de su silla de tan tenso como<br />
se le ve. Matt me mira con esa expresión suya de «estás chiflada», y<br />
Caroline parece iracunda. Yo me muestro de lo más inocente, escribiendo<br />
con los ojos puestos en Tanner parado frente a la clase. Así que si esto<br />
resulta un poco irregular y descuidado, ya comprenderás el motivo.<br />
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